Desesperante sumisión: el maestro del trueno (colaboración con Kaoru Himura)

 
 
 
 
 

Capítulo 1: Cenizas vivas

Naruto Uzumaki POV

 

Tras el atentado de Orochimaru… yo no me podía dormir, estuve una semana teniendo pesadillas sobre mi secuestro y más que sobre mí… sobre el secuestro de mis hijos. Muchas noches me levantaba agobiado y preocupado para ir a comprobar las habitaciones observando que todos mis hijos dormían plácidamente. Tai sé que no necesitaba a nadie pendiente de él, aún así me gustaba revisar su habitación y comportarme como su padre. De mis hijos biológicos, tuve mucha suerte, sólo la primera noche lloraron como nunca, fue un escándalo y aunque Sasuke se levantó la primera vez, al comprobar que estaban bien, me impidió que fuera a verlos y yo me moría de ganas de levantarme y cogerlos, de abrazarles y hacerles saber que no pasaba nada, pero Sasuke insistió en que les dejase.

Tenía razón… a la noche siguiente ya habían comprobado que no nos levantaríamos por tonterías y durmieron prácticamente del tirón entre toma y toma. Ino había tenido la amabilidad de prepararnos la leche que íbamos a necesitar y es que yo ahora como hombre no podía ofrecérsela.

Sasuke también me preocupaba, algunos médicos decían que no había solución para su ceguera y yo quería encontrar algo que le devolviera su vista, su Sharingan, su Rinnegan. Había continuado siendo ANBU, había entrenado mucho y sé que no le hacía falta sus ojos para ser tan bueno como era, pero yo me sentía culpable, era mi culpa que se hubiera quedado ciego, quería que volviera a ver, que pudiera ver a sus hijos.

De mi padre… no volví a sentir nada. Desde que la conciencia de mi padre se reveló, yo sentía su presencia, sabía que estaba conmigo ayudándome, apoyándome, era uno de mis pilares fuertes igual que el de mi madre. Me gustaba pensar que Minato estaba en mí, su fuerza, su inteligencia, su sentimiento protector, sus habilidades como Namikaze. Ahora no lo sentía, podía sentir a mi madre, pero mi padre había desaparecido y yo tenía miedo de que Orochimaru hubiera hecho algo, que lo hubiera sellado, que hubiera destruido su conciencia o que la hubiera robado, no estaba seguro pero Orochimaru tenía tantas artimañas que no podía estar seguro de lo que había conseguido. Quería recuperar a mi padre.

Tai había crecido bastante en este tiempo, su Rinnegan se desarrollaba cada vez más y ahora hacía cosas increíbles. Lo más sorprendente, ahora podía manejar otros cuerpos ya muertos como lo hacía su padre, no eran tantos como su padre, pero seguro que mejoraría, ahora mismo sólo podía controlar a dos y sólo a cierta distancia gracias a esos piercings que llevaba. ¡Cada vez llevaba más piercings! Se parecía cada día más a Yahiko.

Hoy me había sentado en el patio para ver a Tai entrenar con aquellos dos cuerpos. Este chico sería un auténtico genio si lo entrenaban bien y teniendo a Kakashi como profesor, sabía que tendría la mejor instrucción que se podía esperar. Miré mis manos donde aún estaba uno de los libros de Jiraiya, mi padrino, del autor del libro que dio mi nombre, ese maestro que era la admiración de mi padre, el que le enseñó sus invocaciones.

Sonreí al recordar mis duros entrenamientos con él, sé que Nagato lo mató, lo asesinó pero… ahí frente a mí estaba su hijo al que quería como mío propio, el que llegaría a ser alguien importante para esta villa, yo confiaba en él, esperaba grandes cosas por su parte. Volví a levantar el libro y leí, quería leer todo lo que mi padre leyó una vez de Jiraiya, por ambos… se lo debía.

-       ¿Cómo va Hokage? – escuché que preguntaba alguien a mi lado y me giré mirando a Kakashi de pie apoyado contra un pilar de madera.

-       Kakashi-sensei – le llamé y él se sobresaltó.

-       Ya no soy tu sensei Naruto – me dijo con cierto tono de tristeza.

-       Siempre lo serás, Kakashi – le dije sonriendo - ¿Qué puedo hacer por ti? ¿O sólo has venido a comprobar que tu preciado alumno entrena? –e pregunté sonriendo señalándole a Tai.

-       He venido a hablarte de él precisamente. El otro día… revivió a un gato que un carromato había atropellado – me dijo y me sorprendí.

-       ¿Qué?

-       Su Rinnegan está cogiendo fuerza Naruto. Cada día tiene más fuerza, ese chico podría superar a su padre.

-       ¿Has hablado con él? – le pregunté.

-       Sí Naruto. ¿Sabes qué me dijo? Que quería aprender a revivir personas como hizo su padre una vez para traer de vuelta a tu padre y a Itachi Uchiha, quería devolveros a vuestra familia Naruto, ese es su mayor sueño.

-       No creí que se lo tomase tan enserio – le dije con una sonrisa triste – le dije que no se esforzase tanto.

-       Se siente agradecido con vosotros, quiere ayudaros. Puede hacerlo Naruto… puede revivir a Itachi pero necesita algo.

-       ¿Qué necesita?

-       Su cuerpo.

-       No sé dónde está el cuerpo de Itachi, pero Sasuke tiene que saberlo. Él lo mató, supongo que lo enterraría.

-       ¿Crees que Sasuke querrá probar a revivir a su hermano?

-       Espero que si – le dije.

-       Habla con Sasuke – me dijo Kakashi - ¿Podrás convencerlo?

-       Algo se me ocurrirá – le dije sonriendo y él sonrió desapareció en una  nube de humo.

Miré a Tai que seguía entrenando. Que consiguiera revivir gente era increíble pero yo me preguntaba algo… ¿A qué coste? No quería que perdiera su vista como Sasuke, no quería que sufriera luego por culpa de esto. Quizá podría hacer realidad su sueño y dejarle que reviviera a Itachi pero ya está, no quería que siguiera haciéndolo, no quería que se perjudicase él por ayudar a los difuntos. Sasuke ya se empeoró la vista cuando revivió a Neji con su Rinnegan, no quería esa vida para mi hijo.

-       ¿Has visto papá? Dentro de poco podré utilizar hasta dos cuerpos – me dijo entusiasmado.

-       Lo he visto Tai – le dije sonriendo – mejoras muy rápido, estoy orgulloso de ti. Ven aquí – le dije dándole un abrazo.

-       ¿Sabes? Hoy Kakashi ha dicho que nos iremos de misión, volveremos para mañana – me dijo.

-       Me parece genial, aprende mucho y no te metas en líos… o por lo menos no en muchos.

-       Kakashi quiere que haga este año el ingreso al examen Chunnin – me dijo algo entristecido.

-       ¿Y esa cara? – pregunté – eso es bueno.

-       Estoy un poco preocupado por todo ese asunto.

-       Nosotros te apoyaremos y sé que puedes hacerlo, eres increíble. Eres un Uzumaki, todo irá bien.

-       Gracias papá – me dijo abrazándome – te quiero.

Tai no tardó en preparar sus cosas para irse a la misión y yo me marché a preparar algo para darle una sorpresa a Sasuke que aún estaba con su equipo fuera de la Villa. Hoy venía por fin después de tres días fuera de la Villa.

Aproveché en acostar a los niños después de darles de comer y preparé la gran bañera que Sasuke mismo diseñó metiéndome dentro completamente desnudo relajándome. Pude escuchar como se abría la puerta de fuera y entraba Sasuke, eran los pasos de mi chico, los reconocería en cualquier lado.

-       ¿Naru? – preguntó Sasuke - ¿Dónde estás?

-       En la bañera – le grité y él vino hacia aquí abriendo la puerta.

Sasuke entró y estaba tan atractivo como siempre, los años le sentaban bien. Tenía los veintidós años y sé que éramos jóvenes para tener a los hijos pero mi padre me tuvo a los veinticuatro… creo que a mí sólo me bastaba saber que era el hombre adecuado para formar mi familia igual que mi padre lo supo en su momento con mi madre.

-       ¿Qué haces aquí dentro? – me preguntó arribándose a la bañera pero yo cogí su camiseta y lo tiré dentro conmigo besándole.

-       Te quiero Sasuke – le dije.

-       Lo sé – me respondió él con dulzura

-       Quería darte una sorpresa.

-       Entonces lo has logrado

Sasuke se quitó el chaleco mojado lanzándolo al suelo del baño sin parar de besarme y yo aproveché en meter mis manos bajo su camiseta para quitársela. Sonreí consiguiendo que Sasuke también sonriera. ¿Quién me habría dicho que tendría una familia con Sasuke Uchiha?

-       Me encanta cuando me esperas ya desnudo – me dijo Sasuke susurrando en mi oído.

-       Lo sé – le dije sonriendo – me encanta hacerlo por ver tu sonrisa.

-       ¿Y Tai? – me preguntó preocupado.

-       De misión – le dije – tenemos toda la casa para nosotros… hasta una hora al menos que es cuando les toca comer a los mellizos – le sonreí.

-       Perfecto

Sentí su mano rozar mi pecho con suavidad mientras besaba y mordía mi cuello. Aproveché que mi mano estaba en su cabello ahora mojado para desatar el nudo de su bandana y apartarla de sus ojos pero él pasó su mano intentando bloquear que la quitase.

-       Déjame hacerlo Sasuke – le pedí.

-       No veo nada Naruto – me dijo preocupado – ya lo sabes.

-       Sé que no ves, pero yo si puedo ver tus ojos y me encantan. Por favor, no me los escondas, no a mí, no a tu familia. Me gustaría que aquí en casa no la llevases en los ojos.

-       Vale – me dijo dejando que le quitase la bandana.

Dejé la bandana con el emblema de Konoha tras de mí y le sonreí tocando sus párpados con dulzura. Sasuke me besó mientras bajaba sus dedos a mi entrada para prepararme. Se posicionó sobre mí apoyando mi espalda contra un lateral de la bañera y abrió mis piernas con dulzura entrando en mí con lentitud.

Le escuché gemir levemente aunque seguía sin atreverse a abrirme los ojos. Me agarré a su cuello dejándole entrar en mí, cada vez más profundo. Jadeé ahogando mis sonidos en su boca mientras jugaba con su lengua y él seguía moviéndose. Podía escuchar el agua moverse a cada movimiento nuestro.

-       Naruto… ¿Quieres casarte conmigo? – me preguntó de golpe Sasuke y me quedé atónito ante su pregunta.

La verdad es que jamás había pensado en eso, supongo que habíamos estado mucho tiempo juntos y no me hizo falta un papel que demostrase nuestro amor, le amaba y sabía que él también me amaba a mí. Supongo que quizá iba siendo hora de casarnos aunque ya habíamos tenido a nuestros hijos. Íbamos un poco tarde para hacer las cosas y sonreí justo cuando Sasuke llegaba en mí.

Salió de mi colocándose a mi lado sonriendo pero sin abrir sus ojos y yo volví a tocar sus párpados. Echaba de menos mirarlos, que él me mirase fijamente como antes. Cada vez que veía sus ojos de esa forma me recordaba que era mi culpa, había dado sus ojos para salvarme y los médicos hacía años que no trataban a los Uchiha, desde que desaparecieron, no estaban preparados ni especializados en esos ojos, no habían tenido que tratarlos en demasiado tiempo, nadie sabía cómo curar la vista de Sasuke.

-       ¿De qué te ríes Dobe? – me preguntó.

-       De que siempre hacemos las cosas a nuestra manera… - le dije.

-       ¿Eso es que no te quieres casar conmigo?

-       Claro que quiero casarme contigo Sasuke. Te amo a ti, no podría ser más feliz, pero siempre llegamos tarde a todo – le sonreí y él sonrió.

-       Es posible.

Escuché el lloro de los mellizos y supe que tenía que levantarme de los brazos de Sasuke para ir a atenderlos. Se estaba tan bien abrazado a él mientras acariciaba y me hacía cosquillas en la espalda.

-       Yo les daré hoy de comer – me dijo – tú descansa, aún tienes ojeras. Quédate aquí relajado un rato, te lo mereces.

-       Gracias Sasuke – le agradecí viendo como se levantaba secándose con una toalla y terminando de quitarse el pantalón.

De verdad que era un caso, tantas ganas tenía de estar conmigo que ni el pantalón se había quitado, se había abierto lo justo la bragueta para poder entrar en mí ¡Era un caso! Fue hacia la habitación y me imaginé que iba a coger un pantalón al menos para ir a la habitación de los mellizos.

Cuando quise darme cuenta, me había quedado dormido y sólo conseguí abrir los ojos al sentir cómo me tomaban en brazos.

-       ¿Sasuke? – pregunté y él me hizo un gesto para que callase.

-       Duerme Naruto, lo necesitas.

-       Sasuke… quería preguntarte algo.

-       Dime.

-       ¿Si… si se pudiera revivir a tu hermano? ¿Aceptarías hacerlo? – pregunté.

-       Creo que el pasado hay que dejarlo donde está Naruto. Pero imagino que lo dirás por Tai y él está empeñado en traer de vuelta a nuestra familia. No quiero que se perjudique él los ojos por esto pero también sé que cuando se nos mete una idea en la cabeza de esta familia cabezona no hay forma de sacarla hasta que se cumple.

-       Dímelo a mí… te perseguí por medio mundo hasta que conseguí que volvieras – le sonreí y él sonrió también.

-       Sólo Itachi – me dijo – hay que convencerle de que sólo le dejaremos revivir a uno.

-       Hay una condición Sasuke… hay que encontrar el cuerpo de tu hermano y sólo tú sabes dónde lo enterraste.

-       Os llevaré hasta él. Pero ahora duerme Naruto, lo necesitas.

Me dormí a su lado al menos hasta que escuché de nuevo llorar a los mellizos y es que tenían hambre, pero fue Sasuke quien volvió a levantarse dejándome dormir. Sé que él también tenía que estar cansado con el duro trabajo de los ANBU.

Por la mañana intentamos los dos hacer el menor ruido posible y es que Tai había vuelto de madrugada de su misión con Kakashi y se había acostado a dormir. Creo que Sasuke esperaba a que se despertase para hablar con él sobre todo el asunto de revivir a su hermano. Yo no quería decir nada… pero en parte desde que perdí la conciencia de mi padre… creo que sentía la necesidad de que Sasuke tuviera a su hermano de nuevo, de tenerle cerca porque tenía la corazonada muy al fondo de que algo malo iba a pasar. Sentía que algo malo se acercaba desde que no podía sentir a mi padre, pero no le dije nada a Sasuke, no quería preocuparle a él.

Al día siguiente Sasuke movilizó a su equipo, Neji, Kiba y Sai para escoltarnos a Tai y a mí hacia el lugar donde se supone… que Sasuke tuvo su pelea con Itachi. Según Sasuke, no estaba lejos de aquí y nos pusimos en camino. Neji decidió ir primero por su rango de visión y Kiba junto a Sai nos siguieron en la retaguardia.

Veía a Sasuke a mi lado con su bandana tapando sus ojos y me entristecí. ¿Debería contarle esta extraña sensación de que algo malo ocurriría o tenía que callarme? Quizá sólo era una impresión, nada más, sólo mi imaginación que me causaba malas pasadas.

-       ¿Qué te ocurre Dobe? ¿No estás contento de despegar tu trasero de esa silla de despacho? – me preguntó burlón y yo sonreí.

-       Teme – le dije - ¿No estás feliz de poder abrazar de nuevo a tu hermano? – le pregunté.

-       Sí – me dijo poniéndose serio – es lo que más deseo, pero sé que a ti te pasa algo ¿Qué ocurre? ¿Es por lo de tu padre?

-       ¿Qué crees que le ha pasado a su conciencia?

-       No lo sé Naruto – me dijo Sasuke – pero te prometo que en cuanto lleguemos a la villa iré al cementerio a confirmar que tu padre sigue allí.

-       ¿Vas a exhumarlo? – le pregunté entristecido.

-       No hay más remedio si con eso te quedas tranquilo.

-       Creí que podría descansar ya para toda la eternidad, que tendría paz y ahora… voy a tener que exhumar su cuerpo.

-       Todo estará bien Naruto.

-       Espero que si – le dije – vayamos a por tu hermano

Le sonreí haciendo que él también sonriera y aceleré el paso adelantando a Neji que se quejó por haber roto su formación. Sé que tenían que protegerme y todo ese rollo por ser el Hokage, pero yo quería llegar antes, también era un Ninja y era fuerte, podía protegerme yo solo perfectamente. Neji aún se quejaba cuando Sasuke le dijo que me diera un poco de cuerda, que me dejase disfrutar durante unas horas de la libertad que ahora como Hokage ya no tenía. Fue Sasuke el único que aceleró viniendo a mi lado para vigilarme.

-       Es ahí delante – me dijo – tiene que haber unas ruinas con el emblema de los Uchiha

-       Las veo – le comenté.

-       Su cuerpo lo dejé envuelto entre mantas, bajo la última torre con el emblema.

-       Lo encontraremos Sasuke. Pronto estarás con tu hermano.

Frené en seco al llegar a la torre y Sasuke frenó también a mi lado pensando hacia dónde lo enterró. No tardaron mucho en llegar los demás y nos pusimos a cavar. Sé que Tai quería ayudarnos pero no le dejamos, ya bastante tenía que hacer él como para encima pedirle que cavase. Tras más de veinte minutos, por fin encontramos el cuerpo de Itachi y lo sacamos aún envuelto entre las telas. Yo no me atreví a abrirlo, seguramente tras el tiempo que llevaba aquí no sería agradable de ver.

Tai sonrió al encontrarlo y sé que era la ilusión de su vida tener a nuestra familia junta. Coloqué mi mano sobre su hombro y observamos atentamente como hacía los sellos para revivirlo. El cuerpo no se movió y es que según Kakashi nos comentó que tardaba un poco en hacer efecto, así que cuando vi como Tai se desmayaba del cansancio por haber hecho la técnica, decidimos acampar aquí y esperar a que tanto Tai se recuperase como darle tiempo a Itachi de que empezara a moverse.

Me desperté a medianoche mirando a Sasuke y aunque no me dejaba ver sus ojos, sabía que estaba despierto, no podía dormir por las emociones que tenía. Quería ver a su hermano, se había sentido culpable tanto tiempo por lo que le hizo y ahora lo tenía frente a él, iba a tenerlo de frente, tan sólo unas horas.

Cogí su mano sonriendo y él se giró hacia mí sonriendo también mientras apretaba mi mano con más fuerza. Sé que estaba nervioso y yo quería estar aquí con él dando mi apoyo, esto era lo que para mí significaba querer a alguien, siempre con él, ayudándole, apoyándole… amándole, en las buenas y en las malas, porque la vida no era un camino color de rosa, tenía trabas y dificultades, pero yo sabía que juntos superaríamos cualquier adversidad.

A la mañana siguiente me desperté con el pie de Tai encima de mi estómago, con el brazo de Sasuke atrapando mi pecho agarrándose a mí y con el brazo de Tai sobre el de Sasuke. Al final entre los dos me bloqueaban y me impedían moverme. No pude evitar sonreír al ver las similitudes de esos dos… no podían dormir tranquilos sin agarrarse a alguien.

-       Chicos… que tal si me dejáis moverme… tengo que ir al baño – les dije y ambos abrieron los ojos mirándome dándose cuenta de la posición que tenían sobre mí.

Al final me dejaron ir a hacer mis necesidades pero para cuando volví donde estaba el campamento, me encontré a un Sasuke inmóvil frente a mí sorprendido de ver a Itachi de pie mirándose él mismo las manos sin creerse que estaba vivo. A Sasuke le faltó tiempo para lanzarse a abrazarle y aunque Itachi se quedó unos segundos paralizado sin poder reaccionar, pero enseguida hizo una leve sonrisa y abrazó a su hermano.

-       Lo siento – le dijo Sasuke llorando hundiendo su cabeza en su pecho – lo siento mucho.

-       Ya está Sasuke – le dijo Itachi – estoy aquí aunque no sé muy bien cómo.

-       Voy a casarme y te quiero como padrino – le dijo Sasuke de golpe – Creo que voy a tener que ponerte al día, voy a casarme con Naruto y… eres tío. Ese es mi hijo Taichi – le comentó señalándole – él es quien te ha devuelto a la vida Itachi.

-       Entonces creo que debo darle las gracias a alguien – dijo Itachi acercándose a Tai y abrazándole mientras Tai lloraba también.

-       Al fin te conozco – dijo Tai – he oído muchas historias de ti.

-       Entonces no te creas muchas – dijo Itachi sonriendo – porque a saber qué te han contado de mí. De lo que hice en Akatsuki olvídalo todo – dijo bromeando y todos nos reímos.

Nos movimos en cuanto Itachi se sintió recuperado hacia Konoha y me tocó cargar a Tai, aún estaba débil. Creo que Itachi miraba a Sasuke y seguramente se preguntaría que pasaba con sus ojos pero yo no tenía valor para hablarle de eso, creo que lo sabía y por eso no me había preguntado en toda la vuelta.

Ey Naruto – me llamó Itachi - ¿Puedo llevarlo?

Aquello me dejó atónito, pero como Tai insistió en irse con su tío, frené y se lo cargué a la espalda. Fui al lado de Itachi el resto del camino mirando a mi hijo hasta que se quedó dormido en la espalda de su tío y sonreí.

-       Así que cuidaste a mi hermano como te pedí

-       Lo intenté – le dije sonriendo.

-       Y habéis adoptado.

-       Sólo a Tai. Es el hijo de Nagato pero yo lo quiero como mío – le aclaré – aún así… te esperan dos sobrinos más en casa. Un jutsu – le aclaré al ver su cara de asombro – son dos Uchiha, Itachi, dos Uchiha medio Uzumakis – le sonreí.

-       Konoha no me perdonará – me dijo con una sonrisa triste.

-       Yo soy Konoha – le comenté – soy el Hokage ahora y si digo que estás perdonado, lo estás. No hiciste nada malo, sólo protegías a tu hermano, intentaste proteger la Villa y eso te lo agradezco. No eres un criminal Itachi, eres un héroe y me gustaría que volvieras a tu puesto de ANBU.

-       ¿Y sus ojos? – me preguntó señalando a Sasuke.

-       Fue mi culpa. Orochimaru trató de secuestrar a nuestros hijos y soltó al Kyuubi. Tu hermano trató de dominarlo para meterlo en mí y lo hizo, pero… esa ha sido la consecuencia por no permitir que me sacrificase.

-       Lo arreglaremos – me dijo sonriendo – ya lo verás.

Volvimos a la Villa y la verdad… el tiempo pasó muy rápido. El problema de Sasuke seguía sin tener una solución aunque Itachi se pasaba sus ratos libres en la biblioteca de su clan buscando soluciones, leyendo pergaminos. Lo más sorprendente es que Itachi había vuelto a ser ANBU, tenía su propio equipo y además… empezó a mantener una relación con Karin, creo que realmente no se amaban, pero les convenía a los dos ese matrimonio y lo tuve claro cuando Karin se quedó embarazada.

Lamentablemente… Karin falleció en el parto pero dejó a un precioso niño moreno de ojos oscuros al que llamaron Fugaku en honor al padre de Sasuke y de Itachi. De Sasuke y de mí… bueno, intentamos animar a Itachi cuando perdió a Karin y le ayudamos en todo lo que pudimos con su hijo ya que era padre primerizo. También es cierto que Itachi siempre era muy protector con ese niño pero a mí… ahora lo que más me preocupaba era Sasuke.

De mi padre… lo único que supe cuando Sasuke exhumó el cuerpo, es que no había nada, el féretro estaba vacío y supe que alguien había robado el cuerpo de mi padre. Eso me preocupaba demasiado, no estaba su cuerpo y no sentía su conciencia, así que aún me intranquilizaba más la sensación de que algo malo ocurriría. Lo hablé varias veces con Itachi pero él me tranquilizaba diciendo que no creía que alguien estuviera tan loco como para atacar esta villa teniendo ahora a dos Uchiha en contra, a un niño con el Rinnegan que aprendía cada vez más y a mí, medio Namikaze medio Uzumaki, pero yo aún así no estaba tranquilo.

A pesar de los esfuerzos de mi cuñado, no pude evitar enfadarme por todo el asunto. ¿Quién era capaz de profanar el tan merecido descanso de mi padre que tanto había sacrificado por esta villa? ¿Y con qué fin? Impulsado por mi malestar, mandé llamar a un equipo ANBU para buscar cualquier pista que nos indicase quién había sido el responsable. Sasuke se ofreció a ir con otro equipo, en el que también estaba Itachi, y liderar la misión.

A la semana regresaron pero no trajeron buenas noticias. No habían encontrado nada, ningún rastro que poder seguir, ni ninguna evidencia que nos ayudase a encontrar a la persona que estaba detrás de todo esto. Pero eso puso en evidencia que quien hubiese robado el cuerpo de mi padre, no era ningún aficionado.

Cuando pasaron dos años sin que nada ocurriera, es cuando entendí que quizá Itachi tuviera razón y me relajé. Ahora hasta me dejaban hacer alguna misión con los ANBU y es que siempre en el despacho me aburría. Mis hijos ya tenían cinco años y Tai con sus catorce años se iba a todos los lugares con su equipo y con Kakashi que era su profesor, hasta había pasado el examen de Chunnin. Dentro de unos días, Kakashi sería libre para irse a su escuadrón ANBU y es que su Sharingan había vuelto a funcionar perfectamente y mi hijo… mi hijo tendría su equipo Chunnin, cambiaría de maestro y se rumoreaba, que Ibiki quería tenerlo en su equipo.

Tras cinco años viendo a Sasuke completamente ciego, empecé a tener esperanzas en su visión gracias a los últimos acontecimientos con su hijo Natsume.

 

Flashback

 

Sasuke Uchiha POV

 

Hoy no me habían encomendado ninguna misión por lo que decidí pasar mi día libre con mi familia. Fui el primero en levantarme y me dirigí a la cocina a preparar el desayuno para Naruto y mis hijos. A pesar de mi ceguera, me seguía manejando bien con los fogones y los utensilios, ¡si no pudiese con algo tan sencillo como esto, no podría seguir siendo el líder de mi propio equipo ANBU!

Cuando ya tenía el desayuno casi listo, sentí la presencia de mis hijos aproximarse a la cocina junto con Naruto.

-       Huele muy bien, papá – me comentó Tai siendo el primero en sentarse a la mesa.

-       ¿A qué se debe este manjar tan delicioso que nos has preparado? - me preguntó Naruto divertido tras darme mi beso de “buenos días”.

-       ¿Acaso no puedo cuidar a mi familia? - le respondí con una sonrisa en mi boca.

-       Si es de esta manera, puedes mimarnos todas las veces que quieras – me contestó animado.

Pude oír cómo se llevaba algo a la boca y por el olor que desprendió al morderlo, supe que se trataba de una frambuesa. Le agarré de la cintura para pegarlo más a mi cuerpo, puse mi mano en su nuca para atraer su rostro hacia el mío y uní nuestros labios en un profundo y demandante beso. Pasé mi lengua por cada rincón de su boca degustando el sabor de esa fruta. No era mi favorita pero en el interior de Naruto era lo más exquisito que había probado jamás.

-       Oye, que era mía – se quejó cuando al separarnos se dio cuenta de que le había robado lo que quedaba de frambuesa y terminaba de comérmela.

-       De tu boca sabe mucho mejor – le contesté con mi típica sonrisa.

-       Puag, ¿por qué los mayores hacen esas cosas? - oí que Yumiko protestaba – Cuando crezca no permitiré que nadie me haga eso.

Pude imaginarme la mueca de asco que estaría haciendo y sonreí por ello. En momentos como éste, es cuando me gustaría tener mi vista en perfectas condiciones. Aunque acariciaba los rostros de mis hijos para imaginarme cómo eran y anotar cada pequeño cambio conforme iban creciendo, deseaba poder verlos con mis propios ojos. Ansiaba volver a ver el alegre rostro de Naruto, comprobar cuánto había crecido Tai en estos años y disfrutar de las sonrisas de Natsume y Yumiko.

Aunque amaba a Naruto con toda mi alma, no podía contarle cómo me sentía realmente porque sé que se culparía aún más de lo que ya lo hacía y no iba a permitir algo como aquello. Había sido mi decisión salvar a Naruto y que él no tuviese que sacrificarse, por lo que no creía que fuese justo que supiese de mis sentimientos. La única persona con la que había podido desahogarme era Itachi, por eso se pasaba sus ratos libres investigando, intentando hallar una solución.

Después del desayuno, estuve entrenando con Tai mientras Naruto jugaba con los pequeños. Mi hijo mayor se había vuelto fuerte y sabía que aún lo sería más, me sentía muy orgulloso de él.

-       Serás uno de los mejores ninjas que tendrá Konoha en mucho tiempo, podrías llegar a ser Hokage si te lo propusieras – le dije sonriendo.

-       Gracias, papá. Me haré más fuerte para poder proteger a las personas que me importan.

Estuvimos varias horas entrenando, incluso Naruto se unió a nosotros mientras Yumiko y Natsume nos observaban entretenidos. Al terminar, preparé algo para comer y almorzamos todos juntos mientras Tai nos contaba algunas anécdotas sobre su equipo. Había sido una buena idea haberle dicho el día anterior al Dobe que podíamos pasar un día en familia. Dejó todo preparado para que hoy Temari se encargase del papeleo que quedaba mientras nosotros disfrutábamos de nuestra reunión familiar.

Después del almuerzo, nos fuimos al salón a relajarnos. Tai se puso a leer un pergamino sobre jutsus que le había prestado mi hermano, mientras que yo saqué algunos rompecabezas para jugar con los gemelos. Naruto se sentó a mi lado para observar cómo los colocaba en la mesita que había frente al sillón y le pedía a Yumiko y Natsume que eligieran uno para resolverlo.

-       ¿Por qué siempre les dejas estos puzzles tan raros? - me preguntó Naruto curioso.

Sentí cómo cogía uno de los rompecabezas y le daba vueltas. Supuse que lo observaba detenidamente para intentar resolverlo.

-       Es una manera de estimular su ingenio y su inteligencia. Son buenos ejercicios mentales – le respondí mientras me colocaba enfrente de Natsume.

Le oí resoplar y una pequeña sonrisa apareció en mis labios al imaginarme que el Dobe no había podido encontrar la solución del puzzle. Me aparté un mechón de mi pelo que me estaba molestando en uno de mis párpados, como le prometí a Naruto, en casa no llevaba la bandana pero mantenía los ojos cerrados en todo momento. Sentía que no había diferencia entre tenerlos abiertos o cerrados, la oscuridad iba a ser la misma.

Me concentré en escuchar el ruido que hacían las piezas al ser movidas de un lado a otro y me imaginé las muecas que debían tener mis dos pequeños mientras trataban de resolverlos. No sé qué fue lo que me impulsó a abrir los ojos, pero realmente deseé en ese instante que se obrase un milagro y mi vista se recuperase. Me sentí decepcionado cuando no fue así, aunque no lo demostré porque sabía que Naruto estaría observándome y no quería que se preocupara. A pesar de todo, no volví a cerrar los párpados, mantuve mi mirada hacia el frente, donde se debía hallar el pequeño rostro de Natsume, entonces fue cuando pasó algo extraño.

Por mi ojo izquierdo, donde antes tenía el rinnegan, pude distinguir de forma borrosa cómo unos ojos azules, supuse que eran de mi hijo, cambiaban a color rojo con las dos aspas características del sharingan, pero al segundo siguiente, la oscuridad volvió.

-       ¿Lo has visto? - pregunté sorprendido.

-       ¿El qué? - oí la voz de Naruto a mi lado.

-       Sus ojos... Natsume ha activado el sharingan – le dije con la boca abierta de la impresión.

Naruto tardó unos segundos en responder, sentí cómo se acercaba a nuestro hijo para comprobarlo.

-       No, Sasuke. Debe haber sido tu imaginación. Sus ojos siguen siendo tan azules como siempre. Espera un momento – alzó la voz de repente - ¿puedes ver?

Pude notar la esperanza en su tono de voz, por eso me dolió tener que decirle que no.

-       No, todo sigue igual pero juro que hace unos instantes he visto el sharingan en sus ojos. No ha sido una imagen clara, pero estoy convencido de ello – le expliqué.

-       Hay que contárselo a Itachi de inmediato – me contestó Naruto – Tai, ve a buscar a tu tío ahora – escuché que le ordenaba.

-       Naruto, no creo que... - pero no me dejó terminar.

-       Sí es necesario Sasuke. ¿No te das cuenta? Quizás no haya sido nada pero ¿y si es una señal de que puedes recuperarte? - me preguntó mientras atrapaba mi rostro entre sus manos y apoyaba su frente sobre la mía – por muy pequeño que sea, si hay algo que se pueda hacer para que recuperes la visión, hay que investigarlo.

Antes de que me diese cuenta, Tai había regresado con Itachi. Naruto le explicó lo que acababa de contarle, pude notar la alegría de mi esposo mientras hablaba lo que me provocó cierto desasosiego. No quería que se ilusionase para luego ver sus esperanzas destrozadas, demasiado se preocupaba y se culpaba como para que todo hubiese sido fruto de mi imaginación. Quizás había sido mi mente la que me había jugado una mala pasada, puede que mi propio deseo hubiese creado una ilusión, un espejismo.

Itachi me sacó de mis propios pensamientos al acercarse para revisarme. Estuvo varios minutos comprobando mis ojos, usando diferentes jutsus que no conocía pero que seguramente los había aprendido de los antiguos documentos del clan.

Tras varios minutos, pude oír cómo se sentaba en la mesita donde estaban los rompecabezas y cómo le indicaba a Naruto y a los niños que se sentasen. La seriedad en su voz hizo que mi corazón se acelerase y los nervios me invadiesen en ese instante. Itachi se aclaró la voz antes de empezar a hablar.

-       Lo que voy a deciros sólo es una teoría por lo que quiero que os lo toméis como tal. No quiero daros falsas esperanzas – nos aclaró – Creo que lo que has visto, ha sido una especie de visión del futuro, como una predicción, lo que significa que tu rinnegan aún funciona. Puede que no se extinguiese del todo a pesar del esfuerzo que hiciste con tus ojos en el pasado... creo que al ser la máxima evolución del sharingan, al ser más poderoso, no llegaste a perderlo del todo y con el paso del tiempo se ha ido regenerando. Aunque parece un proceso lento, han pasado bastantes años y apenas ahora has visto esa imagen borrosa, por lo que me hace pensar, que podría haber una forma de que recuperaras la visión pero tendré que investigarlo detenidamente, por lo que os pido paciencia. Aún así, recordad que es sólo una teoría – terminó de explicarnos.

Creo que todos estábamos igual de impresionados y de animados a pesar de que mi hermano nos avisó de que no deberíamos poner todas nuestras esperanzas en una simple hipótesis, pero no lo pudimos evitar. El milagro que esperaba acababa de obrarse.

 

Fin del flashback

 

Naruto Uzumaki POV

 

Después de las palabras de mi cuñado, sentí que aún se podía hacer algo para ayudar a Sasuke. Él podría volver a ver a su familia podría volver a vernos a Tai y a mí, podría observar por primera vez después de tanto tiempo a Natsume y a Yumiko, podría volver a utilizar sus técnicas oculares de nuevo, aunque me encargaría de que no volviese a hacer una locura que pusiese en riesgo sus ojos de nuevo. Y yo deseaba que sus ojos mirasen mi rostro con dulzura, que recorriesen mi cuerpo con deseo, echaba de menos la excitación que sentía cuando Sasuke me devoraba con la mirada. Sé que era egoísta por mi parte pensar en esto y más al saber que fue mi culpa que perdiese su sentido de la vista, para que no tuviese que sacrificarme, para salvarme a mí, a nuestros hijos y a la villa... pero no pude evitarlo.

En eso momentos, me encontraba en mi oficina revisando unos documentos, cuando unos golpes en la puerta me desconcentraron. Alguien pidió permiso para pasar desde el otro lado, al concedérselo, uno de los jounin que custodiaban la entrada a la villa, caminó de forma apresurada hacia mi mesa.

-       Hokage-sama, tenemos una... situación en el pórtico principal – me comentó muy nervioso.

-       ¿Ha habido algún ataque? - pregunté preocupado.

-       No, señor – contestó con el mismo nerviosismo de antes.

-       ¿Algún intruso ha intentado colarse en la aldea? - cuestioné extrañado por la actitud del ninja frente a mí.

-       No exactamente – respondió desviando la mirada.

-       Entonces, ¿qué ha ocurrido? - le interrogué desconcertado por no saber qué estaba pasando ahí.

-       Es mejor que lo vea con sus propios ojos, Hokage-sama – me pidió inquieto.

Su actitud nerviosa y sus evasivas, captaron mi atención logrando despertar mi curiosidad. Me levanté para acompañarle hasta la entrada de la villa, salimos de allí seguidos por dos de mis escoltas personales que intentaban pasar desapercibidos ante los demás, pero yo sabía dónde se encontraban en todo momento.

Al llegar, pude observar un pequeño revuelo al otro lado de las puertas. Varios ninjas tenían rodeado a un sujeto que no lograba distinguir desde mi posición. Me acerqué con paso firme mientras les pedía a mis hombres que se apartasen pero mis pies dejaron de obedecer al reconocer a la persona que se hallaba ante mí.

Mis ojos se abrieron de la sorpresa y mi corazón empezó a latir con mucha fuerza debido a la emoción. Intenté hablar pero mi boca sólo se abría y cerraba sola sin llegar a emitir ningún sonido. Pensé que se trataba de una ilusión... era imposible... frente a mí estaba ni más ni menos que mi padre, Minato.

Antes de que mi propia mente terminara de analizar la situación, mi cuerpo ya había reaccionado solo y me había abalanzado hacia él estrechándolo fuertemente entre mis brazos, sorprendiendo a todos los presentes. En el instante que mi cuerpo chocó contra el suyo, mis lágrimas comenzaron a caer, recorriendo mis mejillas y perdiéndose en la camisa que llevaba mi padre cuando hacían contacto con ella.

Sollocé un lastimero “papá” contra su cuello pero el sonido quedó amortiguado y dudo que llegase a escucharlo. Tras varios minutos en esa posición pude empezar a calmarme y ahí me percaté de que algo raro pasaba. Mi padre no me había correspondido al abrazo, había mantenido la misma posición sin moverse ni un centímetro, con sus brazos a cada lado de su cuerpo y su cabeza hacia el frente.

Me separé un poco para poder mirarle y cuando nuestros ojos hicieron contacto, su boca se abrió para soltar unas palabras que me dejaron paralizado.

-       ¿Quién eres y por qué me estás abrazando? - fue lo que me dijo antes de que me separase por completo, totalmente destrozado.

 

Capítulo 2: Niñeros

Itachi Uchiha POV

 

Estaba en mi despacho cuando me llamaron para que fuera a la entrada de la Villa por un caso urgente y no tuve más remedio que dejar todo mi trabajo como estaba, ponerme la máscara ANBU y salir hacia allí. Me crucé en el camino con Kakashi al que también le habían dicho de personificarse en la puerta para la protección al Hokage y ambos nos miramos preguntándonos por qué necesitarían a los ANBU en esta situación. Algo grave tenía que ser para que nos movilizaran.

Llegamos a la puerta y me paralicé de golpe al ver a Naruto con el rostro tan descolocado, mirando al mismísimo Minato Namikaze frente a nosotros y me preocupé. Hasta donde yo sabía, su cuerpo había sido robado, Naruto no había vuelto a sentir la presencia de su padre en él desde la pelea con Orochimaru y todas mis alertas se activaron con la presencia de Minato.

Me adelanté abriéndome paso hacia el Hokage para poder defenderle mejor en caso de que hiciera falta y cuando llegué hasta él, observé mejor a Minato Namikaze. Venía con sus ropas ninjas, con sus Kunais y con la bandana de Konoha en su frente, sólo le faltaba la capa de cuarto Hokage que ahora tenía puesta Naruto, la capa que Minato había diseñado para él cuando llegó al puesto. Miré su chaleco verde intentando ver si llevaba más armas de las que veía a simple vista pero no me atreví a dar un paso en falso, esperé órdenes del Hokage.

-       ¿Quién eres? – preguntó Minato hacia Naruto.

Miré a Naruto esperando ver su reacción, estaba confuso, toda la ilusión por ver a su padre se había esfumado y sólo podía ver su mirada encharcada intentando controlar el llanto, no quería llorar frente a todos y se armó de valor para contestar.

-       Soy el Hokage de la aldea oculta de Konoha – le dijo a Minato.

Minato sonrió de golpe y a mí me recordó tanto al auténtico Minato, esa sonrisa yo la había visto antes, la total sinceridad del que fue nuestro cuarto Hokage, pero aunque veía a Minato… no podía dejar de pensar que podría ser un enemigo y debía mantenerme alerta.

-       Soy Minato Namikaze, vivo en Konoha – nos dijo y nos extrañamos que tuviera que presentarse.

Ya sabíamos todos quien era… el cuarto hokage, el más rápido del mundo Shinobi, el heredero y prodigio de los Namikaze, el padre de Naruto, del actual Hokage. ¿Por qué se presentaba? No había nadie aquí que no le conociera, su cara estaba grabada y bien tallada en la montaña encima de la ciudad.

-       Soy Naruto Uzumaki – se presentó Naruto de golpe y me extrañé cuando le dio la mano y Minato con una sonrisa la estrechó – Vayamos a mi despacho.

-       Hogake… - intervino uno de los guardias – no es conveniente.

-       Es mi padre – oí que decía en susurro para que Minato no le escuchase – no pienso dejarlo en las puertas como si fuera un criminal. Itachi y Kakashi me escoltarán, hágame el favor de llamar a Sasuke, a Ino, a Temari y a Shikamaru… reunión urgente, ya – le dijo.

Naruto me miró y me comentó que le siguiera. No me separé de él ni un segundo mientras veía a Minato caminar a nuestro lado sonriendo y cómo la gente se sorprendía de lo que veía. Hasta yo estaba sorprendido, estaba muerto desde hacía años, había estado encerrado en la conciencia de Naruto y ahora… estaba aquí, ante mis ojos.

-       ¿Qué te ha traído por Konoha? – le pregunté de golpe interrogándole.

-       Es mi hogar – me respondió sonriendo y yo miré a Kakashi que estaba confundido, para él debía ser mas duro, fue su profesor - ¿Por qué me abrazó, Hokage-sama? – preguntó hacia Naruto y éste se extrañó.

-       Te pareces a un viejo conocido – le comentó sin titubear

-       Si vivías aquí, ¿cómo es que no conoces al Hokage? – volví a preguntarle y todos me miraron como si me hubiera pasado, pero tenía que saber.

-       No lo sé… - me dijo algo entristecido – no puedo recordar nada, sólo… que me llamo Minato Namikaze y soy de Konoha. Creo que he debido de darme un buen golpe en la cabeza o algo en alguna misión – dijo sonriendo rascándose la cabeza como hacía Naruto y todos vimos su parecido a su hijo – lo lamento.

-       Quizás has dormido demasiado – dije susurrando al haberse pegado años muerto y Naruto me dio un codazo para que no me escuchase.

-       Bueno… lo arreglaremos – le dijo Naruto – nuestros mejores especialistas te harán un chequeo médico en condiciones.

-       Gracias – nos agradeció con su sonrisa.

Yo seguía escuchando por la calle como la gente susurraba el nombre de Minato, a este paso toda la villa se enteraría antes de que diéramos la noticia. Incluso algunas mujeres salían a verlo y se sonrojaban. Sé que siempre habían dicho que Minato fue uno de los hombres más atractivos, Kushina tuvo muchas contrincantes pero realmente… Minato siempre fue un hombre que tuvo sus ideas muy claras, amó a Kushina como a ninguna, cuando Minato posaba sus ojos en alguien era de verdad y de ese gran amor nació Naruto ¿Cómo podía haberlo olvidado? Si ese hombre hubiera seguido en la Villa, si no hubiera muerto, puede que las mujeres no se hubieran fijado en mí, todas estaban enamoradas de su Hokage y ahora volvía a Konoha, pero mi pregunta era ¿Seguía siendo el mismo? ¿Seguía teniendo esos sentimientos tan protectores por su Villa? ¿Por su familia? ¿Seguía siendo el prodigio de los Namikaze? ¿El relámpago de Konoha? ¿Seguía conservando esa dulzura, amabilidad y tranquilidad que siempre le caracterizó o era una maldita trampa? Yo no me fiaba aún del todo por mucho que me recordase al cuarto Hokage.

Naruto no paraba de mirar a su padre y sé cuánto deseaba abrazarle, cuánto deseaba estar con él, hablarle de Sasuke, decirle que se había casado, que tenía hijos… tenía tantas cosas que contarle y no podía, se las estaba callando y fingía ser solamente el Hokage de Konoha.

-       ¿Por qué está mi rostro allí tallado? – preguntó Minato.

-       ¿No lo recuerdas? – preguntó Kakashi incrédulo – fuiste Hokage, el cuarto Hokage – le comentó.

-       ¿Yo? ¿Hokage? – preguntó sonriendo - ¿Qué loco me nombró a mí Hokage?

-       Sarutobi – le dijo Naruto – el tercer Hokage te nombró y fuiste un gran Hokage, el mejor de todos.

-       Dejadme de tomar el pelo… yo era ANBU, nada más que eso – dijo sonriendo – vaya broma queríais que me tragase.

Naruto medio sonrió al ver a su padre sonreír y es que Minato tenía una sonrisa brillante, de esa que contagiaba a todo el mundo, era tan parecido a Naruto, tenían los dos tanta vitalidad, tanta jovialidad… y verle frente a mí sin recordar nada era duro, más lo era para Naruto.

Dejamos a Minato en el hospital a cargo de Ino para que lo revisara. Ino aunque nos miró sorprendida por la aparición repentina del  cuarto Hokage no dijo nada y se lo llevó consigo. Naruto se quedó allí inmóvil mirando como se llevaban a su padre para la revisión médica y al final… se giró hacia Kakashi y hacia mí.

-       A mi despacho inmediatamente – me dijo – esto es urgente.

Fuimos a la torre del hokage y entramos al despacho de Naruto. Allí nos esperaba ya Sasuke, Shikamaru, Temari y algunos ancianos del antiguo consejo.

Tenemos un problema – dijo Naruto al entrar – como ya parece saber toda la Villa… esta mañana ha aparecido mi padre en la puerta de la Villa, según él no recuerda absolutamente nada. ¿Qué debemos hacer con esto? Necesito opciones.

-       No sabemos de dónde ha salido ni si es un enemigo. Hay que recordar que Minato Namikaze está muerto y enterrado.

-       Su cuerpo fue secuestrado – dijo Sasuke con su tono prepotente, tal y como era Sasuke siempre.

-       Sasuke – le llamé la atención al ver que se ponía tenso como solía hacer cuando venían los del consejo.

-       Lo siento Hokage-Sama – se disculpó.

-       Minato Namikaze está muerto – escuché de golpe esa voz femenina que tanto odiaba desde hacía un tiempo y es que Sakura venía en representación de Tsunade - ¿Quién nos asegura de que es él? ¿Y si es una copia de algún Ninja? ¿Y si es un espía?

-       ¿Y hay que echarlo a la calle por eso? ¿Sin más? – dije yo algo enfadado y es que a mí Minato Namikaze me salvó una vez la vida – Creo que Minato se merece algo mejor que echarlo a la calle, metería la mano en el fuego y no me quemaría si dijera que todos aquí alguna vez fuimos salvados por él. Derrotó al Kyuubi, nos salvó a todos, fue el mejor Hokage, se merece respeto.

-       No eres el más indicado para hablar, sólo eres un traidor perdonado por el Hokage – me dijo Sakura.

-       Vuelve a meterte con mi hermano y te corto la lengua – escuché a Sasuke y Naruto dio un golpe en la mesa enfadado.

-       Ya basta, necesito soluciones, no discusiones. Está claro que ese de ahí fuera es mi padre, dejé de sentir su conciencia en mí y ahora está frente a mí, lo que quiero es saber qué hace aquí ¿Por qué ha vuelto de entre los muertos?

-       Tanto Ibiki como Ino podrían trabajar juntos y tratar de averiguar algo sobre Minato – Dijo Shikamaru.

-       No voy a torturar a mi padre – dijo Naruto.

-       Sólo decía que se puede intentar entrar en su mente – dijo Shikamaru – no como una tortura por dios… pero Ino puede entrar y comprobar si dice la verdad y ha olvidado todo o sólo es un truco. Sería sencillo hacerlo.

-       ¿Le haría daño? – preguntó Naruto preocupado.

-       No – le contestó Shikamaru.

-       Ordénalo y que venga Ibiki a traerme el resultado – dijo Naruto.

-       Ahora mismo.

-       El resto os podéis marchar hasta nuevo aviso – nos ordenó y todos salimos de su despacho – itachi, quédate un momento.

Esperé a que todos se marchasen y sentí como Sasuke colocaba su mano en mi hombro como dándome ánimos, supongo que por lo que había dicho Sakura de que era un traidor, pero yo no me consideraba como tal así que no me preocupaba lo que dijera esa chica. Cerré la puerta cuando pasó mi hermano y me acerqué hasta la mesa de Naruto.

-       ¿En qué puedo ayudarte? – le pregunté.

-       Ve al interrogatorio. Quiero que confirmes tú mismo si es cierto que no le harán daño y que me traigas noticias de lo que descubran.

-       ¿No te fías de Ibiki y de Ino?

-       Sí me fio de ellos, pero quiero que vayas en persona.

-       ¿No te fías de tu padre? – pregunté sabiendo que era eso.

-       No sé si es un traidor o no, ahora mismo no sé si es un enemigo así que… quiero que vayas por si pasa algo.

-       ¿Por qué yo? ¿Por qué no mi hermano? – le pregunté.

-       Porque ahora mismo tú eres el ANBU más fuerte que tiene Konoha y mi padre era…

-       El prodigio de los Namikaze – le contesté – no sé si soy capaz de frenarlo Naruto – le expliqué claramente.

-       Si tú no puedes… nadie lo hará, por favor, sólo mantenlo vigilado hasta que sepamos qué ocurre.

-       Vale, te traeré noticias en cuanto las tenga.

-       Gracias.

-       Ey Naruto… todo estará bien, ya lo verás – le dije tratando de darle ánimos – es un Namikaze al fin y al cabo, son fuertes, no le pasará nada.

-       Eso espero, porque si alguien está jugando con el recuerdo de mi padre… se las verá conmigo y no seré benevolente precisamente.

Salí del despacho algo preocupado. Era Minato Namikaze de quien estábamos hablando y estuve más tiempo pensando en qué estaba pasando que realmente en saber si era un peligro o no. No entendía cómo estaba vivo, qué hacía aquí. No entendía nada, pero sí sabía una cosa… esa sonrisa que había visto que tenía, era la misma que vi aquel día cuando me salvó la vida, yo sólo tenía cuatro años y él era un hombre de veintidós.

Toqué la puerta de la sala de interrogación y fue Ibiki quien me abrió. Ya le habían avisado de que vendría yo así que no hubo problemas. Me dejó entrar y cerró la puerta tras de mí. Ino ya estaba preparada y Minato estaba completamente sedado tumbado en el suelo de la estancia sobre un sello.

-       ¿Está bien? – le pregunté a Ibikki mirando a Minato.

-       Sí, Ino le dio un sedante, dormirá un par de horas. No creo que hubiera aceptado por si mismo someterse a esta prueba ¿No crees? No se enterará de nada, despertará en el hospital y no sabrá nada de lo que ha ocurrido aquí.

-       Vale – le dije.

-       Puedes empezar Ino – le comentó Ibiki para que hiciera su técnica y entrase en su mente.

Yo me quedé en un rincón mirando cómo Ino se concentraba y buscaba en su mente. Era aburrido tener que esperar, yo sólo tenía que vigilar que Minato no se despertase y no armase alguna, pero no parecía que fuera a hacerlo. Me quedé de pie observando a ese chico rubio y recordé la primera vez que le vi… yo sólo era un crío de cuatro años.

 

Flashback

Todo el clan estaba en silencio. Observaba a los ninjas colocarse sus indumentarias y mi padre preocupado se despedía de mi madre. Iban a la guerra… la tercera guerra Ninja. Yo apenas tenía cuatro años pero ya iba a participar. Todo el clan decía que yo era un genio y puede ser que lo fuera, mi padre ya quería que fuera para que viera a lo que me enfrentaría en mi vida, lo que sería mi vida como Ninja.

Mucha gente pensaba que los Uchiha estábamos locos y puede ser. Éramos el clan más fuerte y supongo que demasiado orgullosos para echarnos atrás en nuestras decisiones, mi padre dijo que yo al ser el genio era capaz de ir a esa guerra y me llevaría con él. Mi madre no se opuso y la verdad… aunque no quise demostrarlo estaba muy nervioso. Yo jamás había matado a nadie, aún no había estado en la academia y todo lo que sabía lo había aprendido por mi cuenta y por la insistencia de mi padre. Él dijo que siempre me protegería y que no me perdería de vista en ningún momento. Confiaba en mi clan… o lo  hice hasta que en mitad de una de las batallas me quedé completamente solo.

Un niño de cuatro años solo frente al peligro y no supe qué hacer, no era un Ninja aún, yo sólo era un chiquillo Uchiha que ahora tenía miedo de que quisieran capturarme para obtener mis ojos y cuando todos aquellos enemigos se abalanzaron sobre mí sonriendo viendo claramente la posibilidad de obtener mis ojos, me asusté demasiado. Busqué a mis padres, corrí huyendo de esos hombres y al final… no me quedó más remedio que quedarme a pelear con lo poco que sabía utilizar y es que no podría seguir escapando mucho más tiempo sin saber dónde iba.

Conseguí vencer a tres enemigos, pero había tantos… ¿Dónde estaba mi clan? Ellos prometieron no dejarme solo, mi padre prometió estar a mi lado pero no lo estaba. Ya me veía perdido y cerré los ojos esperando a que me capturasen cuando sentí que alguien agarraba con fuerza mi cintura y me sacaba de aquí. Estábamos corriendo entre los árboles, alguien me llevaba a cuestas y miré hacia atrás viendo a los enemigos en el suelo derribados. No quedaba ni uno con vida y cuando miré hacia el que me había cogido… vi la capa del cuarto Hokage “Yondaime Hokage”, era Minato Namikaze, ese cabello rubio, esos ojos azules y esa velocidad la habría reconocido enseguida y me sonrojé. El mismo Hokage había venido a por mí.

Miré el rostro del Hokage, siempre le había visto sonriendo cuando paseaba por las calles, cuando saltaba de tejado en tejado, él siempre sonreía pero ahora estaba serio. No sé si era por la batalla o era por mi culpa ¿Le había desviado yo de su rumbo? Quizá estaba enfadado conmigo por haber tenido que venir a salvarme en lugar de estar ayudando a su equipo, a los ninjas de la Villa.

Se detuvo en un claro que él vio seguro y me bajó al suelo agachándose frente a mí y me quitó la camiseta, creo que buscaba alguna herida o algo, pero quitando un rasguño en mi mejilla que él mismo limpió con su chaqueta, no tenía más heridas.

-       ¿Estás bien? ¿Te han herido? – me preguntó ahora sonriendo.

-       E-Estoy bien – le dije – lo lamento.

-       ¿El qué? – me preguntó sorprendido.

-       Haberle hecho tener que venir a por mí.

-       ¿Cómo te llamas? – me preguntó sonriendo mientras limpiaba el corte de mi mejilla.

-       Itachi, Itachi Uchiha – le dije.

-       Estos Uchiha… - dijo sonriendo – Verás Itachi, no tienes por qué disculparte, para mí todos los de la Villa sois igual de importantes. No habría dejado que te ocurriera nada. ¿Sabes dónde están tus padres?

-       Me separé de él… no sé dónde está.

-       Vale. Vamos a hacer una cosa… Voy a llevarte a tu casa y luego volveré al campo de batalla.

-       ¿No le pasará nada a mi padre, verdad?

-       ¿Es un Uchiha, no? – me dijo con una gran sonrisa – sois fuertes, seguro que está bien, preocupado por ti.

Me encantaba la sonrisa de Minato y no podía dejar de mirarla aunque me sonrojaba. Si no fuera tan mayor… si hubiera nacido en su generación, si hubiera podido tener posibilidades con él habría luchado por este hombre, por conseguir su amor, desde aquel día Minato había sido mi admiración, yo quise ser como él, proteger mi Villa por encima de todo. Kushina tenía suerte de tenerle.

-       Encontraré a tu padre y le diré que estás a salvo ¿De acuerdo? Ahora voy a llevarte a casa.

-       ¿Vas a llevarme con tu velocidad? – le pregunté.

-       Sí – me dijo sacando un Kunai y sonriendo

Me cogió y se teletransportó hasta el clan Uchiha. Todo el clan estaba vacío y no sé cómo lo hizo… pero estábamos frente a mi casa. Mi madre al ver al Hokage salió corriendo y éste la tranquilizó comentándole que estaba bien, que me había encontrado en el campo de batalla pero que él iba a volver para avisar a mi padre de que ya estaba a salvo.

-       ¿Me enseñarás esa técnica cuando crezca? – le pregunté y mi madre sonrió.

-       Claro, hazte fuerte, entra en los ANBU y te prometo que te la enseñaré – me dijo – sé que lo conseguirás, los Uchiha sois fuertes y orgullosos.

-       Entonces te veré en los ANBU – le dije sonriendo

-       Claro.

-       Es una promesa – le dije.

-       Lo es, te lo prometo. Nos volveremos a encontrar… Itachi Uchiha, yo nunca olvido mis promesas – me dijo sonriendo y acarició mi cabello revolviéndomelo, pero yo me deshice de esa mano y me lancé a abrazarle.

-       Gracias – le dije dándole un beso en la mejilla – Minato.

¡Sólo un par de años y te encontraré! Me propuse. Creo que me impresionó Minato Namikaze, su fuerza, su velocidad, su simpatía, su forma protectora de ser, era todo un Hokage, no podíamos desear a nadie mejor que a él para defender esta Villa. Cuando se marchó, supe que él encontraría a mi padre y lo hizo, a las dos horas mi padre llegó con su escuadrón y vino corriendo abrazándome. Sé que Minato había hablado con él porque me lo dijo, Minato ayudó al equipo de mi padre y vencieron… vencimos esa guerra y la Villa estuvo a salvo, pero aunque mi padre quiso que recordase lo que era la guerra… yo sólo recordaba a Minato Namikaze, quería crecer y ser como él, quise ser Hokage para ser como él, quise entrar en los ANBU para encontrarle y que me enseñase esa técnica del relámpago de Konoha, quería que él y sólo él fuera mi profesor… pero dos años más tarde, Minato murió con tan solo veinticuatro años.

Tenía apenas seis años cuando me enteré que por todo lo que ocurrió con el Kyuubi… Minato se había sacrificado. Yo aún no había conseguido entrar en los ANBU y supe que jamás volvería a verle, que jamás le encontraría pero me propuse algo… miré a Sasuke en mis brazos y supe que yo sería como Minato Namikaze, protegería a mi hermano, protegería a la Villa.

Fin del Flashback

 

Ahora estaba frente a mí ese chico rubio de nuevo, tan sólo tenía veintiséis años… para él el tiempo se había detenido, para mí… el tiempo ya no era un impedimento, tenía veintitrés años y podía entrenar con él, tenía la oportunidad de que me recordase de nuevo, de que cumpliera su palabra y me enseñase, nos habíamos reencontrado cuando jamás creí que volvería a verle, frente a mí estaba Minato Namikaze, el cuarto Hokage de brillante sonrisa y con la velocidad de un relámpago y venía sólo… Kushina no estaba aquí ya. Si alguien le había hecho algo a este hombre, se las vería conmigo, porque él salvó mi vida cuando yo era un crío y ahora que había crecido, yo no dejaría que nadie le hiciera daño a él.

Ino acabó con su técnica y me ordenaron llevar el informe. Tenían razón, Minato no recordaba nada, toda su memoria había sido borrada y sólo tenía dos datos claros… se llamaba Minato Namikaze y vivía en Konoha, no sabía nada más de sí mismo, no me recordaba, no recordaba la promesa que me hizo, no recordaba haberse casado, ni haber sido Hokage, ni haber sido padre… no recordaba haber muerto, sólo sabía que era un Ninja de Konoha, un ANBU y si eso es lo único que sabía, yo le ayudaría a recordar, no dejaría que lo tirasen a la calle tal y como estaba ahora, pero tampoco me fiaba de que estuviera perfectamente. Iba a necesitar vigilancia.

Volví para la reunión que habían programado y Naruto tras recibir mi informe, estaba igual de dispuesto que yo a pelear por recuperar a su padre, pero todos aquí sabíamos que sería duro. Ahora había que pensar muchas cosas porque decirle toda la verdad a Minato sobre su pasado podía ser demasiado para él. Tendríamos que pensar cómo hacerlo, qué decir en cada momento, qué ocultar, cómo hacerle recordar lo que era y quien era.

-       ¿Qué hacemos? – preguntó Shikamaru.

-       No recuerda nada – dijo Naruto - ¿Qué dice el informe médico?

-       Tiene profundos daños cerebrales – confirmó Sakura – toda su zona de recuerdos está dañada, es como si esos recuerdos hubieran sido borrados, puede ser peligroso si le damos demasiada información, le agobiaremos. Habría que ir poco a poco.

-       ¿Es recuperable esa información que ha perdido? ¿Podrá recordar? – pregunté.

-       Con el tiempo y algo de paciencia, es posible – me respondió Sakura.

-       ¿Qué propuestas hay? – pregunté de nuevo.

-       Sería conveniente que estuviera en el hospital – comentó uno de los ancianos del consejo.

-       ¿Vamos a dejarle toda su vida en un hospital? ¿Esa es la mejor propuesta que tenéis? – se quejó mi hermano.

-       Debería quizá hacer una vida normal, que se relacione con la gente de la Villa – propuso Shikamaru.

-       ¿Y dejar suelto a un posible enemigo? – preguntó otro del consejo.

-       Itachi ¿Qué opinas tú? – me preguntó a mí Naruto muy serio.

-       No creo que sea el más indicado para hablar – le dije.

-       Quiero saber tu opinión – me insistió.

-       Yo le daría su vida normal, pero al completo. Piensa que sigue en los ANBU de Konoha, dejémosle creer que es así, que haga misiones con los ANBU, ha perdido sus recuerdos pero es capaz de luchar, Ino lo examinó a fondo, recuerda sus técnicas, sigue siendo el mejor Ninja de la Villa. Digamosle las cosas lentamente, de momento que se crea que sigue con su vida, que haga sus misiones, su vida…

-       Seguimos teniendo el mismo problema, puede ser un enemigo, no sabemos cómo ha llegado hasta aquí, cómo puede estar vivo. – me contradijo otro de los ancianos.

-       Eso tiene solución, alguien debe vigilarle – le encontré la solución.

-       ¿Quién lo hará? No tenemos ninjas de su nivel, era Hokage – dijo un anciano.

-       Yo puedo hacerlo. Puedo darle una de las casas recién restauradas de mi clan, viviría al lado de Naruto y de Sasuke, estaría vigilado. No me importaría tampoco liderar un equipo ANBU donde él estuviera, puedo vigilarlo, no hay inconveniente.

-       Es de locos – se quejó Sakura.

-       Hazlo – me dijo Naruto – será tu equipo Itachi, Shikamaru irá contigo y te llevarás también a Minato. Trátalo como a un Ninja más pero mantenme informado de cualquier conducta sospechosa que veas.

-       Por supuesto – le dije.

-       Hokage-sama – escuchamos a Kakashi – pido permiso para unirme también a ese equipo, Minato fue mi profesor y me gustaría poder ayudar en esto.

-       Concedido – dijo Naruto – Dadle una casa en el clan Uchiha, vivirá al lado de Sasuke y de mí, entre los tres lo vigilaremos cuando esté en la Villa y en el equipo… ocuparos de controlarle – nos dijo a Kakashi, a Shikamaru y a mí – y por favor… no dejéis que le ocurra nada malo, es mi padre.

-       Sobre ese asunto – comentó Kakashi - ¿Qué debemos decirle?

-       Por el momento… seré su Hokage, ocultémosle que es mi padre hasta que empiece a recordar cosas, no quiero que se agobie ahora que estoy tan cerca de recuperarle.

-       Entendido – dijimos todos.

-       La reunión se suspende, quiero un informe de su actitud todos los días Itachi… te lo encargo, serás el líder del escuadrón.

-       Sí Hokage-sama – le dije.

Salí del despacho y en el pasillo me encontré a Kakashi esperándome para ir a buscar a Minato, supongo que nos tocaba darle la noticia de que volvía a un equipo ANBU aunque claro… no pensábamos decirle que estaba bajo vigilancia.

-       ¿Te preocupa? – le pregunté a Kakashi que había estado muy silencioso.

-       Era mi profesor – me dijo – y ahora resulta que tengo que vigilarle por ser sospechoso. Lo aprendí todo de él. Me preocupa y quiero saber quién ha hecho esto.

-       Quién es algo que ya podemos suponer – le dije caminando – la cuestión es… ¿Para qué traerlo aquí? Si tenía a Minato en su poder ¿Por qué dárnoslo? – le pregunté.

-       No lo sé – me dijo Kakashi – de momento vigilémosle de cerca, es lo único que podemos hacer.

Fuimos al hospital a recoger a Minato y subimos a la segunda planta donde estaba la consulta de Ino. Toqué a la puerta viendo cómo Ino terminaba de comprobarle el pulso mientras ese chico rubio estaba aún sentado en la camilla ahora ya despierto. Cuando nos vio sonrió y no podía dejar de pensar cada vez que veía su sonrisa en el día en que salvó mi vida. Me quedé paralizado en la puerta con un leve sonrojo y fue Kakashi quien entró primero.

-       ¿Cómo se encuentra? – le preguntó a Ino.

-       Está bien, listo para que os lo llevéis – nos dijo sonriendo – ya puede volver al trabajo – comentó fingiendo que no pasaba nada.

-       Entonces vamos Minato – le dijo Kakashi – te han asignado un nuevo equipo.

-       ¿Un nuevo equipo? – preguntó algo confuso - ¿Con quién voy ahora? – preguntó entusiasmado de golpe y yo sonreí.

-       Conmigo, con Itachi, es ése que está en la puerta y con Shikamaru.

-       Oh… genial – sonrió sin saber que éramos sus malditas niñeras y me encantó su inocencia, era idéntico a Naruto.

Minato se levantó de la camilla agradeciéndole a Ino su atención y se presentó a Kakashi formalmente. De verdad que no recordaba nada, ni siquiera a su alumno. Cuando acabó con Kakashi se acercó a mí que seguía en la puerta y se inclinó presentándose, algo que me dejó sin habla.

-       Itachi Uchiha – le dije inclinando también mi cuerpo en forma de saludo.

Nos fuimos hacia la base de los ANBU mientras yo miraba cómo Minato se colocaba de nuevo su bandana. Aunque no hablaba ni tenía nada que contarnos… siempre tenía ese rostro de felicidad en su cara, pocas veces lo había visto serio, quizá en los combates cuando se concentraba, pero él siempre tenía tanta paciencia, era un chico tan sonriente, no me extrañaba que Naruto y él fueran familia, eran casi idénticos.

Llegamos a la base de los ANBU y todos se extrañaron de ver a Minato, no era para menos, se suponía que estaba muerto. Shikamaru nos esperaba ya allí y se presentó a Minato con cortesía. Nunca imaginé que tendría que hacer misiones con Minato Namikaze, tan sólo tenía veintiséis años ahora mismo y yo veintitrés, ya no era aquel mocoso de cuatro años que necesitaba ser salvado por él, ahora era fuerte y casi alcanzaba su edad, el tiempo se había congelado para Minato.

Una misión llegó y cuando uno de los equipos iba a salir, decidí ser yo quien tomase esa misión, no porque tuviera prisa en hacer misiones, sino porque quería comprobar si Minato seguía en plenas facultades para afrontar una pelea, quería ver de lo que era capaz ahora, necesitaba probarle.

-       Iremos nosotros – les dije y Kakashi se sorprendió.

-       Debería descansar, Minato acaba de llegar.

-       Hay que saber de lo que es capaz de hacer – le dije – no sabemos a lo que nos enfrentamos. Hay que probarlo.

-       Está bien – me dijo Kakashi – pero no le perdamos ojo de encima.

Fuimos nosotros al final los que atendimos esa nueva misión y salimos de la Villa con prisa. No estaba lejos de aquí la emergencia. Unos bandidos que solían atracar a los suministros que llegaban a Konoha, algo sencillo. Seguramente lo más normal es que lo hubieran dejado a los alumnos recién salidos de la academia o para algún Jônin, si nos enviaban a nosotros, es que eran ninjas de alto nivel los que estaban atracando.

Estaba saltando al árbol más cercano cuando mi Sharingan detectó los explosivos y frené en seco evitando caer en esa zona minada. Podía ver a los enemigos y tanto Kakashi como Shikamaru se detuvieron para no salir heridos, entrar ahí era una locura, pero Minato no se detuvo, entró de lleno lanzando su Kunai hacia delante y cuando el explosivo fue a explosionar, Minato había desaparecido. Lo único que conseguí ver fue la luz del Rasengan activada y la onda expansiva que nos creó.

Miré a Shikamaru que estaba atónito, yo no podía creerme que Minato hubiera desaparecido de mi vista aunque sólo fuera por un segundo, mi Sharingan no le había podido seguir, era demasiado rápido y eso era un gran problema. ¿Cómo iba a detenerle en caso de que fuera un enemigo si no podía ver dónde atacaría? No me extraña que venciera a Obito. Minato era el único Ninja que sin ser Uchiha… había vencido a un Uchiha, no podía infravalorarle en ningún momento, sería mi perdición.

-       Es un problema – me dijo Shikamaru al ver su velocidad y yo no quise decir nada, pero tenía razón, no podría pararle, nadie era tan rápido como él, ni siquiera yo.

Escuché la segunda explosión y me preocupé por Minato, pero cuando un Kunai rozó mi mejilla y apareció Minato tras de mí teleportándose a su Kunai me quedé sorprendido.

-       Quedan unos tres ninjas más – me dijo extrañamente serio – no me ha dado tiempo a finalizar la faena – me comentó.

¿A cuántos habría destrozado Minato con su velocidad, sus habilidades y su rasengan? Seguramente a muchos, estarían heridos o muertos y es que no creo que Minato se andase con rodeos cuando se trataba de misiones.

Me fijé en su rostro, uno de sus mechones de ese cabello rubio que caía sobre su rostro estaba manchado de sangre pero no era suya, él estaba perfectamente. No podía creerme lo implacable que podía ser Minato, lo dulce y cariñoso, lo amigable… pero lo terrible que era tenerle como enemigo. Ahora empezaba a entender porque cazaron a todos los de su clan, porque estaban prácticamente extintos.

-       Yo me ocuparé – le dije

-       No creo que funcione una segunda vez mi habilidad, ahí dentro está lleno de explosivos – me comentó.

-       Yo puedo entrar sin problemas – le dije activando el Susanoo.

-       Como no… - me sonrió – los Uchiha y sus técnicas oculares – comentó con una gran sonrisa – supongo que son todo tuyos.

Le sonreí y entré en mitad de todos esos explosivos, pero el Susanoo me protegió perfectamente, no recibí daño alguno y cuando quise darme cuenta, Minato estaba a mi lado y es que se había teleportado hasta dentro de mi Susanoo. Este hombre era una caja de sorpresas.

Una técnica de agua vino hacia nosotros pero Kakashi utilizando su Sharingan, invocó también otra técnica de agua bloqueando el ataque enemigo y dándonos a nosotros la opción de avanzar hasta derribarlos. Sólo uno se nos escapó y seguramente… ese sería el que correría la voz por todo el territorio Shinobi de que Minato Namikaze, el relámpago amarillo había vuelto a Konoha.

Tras aquella misión, decidimos ir a celebrarlo todos al bar. Quedamos con Naruto y con Sasuke para que vinieran a tomarse algo con nosotros y allí les esperamos. Creo que yo no podía apartar mis ojos de Minato que sonreía hablando con Naruto sin saber que era su hijo. Minato me desconcertaba mucho, parecía tan perfecto, siempre lo había idolatrado, desde que me salvó la vida yo quise ser como él y ahora estaba frente a mí, en mi equipo y no podía creerme lo rápido que era. Sé que lo había visto con mis propios ojos una vez, cuando tenía cuatro años, pero también creí que mi imaginación lo había engrandecido todo, no podía ser tan veloz como yo creí ver, pero ahora que lo veía de nuevo… era más rápido incluso de lo que recordaba, si decidía atacarnos, no sé quién iba a frenarlo, al fin y al cabo… era el cuarto Hokage, uno de los más fuertes que tuvo la Villa.

-       ¿Cómo es ser Hokage? - oí que le preguntaba a Naruto.

-       El papeleo es bastante aburrido. A veces me apetece salir de esa oficina y hacer alguna misión pero aún así no renunciaría por nada del mundo – le contestó mi cuñado – Siempre ha sido mi sueño, siempre he querido poder proteger a todos los habitantes de esta villa aunque me costase la vida.

Observé cómo Minato estaba realmente impresionado por las palabras de Naruto y le dedicó una gran sonrisa.

-       Yo no sé si podría ocupar ese puesto. Esta es mi aldea y haría cualquier cosa por protegerla, incluso sacrificarme pero no sé si sería un buen líder o si los habitantes me aceptarían – le explicó sin dejar de sonreír mientras se llevaba una mano detrás de la cabeza.

-       Estoy convencido de que serías un gran Hokage, tienes todas las cualidades para serlo. Eres un gran ninja, posees una gran inteligencia y la más importante de todas... tienes un gran corazón.

Vi los ojos de Minato abrirse debido al impacto que le causó lo dicho por su hijo. Internamente, coincidí con cada una de las palabras que Naruto le había dedicado a Minato. Tenía razón, era un ninja extraordinario, era un genio, poseía una velocidad increíble y sabía perfectamente lo bondadoso que era, lo mucho que se preocupaba por su villa, cuánto amaba a su hijo... aunque él no recordase nada de eso.

-       ¿Cómo sabes que tengo un gran corazón? - escuché que le preguntaba.

Pude ver que los ojos de Naruto brillaban de admiración e intuí que deseaba poder contarle todo lo que su padre hizo por esta aldea y todas las personas que viven en ella, cómo los protegió del ataque del Kyûbi, cómo derrotó a Obito y cómo ayudó a acabar con Madara... pero sabía que no era conveniente. Tanta información podría ser perjudicial para la mente de Minato y aún teníamos la duda de si era un enemigo o un aliado.

-       Tú me lo has dicho. Harías cualquier cosa por Konoha, incluso dar tu vida. No cualquiera estaría dispuesto a hacer algo así – le aclaró.

Creo que se quedó conforme con la respuesta de Naruto, porque sonreía avergonzado con un ligero rubor en sus mejillas. Pensé que se veía adorable, se veía tan diferente a como se comportaba en medio de una batalla. Cada vez me sorprendía más su personalidad, me atraía como la luz atrae a las polillas pero me preocupaba que me pudiese acabar quemando como ellas si me acercaba demasiado a este sol radiante.

-       Estás muy callado - me preguntó mi hermano.

-       Sólo estaba pensando en todo lo ocurrido hoy – le mentí – ha sido un día bastante raro. ¿Crees que seguirán apareciendo personas que creíamos muertas delante de las puertas de la villa otra vez? – le susurré para que sólo él pudiera escucharme.

-       Esperemos que no, ya hemos tenido bastante sorpresa por hoy. No me apetecería que la próxima vez se presentase algún enemigo que habíamos derrotado.

-       A mí tampoco – le murmuré.

Bebí lo que quedaba de mi vaso y lo dejé sobre la mesa. Observé que Naruto también se había quedado sin bebida por lo que fui a levantarme para pedir otra ronda pero Minato fue más veloz y se ofreció a traer más bebidas para todos. Le seguí con la mirada mientras se levantaba de su asiento y se acercaba hasta la barra para pedir la ronda al camarero.

Al cabo de unos minutos, le sirvieron varias jarras de cerveza y vasos con otras bebidas. Minato cogió todo como pudo y fue caminando lentamente hacia la mesa en la que estábamos sentados para que no se le derramase ni una sola gota.

-       ¿A dónde vas? - me preguntó Sasuke cuando sintió que me levantaba.

-       Voy a ayudar a tu suegro con las bebidas. Son demasiadas para él solo – le informé.

Me alejé de allí, me acerqué hasta el que fue cuarto Hokage y le quité algunos vasos de sus manos.

-       Permíteme que te ayude – me ofrecí.

-       No te preocupes, puedo yo solo – rechazó mi oferta con una sonrisa.

-       Insisto – no me iba a dar por vencido.

-       En serio, no hace falta que te molestes.

Minato me arrebató las bebidas que le había quitado en primer lugar y pasó por mi lado llegando a nuestra mesa. No sabía que podía llegar a ser tan cabezota, pero no había nadie que pudiese ganar a un Uchiha en ese ámbito. Le adelanté y me puse frente a él para volver a intentar ayudarle, pero antes de que pudiese abrir mi boca, Kakashi se había levantado de su silla, la cual había empujado a Minato y ahora veía que caía hacia mí.

Antes de que pudiese reaccionar, mis labios estaban pegados a los suyos, nuestras bocas se tocaban en un simple roce que había enviado una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Sus hermosos ojos azules estaban abiertos de par en par, mirando directamente a los míos, que supuse debían de estar de igual manera. No pude degustar sus labios durante mucho tiempo más porque se apartó de mí con gran velocidad.

Todo el lugar se había quedado completamente en silencio, sentía que las miradas de todo el mundo se posaban en nosotros, pero pude notar que una de ellas emanaba rabia, odio y... ¿celos? Busqué a la persona que transmitía esos sentimientos y me percaté de que se trataba de Kakashi. ¿Por qué estaba tan furioso e intentaba matarme con la  mirada? Había sido su culpa, él había provocado toda esta situación.

-       La historia se repite – escuché a Naruto rompiendo el silencio.

-       ¿De qué hablas, Naru? - le preguntó mi hermano.

-       Ha sido como nuestro primer beso – murmuró asombrado.

Pude ver la mueca de desconcierto en el rostro de Sasuke y cómo mi cuñado le susurraba algo al oído. Supuse que le estaría relatando todo lo ocurrido, sobre todo cuando una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de mi hermano.

-       Lo siento – se disculpó Minato – no pretendía... ha sido un accidente.

Noté lo nervioso que estaba mientras se inclinaba pidiendo perdón. A pesar de que intentó disimularlo, pude ver que tenía el rostro ligeramente colorado de la vergüenza. Iba a decirle que no pasaba nada cuando Kakashi se acercó hasta él para ayudarlo a limpiarse mientras me seguía lanzando miradas de odio. Creo que si hubiese podido me habría pegado allí mismo, pero yo no tenía la culpa de nada, ni siquiera se me había pasado por la cabeza besar a Minato... al menos no en ese momento.

-       Toma, sécate un poco. Creo que es hora de volver a casa, necesitas cambiarte y lavar la ropa que llevas – me dijo Naruto.

Se había acercado y me había dado varias servilletas para intentar absorber un poco de todo el alcohol que me había caído encima tras el tropiezo de Minato.

-       Gracias. Tienes razón, me parece que la fiesta ha terminado – le comenté.

Tras disculparnos con el dueño del local y pagar los desperfectos, salimos de allí. Nos despedimos de Shikamaru y de Kakashi, a pesar de la insistencia de éste por acompañarnos, y nos dirigimos al barrio Uchiha. Allí, le indicamos a Minato la casa en la que se quedaría, Naruto le acompañó al interior para enseñarle un poco dónde estaba cada cosa mientras que mi hermano y yo entramos en su casa.

Dentro, Temari nos recibió con una sonrisa. Ella se había ofrecido a cuidar de los niños mientras nosotros celebrábamos el éxito de la misión. Era una gran mujer, una gran ninja que ayudaba mucho a Naruto con sus quehaceres de Hokage y encima no le importaba hacer de niñera en momentos así.

-       Gracias por tu ayuda. ¿Cómo se ha portado Fugaku? - le pregunté mientras me acercaba hasta donde estaba mi hijo durmiendo.

-       No te preocupes, no ha pasado nada que no pudiese manejar – me dijo divertida – Ni se te ocurra cogerle con esa ropa, vas a mojarle y apestará a alcohol – me advirtió cuando estaba a punto de tomar entre mis brazos a mi hijo.

-       Debo llevármelo a casa – le informé.

-       Pues yo lo cogeré y te acompañaré.

Tras acceder, Temari, Fugaku y yo salimos de la casa de mi hermano despidiéndonos de él. Al pasar frente a la casa en la que viviría Minato, no pude evitar recordar el accidente y el roce entre nuestros labios, lo suaves y cálidos que me habían parecido sus labios. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando llegamos a la puerta de mi hogar y entré en él seguido por Temari. Ella dejó a mi hijo en su cama y se despidió de mí, le agradecí de nuevo por su ayuda y se fue.

Tras darme un relajante baño, fui a dormirme. Necesitaba descansar tras ese día de locos, primero con la aparición de la persona que más admiré durante mi niñez, después con la misión comprobando la increíble velocidad de Minato y, por último, el beso... Iba a ser una larga noche.

A la mañana siguiente, me desperté al sentir que una de las águilas mensajeras que usábamos para mandar mensajes se había posado en el marco de la ventana de mi dormitorio. Me levanté de la cama y me aproximé hasta ella para coger el mensaje que tenía atado en una de sus patas y leerlo.

Mierda, me acababan de asignar una misión de reconocimiento en solitario y era urgente. Pensaba que hoy me dedicaría a vigilar a Minato, pero parece que me equivocaba. Me coloqué el uniforme de ANBU, cogí mi máscara, mis armas y fui hasta la habitación del pequeño Fugaku para cogerle sin despertarle.

Salí de mi casa, caminé hasta la de mi hermano y toqué a la puerta. Esperé varios minutos a que alguien abriera, pero nadie lo hizo. Seguramente Naruto ya se encontraría en su oficina, Sasuke habría salido a entrenar con los gemelos y Tai estaría con su equipo realizando alguna misión. ¿Y ahora con quién iba a dejar a mi hijo? No podía dejarlo solo, tampoco podía llevarlo con alguno de nuestros amigos porque habían requerido mi presencia de inmediato y tardaría mucho en ir hasta alguna de sus casas. Ni sabía si podrían cuidar de él, seguramente estarían ocupados con sus trabajos. Tampoco podía dejarlo con algún vecino porque nadie, aparte de mi familia y de mí, vivía en el barrio Uchiha excepto... Minato.

Miré hacia la casa de al lado y dudé sobre si dejar a mi hijo con él. Aunque parecía ser el Minato de siempre pero sin sus recuerdos, aún no estaba seguro de si era un enemigo o no, no sabíamos qué le había pasado ni por qué estaba aquí pero parecía que era mi única opción en ese momento.

Me encaminé hasta la que ahora era su casa y toqué a la puerta. A los pocos segundos, apareció con su cálida sonrisa y se sorprendió al verme allí.

-       Hola, Itachi. ¿Ocurre algo? ¿Tenemos alguna misión? - me preguntó amable.

-       No, nuestro escuadrón no tiene ninguna pero me yo sí. Me han llamado para una misión urgente y no tengo a nadie con quien dejar a mi hijo para que lo cuide mientras estoy fuera – le expliqué - ¿Te importaría hacerme el favor de quedarte con él? Te prometo que haré todo lo posible para estar aquí lo antes posible.

-       Pero yo no sé si se me dan bien los niños – me dijo nervioso mirando al pequeño Fugaku.

-       No te preocupes, es un niño tranquilo, no te dará ningún problema.

Al final acabó accediendo, supongo que mi cara de desesperación fue lo que le impulsó a ayudarme. Le pedí que me acompañara hasta mi casa y le enseñé dónde estaba su cuarto con la ropa limpia y los juguetes de mi hijo, también le dije dónde estaba el baño y la cocina. Dejé a mi hijo en el sofá, le di un beso en la frente y  me marché de allí no sin antes agradecer a Minato por su ayuda. Esperaba no haber tomado la decisión errónea.

 

Minato Namikaze POV

 

No sé cómo me había metido en este lío, pero me encontraba en la casa de Itachi Uchiha haciendo de niñero. ¡Yo no tenía ni idea sobre bebés! O al menos no recordaba que así fuera. Tenía que cuidar de un niño de dos años... ¿Qué se supone que debía hacer?

Me acerqué al pequeño que dormía plácidamente y me quedé observándole. Parecía un pequeño ángel, con ese rostro tan dulce y esos mofletes rechonchos y sonrosados. Supongo que Itachi tenía razón al decirme que era tranquilo así que, ¿Qué tan difícil podría ser cuidar de alguien tan pequeño y tierno? Puede que hubiese exagerado con mi reacción inicial. Sí, creo que así era, me convencí de que pasaría un día agradable con ese pequeño y sonreí.

Mientras le observaba, sus grandes ojos negros se abrieron y se quedaron mirando fijamente a los míos azules.

-       Hola – le saludé con una sonrisa.

No me contestó, se incorporó para sentarse en el sofá, frunció el ceño y me miró desconfiado.

-       No papi – me dijo alejándose de mí.

-       No, no soy tu papi, soy... un amigo. Me llamo Minato, ¿y tú? - me presenté extendiendo mi mano para que la estrechase.

El pequeño observó mi mano con desconfianza y se movió en el sillón pegándose al extremo de éste.

-       No papi – alzó la voz mientras se le formaba un puchero – Papi hora.

-       Tu papá ha tenido que ir a trabajar, me ha pedido que cuide de ti hasta que vuelva – le comenté con un tono suave.

El pequeño rompió a llorar mientras gritaba y llamaba a su padre. Intenté calmarle, le repetí que su padre no estaba y que le había dejado bajo mi cuidado pero sólo sirvió para empeorar la situación. Su llanto se intensificó, su pequeño rostro estaba bañado en lágrimas y gritaba tanto que se hizo daño en la garganta y comenzó a toser. Entré en pánico, no sabía qué hacer para calmarle. ¿Qué se hace para que un niño deje de llorar?

-       ¿Tienes hambre? - le pregunté preocupado.

El pequeño negó con su cabeza sin dejar de llorar. Tenía que pensar en alguna solución.

-       ¿Quieres... que te enseñe un truco divertido? - volví a intentar distraerle para tranquilizarlo.

-       No – vi cómo se echaba hacia atrás en el sofá de forma violenta. Creo que se estaba enfadando.

-       ¿Quieres jugar? - fue la otra opción que se me ocurrió.

De repente, su actitud cambió, dejó de llorar y me miró con una gran sonrisa aunque aún tenía lágrimas en sus ojos.

-       Jubar, sí – me respondió muy feliz.

-       ¿A qué quieres jugar? - me alegré por haber conseguido mi objetivo.

-       Tura deos – me contestó.

-       ¿Qué? - no entendía lo que decía.

-       Tura deos – me dijo más fuerte, parecía que estaba volviendo a enfadarse.

-       ¿Está en tu cuarto? - le pregunté para que no notase que no sabía a lo que se refería.

Me asintió con la cabeza y le sugerí que me acompañase hasta allí para que me enseñase dónde estaba guardado. El pequeño se bajó del sillón y fue corriendo hasta su dormitorio mientras yo le seguía muy de cerca. Me pareció muy gracioso la forma de correr que tenía, daba diminutos saltos mientras corría y no pude evitar reírme. Al llegar, fue directo a uno de los muebles y abrió uno de los cajones sacando con algo de dificultad una caja de cartón. Me acerqué para ayudarle pero giró su cuerpo mientras me gritaba 'no', me parece que este pequeño tenía un gran orgullo y quería demostrar que podía hacerlo solo.

Después dejó la caja en el suelo y fue arrastrándola por todo el pasillo hasta llegar al salón. La colocó al lado de la mesita que estaba frente a los sillones y la abrió sacando varios botes de pintura infantil y varios folios en blanco. ¡Era pintura de dedo! Eso era lo que me estaba diciendo, creo que me iba a costar un poco entender a ese pequeñín. Me senté a su lado y le observé cómo metía sus manos en la pintura y dibujaba con sus dedos en las hojas.

-       ¿Puedo pintar contigo? - le pedí permiso y él asintió – Ahora que somos amigos, ¿me dices cómo te llamas?

-       Aku – me contestó sin dejar de dibujar.

-       Encantado de conocerte, Aku-chan.

Estuvimos un rato jugando, cuando de repente el pequeño Aku llenó sus manos por completo de pintura y se las restregó por toda la cara mientras se reía.

-       No, eso no se hace, Aku – le regañé – voy a por una toalla para limpiarte.

Me levanté deprisa y fui corriendo hasta el baño cogiendo una toalla, la coloqué bajo el grifo para que se mojara, la escurrí para quitar el exceso de agua y salí de allí hacia el salón. Me quedé paralizado en la puerta, mis ojos y mi boca se abrieron de la impresión y empecé a entrar en pánico. Apenas había tardado unos minutos, pero Aku había aprovechado ese tiempo para llenar de pintura la mesita, los sillones y varios de los muebles de esa estancia. Lo busqué con la mirada y lo encontré pintando en una de las paredes, fui hasta él y lo aparté mientras le regañaba. Por suerte no comenzó a llorar de nuevo, le limpié las manos y la cara, le quité las pinturas y le dije que se sentara mientras limpiaba ese desastre.

Pero no salió como esperaba. El pequeño Aku salió corriendo por toda la casa mientras gritaba y se reía tirando todo lo que veía a su paso. Tuve que usar mi velocidad para llegar hasta un jarrón que estaba a punto de estrellarse contra el suelo y romperse. Pude salvarlo a tiempo y lo volví a colocar en su sitio, dejando de uno de mis sellos para llegar en un momento si Aku volvía a tirarlo.

Estuve repitiendo el proceso con varios objetos, los recogía antes de que se cayesen y les colocaba un sello, también coloqué otros en algunas paredes de los lugares por los que iba pasando aquel pequeño torbellino, para llegar antes.

Ahora que me daba cuenta, todo estaba demasiado tranquilo, no se oía a Aku gritar ni correr, lo que me dio muy mala espina. Miré alrededor y no lo vi por ninguna parte, usé mi técnica especial para teletransportarme a las diferentes habitaciones en las que había dejado mi sello, pero no daba con él hasta que lo vi en el patio cerca del estanque.

Mi corazón se paralizó del miedo, iba a lanzarse al agua seguramente para atrapar a alguno de los peces que debía haber en su interior. Solté el objeto que tenía en las manos sin importarme que se rompiese y volví a hacer uso de mi velocidad para atraparlo antes de que cayese al agua. Por suerte llegué a tiempo, me había quedado a tan sólo unos centímetros del estanque con el pequeño entre mis manos, que se reía y movía sus extremidades como si estuviese chapoteando.

Después del susto, volvimos al interior de la casa y me di cuenta de que ya era hora de comer. Había pasado tanto tiempo detrás de este pequeño diablillo que ni lo había notado. Fui hasta la cocina con Aku entre mis brazos que me decía que quería jugar.

-       No, es hora de comer – le dije mientras le sentaba en una de las sillas.

Vi cómo cruzaba sus cortos brazos y hacía un puchero enfadado. Iba a empezar a hacer el almuerzo cuando me di cuenta de que no sabía que comía un crío de dos años. Me giré hacia Aku y le pregunté directamente qué le apetecía comer.

-       caronesss con ate – me respondió con una gran sonrisa olvidándose de su cabreo.

Estuve varios minutos intentando descifrar su idioma hasta que di con la traducción.

-       ¿Macarrones con tomate? - le cuestioné dudoso.

-       Sí, bien, bien – me contestó muy feliz levantando sus manos y dando pequeños brincos en su asiento.

Me giré para buscar el paquete de pasta, una olla y poner a calentar el agua, pero cuando me volví a dar la vuelta, Aku había abierto varios armarios y cajones y ahora estaba de puntillas sacando un cuchillo del cajón de los cubiertos. Solté la olla que cayó al suelo provocando un fuerte ruido y asustando al pequeño que a su vez soltó el cuchillo y estaba a punto de clavarse en su diminuto pie. De nuevo, llegué justo a tiempo para impedirlo, tenía el afilado cuchillo en mi mano. Suspiré cansado y miré a Aku con una pequeña sonrisa.

-       Eso no se hace – le dije lo más suave que pude – podías haberte hecho mucho daño – le expliqué.

Pude ver que aún seguía asustado porque cuando le dije que debía esperar sentado a que hiciese la comida, obedeció y no se movió hasta que le puse el plato lleno de pasta frente a él. Tomé un tenedor, pinché un par de macarrones y lo acerqué hasta la boca de Aku, pero éste me apartó la mano.

-       ¿Qué pasa? ¿No querías macarrones con tomate? - le pregunté extrañado y él asintió con la cabeza.

-       Yo no, – me dijo señalando el tenedor.

-       Pues eso estoy haciendo, te lo estoy dando – le comenté creyendo que se refería a que le ayudase a comer.

-       No, – insistía con vehemencia.

-       Ya te estoy ayudando – le acerqué de nuevo el cubierto a su boca pero apartó mi brazo otra vez.

-       – me dijo quitándome el tenedor comiéndose los macarrones y manchándose toda la boca de tomate.

-       Así que quieres comer sólo.

Al fin había entendido lo que pretendía decirme. Acabábamos de tener una conversación de besugos y me reí por ello. Aku confundía la palabra 'yo' con 'tú', por eso creía que me estaba pidiendo que le diese de comer cuando en realidad quería hacerlo por él mismo. Así que dejé que lo hiciera mientras me tomaba mi ración de macarrones y le veía comer mientras se ponía todas las mejillas llenas de tomate y se le caía algún trozo en la ropa manchándosela también. Le pasé varias veces una servilleta por la ropa para limpiarle pero ya se había quedado la mancha. Tras terminar el almuerzo, le lavé la cara con agua para quitar los restos de comida y le sequé con un trapo que había en la cocina.

-       Jubar – gritó entusiasmado.

-       ¿Quieres seguir jugando? - le pregunté agotado.

No sabía que cuidar de un crío cansaba tanto, estaba más exhausto que cuando realizaba una misión de varios días donde peleaba con varios enemigos a la vez. Aku agarró algunos de mis dedos con su pequeña mano y me arrastró hasta el salón. Vi el desastre que había allí formado, seguramente Itachi se enfadaría mucho cuando volviese a casa, necesitaba ordenar ese caos antes de que llegase pero dudaba que pudiese lograrlo si Aku no se dormía o conseguía ayuda.

Nos sentamos en el suelo frente a la mesa y me sorprendí cuando Aku se quedó completamente quieto. Le miré para comprobar si le ocurría algo, y vi que el pequeño estaba concentrado con el ceño fruncido.

-       ¿Te ocurre algo? - le pregunté preocupado, pero vi que hacía una mueca de esfuerzo y se ponía colorado – Oh, no – susurré.

Mis peores temores se confirmaron cuando un olor desagradable llegó hasta mi nariz y el rostro de Aku se relajaba. Inmediatamente lo cogí por debajo de sus brazos y lo mantenía alejado de mi cuerpo como si fuese una bomba que estuviese a punto de explotar.

-       ¿Qué hago? ¿Qué hago? - era lo único que salía de mi boca mientras daba vueltas por el salón y el pequeño moreno se reía divertido.

Pensé que lo mejor sería darle un baño porque se habría manchado el interior de sus pantalones. Me dirigí a su cuarto, aún sosteniendo a Aku, para buscar ropa limpia que ponerle tras el baño. Lo tumbé en la cama y comencé a quitarle su camiseta y después su pantalón, pero me detuve extrañado al verle un pañal. No sabía a qué edad los bebés dejaban de usar pañales  pero supuse que con más de dos años si Aku aún seguía utilizándolos. En cierto modo me alivió, así no tendría que bañarlo pero no tenía ni idea de cambiar pañales, si en el pasado lo había hecho, no me serviría de mucho porque no lo recordaba. Busqué con la mirada pañales limpios y encontré un par en un mueble cerca de la cama junto a un paquete de lo que parecían toallitas. Coloqué mi mano sobre el abdomen del pequeño para que no se escapase y estiré la otra para alcanzar lo que necesitaba.

Conseguí cogerlo todo y lo puse al lado de Aku. Comencé a despegar las tiras del pañal sucio y lo abrí lentamente. El olor salió con tal fuerza que casi me noquea y la visión que tenía de su interior no era la más agradable del mundo. Cogí varias toallitas limpiándole lo mejor que podía y le quité el pañal sucio.

-       Pipí – oí que Aku decía.

-       ¿Qué...? - pero antes de que pudiera terminar la frase un chorro de orina alcanzó mi rostro.

¡Aku se había meado en mi cara! Rápidamente cogí toallitas limpias y me las pasé por la cara limpiando todo rastro de orina mientras el pequeño se desternillaba de la risa. Le regañé pero seguía riéndose. Me di cuenta de que había mojado las sábanas por lo que lo puse en la parte seca de la cama y volví a limpiarle, después cogí un pañal limpio y le di vueltas pensando de qué lado se colocaba. Estaba tan concentrado intentando averiguar cómo se ponía el pañal que no me percaté de cuándo Aku se había vuelto a escapar y ya se encontraba corriendo desnudo por toda la casa mientras gritaba. No me podía descuidar ni un segundo. ¡Este niño era un peligro!

Salí detrás de él y le estuve persiguiendo por todos los lados, colocando más sellos por donde pasaba pero me era imposible pillarle, se escabullía con gran facilidad, tiraba cosas a su paso, gateaba por debajo de los muebles o huecos muy pequeños por los que no podía pasar... ¡El relámpago amarillo de Konoha estaba siendo derrotado por un crío de dos años!

No sé cuándo ni cómo, pero Aku se había colado en el aseo y había cogido varios rollos de papel higiénico. Ahora seguía corriendo por toda la casa pero liando todo a su paso con el papel que llevaba en sus dos manos. Estaba a punto de atraparle cuando sentí una presencia a mi espalda, me giré y vi al Hokage de la aldea frente a mí observando todo el desorden con la boca abierta. Pero, de repente, se echó a reír de forma descontrolada agarrándose el abdomen.

-       Me había enterado que estabas haciendo de niñera y había venido a echarte una mano, pero veo que lo tienes todo controlado – me explicó riéndose - Me encantaría ver la cara de Itachi cuando vea todo esto – dijo sin parar de reír.

-       Lo siento – me disculpé.

-       ¡Omia! - escuché a Aku gritar.

Naruto y yo dirigimos nuestras miradas al pequeño para verlo envuelto por completo en papel. Sí que parecía una momia. Contagiado por la carcajada del Hokage, no pude evitar reírme también. Este niño era un diablillo que agotaba mi energía pero era muy gracioso al mismo tiempo. Observé a Naruto acercase hasta el pequeño y se agachó hasta quedar a su altura.

-       ¿Qué haces desnudo, Fugaku? - le preguntó divertido.

Así que en realidad su nombre era Fugaku, necesitaba aprender a hablar idioma de niños de forma urgente.

-       Jubar, zoy omia, arrrgg – le respondió.

-       Sí, das mucho miedo, pero mejor vamos a ponerte algo encima, no vayas a pillar un resfriado.

Acto seguido, le vi coger entre sus brazos al pequeño y desaparecer por el pasillo. Supuse que iría a su cuarto para vestirle, me encaminé hacia allí y vi a Naruto cogiendo un pañal limpio y poniéndoselo a Fugaku. Le observé detenidamente para aprender cómo se hacía y vi cómo le vestía sin que el niño le diese ningún problema.

-       Parece que tienes un talento natural con los niños – le dije una vez volvimos al salón.

-       No, lo que tengo son años de práctica – me respondió con una sonrisa.

Pensé que quizás no era la primera vez que cuidaba de Fugaku y de ahí que supiese cómo controlarle.

-       Como habrás podido comprobar, no se me dan nada bien los niños.

-       Todo lo contrario, se te daban bien – me dijo aún sonriendo pero noté un deje de melancolía en su mirada. ¿Por qué había hablado en pasado?

-       ¿Acaso fui padre y no lo recuerdo? - le cuestioné intrigado por sus palabras.

Pero antes de que pudiese oír su respuesta, Fugaku se había acercado hasta nosotros y me había dejado su mano marcada con pintura en mi cara para después salir corriendo mientras se restregaba lo que le quedaba de pintura en su rostro y en su ropa. Lo último que vi antes de perseguir a ese pequeñajo fue la dulce sonrisa del joven Hokage.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, jugando gato y al ratón, porque eso parecía creer Fugaku que era, pero parece que fue mucho tiempo porque había empezado a oscurecer y Naruto ya no estaba allí. Cuando por fin le acorralé, le atrapé entre mis brazos y le coloqué un sello por si se me volvía a escapar poder cogerle al instante. Me sentí estúpido por no haberlo pensado antes, me habría ahorrado muchos problemas ese día.

Creo que el pequeño Fugaku estaba tan agotado como yo porque en cuanto lo tuve entre mis brazos, apoyó su cabeza en mi pecho y se quedó dormido al instante. Con paso lento, me aproximé hasta el sillón, me tumbé en él, cerré los ojos y me dejé llevar por mi agotamiento.

 

Itachi Uchiha POV

 

Terminé la misión todo lo rápido que pude para volver cuanto antes a casa. No terminaba de confiar en Minato y deseaba regresar para poder estar con mi hijo. Estaba frente a la puerta de mi hogar y la abrí. Ningún sonido llegó hasta mi oído, no se escuchaba nada lo cual me inquietó, no sabía si eso era una buena o una mala señal. Me apresuré en entrar en mi casa y cuando llegué al salón me quedé paralizado al ver el completo desastre que reinaba allí. Papel por todos los lados, pergaminos desenrollados por el suelo, sillas tiradas, pinturas en las paredes y en los muebles, sellos por todas partes... ¿Qué diablos había pasado allí?

Sentí la furia recorrer cada rincón de mi cuerpo, cuando pillase a Minato iba a torturarlo de forma lenta y cruel, pero primero le haría limpiar ese caos y pagarme la pintura que necesitaría para quitar las manchas de las paredes y los muebles nuevos.

Oí unas respiraciones tranquilas que provenían del sillón y me acerqué hasta allí. Vi a mi hijo y a Minato durmiendo plácidamente pero mi ira se desató cuando vi el sello en mi pequeño. ¡Maldito sea! ¿Ahora le daba por tatuar a mi hijo? Estaba a punto de despertar a Minato para echarle una buena bronca cuando la voz de mi hijo me desconcentró.

-       Uta Nato, güeno – susurró entre sueños estrechando sus brazos alrededor del cuello de Minato.

-       Así que te gusta y te parece bueno, ¿eh? - dije en voz baja para no despertarlos.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios tras observar detenidamente a esos dos. Se veían realmente adorables y tiernos así, durmiendo abrazados y llenos de pintura infantil. Llevé mi mano hasta el rostro de Minato y le aparté un mechón de su cabello rubio, analicé cada detalle de ese hermoso rostro y no pude evitar acariciar sus labios con la yema de mis dedos, me apetecía volver a probarlos. Acerqué mi cara a la suya y cuando estaba a punto de volver a besarle, Fugaku estornudó y me alejé rápidamente con el corazón desbocado. Cerré los ojos e intenté tranquilizarme, miré a ambos y temblaron ligeramente, supuse que debían tener frío.

Fui hasta mi habitación para coger una sábana, volví al salón y tapé a ambos para que no pasaran frío esa noche. Al final, parece que me había preocupado por nada, a pesar del desastre causado en mi casa, Minato había cuidado bien de mi hijo y éste le había cogido cariño. Me quedé un rato más observándoles antes de ducharme e irme a dormir.

 

Capítulo 3: Descontrol

Minato Namikaze POV

 

Todo lo que veía era oscuridad… la más absoluta de las oscuridades. Mi cuerpo no se movía, estaba demasiado rígido y mi mente no podía pensar en nada. Escuchaba ruidos en mi entorno, a gente hablando, gente diciendo que iban a revivir mi cuerpo pero mi mente se rehusaba a pensar en eso, era imposible para mí… yo estaba muerto y nada cambiaría.

Recordaba la Villa de Konoha… recordaba que mi conciencia estaba en Naruto, la había dejado allí para poder guiarle cuando llegase el momento adecuado, para que al menos tuviera el padre que nunca pudo tener cuando me sacrifiqué para salvar la Villa… yo era Minato Namikaze, cuarto Hokage y por mi familia siempre había hecho cualquier cosa, pero ahora sentía como todo lo que creía ser… todo lo que podía recordar perfectamente, desaparecía.

¿Cómo podía ser? Veía claramente a mi hijo Naruto frente a mí, entre toda esta oscuridad su recuerdo me iluminaba, sonreía pero aunque yo levanté el brazo intentando alcanzarle, se alejaba de mí hasta que llegó un momento… en que ya ni siquiera le podía reconocer, llegó ese momento en que empecé a dudar si realmente había tenido un hijo o no, si había tenido esposa… si había enseñado a alumnos… toda mi vida pasaba delante de mí pero les olvidaba, empezaba a perder todos mis recuerdos.

Abrí los ojos de golpe cuando dejé de escuchar aquellas voces que se clavaban en mi cabeza y sólo pude hacer un gesto de dolor cogiéndome la cabeza. Me dolía demasiado la cabeza, no sé qué es lo que ocurría. Estaba tumbado en la hierba, en un campo bajo una cúpula de hojas, ramas y árboles. Miré al cielo entre las hojas, era azul como mis ojos… yo era un Namikaze. Alcé la mano mirándola, ¿Qué me había ocurrido? ¿Me había dormido? ¿Había peleado? ¿Dónde estaba? No recordaba nada.

Miré a mi lado la bandana tirada en el suelo y la cogí elevándola hacia el cielo para verla. Era de Konoha… yo vivía en Konoha, eso lo recordaba y sé que tenía que volver pero… a parte de que me llamaba Minato Namikaze y de que era de Konoha… no recordaba nada más.

Me quedé unos segundos allí tirado esperando un milagro, el milagro de que mis recuerdos regresaran de golpe y me dijeran quién era realmente, porque ahora mismo sólo sabía que era un Ninja de Konoha. Tenía que moverme… no podía quedarme aquí, tenía que moverme antes de que anocheciera por completo.

Intenté incorporarme pero lo máximo que conseguí fue quedarme sentado y tuve que volver a agarrarme la cabeza por el dolor. Me dolía demasiado ¿Por qué tenía este maldito dolor de cabeza? Los oídos me pitaban un poco y no podía escuchar nada, solo ese maldito pitido que me taladraba y me hacía daño. Esperé un tiempo hasta que dejó de doler y entonces me levanté y empecé a caminar por el bosque buscando algo… buscando algún poblado porque me moría de hambre.

Tras caminar casi dos horas llegué a una pequeña aldea y en ella conseguí que me dieran algo de comer. Era gente amable, vivían de lo que tenían y al final decidí pasar allí la noche. Cuando me desperté a la mañana siguiente estaba confuso y el dolor era más intenso que el día anterior. ¿Cómo era posible? ¿Qué me estaba ocurriendo?

Me levanté y bajé a desayunar para reponer fuerzas antes de marcharme a Konoha, ya no quedaba mucho viaje para llegar, pero al bajar me di cuenta de que todo estaba demasiado silencioso. Bajé las escaleras y entonces me di cuenta… todo estaba lleno de sangre, las mesas, las sillas y los muebles estaban volcados ¡Había habido una pelea! De eso no había dudas pero ¿Quién? Aquí no había nadie, era gente humilde y decente. Me sorprendí muchísimo y aterrado eché un paso hacia atrás agarrando con mi mano la barandilla de las escaleras. Cuando miré mi mano… estaba llena de sangre y supe que había sido yo quien los había matado ¿Por qué? Yo no me acordaba de esto. ¿Qué había hecho? ¿Qué me estaba pasando? Me asusté hasta que vi como alguien salía del suelo.

-       Suelta eso Minato – me dijo cuando vio como cogía el kunai – no vengo a pelear.

-       ¿Quién eres? – le pregunté.

-       Soy tu salvador – me dijo – yo te he traído a este mundo de nuevo ¿No me recuerdas? Soy Orochimaru – me comentó.

-       No… no sé quien eres.

-       Suelta eso y te lo explicaré – me dijo.

-       Yo… ¿Lo he hecho yo? – pregunté asustado a punto de llorar – yo no quería hacer esto.

-       Claro que no querías, pero tenía que probarte, tenía que saber que me obedecías. Yo te obligué a hacerlo, ahora me perteneces Minato, tengo tu mente, puedo controlarte cuando quiera.

-       Eso no es posible.

-       Si es posible – me dijo – tienes un sello en la nuca, nadie lo verá si no se fijan con detenimiento, así que estás a salvo.

-       Quítamelo – le ordené cabreado.

-       Perdería la oportunidad de mi vida Minato.

-       ¿Qué quieres de mí?

-       Es muy sencillo, necesito a unos niños de Konoha, quiero que vayas allí y me los traigas. Si lo haces, te quitaré el sello.

-       ¿Crees que alguien confiaría en mí en Konoha? Estás loco.

-       Claro que confiarán en ti. Tú conseguirás que confíen en ti, yo sólo estaré vigilando a través de ese sello todo lo que haces, podré controlarte como quiera. Si no te ganas su confianza… yo haré que la ganes ¿Te queda claro?

-       No lo voy a hacer – le dije.

-       Claro que lo harás.

-       ¿Por qué me cuentas todo esto?

-       Porque no lo recordarás, sólo quería implantar la misión en tu cabeza… secuestrar a esos niños. Te ganarás la confianza de Itachi Uchiha y de Kakashi, te acercarás a los hijos del Hokage y me los traerás.

-       No lo haré.

-       Sí lo vas a hacer, igual que mataste a toda esta pequeña aldea… yo te lo ordenaré. Tu dolor de cabeza… viene de cuando te mando hacer algo, pero tranquilo, no recordarás nada de lo que has hecho tras haberte controlado, tu coartada estará a salvo.

-       Vete al infierno.

-       No Minato… tú irás al infierno… me traerás a esos niños, vas a engañar a todos, voy a conseguir que Itachi Uchiha sufra por todo lo que me hizo y será todo gracias a ti, voy a conseguir enamorarle de ti, voy a hacerle mucho daño Minato.

-       No toques a nadie de mi villa – le dije enfadado.

-       Es tarde para eso Minato, tú estás aquí gracias a mí, me obedecerás, me perteneces y por fin ha llegado el día de mi venganza.

Orochimaru tocó mi mente y caí de espaldas desmayado. Cuando me desperté… lo único que recordaba era que había matado a esa aldea. Era un monstruo y me sentía como tal. No recordaba nada y era el peor sentimiento, ni siquiera sabía por qué había matado a esas personas que no me habían hecho nada más que ayudarme. Me puse a caminar rumbo a Konoha tras lavarme la sangre.

 

Me desperté de golpe gritando y sobresaltado. Cuando abrí los ojos estaba en una habitación desconocida, tapado con una manta durmiendo en un sillón. Recordaba haber matado a aquella aldea, no podía recordar nada más y empecé a llorar de golpe. ¿Cómo podía haberlo hecho? Mis manos estaban manchadas de sangre de gente inocente y no sé si eso algún día me lo podría perdonar.

-       Ey – escuché de alguien que venía del pasillo - ¿Qué te ocurre?

-       Vete – le dije susurrando – aléjate de mí Itachi, no soy de fiar.

-       ¿Qué? – me preguntó dudando – has cuidado bien de mi hijo.

-       Pude haberle hecho daño, por favor créeme.

-       Tú no le harías daño, yo confío en ti.

-       No me conoces – le dije – por favor… créeme.

-       ¿Qué te pasa?

-       Yo… yo los maté, los maté a todos. Ellos no habían hecho nada… maté a inocentes.

-       Todos hemos hecho cosas de las que no nos sentimos orgullosos Minato. ¿Quieres contármelo?

-       No recuerdo mucho… pero maté a toda una aldea, no muy lejos de aquí.

-       No es cierto Minato, era una pesadilla.

-       No lo entiendes… estaba allí, lo he visto.

-       No te has movido de aquí, Minato.

-       Cuando venía hacia Konoha – le dije.

-       Si por la mañana investigo lo que ocurrió… ¿Te quedarás más tranquilo?

-       Sí – le dije.

-       Vale. Iré por la mañana a esa aldea, te lo prometo.

-       Gracias, Itachi.

-       Intenta dormir. ¿Vale?

-       No puedo, creo que es mejor que me vaya a casa, es muy tarde – le dije recogiendo las cosas pero Itachi cogió mis muñecas y me hizo soltar las cosas de nuevo.

-       Quédate – me susurró

-       No quiero haceros daño. ¿Y si es cierto lo que he soñado?

-       ¿Y si era sólo una pesadilla? – me preguntó – ven conmigo, duerme a mi lado y si veo que te mueves, te detendré, ¿vale? Es mejor eso que estar solo en tu casa, ¿verdad? Allí nadie podría pararte si hicieras algo. ¿Confías en mí?

-       Sí – le dije mientras Itachi limpiaba mis lágrimas.

-       Ven conmigo entonces.

Le seguí cuando empujó levemente mi mano hacia él y caminé a su espalda por todo el pasillo hasta llegar a su habitación. Me sonrojé y es que era la habitación de Itachi Uchiha, yo no sé qué narices iba a hacer ahí dentro, de hecho no sabía qué estaba haciendo aquí aún. Ya había cuidado de su hijo, ya podía irme, sé que aún era de noche pero daba igual, mi casa estaba enfrente de la suya. Iba a retirarme cuando me empujó hacia dentro y me comentó que me tumbase en la cama.

Lo hice. Me tumbé en la cama y le di la espalda mientras él me tapaba con las mantas. Estaba nervioso de estar aquí, pero al sentir como Itachi también me daba la espalda me calmé. Intenté dormir pero no podía, sólo sentía la necesidad de moverme pero no quería hacerlo para no incomodar a Itachi, así que esperé despierto a que se durmiera. Cuando creí que ya estaba, aún con lágrimas en los ojos y sin poder quitarme de la cabeza aquella escena de las personas muertas de esa diminuta aldea, me incorporé y bajé los pies a las tablas de madera para irme pero Itachi me retuvo.

-       ¿Dónde vas? – escuché que Itachi me preguntaba.

-       Es mejor que me vaya – le dije.

-       ¿Por qué? ¿Tienes algo mejor que hacer a las cinco de la mañana que no sea dormir? – me preguntó.

-       Pues… no quiero molestarte Itachi, no puedo dormir y no quiero desvelarte a ti también.

-       Ya estoy desvelado. Vamos… intenta dormir un rato. Tenemos que ir a la base ANBU en unas horas, descansa al menos, cierra los ojos aunque no duermas y descansa.

Me derrumbé a llorar de golpe y fue Itachi quien se arrodilló en la cama y me cogió por la espalda abrazándome mientras yo llevaba mis manos a mis ojos tratando de calmarme. No era el mejor momento para llorar, no delante de Itachi… pero estaba tan perdido, tan solo, me sentía tan inútil sin saber quién era realmente, quienes eran todas estas personas desconocidas de la Villa… me sentía demasiado inseguro en este momento y ahora se añadía lo de esas muertes… no sabía si era verdad o una pesadilla.

-       Ey… ya está Minato, ya está – dijo abrazándome aún por detrás.

-       L-Lo siento – me disculpé por esta situación.

-       Llora lo que necesites Minato – me dijo – desahógate, nadie dijo que fuera fácil, entiendo tu dolor y sé que quieres poder recordar cosas, pero date un tiempo, intenta relajarte y seguro que los recuerdos irán volviendo poco a poco.

-       ¿Crees que lo hice? – le pregunté - ¿Crees que maté a esas personas? Yo… yo no quería matarlas.

-       Era una pesadilla Minato – me dijo convencido – tú no harías daño a gente indefensa, te conozco bien.

-       ¿De qué me conoces? – le pregunté extrañado.

-       Tú me salvaste cuando sólo tenía cuatro años Minato.

-       ¿De qué me hablas? No puede ser… yo debería haber tenido siete años sólo.

-       No Minato… tú eras mucho más mayor que yo.

-       ¿Cómo es posible? Tú tienes veintitrés años y yo sólo veintiséis.

-       Es una larga historia, pero… prometo que te la explicaré un día con más tranquilidad ¿Vale? Ahora intenta dormir.

Me tumbé de nuevo mientras Itachi me dejaba hueco y cuando me acosté, él pasó su brazo por mi cintura acercándome hasta él y me abrazó con fuerza. Sentía su calor, sentía su calidez y me gustaba, me sonrojé enseguida al notar sus brazos estrechándose a mi cuerpo. Me costó un poco dejar de llorar, pero al final, fue Itachi quien tuvo que despertarme dándome cuenta de que era de día y tenía que ir a trabajar. No recordaba el momento en que me quedé dormido.

Desayuné en la casa de Itachi junto a Fugaku que hoy hasta se lanzaba a abrazarme y acabó desayunando en mis rodillas. Al menos me hacía sonreír esta mañana, conseguía quitarme el mal trago que había pasado con esa pesadilla. Acompañé a Itachi a dejar a Fugaku en la academia con sus profesores, al menos en la zona que tenían para guardería. De allí nos fuimos al trabajo y tuvimos un día bastante tranquilo, creí que saldríamos a más misiones pero sólo hicimos una y encima nos comimos Shikamaru y yo todo el papeleo. Empezaba a entender por qué Naruto odiaba el papeleo.

 

Naruto Uzumaki POV

 

Me encontraba en mi oficina leyendo varios documentos e informes pero mi mente se hallaba en otra parte. No podía dejar de pensar en mi padre, en su repentina aparición, sin ningún recuerdo sobre su pasado, sobre su trayectoria como ninja, ni su participación en la tercera guerra, ni su ascenso a Hokage, sobre su vida junto a mi madre, sobre el gran sacrificio que hicieron los dos para protegerme a mí y a la villa... No tenía ningún recuerdo sobre mí,  ni sobre el papel importante que había jugado en la cuarta guerra. Mi padre no recordaba cómo peleamos juntos, codo con codo para derrotar a Obito y a Madara y eso me entristecía. Fui muy feliz al poder luchar junto con mi padre, el cuarto Hokage al que admiraba y deseaba superar, pero él había olvidado completamente todo eso. Rememoré nuestra despedida, creí que por fin podría descansar feliz junto a mi madre pero alguien se había atrevido a sacarlo de su descanso y traerlo de vuelta con algún motivo oculto. Me alegraba tener a mi padre conmigo de nuevo pero no así, no sin saber quién estaba moviendo los hilos ni lo que pretendía, pero lo averiguaría y le haría pagar por ello.

Intenté tranquilizarme al notar que la pluma que sostenía en mi mano para firmar documentos crujió por la fuerza con la que la estaba apretando. La solté antes de romperla y llenar todos los papeles de tinta. Me recliné hacia atrás en el respaldo de mi asiento cerrando los ojos y haciendo ejercicios de respiración para calmarme, pero no pude evitar volver a pensar en Minato. ¿Cómo debía sentirse? No debía ser fácil para él estar en esta situación, tan sólo recordando su nombre y que era un ninja de Konoha, con toda la gente mirándole y murmurando a su paso, con miradas de desconfianza e incluso de miedo. Me sentí identificado con él, yo también había pasado por algo similar y deseaba poder decirle que le entendía y que me tenía a su lado para lo que necesitase. Pero, ¿cómo iba a hacerlo sin que eso llevara a preguntas que no podía contestar por su propio bien?

Me sentí frustrado, Minato estaba vivo aquí y ahora, tenía a mi padre de nuevo junto a mí pero no podía decírselo, no podía contarle que había sido abuelo y que tenía tres nietos estupendos que estaban deseando conocerle. No fue fácil contarles a mis hijos lo que ocurría una vez que los rumores sobre que Minato Namikaze estaba vivo se extendieron por toda la aldea. Tai comprendió la situación de inmediato, era un chico muy inteligente y cauto, por lo que no tuvo ningún problema en seguir con el plan que se había acordado en la reunión, pero Natsume y Yumiko eran otra historia diferente. Aunque también eran listos, seguían siendo unos niños pequeños que se dejan llevar por los sentimientos así que era normal que se entusiasmasen con la idea de que su abuelo estuviera vivo y más… después de haberles contado tantas cosas sobre él a lo largo de estos años. Quería...¡No! Necesitaba que mi padre pasase más tiempo conmigo y con mi familia, necesitaba que mis hijos lo conociesen pero no sabía cómo hacerlo sin levantar sospechas o que pareciese extraño.

-       Si sigues así te va a salir humo de la cabeza – oí la voz de mi esposo muy cerca de mí.

Estaba tan concentrado en mis pensamientos que no le había sentido llegar.

-       No puedo evitarlo, es una situación difícil. Aunque mi mente sabe lo que hay que hacer, lo que es correcto, mi corazón me impulsa a hacer todo lo contrario – le dije sin abrir los ojos.

Sentí cómo unos cálidos labios se posaban en los míos en un suave y delicado beso. A veces Sasuke podía dejar de lado su fogosidad y ser de lo más tierno.

-       Dime, ¿qué es lo que te preocupa? - me preguntó mientras me acariciaba la mejilla.

-       Mi padre – fui mi escueta respuesta.

-       Está bien vigilado, tanto para nuestra protección como la suya propia. Si pasa cualquier cosa, Itachi estará ahí para protegerle y nosotros nos enteraremos enseguida por lo que podremos ir a ayudarle – me contestó.

-       No es sólo eso, es... - no sabía cómo expresar todo lo que sentía en esos momentos.

-       Es, ¿qué? Dime, Naruto, ya sabes que puedes contarme lo que sea – me instó a que siguiese.

-       ¿Soy egoísta por desear contarle la verdad a mi padre a pesar del daño que le pueda causar? Estoy feliz de que esté vivo pero al mismo tiempo quiero que sepa quién soy, quién es él, quiero que conozca a nuestros hijos. Para él sólo soy el Hokage de la aldea... no lo sé, estoy confuso.

-       ¿Qué te parece si lo invitamos a cenar esta noche a casa? - me sugirió.

-       ¿No parecerá raro? ¿No crees que se preguntará por qué? - transmití mis dudas a mi esposo.

-       No, no sería extraño ya que somos los únicos que vivimos en el barrio Uchiha, junto con Itachi. No conoce a nadie en la villa excepto a los de su escuadrón por lo que podemos decirle que es una manera de conocernos y hacernos amigos, de que no se sienta solo. Dudo que sospeche que los motivos son otros. ¿Qué te parece?

Medité durante unos segundos antes de lanzarme sobre Sasuke para besarle con pasión.

-       Me parece que tengo un marido muy inteligente y sexy – le dije tras separarme para llenar mis pulmones de aire.

-       No es ninguna novedad, es algo que siempre has sabido – me comentó con su típica sonrisa.

-       Eres un teme engreído – le respondí antes de volver a besarle.

Le quería muchísimo, le amaba tanto como él no podía llegar a imaginarse. Siempre conseguía ayudarme y tranquilizarme cuando más lo necesitaba, siempre tenía la palabra correcta para decirme en momentos como ése. Sentí cómo su mano empezó a bajar por dentro de mi ropa intentando llegar a uno de mis pezones mientras metía su lengua en mi boca con devoción pero, con un enorme esfuerzo por mi parte, le detuve. No teníamos tiempo para esto ahora mismo, si queríamos tener una agradable cena con mi padre, debíamos avisarle y yo tenía que terminar todo el papeleo aquí para regresar pronto a casa y preparar todo.

-       Así que quieres jugar a resistirse un poco, ¿eh? Ya sabes que me excitan mucho nuestros juegos – me dijo en el oído lamiéndolo.

-       No... - contuve un gemido mientras le apartaba suavemente – no tenemos tiempo para juegos ahora. Tienes que regresar a la base de los ANBU e invitar a mi padre a la cena, mientras terminaré lo que me queda aquí y me iré temprano para preparar la comida – le informé.

-       Está bien – accedió a regañadientes – pero cuando los niños estén durmiendo pienso cobrarte por esto, así que vete mentalizando de que esta noche prepararé uno de nuestros juegos – me advirtió con un tono sensual en su voz antes de besarme.

Se separó de mí y se marchó de allí no sin antes decirme que ni loco me dejaría preparar la cena, no quería que incendiara la casa, que como no tenía ninguna misión más por hoy, él se encargaría de todo.

El día pasó sin ningún contratiempo y volví a casa temprano para ver cómo Sasuke preparaba todo un manjar para la cena. Me encanta tener un cocinero personal para mí aunque he de admitir que a veces sentía envidia por su habilidad natural en la cocina. Me hubiese gustado no ser un completo desastre en ella y preparar algo delicioso para Sasuke y mis hijos, quizás algún día le pediría ayuda a Itachi y así le daría una sorpresa a mi marido.

Tai me ayudó a preparar la mesa mientras los mellizos jugaban con los rompecabezas que Sasuke les compró. Mi hijo mayor y yo pusimos los cubiertos, los platos y los vasos necesarios para todos los que íbamos a estar allí. Coloqué algunos entrantes que Sasuke había cocinado mientras Tai traía algunas bebidas sin alcohol para todos. Cuando todo estuvo listo, me senté a esperar a que llegase el resto de invitados. Me sentía nervioso, empezaba a dudar de si todo esto había sido una buena idea, quizás los pequeños comentasen algo que no debían, aunque le advertimos de que no podían contarle nada a su abuelo, que no era bueno para su mente. Me entristeció ver sus miradas melancólicas pero debíamos ser precavidos, tanto por su propio bien como por el nuestro, aún había mucho misterio alrededor de la reaparición de mi padre.

Una mano se posó sobre la mía y la apretó ligeramente. Tai se había sentado a mi lado e intentaba transmitirme tranquilidad y fortaleza.

-       Todo va a salir bien, papá. No te preocupes – me dijo sonriéndome de forma cálida.

-       Eres un gran chico, Tai. Te quiero – le respondí mientras le abrazaba y le besaba la frente.

-       Yo también te quiero papá.

Nos quedamos abrazados hasta que el timbre sonó y me separé de él sobresaltado. Sentí que mis nervios volvían a aflorar y mi corazón palpitaba a gran velocidad. Me levanté y fui hasta la puerta acompañado de Tai, que no había soltado mi mano en ningún momento. Abrí la puerta y ahí pude ver a Minato que llevaba en brazos a Fugaku y a su lado estaba Itachi. Supuse que mi cuñado había pasado a recogerlo ya que todos éramos vecinos.

-       Pasad – les invité mientras me hacía a un lado para que pudieran entrar.

-       Gracias por la invitación – me agradeció Minato mientras caminábamos hasta llegar al salón.

-       No hay de qué, no es ninguna molestia para nosotros – le dije sonriendo – Él es mi hijo mayor Tai – le expliqué señalándole.

-       Encantado de conocerte, Tai – le saludó de forma afable

Llegamos al salón y mis hijos pequeños vinieron corriendo hacia nosotros en cuanto nos vieron entrar.

-       Éste es Natsume y ella es Yumiko, son mis hijos pequeños – le comenté con una sonrisa.

-       Hola – dijeron entusiasmados los dos a la vez.

Mi padre se agachó para estar a su altura, aún con Fugaku entre sus brazos, y les dedicó una radiante sonrisa.

-       Encantado, me llamo Minato.

-       ¿Podemos abrazarte? - le preguntó Yumiko ilusionada.

-       Emm... claro – vi la sorpresa reflejada en sus ojos pero accedió encantado.

-       No, Nato mío – protestó mi sobrino agarrándose fuertemente al cuello de mi padre.

-       Fugaku, no seas posesivo. Minato no es uno de tus juguetes – le regañó Itachi mientras apartaba a su hijo y lo cogía en brazos.

Mis hijos no tardaron en lanzarse sobre Minato en cuanto estuvo libre. Lo hicieron con tanta fuerza que perdió el equilibrio y los tres cayeron hacia atrás en el suelo. Mi padre abrió los ojos sorprendido pero en ningún momento perdió su sonrisa. Vi cómo mis pequeños le abrazaban con aún más fuerza pero Minato no se quejó por ello. Al final tuve que separarlos para que le dejasen ponerse de pie. Cuando lo hizo, fue el turno de Tai de abrazarle, aunque lo hizo de forma menos efusiva. Sé que se estaba controlando, no quería dejar salir toda la emoción y alegría que sentía en ese momento porque se echaría a llorar y no era conveniente. Eso hizo que me entristeciera pero no lo demostré, no era justo para mis hijos tener a su abuelo tan cerca y que no pudieran demostrarle cuánto lo querían... otra vez las dudas me carcomieron por dentro.

-       Sois una familia muy cariñosa y efusiva – comentó Minato.

-       Sí, supongo que Sasuke y yo hemos sabido transmitirles todo nuestro amor.

Hablando del rey de Roma... Sasuke apareció en ese momento para avisar que la comida ya estaba lista, por lo que nos fuimos hasta la mesa que Tai y yo habíamos preparado y nos sentamos todos alrededor de ella. Sasuke y yo presidimos la mesa en cada extremo, mientras que Tai, Yumiko y Natsume se sentaron en el lado derecho e Itachi, Fugaku y Minato en el lado izquierdo. Mi padre estaba más cerca de mí, Itachi se sentó cerca de su hermano y el pequeño Fugaku se hallaba entre ellos dos. Frente a mi padre, estaba Tai, a su lado estaba Yumiko y frente a Itachi se encontraba Natsume.

Comenzamos a servirnos y a cenar tranquilamente. Los niños miraban ilusionados a su abuelo pero intentaban no hablar para no meter la pata.

-       Así que estáis casados y habéis adoptado a tres preciosos niños – comentó mi padre intentando comenzar una conversación.

-       Bueno, adoptamos a Tai hace algunos años pero le queremos igual que a Natsu y Yumi – le expliqué alegremente.

-       Oh, ya veo. ¿Tienen la misma edad? - preguntó.

-       Sí, cinco años – contestó Sasuke.

-       Así que, ¿le pediste a alguna amiga de confianza que llevase a tus bebés? - le preguntó a Sasuke.

Nos miramos momentáneamente antes de responderle.

-       No, yo me quedé embarazado de ambos. Ellos son hijos de Sasuke y míos – le aclaré sabiendo lo raro que sonaba eso cuando se lo explicaba a alguien que no me conocía.

Minato se quedó mirándome extrañado con cara de no comprender a qué me refería.

-       Inventé un jutsu con el que me transformo por completo en mujer y tras varios intentos, conseguimos que me quedase embarazada -  le expliqué lo mejor que pude.

Observé su cara de confusión pero en seguida volvió a sonreír como de costumbre.

-       Eres una caja de sorpresas – me dijo contento.

-       Sí, es el ninja número uno en sorprender a la gente – le comentó Sasuke.

-       Y, ¿vuestros padres están de acuerdo con que formaseis una familia siendo tan jóvenes? - nos preguntó con inocencia.

No supe qué contestarle, me sentí mal porque él era mi padre y no tenía ni idea, pero al mismo tiempo, también por mi esposo. No solíamos hablar mucho de los padres de Sasuke, aún era un tema delicado.

-       Nuestros padres murieron hace mucho tiempo pero creo que estarían orgullosos de toda nuestra familia, de lo mucho que nos queremos y nos cuidamos mutuamente  – intervino Itachi salvando la situación.

-       Lo siento, no lo sabía... no era mi intención entristeceros – se disculpó Minato apenado.

-       No te preocupes, como has dicho, no tenías ni idea – le contesté sonriéndole para que no se sintiese culpable.

Después de un breve momento de incómodo silencio, Sasuke habló para amenizar la cena.

-       Tai, ¿cómo vas con tu equipo Chuunin?

-       Bien, papá. Es divertido aunque echo de menos a Kakashi – le respondió.

-       ¿Kakashi? - oí que mi padre preguntaba extrañado.

-       Fue su profesor cuando era Genin. También fue el de Sasuke y el mío cuando nosotros lo éramos – le aclaré nostálgico recordando aquella época – no cambió su forma de enseñar ni sus manías – me reí al recordar que aún seguía leyendo una y otra vez los libros eróticos que Jiraiya escribió.

La cena continuó de forma tranquila, lo cual me alegraba. Los niños aunque hicieron alguna trastada inocente sacándonos algunas carcajadas, no dijeron nada fuera de lugar. Me sentía feliz por poder estar con toda mi familia, disfrutar de esos momentos tan alegres, tenía todo lo que necesitaba en ese instante y me sentí el hombre más afortunado del planeta. Pero no todo podía ser felicidad...

-       Itachi me comentó que nos conocimos cuando él tenía apenas cuatro años pero que yo era mucho mayor que él. ¿Cómo es eso posible? - cuestionó desconcertado.

Sentí que la sangre se me helaba y dirigí mi mirada a mi cuñado. ¿Por qué le había dicho aquello cuando sabía que no debíamos contarle nada por ahora? Vi que Itachi me pedía perdón con sus ojos aunque también determiné que no se arrepentía de lo que había hecho.

-       Es... una historia larga y no queremos aburrir a los niños con los detalles – intenté salir de ese lío.

Pude ver cómo Minato asentía con la cabeza aunque no se había quedado conforme con mi respuesta.

-       ¿Cómo es que somos los únicos que vivimos en esta parte de la aldea? Me he dado cuenta de que hay muchas casas pero están todas vacías – comentó curioso.

-       Éste es el barrio Uchiha. Mi hermano y yo somos los últimos que quedan de nuestro clan – le explicó Sasuke.

-       Es una pena. ¿Cómo llegó a pasar algo así?

Mi mirada se centró en Itachi que se había quedado estático, podía ver lo mucho que le había afectado esa pregunta aunque no lo demostrase.

-       La sed de poder de algunas personas no tiene límites – le volvió a responder Sasuke.

Sabía que se refería a Danzo y a su propio clan por planear un golpe de estado para derrocar al tercer Hokage e Itachi también lo sabía por lo que le dio un pequeño apretón en la mano que Sasuke tenía sobre la mesa en señal de agradecimiento por no contar que él asesinó a todo el clan aunque hubiese sido bajo la amenaza de Danzo. Vi la confusión en el rostro de mi padre por no saber a qué se refería Sasuke pero no indagó en el tema.

-       ¿Por qué me dejáis que viva aquí? Entiendo que... - le vi dudar durante unos segundos – sé que con mi pérdida de memoria, queráis tenerme vigilado, yo también lo haría si estuviera en vuestra posición. Pero podría quedarme con los de mi clan y podrías designar a uno de ellos para que no me quitase el ojo de encima.

Eso sí que no me lo esperaba. ¿El clan Namikaze? No había pensado que mi padre quisiese estar con ellos, pero hacía muchos años que había desaparecido, incluso antes de que yo naciese.

-       Eres un ninja como nosotros, ¿por qué crees que puede ser? - Sasuke intentó evadir su pregunta.

-       ''Ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más''. ¿No es eso lo que se dice? – comentó Minato con una sonrisa melancólica.

-       No eres nuestro enemigo- le respondí rápidamente.

-       Me alegra tu voto de confianza pero no es algo que sepamos a ciencia cierta. No recuerdo nada – dijo desanimado.

¿Qué se suponía que debía responderle? Sé que era un hombre bueno y honesto y estaba convencido de que no era nuestro enemigo. ¡Era mi padre, maldita sea! Pero entendía su propia desconfianza, su mente estaba prácticamente en blanco por lo que era normal que dudase de sí mismo.

-       ¿Sabéis si estuve casado o tuve hijos? - preguntó esperanzado.

De nuevo no supe qué contestarle. Esa noche se había complicado más de lo que pensaba. ¿Debía decirle la verdad sobre mí? ¿Debía contarle que ya estaba con su familia aunque no lo supiese? Las dudas me asaltaban sin piedad, deseaba responderle con sinceridad pero sabía que no era un buen momento para ello.

-       hijo – saltó el pequeño Fugaku.

-       ¿Eres mi hijo? - le preguntó divertido mi padre – Sería un honor que eso fuese así – le dijo revolviéndole su cabello negro.

Me sentí aliviado por la inocente intervención de mi sobrino, sin saberlo me había ayudado a esquivar una pregunta incómoda.

-       Me gustaría visitar mi clan, quizás me ayude a recordar algo sobre mí, puede que me sirva para rellenar este espacio en blanco que tengo dentro de mi cabeza. Es posible incluso que encuentre a mis padres o a mis hermanos si los tengo o a algún miembro de mi familia - comentó Minato muy convencido de ello.

-       No creo que sea una buena idea – comenté.

-       ¿Por qué no? ¿Le ha pasado algo a mi clan también? - cuestionó preocupado.

No podía decirle la verdad, sería un golpe muy duro para él saber que su clan también estaba casi extinto como el clan Uchiha.

-       Sé que tienes muchas dudas pero los médicos nos advirtieron de que no era bueno darte una gran cantidad de información de golpe, que podría tener graves consecuencias negativas. Deberás tener paciencia, iremos contándote poco a poco lo que sabemos de ti o incluso puede que lo vayas recordando por ti mismo pero no podemos arriesgarnos a que tu estado empeore. Lo siento – me disculpé.

Me sentí culpable por haberle mentido en parte. La advertencia que nos dio Ino era real pero también sé que hubiese sido demasiado doloroso para mi padre averiguar ahora lo ocurrido con su clan y le generaría aún más dudas de las que tenía y de las cuales no tenía respuesta. Pareció quedarse convencido con mi explicación aunque intuía que sólo era una fachada, estaba seguro de que no estaba conforme pero sabía que no conseguiría mucha más información por ahora.

Terminamos la cena intentando evitar temas conflictivos hasta que mi padre dijo que estaba cansado y se iba a dormir a su casa. Le acompañé hasta la salida y me despedí de él con una sonrisa. Él me devolvió otra.

 

Minato Namikaze POV

 

Tras las conversaciones que había habido en la mesa, me quedé preocupado. No quise intentar indagar más porque todos parecían haberse puesto de acuerdo para contarme lo mínimo e imprescindible sobre mi clan, pero yo tenía curiosidad de saber por qué estaba quedándome en el clan Uchiha en vez de en el mío. ¿Qué ocurría en mi clan? Ya era raro que el clan Uchiha estuviera medio desierto, sólo la familia de Naruto y Sasuke y la de Itachi, eso ya era raro de por sí.

Hice que me iba a mi casa, pero decidí al final cambiar el rumbo y me fui a un parque cercano, quería estar solo y pensar en todo esto, en el motivo para ocultarme la información, sentía como si todos me ocultasen cosas y no sabía lo que ocurría. Miré al parque… no había nadie paseando y es que cuando alcé mi vista al cielo, vi las nubes de tormenta que venían, pero a mí me dio igual, cerré los ojos y esperé hasta que escuché el primer trueno.

Una gota cayó en mi mejilla pero yo permanecí sentado bajo este árbol frente al estanque. Escuché algún murmullo a lo lejos de gente que corría hacia sus casas para resguardarse pero entonces… cuando la lluvia empezó a intensificarse y yo a mojarme, una mano tocó mi hombro.

-       Minato… no deberías quedarte aquí – me dijo Kakashi – vamos, sígueme.

Sonreí fingiendo claramente estar bien, pero no lo estaba, me preocupaba mi clan. No había podido aún pasarme por allí y es que aunque lo deseaba… también intentaba mentalizarme para lo peor antes de que me diera otro bajón como en la casa de Itachi, no quería que nadie más me viera llorar.

Seguí a Kakashi por los tejados y llegamos hasta su casa. Abrió la puerta cediéndome el paso y pude ver cómo llenaba todo su entrador de agua, toda mi ropa estaba creando un charco a mis pies y Kakashi fue el primero en entrar quitándose parte de su uniforme y me trajo una toalla.

-       Sécate cuanto antes o pillarás un buen resfriado – me comentó.

-       Gracias – le dije mirando la toalla y me sequé quitándome también el chaleco Ninja, la bandana y los pantalones.

-       Kakashi se había marchado hacia el interior a cambiarse de ropa y yo tras secarme, enrollé la toalla en mi cintura para evitar que se viera algo y caminé por el pasillo hacia el salón, pero Kakashi entró una vez cambiado con su ropa ya seca y me miró extrañado.

-       Minato… quítatelo todo, te traeré ropa seca – me comentó volviendo a ir

Le hice caso y terminé de quitarme toda la ropa volviendo a cubrirme con la toalla al menos para tapar mi intimidad. Kakashi no tardó en llegar con la ropa pero se quedó paralizado en la puerta al verme sentado frente a la mesa con solamente una toalla.

-       ¿Qué le ocurrió a mi clan? – le pregunté de golpe y él se quedó atónito.

-       ¿Por qué crees que le ha ocurrido algo? – me preguntó.

-       No soy tonto Kakashi, sé que me estáis ocultando información pero no sé por qué. Creéis que soy un peligro, ¿verdad? No confiáis en mí.

-       Confío en ti Minato – me dijo de golpe Kakashi acercándose a mí – mírame bien, tú me salvaste la vida miles de veces, eras mi profesor.

-       Dejad de decirme esas cosas… no entiendo nada… ¿Cómo pude salvar a Itachi siendo un crío? ¿Cómo pude ser tu profesor si tienes nueve años más que yo? – le grité enfadado – sólo tengo veinticinco años.

-       Tienes que confiar en mí – me dijo Kakashi.

-       No puedo, ¿Qué diablos está pasando? ¿Porque todos me miran raro en la aldea? ¿Por qué no me dejáis que vea a mi clan? – pregunté pero Kakashi no contestó, sólo entristeció su mirada – es absurdo que siga preguntando, no vais a contestarme… me voy a casa – le dije caminando hacia la puerta pero él me detuvo del brazo.

-       Moriste – me dijo de golpe y abrí los ojos todo lo que pude.

-       ¿Cómo?

-       Moriste Minato… protegiendo a tu villa, protegiendo a tu hijo, moriste, te sacrificaste con veinticuatro años, eras mi profesor, yo sólo era un crío. Tú me salvaste muchas veces.

-       Yo no… no entiendo nada ¿Por qué estoy vivo? – le pregunté llorando sin entender nada.

¿Alguien me había revivido? ¿Con qué propósito? Si era así… ¿Quería decir que podía matarme cuando quisiera? Lo único que veía claro es que si no le servía a sus propósitos a quien se supone que me hubiera revivido, me mataría.

-       ¿Voy a morirme? – le pregunté.

-       No lo permitiré Minato, nadie te haré daño – dijo Kakashi cogiendo mi rostro – no volverás a morir, te lo prometo.

-       No puedes prometerme algo así

-       Haré lo que sea por ti Minato.

Iba a preguntarle cuando sentí sus labios sobre los míos. ¿Por qué me besaba? Se suponía que yo era o había sido su profesor… él era mi alumno. Ni siquiera sabía lo que era Kakashi… no me acordaba de él. Me dejé besar aunque me costó corresponderle, quizá lo hice porque sentí que empezaba a gustarme o quizá simplemente por inercia, no estoy seguro del motivo.

Sentí la mano de Kakashi tras mi nuca impulsándome hacia él para profundizar el beso y le dejé… de hecho… yo mismo metí mi lengua en su boca jugando con ella aunque aún había algún carril de las lágrimas en mis mejillas.

-       No volveré a perderte Minato – me dijo susurrando en mis labios – no lo soportaría. Llevo años soltero deseándote, quise estar contigo desde que fuiste mi profesor pero… moriste sin que pudiera decirte todo lo que sentía – me dijo.

-       Yo no… - intenté exclamarle.

-       Yo te quiero – me dijo Kakashi – siempre estuve enamorado de ti pero estaba Kushina, ibas a ser padre, me doblabas la edad… eras mi profesor, nunca me atreví a confesarte lo que sentía, pero todo cambiará Minato, ahora voy a luchar por ti. Me has salvado muchas veces y yo quiero devolverte el favor.

Iba a decirle que no quería nada… no por él, Kakashi me parecía un gran hombre pero estaba tan confuso ahora mismo en mi vida que sólo necesitaba un poco de tranquilidad y no meterme en más problemas o confusiones como era el caso de los amoríos. Aún así… también pensé en Itachi, en su hijo y de verdad que no quería causarles problemas, yo no podía enamorarme, no ahora. Cuando estuve a punto de pronunciar las palabras, ese dolor de cabeza regresó y me cogí la cabeza con fuerza, me sentía como si perdiera el control.

Mi mirada cambió… me limpié con el dorso de la mano el carril que mis lágrimas habían dejado y me abalancé sobre Kakashi besándole con mayor pasión de la que él había hecho momentos antes. Me subí a horcajadas sobre él que cayó al suelo tras mi impulso. Kakashi se paralizó unos segundos pero enseguida reaccionó metiendo su lengua dentro de la mía. ¿Qué me impulsaba a hacer esto? no lo sabía, pero lo deseaba, quería hacerlo… quería algo muy concreto a cambio… su confianza para acercarme a sus alumnos, para acercarme a Tai, el primogénito de Sasuke y de Naruto.

-       ¿Así que fuiste profesor de Tai? – le pregunté.

-       ¿Cómo lo sabes? – me preguntó él a mí dudando.

-       Naruto me lo contó. Me dijo que fuiste su profesor y que eras uno de los mejores de la Villa.

-       Supongo que tuve un buen maestro – me dijo y me quedé un momento en shock entre beso y beso - ¿Qué te ocurre?

Sé que Kakashi me preguntaba porque me había quedado paralizado, pero me había quedado así al tratar de reaccionar, había dicho que yo fui su profesor y me había afectado durante unos segundos recordar esa información. Sólo fue una milésima de segundo hasta que volví a sentir ese molesto dolor de cabeza.

-       ¿Estás bien, Minato? – me preguntó preocupado al ver como me cogía la cabeza por el dolor.

-       Sí – le dije volviendo en mí – estoy perfectamente.

Cogí su mano metiéndola bajo mi toalla para que tocase mi miembro y no necesitó una segunda invitación. Kakashi cogió mi miembro entre sus manos y empezó a masajearlo mientras yo agarraba su cabello con fuerza y él mordía y besaba mi cuello. Kakashi agachó su rostro quitándome la toalla para meter mi miembro en su boca. Gemí al sentirlo y sé que me había sonrojado, ni siquiera podía recordar si alguna vez había tenido sexo, ni siquiera si había tenido mujer o me había enamorado de un hombre… lo único que pasaba ahora mismo por mi mente era ganarme a Kakashi y obtener esa misión que pasaba una y otra vez por mi mente.

Me corrí en su boca y él lamió tragándose todo el líquido como si le hubiera ofrecido el mejor de los manjares, pero yo tenía vergüenza por lo sucedido. Tampoco tuve mucho tiempo de pensar las cosas, me dio la vuelta apoyando mi pecho sobre la pequeña mesa y me penetró. Podía sentir las ganas que tenía de tenerme para él y disfrutaba del sexo, eso no podía negarlo, pero también era cierto que no disfrutaba al cien por cien por tener en mente sólo un objetivo… apoderarme de esos niños ¿En qué me estaba convirtiendo?

Kakashi acabó en mí y cuando nos tumbamos en el suelo, es cuando pude realmente aprovechar para saciar mis preguntas, tenía que descubrir qué ocurría con ese chico, quería saberlo todo para poder secuestrarlos.

-       Dicen que su Rinnegan se desarrolla a buen ritmo – le comenté.

-       ¿Hablamos de Tai? – me preguntó – sí, su Rinnegan va a un buen ritmo.

-       ¿Está en un equipo Chunnin, no?

-       Sí, este es su primer año liderando su propio equipo, ya veremos cómo les va. Ibiki se ocupa de su equipo ahora.

Mi cabeza empezó a dolerme de nuevo pero no dije nada. Me quedé tumbado y al final… me dormí. Cuando me desperté al día siguiente mi dolor de cabeza había desaparecido pero Kakashi estaba desnudo a mi lado y yo no recordaba nada… bueno… sé que había tenido sexo con él, esto estaba claro al vernos desnudos y por el dolor que tenía, mi cuerpo entero estaba entumecido, pero no recordaba nada más… ¿Por qué me había acostado con él? No podía entenderlo. Cogí mi ropa, me vestí y decidí irme antes de que se despertase y me preguntase… porque no recordaba nada. Tenía que salir de aquí,  no quería dar explicaciones de unos actos que no entendía para nada. ¿Qué me ocurría? ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué me comportaba así? No entendía nada.

 

Capítulo 4: últimos descendientes

Minato Namikaze POV

 

Estaba un poco cansado de estar encerrado en este clan. No tenía nada contra los Uchiha, les agradecía que me hubieran acogido en este lugar porque además era uno de los más hermosos con sus jardines, sus parques y esas casas tradicionales que tenían, pero yo quería volver a mi clan, quería poder ver a mis padres, a los míos… ¿Por qué no me dejaban ir? Sabía que lo de mi amnesia y todo este rollo de que no me volcasen información de golpe les preocupaba, pero yo necesitaba verlos, saber que estaban bien.

-       ¿Qué haces aquí sólo tan temprano? – me preguntó Naruto cuando salía del clan.

Miré de nuevo hacia el estanque. Desde que había salido de la casa de Kakashi temprano había corrido hasta este muelle del clan Uchiha y me había sentado mirando el agua del estanque, viendo los peces a mis pies y la pequeña barca de madera amarrada en un extremo moviéndose con suavidad. Respiré tranquilamente y cerré los ojos sintiendo el suave viento que corría hoy.

-       Pensar – le dije – sólo pensar.

-       ¿En qué? – me preguntó sentándose a mi lado y sonreí.

-       Intentando recordar algo de mi mismo, quién soy… qué hacía… no lo sé – le dije – es extraño sabiendo que morí hace… ¿Cuánto? ¿Veinti-pico años? Eso es mucho tiempo muerto. Me preguntaba… ¿Cuánta gente de la que conocí aún estará viva y me recordará? Me habría gustado hablar con ellos y que me contasen algo de mí.

-       Todo con el tiempo Minato – me dijo Naruto sonriendo – ya verás, date un poco de tiempo y te prometo que yo intentaré localizar a gente que te conociera bien para que te cuente cosas de tu pasado. Sólo dame un poco de tiempo.

-       Vale – le dije.

-       Tengo que trabajar pero… si necesitas algo pasa por mi oficina ¿De acuerdo?

-       Claro – le dije con una sonrisa – nos vemos Naruto, que vaya bien tu día.

-       Igualmente, Minato – me dijo colocando su mano en mi hombro y marchándose de mi lado.

¿De verdad él pensaba que iba a creer en sus palabras? Me habían estado retrasando y ocultando información, todo el mundo aquí lo hacía. Estaba un poco cansado de tener que ir al ritmo que me marcaban los demás. Ahora Naruto quería que esperase aquí pacientemente mientras él me seguía retrasando el tiempo para poder ver a mi clan. Ya cansado de todas las mentiras, decidí ir a verlo con mis propios ojos, tenía que saber qué es lo que ocurría.

Me levanté completamente decidido a saber de una vez por todas lo que ocurría. Me preocupaban muchas cosas ahora mismo, aquella pesadilla en casa de Itachi, mi amnesia, estar aquí cuando ya estaba muerto… lo que había hecho con Kakashi, porque todo lo que había pasado empezaba a llegar a mi mente con diferentes imágenes, sabía que había mantenido sexo con él, pero no era algo que yo hubiera deseado como tal, no era yo mismo y eso me preocupaba ¿Qué me ocurría?

Corrí hasta mi clan y sé que alguien me seguía, seguramente o Kakashi o Itachi, porque siempre estaban muy encima de mí, algo lógico teniendo en cuenta de que prácticamente me sentía como un enemigo, como su amenaza. Iban a alcanzarme… era alguien rápido, ya le notaba muy cerca cuando sin tan siquiera girarme, desaparecí de su lado teleportándome hasta mi clan, allí era uno de los lugares donde más sellos tenía que haber dejado, era mi hogar.

Cuando abrí los ojos, estaba en la habitación de una casa. Había uno de mis kunais colgado del techo frente a mí y me sorprendí ¿Era mi casa? Me incorporé y caminé por esa oscura habitación hasta el kunai y lo descolgué del techo mirándolo bien. Era mío, de eso no cabía duda alguna. Miré el resto de la habitación hasta que mis ojos dieron con una mesilla en la que había una fotografía que no podía ver desde aquí.

Me acerqué a ella cogiéndola entre mis manos y mirando a una mujer de cabello rojizo que sonreía feliz colocada a mi lado. Limpié un poco más el polvo que se había añadido y me fijé en nosotros… parecíamos felices ¿Estaba casado entonces? ¿Qué había pasado con ella? ¿Dónde estaba? Yo morí hace más de veinte años, ella debía doblarme ahora la edad si estuviera viva.

No quise soltar el cuadro de mis ahora temblorosas manos, no sé si me gustaba mucho lo que veía o como decía Naruto, era mejor que no siguiera intentando recordar, pero en parte… lo necesitaba. Mis ojos se cruzaron entonces con una cuna y aquello fue lo peor, el corazón se me encogió de golpe y me acerqué hasta ella tocando los barrotes con delicadeza a punto de llorar ¿Era padre? ¿Tenía un hijo en algún lugar? ¿Dónde estaba mi hijo?

Escuché unos pasos que subían las escaleras y aunque estaba llorando, en parte me ilusioné pensando que podría ser mi mujer o mi hijo, pero cuando la puerta se abrió… era Itachi quien estaba frente a mí y se paralizó al verme llorando. No traté de limpiarme las lágrimas, no delante de él y era extraño, porque yo siempre había sido fuerte… ¡Creo! Porque ahora ya no estaba seguro de nada.

-       ¿Tengo esposa con hijos? – le pregunté apartando mi vista de él y mirando hacia la cuna.

-       Tenías – me dijo muy claro.

-       ¿Qué…? – intenté preguntar pero no podía dejar de llorar y la voz se me cortaba - ¿Qué les ocurrió?

-       Yo tenía apenas seis años cuando moriste Minato. Tú mujer estaba contigo. Eras el Hokage de la Villa y el Kyuubi se desató, estaba encerrado en el interior de tu esposa, te casaste con una Uzumaki. Creíste que sacrificándote era la única oportunidad de salvar a todos los de la Villa. Fuiste un gran Hokage Minato – me dijo Itachi.

-       ¿Maté a mi mujer? Dios mío – le dije cayendo al suelo de rodillas llorando aún más pero él se acercó hasta mí abrazándome por la espalda y hundiendo su rostro en mi cuello.

-       Ella quiso hacerlo, os sacrificasteis los dos por la Villa… por vuestro hijo.

-       ¿Qué ocurrió con mi hijo? – le pregunté temiéndome lo peor pero Itachi no contestó, sé que dudaba si contestar a eso o no.

Me levanté de golpe rompiendo su abrazo y me acerqué hasta la ventana abriéndola de golpe, viendo la calle desierta a plena luz del día, viendo las casas abandonadas, viendo mi clan destrozado y arruinado.

-       ¿Dónde están? – pregunté enfadado - ¿Dónde está mi clan?

-       Minato… - intentó hablar Itachi.

-       No me mientas – le grité sabiendo que lo haría - ¿Dónde están todos?

-       Murieron al poco tiempo de que tú lo hicieras, fueron masacrados y exterminados, todos Minato. Ya no existe un clan Namikaze – me explicó.

-       ¿Por qué? – pregunté – éramos un clan como cualquier otro ¿Por qué? No teníamos nada importante, no tenemos nada genético, ni esos ojos que tenéis los Uchiha o los Hyuuga, no tenemos nada.

-       Te tenían a ti – me dijo y me sorprendí – erais el clan más veloz de Konoha, fuiste el Hokage y nadie se atrevía a meterse contigo Minato, eras un genio. Las otras villas al conocer tu potencial se asustaron y cuando desapareciste…

-       Cuando morí – le dije enfadado y él rectificó.

-       Cuando moriste… decidieron exterminar a todo el clan para evitar a otro Namikaze, temían vuestra velocidad, vuestra astucia en el combate. Sin ti para protegerles… uno a uno fue cayendo hasta que no quedó ninguno. Los asesinaron a todos Minato. Todo el que llevaba el apellido Namikaze sabía su destino.

-       ¿Mataron a mi hijo? – le pregunté.

-       Tu hijo está vivo – me dijo y me sorprendí.

-       ¿Dónde está? – me apresuré a preguntarle lanzándome a su lado – dime dónde está, por favor, necesito verle.

-       No puedes verle aún, Minato, cumplo órdenes… lo siento.

-       ¿Por qué me has contado todo lo demás? Creía que no podías hablar de eso tampoco.

-       Y no puedo, pero no soporto verte así Minato – me dijo limpiándome las lágrimas.

-       ¿Por qué no?

-       Porque me estoy enamorando de ti – me dijo justo cuando sentí sus labios atrapar los míos.

El beso de Itachi era tan suave, tan delicado y a la vez… me sentía tan excitado al sentirlo que no pude evitar sonrojarme. ¿Cómo era posible que hubiera conseguido enamorar sin proponérmelo a un chico como Itachi? ¿Me gustaba a mí? Sí, la respuesta era un rotundo sí, amaba su comprensión, su dedicación, su entrega, su dulzura, la forma en que trataba a su hijo, me gustaba cómo me miraba, cómo me protegía, pero no soportaba la idea de que se enamorase de mí… yo era un enemigo, todos me trataban así, yo sólo era un muerto, nadie debería enamorarse de mí.

-       ¿Por qué yo? – le pregunté – soy tu enemigo, soy peligroso.

-       No lo eres – me dijo – no más que yo.

-       ¿Tú? ¿Peligroso?

-       Sí – me dijo Itachi – hay algo que no te contaron en la cena Minato… sobre mi clan. Estamos igual que tú, el clan Uchiha desapareció pero fue mi culpa, yo los maté a todos para salvar a la Villa de una sublevación, yo acabé con los míos y sé que nadie podría amar a alguien como yo jamás, ni siquiera mi mujer, sólo aceptó estar conmigo porque me parecía a mi hermano, porque necesitaba tener un Uchiha para rehacer mi clan.

-       Lo siento – le dije escuchando su historia – yo no lo sabía.

-       Supongo que estoy acostumbrándome a que nadie me quiera, incluso en el consejo siguen tratándome como un traidor cuando salvé a la villa de la masacre que mi clan pudo hacerles. Sólo soy como tú bien te llamas a ti mismo… un enemigo, alguien peligroso.

Ahora fui yo quien le besé y es que yo sí le quería, cuando le miraba no veía a un chico peligroso, veía a un chico preocupado por su familia. Caímos los dos al suelo frente a la cuna de mi hijo y aunque yo estaba arriba, Itachi no tardó en darme la vuelta quedando encima de mí.

-       ¿Por qué me besas Minato? No quiero la lástima de nadie – me dijo.

-       No es lástima lo que siento por ti, Itachi Uchiha. No puedo recordarte cuando eras un niño… no sé si te conocí o no… pero amo al chico que está frente a mí, puedo sentirlo aquí – le dije cogiendo su mano y llevándola a mi corazón - ¿Lo sientes? Late por ti, no me rechaces, por favor.

Itachi reaccionó nuevamente besándome, esta vez con más pasión mientras metía su mano bajo mi camiseta. Gemí al sentir sus manos rozando mi piel con desesperación y es que creo… que ambos habíamos deseado este momento desde la otra noche, lo habíamos estado retrasando y yo ya no aguantaba más, quería estar con él.

En parte… estaba preocupado, aún no tenía claro quién era yo aunque parecía tener demasiado claro que quería a este chico… al genio de los Uchiha, al que supuestamente… había matado a todo su clan, pero yo no veía eso, sólo veía a ese pedazo de padre que protegía y cuidaba de Fugaku como mejor sabía, que estaba aquí vigilándome y que trataba de comprenderme y apoyarme, él… que aunque ambos sabíamos que yo podía llegar a ser un enemigo, me estaba abriendo su lastimado corazón y no quería ser yo quien se lo destrozase. Quería decirle cuánto le quería, quería demostrarle… que el genio Uchiha sí tenía a alguien que le amaba por cómo era aunque toda esta villa le tachase de traidor. Sonreí y él sonrió también.

-       ¿Qué te ocurre Minato? – me preguntó.

-       Quiero jugar contigo – le dije sonriendo – quiero ver de lo que es capaz el genio Uchiha en el sexo.

-       Estoy muy desentrenado – me dijo sonriendo.

-       No seas modesto, seguro que tienes algo entretenido para hacer, algo que hayas querido probar toda tu vida y no hayas podido.

-       Sí hay algo – me dijo sonriendo – pero no sé si lo soportarías.

-       Hazlo – le reté – quiero probar lo que sea contigo, quiero ser sólo tuyo Itachi.

-       De acuerdo – me dijo sonriendo activando su sharingan frente a mí mirándome fijamente a los ojos.

Sabía que sus ojos eran peligrosos, ya su color intensamente rojo predecían lo que eran, pero no aparté mi mirada, dejé que me metiera en su ilusión porque confiaba en él, ni siquiera podía explicarme el motivo pero confiaba en este hombre, sentía que él no me haría ningún daño.

Cuando me di cuenta, estaba atado a una cruz de madera con Itachi frente a mí sonriendo. Sonreí al verle y él se acercó hasta mí cogiendo mi rostro con su mano y besándome.

-       ¿Técnica ilusoria? – le pregunté.

-       Algo así – me contestó Itachi – es la técnica que utilizaba para torturar durante días a mis enemigos, pero a ti te haré una excepción, tú no sufrirás, sólo te daré placer, uno que no habrás sentido nunca antes Minato – me dijo.

-       Empieza entonces, genio – le dije sonriendo y me besó metiendo su lengua en mi boca explorándola por completo.

Jugué con su lengua, cerrando los ojos y dejándole disfrutar de mi boca como quiso, disfrutando yo de la suya. Itachi metió sus manos bajo mi camiseta acariciando cada centímetro de mi piel, pellizcando mis pezones con delicadeza provocando que gimiera ahogándolo en su boca mientras sonreía.

Itachi bajó su cabeza lamiendo mis pezones con ternura mientras yo seguía gimiendo sin poder parar. Deseaba a este chico, me gustaba cómo me invadía esa dulzura que tenía pero a la vez esa fogosidad tan propia de los Uchiha.

Desató mis manos del poste y enrollé mis manos a su cuello agarrando mis dedos en su cabello y desatando su coleta mientras él con su cuerpo me empotraba contra al mástil de la cruz y me obligaba a enroscar mis piernas en su cintura. Tiré de su cabello hacia atrás con fuerza y cuando lo tuve de frente le besé con pasión mientras sentía como cada vez más me empotraba contra la cruz.

Me bajó al suelo unos segundos sólo para deshacerse de mi pantalón y volvió a auparme besándome con pasión mientras metía su mano hacia mi miembro. Casi con desesperación se bajó un poco el pantalón cogiendo mi mano derecha para llevarla hasta su entrepierna y empecé a masajear su miembro mientras seguía besándole.

Itachi metió sus dedos en mi boca para que los lamiera y supuse perfectamente lo que deseaba. Jugó con su lengua a buscar la mía entre sus dedos y sonreímos divertidos. Bajó sus dedos una vez lubricados hacia mi entrada y los metió con delicadeza haciéndome jadear, pero yo no paré de darle placer en su miembro excitándole, rozando mi miembro con el suyo y sacándole también a él esos sonoros gemidos varoniles.

Grité levemente cuando sentí cómo la punta del miembro de Itachi comenzaba a entrar en mí con lentitud pero sin pausa. Me agarré aún más a su cuello, cogiendo su cabello entre mis dedos y mordiendo con suavidad su cuello intentando no quejarme.

-       Lo siento Minato – me susurró al oído – lo siento por el dolor.

-       Entra Itachi – le dije – continúa hasta el final. Somos Ninja, esto sólo es un poco de dolor comparado con lo que vivimos continuamente.

Itachi sonrió y entró hasta el fondo despacio y una vez llegó, empezó a salir para volver a entrar. Sentía cómo me estaba dilatando poco a poco y me costó bastante acostumbrarme tanto a los movimientos de Itachi como a su miembro, pero una vez me dilaté lo suficiente, empecé a sentir el placer. Gemí en su oído y noté cómo le excitaba aún más, su miembro se hacía más grande dentro de mí.

Mi espalda chocaba una y otra vez contra el mástil de esa cruz y al final tras tanto escuchar los jadeos de Itachi me corrí manchándonos a ambos. Separé mis manos de Itachi alzándolas sobre mi cabeza para agarrarme a la cruz mientras él seguía entrando y saliendo de mí a mayor ritmo. Sonreí cuando noté cómo Itachi llegaba besándome el cuello e inundándome con su ser para salir de mí.

La ilusión empezó a desaparecer justo cuando sentí como Itachi caía a mi lado en el suelo sonriendo. ¿Cómo podía amar tanto a este hombre? Ni siquiera recordaba quién era yo pero mi corazón y mis sentimientos le elegían a él ¿Por qué? No entendía nada, sólo sabía que quería estar con Itachi.

 

Itachi Uchiha POV

 

No me podía creer lo que acababa de ocurrir. Haber tenido sexo con Minato tanto dentro de la ilusión como fuera de ella, había sido asombroso, había sido una experiencia espectacular haberle tenido para mí de esa forma. Podría asegurar que era una de las mejores sesiones de sexo que había tenido jamás. Le miré a esos hermosos ojos azules y volví a besarle, ahora que los había probado con detenimiento, me había vuelto adicto a ellos, a su delicioso sabor, eran demasiado atrayentes.

Saqué un pañuelo limpio de mi bolsillo y se lo di para que se limpiase, pero se negó al indicarme que él llevaba uno encima, por lo que usé el mío para quitarme los rastros de semen que tenía en mi cuerpo. Después nos acomodamos nuestras vestimentas y nos tumbamos en el suelo. Le atraje hasta mí y le rodeé con mis brazos. No quería separarme ni un segundo de ese chico tan especial, aunque debía hacerlo en breve.

-       Estaré unos días fuera de la villa – le informé.

Minato me miró con tristeza pero intentó disimularlo con su sonrisa. Le acaricié la mejilla dulcemente y volví a besarle atrapando su labio inferior con los míos y saboreándolo con mi lengua.

-       No tienes de qué preocuparte, te prometí que investigaría lo de la aldea que mencionaste, quiero asegurarme de que no pasó nada allí para que te quedes más tranquilo. Seguro que todo lo que viste fue sólo una pesadilla – le dije al separarnos.

-       Gracias – susurró – Gracias por todo, por contarme sobre lo que le ocurrió a mi clan y a mi familia y, gracias por ayudarme, apoyarme y estar a mi lado.

No pude evitar besarle de nuevo pero esta vez con más pasión, mis sentimientos por él se desbordaban, sentía que estábamos conectados, que estábamos hechos el uno para el otro y podía notar que él también lo sentía.

-       Gracias a ti por no salir huyendo cuando te he contado mi pasado – le agradecí sincero.

Nos quedamos un rato más abrazados, simplemente disfrutando la compañía del otro en silencio. Poco a poco me separé de él y me puse de pie, después le tendí mi mano para ayudarle a levantarse.

-       Es mejor que me vaya, debo aprovechar todas las horas de luz que pueda. Te prometo que estaré aquí antes de que te des cuenta.

-       De acuerdo, ten cuidado – me dijo preocupado.

-       Lo tendré – le contesté con una sonrisa.

Salí de allí y me dirigí a las grandes puertas de Konoha, una vez frente a ellas, las atravesé y me puse en marcha hasta la aldea que Minato me había mencionado. No tardé demasiado en dar con ella, estaba a unas pocas horas de la villa, pero con mi velocidad llegué en dos. Me adentré por una solitaria calle observando las tiendas abiertas y algunos puestos callejeros totalmente vacíos. Era bastante raro que no hubiese ningún tipo de actividad a esas horas del día, debería haber mucha gente trabajando o haciendo sus compras pero estaba todo desierto.

Me estaba dando mala espina todo eso. La falta de ruido y de presencia humana no era una buena señal. Escuché un chirrido provenir de una puerta que se había movido a causa del viento y decidí entrar a investigar. Era una vivienda que seguramente pertenecía a alguna familia del pueblo, me mantuve en alerta por si alguien aparecía dispuesto a atacarme por allanar su morada pero no sentí ninguna presencia a mí alrededor. Me adentré aún más en el interior de aquella casa y llegué hasta la cocina, pude observar la mesa y algunas sillas volcadas, había un par de platos rotos en el suelo como si alguien los hubiese soltado de repente. También había comida en las encimeras que empezaban a echarse a perder, como si hubiesen estado preparando la comida y algo o alguien les hubiese interrumpido.

Esto se ponía cada vez peor, no tenía buena pinta. Salí de allí pasando por el pasillo que conectaba la cocina con el salón. Al abrir la puerta con cuidado, mis ojos se abrieron impactados. Todo estaba cubierto de sangre... las paredes, el suelo, los muebles... incluso el techo... era demasiada sangre para no pensar que allí había muerto gente. No había cuerpos sólo charcos con sangre coagulada donde habían estado los cadáveres, alguien se los había llevado pero había demasiadas evidencias de que había sido una masacre. La velocidad y el patrón de las salpicaduras indicaban que no habían tenido ninguna posibilidad de defenderse, quien hubiese asesinado a las personas que vivían allí era muy veloz, se notaba que tenía experiencia en el campo de batalla.

Me agaché para recoger un conejo de peluche cubierto de sangre y no pude evitar derramar algunas lágrimas al imaginarme al pobre niño o niña al que había pertenecido. Seguramente había estado atemorizado viendo cómo su familia era asesinada delante de sus ojos mientras intentaban protegerle antes de que la muerte le llegase también. La imagen de la noche en que asesiné a mis padres acudió a mi mente, recordé la expresión de completo miedo que tenía Sasuke cuando me vio allí delante de sus cuerpos sin vida y su sangre resbalando por el filo de mi katana. Me imaginé que esa habría sido la expresión que había tenido el dueño de aquel peluche. Dejé en el suelo con cuidado aquel muñeco y salí de allí.

Inspeccioné el resto de la casa, pero estaba igual, vacía y en algunas habitaciones había rastros de sangre. Abandoné aquella vivienda y comprobé el resto del pueblo pero sólo encontré más de lo mismo, muchas pruebas de que allí habían muerto personas pero ningún cadáver. No eran buenas noticias para Minato, todo lo que había visto más lo que me había contado él mismo, probaban que había sido él quien había asesinado a todos los habitantes de la aldea.

Me negaba a creer que él lo había hecho por voluntad propia, conocía a Minato y sabía que él no era capaz de hacer algo así, él era una persona bondadosa, amable, que se preocupaba mucho por los demás, era imposible que él hubiese asesinado a todas aquellas personas a sangre fría. Además, cuando me contó todo esto estaba asustado y muy arrepentido, se notaba que no había querido hacerlo, aparte ¿dónde estaban todos los cuerpos? Cada vez estaba más convencido de que alguien le había manipulado y me hacía una idea de quién había sido, sobre todo con la desaparición de los cadáveres.

Me marché de aquel pueblo a gran velocidad, no tenía tiempo que perder. Debía acabar cuanto antes con el otro motivo para este viaje y regresar pronto a Konoha, debía contarle lo que había averiguado a Naruto, debíamos atrapar al culpable de que Minato hubiese hecho algo tan atroz y de que sufriese amnesia.

Paré lo justo y necesario para comer y descansar durante mi viaje para llegar lo más rápido posible al cuartel general de Akatsuki en Amegakure. Esperaba encontrar allí algún documento o alguna información que pudiese haber recopilado Nagato a lo largo de los años sobre el Rinnegan. Necesitaba comprobar mi teoría y hallar una cura para la ceguera de mi hermano.

Un par de días después, llegué a la villa de Amegakure y me escabullí en ella evitando ser detectado por los Ninja que ahora volvían a vivir allí, no quería meter en ningún problema a Konoha ni a Naruto. Cuando llegué a la guarida que pertenecía a Akatsuki, la cual se hallaba camuflada para que nadie pudiera dar con ella fácilmente, me adentré en su interior desactivando algunas trampas que aún funcionaban y habían sido colocadas para evitar la intromisión de enemigos, y me dirigí a la estancia donde solía encerrarse Yahiko. Nunca dejó que ninguno de los miembros del grupo pusiese un pie allí dentro pero supongo que era porque también estaba Nagato controlando su cuerpo sin vida, aunque en su momento nadie sospechó de ello.

Abrí la puerta de la estancia con cautela, no sabía qué podía encontrarme allí, pero para mi sorpresa no había ninguna trampa en el interior, quizás Nagato pensó que no era necesario porque Yahiko era el líder y no nos atreveríamos a contradecirle y mucho menos a invadir su espacio en el cuartel general. Investigué por todo el lugar tratando de hallar cualquier pista que ayudase a mi hermano pero no había nada allí que mencionase el Rinnegan. Decepcionado por la pérdida de tiempo, me dispuse a salir de allí y volver a Konoha y fue entonces cuando vi algo que me llamó la atención.

Había un dibujo de una rana que parecía hecho por un niño en una de las paredes, lo cual era bastante raro teniendo en cuenta de que allí nunca vivió alguien de esa edad. Me acerqué curioso y lo observé detenidamente, había algo que no cuadraba, ese dibujo tenía algo raro en él. Activé mi Sharingan y vi un sello escondido, lo habían camuflado para que sólo alguien con ojos como los míos o parecidos pudiese verlo. Utilicé algunos jutsus para romper el sello y cuando lo conseguí, ese trozo de pared desapareció dejando un hueco donde habían varios pergaminos, libros y otros objetos, que supuse que pertenecieron a Nagato y Yahiko.

Me centré en todo lo que pudiese contener la información que buscaba, por lo que abrí varios pergaminos hasta que encontré unos cuantos que hablaban sobre el Rinnegan y sobre los Uzumaki, algunos de ellos eran bastante antiguos. No sé si todos pertenecieron a Nagato que fue escribiéndolos a lo largo de los años o los consiguió en otras aldeas robándoselos a otros Ninja, pero parecían tener información muy útil.

Estuve bastante tiempo en esa habitación leyendo todo el contenido de esos pergaminos y llegué a la conclusión de que mi teoría era acertada, mi hermano no llegó a perder por completo su Rinnegan, se había estado regenerando con el paso de los años pero lo hacía muy lentamente, por lo que había una posibilidad de que recuperase su sentido de la vista, incluso en ambos ojos, pero debía encontrar la manera de acelerar el proceso, de regenerar las células en sus ojos para devolverles su visión.

Cogí todos los pergaminos que me podían ser de ayuda y los guardé en el interior de la capa que llevaba, activé de nuevo el sello para que nadie pudiese encontrar el escondite secreto y salí de aquella habitación. Recorrí los pasillos hasta llegar a la salida del cuartel general activando de nuevo todas las trampas que había desarmado al entrar y me encaminé hacia fuera de aquel lugar. Me volví a escabullir entre las calles de Amegakure sin que nadie me viese y emprendí mi camino de vuelta a Konoha.

Durante el recorrido, volví a hacer las paradas necesarias para comer y recuperar energía mientras aprovechaba para seguir leyendo todo el material que traía conmigo. Algunos de los documentos sobre los Uzumaki me habían dado una idea para una posible solución a la ceguera de Sasuke, pero debía hablarlo primero con él y con Naruto.

Después de casi tres días de ininterrumpido viaje, llegué hasta las puertas que conducían al interior de Konoha. Pasé a través de ellas y me dirigí al barrio Uchiha, necesitaba hablar primero con Minato sobre lo sucedido en la aldea. No sabía qué iba a contarle, no quería mentirle pero sabía que se martirizaría por algo que no era culpa suya. Sí, Minato había matado a esas personas pero estaba seguro de que no era él mismo cuando lo hizo, me jugaría lo que fuese a que alguien le estaba controlando.

Cuando llegué al barrio donde había vivido mi clan en el pasado, me dirigí hasta la casa donde Minato estaba viviendo. Llamé ansioso a la puerta y esperé hasta que escuché cómo unos pasos se acercaban y aquel impresionante rubio de ojos azules me abrió la puerta sorprendido de verme allí con la respiración agitada debido a mi carrera. No le di ni tiempo a reaccionar cuando ya me había lanzado sobre sus labios capturándolos con los míos en un ansioso y desesperado beso. No sabía lo mucho que lo había echado de menos hasta que lo tuve delante de mí.

Me metí en la casa arrastrándole conmigo y lo empotré en una de las paredes sin dejar de besarle. Lamí su labio inferior pidiendo permiso para entrar y Minato abrió su boca dándome su consentimiento para invadir aquella deliciosa cavidad. Sentí cómo jugaba con mi lengua a la vez que se aferraba a mi cuello con una de sus manos mientras la otra se hundía en mi cabello. Estuvimos besándonos con pasión hasta que el oxígeno se hizo necesario y nos separamos para recuperar nuestros alientos. Nos quedamos mirándonos jadeando por la falta de aire en nuestros pulmones hasta que pude hablar.

-       Te he echado mucho de menos – le dije sincero – Necesitaba verte y tenerte entre mis brazos de nuevo.

-       Yo también te he echado de menos – me dijo con su hermosa sonrisa.

-       ¿Cómo se ha portado Fugaku en mi ausencia? - le pregunté un poco preocupado de que hubiese pasado algo similar a lo que ocurrió la primera vez que Minato cuidó de él.

-       Ya lo conoces, tiene sus momentos de hiperactividad pero bien, nada que ya no pueda manejar. Es un encanto de niño, se parece a su padre. Tai se lo ha llevado junto con sus hermanos a jugar a un parque.

No pude evitar sonreír con él pero casi se me borra cuando le oí volver a hablar.

-       ¿Qué averiguaste en la aldea? ¿Estaban...? - le vi hacer una pausa debido al temor de saber la verdad - ¿Estaban todos muertos?

-       No te preocupes, todo estaba bien, allí no había ningún cadáver, tan sólo fue una horrible pesadilla – le intenté tranquilizar.

Noté que su cuerpo se relajaba al escuchar mis palabras y me sentí mal por haberle mentido, aunque sí era cierto que allí no había ningún cuerpo sin vida, alguien se los había llevado.

-       Tengo que ir a la torre del Hokage a informar a Naruto de mi llegada, pero antes quería pasar por aquí para verte y decirte que no tenías nada por lo que preocuparte – le dije antes de darle un corto beso – Espérame aquí, volveré lo antes posible.

-       De acuerdo – me respondió con su sonrisa.

Me fui de allí y me encaminé hacia la oficina de mi cuñado, debía informarle de todo lo que  había averiguado, sobre todo lo relacionado con Minato. A los pocos minutos ya me encontraba frente a la puerta que daba al despacho de Naruto, toqué pidiendo permiso para pasar y escuché su voz diciéndome que entrase. Cuando pasé al interior de la oficina, cerré la puerta tras de mí y me acerqué hasta la mesa donde estaba Naruto leyendo y firmando informes y documentos importantes.

-       Itachi, ya has vuelto. Dime, ¿has averiguado algo que sirva para devolverle la vista a Sasuke? - me preguntó ansioso mientras se ponía de pie y se aproximaba a mí.

-       Sí, encontré varios pergaminos en la guarida de Nagato que pueden ser muy útiles. De hecho, ya los he leído y mi teoría es correcta – le informé.

-       Eso es genial – gritó entusiasmado mientras me abrazaba de forma efusiva– Entonces, ¿hay posibilidades de que Sasuke pueda volver a ver?

-       Sí y muchas, pero para ello necesito sangre Uzumaki – le dije.

-       Pues entonces te daré la mía – se ofreció rápidamente – Aunque, ¿para qué la necesitas?

-       Los Uzumaki se caracterizan por curarse y regenerarse mucho más rápido que cualquier otra persona, por lo que su sangre podría acelerar el proceso de regeneración de las células en los ojos de Sasuke, pero me temo que no podré usar la tuya, Naruto.

-       ¿Por qué? - me preguntó desanimado.

-       Se necesita un tipo de sangre que también sea compatible con los Uchiha... - no sabía cómo pedirle esto pero era necesario si queríamos ayudar a Sasuke – es necesario la sangre de uno de los gemelos, ambos son Uzumaki y Uchiha a la vez. Hay que hablar con Sasuke primero y después debéis tomar una decisión.

-       ¿Tendrían que pasar por algún tipo de... experimento? - me preguntó preocupado.

-       No, sólo necesitaría extraer una determinada cantidad de su sangre para tratar de hacer un suero compatible con Sasuke, para después inyectarle una o varias dosis. No sé cuántas serán necesarias pero estoy convencido que no harán falta demasiadas – le tranquilicé – Jamás lo hubiese propuesto si hubiese supuesto algún peligro para Yumiko y Natsume.

-       Está bien, hablaré esta noche con Sasuke y se lo explicaré, no creo que tenga ningún problema si sólo es sacar un poco de sangre pero aún así se lo consultaremos también a los niños. Te daremos una respuesta lo antes posible – me dijo con una sonrisa – Será mejor que siga con el papeleo.

Naruto fue hasta su sillón y se sentó en él volviendo a su trabajo. Su sonrisa me había recordado tanto a la de Minato que me había puesto muy serio al pensar en lo que estaba a punto de contarle a mi cuñado.

-       ¿Hay algo más? - me cuestionó al verme todavía de pie sin moverme ni un ápice.

-       Naruto, tenemos que hablar de otro asunto muy importante – le dije severo mientras tomaba asiento frente a él.

-       ¿De qué se trata? - me preguntó al notar mi tono de voz.

-       Es sobre Minato.

-       ¿Qué pasa con mi padre? - me preguntó muy preocupado.

-       La mañana antes de marcharme, se despertó muy alterado, había tenido una pesadilla en la que mataba a los habitantes de un pueblo cercano a Konoha y estaba convencido de que había pasado realmente, de que se trataba de un recuerdo y no de una simple pesadilla. Le prometí que iría para comprobarlo y así se quedase tranquilo. Yo estaba seguro de que sólo había sido un mal sueño pero... no fue así.

-       ¿Qué quieres decir? - me preguntó sin terminar de creerse mis palabras.

-       Antes de ir a buscar la información sobre el Rinnegan, hice una parada allí. Naruto, había claras evidencias de que alguien había asesinado a toda esa gente a gran velocidad... Lo siento.

-       Es imposible, mi padre jamás haría eso, es un buen hombre que se sacrificó para salvarme a mí y a la villa – alzó la voz creo que debido a la impotencia que sentía.

-       Estoy de acuerdo contigo, el Minato que conocemos no haría algo tan atroz. No creo que actuase por voluntad propia, estoy convencido que alguien le manipuló para que lo hiciera y estoy bastante seguro que fue Orochimaru.

-       Yo también había sospechado que él había sido quien había resucitado a mi padre. Ya te conté lo que pasó cuando nos atacó la última vez, se llevó la conciencia de Minato que estaba en mi interior.

-       Sí, por eso he pensado en él y porque todos los cuerpos de los aldeanos habían desaparecido. Estoy seguro que Orochimaru se los llevó para experimentar con ellos.

-       ¿Pero cómo puede controlarle? No parece que haya usado un Edo Tensei normal para traerle de vuelta.

-       Puede que le haya colocado algún sello de control mental... no lo sé, sólo puedo suponer pero de lo que sí estoy seguro es que debemos de encontrarle y acabar con él. Tenemos que liberar a Minato.

-       Estoy de acuerdo contigo, mandaré a algunos ANBU para que intenten localizarle. ¿Le has contado algo de esto a mi padre?

-       Le he dicho que todo estaba bien en la aldea, que sólo había sido una pesadilla – le contesté abatido – Me siento culpable por haberle mentido pero no quería que se preocupara más y se sintiera culpable por algo de lo que no había sido consciente, él no era dueño del control de su cuerpo en aquel instante.

-       No te atormentes por ello, has hecho bien, creo que hubiese sido peor si le hubieses contado la verdad, no sabemos si eso hubiese tenido algún efecto negativo en su memoria también.

-       Sí, pero aún así me siento mal por ocultarle tantas cosas...

Ambos nos quedamos mirándonos abatidos por la situación.

-       Será mejor que me vaya, le he dicho que volvería pronto. Además necesito darme una ducha y darle un fuerte abrazo a mi hijo – intenté sonreírle pero creo que sólo me salió una mueca lastimera.

Antes de que saliese por la puerta, volví a escuchar a Naruto decirme que no me preocupase, que había tomado la decisión correcta. Intenté convencerme a mí mismo de ello pero ya no estaba tan seguro de haber elegido bien si me carcomía de esa manera la culpa. Aunque ya daba igual, lo hecho, hecho estaba.

 

Minato Namikaze POV

 

Después de la conversación con Itachi, no me quedé conforme con la explicación que me había dado. No sé por qué, pero sentía que no había sido completamente sincero, además no podía quitarme de la cabeza la sensación de que no tuve una simple pesadilla. Podía sentir la sangre en mis manos, el olor metálico tan característico que dejaba, los gritos de esa pobre gente... todo parecía demasiado real.

Me fui hacia la torre del Hokage sin que nadie me notara y llegué allí antes que Itachi. Me quedé en el exterior de la oficina de Naruto, cerca de la ventana para poder escuchar con tranquilidad, ocultando mi chakra para que no me detectaran. Cuando Itachi entró, hablaron sobre una cura para la ceguera de Sasuke... no sabía que estaban investigando algo así... por eso Itachi tardó tanto tiempo en volver ya que el pueblo del que le hablé debía estar a sólo unas horas de aquí. Me alegré de que hallasen una forma de recuperar la vista de Sasuke, era una buena noticia pero me quedé totalmente paralizado cuando Itachi comenzó a hablar sobre mí y Naruto preguntó que qué pasaba con su padre... ¿Naruto era mi hijo? Pero se apellidaba Uzumaki... entonces recordé que Itachi me había contado que habían perseguido y exterminado a todos los Namikaze tras mi muerte. ¿Era posible que le hubiesen puesto un apellido diferente para protegerle?

No lo sabía pero lo que sí sabía es que me alegraba saber que mi hijo estaba sano y salvo, aunque no entendía por qué me lo había ocultado pero no pude preocuparme más sobre el asunto porque escuché decirle a... mi hijo, no me acostumbraba a la idea de que lo fuese, que sí había asesinado a todas esas personas. Sentí cómo el alma se me iba a los pies, estaba destrozado... había matado a esa gente inocente... ¡Normal que me tuviesen vigilado! Me merecía algo peor que eso, debía pagar por lo que había hecho.

Seguí escuchando la conversación... ¿Alguien me estaba manipulando? ¿Un tal Orochimaru controlaba mi cuerpo cuando mate a todas esas personas? Aunque fuese verdad, seguían siendo mis manos las que estaban manchadas con sangre de víctimas inocentes... siempre acarrearía con la culpa de sus muertes. Sentí cómo las lágrimas caían por mi rostro e intenté ahogar los sollozos para no verme descubierto.

A pesar de lo mal que me sentía, traté de concentrarme en lo que decían... ¿un sello? ¿Ese Orochimaru me había dejado algún sello con el que controlaba mi mente? ¿Por eso no podía recordar nada?

Escuché a Itachi contarle a Naruto lo culpable que se sentía por haberme mentido pero que pensaba que era lo mejor para mí, no quería que me martirizara por las muertes de aquellos aldeanos... Me sentí feliz de que Itachi se preocupase tanto por mí pero ya era demasiado tarde, ya me sentía fatal por haber arrebatado tantas vidas inocentes, me daba igual que mi mente hubiese estado controlada por otra persona, había sido mi cuerpo el que les había dado el golpe de gracia.

Me teletransporté hasta mi casa aún llorando por la cruda realidad y me fui corriendo hasta mi dormitorio, donde había un espejo de cuerpo entero. Me desnudé frente a él buscando ese maldito sello pero no lo encontraba por ninguna parte... quizás nadie me estaba controlando y simplemente era un asesino sin piedad.  Decaído, me senté en el suelo con la espalda pegada al espejo y apoyé mi cabeza sobre él cerrando los ojos dejando que las lágrimas volvieran a derramarse.

Me di suaves golpes en la cabeza contra el espejo por la rabia, entonces fue cuando me di cuenta de que no me la había revisado buscando el sello. Me puse de pie de un salto y fui hasta el baño para coger un espejo de mano, volví a la habitación colocándome de espaldas al espejo grande y con el pequeño entre mis manos intentando ver el reflejo del otro. Me fui separando el pelo para ver mi cuero cabelludo y lo vi... vi el sello en mi nuca tapado por mi cabello rubio...

 

Naruto Uzumaki POV

 

Volví a casa bastante afectado por lo que Itachi me había contado de mi padre pero por otra parte… Sasuke tenía posibilidades de volver a ver, aunque en parte también me preocupaban mis hijos. Conocía las habilidades de la sangre Uzumaki y yo habría hecho cualquier cosa por Sasuke pero hablábamos de nuestros hijos y eso cambiaba la situación. Sé que se lo tenía que contar a Sasuke, de esto tendríamos que hablar y tomar una decisión en conjunto.

Hoy Tai se había marchado con su equipo fuera de la Villa a una misión, tardarían al menos dos o tres días en volver si es que todo iba bien y creo… que con Tai y sus ojos casi siempre iba bien. Entré por casa sorprendiéndome de que no hubiera nadie. Seguramente Sasuke se habría llevado a los gemelos a algún parque a jugar o a entrenar… porque teniendo en cuenta como era Sasuke Uchiha, era muy capaz de haberlos llevado a entrenar. Decidí cambiar mi ropa de Hokage por algo más cómodo y me marché a la cocina a preparar algo para comer.

En estos años había aprendido a cocinar mínimamente. Era cierto que Sasuke solía cocinar bastante mejor que yo… excepto su “plato especial” que seguía siendo horrible y todos tratábamos de esquivarlo marchándonos al Ichiraku Ramen. Me coloqué el delantal y empecé a cocinar cuando sentí unas manos pasar por mi cintura y meterse bajo el delantal cogiendo mi miembro.

-       ¿Qué haces Sasuke? – le pregunté sonriendo.

-       Te echo de menos – me dijo mordiendo mi cuello.

-       ¿Y los niños? – le pregunté.

-       Se han quedado todos a dormir con Itachi, algo de una fiesta de no se qué – me dijo casi hasta ilusionado – la casa es toda para nosotros Naru – me sonrió con su perversión típica.

-       Estoy cocinando Sasuke – le dije entre risas.

-       Y yo intentando jugar contigo – me dijo divertido besando mi cuello – Vamos Naru… ¿Cuánto hace que no teníamos la casa para nosotros solos? Ven a jugar conmigo – me dijo sonriendo sentándose en la encimera mientras se comía la zanahoria que ya había pelado.

Le miré quejándome porque se la estuviera comiendo. La había pelado para la comida, no para él, pero le daba igual, sólo me sonreía con su típica sonrisa Uchiha. Sonreí de medio lado teniendo en cuenta las ganas que él tenía de sexo… yo también las tenía pero intentaba aparentar que no sólo por hacerle rabiar un poco. Al final después de pelar la segunda zanahoria me giré hacia él.

-       ¿Hay algún juego preparado? – le pregunté sonriendo de medio lado sin mirarle del todo y él sonrió.

-       Claro que lo hay ¿Con quién crees que estás hablando? – me preguntó con su prepotencia habitual mientras sonreía con malicia – uno muy morboso y divertido – me susurró al oído marchándose hacia la habitación.

Aquello me llenó de curiosidad y cuando se marchó no pude evitar sonreír y dejar la zanahoria en la encimera ya pelada. Iba a quitarme el delantal para subir cuando escuché como Sasuke hablaba desde el edificio de arriba.

-       Naruto… ven desnudo, pero no te quites ese delantal tan sexy – me comunicó.

Menudo oído tenía el cabrón de él para saber que iba a subir. Sonreí sin poder evitarlo y decidí hacerle caso, no era aconsejable enfadar a un Uchiha. Me quité el delantal un momento para empezar a desnudarme y dejé completamente toda la ropa en el un lateral mientras volvía a ponerme el delantal atándolo a mi cintura y al cuello.

Subí las escaleras y fui hacia nuestro cuarto abriendo la puerta para encontrarme con una completa oscuridad. Cerré la puerta tras de mí dejando la sala aún más oscura de lo que ya estaba y sentí una mano agarrarse a mi trasero. Gemí levemente al sentir a Sasuke, al notar como se colocaba a mi espalda y restregaba su miembro erecto aún dentro de su pantalón por mi trasero.

-       ¿Por qué tanta oscuridad, Sasuke? – le pregunté.

-       Porque quiero que disfrutes de tus sentidos y no de tu vista. Sólo tienes que relajarte, disfrutar y dejarme hacer con tu cuerpo lo que quiera – me dijo de forma morbosa.

-       Suena interesante. Sasuke… hazme lo que quieras – le dije.

-       Me apetece… sexo salvaje, Naruto.

-       Hazlo entonces – le reté.

Empecé a sentir más manos tocando mi cuerpo y aquello hizo que me tensase. Seguramente serían copias de Sasuke pero yo notaba demasiadas manos. Recorrían mi cuerpo entero. Unas tocaban mis pechos centrándose en mis pezones, otra metía su lengua con pasión en mi boca jugando explorando por completo cada rincón sin permitirme hablar, otras tocaban mi miembro con maestría haciendo que ahogara esos gemidos en la boca de aquella copia que estaba dominándome por completo… sólo podía notar manos y bocas recorriéndome.

Alguien… porque aunque eran copias de Sasuke no conseguía identificar al auténtico entre tanta oscuridad, cogió una de mis manos llevándolas hasta un miembro ¿Cuántos habían? Porque mi otra mano fue a otro miembro ¿Cómo podía ser Sasuke tan malditamente pervertido? Aquí estaba ahora, siendo besado por un Sasuke y sosteniendo en cada mano un miembro mientras les daba placer.

-       Veo que te excita este juego Naru – me dijo socarrón a la oreja – mira como estás.

Sentía aún las caricias en mi cuerpo, en mi erecto miembro y es que no podía negarle que me gustaba, era un maldito pervertido y a este paso, me estaba convirtiendo a mí en uno.

-       ¿Te gusta tener dos miembros para ti solo en las manos, Naruto? – me preguntó mientras restregaba otro miembro aún por mi desnudo trasero.

-       ¿Sólo tienes estos tres, Sasuke? – le pregunté burlándome y él sonrió.

-       Creo que estás hoy un poco hablador… eso puedo remediarlo – dijo cuando noté como el que me besaba se alejaba y en su lugar ponía la punta de su miembro en mi boca.

Estaba tan ocupado jugando con aquellos tres miembros de las copias de Sasuke cuando algo empezó a entrar en mí, creo que ese era el Sasuke original. Metió sus dedos en mí mientras yo no paraba de gemir con tantas atenciones y finalmente… acabé corriéndome en la boca de una de las copias de Sasuke justo cuando el original empezaba a penetrarme.

Un líquido cayó sobre mí, era tanto… que creo que eran las copias corriéndose en mí entre gemidos y aunque sentí el ruido de las copias al esfumarse, seguía estando el Sasuke original dentro de mí moviéndose. Cogió mi cuello con fuerza empujándome contra el suelo y me penetró con más fuerza.

-       Podrías ir por la casa más a menudo sólo con el delantal – me dijo sonriendo – me excita mucho ver este trasero Naru.

-       Ni lo sueñes Sasuke – le dije sonriendo.

-       Es una lástima.

Por la fuerza que Sasuke estaba haciendo intuía las ganas que tenía de hacerme el amor, supongo que las mismas que yo tenía de disfrutar de él y cuando acabó en mí, ambos nos sentimos satisfechos.

-       Sabes cuánto te amo ¿Verdad? – me comentó.

-       Lo sé Sasuke – le dije.

-       ¿Qué te preocupa? – me preguntó intuyendo enseguida que me ocurría algo.

-       Tenemos que hablar de algo importante Sasuke… es sobre tus ojos y esa ceguera.

-       Vale, hablemos – me dijo abrazándome mientras me besaba el cuello.

 

Capítulo 5: Misiones desastrosas

 

Sasuke Uchiha POV

 

Después de la conversación con Naruto, no pude pegar ojo en gran parte de la noche por estar dándole vueltas al asunto. Tenía mucho en lo que pensar... Me sentí feliz por la noticia. ¡Podría volver a ver! Podría ver de nuevo esos hermosos ojos azules que tenía Naruto, su radiante sonrisa, su cuerpo de escándalo... Podría ver los rostros de mis adorados hijos, por fin podría observar las muecas que siempre me imaginaba que ponían cuando hablábamos, podría comprobar cuánto habían crecido en estos años... Deseaba con todas mis fuerzas ver de nuevo pero... no me gustaba el precio que debía pagar por ello, no quería usar a mis hijos para conseguirlo. Creí que lo mejor sería esperar, Itachi ya había comprobado que su teoría era cierta y que mi Rinnegan se estaba recuperando, a un paso muy lento pero lo hacía, por lo que llegaría un momento en el que volvería a ver.

Sentí el brazo de Naruto rodearme la cintura pegando su cuerpo desnudo al mío y apoyando su cabeza sobre mi pecho.

-       Deberías intentar dormir un poco – murmuró Naruto adormilado – Puedes pensar detenidamente los pros y los contras mañana.

-       Lo sé, pero no puedo evitarlo – le contesté en un susurro.

-       Ven aquí – me dijo dulcemente.

Naruto se separó de mi cuerpo, sentí cómo tomaba mi cabeza con suavidad y la apoyaba sobre su pecho, justo encima de su corazón. Podía oír sus latidos acompasados mientras notaba los dedos de mi esposo acariciar mi cabello logrando que me relajase. Naruto estaba consiguiendo que dejase mi mente en blanco y que, poco a poco, me hundiese en el mundo de los sueños pero antes de hacerlo, capturé su cuerpo entre mis brazos con la intención de no soltarlo en toda la noche. Amaba a este revoltoso e hiperactivo hombre con todas mis fuerzas, me alegraba de haber luchado por él y haberle protegido porque si no lo hubiese hecho, ahora mismo estaría perdido sin él.

A la mañana siguiente, me levanté con cuidado de no despertar a Naruto y me fui a la cocina a prepararle un delicioso desayuno. En cuanto pude conciliar el sueño, dormí de maravilla con mi rubio entre mis brazos y ahora me encontraba con las pilas recargadas, aunque sabía que debía pensar con detenimiento todo el tema de la cura para mis ojos, pero no tomaría la decisión solo, lo consultaría con Naruto, era conveniente que decidiéramos juntos. Estaba cocinando, cuando sentí unos brazos rodearme por detrás y un cuerpo musculoso pegarse a mi espalda.

-       ¿Qué tal has dormido? - me preguntó Naruto mientras me daba cortos besos alrededor de mi cuello.

-       Contigo como almohada, de maravilla – le respondí divertido.

Noté cómo se formaba una sonrisa en la boca de Naruto ya que sus labios seguían pegados en mi nuca, lo cual me hizo sonreír a mí también.

-       Quizás deba cambiar de trabajo y dedicarme a cobrar por ser la almohada de la gente si se me da tan bien.

-       Jamás permitiría que otra persona te tocase, tú eres mi almohada personal – le seguí el juego.

-       Pues entonces tendré que empezar a cobrarte por ello.

-       Ya te he estado pagando, ¿Para qué crees que han servido nuestras sesiones de sexo? -  le pregunté con una media sonrisa.

-       ¿Para tener grandes momentos de pasión y disfrutar del placer de unir nuestros cuerpos en uno solo?

-       Te equivocas, sólo era un mero medio para usarte como almohada después.

Escuché a Naruto estallar en carcajadas y no pude evitar reírme con él, aunque no lo hice de forma tan escandalosa.

-       Un Uchiha contando chistes... eso no se ve todos los días – dijo cuando pudo calmarse – Tenías tu sentido del humor bien escondido.

Naruto me giró la cara para poder darme un casto beso en los labios antes de separarse de mí. Oí que movía una de las sillas y supuse que se sentó en ella mientras esperaba a que terminase de preparar el desayuno.

-       ¿Qué quieres hacer, Sasuke? - me preguntó con un tono serio y supe que se refería al tema de mi ceguera.

-       Creo que lo mejor es esperar a que mi Rinnegan se recupere por sí solo – le contesté tras una breve pausa.

-       ¿Estás seguro? No sabemos cuánto podría tardar, ya han pasado cinco años y apenas ha mejorado – me dijo preocupado.

Podía notar la inquietud en la voz de Naruto, sabía que le preocupaba que tuviésemos que esperar toda una vida para que recuperase mi vista pero no quería usar a mis hijos como cobayas para conseguirlo. Ya había pasado muchos años así, sin poder ver, me había acostumbrado a ello y supongo que podía aguantar todo el tiempo necesario si al final mis ojos se curaban y no tenía que involucrar a nadie en el proceso.

-       Lo sé, Naruto. Sé que la recuperación es lenta y que con la idea de mi hermano se podría acelerar pero no quiero meter a los niños en esto.

-       También estoy preocupado por ellos, pero Itachi dijo que sólo necesitaríamos extraerles un poco de sangre. Él no habría sugerido involucrarlos si supusiese un riesgo para sus sobrinos y ten por seguro que yo tampoco accedería a que les hiciesen algo peor, que los tratasen como ratas de laboratorio para experimentar con ellos. Jamás  los pondría en peligro, son mis hijos y les quiero – me comentó muy serio.

Me giré para poder hablar cara a cara con Naruto, aunque no pudiese ver, era mejor discutir el tema sin estar dándole la espalda a mi esposo.

-       Se nos ha presentado la oportunidad que estábamos esperando. ¿No crees que si hay alguna posibilidad para que puedas volver a ver deberíamos considerarla al menos? Sé que es egoísta de mi parte pero necesito que tus ojos se curen, sé que puedes manejarte bien con tu ceguera pero...

Naruto se había levantado y se había acercado hasta donde estaba mientras me decía todo aquello. Dejé los utensilios que estaba usando en aquel momento sobre la encimera y tomé las manos de Naruto entre las mías.

-       Debes dejar de culparte por lo que ocurrió, fue mi elección, yo decidí forzar mi Sharingan y mi Rinnegan para protegerte y lo volvería a hacer. No quiero vivir sin ti, prefiero estar ciego y contigo a mi lado que ser capaz de ver... y lo único que vea es que te he perdido.

-       Yo también te amo, teme.

Naruto se abalanzó sobre mí y nos fundimos en un necesitado beso. Nos dejamos llevar por nuestros más profundos sentimientos y solamente nos separamos cuando el aire empezó a escasear en nuestros pulmones.

-       Ayudaré a Itachi a encontrar otra forma de acelerar el proceso de regeneración pero no quiero tener que pedirle a Yumiko ni a Natsume su sangre para poder ver de nuevo.

-       ¿Por qué no? - escuché que preguntaba una voz infantil.

Habíamos estado tan sumidos en nuestra conversación que no sentimos cuando nuestros hijos volvieron de casa de Itachi.

-       Natsume, ¿desde cuándo estáis ahí? - pregunté sintiendo la presencia de mi hija a su lado.

-       No nos cambies de tema, papá – me dijo enfadada Yumiko - ¿Por qué no quieres nuestra ayuda? ¿No nos consideras fuertes para aguantar lo que sea necesario?

Me sorprendió que mi hija se enfadase tanto, creo que había herido su orgullo de alguna forma... supongo que había heredado parte del carácter propio de los Uchiha y sonreí por ello.

-       No te rías de nosotros – exclamó ofendida y pude imaginármela con los pucheros que solía poner Naruto cuando éramos niños.

-       No lo hago, Yumi. Creo que sois lo suficientemente fuertes para aguantar todo lo que se interponga en vuestro camino pero no quiero poneros en peligro ni que os sintáis utilizados.

-       ¿Qué tendrían que hacernos? - preguntó Natsume curioso.

-       Sólo os tendrían que extraer sangre – le respondió Naruto con suavidad.

-       ¿Nos desangraríamos? - volvió a preguntar Natsu.

-       No, sólo necesito un poco de sangre, aún no sé con exactitud cuánto pero creo que dos o tres viales será suficiente – intervino mi hermano que apareció de repente en la cocina – Lo siento, cuando iba a traerlos he tenido que cambiarle el pañal a Fugaku en el último momento y estos dos se han adelantado mientras lo hacía – se disculpó.

-       No pasa nada, Itachi – le tranquilizó Naruto.

-       Entonces no hay peligro para nosotros ni tampoco nos vamos a sentir que nos estás utilizando, papá – oí que me decía Yumiko.

-       Queremos ayudarte, papi – me dijo Natsume con voz lastimera.

-       Me parece que no tienes otro remedio que aceptar, teme – me dijo Naruto divertido.

Creo que mis hijos me estaban manipulando con su dulzura para que accediese, me estaban haciendo chantaje emocional y parece que Naruto también se había dado cuenta porque se estaba divirtiendo con la situación.

-       ¿Estáis seguros? - les pregunté y ellos me contestaron con firmeza que sí – Parece que habéis ganado esta batalla – les dije con una pequeña sonrisa en mi boca – Está bien, lo haré.

Los pequeños gritaron de alegría antes de abalanzarse sobre mí para abrazarse a mis piernas, me agaché para alzarles entre mis brazos y ellos apoyaron sus cabezas sobre mis hombros. Pronto sentí varios pares de brazos más rodearme y supe que Naruto, Itachi y el pequeño Fugaku se habían unido al abrazo colectivo. Tras varios minutos en esa posición, nos fuimos separando poco a poco. Itachi fue el primero en alejarse junto con mi sobrino.

-       Debes estar haciendo un gran esfuerzo para aguantar tantos abrazos al mismo tiempo, hermanito – se burló Itachi.

-       Me habéis atacado sin piedad, no me ha dado tiempo a reaccionar – le contesté siguiéndole el juego sin borrar la sonrisa de mis labios.

Tras mi hermano, fue el turno de Naruto de separarse de mí, oí que se volvió a sentar en la silla y aproveché para dejar a mis hijos en el suelo.

-       ¿Habéis desayunado? - les pregunté y ellos me contestaron que sí – Entonces tu padre y yo nos tendremos que comer todas las tortitas que estoy preparando.

-       Podemos hacer hueco en el estómago para tus tortitas, papá – comentó feliz Natsume.

-       Sí, tus tortitas son las mejores del mundo – exclamó Yumiko.

-       ¿Puedo unirme a vosotros? - oí que preguntaba Itachi.

-       Por supuesto – le respondió mi esposo.

Todos se sentaron alrededor de la mesa mientras terminaba de preparar las tortitas. Tras tomarnos el desayuno, Itachi se quedó para hablar con nosotros sobre el plan que tenía para curar mis ojos y después nos dirigimos al hospital de Konoha. Allí, mi hermano fue a hablar con Ino primero, supongo que la puso al corriente de todo porque fue ella la que vino para sacarles sangre a mis hijos. Primero se llevó a Natsume siendo acompañado por Naruto e Itachi y yo me quedé fuera con Yumiko y Fugaku.

Después de varios minutos regresaron y cuando Yumiko se levantó ilusionada de su asiento, pude oír cómo mi hermano se disculpaba con ella porque creía que con la sangre que le habían sacado a Natsume tenían suficiente.

-       Pero quería ayudar a papi – oí que protestaba Yumiko.

-       Yumi, está bien, no pasa nada. Ya me ayudarás en otra ocasión – intenté animarla.

-       Si necesitamos más, tú serás la primera a la que se lo pidamos, ¿de acuerdo? - le dijo Itachi.

-       Vale... - la escuché aceptar desilusionada.

-       Ven aquí – le dije mientras abría mis brazos para cogerla.

Yumiko se lanzó hacia a mí y la alcé mientras la abrazaba. Sentí que Naruto se acercaba a nosotros y noté el chakra de Natsume con él, por lo que supuse que también lo llevaba en brazos.

-       ¿Qué tal te ha ido, Natsu? ¿Te ha dolido? - le pregunté preocupado.

-       Un poco cuando me han pinchado con la aguja pero nada que no pueda soportar, papi – me contestó orgulloso.

-       Se ha portado como todo un campeón – dijo Naruto feliz.

-       Gracias Natsu – le agradecí sincero – Y a ti también, Yumi.

-       ¿Por qué? Al final no he podido hacer nada – me contestó triste.

-       Has hecho mucho, te ofreciste voluntaria para ayudarme y me convenciste para que lo aceptara. Si no fuese por ti, no estaría aquí en este momento.

Yumiko me abrazó con más fuerza, creo que había conseguido animarla después de todo. Itachi e Ino se acercaron a nosotros y nos explicaron que se pondrían de inmediato a trabajar en el suero y que en cuanto lo tuviesen preparado nos avisarían, por lo que volvimos a casa llevándonos a Fugaku con nosotros ya que Itachi no podría cuidar de él mientras trabajaba.

Después de varios días, Itachi nos citó de nuevo en el hospital, pero esta vez dejamos a Tai a cargo de los niños en casa. Una vez en la consulta, oí cómo mi hermano e Ino preparaban todo el instrumental necesario y se colocaban unos guantes de látex.

-       Te pondremos el suero directamente en los ojos para que actúe con más rapidez, después te los taparemos con una venda y, tras una semana, comprobaremos si ha habido algún progreso. Si vemos que así ha sido, te volveremos a administrar el suero hasta que veas perfectamente – me informó mi hermano.

-       ¿Y si cuando lo reviséis no ha habido ningún cambio? - preguntó nervioso Naruto que estaba a mi lado agarrando mi mano con fuerza.

-       Entonces aumentaremos la dosis y volveremos a esperar otra semana, después comprobaremos de nuevo los resultados – le contestó Itachi.

-       Pero, ¿y si...?

-       Naruto – le interrumpí – no te preocupes, todo saldrá bien – traté de calmarle mientras entrelazaba nuestras manos y le daba un pequeño apretón.

-       De acuerdo, hay que ser positivos y si tú dices que saldrá bien, te creo – me dijo Naruto lleno de confianza.

-       Bien, empecemos – dijo Itachi.

A continuación, oí a Itachi pedirle a Ino que le pasase el vial con el suero y un cuentagotas, tras unos segundos me pidió que me quitase la bandana que llevaba puesta alrededor de mis ojos y que los abriese para poder echarme aquel líquido en ellos. Sentí cómo caían varias gotas en mis ojos, aunque más en el derecho, donde sólo tenía mi Sharingan. Supuse que tenía sentido si con él ni siquiera había tenido una experiencia parecida a la que había tenido con mi ojo izquierdo. Durante todo el proceso, Naruto no me soltó la mano ni un segundo y yo tampoco lo hice. Era su manera de apoyarme en ese momento tan decisivo e internamente se lo agradecí aunque ya tendría tiempo de agradecérselo de otra forma cuando estuviésemos completamente solos en casa.

Tras terminar, me vendaron los párpados cubriendo parte de mi cabeza también y me advirtieron que no me quitase la venda en ningún momento ni que abriese los ojos aunque los tuviese cubiertos. También me advirtieron que no podía mojar la venda, al menos por la parte que cubría mi rostro, por lo que pensé que debería tener cuidado cuando me lavase el pelo o la cara. Ino nos dio un par de indicaciones más y salimos de allí regresando a casa junto a nuestra familia.

La semana pasó con gran rapidez y antes de que nos diésemos cuenta, estábamos de nuevo en aquella consulta del hospital. Me sentaron en una camilla y pude notar un peso extra a mi lado, supe que se trataba de Naruto en cuanto tomó mi mano entre las suyas y me dio un dulce beso en ella.

-       Todo va a salir bien – me dijo intentando aparentar seguridad pero sabía que estaba muy nervioso, puede que incluso más de lo que estaba yo.

-       Sí, Naruto, todo irá bien – le respondí sonriéndole tratando de transmitirle confianza.

-       Bien, vamos allá – oí que decía Itachi frente a mí.

Supuse que estaría sentado en un taburete para estar a mi altura y poder proceder correctamente con la retirada de la venda. Escuché un sonido metálico y creo que había sido producido por unas tijeras al ser levantadas de la bandeja donde se encontraba porque, al segundo siguiente, sentí el característico frío del acero del que estaban hechas sobre mi rostro cortando la venda que cubría mis ojos. Tras rasgar la tela con las tijeras, Itachi retiró la venda de alrededor de mi cabeza por completo mientras permanecía con los ojos cerrados. Escuché otro sonido que pude reconocer como el de unas cortinas cerrándose y después oí que le daban a un interruptor, supuse que sería el de la luz. Debían estar atenuando la luz que había en la habitación para que no me deslumbrase y me hiciese daño cuando abriese los ojos.

-       Quiero que abras poco a poco tus ojos para que se vayan acostumbrando a la luz, ¿de acuerdo? - me pidió mi hermano.

-       De acuerdo – asentí.

Mentiría si dijera que no tenía miedo en ese momento, porque estaba aterrorizado pero no lo demostraría, no sólo por mi carácter que me lo impedía sino también por Naruto, no quería que lo pasase peor de lo que ya lo estaba pasando. Tenía miedo de que todo fuese un absoluto fracaso, de que no hubiese funcionado y hubiésemos puesto todas nuestras esperanzas en una posibilidad muy remota. De verdad ansiaba que todo saliese bien, quería poder ver a mi familia, ver sus amplias sonrisas y sus rostros felices, no quería que todo el esfuerzo de mis hijos, de Naruto y de Itachi fuese en vano... pero el miedo me carcomía y las dudas de si habíamos hecho bien en arriesgarnos tanto acudieron a mí.

-       ¿Sasuke?

La voz preocupada de mi esposo me llegó desde mi derecha. Había estado tan sumido en mis pensamientos y en mi miedo que no me había percatado de que había pasado varios minutos sin moverme.

-       Estoy bien, Naruto. Solamente necesitaba prepararme mentalmente pero ya estoy listo – le dije.

Saqué mi carácter Uchiha y afronté la situación intentando no dejarme dominar por el miedo. Poco a poco fui abriendo mis ojos y sentí que Naruto se había levantado sin soltarme la mano y pensé que se habría colocado al lado de Itachi para observarme mejor.

-       ¿Y bien? - me preguntó mi hermano cuando tuve los ojos completamente abiertos.

Cuando mis párpados se terminaron de alzar pude reconocer el rostro preocupado de Naruto frente a mí aunque lo veía borroso. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara antes de hablar.

-       Dobe, había echado de menos esos hermosos ojos azules que tienes pero prefiero verte sonreír que con esa cara angustiada.

En cuanto solté aquellas palabras, el rostro de Naruto cambió a uno de felicidad y sus lágrimas comenzaron a caer. Hizo un amago de abrazarme pero se contuvo, creo que no sabía si era buena idea y miró a Itachi transmitiéndole su duda. Mi hermano asintió con la cabeza y lo siguiente que pude ver fue una mancha que se abalanzaba hacia mí y me estrechaba entre sus brazos. Pronto sentí los labios de mi rubio sobre los míos besándome desesperado y yo le correspondí  con gusto. Nos tuvimos que separar cuando escuchamos un carraspeo por parte de mi hermano.

-       Naruto, creo que es conveniente que lo revise – dijo divertido.

-       Lo siento – se disculpó separándose avergonzado mientras se limpiaba las lágrimas.

-       ¿Ves bien, Sasuke? - me preguntó Itachi,

-       Veo borroso pero puedo distinguir vuestras caras y las formas – le informé

-       Es una gran mejoría – me dijo sonriendo – Ya nos imaginábamos que no recuperarías la visión de forma perfecta pero creíamos que verías manchas sin poder distinguir qué era cada una.

-       ¿Cuál es el siguiente paso? - le preguntó Naruto ansioso.

-       Volveremos a administrarle la misma dosis que la otra vez y le volveremos a vendar, pero en esta ocasión esperaremos menos tiempo para comprobar los resultados. Debido a la gran rapidez con que las células de sus ojos se están regenerando, creo que dos días será suficiente. Pero recordad que debéis volver seguir las recomendaciones que os dimos la primera vez – nos informó Ino.

-       Claro – respondió mi esposo entusiasmado con una gran sonrisa de felicidad.

Después de la charla, volvieron a repetir el proceso de la semana anterior. Tras dos días de espera, volvieron a revisarme y me dieron una última dosis más pero esa vez sólo tuve que reposar tan sólo un día hasta que al fin pude ver perfectamente. El milagro que deseé se había obrado, ahora podía saber después de cinco años cómo eran los rostros de Natsume y de Yumiko y pude comprobar que habían salido tan guapos como Naruto y, para qué negarlo, como yo también. Ahora podía ver cuánto había crecido mi hijo mayor, estaba hecho todo un hombre para la corta edad que tenía y vi la cantidad de piercings que se había hecho desde la última vez que le había visto. También pude conocer al pequeño Fugaku, se notaba que había heredado todas las características físicas de los Uchiha y pude ver a mi hermano después de tanto tiempo, pero sobre todo, ahora era capaz de volver a disfrutar del bello rostro de la persona que más amaba en el mundo... Mi Naruto.

 

Minato Namikaze POV

 

Desde que había descubierto el sello, había preferido no hacer muchas misiones con el equipo, mantenerme un poco al margen y tratar de averiguar qué ocurría con esto, hasta fui a la biblioteca a buscar información para quitarlo, pero no había visto nada como esto. El clan Uzumaki era especialista en sellos y sé que mi mujer era una Uzumaki, lo vi en aquella foto, quizá ella podría haberme ayudado a quitármelo, pero ahora mismo, estaba bastante solo y perdido.

¿Por qué me había revivido? No lo sabía. Aún seguía aquí sentado bajo la ventana mirando el techo sin encontrarle sentido alguno a mi vida. ¿Por qué volver aquí? Yo ya había muerto. Lo peor de todo… es que me estaba enamorando de Itachi Uchiha, es que se me caía la baba con el pequeño Fugaku y yo podría desaparecer en cualquier momento ¿Era justo enamorar a Itachi? ¿Era justo para ellos dejarles estar a mi lado sabiendo que desaparecería en algún momento cuando no le sirviera de nada a la persona que me había devuelto la vida?

Las últimas misiones que había hecho realmente no habían estado muy concentrado, algunas veces hasta Itachi tuvo que ponerse en medio para salvarme de algún ataque y es que mi concentración disminuía pensando en todo esto. ¿Para qué nacíamos los Ninja? Éramos simples armas en manos de otros.

-       ¿Minato? – escuché que llamaban desde la calle y agaché un poco mi cabeza evitando que me vieran por la ventana - ¿Minato? – volví a escuchar que me llamaban.

No quería contestar, sé que Itachi pasaba todos los días a comprobar que estaba bien y que con estas últimas misiones le había preocupado pero yo siempre sonreía y le decía que todo estaba bien, que estaba un poco desentrenado, que me había afectado lo de mi clan o cualquier otra excusa. No quería hacer daño a nadie estando cerca de ellos, así que hasta que supiera cómo quitar este sello no me acercaría.

En parte me daba miedo también que al quitar el sello… muriese al momento sin una habilidad que sostuviese todos estos años que yo había estado muerto. No me moví hasta que dejé de escuchar la voz de Itachi y volví a mirar al techo pensativo ¿Qué debía hacer? ¿Y si estaban todos en peligro por mi culpa? Eso no me lo perdonaría, quizá debería largarme de aquí, poner distancia de por medio y no volver hasta que el Ninja que me hubiera revivido me matase, esperar mi muerte en silencio… eso es lo único que podía hacer ahora.

Me quedé toda la mañana aquí encerrado y al final, me decidí a dar una vuelta por el clan por la tarde. Caminé sin tener un destino fijado, sólo caminaba y pensaba hasta que llegué al parque de los Uchiha. Estaba vacío, para lo grande que era que sólo vivieran dos familias aquí, este parque supongo que se quedaba bastante solitario. Caminando rodeando el estanque, me crucé con Naruto y sus hijos que jugaban con un balón.

Sasuke estaba allí con ellos sonriendo, sentado en uno de los palos del muelle mientras Naruto jugaba con los niños. Me detuve al verlos, hasta el pequeño Fugaku estaba allí corriendo con sus cortas piernas detrás del balón que Naruto llevaba en los pies mientras todos trataban de quitársela. Sonreí al verles como una gran familia, yo ni siquiera sé si pertenecía a ella.

Iba a marcharme cuando empezó de nuevo ese dolor de cabeza y tapé con mi mano el sello sabiendo ahora donde estaba. Traté de luchar contra él pero no había forma, escuchaba esa voz viperina dentro de mi cabeza ordenándome secuestrar a uno de los niños, ni siquiera me pedía uno concreto, cualquiera de los cuatro y yo no quería hacerlo, eran mi familia, pero ese intenso dolor hacía que perdiera mi voluntad.

Miré fijamente a los niños de nuevo, miré la sonrisa de Naruto pero yo no podía ver a mi hijo, no veía a mis sobrinos, sólo una misión que llevar a cabo y caminé decidido hacia ellos. Ninguno de ellos sospecharía lo que iba a hacer y con mi velocidad podía fácilmente coger a un niño y llevármelo de aquí. Tardarían un poco en reaccionar y nadie sabía en cual de mis sellos aparecería así que el plan era perfecto, sólo acercarme y coger a uno.

Natsume consiguió quitarle el balón finalmente a Naruto desviándolo hacia los árboles donde yo estaba, pero fue Yumiko quien vino hacia mí corriendo con una sonrisa para recuperar el balón mientras Naruto cogía en brazos al pequeño Fugaku y sonreía a Natsume y a Tai. Miré a Sasuke que no se había movido nada, parecía que intentaba ver algo a través de sus vendas pero no estaba seguro y es que sabía algo de lo del suero que Itachi le estaba dando, al parecer iba poco a poco recuperando la vista aunque aún le faltaban unas dosis para curarse del todo.

Me acerqué hacia Yumiko que acababa de coger la pelota en sus manos y sonreía dándose ya la vuelta para volver al juego. Estiré la mano para cogerla cuando alguien tocó mi hombro y aquella voz viperina se marchó devolviéndome a la realidad ¿Qué estaba haciendo? Ahora hasta casi podía recordar lo que hacía ¿El sello se debilitaba? Me miré la mano viendo cómo temblaba y es que no podía evitarlo, tenía miedo cada vez que me controlaban y más ahora que cada vez parecía tener menos tiempo, mi desaparición llegaría pronto.

-       ¿Vienes a jugar con nosotros Minato? – me preguntó Itachi sonriendo y yo sonreí tratando de fingir tranquilidad cuando no la tenía.

-       Claro – le dije sonriendo.

Itachi caminó delante de mí y yo aproveché para levantar la manga de mi camiseta azul, la que siempre había llevado incluso antes de mi muerte. La piel del brazo empezaba a estar reseca, sentía que me quedaba poco tiempo y entonces tomé la decisión más dura que pude tomar, estar lo poco que me quedaba con ellos, con mi familia, dejarles un buen recuerdo de mí antes de irme para siempre, dejarle a Itachi el recuerdo del mejor Minato que pudiera sacar aún bajo este control. Con Itachi allí me sentía algo más seguro, no creo que quisieran controlarme, no me había pasado a su lado, quizá quien estuviera detrás de esto… tenía miedo a Itachi y no quería ser descubierto por él o sus ojos.

Naruto al verme llegar a la espalda de Itachi sonrió y me lanzó el balón para que me uniese a todos ellos. Yo miré primero el balón y después a los niños. No podía creerme que hubiera estado a punto de secuestrar a uno de ellos, era increíble el control que tenían sobre mí, ya no era seguro quedarme mucho más tiempo y lo sabía.

-       Venga Naruto, aún tenemos tiempo para ganaros en un partido – dijo Itachi sonriendo dándole un beso a su hijo.

-       ¿No teníais hoy una misión?

-       Sí, salimos en unas horas – le comentó Itachi – y tú pedazo gandul – dijo hacia su hermano – baja de ahí y ven a jugar, somos impares sino para los equipos.

-       ¿Equipos? – preguntó Sasuke mirándonos a todos – esta bien, hasta ciego puedo ganarte.

-       Ya será menos Sasuke… será medio ciego – le sonrió Itachi – vamos que voy a enseñarte como un buen hermano mayor cómo se juega a esto.

-       ¿Y los equipos? – preguntó Naruto pero Fugaku vino corriendo hacia mí agarrándose a mi pierna.

-       Nato mío – escuchamos de Fugaku y su padre empezó a reírse.

-       Creo que tenemos al primer equipo – dijo Itachi divertido.

Yo sonreí cogiendo en brazos a Fugaku mientras éste se agarraba a mi cuello. Creo que con Fugaku todo en mi desastrosa vida me parecía maravilloso, su sonrisa, sus ganas de jugar, todo de él me gustaba y cuando miraba a su padre, no podía evitar sentir que le amaba, le quería a él, quería esta familia y tendría que aprovecharla mientras pudiera, supongo que la echaría de menos cuando desapareciera ¡Si es que se puede echar de menos al morir!

Jugamos el partido y yo ayudé a Fugaku cogiéndolo de las manos para que chutase un balón, aunque claro Naruto se dejó marcar esa vez haciendo sonreír a Fugaku que se lo pasaba en grande corriendo como podía por la hierba detrás de la pelota. Cuando terminamos de jugar, acompañé a Itachi a su casa ya que Fugaku quería cenar con los dos. Lo duchamos antes que nada jugando con él en la bañera como una auténtica familia, supongo que como lo que yo no pude hacer con Naruto por mi temprana muerte y tras cenar, lo acostamos. No podía dejar de ver cómo Itachi le leía un cuento antes de dormir allí en la cama tumbado con él mientras yo me sentaba en una silla sonriendo y lo veía cerrar sus hermosos ojos a la par que Itachi sonreía.

-       Ey Minato – me llamó Itachi cuando acabó de contarle el cuento - ¿Qué te ocurre últimamente?

-       ¿A qué te refieres con eso? – le pregunté acercándome a Fugaku y dándole un beso en la frente.

-       Estás raro últimamente.

-       Oye Itachi… ¿Crees que hay algo después de la muerte? – le pregunté y él se sorprendió.

Se acercó hacia mí soltando mis manos del cuerpo de su hijo y las cogió entre las suyas sonriendo con calma mirándome fijamente.

-       ¿Por qué preguntas eso? ¿Acaso crees…que vas a morir? Minato… yo no dejaré que mueras.

-       No puedes impedirlo Itachi, yo ya estoy muerto. Sabes que es así.

-       No lo permitiré. Créeme que no dejaré que te ocurra nada.

-       No podrás hacer nada Itachi.

-       Lo haré, haré algo para salvarte – me dijo uniendo sus labios a los míos.

No podía evitar llorar, las lágrimas salían en silencio y aunque mis labios rozaban los suyos, no podía evitar que siguieran cayendo. Me gustaban sus labios, me gustaban sus besos y el roce de su mano en mi mejilla tratando de calmarme.

-       Ven conmigo – me dijo Itachi cogiendo mi mano y obligándome a acompañarle.

Me llevó hasta el aseo y entramos en él. Vi cómo Itachi encendía el agua caliente y mientras esperábamos empezó a quitarme la camiseta con calma. Sentía sus delicadas manos recorrer mi cintura, arrastrando mi camiseta hasta que la sacó por encima de mi cabeza.

Le besé de nuevo, necesitaba volver a sentir sus labios, los adoraba, creo que desde nuestro primer beso accidental me había vuelto adicto a sus besos, a la lengua de ese chico que exploraba toda mi boca sin compasión alguna, de ese chico dulce que me atrapaba en estos sentimientos que ya no podía controlar. Amaba demasiado a este chico, a su hijo… a Fugaku le quería como si fuera mío propio.

Su mano se colocó en mi nuca profundizando el beso y nos metimos en la ducha. El agua cayó sobre nosotros pero yo sólo pensaba en cómo mi espalda tocaba el azulejo y el cuerpo de Itachi me presionaba contra él.

Itachi metió sus dedos en mi boca para que los lubricase mientras sus manos seguían rozando mi pecho, mientras bajaba hacia mi miembro y me masajeaba dándome placer. Entró en mí con cuidado y me agarré a sus hombros con fuerza para evitar caerme o resbalarme en la ducha.

Gemí sintiendo su miembro en mi interior, moviéndose dentro de mí y escuchando cómo gemía Itachi. Cogió mi nuca y me tensé al darme cuenta de que mi sello estaba ahí, pero intenté no demostrárselo, sólo… quería disfrutar de este chico hasta que mi muerte llegase, nada más. Itachi se corrió en mí sin poder aguantar más y yo terminé pocos segundos después en su mano entre jadeos que ya no podía controlar.

Descansamos unos segundos antes de terminar de ducharme y nos preparamos para la misión. Nos tocaba irnos y Kakashi junto a Shikamaru seguro que ya nos esperaban en la entrada de la Villa. No tardaron en tocar a la puerta y fue Ino quien con su agradable sonrisa vino a ser la niñera de Fugaku mientras estuviéramos en la misión.

 

Kakashi Hatake POV

 

Shikamaru y yo llevábamos esperando un rato a que Minato y... su niñera llegasen. Nunca me había caído mal Itachi, siempre había pensado que era un gran ninja y que no se merecía todo lo que le tocó vivir... todos los sacrificios que hizo por la aldea y, aún sigo pensándolo pero... no me gustaba que siempre andase alrededor de Minato, aunque fuese su misión y, mucho menos desde que se besaron... por mi culpa. ¡Estaba cabreado conmigo mismo! Si no me hubiese levantado en aquel  momento, los labios de Minato nunca habrían tenido ningún tipo de contacto con los de Itachi. Lo peor es que creo que si no hubiese sido por eso, nunca se hubiesen fijado el uno en el otro. Había ido alguna vez al barrio Uchiha a escondidas y había visto la forma en la que se miraban y se trataban... algo pasaba entre ellos pero no pensaba rendirme. Quería a Minato, siempre lo había hecho,  fue  mi maestro y lo conocía  mejor que nadie así que no me iba a dejar vencer por un crío.

La llegada de Itachi y Minato, me hizo salir de mis pensamientos. Se acercaron a nosotros y nos dijeron que ya podíamos ir hacia nuestro objetivo. Itachi fue el primero en ponerse en marcha pero antes de hacerlo, vi cómo en un movimiento rápido, acarició la espalda de Minato bajando por todo su brazo hasta rozar sus dedos. Eso me enfureció, estaba tocando a Minato con mucha confianza y no me gustaba que lo hiciera. ¡Minato era mío! Salí tras Itachi y me posicioné a su lado, dejando a Shikamaru y Minato varios metros atrás. Quizás no era una buena posición estratégica para la misión pero acabábamos de salir de Konoha por lo que dudaba que nos atacasen en esos momentos.

-       Deberías mantener las distancias con Minato – le advertí de forma seria.

-       ¿Por qué debería hacer algo así? - me preguntó molesto.

Itachi mantuvo su mirada hacia el frente en todo momento, pero vi que fruncía el ceño ante mi advertencia.

-       Porque Minato es el padre de tu cuñado, ¿acaso crees que es buena idea enredar la familia de esa manera? - susurré para que Minato no pudiese escuchar nada.

Parece que le di donde más le dolía porque se quedó callado con expresión seria.

-       Puede que tengas razón, pero no es como si fuésemos una familia muy normal, también fui resucitado y ahora mi hermano pequeño es mayor que yo. Minato no aparenta ser el padre de Naruto ni el abuelo de mis sobrinos. Ahora tenemos más o menos la misma edad - me contestó tras varios minutos de silencio mirándome a los ojos.

-       Eres un niño para él. Minato no tiene tiempo para estar cambiándole el pañal a un crío como tú – le dije mordaz.

Le vi apretar los labios del enfado que le habían provocado mis palabras y yo sonreí. Dicen que la verdad duele.

-       Y tú eres un viejo que necesita la ayuda de un andador para moverse. Minato no tiene tiempo de estar limpiándote cada vea que te ensucias por culpa de tus incontinencias – me respondió con una sonrisa de prepotencia - No pienso alejarme de él, me gusta y yo le gusto a él, el que debería apartarse eres tú, no tienes ninguna posibilidad.

-       ¿Que le gustas? Pues si fuese así no se hubiese acostado conmigo – presumí para hacerle daño.

Quería restregarle que Minato había sido mío, que había tenido su espléndido cuerpo entre mis brazos, que me lo había follado y él había disfrutado mucho conmigo. Y creo que lo conseguí porque vi cómo se sorprendía para después dibujar algunas muecas de enfado en su rostro. Puede que tuviesen una relación un poco más cercana ahora porque Itachi era el encargado de vigilarlo en el barrio Uchiha pero parece que no era lo tanto si Minato no le había contado nuestro encuentro. Sonreía satisfecho al haber logrado mi cometido.

-       ¿Pero es que acaso aún se te levanta? Dudo que pudieras darle todo el placer que Minato se merece.

-       Me funciona perfectamente y te puedo asegurar que lo disfrutó mucho, sus gritos y jadeos lo demostraron. Tengo mucha más experiencia que tú, sé lo que le gusta y lo que no, tú no sabrías cómo complacerle – le rebatí.

Le vi dudar por unos segundos, parecía estar debatiéndose consigo mismo aunque no sabía por qué.

-       Sé perfectamente qué es lo que le excita, dónde acariciarle para que gima descontrolado, qué ritmo llevar para que se corra en abundancia... te puedo asegurar que a pesar de mi falta de experiencia, Minato se vuelve loco cada vez que está entre mis piernas.

Aquello me sorprendió muchísimo, creo que Itachi lo notó porque volvió a dibujar esa sonrisa de autosuficiencia cuando mis ojos se abrieron de par en par. No tenía ni idea de que se habían acostado juntos, las veces que había espiado a Minato no había visto ningún indicio de ello. Puede que Itachi me estuviese mintiendo en ese momento y por eso había dudado en si decirlo o no, estaría cavilando las posibilidades de que le pillase en esa mentira.

-       No es cierto – le respondí – Minato no lo haría con un crío como tú, a él le gustan los hombres de verdad.

-       Te puedo asegurar que le gustan los críos como yo y mucho, si no fuese así, no repetiría cada vez que puede.

Eso me enfureció, no podía creer que Minato hubiese estado más veces con Itachi que conmigo. ¿Por qué? ¿Qué tenía ese Uchiha que no tuviese yo? Levanté mi puño con intención de golpearle pero la voz de Shikamaru a nuestras espaldas me detuvo.

-       Creo que los dos sois unos críos porque os estáis comportando como tal ahora mismo. Dejad de actuar como niños caprichosos y concentraos en la misión. ¡Ah! Y un consejo, no deberíais hablar así de la persona que decís querer y menos delante de ella – nos dijo antes de adelantarnos.

Sus palabras nos sorprendieron tanto a Itachi como a mí. Ambos volteamos nuestras cabezas hacia atrás y ahí vimos a Minato muy cerca de nosotros con una expresión de tristeza en su rostro pero en cuanto se dio cuenta de que le estábamos mirando, intentó disimular con una de sus sonrisas pero sólo pudo dibujar una mueca extraña. Me sentí realmente mal por haberme dejado llevar de esa manera por mis celos y haber hablado así de él, como si fuese un trofeo.

-       Minato... yo...

-       Lo siento – se me adelantó Itachi.

Creo que él también se arrepentía por haber dicho todo aquello, habíamos estado tan sumidos en nuestra pelea que no nos percatamos del momento en que Minato y Shikamaru nos alcanzaron y escucharon cada una de nuestras palabras.

-       Concentraos en la misión – nos dijo antes de adelantarnos y colocarse al lado de Shikamaru.

Después de eso, Itachi y yo no nos volvimos a dirigir la palabra hasta llegar a nuestro destino. Una vez allí, acabamos la misión con gran rapidez, creo que pagamos nuestra frustración con los enemigos. Cuando la terminamos con éxito, volvimos hacia la villa en completo silencio. Quería disculparme con Minato pero esperaría a llegar a Konoha para hablar con él tranquilamente.

Al llegar a la aldea, nos dirigimos al cuartel de los ANBU, vi a Minato cambiarse de ropa y salir de allí sin mirar a nadie de los presentes. Con gran velocidad hice lo mismo para ir detrás de él dejando a Itachi y a Shikamaru a cargo de realizar el informe de la misión, pero me sorprendió ver a Minato apoyado en la pared al lado de la entrada del cuartel como si estuviese esperando a alguien. Supuse que se trataba de Itachi ya que vivían en la misma zona pero me parecía extraño que no se hubiese quedado dentro con él si pensaba volver al barrio Uchiha en compañía de Itachi.

-       Minato, si esperas a Itachi, ahora estará liado con el informe...

-       No, te estaba esperando a ti – me interrumpió a la vez que se separaba de la pared y se giraba para mirarme.

Escuchar que me esperaba a mí y no a Itachi hizo que me sintiese muy feliz, seguro que quería desmentir lo que éste me había dicho durante nuestra pelea. Sabía que era imposible que se hubiese acostado con él, ese Uchiha sólo quería interponerse entre nosotros, crear una brecha y aprovechar para quedarse con Minato, pero le había salido el tiro por la culata.

-       Siento mucho haber hablado de ti de esa forma, no era mi intención, me he dejado llevar por mis celos. ¿Podrás perdonarme? -  me disculpé antes de nada, no quería que pensase que no me arrepentía por haberle tratado de esa forma a sus espaldas.

-       Sí, claro pero...

-       ¿Pero?

-       Necesito hablar contigo de algo. ¿Te importa que vayamos a un lugar más privado? - me preguntó con un deje de preocupación.

Supuse que tenía razón, éste no era un buen lugar para hablar de asuntos privados por lo que asentí y nos fuimos hasta un pequeño parque cercano. Nos dirigimos hasta unos columpios y nos sentamos en ellos. Era extraño, no recuerdo haberme subido en uno nunca siendo un niño y ahora como adulto lo hacía. Observé el rostro cabizbajo de Minato y no pude evitar pensar en el gran parecido que tenía con Naruto, me recordó a su hijo cuando se sentaba solo en el columpio que había en la academia.

-       ¿Qué querías decirme? - le animé para que hablase.

-       Yo...

Parecía que estaba reuniendo la fuerza necesaria para soltar lo que quería decir, lo cual no me gustó nada. Eso indicaba que lo que estaba a punto de contarme no era bueno, al menos no para mí, lo cual me entristeció. Ya me imaginaba lo que me esperaba.

-       No tengo ninguna posibilidad contigo, ¿cierto? - le dije mirando hacia el cielo para observar las estrellas.

-       Lo siento – se disculpó – no era mi intención darte esperanzas ni hacerte daño pero no puedo controlar lo que siento... estoy enamorado de Itachi aunque...

-       ¿Aunque...? - le pregunté mientras giraba mi cara para mirarle, me había extrañado que dijese esa palabra.

-       Nada, no importa... Lo que importa es que mereces encontrar a alguien que pueda amarte como te mereces. En estos días que hemos compartido misiones, he podido darme cuenta de que eres una gran persona, por eso odio estar hiriéndote ahora... debería haberte contado que empezaba a sentir algo por Itachi mucho antes... lo lamento de veras.

Vi que empezó a llorar y eso me partió el corazón. No soportaba verle de esa manera, Minato siempre tenía esa sonrisa tan hermosa, era raro verle de esa forma y no me gustaba nada. Me levanté del columpio y me aproximé a él para abrazarlo. Vaya ironía... Me estaban rechazando y era yo el que estaba consolando a la persona que lo había hecho.

-       Está bien, Minato – traté de tranquilizar – Me hubiese encantado que me eligieses a mí, te hubiese hecho el hombre más feliz del mundo pero... supongo que no se puede mandar en los sentimientos – intenté convencerme y consolarme a mí mismo también.

-       Lo siento... de verdad – me dijo entre sollozos.

Seguí abrazándole, quería calmarle pero también quería aprovechar la última ocasión en que podría tenerle entre mis brazos. No me apetecía soltarle por nada del mundo, quería estar con él para siempre, le había amado durante muchos años y creí que al recuperarle podría conquistarle y transmitirle todo lo que sentía por él pero... su corazón ya tenía dueño. Le abracé con un poco más de fuerza antes de soltarle y alejarme de él.

-       No deberías disculparte por querer a otra persona... amar a alguien es algo bueno – le dije intentando sonreír.

-       Espero que encuentres a la persona adecuada para ti que te ame como te mereces y tú la ames también.

-       Ya la encontré pero no me ama a mí – fue lo que dije antes de irme de allí.

No había sido mi intención haber soltado esa frase porque estaba seguro de que había herido a Minato con esas palabras, pero creo que mi propio dolor había salido al exterior. No sabía cómo sentirme en aquel momento, amaba a Minato y no me gustaba verle llorar y menos por mi culpa, pero también estaba dolido porque no se daba cuenta que él era la persona adecuada para mí y yo lo era para él y eso me frustraba... estaba muy confuso.

No me apetecía volver a mi casa, no estaba de humor para estar solo por lo que me pareció una buena idea ahogar mis penas en alcohol. Me dirigí al bar más cercano y pedí una cerveza la cual no me duró demasiado tiempo, pedí otra más y también me la bebí con rapidez... creo que necesitaba algo más fuerte.

-       Tráeme una botella de sake – le ordené al camarero.

Alguien se sentó a mi lado pero ni me molesté en tratar de ver de quién se trataba, no me apetecía socializar en este momento, solamente quería hundirme en mi propia miseria, quería intentar olvidar el dolor que sentía en ese instante y la mejor forma de haberlo era emborrachándome.

-       Si sigues bebiendo de esa manera, vas a acabar desmayado en el suelo – me dijo la persona que estaba a mi lado.

Me costó un poco reconocer aquella voz, creo que el alcohol ya había empezado a hacer efecto y subirse a la cabeza, me encontraba un poco mareado.

-       Quizás esa sea mi intención – le respondí a Iruka.

-       ¿Y por qué quieres acabar así? - me preguntó.

-       Para no sentir este dolor – le contesté mientras apretaba la parte de mi pecho donde se encontraba mi corazón.

No sé qué expresión tenía Iruka en su cara en ese momento porque había mantenido mi mirada en mi vaso lleno de sake, pero estoy convencido de que tendría una de lástima al darse cuenta de lo que hablaba y no me apetecía verla, no necesitaba la compasión de nadie.

-       ¿Mal de amores? - cuestionó en un murmullo.

Asentí con la cabeza antes de beberme el contenido de mi vaso para después volver a llenarlo hasta arriba. Vi la mano de Iruka coger la botella en cuanto la dejé en su sitio y a los pocos segundos él volvió a colocarla donde había estado. Supuse que se había servido un poco para él y no me importó demasiado.

-       ¿Minato? - susurró.

Aquello me sorprendió mucho. ¿Tan obvio era? Creía que jamás había dado indicios de mis sentimientos por mi antiguo profesor, pensaba que lo había ocultado muy bien.

-       ¿Acaso tengo un letrero en mi frente que pone 'I love Minato'? - le pregunté sarcástico.

-       No, siempre has sabido ocultar tus sentimientos pero... supongo que nos parecemos más de lo que piensas y por eso he podido ver a través de ti.

No sabía a qué se refería, no sé si era debido a todo el alcohol que había ingerido pero no lograba encontrarle sentido a sus palabras. ¿Que nos parecíamos? Le miré confuso y vi su mirada cabizbaja y su sonrisa triste... creo que entonces le comprendí... él también tenía un amor no correspondido.

-       Así que a ti también te han partido el corazón – indagué en el tema.

No me contestó de inmediato, vi de reojo cómo se bebía el sake de su vaso y volvía a servirse.

-       ¿Le has dicho lo que sientes por él? - me cuestionó ignorando mi pregunta.

-       Se lo dije hace unas semanas pero hoy me ha confesado que está enamorado de otra persona. He perdido contra un Uchiha – le contesté con una amarga sonrisa.

-       Lo siento.

-       ¿Por qué? No has sido tú quien me ha rechazado. Supongo que Itachi tenía razón, soy demasiado mayor para él... sólo soy un viejo que ha dejado pasar otras oportunidades por amar a alguien que murió hace mucho tiempo atrás, por amar a un recuerdo que cobró vida y no se fijó en mí – me desahogué.

-       No eres un viejo, eres un hombre muy atractivo y más deseado de lo que crees, sólo que no te has dado cuenta de cómo te miran muchas mujeres y muchos hombres... Puede que sí tengas razón en una cosa... te aferraste tanto a los sentimientos que tenías por Minato que no te fijaste en las personas que deseaban que les dieras una oportunidad, pero ahora puedes cambiarlo. Puedes ir olvidándole poco a poco y así comenzar a fijarte en alguien más. ¿Quién sabe? Quizás encuentres lo que buscas más cerca de lo que crees – me dijo antes de levantarse pero le detuve agarrándole del brazo.

¿Olvidarme de Minato? No sabía si podía hacer algo así, había tenido durante demasiado tiempo estos sentimientos, ya eran parte de mí por lo que no sabía vivir sin ellos... pero quizás Iruka tenía razón y era momento de pasar página, de ver otras opciones. No sabía cuánto tiempo tardaría en hacerlo ni si al final lo conseguiría pero puede que mereciese la pena intentarlo... ¿Pero con quién? Entonces me fijé en el hombre que estaba frente a mí, jamás me había percatado en lo atractivo que era Iruka, con ese pelo y esos ojos marrones tan diferentes a los de Minato y esa cicatriz le hacía parecer más varonil. Recorrí su cuerpo con mi mirada y me gustó lo que vi, era fuerte con una espalda ancha y un trasero de escándalo... creo que me estaba comenzando a excitar.

-       ¿Me ayudarías a olvidarlo? - le pedí con descaro sin pensar antes de hablar.

Me miró sorprendido con la boca abierta, creo que estaba meditando mi propuesta porque le vi dudar durante varios minutos entonces recapacité, no era justo pedirle a alguien algo así y menos a Iruka, que parecía que también le habían rechazado. Creo que mezclar el alcohol con un corazón destrozado no era una buena idea después de todo.

-       Lo siento, no he debido decir algo como eso. Ha estado fuera de lugar, olvídalo, por favor – fue lo último que dije antes de levantarme y salir de aquel bar.

Apenas había dado un par de pasos fuera del local cuando oí unos pasos apresurados y sentí como alguien me daba la vuelta para besarme con fuerza. Abrí los ojos de la impresión.

-       Acepto – me dijo Iruka tras separarse de mis labios.

Nos fuimos de aquel local con rapidez, caminando como podía por mi borrachera, besando todo lo que pude a Iruka y aunque puede que estuviera mal visto por la gente lo que estaba haciendo… no me importaba. Tampoco es que a estas horas hubiera mucha gente por la calle, de hecho, no nos cruzamos con nadie hasta llegar a la casa de Iruka.

Buscó las llaves en su bolsillo a ciegas, porque no dejamos de besarnos en ningún momento. Metía mis manos bajo su camiseta tocando su vientre, su abdomen, su pecho… sacándole gemidos mientras escuchaba ese ruido metálico que me indicaba cómo sus dedos buscaban las llaves. Finalmente abrió la puerta y entramos empotrándonos el uno al otro contra las paredes.

Iruka fue quien le dio una patada a la puerta cerrándola tras nosotros justo cuando caíamos sobre una alfombra del suelo. Nos miramos unos segundos fijamente a los ojos y volví a unir mis labios a los suyos con prisa y desesperación. Sentía cómo mi miembro se despertaba lentamente entre mis pantalones, cómo deseaba salir a jugar con este chico.

Levanté su camiseta a la altura de sus brazos y dejé sus muñecas retenidas por la camiseta sobre su cabeza mientras me deleitaba besando y mordiendo sus pezones, escuchando cómo gemía bajo mi cuerpo, cómo jadeaba con mis caricias.

Saqué uno de los kunais que llevaba en el cinturón y aunque Iruka me miró sorprendido, no dijo nada, dejó que cortase su pantalón haciéndolo tiras hasta que lo desnudé por completo. Cogí sus huevos en mi mano masajeándolos a la vez que metía su miembro en mi boca dándole aún más placer. Lo lamí, lo mordisqueé y lo succioné todo cuánto quise. Escuchar a Iruka disfrutando de lo que hacía era genial, por fin me sentía realizado, quería demostrarle a ese niñato de Itachi que yo no estaba mayor para esto, yo era capaz de hacer disfrutar a cualquiera.

Metí mis dedos en la boca de Iruka obligándole a lamer mis dedos para lubricarlos. Jugué a cogerle esa juguetona lengua con mis dedos mientras seguía lamiendo su miembro y cuando sentí mis dedos lo suficientemente mojados, los llevé a su entrada metiéndolos con cuidado para dilatarle. Iruka jadeó al sentirlos, se notaba lo excitado que estaba, todo él me daba acceso, se abría ante mí dándome paso y cuando metí la punta de mi miembro en él, suspiró soltando un leve gemido.

-       Entra – me suplicó Iruka – por favor, hazlo ya.

Le agarré las piernas pasándolas por encima de mis hombros y entré en él buscando la mayor profundidad que pude encontrar. Me moví dentro de él, cada vez más rápido sintiendo su calidez, sintiendo cómo me daba cada vez más acceso para profundizar en él. Iruka cerró los ojos dejándose llevar por mi ritmo, jadeando como nadie lo había hecho antes estando conmigo y entonces al ver una fotografía nuestra en la mesilla me di cuenta… este chico había estado enamorado de mí y yo no lo había visto, por eso había aceptado ayudarme a olvidarme de Minato, por eso me estaba dejando entrar en él, por eso estaba disfrutando tanto conmigo, me deseaba desde hacía mucho tiempo.

Aquel pensamiento me animó más para darle placer, quería agradecerle que se hubiera fijado en mí, que hubiera estado a mi lado pese a estar en las sombras, que siempre me apoyase, quería que disfrutase de tenerme… supongo que yo también estaba disfrutando de saber que alguien en la vida me quería tanto, que alguien de verdad le habría gustado estar conmigo.

Acabé en su interior con ese pensamiento justo cuando Iruka también se corría encima de nuestros cuerpos. Salí de él despacio y es cuando le vi incorporarse terminando de deshacerse de la camiseta que apresaba sus muñecas y se acercaba a mi abdomen ahora lleno de su semen.

-       Déjame limpiarte – dijo agachándose y pasando su lengua por mi abdomen haciéndome gemir.

-       He estado un poco ciego – le susurré y él levantó la cabeza sin saber de qué hablaba – lo siento Iruka.

-       ¿De qué hablas Kakashi?

-       De eso – le dije señalándole con la cabeza la fotografía donde salíamos los dos sonriendo – no me di cuenta, lo siento si te he hecho daño, yo no…

-       Shh – dijo colocando sus dedos en mis labios mandándome callar y entonces me besó de nuevo tumbándome en la alfombra nuevamente – descansa un poco abuelito – me sonrió – porque tenemos mucha noche por delante, sé que aún te queda mucha energía para seguir.

-       No lo sabes bien – le dije sonriendo.

 

Capítulo 6: Últimas decisiones

 

Itachi Uchiha POV

 

Me sentía realmente culpable por haber caído en las provocaciones de Kakashi. Shikamaru tenía razón cuando nos dijo que no deberíamos hablar así de la persona que amamos, ni siquiera cuando no nos pueda escuchar, es una gran falta de respeto... fui un estúpido pero no tenía ni idea de que Minato se había acostado con Kakashi, ¿había estado jugando conmigo? No lo sé... no creo... cada vez que le miraba a los ojos podía ver todos los sentimientos que tenía por mí, cuando le besaba sentía su amor por mí y, cuando uníamos nuestros cuerpos, sé que se entregaba al máximo como sólo lo haces cuando estás con la persona que quieres. ¿Entonces por qué se acostó con él?

Cuando Kakashi me dijo aquello, no razoné, solamente me dejé llevé por los celos y quería quitarle esa estúpida sonrisa que tenía Kakashi en su cara en aquel momento. Dudé por unos instantes porque no sabía si era buena idea contarle lo que había pasado entre Minato y yo, sólo por respeto a la persona que amo pero al final los celos pudieron conmigo y acabé presumiendo de lo mucho que disfrutaba Minato conmigo. Pero cuando vi que él había escuchado toda nuestra discusión, me sentí la peor persona del mundo. Me disculpé con él de inmediato pero el daño ya estaba hecho.

Tras acabar la misión y volver al cuartel de los ANBU, vi a Minato salir de allí con rapidez seguido por Kakashi. Me levanté para ir tras ellos pero Shikamaru me detuvo, me dijo que no pensaba encargarse él solo del informe de la misión, por lo que me tuve que quedar para ayudarle, aunque mi mente solamente estaba pensando en él y en lo que podría estar haciendo con Kakashi... de nuevo mis celos surgieron. Redacté el informe lo más rápido que pude y salí de allí para ir al barrio Uchiha, concretamente a la casa donde vivía Minato.

Cuando llegué, toqué al timbre como loco esperando a que él abriese la puerta enseguida, pero no lo hizo. Observé que no había ninguna luz encendida y pensé que quizás estaba durmiendo aunque, al segundo siguiente, la imagen de él y Kakashi haciéndolo en su cama se me vino a la cabeza. Apreté los puños de la rabia y comencé a golpear la puerta con fuerza. Creo que hice demasiado ruido porque Ino salió de mi casa preocupada.

-       ¿Itachi? ¿Qué estás haciendo? - me preguntó confusa – Vas a despertar a Fugaku.

-       Lo siento – me disculpé alejándome de la casa de Minato para ir a la mía.

La mención de mi hijo fue lo que consiguió calmarme, no quería despertarle y que me viese de esa forma.

-       ¿Por qué estabas aporreando la puerta de esa manera? - me cuestionó.

-       Nada, es sólo que... ¿has visto llegar a Minato? - le dije.

-       No, no he sentido que volviese a casa aún. ¿Por qué? ¿Se encuentra bien? ¿Le ha pasado algo? - me preguntó preocupada.

-       No, tranquila. Todo está bien, ha salido primero del cuartel junto con Kakashi, seguro que habrán ido a celebrar que la misión ha sido un éxito – le contesté para calmarla, no quería preocuparla sin ninguna razón, bueno tenía una pero no se la podía contar, era algo personal – Gracias por haber cuidado de Fugaku – le agradecí cambiando de tema.

-       No hay de qué, sabes que siempre podéis contar conmigo para lo que necesitéis – me sonrió – Será mejor que vuelva a casa, es hora de pasar tiempo con mi marido y mi hija.

Después de despedirnos, se marchó dejándome solo con mis pensamientos y no me gustaba nada por dónde se estaban encaminando... Si Minato no había vuelto a casa, es posible que estuviese con Kakashi en la suya. No quería pensar en que en ese momento estarían quitándose la ropa con pasión, besándose con desenfreno... ¡No! Era suficiente, no podía seguir así, necesitaba comprobarlo, necesitaba saber que no había sido un juego para Minato... ¡No podía serlo! Estaba a punto de salir, cuando recordé a mi hijo, no podía dejarlo solo y sabía que si le cogía para llevarlo a casa de mi hermano, se despertaría y no quería hacer tal cosa. Pegué un puñetazo en la pared por la frustración haciendo un agujero en ella y me fui a mi habitación para intentar dormir pero sabía que no lo conseguiría.

A la mañana siguiente, me levanté de la cama, me duché y me puse ropa limpia. Tenía la intención de ir a la casa de al lado para comprobar si Minato había regresado o no pero antes debía dejar a Fugaku en casa de Naruto. Si iba a hablar con Minato de temas de adultos y quería hacerlo con tranquilidad, no podía llevarme a mi hijo conmigo. Fui hasta su habitación y entré sin hacer ruido, no quería que se despertase de mal humor. Me acerqué hasta su cama y le acaricié la frente para después depositar un beso en ella. Vi cómo abría lentamente los ojos y me miró aún medio dormido con una pequeña sonrisa en su rostro.

-       ¿Papi paza? - me preguntó mientras se le volvían a cerrar los ojos del sueño.

-       No pasa nada, cariño. Sigue durmiendo – le susurré.

Me daba mucha lástima tener que interrumpir su sueño por lo que al final lo cogí en brazos tapándolo con una pequeña manta dejando que siguiese durmiendo apoyado en mí y salí de mi casa para dirigirme a la de Sasuke. Al llegar, me abrió Tai y le pedí que cuidara de Fugaku durante una hora o dos, que me había surgido un contratiempo y él aceptó encantado sin poner ninguna objeción. Le agradecí la ayuda y le pasé a mi hijo el cual ni se inmutó y continuó en el mundo de los sueños, después me despedí de Tai y cuando cerró la puerta, me aseguré de que se había adentrado en la casa para que no pudiese verme y me fui hasta la casa de Minato.

Al llegar, volví a tocar al timbre como la noche anterior, pero de nuevo nadie salió a abrirme la puerta. No se oía ningún ruido ni sentí el chakra de Minato por lo que deduje que no había vuelto aún de... estar con Kakashi. Quizás me precipitaba en mi conclusión pero era la única respuesta lógica que se me ocurría, habían salido al mismo tiempo del cuartel de los ANBU, Minato aún no había aparecido por aquí y él no solía quedar con ningún otro miembro del equipo. Decidí ir hasta la casa de Kakashi, quería una explicación por parte de Minato y la iba a obtener. Me alejé de allí y recorrí algunas de las calles para dejar el barrio que pertenecía a mi clan pero cuando estaba a punto de salir, me topé de frente con Minato quien se sorprendió de verme allí y, para qué negarlo, yo también estaba sorprendido.

-       Itachi... - susurró.

-       ¿Dónde has estado? - le pregunté inquieto – Anoche fui a tu casa y no estabas. Acabo de ir a comprobar si habías vuelto y seguías sin aparecer.

Había sentido celos, rabia y dolor durante las últimas horas pero hasta ahora no sabía lo preocupado que había estado por él también.

-       No tienes por qué preocuparte por mí, ya soy bastante mayorcito para cuidar de mí mismo – me contestó con un tono de reproche.

Me sorprendió que me hablase de esa manera, Minato no solía ser así, él siempre era amable con todo el mundo. ¿Qué le pasaba?

-       ¿Estás bien? - le pregunté.

-       Sí, lo estoy pero necesito hablar contigo – me dijo con firmeza.

No me gustó nada la expresión tan seria que tenía en su rostro. Tan sólo unos minutos atrás había estado deseando una explicación por su parte pero ahora mismo me daba miedo escuchar lo que me tuviese que decir. Creo que no estaba preparado para lo que estaba a punto de oír.

-       De acuerdo, ¿por qué no vamos a mi casa y hablamos con tranquilidad? - le propuse intentando ganar tiempo.

-       No, no hace falta, no me llevará mucho tiempo contártelo – me respondió con ese tono neutro.

-       Está bien – accedí al final - ¿Que querías decirme?

-       Sea lo que fuere lo que tuviésemos, debe terminar – me dijo sin ningún tipo de emoción en su voz.

No podía hablar de la impresión, me había estado imaginando que lo que tenía que contarme era algo así, pero pensarlo es una cosa y otra muy diferente era escucharlo de sus propios labios.

-       ¿Por qué? Si es por lo que pasó ayer, de verdad que lo siento, no era mi intención tratarte de esa manera. No se volverá a repetir, lo siento – le respondí cuando pude recuperarme de la impresión inicial.

-       No, eso me ayudó a darme cuenta de lo que de verdad siento.

-       ¿Lo que de verdad sientes? ¿Qué quieres decir? - le pregunté incrédulo.

-       Me he dado cuenta de que no siento nada por ti, sólo me dejé llevar por la curiosidad de estar con alguien más joven que yo.

-       ¿Me has utilizado? ¿He sido sólo un juego para ti?

No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Kakashi había tenido razón en lo que me dijo?

-       Estoy enamorado de Kakashi – me confirmó – él tenía razón cuando te dijo que me gustaban los hombres maduros y no alguien más joven que yo.

Sentí un terrible dolor en mi pecho al escucharle decirme todo eso. Me quedé estático, incapaz de reaccionar. Todo a mí alrededor desapareció, no podía oír nada, sólo podía ver los labios de Minato moverse diciéndome que amaba a Kakashi. Esas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, taladrándome el cerebro pero sobre todo tatuándose en mi corazón, haciéndolo desangrarse del dolor.

-       No te creo – le contesté intentando convencerme a mí mismo de que se trataba de una mentira – Cada vez que nos hemos besado, he notado los sentimientos que tenías por mí, cómo me los devolvías con pasión, he sentido cómo temblabas entre mis brazos y, cuando te he hecho mío, también lo he sentido. Con tu cuerpo me transmitías tu amor por mí.

-       Te estás confundiendo, no era amor, sólo pasión. Eres muy bueno en la cama y me gustaba todo lo que hacíamos pero sólo fue eso, sexo. Nada más... debes aceptarlo. Lo siento.

Antes de que pudiese replicarle, había desaparecido ante mis ojos. No me dio tiempo a decirle nada más, me dejó con la palabra en la boca. No podía creerme lo que acababa de ocurrir, era imposible. Por primera vez en mucho tiempo, dejé que las lágrimas saliesen de mis ojos, no podía retenerlas mucho tiempo más. Minato me había destrozado, me había usado para pasar un buen rato y nada más... Minato amaba a Kakashi... Sentí una furia crecer en mi interior al pensar en ese hombre, él me había arrebatado a la persona que más amaba en este mundo pero esto no se iba a quedar así.

A una gran velocidad, me dirigí a la casa de Kakashi, le iba a dar su merecido por interponerse entre Minato y yo, algo debió decirle anoche para que hoy viniese Minato a soltarme algo como aquello. Me negaba a creer que había perdido contra Kakashi. Cuando llegué, ni siquiera toqué a la puerta, directamente la abrí de una patada y me adentré en su casa. Le vi salir del cuarto de baño con sólo un pantalón y aquella máscara que le tapaba la parte inferior de su cara, por lo que se acababa de duchar. Mis celos aumentaron al pensar que él y Minato habían estado follando hacía tan sólo unos momentos antes y Kakashi había aprovechado que Minato se había ido para quitarse todo rastro de semen y sudor. Me lancé contra él y le golpeé tan fuerte que lo tiré al suelo resbalando varios metros por el pasillo.

-       ¿Pero qué...? - intentó decir cuando se recobró de la sorpresa inicial pero no le dejé terminar porque me volví a lanzar contra él.

Me senté encima de Kakashi y le seguí golpeando en cada parte de su cuerpo que no podía cubrir con sus brazos, aunque por poco tiempo porque Kakashi se hartó de mis puñetazos y me dio una fuerte patada en el estómago lanzándome al otro lado del pasillo. Creó un clon que me impidió levantarme mientras el original se acercaba a mí hecho una furia y me pegó un puñetazo en la cara.

-       ¿Se puede saber por qué cojones entras en mi casa de esa forma y me atacas como un salvaje? - me gritó cabreado – Me había levantado de muy buen humor porque he tenido una noche increíble de sexo y tú me lo acabas de arruinar.

Me revolví cabreado intentando librarme del agarre. Yo tenía razón, Kakashi se había estado tirando a Minato durante toda la noche y mi cabreo creció de forma inmensurable.

-       Eres un maldito, me has quitado a Minato, jamás te voy a perdonar que te hayas metido en medio – le chillé fuera de mí.

Observé que Kakashi abrió los ojos sorprendido. ¿Por qué reaccionaba así? ¿De qué se sorprendía?

-       Espera... repítelo de nuevo porque creo que he entendido mal – me contestó incrédulo.

¿Se estaba burlando de mí? Pues no estaba para bromas, me acababan de dejar y no tenía ganas de aguantar gilipolleces.

-       Me has quitado a Minato – le volví a decir – y me las pagarás.

-       ¿De qué estás hablando? - me preguntó extrañado.

-       No te hagas el tonto, sabes perfectamente de lo que hablo. Minato me acaba de decir que está enamorado de ti.

De repente, Kakashi se puso muy serio y me volvió a dar un puñetazo en la cara.

-       No tiene ninguna gracia, Uchiha. No sé qué te habrá pasado para que actúes así pero no tengo tiempo para tus bromas de mal gusto.

-       ¿Broma? Te puedo asegurar que no estoy bromeando. Minato me acaba de dejar, me ha dicho que sólo estuvo conmigo por curiosidad pero que se ha dado cuenta de que te ama a ti.

Kakashi me miró serio, parecía que estaba meditando algo porque se quedó bastante tiempo callado.

-       ¿Cómo estaba él cuando te ha dicho eso? - me preguntó tras varios minutos en los que había estado observándome.

-       ¿Qué tiene que ver eso? - le cuestioné malhumorado.

-       Sólo contesta. ¿Estaba llorando?

-       No, estaba serio – le respondí sin entender nada.

De repente, resopló y se llevó una mano al cuello mientras que se sentaba en el suelo pegando su espalda a la pared y hacía desaparecer a su clon. ¿Por qué me soltaba?

-       No me puedo creer que te haya engañado precisamente a ti – me dijo divertido, no me gustaba que se riera de mí en esos momentos tan dolorosos para mí.

-       No intentes confundirme.

-       No lo hago. Minato te ha mentido y tú te lo has creído. Ha conseguido engañar al mayor mentiroso de todos los tiempos, aquél que hizo creer a toda una villa y a su propio hermano que era un traidor, que había matado a su  propio clan por ver si era capaz de hacerlo, el que estuvo durante años haciendo creer a su hermano que le odiaba. Es bastante irónico y divertido.

No sabía qué pensar en ese momento. ¿Kakashi me estaba diciendo la verdad? ¿Minato me había mentido? Pero, ¿por qué?

-       Anoche me dijo que sentía hacerme daño pero que estaba enamorado de ti y no paró de llorar en todo momento. Ésa es una de las razones por las que he sabido que te ha mentido.

-       ¿Cómo? - no podía pronunciar nada más, mi cabeza estaba hecha un lío, no sabía a quién creer o qué pensar.

-       Ya sabes cómo es Minato, es demasiado bueno por eso cuando cuenta una verdad que pueda hacer daño a las personas que quiere, se derrumba y llora por ellos compartiendo su dolor – me explicó – aunque actuó un poco raro cuando me dijo que estaba enamorado de ti.

-       ¿A qué te refieres? - le pregunté un poco más calmado, ya no sentía furia aunque aún estaba muy confuso.

-       Parecía como si aunque te amase no pudiese estar contigo, como si algo se lo impidiese... no lo sé, puede que sólo fuese mi impresión, pero te puedo asegurar que Minato me dejó claro que no tenía posibilidades con él, que su corazón te pertenecía.

-       Entonces, ¿por qué  me ha dicho que te ama a ti? - le pregunté confuso.

-       No tengo la respuesta, sólo la tiene Minato. Deberías hablar con él – me sugirió.

Me levanté con cuidado, me dolía el cuerpo por los golpes de Kakashi. No me había dado muchos, pero me pegó con mucha fuerza. Le miré y me di cuenta de que yo también le había pegado bastante fuerte, tenía varios cortes por el rostro y podía ver que se le empezaban a formar varios moretones por su torso.

-       Siento haberte atacado así – me disculpé – y siento haber destrozado tu puerta.

-       Está bien, te entiendo perfectamente, si hubiese sido al contrario creo que hubiese hecho exactamente lo mismo que tú. El amor nos hace actuar como locos muchas veces – me dijo sonriendo melancólico – Pero ni sueñes con librarte de pagarme los destrozos que  has hecho, ya te pasaré la factura de los arreglos – me dijo medio serio y medio bromeando.

Asentí con la cabeza y me dirigí a la entrada de su casa pero antes de salir le agradecí por haberme ayudado a darme cuenta de que Minato me había mentido. Me fui de allí y dirigí mis pasos de vuelta al barrio Uchiha, tenía que hablar con Minato. Necesitaba saber qué estaba pasando, por qué me había dicho algo así si de verdad me amaba y por qué pensaba que no podía estar conmigo, si es que Kakashi tenía razón en cuanto a su teoría. Cuando llegué, fui directo a su casa y llamé a la puerta varias veces pero como desde la noche anterior, Minato no abrió. ¿Dónde podía estar? Antes de que pudiese pensar en algún sitio donde se pudiese encontrar Minato, Naruto salió de su casa y me miró extrañado y sorprendido.

-       Itachi, ¿qué haces aquí? Tai nos había dicho que habías tenido un contratiempo y por eso habías dejado a Fugaku en casa, aunque hace un momento que mi padre ha venido a recogerlo porque se había encontrado contigo y le habías dicho que era mejor que lo cuidase él, que seguramente nosotros tendríamos otras cosas que hacer y no podríamos ocuparnos de Fugaku.

-       ¿Qué? - le pregunté muy sorprendido.

Eso sí que no me lo esperaba. ¿Por qué Minato se había llevado a Fugaku y más después de haberme dejado claro que no quería nada conmigo? ¿Qué demonios estaba pasando?

-       Yo no le he pedido que cuidase de mi hijo – le dije serio – Naruto, algo raro está pasando con Minato.

-       ¿De qué hablas? - me preguntó preocupado.

-       Ha estado actuando muy raro estas últimas horas – le expliqué.

-       ¿Crees que Orochimaru le está controlando? - me cuestionó alterado.

¿Podría estar esa serpiente detrás de todo esto? No estaba seguro, esta mañana no parecía como si le estuviesen controlando pero... a decir verdad, tampoco le había visto bajo la influencia del poder de Orochimaru por lo que no podía saber la diferencia.

-       No lo sé, pero será  mejor que le encontremos. Tiene a mi hijo y no puedo arriesgarme a que le haga daño.

-       Avisaré a Sasuke e intentaremos localizarlos.

-       De acuerdo – le dije y ambos nos fuimos del barrio Uchiha a toda prisa.

 

Minato Namikaze POV

 

¿Había mentido a Itachi? ¡Sí! Sé que era el mayor mentiroso de todos los tiempos, había leído su informe, fue el mejor espía que Konoha pudo tener, estaba acostumbrado a mentir pero yo también podía mentirle, podía engañarle y todo… ¿Para qué? Para que no me descubriera, para que dejase que me marchase.

Salté en la siguiente rama con velocidad y pasé sin mirar atrás a la siguiente. En mis brazos llevaba aquellas mantas envueltas y tenía que llevarlos a la guarida, tenía que llevárselo a Orochimaru, eso me decía una y otra vez mi cabeza, no había vuelta atrás. Sentía cómo mi cuerpo iba solo, hacía rato que ya no podía pensar por mi mismo, todo eran órdenes y más órdenes, mentir a Itachi… raptar al pequeño Fugaku, ir a la guarida, entregarlo a Orochimaru… había mentido a todo el mundo, me mentía a mí mismo y lo sabía, me estaba convirtiendo en un mentiroso peor que Itachi.

A cada paso que me alejaba de la Villa sentía cómo mi corazón se rompía más y más. Amaba a Itachi Uchiha pero había secuestrado a su hijo, tenía que llevarlo con Orochimaru y sabía… que en cuanto lo tuviera me mataría, yo ya no le serviría para nada pero ya nada me importaba, yo tampoco servía para nada, no tenía nada en esa Villa, me acusarían de traición, Itachi no me perdonaría esta mentira, mi familia… mi familia no perdonaría este secuestro, yo era la oveja negra de esta maldita familia, les había decepcionado a todos, pero luchar contra este sello no había sido nada fácil.

Estudié mucho para quitármelo, quizá… sólo quizá si hubiera habido un Uzumaki en quien pudiera haber confiado me habría quitado el sello, pero el único Uzumaki que conocía era mi hijo Naruto y él me había puesto de niñera a Itachi para vigilarme, nadie se fiaba de mí ¿Por qué tendría que haberme fiado yo de ellos? En realidad hacían bien en no confiar en mí. Me daban la espalda un solo segundo y esto es lo que pasaba, que estaba de camino hacia Orochimaru con el pequeño Fugaku en brazos.

Pensé en todo lo que le había dicho a Itachi y una lágrima resbaló por mi mejilla. Me dolía haberle dicho todo aquello. No amaba a Kakashi, tampoco sentía que había sido sólo sexo entre nosotros, quería pensar que hubo sentimientos, que sentía algo por mí, que lo que yo sentí por él era real y no una mentira del que me controlaba pero ya no sé lo que era mío propio y lo que me ordenaban, no podía distinguir mi realidad y eso me frustraba. Era mejor para todos que me marchase, era mejor para todos que muriese y eso es a lo que iba, estaba en camino de mi muerte, lo sabía sin necesidad de confirmarlo. Mentir a Itachi era lo más difícil que había tenido que hacer, lo más doloroso pero a la vez, lo más satisfactorio, porque no dejaría que sufriera al verme morir, no dejaría que muriera él tratando de salvarme a mí que ya estaba perdido.

Llegué a la guarida quedándome detenido en el centro de la gran sala y permaneciendo a oscuras. Limpié con la manga de mi chaqueta la lágrima que había resbalado al pensar en Itachi y permanecí completamente quieto mirando en mi otra mano ese revoltijo de mantas. Aquí terminaba todo, aquí terminaba mi vida, mi misión, mi cometido, volvería al reino de los muertos de donde nunca debía salir.

Frente a mí salió una figura cubierta con una capa negra. Se acercaba a paso lento y sé que venía a por este niño. Mi mano se apretó entre las mantas agarrándolas con mayor fuerza pero permanecí quieto. Pensé en Itachi. ¿Me estaría buscando por lo de su hijo? Esperaba que no, pero no estaba seguro.

-       Buen trabajo Minato – escuché aquella voz frente a mí - Has conseguido traer al mismísimo hijo de Itachi Uchiha – sonreía – Sabes… una vez traté de obtener sus ojos, pero Itachi me derribó en un golpe, ni siquiera vi su habilidad, un chico asombroso. Supongo que si no puedes con su padre, coge a su hijo y aquí está, me lo has traído – decía Orochimaru mientras yo agarraba aún la manta en mis manos – Dámelo, Minato.

Me tensé, me quedé quieto en este abrumador silencio, en mitad de esta gran sala en la que retumbaba el eco de sus palabras y otra lágrima resbaló de mis ojos sólo por haber escuchado el nombre de Itachi.

-       No llores Minato – me dijo aunque yo mantenía mi rostro agachado ocultando mis ojos con mi flequillo - ¿Creías que alguien como Itachi podría enamorarse de ti? Estás muerto Minato, tu cuerpo sólo se mueve porque yo lo permití, ese sello me ha dejado ver y sentir todo lo que tú hacías en esa villa. ¡Menudos revolcones con Itachi! – sonrió – Podía sentir cómo te enamorabas Minato, sentía tus dudas, tus miedos y he disfrutado mucho viendo cómo sufría Itachi por ti sin saber que le engañabas, que le mentías para arrebatarle a su hijo.

-       No… no le mentí – le dije.

-       Tus sentimientos no le mentían – me dijo – pero tú le mentiste, le ocultaste lo que te ocurría para no involucrarle en tu problema, eres como los Uchiha, soberbio pensando que podrías arreglarlo solo, sin pedir ayuda a nadie. Reconozco que tuve miedo en algún momento cuando empezaste a enamorarte, creí que le contarías a Itachi lo que te ocurría, pero no, aquí estás.

-       Yo no soy como los Uchiha – le dije.

-       ¿No? ¿Entonces por qué no se lo contaste?

-       Porque no quería ver sufrir a nadie más – le dije claramente – si lo hubiera dicho, habrían tratado de ayudarme, habrían tratado de encontrarte y matarte, seguramente podrían haber muerto ellos y no iba a generar más muerte por alguien como yo que ya estaba muerto.

-       Qué noble… no esperaba menos del cuarto hokage, no quiere que nadie muera por él. Dame a ese Uchiha.

-       Cógelo – le dije decidido y cuando se acercó a cogerlo, dejé la manta en sus manos desapareciendo y sacando un Kunai apuntando a su corazón.

Orochimaru fue más rápido que yo… en realidad no era cuestión de ser rápido, era cuestión de que este sello se activó cuando ataqué evitándome hacerle daño. Caí al suelo retorciéndome de dolor mientras escuchaba el ruido metálico de mi kunai caer a unos centímetros de los pies de Orochimaru.

-       ¿Crees que puedes atacar a tu creador? – me gritó - ¿Tan estúpido crees que soy? Jamás dejaría una creación suelta que no pudiera controlar. ¿Te duele? Espero que sí porque voy a ver cómo te retuerces de dolor hasta que mueras.

No podía dejar de gritar, mis oídos no dejaban de escuchar ese pitido agudo, mi cabeza no dejaba de doler, mi cuerpo no se movía excepto por el temblor que provocaba el dolor que sentía. Abrí un ojo aún sosteniéndome los oídos tratando de aminorar ese maldito ruido, viendo cómo Orochimaru destapaba las mantas para encontrarse con nada… absolutamente nada y enfadado, se acercó hasta mí golpeándome en el estómago mandándome contra la pared.

-       ¿Dónde está? – me preguntó - ¿Dónde está ese crío? ¿Qué has hecho con él? Vi como lo cogías, vi como lo traías.

No contesté, ni podía ni quería. Engañar a Orochimaru era como quitarle un caramelo a un niño, lo complicado era engañar a Itachi, pero con Orochimaru… él no era rival ni siquiera para las mentiras de alguien tan inexperto como yo.

 

Flashback

Había mentido a Itachi en sus narices y ni siquiera lloré, tenía muy claro por qué le mentía, por salvarle y por él haría lo que fuera. Notaba el control del sello pero empezaba a entender un poco cómo funcionaba. Cuando dejaba de intentar luchar con él, se relajaba, cuando la persona que me controlaba veía que hacía lo que quería, bajaba la guardia dándome la oportunidad de actuar.

Cuando me marché y vi cómo Itachi se iba en dirección contraria, me acerqué a la casa de Naruto y con una gran sonrisa pedí que me entregase a Fugaku para cuidarlo, una sencilla excusa como que me importaba por si ellos tenían algo que hacer y tenía a Fugaku en mis brazos. Era como robarle un caramelo a un niño, tenía al hijo de Itachi Uchiha tapado en las mantas y dormido.

Me metí en mi casa para no levantar sospechas y desde allí me teleporté lejos del clan Uchiha llevándome a Fugaku. Estaba a mitad camino de mi destino cuando se despertó y frené en seco en uno de los tejados.

-       Nato – me dijo sonriendo y yo le di un beso en la frente.

-       Duerme Fugaku – le dije con calidez – voy a llevarte a un buen lugar, te lo prometo. Tu padre vendrá pronto a por ti.

Lo llevé a la casa de Iruka, más que nada porque había sentido el chakra de Kakashi allí, sabía que él lo protegería, pero cuando llegué no estaba, en su lugar, estaba Iruka que se llevó un susto de muerte al verme entrar por la ventana. Yo me sonrojé un poco cuando se le cayó la toalla que llevaba envuelta a su cintura del susto que le di, pero enseguida la cogió tapándose de nuevo.

-       ¿Qué formas son esas de entrar? – me preguntó.

-       Lo siento, no tengo mucho tiempo. He dejado una copia en movimiento para que no sospechen.

-       Ey… ¿Estás en peligro? – me preguntó preocupado.

-       No – le mentí – toma, llévaselo a Kakashi o a Itachi.

-       ¿Por qué tienes tú al hijo de Itachi? – me preguntó de nuevo pero yo aproveché a darle al niño durmiendo quitándole las mantas.

Cuando le di el niño, Iruka tuvo que soltar de nuevo la toalla para que no se le cayese la criatura al suelo y se quedó allí desnudo. Supongo que no fue muy bueno por mi parte hacer eso, pero me aseguraba que desnudo no saldría detrás de mí. Desaparecí frente a él mientras escuchaba aún cómo insistía en que le contase qué pasaba, pero yo no tenía tiempo para explicaciones, me vigilaban y sólo tenía unos segundos que mi copia me daría para poder hacer el cambio. Al final… sólo llevaba unas mantas vacías en mis manos, es lo único que podía hacer para proteger a la familia de Itachi, era lo único que podía hacer para proteger a mi familia.

 

Fin Flashback

 

-       De verdad te enamoraste de él – me dijo Orochimaru – prefieres morir con tal de salvar a ese niño, a un niño que ni siquiera es tuyo, prefieres morir antes que decepcionar a Itachi. No tengo ningún reparo en matarte pero tengo una idea mejor y es que Itachi vendrá a por ti, estoy seguro de eso.

-       No vendrá – le susurré ya que el dolor apenas me dejaba hablar – le mentí, le herí, le traicioné… sólo fue sexo – le dije mientras sentía que una lágrima caía de mis ojos.

-       Estoy seguro de que vendrá a por ti, Itachi es un hombre que se deja llevar por su orgullo, en cuanto se dé cuenta de tu trampa vendrá como un gato en celo a por ti. Le daremos un buen recibimiento Minato – dijo sonriendo.

 

Itachi Uchiha POV

 

Estaba muy preocupado por mi hijo, no sabía dónde estaba ni dónde se lo había llevado Minato, pero ahora mismo no soportaba más esta ansiedad. Ya perdí a su madre en el parto sin poder evitarlo y no iba a perderle a él también, no a mi hijo, eso no lo permitiría jamás. Iba a destrozar definitivamente a Orochimaru por haber estado controlando a Minato, él no debería haber estado involucrado en todo esto y todo… por unos ojos, por la maldita codicia.

-       ¿Lo has encontrado? – preguntó mi hermano alcanzándome.

-       Aún no – le dije.

-       Aparecerá – intentó calmarme.

Desde que Sasuke había recuperado su visión… ni siquiera parecía utilizarla como antes, supongo que en estos años había aprendido a utilizar más sus sentidos y no depender sólo de su vista, eso lo hacía mejor Ninja ahora. Estaba pensando en ello cuando sentí un chakra conocido que se acercaba por detrás y supe que era el de mi hijo. Me detuve en seco viendo cómo mi hermano también se detenía y me giré observando cómo llegaba hasta nosotros Iruka con mi hijo en sus brazos.

-       ¡Dios mío! –exclamé corriendo en dirección contraria y cogiendo a Fugaku en brazos.

Yo había estado muy asustado, pero él sonreía y me tiraba de la nariz pidiéndome jugar como siempre hacía. Ni se había percatado de todo lo que pasaba, para él todo era un juego, una excursión.

-       Papá – sonreía Fugaku - ¿Nato? – preguntó extrañado y yo también sentí curiosidad.

-       ¿Dónde está? – le pregunté a Iruka.

-       Me lo dejó y se marchó, parecía alterado y con mucha prisa.

-       Se ha marchado – me dijo Sasuke – no hay nada de su chakra en toda la villa, hemos revisado todos sus sellos… no está en la Villa. ¿Dónde estará?

-       Apuesto lo que sea a que está con Orochimaru – le dije – se ha marchado a su muerte.

-       ¿De qué hablas? – preguntó mi hermano.

-       Estos últimos días no paraba de decirme que iba a morirse, le prometí que no dejaría que eso pasara, pero está pasando, van a matarle. Tengo que encontrarle – le dije marchándome.

-       Itachi… espera, no hagas locuras, no puedes ir solo.

Dejé a Fugaku con Iruka de nuevo diciéndole que volvería más tarde mientras él me gritaba que no me fuera así sin más, que él no sabía cuidar bebés. Desde luego Sasuke me siguió y en el camino se unieron Naruto y Kakashi, al cual me extrañó bastante ver por aquí, supongo que no lo hacía por mí, sino por Minato.

No tardamos mucho en llegar a la guarida de Orochimaru pero sus guardias trataron de impedirnos la entrada. Los tres me abrieron un pasillo para que pudiera entrar a buscar a Minato mientras ellos se quedaban a ocuparse de los secuaces. Cuando llegué a la sala, Minato estaba en el centro tumbado. No podría decir si estaba vivo o muerto.

Me acerqué hasta él con rapidez pasando mi brazo bajo su cuello para incorporarle levemente. Tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad, su cuerpo se desintegraba poco a poco y supe que se moría allí mismo. Abrió sus ojos al sentirme y trató de sonreír.

-       Eres idiota – me dijo – vete de aquí Itachi, sabes que es una trampa.

-       Lo sé – le dije – pero te prometí que no morirías.

-       Ya estoy muerto – me dijo – vete, sé feliz con tu hijo, cuida de mi familia. ¿Vale?

-       No lo permitiré, vas a volver conmigo a Konoha – le dije pero en realidad creo que me mentía yo mismo y lo supe cuando una lágrima me resbaló cayendo en la mejilla de Minato.

-       Un Uchiha llorando, jamás creí ver que a Itachi Uchiha enamorado de alguien – escuché a Orochimaru al fondo viniendo hacia nosotros – has apuntado muy alto chico… ni más ni menos que enamorarse del cuarto hokage.

-       Espérame unos minutos Minato, acabaré con él y te quitaré ese sello.

-       Vale – me dijo aunque creo que ya se había rendido hace mucho, sólo lo decía para no llevarme la contraria.

Ya vencí una vez a Orochimaru, podía hacerlo y lo sabía, ahora era mucho más fuerte que antes. Dejé a Minato tumbado de nuevo y me incorporé mirando fijamente a Orochimaru. Nuestra batalla comenzaba aquí. No le di mucha tregua a Orochimaru, ataqué con todo lo que tuve y lo cogí en varias ilusiones, pero no esperé jamás que el mismo Minato acabase atacándome. Le esquivé de milagro y es que intuí que Orochimaru estaría controlándolo con el sello, al menos su cuerpo, porque le veía llorar, aún podía ver en su mente al Minato original diciéndome que me fuera, que le olvidase… pero no podía, no podía olvidar a ese chico rubio, yo no abandonaba a un compañero y menos si era al que amaba.

Alcanzar a Minato era imposible, ni siquiera mis ojos le veían cuando me atacaba y escuchaba gotas de sangre caer, me estaba hiriendo, era mi sangre la que caía y aunque él no quería hacerlo, no podía evitarlo. Me centré más, tenía que centrarme en su velocidad hasta que lo vi, lo vi moverse hacia mí y cogí su muñeca deteniéndole. Minato se sorprendió pero cuando vio cómo cogía su nuca obligándole a mirarme a los ojos, él ni siquiera los cerró, me facilitaba meterle en la ilusión, es lo que buscaba, intentaba ayudarme.

Lo metí en ella diciéndole que le amaba, le metí en aquella ilusión escuchando cómo me pedía perdón y se desplomaba en el suelo. Orochimaru no se podía creer que lo hubiera detenido pero mi pelea no era contra el cuarto hokage, era contra él y me iba a pagar todas las que le había hecho a mi familia. Le ataqué, pero no vi cuando su katana venía hacia mí, la vi tarde… demasiado tarde. Noté el empujón que me tiró al suelo y al abrir los ojos estaba Minato frente a mí de pie con la espada clavada. No podía creerlo, él se había metido en medio, me salvó.

Me levanté corriendo hasta él y le quité la katana sosteniéndole de la cintura. Su rostro cayó en mi hombro susurrándome que me amaba antes de que sus piernas fallasen y nos fuéramos los dos al suelo.

-       Ey vamos, quédate conmigo Minato – le pedí pero él no respondía – Quédate conmigo maldita sea – le grité – tú no… tú no puedes morir aquí, te prometí que te salvaría – grité una y otra vez y al final… lloré, no pude evitarlo más.

-       ¿Papá? – escuché detrás de mi a Naruto con lágrimas en los ojos que venía corriendo – Papá – dijo lanzándose a abrazarlo llorando igual que yo.

Fue Sasuke quien al entrar y ver el panorama, tuvo que gritarme para que saliera de mi trance y acabase con nuestro enemigo. Lo hicimos juntos al final, pero incluso sabiendo que mataba a Orochimaru… el dolor no desaparecía, había perdido a Minato.

Su cuerpo fue llevado a Konoha para ser enterrado nuevamente y en los siguientes meses… para mí todo desapareció, las misiones dejaron de tener sentido, Fugaku no dejaba de preguntarme por Minato y yo no sabía qué contestar… vencimos a Orochimaru pero… ¿A qué precio? Perdí al hombre al que más amé en mi vida.

Un año entero pasó y hoy el cielo estaba nublado, era el aniversario por la segunda muerte de Minato y se supone que debía de ir, pero no sé si tenía fuerzas, mi vida ahora carecía de todo sentido, sabía que nada volvería a ser igual. Tan sólo tenía a mi hijo, él era lo más importante ahora para mí.

Acabé yendo a la conmemoración del cuarto Hokage, estaba bastante serio y tenía mis sentimientos bajo control hasta que vi en la lápida la fotografía de Minato sonriendo como siempre hacía, entonces es cuando tuve que retirarme un poco hacia unos árboles para llorar. Fue Naruto quien vino a verme y me abrazó intentando consolarme.

-       Todos le echamos de menos pero el dolor pasará – me dijo

-       No sé si puedo superarlo – le dije – le prometí que lo salvaría y… está muerto, dejé que lo matasen, le dejé solo y desconfié de él cuando se llevó a Fugaku, lo único que hizo fue mantenernos a salvo y yo no pude salvarle ¿Para qué sirve ser el genio Uchiha si no puedo salvar a la persona que amo?

-       Tienes que seguir adelante Itachi, sé que perder a Minato ha sido un duro golpe para todos pero… tienes que pensar en ti y en tu hijo, encontrar a alguien con quien seas feliz y que Fugaku desee estar como una familia.

-       Fugaku sólo quería a Minato como su padre – le aclaré – aún me pregunta por él y yo no sé qué decirle.

-       Naruto… déjame un momento a solas con él – escuché a mi hermano.

Sasuke apareció en aquel momento y Naruto deshizo su abrazo marchándose dejándome a solas con mi hermano.

-       No reconozco a este Itachi – me dijo serio – estoy harto de verte tambaleándote por las paredes, supéralo Itachi, no pudiste salvarle pero lo intentaste, quédate con que no le permitiste morir solo, murió en tus brazos, murió acompañado por ti y eso es más de lo que podías haber hecho. Orochimaru no iba a dejarle vivo y lo sabías. Investigué ese sello, lo estaba matando día a día, tenía un plazo de tiempo antes de que volviera a morir. Esa técnica no era como el Rinnegan, no podía aguantarlo vivo mucho tiempo.

-       Saber eso no hace que me sienta mejor, jugaron con Minato, lo trajeron aquí, hizo que me enamorase de él y ahora… sólo siento dolor y soledad en mi pecho.

-       Itachi… vete a casa, date una ducha y juega un rato con tu hijo. Acuéstate y descansa – me dijo – intenta reponerte de esta pérdida, ha pasado un año, Minato está muerto, tienes que rehacer tu vida.

-       Es fácil decirlo – le dije - ¿Qué habrías hecho si hubiera sido Naruto?

-       No habría pasado, antes muero yo que dejar que le hagan daño a él.

-       Pues espero que jamás tengas que pasar por algo como esto Sasuke, porque no puedes imaginarte lo que duele.

-       Sé lo que duele Itachi, tú mataste a toda nuestra familia, ¿recuerdas? Lo he vivido, sé lo que es la pérdida, por eso jamás dejaría solo a Naruto. Te enamoraste de un difunto, sabías que moriría tarde o temprano. Hazme caso… ve a casa y descansa.

¿Por qué mi hermano insistía tanto en que me fuera de esta conmemoración por la muerte de Minato y volviera a casa? No lo entendía pero cuando volví, Ino estaba jugando con Fugaku a unos rompecabezas. Le sonreí al verle intentando aparentar fortaleza y me senté a su lado jugando un rato con él mientras le agradecía a Ino por haberse quedado a cuidarle este rato. Cuando se marchó Ino aproveché para duchar a Fugaku, darle la cena y acostarle.

Ya iba a irme a la ducha con toda la faena hecha cuando escuché un golpe en la puerta. Alguien había golpeado y me llamaba para que abriera. Supuse que sería mi hermano o Naruto para que cuidase de sus hijos aunque creo que hoy estaba Tai por la casa. Me acerqué a la puerta viendo a través de los papeles el cabello de Naruto y sonreí… algo querría a estas horas. Abrí la puerta encontrándome con la sonrisa de Minato frente a mí y me paralicé.

-       Estoy en casa – me dijo sonriendo pero yo no podía moverme, mis ojos me causaban una mala pasada, seguro que era el cansancio, él no podía estar ahí frente a mi puerta.

Como yo no me moví, fue él quien se abalanzó sobre mí abrazándome y comprobé que era real, me estaba tocando, me estaba abrazando y mi corazón iba a salirse del pecho por todos estos sentimientos que tenía, pero yo no podía moverme, mi cuerpo reaccionaba hacia Minato pero mi cerebro aún trataba de asimilar esto.

-       ¿No te hace ilusión? – me preguntó ahora serio mirándome – será mejor que me marche entonces – me comentó separándose para irse pero yo le cogí de la muñeca antes de que se marchase.

-       D-dame un segundo – le dije - ¿C-Cómo…?

-       Yumiko y Natsume, creo – me dijo sabiendo a qué me refería – me parece que Sasuke ayudó también un poco. No soportaban verte tan deprimido y…

-       ¿Están bien? – le pregunté porque sabía que utilizar mucho el Rinnegan les dejaría ciegos, Sasuke ya lo había utilizado, Tai también, no quería que más gente se quedase ciega.

-       Están bien – me dijo – ninguno está ciego, pero no tentemos mucho más a la suerte ¿Vale? Vas a tener que protegerme mejor la próxima vez, no podemos estar reviviendo siempre que queramos – me sonrió como él hacía y yo sonreí también.

-       Te quiero – me lancé abrazándole y él se sobresaltó por mi acelerado impulso, por mi abrazo tan efusivo, pero yo sólo pensaba en hundir mi rostro en su cuello y dejarme llevar por su aroma, estaba aquí, estaba conmigo.

-       Yo… también te quiero, Itachi.

-       Te he echado mucho de menos – le dije llorando, acariciando su cabello pero sin soltar el abrazo, no quería soltarle por miedo a perderle de  nuevo, no quería perderle, no quería abrir los ojos y ver que desaparecía frente a mí.

-       Itachi… estoy aquí – me dijo como si supiera lo que pensaba – estoy aquí y vengo a quedarme, no voy a irme a ningún lado sin ti. ¿Dónde está Fugaku? – me preguntó sonriendo.

-       Durmiendo – le dije separando el abrazo por fin para mirarle a esos preciosos ojos.

-       Estupendo – me dijo entonces abalanzándose sobre mí besándome con pasión y le dejé, yo mismo acabé empotrándole contra una de las paredes del salón para besarle con desesperación.

Fue Minato quien cerró la puerta principal estirando su brazo mientras yo colaba mi lengua en su boca. Le había echado demasiado de menos, no podía dejar mis manos quietas. Tenía que tocarle, necesitaba tocarle y hacerme a la idea de que estaba aquí conmigo. Un año… todo un año y ya no aguantaba más mis ganas de estar con él, no podía evitarlo.

Besé su cuello y me negué a apartar mis labios de él, no quería perder el contacto ni un segundo, seguía teniendo miedo de que desapareciera, de que todo fuera una ilusión, así que mi mano izquierda se agarró con fuerza a su cintura reteniéndole contra mi cuerpo mientras con la derecha cogía sus muñecas elevándolas por encima de su cabeza.

Cuando le escuché gemir sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo ¿Cuánto había soñado con oír de nuevo sus dulces sonidos al sentir cómo disfrutaba conmigo? Ahora los tenía de nuevo aquí conmigo, esos sonidos que tanto me excitaban habían vuelto y me volvían loco, me encantaba escuchar gemir a este chico rubio.

Aparté mi mano de su cintura sólo para quitarle la bandana con el emblema de Konoha de su frente y escuché cómo caía al suelo provocando ese ruido metálico al caer. Acaricié su frente y le besé de nuevo con pasión bajando mi mano hacia su pecho, bajando la cremallera de su chaqueta grisácea con la que había venido.

Aproveché para meter mi mano por dentro de aquella chaqueta rompiendo su camiseta de dentro para poder tocar su piel. Gritó levemente al sentir cómo desgarraba su camiseta pero no se quejó, ambos deseábamos demasiado este momento como para preocuparnos de una camiseta rota. Toqué su pecho, sus pezones, su abdomen mientras le escuchaba gemir, mientras sentía como sus piernas temblaban levemente y lo presioné aún más contra la pared evitando con mi cuerpo que se cayese.

Sus labios no paraban de llamarme y seducirme una y otra vez, era incapaz de soltarlos, podía ver cómo se enrojecían por nuestros agresivos contactos pero ninguno se quejó, nos deseábamos demasiado y nos negábamos a soltarnos. Yo no podía aguantar más, había estado todo un año soñando con este chico, soñando que lo hacía mío una y otra vez, porque sólo en sueños podía tenerle, ahora estaba frente a mí y no podía controlarme más.

Bajé su pantalón hasta sus tobillos y él se desplazó un poco dándoles una patada para alejarlos. Lamí mis dedos para empezar a introducirlos en su entrada con lentitud. Sé que debía dolerle algo, pero él no se quejó, nunca le vi quejarse de nada de lo que yo le hacía, era mi alma gemela y lo sabía, no podía amar a nadie que no fuera a él. Cuando me posicioné para entrar en él, Minato subió sus piernas a mi cintura enrollándolas a ella para sostenerse mejor mientras yo empezaba a entrar en él buscando el fondo. Su estrechez me gustaba, me excitaban sus sonidos, sus gemidos, su forma en que agarraba las piernas a mi cintura, la forma en que se dilataba dándome paso.

Gemí cuando llegué al fondo y él me sonrió un poco forzado. Sé que le había dolido hasta ahí y cuando me moví supe que le dolía pero era normal. Intenté tener el máximo cuidado que pude, quería hacerle disfrutar y tras varios minutos moviéndome en él, lo conseguí. Todo su cuerpo temblaba, convulsionaba frente a mí y no podía dejar de gemir y jadear, yo tampoco podía llegado a este momento. Podía sentir cómo mi miembro dentro de él se hacía cada vez más grande, sentía el placer cuando sus paredes me apretaban y al final ante tanto placer, me corrí en él.

Salí de él y permanecimos un rato en el suelo sentados intentando recuperar el aliento de lo que habíamos hecho y aunque no pronunciamos ni una sola palabra por la falta de aire, nos miramos y empezamos a reírnos. De verdad que éramos un poco brutos los dos, pero le había echado tanto de menos en este año que no había podido controlarme.

-       ¿Una ducha? – le pregunté y él asintió.

Al final… lo que iba a ser una tranquila ducha, se convirtió en el segundo asalto de la noche, porque hoy estaba dispuesto a darle su mayor noche de placer, iba a hacer todas las rondas que mi cuerpo aguantase, todas las que el de Minato pudiera soportar, no iba a quedarme sólo en esto, quería recuperar todo el tiempo perdido que pude estar con él y no tuve.

Por la mañana cuando abrí los ojos, Minato estaba desnudo a mi lado, tapado con esa fina sábana blanca que habíamos hecho un revuelto y que sólo le cubría a él. Su cabello rubio en esa almohada blanca era lo más hermoso que había visto en la vida. Dormía bocabajo con una mano en la almohada y se la aparté un poco acariciando su mejilla, su oreja, su cabello, su cuello y su espalda. Él sonrió y cuando abrió los ojos, podía asegurar que veía el mar en ellos, un cielo abierto y despejado, eran tan azules que me hipnotizaban y me cautivaban, era el ser más hermoso que había visto nunca y su sonrisa me enloquecía.

-       Buenos días – me dijo sonriendo con dulzura.

-       Buenos días – le dije apoyando mi cabeza sobre mi mano mientras con la otra seguía acariciando su espalda – Te amo – le dije y él sonrió.

-       Y yo a ti. Menuda nochecita – me dijo sonriendo intentando desperezarse y yo aproveché a buscar mi pantalón y ponérmelo ante de volver a tumbarme a su lado.

-       Deberías ponerte algo, no creo que tarde en entrar el… - no me dio tiempo a terminar de explicárselo cuando abrió la puerta Fugaku restregándose un ojo con su puño.

-       ¿Papá? – preguntó mirándome.

-       Creo… que tienes una sorpresa por aquí – le dije sonriendo y Minato se incorporó mirando a Fugaku y tapándose más su intimidad con la sábana.

-       Bu – le dijo Minato sonriendo sacándole una gran sonrisa a Fugaku.

Mi hijo se acercó corriendo y saltó por encima de la cama lanzándose al cuello de Minato sonriendo.

-       Minato – dijo su nombre completo por primera vez.

-       Ey… cuánto ha crecido mi pequeñín – dijo Minato sonriendo - ¿Cuántos años tienes ya? Como veinte por lo menos – le exageró y Fugaku empezó a reírse señalándole con la mano tres dedos.

-       Tengo tres tonto – le decía sonriendo.

-       ¿Tres? – decía Minato riéndose - ¿Sólo tres? Pero si tienes que verte… mira que grande, ya eres todo un hombrecito.

-       ¿Qué tienes en el cuello? – le preguntó Fugaku y miré el cuello de Minato rojo y lleno de marcas por mis mordiscos.

-       Un mosquito… un mosquito muy grande me ha atacado esta noche – le dijo Minato sonriendo – y esta noche… me encargaré de cazarlo – dijo mirándome con una sonrisa.

-       ¿Por qué no has venido a verme? - le preguntó Fugaku un poco triste.

Minato se quedó callado durante unos segundos, se había sorprendido por la pregunta de mi hijo, pude notar que no sabía qué contestarle y me miró buscando una explicación y yo le negué con la cabeza queriendo decirle que no le habíamos contado nada sobre lo que le ocurrió. Minato volvió su vista hacia mi hijo y con una de sus tranquilizadoras sonrisas le habló.

-       Estuve en una misión muy importante que ha durado mucho tiempo. Siento no haber podido venir a verte antes – le explicó mientras le acariciaba la mejilla – Te he echado mucho de menos, Fugaku, no sabes cuánto – le dijo mientras le abrazaba fuertemente.

-       ¿Volverás a irte? - le cuestionó mi hijo desanimado.

-       No, te prometo que jamás me separaré de tu lado... siempre y cuando quieras que me quede contigo y con tu papá.

Pude notar un deje de miedo en la voz de Minato por la respuesta que pudiera recibir por parte de mi hijo. Fugaku separó ligeramente su cabeza del pecho de Minato para mirarle con una gran sonrisa en su rostro.

-       Sí – gritó muy feliz – quiero que tú seas mi papá también.

Me alegré mucho de oír que mi hijo aceptaba a Minato como parte de la familia y que lo veía como una figura paterna también. Vi que la cara de Minato pasaba de una expresión de sorpresa a otra de completa felicidad y depositaba un dulce beso en la frente de Fugaku para después volver a estrecharle entre sus brazos. Me sentí dichoso ante tal escena, las dos personas que más amaba en este mundo, se aceptaban mutuamente y se querían mucho por lo que no pude evitar unirme a su abrazo. Ésta era mi familia ahora e iba a hacer todo lo que estuviese en mi mano para protegerla y para que jamás nadie volviese a separarnos, aunque me costase la vida en el intento.

-       Entonces, ¿te parecería bien que Minato y yo nos casásemos? - le pregunté a mi hijo.

Minato me miró anonadado por la repentina propuesta de matrimonio, pero ahora que lo había recuperado no quería perder el tiempo ni un segundo más, quería formar una familia con él, estar para siempre juntos.

-       Sí – volvió a gritar Fugaku muy feliz - ¿Tendrás que usar un vestido de novia? - le preguntó a Minato.

Ambos nos quedamos mirándolo sorprendido, no esperábamos para nada esa pregunta por su parte. Estallé en carcajadas por la ocurrencia de mi pequeño, hacía mucho tiempo que no me reía así, incluso se me escapó alguna lágrima de la risa. Minato se quedó observando a Fugaku y luego a mí sin poder reaccionar, pero al ver el ataque de risa que me dio, comenzó a sonreír y después se unió a mí desternillándose también. Fugaku nos miraba con un puchero en sus labios, se había molestado porque nos estábamos riendo de su comentario.

-       ¿Por qué os reís tanto? - preguntó ofendido.

-       ¿De dónde has sacado la idea del vestido de novia? - le pregunté una vez que pude calmarme.

-       De la tía Ino. Ayer estaba mirando una revista y dijo en voz alta que ojalá hubiese habido vestidos como ésos cuando se casó – nos contó.

De nuevo sonreí por la inocencia de mi pequeño, aunque creo que debería comenzar a decir de nuestro pequeño. Para mí, Fugaku era tanto mi hijo como el de Minato, aunque no me olvidaba que había sido Karin quien le había traído a este mundo.

-       Pero eso sólo se lo ponen las mujeres – le expliqué – Minato no llevará uno de esos vestidos... a no ser que él quiera – le dije mientras miraba a mi rubio con una sonrisa divertida.

Minato me miró fingiendo molestia pero podía sentir que se reía por la idea de casarse con un vestido de novia.

-       No, gracias – me respondió sonriendo – Me parece que no es mi estilo.

Seguimos riéndonos y charlando durante un rato más hasta que recordé que Minato seguía desnudo bajo las sábanas.

-       Fugaku, ¿qué te parece si vamos a preparar un delicioso desayuno para los tres mientras dejamos que tu nuevo papá se duche? Démosle una buena bienvenida – le sugerí con una sonrisa en mis labios.

Nuestro pequeño aceptó encantado y salimos de la habitación dejando a Minato para que pudiera asearse y vestirse, no sin antes guiñarle un ojo con complicidad y mi rubio me sonrió de la misma forma.

Tras disfrutar de aquella mañana para nosotros tres solos, fuimos a casa de mi hermano. Quería agradecerles a todos por haber traído de vuelta a Minato, sé que no lo hicieron solamente por mí, seguramente también por Naruto y los niños, al fin y al cabo también eran su familia, pero aún así sentí que debía hacerlo. Pasamos toda la tarde en familia, Naruto dejó a Temari a cargo del poco papeleo que le había quedado el día anterior, supongo que tenían todo muy bien planeado para darme aquella sorpresa.

En un momento en el que estábamos los cuatro disfrutando de una taza de té mientras los niños jugaban en el patio, decidí hablar con Naruto y con mi hermano sobre mi futura boda con Minato. Sé que quería pasar el resto de mi vida junto a él pero necesitaba saber que el resto de mi familia estaba de acuerdo con ello, entendía que podía complicar un poco nuestra situación familiar.

-       Naruto – llamé a mi cuñado nervioso aunque supe camuflarlo muy bien.

-       ¿Qué ocurre? - me preguntó curioso.

-       Quería tu consentimiento para casarme con tu padre – le dije lo más directo que pude.

Naruto me miró serio y por un instante temí que se negase pero al segundo siguiente se echó a reír, lo cual me tranquilizó bastante.

-       Tenemos una familia de lo más peculiar – dijo entre risas – Parece que yo fuese el padre al que le estás pidiendo la aprobación para casarse con su hijo.

-       Entonces, ¿te parece bien? - le pregunté dubitativo.

-       Por supuesto que sí, Itachi. Ya sabía lo mucho que le amabas y estoy convencido de que eres la persona correcta para hacer feliz a mi padre. Además, dudo que me hicieseis caso aunque me opusiera a vuestra relación, conozco de primera mano lo tercos que podéis llegar a ser los Uchiha – me dijo divertido.

En toda nuestra conversación, Minato había estado ligeramente colorado debido a la vergüenza mientras que mi hermano nos observaba divertido con su sonrisa de medio lado. ¡Era un situación de lo más surrealista! A pesar de todo, no podía sentirme más feliz, pronto estaría casado con el hombre al que amaba y mi hijo tendría otro padre que le quería como si fuese suyo propio también.

Varios días después, celebramos nuestra boda en el patio de nuestra casa con nuestra familia y nuestros amigos, incluso Kakashi apareció junto a Iruka y me felicitó con sinceridad. Supongo que ya no sentía nada por Minato o quizás ya no tanto porque se le veía feliz junto a Iruka, parecía que en ese año Kakashi había decidido pasar página y comenzar una relación con aquel agradable profesor. Me alegré por él aunque hubiese sido mi rival en el amor durante el pasado.

La ceremonia fue de lo más hermosa y tranquila. Minato y yo llevamos un haori y el hakama tradicionales, para decepción del pequeño Fugaku que aún seguía con la idea de que Minato debía llevar un traje de novia y continuaba sin comprender que esos vestidos solían llevarlos las mujeres. Al acabar la fiesta, Naruto y mi hermano se llevaron a Fugaku con ellos para que mi esposo y yo pudiésemos disfrutar al máximo de nuestra luna de miel... y vaya que la disfrutamos. Creo que no dejamos ni un sólo rincón de nuestra casa donde no lo hiciésemos como animales en celo.

A las pocas semanas de casados, la idea de aumentar la familia acudió a mi mente y se lo comenté a Minato. Me apetecía mucho tener otro miembro más en nuestra pequeña familia, quizás deberíamos adoptar a algún niño o niña aunque lo que realmente me apetecía era tener uno biológico con Minato.

-       Minato – le llamé.

-       ¿Qué pasa, Itachi? - me dijo somnoliento.

Era de noche y ambos estábamos en nuestra cama descansando tras una agotadora sesión de sexo. Tenía a mi esposo entre mis brazos y le acariciaba su espalda mientras él hacía lo mismo con mi pecho.

-       ¿Te gustaría tener un hijo conmigo? - le pregunté directo.

Él levantó su rostro para mirarme a los ojos y me sonrió dulcemente.

-       Por supuesto que sí pero pensé que quizás esperaríamos un poco más, creí que más adelante adoptaríamos a algún niño – me contestó sin entender a lo que me refería.

-       Ésa era una de las ideas que tenía en mente pero lo que realmente deseo es tener un bebé contigo.

Minato no supo cómo reaccionar, me miraba atónito y con la boca ligeramente abierta.

-       Pero, Itachi, los dos somos hombres... ¿cómo se supone que vamos a tener un bebé juntos? - me preguntó consternado.

-       Recuerda que Naruto tuvo a los mellizos. Él sabe cómo transformarse por completo en mujer, él podría ayudarnos, nos podría enseñar el jutsu y podríamos intentarlo. ¿Qué te parece? - le dije ilusionado.

Minato pareció meditar mis palabras con tranquilidad, supongo que estaba considerando las ventajas y los inconvenientes de aquella situación.

-       ¿Y quién de los dos aprendería la técnica y se quedaría embarazado? - me preguntó divertido y yo le sonreí.

-       La verdad es que me encantaría verte llevando a nuestro bebé. Creo que estarías realmente tierno con una barriga de embarazado.

-       Ey, ¿y por qué tengo que ser yo? - fingió estar molesto pero aún sonreía divertido.

-       Te prometo que si te quedas embarazado ahora, para la siguiente vez seré yo el que use la técnica de Naruto para tener a nuestro siguiente bebé. ¿Qué te parece mi oferta? - le propuse.

Me miró divertido durante unos segundos pero después se puso serio y se quedó pensativo.

-       ¿No crees que sería un poco peligroso? Tengo entendido que necesitó mucho chakra para aguantar durante nueve meses y yo ya no tengo la otra mitad del Kyuubi en mi interior – me dijo preocupado.

Lo bueno de que mi hermano junto a la ayuda de mis sobrinos hubiesen resucitado a Minato, es que ahora tenía todos sus recuerdos. Recordaba todo su pasado antes de morir la primera vez, recordaba cuando fue resucitado durante la cuarta guerra y también todo lo que ocurrió después de que Orochimaru le reviviese.

-       Naruto necesitó tanto chakra porque tenía a dos bebés en su interior. Estoy seguro de que podremos conseguirlo. Yo te ayudaré con mi chakra, soy muy fuerte, tengo de sobra y tú también eres muy fuerte, no por nada fuiste el cuarto hokage.

-       Pero, ¿y si vienen dos también?

-       Entonces, le pediremos ayuda a mi hermano, a Naruto y, si hace falta, a nuestros amigos. Dudo que tengan algún problema en ayudarnos – le tranquilicé.

Minato se relajó con mis palabras y me besó con dulzura. Me encantaban sus labios, eran tan suaves y tan adictivos, podría estar toda mi vida besándolos y saboreándolos sin parar.

-       Está bien, intentémoslo. Pero recuerda que para el siguiente será tu turno – me dijo con diversión en su voz.

-       Como quieras – le contesté muy feliz antes de lanzarme a por sus labios de nuevo.

Aquella noche volvimos a unir nuestros cuerpos para celebrar que pronto aumentaríamos la familia. Al día siguiente, fuimos a casa de mi hermano y hablamos con Naruto para contarle nuestros planes y pedirle su ayuda y, aunque no se esperó para nada que le pidiésemos algo así, aceptó enseñarnos su jutsu. Yo también lo aprendí por si en el futuro me tocaba cumplir con mi  parte del trato. Tras unas pocas semanas, Minato y yo dominamos por completo el oiroke no jutsu, no por nada éramos los genios de nuestros clanes. Sasuke se divirtió mucho viéndome como mujer, se burlaba de mí diciéndome que cuando me transformaba no cambiaba demasiado, que el pelo largo ya lo tenía.

En cuanto aprendimos la técnica, Minato se transformó en mujer y yo traté de dejarle embarazado o, en este caso, embarazada. Tras varios intentos, por fin mis espermatozoides hicieron su trabajo y dejaron embarazado a mi esposo. Me sentí el hombre más feliz del mundo y Fugaku también estaba muy contento por convertirse en ese momento en hermano mayor, decía que iba a jugar mucho con el bebé y que le querría y protegería muchísimo y eso me hizo aún más feliz. Al principio, a Fugaku le costó un poco acostumbrarse a ver a Minato como mujer pero cuando lo hizo, cuidó de él en todo momento.

Tras unos nueve meses después, en el que compartí mi chakra con Minato para mantener su forma de mujer, nos encontrábamos en el hospital de Konoha. Había sido una larga noche en el que estuve al lado de mi esposo mientras dilataba lo suficiente para dar a luz a nuestro bebé. Pude ver su rostro de sufrimiento y de esfuerzo mientras empujaba pero en cuanto pusieron en sus brazos a nuestra hija, se le llenaron los ojos de lágrimas por la alegría y no paró de sonreír ni un momento. Yo también lloré con él mientras le daba un beso a nuestra pequeña y le decía a Minato lo mucho que le amaba. Estaba realmente feliz y aliviado, porque tuve miedo de que pudiese volver a repetirse la situación de Karin y que Minato muriese durante el parto pero para mi tranquilidad, no ocurrió ningún contratiempo.

Ahora estábamos en una habitación para que Minato pudiese descansar. Ya había vuelto a la normalidad y estaba recostado en la cama con nuestra pequeña en brazos mientras yo estaba sentado a su lado abrazándole y observando a ese pequeño ser vivo. Tocaron a la puerta y di permiso para que pasase a quien estuviese al otro lado. Por la puerta entraron mi hermano, que tenía a Fugaku en brazos, Naruto, que llevaba un jarrón con flores frescas, y mis sobrinos. Sasuke se acercó a nosotros y dejó a mi hijo en la cama, el cual miraba muy feliz a su hermanita.

-       Es muy pequeña – comentó - ¿cómo voy a jugar con ella? - preguntó preocupado.

-       Tú también fuiste así de pequeño y mírate ahora lo grande que estás – le sonreí.

-       No te preocupes, tu hermanita crecerá y podrás jugar con ella – le tranquilizó Minato.

Todos se habían colocado alrededor de la cama para ver a la pequeña pero a una distancia prudente para no agobiar a Minato o al bebé.

-       Vaya, es la primera Uchiha rubia que va a haber en la familia – comentó mi hermano – Ya tenemos todo el repertorio, varios niños morenos, una niña pelirroja y ahora una rubia – dijo con diversión.

-       Y tiene los ojos azules – le dije sonriendo – me parece que físicamente ha salido a los Namikaze. Va a ser  una niña muy guapa, como su padre – y miré a Minato feliz.

-       Fugaku, vas a tener que protegerla de niños indeseados que se le acerquen demasiado – le dijo Sasuke a mi hijo, pero éste le miró sin entender a lo que se refería.

-       Y, ¿ya habéis pensado un nombre? - nos preguntó Naruto.

-       Creo que es justo que Minato elija el nombre que quiera, para algo ha pasado nueves meses con nuestra pequeña en su interior – contesté a Naruto pero sin dejar de mirar a mi esposo.

-       ¿Estás seguro? - me preguntó Minato y yo le respondí muy seguro que sí – Kaoru – dijo tras mirar las flores que había traído Naruto y que estaban cerca de la cama – Su nombre será Kaoru.

-       Es un nombre muy bonito – dijo Natsume.

Todos coincidieron con él. También pensaba que era un hermoso nombre porque cada vez que me llegase la fragancia natural de mi pequeña, recordaría uno de los momentos más felices de mi vida.

-       Papi, tengo una duda – se dirigió Yumiko a Naruto.

-       Dime, Yumi, ¿qué duda tienes? - le contestó mi cuñado.

-       Si el abuelo está casado con el tío, ¿ahora es nuestro tío también o el tío Itachi es nuestro abuelo? Y, Kaoru, ¿es tu hermana o tu sobrina? ¿Es nuestra tía o nuestra prima? - preguntó confusa.

Todos nos quedamos callados  de la impresión. Creo que nadie esperaba que Yumiko llegase a preguntar algo como eso, ni siquiera creo que nadie llegase a pensar que una niña tan pequeña llegase a esas conclusiones por sí sola. Todos nos miramos sin saber qué contestarle porque esa pregunta no tenía una respuesta sencilla.

-       Eso no importa, cariño – le contestó al final Naruto – lo importante es que somos una familia y nos queremos todos sin importar quién sea qué – le dijo sonriendo dulcemente.

Yumiko miró a su padre sin estar totalmente convencida de la respuesta pero tras unos segundos, levantó los hombros con indiferencia y sonrió junto a su padre. Todos nos relajamos y sonreímos también. Naruto tenía razón, éramos una familia sin importar que no fuese una muy normal o típica, lo importante es que nos queríamos mucho y estaríamos ahí para el resto en todo momento.

No podía creer lo afortunado que era. Había tenido una segunda oportunidad cuando me resucitaron, pude estar con mi hermano como siempre deseé, tuve un hijo maravilloso y pude enamorarme de la persona más maravillosa del mundo y formar una estupenda familia con él. No podía pedir nada más, por lo que me pasaría el resto de mi vida cuidando y haciendo feliz a toda mi familia por completo... tenía una segunda oportunidad en esta vida y la aprovecharía al máximo junto a mis seres queridos.

 

FIN

 

Tema: Desesperante sumisión: el maestro del trueno

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