Sangre del Pasado

 
 
 
 

 

Resumen:

Minato Namikaze era un apuesto doncel que tenía todo en su vida, dos hijos gemelos, Naruto y Deidara, además de un chico rescatado de la calle y un trabajo de abogado de oficio que le permitía mantener a su familia, pero el 3 de Noviembre, todo cambió para él, su pasado volvió con nombre propio y es que la familia Uchiha, se había mudado a Seattle, dónde él residía con su familia.

Ahora Minato tratará de alejar a sus hijos de los hijos de Fugaku Uchiha, el causante de todo su sufrimiento. En su intento por protegerles, no se da cuenta de que sus hijos cada vez caen más y más en las manos de los Uchiha y es que… ¿Quién puede resistirse a los encantos de un Uchiha? ¿Qué es lo que oculta Minato a sus hijos?

 

Autor: Fullbuster

 

 

Capítulo 1: Seattle

Minato Namikaze POV

Me desperté aquella mañana por el molesto ruido del despertador y aunque me encantaba dormir, me levanté con entusiasmo de comenzar un nuevo día y es que me encantaba mi trabajo. Me había graduado en la Universidad de Harvard en Derecho y tras mudarme hace dieciséis años a la ciudad de Seattle tratando de formar una nueva vida junto a mis hijos, había comenzado a trabajar para una oficina de abogados de oficio.

No cobraba mucho, lo justo para poder mantener a mi familia pero aunque era una gran desventaja sabiendo lo que otros compañeros de mi carrera llegaban a cobrar por sus servicios y trabajo, a mí me satisfacía saber que ayudaba a jóvenes en problemas o familias en apuros, ver sus sonrisas cuando ganaba los juicios era la mayor de mis recompensas, no podía pedir nada más y es que yo… aunque no era bonito decirlo, fui el mejor de mi curso, saqué las mejores notas y podía haber trabajado donde hubiera querido, pero no era lo mío trabajar para grandes empresarios, lo mío era esto, ayudar a los pobres y me gustaba mucho.

Hacía un año que había acogido en mi casa a un chico de la calle con problemas. Venía de uno de los barrios más problemáticos de la ciudad, su madre le había abandonado para irse con otro hombre a vivir lejos, al parecer el niño le molestaba en sus planes y en cuanto al padre… estaba en la cárcel por un asunto de problemas con drogas. Todo esto había dañado el carácter del chico y ahora a sus veintiún años, gracias a mí empezaba a cambiar su actitud de chico de barrio pobre, ya no se metía en tantos problemas.

Hidan había tenido la mala suerte de nacer en una familia mal estructurada y quizá fue por eso por lo que comenzó a robar coches y juntarse con mala gente. Le habían detenido hace un año por un delito de allanamiento y es que a él y a sus amigos no se les ocurrió otra cosa que entrar a destrozar el mobiliario de un instituto, justamente al que iban mis hijos.

Yo me hice cargo de su caso y conseguí a parte de su tutela porque yo sabía que no era un mal chico… que redujeran su condena a servicios comunitarios dentro del instituto, arreglando los desperfectos que había ocasionado y a la vez, ayudando en la limpieza del centro por un periodo de dos años. Para mí, era un poco exagerada su pena, pero la verdad es que al ver su cambio de actitud me daba cuenta de que quizá le iba bien, le alejaba también de sus antiguos amigos que tan mala vida le hicieron llevar.

Me vestí y salí a la cocina para preparar los desayunos. Hidan fue el primero en levantarse y ayudarme a servir las cosas, era un gran chico. Seguido a él, mis dos hijos gemelos no tardaron en llegar bromeando entre ellos como siempre y sentándose a la mesa para desayunar. A sus dieciséis años, yo aún los veía como mis dos niños más que dos adolescentes, siempre serían mis niños y no me daba cuenta de que se convertían cada día en más hombrecitos.

Cuando les vi aparecer por la cocina sentándose a desayunar, supe que había tomado la decisión correcta al continuar con mi embarazo. Toda mi familia me dio la espalda cuando se enteraron, yo fui la vergüenza de la familia al quedarme embarazado y me echaron a la calle como a un perro, pero por suerte, conseguí este trabajo. Ahora tenía dos magníficos gemelos rubios de ojos azules de dieciséis años que se querían con locura y que no conocían a sus abuelos, yo era toda su familia.

Por suerte para mí, que Deidara se hubiera dejado el cabello largo era una ventaja, porque los diferenciaba rápidamente y es que ambos eran tan parecidos, que incluso yo llegué a confundirme alguna vez y eso… que Naruto tenía unas peculiares marcas en sus mejillas que me ayudaba también a identificarles.

La relación de hermanos que ambos disfrutaban no podía ser mejor, aunque a veces discutían como todos los hermanos, la verdad es que se querían con locura, muchas veces se habían quedado los dos dormidos abrazados el uno al otro en la cama o hasta en el sofá. También tenía suerte en casa, porque nunca me dieron problemas, acataban mis normas y decisiones como la de traer a Hidan a esta casa a vivir.

El único gran problema que tenían y me traía de cabeza, es que habían heredado mi físico, es decir… ambos nacieron donceles y eso me preocupaba mucho, había gente que nos intentaba utilizar para darles niños, decían que éramos más seductores y se encaprichaban y otros… nos odiaban por lo que podíamos hacer y nos trataban mal, así que siempre les enseñé que debían ocultar lo que eran hasta que estuvieran completamente seguros de la pareja que elegirían para compartir el resto de sus vidas.

Hidan últimamente estaba muy sobreprotector y yo empezaba a dudar si era el vivir con tres donceles lo que le tenía así, ya que podía sentir nuestra seducción y vernos diferentes o que quizá… ya nos conseguía ver como a su familia y por eso protegía tanto a mis hijos. No podía estar seguro de lo que era, pero me preocupaba que fuera excitación por mis hijos lo que le moviera, porque mis hijos eran demasiado jóvenes aún para pensar en chicos y menos en Hidan que tenía veintiún años, era demasiado mayor para ellos. Pero debía reconocer, que mis hijos eran guapos, inteligentes y desprendían ese toque que volvía loco a todos, llevaban de cabeza a muchos hombres aunque ellos realmente no pensaran en esas cosas aún.

Naruto era el más joven de los gemelos, por tan solo dos minutos. Él había salido bastante atolondrado, era un trozo de pan y antes, era muy hiperactivo, siempre hablaba con la gente animadamente y era extremadamente sociable, pero desde hacía meses su actitud había cambiado radicalmente, ahora sólo hablaba con su hermano prácticamente, al menos en el instituto, ya no tenía amigos, habían dejado de venir por casa y se había vuelto solitario. No se le daban nada bien los estudios pero en el deporte era el mejor, estaba en el equipo de Lacrosse aunque últimamente hasta hablaba de dejarlo, no sé qué es lo que haría, muchos le animaban a que continuase, el director del centro, sus compañeros o su entrenador, pero a él no parecía gustarle mucho, era como si hubiera perdido la emoción, no sé que le ocurría y hablaba poco, se había vuelto reservado, era un Naruto que ya no reconocía desde hacía meses.

Su hermano Deidara, dos minutos mayor que él era extrovertido, un gran estudiante pero un negado para el deporte, era realmente torpe, podía tropezar hasta con sus propios pies, supongo que el ser propenso a los accidentes hacía que no tuviera amigos, casi todos se reían de él por lo torpe que era, pero tenía un cerebro brillante, era el que mejor notas sacaba en el instituto y los profesores le adoraban, otra de las cualidades por las que no tenía nunca amigos. Por suerte… ambos hermanos siempre estaban juntos y eso les ayudaba, no estaban solos en los recreos aunque a mí me habría gustado que hubieran estado con más gente, que tuvieran amigos. Realmente Deidara no era popular, era el pobre chico del que se reían y Naruto… aunque era el gran deportista famoso y todos querían acercarse a él, este pasaba de todo el mundo, no saludaba, no hablaba con ellos, sólo iba con su hermano. Eran tan parecidos físicamente y tan distintos psicológicamente que hasta a mí me sorprendía.

Cuando terminaron de desayunar, se marcharon al instituto acompañados de Hidan y es que trabajaba allí por mandato del juez y yo tras recoger la mesa y lavar lo del desayuno, me marché hacia la oficina.

Entré con una gran sonrisa, mi vida ahora era perfecta, mis hijos y mi trabajo lo eran todo para mí y aunque a veces echaba de menos a mi familia, sabía que no volvería jamás a saber de ellos después de que me tirasen a la calle. Puede que aún me sintiera algo culpable porque al fin y al cabo… fue mi culpa quedarme embarazado, debí tomar protecciones pero lo hecho… hecho estaba y no podía cambiarlo, tampoco habría querido, tenía dos hijos maravillosos que no cambiaría por nada del mundo.

La etapa de adolescente y estudiante de Universidad la había dejado muy atrás y no quería volver a vivirla ni recordarla, fue una de las etapas más bonitas y más trágicas de mi vida, todo eso había quedado en mi oscuro pasado, un pasado que no quería volver a recordar, al que me prometí jamás volver ni contarle a mis hijos.

Actualmente, llevaba un caso de despido improcedente, pues una antigua amiga mía, Kushina, había tenido problemas con una gran empresa y me había pedido ayuda ya que no tenía mucho dinero y necesitaba un buen abogado que le ayudase en los trámites legales y en la denuncia a la empresa. Yo era el mejor en mi trabajo, me había graduado con las mejores notas y sabía muy bien lo que hacía, pero mi gran sorpresa fue encontrarme en aquel despacho de la reunión a la mismísima familia Uchiha, dueña de la empresa más grande y prestigiosa de Nueva York, una de electrónica e informática. Frente a mí estaba Obito Uchiha, director de las empresas Uchiha y su flamante hermano pequeño Fugaku Uchiha, abogado… y mi profesor en la universidad, mi mentor…

Me preocupó todo aquello, porque yo sé que era muy bueno, había estudiado mucho para poder colocarme en esta empresa pero Fugaku… él era el mejor de todos, yo lo aprendí todo de él, sabía mis trucos porque eran los suyos propios y ahora… no sé si podría tener posibilidades de vencerle en un juicio ¡Yo había aprendido todo de él!

Fugaku al girarse y encontrarse conmigo, se quedó congelado en el sitio, no me esperaba pero es que yo tampoco esperaba que mi pasado volviera a perseguirme, mi etapa de universidad había quedado muy atrás, llevaba diecisiete años sin haberle visto, desde que dejé la carrera y lo peor de todo… es que yo siempre estuve enamorado de él, pero era mi profesor, era un amor imposible para mí y lo sabía, ahora estaba de nuevo frente a mí ese hombre y ya no era mi profesor.

¡Mi pasado había vuelto para atormentarme!

Capítulo 2: Instituto.

Naruto Namikaze POV

Una de las grandes ventajas de hacerme mayor es que por fin tenía mi propia habitación desde hace unos meses, pero ahora… tanto tiempo peleando por este derecho y resulta… que echaba de menos a mi hermano y la mitad de veces, me iba a su cuarto a dormir con él y es que… siempre había dormido con él, era una costumbre difícil de quitar, era mi hermano, le adoraba y aunque a veces discutíamos, le quería demasiado, tanto como él me quería a mí, de eso estaba seguro.

Nuestro padre siempre había trabajado muy duro para que no nos faltase de nada, así que en sus ausencias, sólo estábamos mi hermano y yo, nos cuidábamos mutuamente y nos protegíamos, si alguien le fuera a hacer daño a mi hermano… tendría que vérselas conmigo, porque jamás lo permitiría como Dei tampoco lo haría si quisieran hacerme daño a mí, me gustaba nuestra relación, no podía vivir sin mi hermano.

Mi hermano lo era todo para mí, además era muy ingenuo, aunque era mayor que yo… ¡por dos minutos! Le tomaban el pelo enseguida y se dejaba, era tan bueno mi hermano que todos intentaban aprovecharse de él y eso no me gustaba nada. En realidad, era de esas personas que confiaban demasiado en la bondad de la gente, de las que creen que todas las personas son buenas y no es así, él era demasiado confiado y no quería que le hicieran daño.

Creo que Dei jamás había tenido un novio, yo tampoco realmente… pero desde el accidente que tuve, jamás pensé en tenerlo, rehuía a los chicos y aunque no dije nada por vergüenza y por no preocupar a mi hermano ni a mi padre, yo jamás había vuelto a ser el chico risueño, alegre y extrovertido de antes, me había recluido en mi mismo, ya no tenía amigos, no me fiaba de nadie y me había vuelto el doble de sobreprotector con mi hermano por miedo a que le pasara como a mí.

De todas formas y aunque yo ya no quería saber nada de novios, tenía mi sexualidad muy clara igual que mi hermano, nos gustaban los chicos y eso también nos lo callábamos como nos callábamos que éramos donceles por mandato de papá. La gente nos habría mirado extrañados, nos habría tratado como bichos raros y yo no quería eso, ya lo pasábamos bastante mal en el instituto los dos como para que encima nos tratasen mal, aunque mi hermano lo pasaba peor que yo… creo, al menos en cuanto a niños y es que los niños pueden llegar a ser muy crueles, más que los adultos.

Mi hermano era de los que soñaban o creían que existía el amor a primera vista, era muy enamoradizo, si un chico le hubiera dicho de salir con él, se habría enamorado perdidamente y yo estaba convencido de que le habría traicionado, Dei lo habría dado todo por esa relación y le harían daño, porque el amor a primera vista, el chico perfecto no salía de un día para otro, generalmente nunca era el primer amor, la vida era larga y era una búsqueda incesante, pero mi hermano no lo veía, creía que el primer amor sería el definitivo y me daba miedo que le hicieran daño con esa mente loca que tenía.

Yo era muy desconfiado, temía decir que era homosexual por si se metían conmigo, quizá ese miedo se lo pasé a mi hermano, porque él tampoco quiso decir nada, creo que ese era uno de los motivos por el que no se permitió tener novio tampoco aunque era bastante más extrovertido de lo que era yo ahora. Supongo que antes nos parecíamos mucho, pero mi desilusión de la vida vino rápido tras el accidente, yo jamás volvería a ser el mismo, mi corazón estaba roto, mi mente destrozada y mi confianza en la gente hecha añicos, nadie podía ayudarme ya, sería así de antisocial el resto de mi vida y me daba miedo quedarme solo, quizá por eso me acercaba tanto a mi hermano, tenía miedo de la gente y sus traiciones pero también de la soledad, sólo confiaba en mi hermano y en mis padres.

Caminamos calle abajo y Dei siempre sonreía, me encantaba su sonrisa, me animaba a mí y era con el único con quien había vuelto a sonreír, a nadie más le enseñaba mi sonrisa, siempre estaba serio y mi hermano era el único privilegiado, él lo sabía y aunque trataba de animarme a hacer amigos, yo no quería, le tenía a él, era todo lo que necesitaba, no confiaba en la gente, siempre me traicionaban y estaba cansado de eso, eran falsos, se acercaban a mí porque era popular en el deporte, sólo me querían por provecho, para sacar algo a cambio y yo no quería gente interesada, mi hermano era genial, él nunca me pedía nada, me sonreía porque quería hacerlo y me hablaba porque nos llevábamos bien, no necesitaba gente falsa a mi lado teniendo a mi hermano.

Dei siempre saludaba a todos los compañeros de su clase que se cruzaba en el camino pero yo veía las miradas de ellos, como si Dei fuera un bicho raro y lo odiaba, él no lo era, era un cerebrito, estudiaba mucho y sacaba buenas notas y sólo porque el deporte no se le diera bien o fuera un torpe que tropezaba hasta con él mismo, no les daba derecho a juzgarle como lo hacían, porque él no tenía amigos, nadie quería estar cerca de Dei a menos que necesitasen ayuda con los deberes o en caso de estudiar para levantar sus notas, odiaba esa actitud interesada, pero mi hermano era tan ingenuo que creía que eran amigos suyos y les ayudaba… no se daba cuenta de que sólo le utilizaban. No lo soportaba, odiaba que tratasen así a mi hermano y hacía que siguiera pensando que la gente era asquerosa, seguían haciendo que me recluyese más y más en mí mismo y no hablase con nadie, no intentase hacer amigos, no confiase en nadie.

A mí lo que más me extrañaba desde hacía ya bastante tiempo, era el comportamiento de Hidan y es que conmigo no hablaba tanto, supongo que por mi forma introvertida de ser, pero sí hablaba mucho con Dei y éste sonreía siempre, pero así era mi hermano, nunca le vi triste, él siempre ponía una sonrisa al mal tiempo. Hidan últimamente estaba muy pegado a mi hermano y yo creo… que le gustaba un poco Dei, siempre estaba muy encima de él y aunque en casa mantenía las distancias supongo que por mi padre, cuando él no estaba, siempre estaba encima de él, que si una caricia, que si te quito algo de la mejilla, que si te has dejado algo aquí… siempre tocando a mi hermano. No le había visto propasarse con él, pero a mí me daba la sensación como si intentase cuidarle, como si intentase ligar con él y mi hermano era muy ingenuo, si ligaban con él sabía que acabaría cayendo en el amor.

A mí lo único que no me gustaba de Hidan era su pasado criminal, la gente con la que había ido porque no sé si aún seguía con ellos, yo esperaba que no y es que si llegase a salir con mi hermano no quería esa vida para él, mi hermano era muy inteligente, tenía un brillante futuro por delante y no quería que se lo arruinasen. Además… Hidan tenía veintiún años y mi hermano tan solo dieciséis, no lo veía muy claro, era muy mayor para él o yo lo veía así. Para mí, mi hermano seguía siendo como un niño pequeño, no le veía teniendo sexo aún, yo tampoco me veía así, en realidad… yo nunca estaría con un chico por culpa de ser introvertido y no confiar en nadie.

Yo a Dei… le defendería toda la vida, era mi hermano, no quería que le hicieran daño, puede que yo jamás tuviera pareja, pero no podía impedirle a Dei que la tuviera, él era dueño de su propia vida, pero sí le defendería, no dejaría que nadie pudiera abusar de él o destrozarle el corazón, yo siempre estaría allí para ayudarle con lo que fuera.

Al llegar al instituto, entré por el edificio y no me di cuenta hasta varios pasos después de que mi hermano se había quedado atrás hablando animadamente con Hidan. Suspiré porque ese chico no tenía remedio, era demasiado amable con todo el mundo, daba confianzas y eso es lo que más me preocupaba, que se aprovechasen de él. Estaba aún caminando por el pasillo con la mirada atrás cuando me choqué contra la espalda de alguien, por poco me caigo al suelo pero por suerte, conseguí mantener el equilibrio.

Aún me quejaba por el golpe cuando el chico se giró a mirarme y yo aprovechaba para disculparme por el golpe que le ha había dado. Me sorprendió porque era un chico al que no había visto nunca por el instituto, un alumno nuevo seguramente pero es que era guapísimo. Puede que yo no confiase en la gente y no volvería a hablar con él, pero mirar no era un delito y es que era guapo, no era ciego, sólo desconfiado.

Era un joven de ojos oscuros y cabello negro azabache, con un cuerpo muy trabajado, seguramente porque hacía deporte intenso y llevaba una mochila a la espalda. Cuando él me habló, su voz me pareció muy varonil, muy seductora y no pude evitar sonrojarme un poco aunque intenté camuflarlo como pude.

-       ¿Estás bien? – me preguntó cortésmente.

-       Sí – le dije – lo siento

-       No te preocupes – me contestó con seriedad.

-       Naruto – escuché la voz seca del director llamándome la atención – vete a clase ya si no quieres un parte – me dijo y entonces, me di cuenta de que el timbre para clase estaba sonando.

No perdí tiempo y aunque no me gustó la contestación y el tono del director, estaba acostumbrado a que me tratasen así todos, porque sólo me trataban bien los días de partido y querían ganar, entonces era el mejor, pero en días de clase, yo era sólo el peor estudiante al que podían pisotear. Me callé y seguí caminando hacia clase con algo más de rapidez para que no volvieran a llamarme la atención y pasé de ellos girándome mientras caminaba por el pasillo para ver a aquel joven. Al girarme me di cuenta de que aunque el director le hablaba, él no prestaba atención, mantenía su mirada fija en mí y yo aparté la mía de él con rapidez sonrojándome ¿Por qué seguía mirándome ese chico?

Entré en clase y el profesor me miró con extrañeza, me echó una bronca por llegar tarde y tras dejarme en ridículo frente a los alumnos, me hizo sentarme en mi sitio. Ni siquiera prestaba atención en clase, estaba acostumbrado a que creyesen que yo era como mi hermano, que debía ser el estudiante modelo como él, pero yo no tenía su cerebro, él era inteligente yo un atolondrado, él era malo en deportes y yo muy bueno, ¿Cuándo se darían cuenta de que éramos diferentes? Aún así, por mucho que me comparasen con él, jamás conseguirían que le tuviera celos o envidias, amaba a mi hermano, le quería con locura, siempre podría contar conmigo como yo contaba con él. La verdad es que él también debía soportar que le comparasen conmigo en deporte donde era malísimo.

Aquel chico moreno del pasillo cruzó mi mente y es que era guapo o a mí me lo había parecido, sin embargo, intenté borrarle de mi mente, no era para mí, yo siempre estaría solo, no quería novios, no necesitaba amigos ¡Yo era y sería siempre un solitario!

Llevaba diez minutos sentado sin escuchar cuando la puerta se abrió y entró el director acompañado de aquel chico moreno de mirada profunda que cruzaba de vez en cuando mi mente. Me sorprendió aquello y él en cuanto me vio allí sentado, sus ojos no dejaron de mirarme pasando del resto de la clase.

Allí le dejaron y se sentó un par de asientos por detrás de mí, aunque no paró de mirarme mientras caminó por el pasillo hasta su sitio. Me puso nervioso y me sonrojé, pero no quise demostrárselo y desvié mi mirada como si él no me importara en absoluto. Al finalizar las clases, estaba recogiendo cuando el chico se acercó a mi mesa.

-       ¿Naruto, verdad? – me preguntó a forma de Saludo – Soy Sasuke

-       No lo tomes a mal Sasuke, pero tengo algo de prisa – le dije – lo siento enserio – me disculpé y aunque vi su mano allí para que se la estrechase, yo no quise tocarle, no tocaba a nadie nada más que a mi hermano desde hacía meses.

Sentía ser desagradable, pero yo no era como mi hermano, tenía problemas con los chicos y me negaba a que me tocasen, le tenía algo de miedo y desconfianza. Me habría gustado saludarle como se merecía, parecía un buen chico, pero mi actitud extrovertida había desaparecido hace ya demasiado tiempo, nadie volvería a romperme el corazón, nadie volvería a acercarse a mí, ni siquiera los que parecían buenas personas, porque luego… siempre me traicionaban.

 

Capítulo 3: Hogar.

Sasuke Uchiha POV

¡Nueva ciudad, nueva casa, nuevo instituto! Como odiaba cambiar mi vida cuando ya tenía todo montado, mi familia, mi casa, mis amigos, era mi vida y ahora me la habían destrozado sólo porque mi padre había pedido dar clase en otra universidad, además de ayudar a mi tío con un problema legar que había tenido con una antigua trabajadora suya.

Hoy me había despertado con desgana y me dio más pereza aún cuando vi las cajas llenas con mis cosas y me desesperaba… ahora tendría que recoger todo de nuevo, ya tenía mi vida montada en Nueva York y ahora… tenía que volver a montarlo todo. Ni siquiera sabía dónde estaban mis cosas, ¡entre todas esas cajas! y no me apetecía buscarlas. Estuve por montarme un excusa y no ir al nuevo instituto, que pereza… los nuevos compañeros de clase, nuevos amigos, odiaba todo eso, sobre todo lo de ser el nuevo, eso es lo que más detestaba igual que mi hermano… y eso que mi hermano ya tenía veintiún años y estudiaba en la universidad, pero también le costaba mucho entrar de nuevo a mitad curso.

Mi hermano entró de golpe en mi habitación y como era su maldita costumbre… sin llamar, porque como según él éramos hermanos… no pasaba nada por entrar, aunque yo siempre le pedía que llamase por si estaba desnudo… a lo que él me contestaba que no tenía nada del otro mundo que no hubiera visto, él tenía lo mismo que yo entre las piernas y no se asustaría, pero a mí me cabreaba que violase mi intimidad, no porque tuviera vergüenza, que eso me daba igual, me había visto mil veces desnudo como yo a él, pero quería que llamase, era algo conocido como “privacidad” no quería que entrase si me estaba masturbando… por poner un ejemplo.

Mi hermano aunque me dio los buenos días ni se percató en mí, se había ido directamente hacia las cajas y rebuscaba entre ellas con desesperación buscando algo. A mí me ponía de los nervios esa energía que tenía por las mañanas, no sé que buscaba, pero gracias a nuestro padre y su estúpida idea de mudarnos, todo estaba en cajas y no sabíamos dónde estaban las cosas hasta que lo ordenásemos, pero habíamos llegado tan tarde, que no habíamos tenido tiempo, así que buscar entre tantas cajas era completamente una locura. Yo sólo veía a Itachi abrir cajas y cajas, pasar de una a otra y desesperarse por no encontrar lo que se supone que buscaba.

-       ¿Qué buscas Itachi? – le pregunté.

-       MI libro de estructuras - me dijo – tengo clase en menos de una hora y no lo encuentro, lo necesito urgente para la Universidad.

-       Uf ¿Vas a buscarlo entre todas esas cajas? – le pregunté.

-       Sasuke… - me dijo serio – lo necesito urgente – me aclaró de nuevo.

-       Está bien, voy a ayudarte a buscar – le dije levantándome y buscando entre mis cajas un pantalón que ponerme, porque yo dormía desnudo.

Encontré un pantalón corto de deporte y me lo puse para cubrir mi desnudez al menos mientras ayudaba a mi hermano a buscar entre las cajas su libro. Me daba un poco de envidia mi hermano, porque él ya con veintiún años estaba en la universidad y aún así… no era el típico hermano que se metía conmigo, él siempre me protegía de todo, venía a buscarme siempre al instituto a la salida, porque antes venía nuestra madre ¡Aunque se le olvidaba casi siempre venir a recogerme!, pero desde que se sacó el carnet de coche Itachi, había decidido venir él y no faltaba ni un día, siempre era puntual, algo que me indicaba cuánto me quería y me cuidaba. Yo estaba sacándome el carné ahora, porque a los dieciséis años aquí en Estados Unidos, podíamos sacarlo y deseaba tener coche.

-       Odio las malditas ideas de papá – se quejó mi hermano – siempre su trabajo por delante de la familia, odio las mudanzas – me gritaba frustrado por no encontrar las cosas.

-       Papá y su trabajo… ya sabes cómo es, hasta mamá está cansada de esto – le dije – ya sabes que papá siempre se mueve por su trabajo y nos arrastra a los demás… oh… lo encontré – le dije sacando el libro.

-       Gracias Sasuke – me agradeció cogiendo el libro para salir de la habitación y es que llevaba prisa, iba a llegar tarde.

Mi madre era una persona algo rara, puede que fuera extraño que yo dijese algo así de mi propia madre, pero es que realmente… tampoco era una persona que yo la notase enamorada de mi padre, de hecho… nuestra relación era muy mala, la había pillado varias veces acostándose con mi entrenador de Lacrosse en Nueva York quien encima… era hermano mayor de mi padre, se llamaba Madara Uchiha ¡Increíble! Yo no sabía si debía contar esto o no y mi hermano, aunque se lo dije y su relación con mi madre también cambió radicalmente, no sabía si contarlo o no. La verdad es que mi madre nos había hasta amenazado si le contábamos algo a mi padre y eso había empeorado nuestra relación con ella. En parte me sabía mal decírselo a mi padre, no quería hacerle daño con esta noticia, así que había amenazado a mi madre para que cortase esa relación y ahora esperaba que Madara, estando en Nueva York y nosotros aquí en Seattle dejasen de verse ¡Aunque lo dudaba!

Por lo menos con mi hermano me llevaba bien, aún dudábamos los dos si contárselo a mi padre o no, no queríamos destrozar la unidad familiar, pero la verdad, es que mi madre iba a la suya y no soportaba ver lo que le hacía a mi padre, como le engañaba. No sé como acabaría la cosa, pero esperaba que mi madre recapacitase, ahora empezaba a dudar hasta de si nos quería, porque sé que era capaz de hacer cualquier cosa para quedarse con Madara, incluso era capaz de abandonarnos por él y eso lo sabíamos mi hermano y yo, nos preocupaba la situación familiar tal y como estaba ahora.

Cuando bajé a desayunar, mi madre se había marchado a clase de Yoga… total… a mí me daba igual que estuviera en casa o no, mejor si no estaba, no aguantaba verla desde que la descubrí en su traición. Mi hermano ya se había marchado porque llegaba tarde y mi padre estaba dando el último sorbo a su café porque tenía prisa por ir a una reunión importante con el abogado de la trabajadora de la empresa de nuestro tío Obito, que había puesto la denuncia, una tal Kushina.

-       Deséame suerte hijo – me dijo mi padre con una sonrisa mientras me daba un beso en la frente.

-       Buena suerte papá – le dije sonriendo y es que con mi padre me llevaba realmente bien y me dolía saber todo esto de mamá y no poder contárselo – seguro que te sale perfecta la reunión.

-       Esperemos.

-       Ya verás que sí, eres el mejor abogado que conozco – le sonreí – no pierdes ningún caso.

-       A mi vuelta me cuentas que tal el instituto.

-       Claro – le dije.

Fui al instituto caminando yo solo y tuve que coger un metro porque estaba lejos y mi hermano ya se había marchado porque llegaba tarde, generalmente me llevaba mi padre, pero hoy no podía por la reunión. Cuando llegué al instituto, el director me estaba esperando para mi incorporación al centro. El propio director quería acompañarme a mi clase y presentarme las instalaciones para que no me perdiese y es que con la reputación de mi padre, supongo que querían mantenerle contento.

Estaba a mitad recorrido cuando un chico rubio de ojos espectacularmente azules chocó contra mi espalda por culpa de andar despistado mirando hacia atrás. Se disculpó con rapidez y no cayó al suelo de milagro. El director de mala manera lo mandó a clase al sonar el timbre y de todo aquel encuentro, sólo descubrí que se llamaba Naruto, porque el director le había llamado así.

A mí me pareció un chico muy interesante, callado, reservado, solitario, pero a la vez muy dulce y seductor, me gustó la forma en que se sonrojaba. Cuando me pillaba mirándole me encantaba. Sonreí sin prestar atención a la explicación del profesor y es que ¡Ese chico tenía que ser mío! Aunque no sabía aún cómo me acercaría a él, porque de verdad que parecía un chico muy solitario y me causaba dudas que no estuviera todo el colegio tras él con lo guapo que era.

El director al verme despistado con el joven me aclaró que era uno de los peores estudiantes del instituto, pero que era un gran deportista, jugaba en el equipo de Lacrosse y me sorprendió, porque yo iba a entrar en ese club, jugaba muy bien al Lacrosse y me gustaba la idea de que fuera a ser mi compañero, más cuando me dijeron que era un gran jugador, ya estaba deseando verle jugar, decían que era el máximo anotador.

En el camino hacia clase, nos cruzamos con otro chico rubio de cabello largo, pero si no fuera por el pelo, juraría que era idéntico al chico que había chocado contra mí. El director esta vez se comportó de manera muy educada con el chico, le tenía un gran respeto y lo mandó a clase con cortesía. Creo que entendí tras su explicación de que era el mejor estudiante… porque trataba a unos alumnos de forma educada y a otros no. Lo que tuve claro gracias al director, es que aquellos dos eran gemelos, eso me resultaba aún más impresionante, pocos rubios de ojos azules como ellos había visto en mi vida y es que eran realmente guapos, los tíos deberían estar haciendo cola por ellos.

Cuando me dejó el director entrar en clase, el profesor me pidió que me sentase en una de las sillas libres del fondo y al pasar por el pasillo, vi a Naruto. Sus ojazos se pusieran en mi y se sonrojó al reconocerme, me pareció hermoso en aquel momento con las mejillas sonrojadas pero enseguida apartó su mirada de la mía como si intentase rehuirme y me di cuenta al momento, que ese chico escondía algo en su interior que no quería contar, algo le había pasado para rehuir a la gente como lo hacía y preferir la soledad. Yo estaba dispuesto a descubrir cuál era su gran secreto para no juntarse con nadie, porque aunque yo siempre era muy serio, lo de él me sorprendía, porque era demasiado solitario.

Al finalizar la clase, me acerqué a él con la intención de mantener una conversación y presentarme, de hacer una nueva amistad, pero tal y como supuse, sus ojos demostraban miedo, no cogió mi mano y se marchó rápido colocando una excusa barata. Desde luego a ese chico le había pasado algo en su vida o en su pasado, pero yo no me rendiría, ese chico me había llamado la atención.

Le vi en el patio sólo, sin hablar con nadie excepto su hermano, quien sonreía animadamente y entonces… sólo con su hermano, le vi sonreír por primera vez y tenía una sonrisa preciosa, encantadora, muy dulce y contagiosa. Lo único extraño, es que ambos iban solos siempre, como si no tuvieran amigos.

A mí tras verme atractivo los de clase, aunque era muy serio todos querían que me sentase con ellos, me habían invitado pero yo elegí un grupo que parecía normal, un tal Neji, Lee y Suigetsu. Ellos me explicaron lo que ocurría con esos dos chicos, a Deidara nadie se le quería acercar excepto a pedirle favores de estudio y a Naruto, aunque le intentaban hablar, sólo iba con su hermano, pero sí me dijeron que antes, años atrás, había sido como su hermano, muy sociable, hiperactivo, bromista y con muchos amigos, pero ahora era así, reservado, solitario y que sólo confiaba en su hermano. Además como nadie quería ir con Deidara para que no les tachasen de “empollones”, del típico preferido de los profesores, sólo Naruto estaba con él.

La verdad es que yo también tenía ventaja, aún no me conocían, porque yo era como Deidara, el estudiante modelo, quizá en algún momento, llegarían a tratarme como a él, con indiferencia y apartándome. Me daban algo de pena aquellos dos chicos, porque eran guapísimos, llamaban la atención enseguida con ese cabello rubio y sus ojos azules.

 

Capítulo 4: Universidad

Itachi Uchiha POV

Odiaba todo esto, nueva vida y nueva universidad, hacer ahora nuevos amigos, volver a empezar, creo que Sasuke lo odiaba tanto como yo este cambio, pero también reconocía que era una gran oportunidad profesional para nuestro padre y sinceramente… con todo lo que ocurría con mi madre, aunque él no supiera nada, a mí me parecía un buen cambio, porque mantendría alejada a mi madre de nuestro tío Madara.

Después de que Sasuke me contase como los había encontrado a esos dos, a mí me había hervido la sangre, porque estaba seguro de que mi padre aunque era algo estricto, también era un gran padre, era dulce con nosotros y si nos exigía tanto, era porque se preocupaba por nosotros, por nuestro futuro, pero jamás nos intentó decir cómo vivir nuestra vida, nos dejaba tomar nuestras propias decisiones y todo en casa se hablaba. Era un gran padre y no me gustaba como le estaba tratando nuestra madre.

Ahora hasta empezaba a dudar de si mi madre alguna vez quiso a mi padre, quizá sólo se casó con él porque estaba embarazada de mí, porque recuerdo que alguna vez de pequeño, ya pillé a sus amigas en las típicas “reuniones de chicas” cuando mi padre estaba trabajando donde le decían entre risas que dejase a mi padre si no le quería. Eso era algo muy duro para que escuchase un niño pequeño como yo en aquel entonces y aunque ahora estaba seguro de que seguramente le habría dejado, creo que el embarazo de Sasuke le vino de improviso y acabó rehusando esa idea de abandonar a mi padre porque… ¿Qué tenía mi madre? Nada, un trabajo en una asociación benéfica de la que no cobraba nada, todo el gran sueldo, nuestro dinero venía por el duro trabajo de mi padre, ella sólo se había quedado con él por comodidad, porque no tenía donde caer muerta si le abandonaba, pero ahora con Madara tras ella… hasta creí que esa posibilidad estaba teniéndola muy en cuenta.

Mi madre era capaz de marcharse con mi tío y abandonarnos, ya desde pequeño… yo me ocupaba de Sasuke mientras ella se dedicaba a ir de compras con sus amigas y gastarse el dinero de papá, mientras decía ir a reuniones importantes de la organización para la que trabajaba y luego la encontraba en un salón de belleza arreglándose el pelo. Mi relación con mi madre había cambiado mucho, si de pequeño en algún momento llegué a admirarla… ahora se había convertido en odio, no podía evitarlo al ver como trataba a mi padre, al ver cómo nos ignoraba como si no fuéramos sus hijos. Creo que nunca quiso tener hijos y cuando se quedó embarazada… nosotros fuimos su decepción, pero la familia de mi madre era tan importante, que su padre la obligó a casarse con mi padre para que no deshonrase la familia.

Yo en esta vida tenía clara una única cosa… quería estar con una persona que me llenase por completo, a la que amase de verdad, por la que daría cualquier cosa, una persona que me amase como yo lo haría con ella y aunque miles de chicas habían estado siempre tras de mí, yo no me había fijado en ninguna, tampoco en chicos… y había tenido muchos detrás de mí, pero es que no sentía nada por nadie, no había tenido la sensación de que eran las personas ideales para mí y seguía buscándola, porque tenía que estar ahí fuera, en este mundo tenía que existir la persona ideal para mí.

Sasuke era algo más rehúso a todo esto, él no creía en el amor a primera vista, había salido con más chicos pero nunca funcionó su relación, él era demasiado dominante, demasiado protector y quería que la otra persona demostrase que le querían, pero supongo que nadie se lo había demostrado. Mi hermano era todo un rompecorazones, pero realmente… también era un poco mujeriego en el sentido… de que le gustaba probar cosas nuevas, un día estaba con alguien y al día siguiente podía verle con otro, él siempre intentaba buscar la persona ideal probando a salir con ellos, yo no era así, no me hacía falta salir con ellos para saber que no eran para mí. Tenía la esperanza de que un día frente a mí apareciera esa persona que me robaría el corazón con una única sonrisa.

Llegué a la universidad y como era la costumbre prácticamente en todas… cada uno iba a la suya y cuando entré en clase, me senté solo en una de las mesas de arriba y esperé al profesor. Fue una clase muy aburrida sobre estructuras y lo único que me desconcentraba, era a un chico pelirrojo de al lado que me miraba de vez en cuando junto a otro de pelo anaranjado. Al finalizar la clase, ambos se acercaron a presentarse y por lo menos… creo que conocería a alguien para poder hablar, porque menudo año me esperaba sino.

Se presentaron como Sasori y Pain, eran amigos desde casi el preescolar y siempre habían ido juntos a todos los lados. Al menos ambos me acogieron bastante bien y comí con ellos ese día en el comedor, hasta me invitaron a acompañarles a un centro comercial no muy lejos de aquí para dar una vuelta, pero tuve que rechazar la invitación comentándoles que otro día les acompañaría, porque hoy tenía que recoger a mi hermano del instituto.

Ambos lo entendieron bastante bien y yo fui al instituto a recogerle. En el camino me perdí como tres veces y es que mi sentido de la orientación nunca había sido demasiado bueno, aún así, conseguí encontrarlo antes de que hubieran salido los alumnos. En el parking había muchos coches, algunos de padres que esperaban a sus hijos para llevarles a casa. Aún me quedaban casi diez minutos de espera cuando vi al fondo a un chico de cabello blanco y bastante musculado que estaba hablando animadamente con unos amigos,  aunque tenían bastante mal aspecto, yo no tendría amigos así, no parecían de fiar, pero cada cual era como era, tampoco le di importancia, ni siquiera conocía al chico.

Antes de que sonase el timbre de salida, volví a fijarme en aquel chico y es que acababa de despedirse de los amigos como si tuviera miedo a que alguien le viera con esas personas, así que empezó a caminar hacia el edificio y se sentó en un banco a unos metros de mí. Yo esperaba a mi hermano sentado encima del capó de mi coche, creo que hoy le tocaba prácticas con el profesor de la autoescuela, así que estaba pensando si dejarle conducir un poco conmigo al lado para que fuera aprendiendo, porque Sasuke tenía unas ganas inmensas de tener coche y yo no había nada que pudiera negarle a mi hermanito, menos después del trauma que había cogido al descubrir a nuestra madre con nuestro tío, no debió haber sido agradable.

El timbre sonó y eso me hacía recordar mis tiempos en el instituto, aunque yo era popular, la verdad es que no sabía muy bien por qué, porque yo siempre fui el típico chico que sacaba notas perfectas y que luego encima… era bueno para el deporte. Creo que Sasuke también había heredado eso de nuestra familia, porque mi padre tenía un gran cerebro y hacía deporte todas las mañanas antes de irse a su trabajo de profesor de universidad, porque era profesor de la carrera de Derecho y hasta le llamaron para algún caso importante. Era realmente bueno tanto como profesor como de abogado y le gustaba salir a correr todas las mañanas, alguna vez cuando tenía tiempo, hasta yo le acompañaba y es que con mi padre siempre me había sentido identificado, mucha gente decía que nos parecíamos mucho.

La gran ventaja de mi padre, es que cuando salíamos a correr, muchas veces se abría, es decir… me contaba cosas que por norma general, jamás me contaría, pero en esos casos se creaba una gran confianza, tanta… que llegaba a contarme sus secretos. Nunca se lo dije a Sasuke y mucho menos a mi madre, pero era mi rato con mi padre, allí nos contábamos todo él y yo, cosas que nos preocupaban, cosas del pasado, temas del futuro, todo estaba ahí excepto el tema de mi madre con Madara que yo había preferido no contar de momento hasta ver cómo reaccionaría la cosa.

Recordaba ahora con todo esto de mi madre, que mi padre una vez… llegó a confesarme que se había enamorado de alguien en la universidad de Nueva York, un amor imposible y que realmente no llegó a nada importante, pero cuando hablaba de esa persona, cuando volvía a sus recuerdos de universidad… él siempre tenía ese brillo especial en la mirada y sabía que era precisamente ese brillo, lo que significaba el amor, se había enamorado de aquella persona, llegó a sentir algo muy fuerte y cuando le escuchaba, hasta yo sentía que todo podía ser posible, era mi deseo encontrar a esa persona especial que mi padre una vez encontró y dejó escapar por mi madre, yo no quería dejar escapar esa persona cuando la encontrase.

Creo que mi padre seguía lamentándose por no haber elegido a aquella persona, por haberse quedado con mi madre, pero eran fallos del pasado, ya no se podía hacer nada, había que vivir con las decisiones que tomábamos y no nos quedaba otra, pero yo sabía… que mi padre había sentido algo, que no era mi madre la única persona en su vida. Aún así, aunque a mí me encantaba escuchar sus historias de universidad y oírle hablar de todo lo que sintió por aquella persona, no podía dejar de pensar que él siempre decía… que lo mejor de su vida sin lugar a dudas, habíamos sido mi hermano y yo, nos quería con locura y eso me encantaba escucharlo de su boca, porque yo también quería mucho a mi hermano y a mi padre.

Estaba pensando en aquello cuando apareció ante mí la figura de mi hermano hablando con un par de compañeros de clase. Yo sonreí porque al menos había hecho algunos amigos y eso era importante, me alegraba que más o menos, hubiera congeniado. Se acercó hasta mí y bajé del capó de mi coche para preguntarle con una gran sonrisa que tal le habían ido las clases y entonces… tras decirme que bien, me di cuenta de que se había distraído un momento mirando hacia la puerta de entrada como si buscase a alguien.

-       ¿Esperas a alguien? – le pregunté.

-       No, nadie en concreto – me dijo sonriendo

-       ¿Quieres conducir? – le pregunté enseñándole las llaves y él las cogió con rapidez sonriendo y acercándose hacia el asiento del conductor.

Sonreí por lo fácil que era de contentar mi hermano y entonces, cuando le vi subirse al coche, por el espejo delantero vi a un chico rubio pasar tras de mí, no sé qué fue lo que me hizo girarme hacia él, pero al verle en persona sentí algo. Iba con otro chico rubio muy parecido a él, ambos caminaban hacia una parada de autobús y éste, el que tenía el cabello largo, me había dejado atontado en el sitio, no podía dejar de mirar su sonrisa, parecía tan dulce, era como un ángel caído del cielo y supe… que ese chico tenía algo especial. Me encantaba ese cabello rubio, esa forma de moverse tan grácil, esos ojos azules tan intensos, esas sonrisas que nunca parecían desdibujarse de su rostro. Todo él me daba tranquilidad y a la vez… me sentía irremediablemente atraído por él, jamás había visto tanta belleza en alguien, jamás había sentido una atracción tan fuerte por alguien como en ese momento estaba sintiendo.

-       ¿Vamos Itachi? – me preguntó Sasuke sacando la cabeza por la ventanilla

-       Sí – le dije mirándole para luego volver a mirar hacia aquel chico que ya había desaparecido por la puerta del autobús.

¡Dios… un maldito ángel de dieciséis años! Estaba loco, no podía enamorarme de un menor de edad, no podía hacerle esto a un chiquillo, era demasiado joven para mí, pero es que jamás había visto a alguien como él, tenía que ser él a esa persona que toda mi vida estuve esperando, esa sonrisa… no pude sacármela de la cabeza en todo el día.

Sasuke condujo hasta casa y yo iba de copiloto dándole clases, pero esa sonrisa seguía allí, en mi mente, reproduciéndose una y otra vez, creo… que me iba a volver loco, ese chico era todo lo que yo había buscado en mi vida.

 

Capítulo 5: Aún no

Deidara Namikaze POV

Me desperté aquella mañana como siempre, con Naruto en mi cama agarrado a mí, porque él siempre acababa en mi cama abrazándome y es que habíamos estado juntos toda la vida, siempre durmiendo en la misma habitación y ahora que nos separaban, muchas veces a mitad noche, se venía a mi dormitorio a dormir conmigo. Supongo que me echaba de menos tanto como yo le echaba en falta a él, pero según mi padre, ya estábamos creciendo y debíamos distanciarnos un poco, algo muy complicado para nosotros, que nos resistíamos a separarnos. Mucha gente llegó a decir que le encantaba la relación de hermanos, porque era fantástica, sus hijos siempre se peleaban pero Naruto y yo no, de pequeños sí, pero ahora ya no, nos queríamos demasiado como para pelearnos.

Miré a Naruto allí tumbado con sus mejillas sonrojadas apoyadas sobre mi pecho y abrazado a mí con fuerza y es que muchas veces, era como un niño pequeño aunque realmente… eso era lo que más dulce me parecía de él, que siempre parecía ser tan inocente. Yo en cambio… creo que había perdido mi dulzura hace demasiado tiempo, fingía tenerla, yo siempre fingía, sonreía cuando todo iba mal para demostrar que todo estaba bien cuando no era así.

Naruto se enfadaba conmigo muchas veces porque pensaba que mis compañeros de clase abusaban de mi y era cierto, yo no tenía amigos y lo sabía, fingía y me hacía el tonto para no tener que soportar este gran dolor y vacio que sentía en mi corazón, porque yo estaba y siempre estaría solo, nadie querría ser mi amigo en cambio… todos querían ser amigos de Naruto. Eso me daba un poco de envidia, pero también sabía los problemas que tenía mi hermano, él rehusaba tener amigos y no sé si era por mi culpa que se había vuelto tan cerrado, en parte es posible, desde que los demás se metían conmigo, Naruto empezó a meterse en problemas para defenderme, creo que dejó de ir con sus antiguos amigos por mi culpa y me sentía mal, eso me dolía, no quería ver a mi hermanito solo, él necesitaba amigos, no tenerlos era un problema mío que no hacía falta que él sostuviera sobre su espalda.

Fingía muchas veces por él, le intentaba hacer entender que tenía todo lo que quería, que tenía amigos para que él pudiera rehacer su vida, pudiese alejarse de mí un poco y tener sus propios amigos, pero nunca lo hacía, creo que él sabía que fingía y por eso, por no dejarme solo seguía estando conmigo siempre. Aún así, sabía que le ocurría algo y aunque jamás me quiso contar nada, su actitud había cambiado tanto, que sé que le había pasado algo, algo grave que no se atrevía a contarme y que yo trataba de averiguar.

Últimamente lo único que me decía es que quería dejar el equipo de Lacrosse y no entendía por qué quería dejar algo que a él se le daba genial, yo jamás podría hacer lo que él hacía, el deporte no estaba hecho para mí, si iba a correr… seguramente acabaría tropezando con mis propios pies y me iría al suelo, ya me había pasado otras veces en clase de gimnasia y todos se reían de mí. Tenía siempre heridas por todo el cuerpo y era de mis estúpidas caídas en la clase de gimnasia y cuanto más torpe era, más se reían y más intentaban mis compañeros hacer que me cayese, pero Naruto era diferente, era un genio en los deportes, el mejor, nadie se metería con él nunca.

Mi hermano Naruto nunca había tenido novio y era muy protector con esas cosas, yo creía que el amor existía, él no, ni siquiera pensaba en esas cosas, no quería saber nada de chicos así que yo ocultaba algunas cosas para que no se pusiera en plan demasiado protector. La verdad es que yo ya me fijaba en chicos desde hacía algún tiempo pero no quise decírselo, no quería que se enfadase conmigo y supongo… que esperaba el momento oportuno para decírselo.

-       Dei – susurró Naruto aún medio dormido.

-       Buenos días Naruto – le dije con una gran sonrisa y él al abrir los ojos y verme, sonrió como un niño pequeño - ¿Bajamos a desayunar?

Naruto sonriendo me dijo que sí con la cabeza y nos vestimos para bajar. En la cocina ya estaba nuestro padre y Hidan, el chico que había recogido de la calle nuestro padre que tenía muchos problemas y que ahora parecía estar arreglándolos, hasta parecía que estaba cambiando, antes no sabía cómo tratarnos y ahora ya casi nos sentía como de su familia. Eso me alegraba, porque yo le trataba casi como a otro hermano más, quería que se sintiera a gusto en la familia ya que Naruto era algo más serio en estos temas y desde luego… más desconfiado.

Hidan me puso un vaso de leche en la mesa y me sonrió guiñándome un ojo para que yo sonriese y lo hice, incluso me dio un pequeño escalofrío cuando rocé su mano al coger el vaso de leche. Mi padre hoy estaba preocupado por una importante reunión que tenía y es que conmigo había estado preparando toda la semana la defensa. Kushina, una antigua amiga que siempre había estado muy cerca de nosotros y nos cuidaba cuando éramos pequeños, había sido despedida de la empresa donde trabajaba por algo con su jefe, no recordaba muy bien todos los detalles, pero sé que llegó a contarme que esperaba un hijo de Obito, el jefazo de la empresa y ahora la despedían para no montar escándalos o algo así, mi padre había trabajado muy duro para su defensa, pues no tenían derecho al despido, así que estaba muy nervioso pensando en si algo podía salir mal.

Al terminar de desayunar nos fuimos hacia el instituto y Hidan nos acompañó como siempre y es que siempre venía con nosotros por culpa de ese castigo que le había puesto el juez por los robos que había hecho cuando era más joven. Yo quería creer que había cambiado su actitud, que se estaba reformando y me gustaba comprobar por el instituto que hacía las labores que le habían pedido sin rechistar.

Naruto entró antes a clase y me miraba extraño, seguramente porque suponía lo que tramaba Hidan conmigo y es que no podía evitar que mi hermano sospechase las cosas y eso que trataba de camuflarlo como podía.

Cuando se marchó y tocó el timbre, todos los alumnos se marcharon a clase y yo me quedé un poco más esperando a que se vaciase y tras asegurarme de que nadie podía verme, me acerqué hasta el rostro de Hidan besándole. Él no se hizo esperar y me besó con más fuerza metiendo su lengua dentro de la mía con desespero.

-       Ven conmigo – me dijo de golpe cogiéndome de la mano y arrastrándome hacia los aseos.

No pude hacer nada más que seguirle porque prácticamente estaba tirando de mí y con todo esto, me haría llegar tarde a clase, aunque ya me daba un poco igual, en clase yo iba avanzado en materia y lo único que hacía era tener que aguantar las bromas pesadas de mis compañeros, así que tampoco era una gran pérdida.

Al llegar al aseo cerró la puerta tras de mí en cuanto entré y me empotró contra la misma puerta volviendo a besarme con fuerza. No pude hacer otra cosa que corresponderle… ¿Cuánto tiempo llevábamos así? Más de un mes seguro y aunque le quería, no había podido pasar de besos, cada vez que quería ir más allá me venían las palabras de mi padre a la mente sobre el peligro de ser doncel y me echaba atrás.

-       ¿Cuánto más vamos a ocultar esto Dei? – me preguntó.

-       No podemos decirlo y lo sabes.

-       Sí, ya lo sé, eres menor de edad y luego está tu hermano, pero… es que me muero de ganas de besarte todo el tiempo, me cuesta mucho contenerme cuando te tengo cerca.

-       Lo siento – le dije poniéndome algo triste por tener que hacerle estas cosas.

-       Ey, no te entristezcas, me encantas y lo sabes – dijo metiendo su mano bajo mi camiseta y besándome mientras me acariciaba.

-       Para – le dije cuando sentí que quería continuar, que sus manos empezaban a bajar a mi entrepierna pero él no paró – he dicho que pares – le repetí a punto de llorar y sentir que no paraba – joder que te pares de una vez – le grité esta vez pegándole un empujón para que me soltase y Hidan se quedó extrañado.

-       ¿Pero qué narices te pasa?

-       Te he dicho que no estoy preparado para esto – le repetí como todas las otras veces.

-       ¿Y cuándo vas a estarlo Dei? Venga ya, que no eres un niño, piénsalo un poco, no puedes estar calentándome así siempre y luego impedirme hacerlo.

-       Pues lo siento, no puedo hacerlo – le dije a punto de llorar - ¿No puedes entenderlo? Tengo miedo, no estoy listo.

Iba a marcharme enfadado y aterrorizado cuando Hidan me dio la vuelta y me abrazó con suavidad tratando de calmarme, pidiéndome perdón por la presión que me estaba dando con este tema, pero es que yo no me sentía preparado para el sexo, necesitaba un poco más de tiempo, él era mi primer novio y un mes saliendo para mí no era suficiente, apenas estaba aprendiendo a besar y ya me estaba pidiendo sexo, no podía hacerlo, sentía que no podía.

-       Lo siento ¿vale? No te presionaré tanto.

-       ¿Lo prometes?

-       Sí, te lo prometo, iré despacio contigo, lo siento ¿Me perdonas? – me preguntó.

-       Sí – le dije – pero quiero irme a clase ahora.

-       Vale – comentó dejándome salir del baño y salí muy rápido de allí por miedo.

Cuando cruzaba el pasillo me encontré con el director quien muy amablemente me indicó que fuera hacia mi clase, pero a mí me extrañó el chico con el que estaba, un joven moreno y muy guapo, de mi edad y que se me quedó mirando de forma muy rara, casi como si hubiera visto un fantasma, supuse que se habría cruzado con mi hermano y es que nuestro parecido era terrible, si no fuera por mi pelo largo o las marcas de las mejillas de mi hermano, nos confundirían a todas horas.

Pasé de ellos y continué caminando hasta mi clase. El profesor al escucharme entrar ni siquiera se dignó a decirme algo y es que ya sabían que daba igual si llegaba tarde, seguía siendo el mejor, así que pasaban bastante de mí, ojalá eso lo hicieran también mis compañeros de clase, porque en cuanto entré, ya había un par de ellos susurrando cosas a mis espaldas y riéndose, pero justo cuando fui a sentarme, me quitaron la silla cayéndome al suelo frente a todos.

La risa fue generalizada y aunque me levanté con dolor para recuperar mi silla y sentarme, las bromas continuaron toda la clase, mandando papelitos donde escribían cosas sobre mí y todos reían, tirándome papeles o trozos de goma, etc… siempre era igual, no sé cuánto tiempo lo soportaría pero aún así, yo seguía sonriendo, porque no quería preocupar a mi hermano con todo esto.

Almorcé junto a mi hermano en la cafetería y era realmente mi único momento libre de presiones, porque nadie se atrevía a hacerme algo mientras Naruto estuviera conmigo. Hoy estaba muy serio e incluso le pillé mirando un par de veces hacia el fondo donde estaba aquel chico moreno con el que me había cruzado en el pasillo esa misma mañana.

-       ¿Pasa algo Naruto? – le pregunté mirando hacia el chico y él me entendió enseguida.

-       No realmente – me dijo muy serio y yo sonreí de golpe.

-       Es guapo – le dije sacándole una sonrisa a él también, no sé si por el comentario o porque al ver mi sonrisa se contagiaba él también.

Volví a clase y como siempre… en gimnasia fue fatal, no paré de caerme constantemente y acabé en la enfermería curándome las rodillas. Menos mal que llevaba pantalón largo y no se veía, porque si no Naruto la montaría, no le gustaba cuando me obligaban o los otros alumnos me ponían zancadillas para verme caer. Aquel día cuando acabamos, tuvimos que coger el autobús para volver, porque papá no podía venir a recogernos por la reunión. Hidan ya estaba en el autobús esperándonos cuando entramos y yo no paré de sonreír en todo el camino, fingir que todo estaba bien era mi especialidad, pero no lo estaba… me preocupaba Naruto y su estado de ánimo, me preocupaban mis compañeros y su comportamiento contra mí, me preocupaba no aprobar gimnasia, me preocupaba que Hidan siguiera insistiendo en el sexo… todo estaba mal, pero yo sólo sonreía y hacía sonreír así a mi hermano.

 

Capítulo 6: Encuentros

Minato Namikaze POV

No esperaba ver a Fugaku allí frente a mí, mi profesor de la carrera, el profesor más duro de toda la maldita carrera y al que la gran mayoría de alumnos odiaba por su crudeza, ¿Cuántos suspendían su asignatura? Más de la mitad y yo… yo fui quien la aprobó con la mejor nota, yo era su mejor alumno y para colmo… tuve que enamorarme de él. Qué iluso fui al pensar que alguien de tal prestigio podía fijarse en mí, alguien normal, pues aunque mi familia tenía más dinero, yo no tenía fama, él era considerado el mejor profesor y el mejor abogado del país ¿Cómo iba a competir contra él?

Había practicado hasta la saciedad con Deidara este discurso, esta defensa perfecta, pero no esperé que fuera Fugaku quien vendría a tirármela por tierra. Debí haber supuesto que sería él quien vendría, al fin y al cabo… eran las empresas Uchiha y ahora que recordaba… ese era su maldito apellido, Fugaku Uchiha ¿En qué lío me había metido? ¿Cómo iba a decirle a Kushina que seguramente no podría ganar el juicio aunque ella tenía razón en todo?

Me había quedado absorto mirando a Fugaku cuando éste me pidió si podíamos hablar un momento fuera alegando que los abogados tenían que hablar antes a solas, así que salí de la oficina hacia el pasillo, pero las piernas me temblaban. Era un hombre que imponía tanto respeto que me daba hasta un poco de miedo estar cerca de él, pero intenté no aparentarlo. Aún recordaba que antes me atrevía a más cosas en su presencia, pero ahora… supongo que yo había cambiado, ya no era ese chico adolescente ingenuo que obedecía sin rechistar a su profesor, ese niño que quería ser como él, que habría matado por una felicitación suya... Ahora era Minato Namikaze, prestigioso abogado de oficio y no podía dejar que él me impusiera respeto… este sería el juicio en el que el alumno superaría a su profesor y así me lo propuse.

-       Cuánto tiempo Minato – me dijo

-       Diecisiete años – le dije en mi tono más serio.

-       No esperaba encontrarte aquí – me comentó de forma cortés.

-       ¿Aquí dónde? ¿Al otro lado de su espléndida defensa? – Le pregunté – o quizá… ¿Aquí en Seattle?

-       Ambas, no sabía que vivías en Seattle, yo acabo de mudarme.

-       Me parece estupendo – le contesté - es una ciudad preciosa, pero quizá algo aburrida para alguien tan ocupado como usted.

-       ¿Me guardas rencor Minato? – me preguntó.

-       No – le dije – ya no siento nada por usted, no puedo sentir nada, fue un gran profesor y así seguirá en mis recuerdos, pero nada más.

-       Minato… pasaron muchas cosas.

-       Era un crío – le dije enfadado – no debió pasar nada, fue un error mío y lo lamento, pero no cometeré más errores en mi vida. Hemos venido aquí para tratar el tema del despido improcedente, le agradecería que se limitase a ese asunto.

-       Le daré lo que pida – me dijo de golpe cuando me marchaba - ¿Cuánta indemnización quiere tu cliente por no denunciar a nuestra empresa? – me preguntó.

-       No se trata de la indemnización ¿No lo entiendes? Está embarazada de tu hermano y la ha tirado a la calle sin nada, queremos una explicación, queremos que ese niño que nazca tenga claro por qué su padre no le quiere, quiero que Kushina pueda empezar una nueva vida lejos de la familia Uchiha, porque contamináis todo lo que tocáis – le dije.

-       Minato lo siento – me dijo – no sabía que te afectaría tanto.

-       Me tiraste a la calle como a un perro – le grité - ¿Qué es lo que no me afectaría? ¿Cuándo me prometías amor eterno y luego te acostabas con tu mujer? ¿Qué no tenía que afectarme cuando decidiste quedarte con ella y mandar lo nuestro a la basura más cercana? Me utilizaste, me destrozaste y luego me abandonaste.

-       Lo siento Minato, de verdad que lo siento, pero no tenía más opción.

-       Lo sé, Mikoto estaba embarazada – le dije – era normal que la eligieras, querías cuidar a ese niño, espero que valiera la pena tu decisión.

Decidí volver a entrar en la sala y entonces… antes de abrir la puerta algo me carcomía por dentro, era el hecho de que estaba siendo muy duro con él y realmente no tuvo la culpa, su mujer se había quedado embarazada y la eligió a ella, eligió quedarse con ese niño para que tuviera un padre, yo no podía haberme metido ahí, fue una decisión correcta, pero yo nunca sabría si realmente llegó a amarme en algún momento o sólo fui su juego. El niño cruzó mi mente una y otra vez. Tenía la mano en el pomo de la puerta ya para abrirla cuando me había quedado inmóvil ante la mirada de sorpresa de Fugaku, que no sabía a que esperaba yo para abrir la puerta de una vez.

-       ¿Qué tal está tu hijo? – le pregunté finalmente haciendo un gran esfuerzo y es que quería saberlo, necesitaba saber que me abandonó porque merecía la pena, porque ese niño estaba bien conociendo a un padre, teniéndolo para él las veinticuatro horas del día.

-       Ha crecido bien – me dijo – ahora debe estar en el instituto, es un chico listo, muy guapo ¿Quieres ver una fotografía?

-       No – le dije – lo siento. Sólo necesitaba saber que estaba bien. Me alegro de que vaya bien tú familia, de verdad – le dije abriendo la puerta y entrando tratando de calmarme por la sorpresa.

La reunión transcurrió sin mucho altercado y cuando acabó, ellos se marcharon por su lado y yo me fui a tomar algo con Kushina para comentarle como quedaba ahora la cosa. Al menos de momento le pagarían una pequeña indemnización que le permitiría mantener al niño y eso era algo bueno, pero yo quería más, necesitaba que reconocieran a ese hijo.

Yo sabía lo que era la preocupación por querer sacar a los hijos adelante cuando no tenías nada y eso que mi pareja encontró un trabajo rápido y yo más o menos… también y es que desde que vine a Seattle mi suerte había cambiado, pero no podía cambiar mi pasado. Aún recordaba lo frustrado que estaba cuando me abandonó Fugaku por su mujer, creo que estuve durante unos meses follando con cualquiera de los bares, sólo quería desquitarme y al final… me di cuenta de que no era la manera, no podía tirar mi vida a la basura porque un amor saliera mal. No quería explicarles eso a mis hijos, ¿Qué pensarían de mí si sabían que me acostaba con cualquier en los bares por despecho?

-       ¿Estás bien Minato? – me preguntó Kushina en el bar mientras tomábamos un café.

-       No – le confesé – me ha impactado demasiado ver a Fugaku.

-       ¿Qué pasa con ese hombre? ¿Le conocías?

-       Sí, fue mi profesor en la universidad, era el mejor… todos le tenían miedo y suspendían su asignatura, era un hueso duro de roer, pero a mí me encantaba, tanto que acabé enamorado de él. Qué locura – le dije intentando sonreír.

-       ¿Estuviste con tu profesor? – me preguntó sorprendida.

-       Sí, él tenía veintinueve años y estaba muy bueno – le dije sonriendo – moreno, con un gran físico, bien vestido siempre, con ese cabello tan arreglado y su sonrisa, era difícil no enamorarse de él y yo… yo sólo era un chiquillo de veinte años que pasaba por su clase, que quería aprobar su asignatura, que soñaba con ser el mejor abogado… y caí en sus encantos.

-       ¿Qué ocurrió? – me preguntó Kushina.

-       Que yo no era el único en caer en sus encantos – le dije sonriendo sin ganas – tenía una mujer y un hijo cuando le conocí y lo sabía, pero no me importaba, nos veíamos a escondidas, lo hacíamos en su despacho, nos gustaba el morbo de poder ser pillados por alguien. Decía siempre dulces palabras, era un gran abogado… el abogado del mismo diablo – le hice una metáfora – me engañó diciendo que yo era especial, que se había enamorado de mí, que me había buscado toda su vida, que quería estar conmigo, que dejaría a su mujer con la que ya no había nada… pero se quedó embarazada y… y yo no entraba en esos planes, tampoco quise ser quien separase a ese niño de su padre, así que… me marché, me alejé de él, supe que sus palabras eran mentira, amaba a su mujer, no hizo nada por mí, dejó que me marchase sin más, sólo fui su juego mientras estuve en la universidad, su juguete.

-       ¿Te dejó por su mujer?

-       Nunca se divorció, la eligió a ella – le aclaré – yo no quería sentirme culpable de que ese niño naciera sin padre por mi culpa, porque yo me metí en medio del matrimonio, así que decidí irme. Supongo que tomó la decisión correcta, era su familia, era lo más lógico en nuestro caso.

-       ¿Le amas? – me preguntó de golpe y abrí mucho los ojos porque era un sí rotundo, jamás le había podido olvidar por mucho odio que sintiera.

-       Qué más da ya, el pasado debe quedarse donde está, no hay vuelta atrás, no quiero volver a saber nada de él. Ahora tengo una familia de verdad, supongo que me hizo un favor, encontré al hombre perfecto – le sonreí.

-       Tendrás que verle unas cuantas veces – me aclaró Kushina – es por mi culpa, si no te hubiera pedido que fueras mi abogado…

-       Ni lo digas, eres mi amiga y dije que te ayudaría, yo me metí voluntario en esto y quiero que sepas una cosa… da igual el pasado que tuviera con él, vamos a hundirlos, no vamos a rendirnos porque tu hijo también tiene derecho a tener un padre, porque tiene derecho a que le pasen la manutención, no pueden dejarte en la calle porque te consideren un error, tú vales mucho y no dejaré que te menosprecien así.

-       ¿Crees que podemos ganar el caso? – me preguntó.

-       No lo sé, pero lo que sí sé, es que vamos a pelear hasta el final, no dejaremos que nos tomen el pelo, no van a pasar por encima de nosotros.

-       Vale – me dijo Kushina más animada, esta vez sonriendo.

Lo mejor del hijo de Kushina es que yo iba a ser su padrino y eso estaba muy decidido, a mí me encantaban los niños, ¡Bueno… eso era un hecho, tenía dos! Y es que me volvían loco, eran la cosa más linda que podía pisar este mundo descabellado. Cuando acabamos el café acompañé a Kushina a su casa y cogí el coche para volver a la mía. Kakashi estaba allí vestido ya con su uniforme y es que tenía que irse a trabajar después de cenar. Le sonreí y le besé apasionadamente antes de evitar contestar a su pregunta sobre que tal el día, él entendió perfectamente que había sido un mal día y mejor no tocar el tema, aún así le recordé cuánto le quería con una gran sonrisa y él también sonrió.

Hidan ya había preparado algo de cena y los gemelos estaban en el cuarto de Deidara haciendo deberes y estudiando. Ahora dudaba si había sido buena idea cambiarles de habitación, porque al final… siempre estaban juntos, hasta Naruto se movía de cama para dormir con su hermano. Me encantaba ver como se querían, era admirable y sabía que tuvieran el problema que tuvieran, siempre estarían juntos y se apoyarían, así era su relación de hermanos ¡inmejorable!

En la cena nos contaron a Kakashi y a mí que tal había ido su día, pero Naruto como siempre… con su carácter tan cerrado decía a todo que “bien” y ya está, no había nada más que contarme y Deidara… él siempre sonreía y contaba muchas cosas… ¡Sobre los estudios! Jamás escuché a Dei contarme algo de sus amigos y eso sí que era extraño. A mí lo único que me asustaba era que tuvieran novios y es que estaban en esa edad tan difícil para controlar esos temas… y encima… más siendo donceles que la mayoría irían tras ellos y por supuesto… supongo que tendrían curiosidad por saber cómo era el primer beso, o el sexo, pero a mí me daba mucho miedo todo esto. Supongo que siempre serían mis niños pequeños por mucho que crecieran.

Cuando se fueron todos a dormir… yo me despedí de Kakashi que tenía que irse a trabajar en el turno de noche y al final… me quedé mirando la fotografía del cajón de mi escritorio, esa fotografía donde salía Fugaku abrazado a mí y es que… creo que siempre le amé y le amaría, no podía evitarlo, pero no podía estar con él. Fugaku tenía mujer, hijos y familia, yo también estaba reconstruyendo mi estropeada vida, él siempre sería… mi amor imposible, una utopía que dejaría en el más profundo de mis pasados… porque ahora... yo le pertenecía a Kakashi Hatake y estaba orgulloso de ello, era el mejor novio y padre que pude desear tener en mi vida. Fugaku para mí… siempre sería sólo un rollo más del pasado, sólo eso, sería mi antiguo profesor.

 

Capítulo 7: Acercándome

Sasuke Uchiha POV

¡Mi hermano era el mejor de todos! Me dejaba conducir… claro que con él al lado, pero me enseñaba a conducir y es que era lo que más deseaba en este momento… eso y conseguir acercarme a ese rubio para hablar con él, quería conocer todo de ese chico, quería ser su amigo y aunque yo también podía ser un chico algo solitario, orgulloso y reservado, me encantaba ese chico, me había propuesto que sería mío.

No podía quitarme de la mente su cabello rubio, sus ojazos azules puestos en mí y el rubor de sus mejillas cuando me veía, aunque todo el mundo solía sonrojarse al verme. No era por ser creído… pero es que yo era muy guapo, casi todos querían salir conmigo, entonces… ¿Por qué ese chico rubio me rehuía? Todos querían siempre acercarse a mí y seguramente por ese motivo, a mí nunca nadie me llamó la atención, pero ese rubito al intentar evitarme… había captado completamente mi atención, quizá sería porque era el único que no me perseguía por todos los rincones, el único que se hacía el difícil conmigo y eso… eso era un completo reto para mí.

¡Me encantaban los retos! Ese chico sería mío como fuese, cuanto más difícil me lo ponían más me gustaba y desde luego… ese Naruto me lo pondría duro para acercarme a él. Me excitaba de solo pensarlo, era sorprendente, rubio, guapo, listo y difícil, era todo lo que yo quería, todo lo que había estado buscando en mi vida, era mi chico perfecto, el chico ideal para un maldito orgulloso como yo.

Miré hacia mi hermano un segundo cuando tuve que detener el vehículo en uno de los semáforos que estaba en rojo y le vi absorto, mirando por la ventanilla del copiloto y sin hacerme el mínimo caso. Le pasaba algo y eso era más que evidente, desde que habíamos salido del instituto… estaba muy ausente, como si estuviera metido en su propio mundo, en sus pensamientos.

-       ¿Te ocurre algo? ¿En qué piensas? –le pregunté y él pareció salir de golpe de sus pensamientos para sonreírme.

-       En nada en concreto.

-       Algo es – le dije sonriendo – no te había visto tan ausente en la vida.

-       No sé, he visto algo que me ha llamado la atención – me comentó.

-       ¿Enserio? ¿Qué era?

-       Un chico – me dijo

-       ¿Un chico?

-       Sí, sé que puede parecer extraño… pero he visto un chico muy guapo y me ha dejado un poco en shock, no esperaba ver a alguien así.

-       ¿Quién era?

-       No lo sé, un chico rubio.

-       ¿De cabello corto y ojos azules?

-       No… cabello largo en coleta y ojos azules.

-       Ya sé quien dices – le sonreí – es el hermano gemelo del chico que me ha llamado a mí la atención, la verdad es que tienen algo diferente al resto.

-       Sí, bueno… tampoco quiero darle mucha importancia, fue sólo que no esperaba encontrarme a alguien así, nada más.

-       Itachi… ten cuidado ¿Quieres? – le avisé – sé que nunca te has enamorado enserio, que buscabas el chico ideal pero… ese chico tiene dieciséis años, puedes meterte en un problema, es menor de edad.

-       Lo sé y créeme que estoy tratando de sacarlo de la cabeza, pero…

-       ¿Te has pillado? Venga Itachi… lo has visto sólo un momento, puede que al hablar con él ni siquiera sea tu chico perfecto.

-       Lo sé, pero tiene algo que impide que pueda olvidarle, lo tengo todo el rato en la cabeza.

-       Te entiendo – le dije pensando en Naruto – esos dos chicos tienen algo especial.

-       Sí – me dijo mi hermano – joder… con todos los chicos que hay en el mundo… y me he ido a fijar en el único con el que no puedo estar porque es menor de edad.

No pude evitar sonreír y mi hermano, acabó sonriendo conmigo, porque es que éramos un caso perdido, nos habíamos fijado en dos gemelos que encima… debían de ser los más complicados para llegar a ellos, no creo que pudiéramos acercarnos tanto como nos gustaría y eso que yo aún lo tenía medio bien… porque Naruto era de mi edad, pero mi hermano… fijarse en un menor no le haría nada de bien, podía meterse en el mayor problema que hubiera tenido jamás.

Volví a mirar a la carretera en cuanto el semáforo me dejó continuar y llegamos a casa. Mi padre aún no había vuelto a casa y eso sí me extrañaba, porque a menos que hubiera ganado el caso y se hubiera ido con algún compañero a tomarse unas copas para celebrarlo… no sé por qué no había vuelto, él nunca solía tardar tanto. La que seguro que no estaba… era mi madre, porque nunca estaba en casa, se iba a comprar con sus amigas y pasaba de nosotros o de la vida familiar.

Me fui a mi habitación a hacer los deberes cuando me distraje con una mosca que pasaba por allí y decidí abrir la ventana para que se largase. Justo al hacerlo me di cuenta de lo más sorprendente del día… el autobús escolar pasaba por allí y al detenerse, dejó a dos chicos rubios frente a la parada. No podía creérmelo… ¡Eran mis vecinos de al lado! Creo que ahora empezaba a gustarme un poco más esta casa, aunque todas las cosas siguieran en cajas.

Itachi entró en mi cuarto… como siempre sin avisar y aunque volví a repetirle que llamase antes de entrar, pasó de mí. ¡Mi hermano nunca cambiaría! Con su excusa de que le daba igual verme desnudo, acababa haciendo lo que le daba la gana y por algo encima era el mayor… yo no podía hacer nada. Al verme tan empanado mirando la ventana se extrañó y me preguntó si ocurría algo.

-       ¿Te acuerdas de aquel rubio que te había llamado la atención en el instituto? – le pregunté y él asintió – pues creo que viven enfrente.

-       ¿Qué? – preguntó sorprendido dejando la caja que iba a sacar de mi cuarto para ordenar y acercándose a la ventana ilusionado.

De verdad que éramos únicos para estas cosas, dos hermanos aquí locos perdidos cotilleando a dos rubios que sonreían y caminaban por su jardín delantero hacia la casa de al lado de la nuestra. Alucinante las cosas del destino, creo que esta ventana iba a convertirse en mi zona preferida de la casa, porque tanto la habitación de mi hermano como la mía, daban directamente a la casa de nuestros vecinos.

Cuando me giré a mirar a mi hermano, estaba absorto completamente y nunca le había visto así. Incluso cuando alguna vez tuvo novia… no estaba tan obsesionado como lo estaba ahora de ese chico rubio de cabello largo que sonreía sin parar y jugaba o bromeaba con su hermano gemelo sacándole sonrisas que yo no había visto en el instituto. Ese chico era muy raro, ambos lo eran.

-       Voy a seguir recogiendo cosas – me dijo mi hermano de golpe alejándose de la ventana como si intentase resistirse a seguir mirando.

-       ¿Estás bien? – le pregunté.

-       No, no lo estoy, intento olvidarme de ese chico porque es menor de edad… y sólo hace que ponerse delante de mí. ¿Cómo voy a olvidarme de él si es mi maldito vecino? – me preguntó dudando – me excita muchísimo ese chico, no sé por qué, me encanta y el problema es que no debo acercarme a él.

-       Quizá dentro de dos años.

-       No puedo – me dijo – no puedo hacerle eso a un chico de su edad, ¿Esperarme dos años? Él podría estar con cualquiera, probar cosas antes de que estuviera conmigo, seguir su vida, no tiene por qué esperarme.

-       Pero sería su decisión si quisiera estar contigo.

-       Soy cinco años mayor que él, seguramente querría a alguien de su edad.

-       De verdad Itachi… que estás completamente pillado por ese chico – le sonreí.

Mi hermano salió de mi habitación llevándose una caja y yo antes de volver a mis estudios, volví a mirar para descubrir que ya habían entrado en su casa. Sonreí sin poder evitarlo, ese chico me gustaba mucho y lo tenía justo frente a mis ojos, debía ser cosa del destino que viviera justo enfrente.

Estudié lo del día de hoy y repasé un poco la materia para el día siguiente antes de ayudar a mi hermano a ir sacando cosas de las cajas y colocándolas en sus respectivos sitios de la casa. Casi montamos la cocina entera por lo menos, así que cocinar ya podíamos… porque anoche cuando llegamos del largo viaje no nos apetecía a nadie de la familia ponernos a sacar cajas, así que acabamos pidiendo pizzas para cenar. Hoy ya podíamos cocinar.

-       ¿Crees que vendrá mamá a cenar? – le pregunté a Itachi.

-       No lo creo – me dijo muy serio colocando los cubiertos en su cajón correspondiente mientras yo desembalaba los vasos y se los pasaba.

-       Ya podía haber ayudado con las cajas – le comenté.

-       Tampoco creo que lo haga – me dijo – pásame las bandejas para el horno – me pidió y las busqué en la caja para dárselas.

-       ¿Crees que se olvidará de nuestro tío ahora que está tan lejos? – le pregunté.

-       Las empresas Uchiha están por todo el país, siendo Madara no me extrañaría que se mudase también para seguir viendo a nuestra madre – me dijo Itachi – pero todo se verá, de momento hasta donde yo sé… sigue en Nueva York.

Nuestro padre entró en aquel momento por casa y ambos dejamos el tema y sonreímos antes de saludarle. Lo primero que hicimos… fue preguntarle por la reunión y nos extrañó cuando dijo que había sido algo inesperada, pero yo no entendí a qué se refería con eso, de todas formas… nos insistió en que no ocurría nada mientras sonreía y que todo iba bien por el momento.

Me miraba extraño hoy, como si hubiera pasado algo conmigo pero me acarició el cabello y me preguntó que nos apetecía cenar. Creo que yo estuve siempre un poco más mimado que mi hermano, como si fuera su favorito aunque realmente mi padre nos amaba con locura a los dos, éramos lo mejor que le había pasado en la vida, siempre nos lo recordaba y aunque no era muy sentimental, a mí muchas veces me gustaba escucharlo aunque me sonrojase luego.

Al acabar de cenar en familia… bueno… sin mi madre, nos fuimos cada uno a la habitación y cuando caminaba por el pasillo junto al despacho de mi padre, descubrí por la ranura de la puerta que mi padre estaba callado, sentado en su silla y mirando con detenimiento un álbum de fotos donde salía yo de pequeño. Toqué la puerta preocupado y él sonriendo me dijo que pasase.

Miré el álbum con él un rato y de verdad que estaba raro, porque sonreía al ver las fotos de cuando nací, de ver todas en las que iba creciendo y yo cada vez que cambiaba de foto… veía que mi madre iba desapareciendo, eran mi padre y mi hermano los únicos que aparecían allí junto a mí. ¿Por qué miraba hoy precisamente mi padre fotos mías del pasado? ¿Le había pasado algo relacionado con mi pasado en su trabajo? Me preocupaba un poco.

Llegué a mi habitación tras estar un rato con mi padre y es que creo que necesitaba algo de compañía. Sólo me fui de su lado cuando vi que estaba mejor y me comunicó que se iría a dormir. Cuando entré en mi habitación, incluso antes de encender la luz me di cuenta de que la luz de la ventana de enfrente estaba encendida y a través se veía la figura del rubio que tanto rondaba mi cabeza desde esta mañana. Se estaba desvistiendo para ponerse el pijama y no pude evitar acercarme a la ventana de mi habitación y mirarle sin encender mi luz para que no me descubriera.

Tenía un cuerpo perfecto… con algún moratón que yo creí sería por culpa del Lacrosse, se notaba que hacía deporte y me encantaba ver como caminaba por su habitación buscando la camiseta, buscando sus pantalones de pijama. La verdad es que verle desnudo por la habitación me estaba excitando demasiado, pero una de esas veces que se giró buscando algo, creo que me vio… bueno… no creo… me vio seguro, porque se sonrojó y cerró corriendo las cortinas escondiéndose como pudo avergonzado por el espectáculo. Yo también me sonrojé un poco al ser descubierto, pero esa imagen que había visto, había sido la más hermosa de mi vida.

Capítulo 8: Vecinos

Minato Namikaze POV

No pude dormir… mucho menos después de haberme encontrado a Fugaku en la reunión. Seguía tan guapo como siempre y eso no me ayudaba a olvidarme de él. Ya de joven me impresionó pero es que seguía impresionándome y no entendía el motivo. Era normal que a un joven de dieciocho a veinte años le impresionase tanto un profesor tan sexy y formal como él, todos nos moríamos por él.

Lloré en mi habitación a solas toda la noche con la foto en mis manos porque le amé, era el único hombre al que yo había amado de verdad… y él me traicionó, me humilló, me utilizó como un simple juguete. Creo que yo no signifiqué nada para él excepto eso, un pasatiempo de Universidad, sólo era un chico con el que matar el rato, alguien joven y nuevo con el que podía divertirse y salir de su rutinaria vida y eso dolía, pensar que era así me hacía demasiado daño, porque yo llegué a amarle de verdad, fue el único en mi vida.

Lo más lamentable y de lo que más me arrepiento en esta vida fue del momento en que empecé a acostarme con todo lo que se cruzaba en mi camino, porque tras la gran decepción de mi profesor, me dediqué a ir de bar en bar y acostarme con tíos para intentar ahogar mi dolor por su abandono. No superé jamás su pérdida, cuando se marchó olvidándose de mí, acabé mis estudios lo más pronto que pude y me marché de allí con la cabeza lo más alta que pude ¡No volví a saber nada de él… hasta hoy!

Mi corazón se había hecho pedazos justo en ese momento, todo mi mundo se vino abajo y yo sólo era un crío con ilusiones, con sueños de futuro junto al hombre al que amaba y fui engañado, engañado hasta tal punto… que acabé teniendo sexo con otros por el mero hecho de intentar olvidarle, por el hecho de intentar apartar sus caricias de mi mente, de intentar alejarle de mí para siempre ¡Fue la equivocación más grande de mi vida! Pero al menos… de todo mi pasado había algo de lo que nunca me arrepentiría… y eso era la decisión de haber tenido a mis hijos, aunque eso me hubiera costado romper la relación con toda mi familia.

Ahora mi vida parecía haber mejorado desde que la familia Uchiha se mantenía a distancia de mí, hasta había conseguido rehacer mi vida con Kakashi, al que conocí una noche en un bar como solía hacer cuando me abandonó Fugaku. Me acosté con él y por suerte… no era como los otros chicos con los que llegué a acostarme, él me hizo cambiar de vida, me hizo darme cuenta del error tan grande que estaba cometiendo y empecé a vivir con él enserio, sobre todo desde mi embarazo, el parto y en adelante. Era un padre estupendo, no podía pedir nada mejor, creo que no pude elegir un padre mejor que Kakashi para mis hijos, daba gracias todos los días de haberle encontrado y haber podido rehacer mi vida con él olvidándome de Fugaku.

Cuando volvió de trabajar Kakashi y entró en mi cuarto, me informó de que teníamos vecinos nuevos, porque había visto luz en la casa de al lado. Llevaba ya mucho tiempo en venta esa casa y la verdad… yo empezaba a dudar de que consiguieran venderla, pero al parecer ya lo habían conseguido. Kakashi fue quien me dijo que pasásemos a saludar por la mañana a los nuevos vecinos después de que desayunásemos.

Insistí a toda la familia con ir a ver a los vecinos y Deidara enseguida aceptó, él siempre era muy amable pero Naruto se negó, seguía con esa desconfianza hacia la gente y no quise forzarle a venir con nosotros, si estaba más a gusto quedándose, estaba bien por mí. Hidan aceptó también y Kakashi en cuanto salió de la ducha, preparó conmigo unos pasteles de manzana para llevarlos mañana y darles la bienvenida al barrio.

A la mañana siguiente fuimos a la casa de los vecinos. Mientras esperábamos en la puerta, yo no podía parar de fijarme en la sonrisa de Kakashi y en la de Deidara… ambos eran tan parecidos, siempre amables con todo el mundo y agradables, siempre sonriendo, no pude evitar sonreír al verles pero Deidara seguía preocupándome un poco con esa cercanía que últimamente parecía tener hacia Hidan, aunque lo había hablado con el mayor y me había negado miles de veces que hubiera algo entre ellos a excepción de simple cariño de hermano, porque Hidan le trataba como a su propio hermano ya y eso me hacía muy feliz.

La puerta se abrió y la sonrisa se me congeló en la boca al ver a Fugaku abrirla, creo que él también se sorprendió mucho de vernos allí, sobre todo a mí. Pasó desapercibido para todos, pero para mí no, yo sabía perfectamente quien era ese hombre, sabía lo que había ocurrido en el pasado entre él y yo, lo que menos me apetecía en este momento, era quedarme aquí a darle un pastel de manzana al desgraciado que estropeó mi vida, al hombre que me abandonó y al que seguía amando con todo mi ser, porque lo sentía muy dentro de mí, por mucho que lo odiase… siempre habría un hueco en mi corazón para ese hombre.

Nos invitó a pasar a su casa con una cálida sonrisa en el momento en que mi novio le indicó que éramos los vecinos y sólo veníamos a presentarnos y a traerles unas tartas como bienvenida al barrio. Yo me tensé al entrar en aquella enorme casa con ese hombre al que tanto había querido, que tantas cosas habíamos vivido. Estaba muy nervioso y él lo sentía también.

Kakashi se presentó cordialmente y Fugaku me echó una mirada extraña cuando comentó que era mi novio y presentó a nuestros hijos. Creo que no terminaba de creerse que había formado también una familia igual que la que él tenía, pero es que mi vida no se detuvo cuando él me traicionó, yo seguí viviendo y rehíce mi vida.

-       Soy Fugaku Uchiha – se presentó a todos, incluido a mí y me dio un chispazo cuando agarré su mano para estrecharla en forma de saludo, seguía gustándome ese hombre ¿Cómo era posible? Sacudí la cabeza y miré a Kakashi, sí, él era todo en mi vida ahora, tenía que centrarme en él – estos son mis hijos, Itachi Uchiha el mayor y Sasuke Uchiha, el pequeño – nos comentó.

Ambos chicos nos saludaron y me di cuenta, de que ambos se quedaron detenidos mirando a mi hijo Deidara que seguía sonriendo como si nada.

-       Mucho gusto – les dije – os presento a Hidan y a mi hijo Deidara, aún va al instituto – remarqué como intentando que dejasen de mirarle tanto porque aún era menor de edad.

-       Encantado – dijo Deidara con su típica sonrisa.

Fugaku nos ofreció pasar al comedor y así lo hicimos, nos sentamos y tomamos un té en agradecimiento por las tartas que les habíamos traído. Kakashi y Fugaku parecían hablar mucho sobre ellos, las familias y los trabajos, a mí me tensaba cualquier tema que se sacase en presencia de Fugaku, porque no quería que supiera nada de mi vida, él me había abandonado y no tenía derecho a saber nada después de aquello, pero no tuvimos más remedio que hablar por educación, al menos habló Kakashi mientras yo guardaba silencio.

-       ¿Así que trabajas de abogado? – preguntó Kakashi sorprendido por la información de Fugaku

-       En realidad soy profesor de Universidad – contestó con una sonrisa – enseño derecho y en mis ratos libres ejerzo como abogado de algún amigo o familiar.

-       Qué casualidad… Minato también es abogado – dijo Kakashi sin maldad alguna sin saber que ya lo sabíamos.

-       ¿De verdad? – Preguntó Fugaku hacia mí - ¿Y qué tal te va como abogado?

-       Soy abogado de oficio – le dije intentando hacerle daño sin que el resto se diera cuenta – me dedico a ayudar a los que no pueden pagar caros abogados – le dije y él sonrió al ver cómo me estaba metiendo con él, que cobraba mucho más que yo por sus servicios, ya que solía coger casos de gente rica.

-       Esto está muy bien, yo también quise dedicarme un tiempo a ser abogado de oficio, pero al final siempre había impedimentos. Mi mejor alumno cumplió ese sueño – dijo refiriéndose a mí como si intentase alagarme, pero yo mantuve el silencio, no me interesaban sus cumplidos – Y… ¿Cómo os conocisteis? – preguntó de golpe y sé que Kakashi iba a inventarse algo decente, pero yo no quise.

-       En un bar – le dije muy claro

-       Tenéis unos hijos preciosos ¿No os habéis casado? – preguntó Fugaku.

-       Minato no cree en eso del matrimonio – dijo Kakashi con una sonrisa – así que hemos formado una familia sin tener que pasar por trámites legales, lo importante es quererse ¿Verdad? El matrimonio sólo era un papel más. ¿Usted está casado?

-       Sí – nos dijo – mi mujer debe estar en estos momento en alguna obra benéfica – comentó pero yo no me lo creí, la conocía muy bien y además… su hijo el pequeño hizo un gesto como que no se creía ni una palabra, estos tenían problemas familiares y lo estaban ocultando.

-       Tienes unos hijos muy guapos – le dije mirando al pequeño por el que me había abandonado a mí – parecen muy listos.

-       Si, son mi orgullo – me contestó con una sonrisa – tus hijos son también muy educados.

-       En realidad Deidara es su hijo – le dijo Hidan de golpe – yo soy adoptado por el momento – comentó

-       Hemos tenido dos hijos – le dije y Kakashi cogió mi mano sonriendo y yo le sonreí también – Naruto no ha podido venir, estaba algo indispuesto, así que ha venido Deidara sólo.

-       Vaya, espero que no sea nada grave – me dijo Fugaku preocupado por Naruto.

-       No lo creo – le dije – sólo necesita descansar un poco.

-       Sasuke… - llamó Fugaku a su hijo pequeño - ¿No conoces a su hijo? – preguntó – al parecer van al mismo instituto y tenéis la misma edad.

-       ¿Un chico rubio? – preguntó – ¿De ojos azules igual que Deidara?

-       Sí, son gemelos – le dijo Kakashi.

-       Estoy en su clase – me dijo Sasuke – pero es un poco introvertido, no he tenido oportunidad aún de hablar con él, lo siento.

-       Entonces… ya te lo presentaré – dijo Deidara con una sonrisa y Sasuke sonrió también.

-       De acuerdo, me encantaría – comentó Sasuke.

-       ¿Por qué no les enseñáis la casa? – preguntó Fugaku a sus hijos

Deidara tan contento como estaba enseguida aceptó el ofrecimiento, así que Hidan acabó acompañándole junto a los dos hermanos Uchiha a ver la casa y el jardín mientras los adultos hablábamos y tomábamos el café en el comedor. Yo seguía muy nervioso, tenía miedo de que Kakashi descubriera que le estaba engañando, que realmente conocía a ese hombre frente a mí, que era mi antiguo profesor y que me acostaba con él en la universidad… ¡Maldita sea el día en que decidí acostarme con un hombre casado! ¿Por qué el destino no me dejaba huir de él! Seguía cruzándose en mi camino una y otra vez.

-       Voy por un poco de azúcar – le dije y me indicaron la cocina.

Era una excusa, porque realmente no necesitaba azúcar, pero sí necesitaba salir un rato de su presencia. Me metí en la cocina y traté de relajarme un momento. Me sorprendió que entrase por allí Fugaku con la excusa de indicarme donde estaba exactamente el azúcar.

-       ¿Así que formaste una buena familia al final?

-       ¿Por qué me persigues? – le pregunté – por favor… sólo quiero vivir en paz, ¿Por qué no me dejas en paz?

-       Porque sigo enamorado de ti – me dijo muy directo acercándose hacia mí.

-       Para – le dije – ahora soy un hombre con familia, tengo a Kakashi.

-       Lo sé, fue mi decisión quedarme con mi mujer cuando se quedó embarazada, me quedé por ese niño, pero nunca dejé de amarte Minato, lo lamento, lamento el daño que te pude hacer, sabes que te quería.

-       No es cierto, sólo me utilizaste, pero ya da igual, no quiero saber nada de ti ni de tu familia, manteneos alejados de nosotros por favor, estoy cansado de escuchar el apellido Uchiha – empecé a caminar hacia el salón de nuevo.

-       ¿Así que finges no conocerme porque sientes aún algo por mí? – me preguntó directamente y me detuve en seco. – no quieres que tu novio se entere de nuestro pasado porque temes que sienta como me quieres aún.

-       Déjame en paz Fugaku, déjame vivir tranquilo, tengo dos hijos, tengo un novio estupendo y tú una mujer que te espera todas las noches en tu cama, tienes dos hijos también, ocúpate de tu vida y deja de meterte en la mía. Tú y yo ya no somos ni seremos nada, me lo dejaste muy claro cuando me abandonaste por tu mujer y no voy a volver a ser tu amante nunca más, aprendí la lección – le dije cogiendo el azúcar y marchándome al salón junto a Kakashi.

 

Capítulo 9: Destino.

Itachi Uchiha POV.

Saber que ese chico rubio que tanto me había llamado la atención en el instituto de mi hermano vivía justo frente a nosotros era la mejor noticia que podían darme, me emocionaba sólo con saberlo, no podía dejar de mirar por todas las ventanas de la casa intentando descubrir al otro lado la figura de ese chico en la casa de al lado. Me emocionaba mucho pero por otro lado… sabía que esto estaba mal, él era muy joven para mí, era menor de edad y yo podía meterme en un gran problema si me veía con él en una relación seria, tenía que olvidarle, era importante olvidarme de él, tenía que fijarme en cualquier otra persona de mi edad pero no en un chico de dieciséis años.

Por mucho que me lo repetía y que lo sabía, no podía dejar de seguir mirando de vez en cuando hacia las ventanas de la otra casa pero no le vi ninguna vez. Tenía que olvidarme de ese chico como fuera, tenía que mentalizarme de que no era para mí. Sasuke que me había avisado de todo, me miraba incrédulo de que realmente después de tantos años… me hubiera ido a fijar en ese chiquillo, pero así era. Decidí no darle importancia, al menos no delante de Sasuke, así que seguí con las tareas de sacar cosas de las cajas y ordenar la casa, porque mi madre había pasado por completo de ordenar, se había largado con sus amigas de compras a gastarse el dinero que papá conseguía con tanto esfuerzo.

Nuestro padre estaba en la reunión y yo sabía que algo había ocurrido, porque generalmente ganaba siempre y solía llegar pronto a casa para celebrarlo con nosotros, pero hoy… aún no había venido y eso sólo podía significar, que algo le había ocurrido, seguramente algún contratiempo. Sasuke no creo que se diera cuenta de esas cosas, pero yo sí, llevaba años viéndoles de esa forma, también sabía que mi madre una vez intentó abandonarle antes de que Sasuke naciera, yo tenía cuatro años y media y lo escuché por accidente. Cuando se quedó embarazada y me contaron que tendría un hermanito, ella decidió quedarse con mi padre, cero que por el dinero y la estabilidad, pero mi padre abandonó toda ilusión, porque años después, me confesaría que se había enamorado de alguien y tuvo que dejar que esa persona se marchase por cuidar del pequeño Sasuke que estaba en camino.

Me mentalicé definitivamente de que ese chico no era para mí y pasé de mirar las ventanas, empecé a recoger todo y cuando Sasuke terminó, me ayudó también. Aquella noche, yo me fui pronto a dormir y cuando fui a cerrar la persiana, me encontré con el chico aquel del que me había hablado Sasuke cambiándose en la ventana, el hermano del chico que me había llamado la atención, pero lo mejor de todo no era él… a mí él no me interesaba, sino ver al otro chico en su habitación estudiando en su mesa ¿De verdad estaba estudiando a estas horas? Pues parecía que sí, realmente parecía muy aplicado, creo que ese chico necesitaba tiempo de descanso también, porque no era normal estudiar tanto.

Decidí pasar de él y ponerme el pijama. Me quité la camiseta y entonces me di cuenta de que todo lo tenía en cajas, porque ayer por no buscarlo… había dormido desnudo. Que engorro eran las malditas cajas. Busqué el pijama por todas ellas, di paseos por mi habitación de un lado a otro y cuando por fin me puse la camiseta… me di cuenta de que aquel chico rubio había dejado de estudiar y me miraba completamente rojo, parecía un tomate.

Le saludé desde mi ventana y se apresuró a cerrar las cortinas corriendo intentando esconderse, como si no me hubiera visto y eso me hizo gracia, era un chico increíble, inocente, siempre sonriendo, me encantaba ¡Estaba enfermo enamorándome de un chico de dieciséis años al que no conocía de nada!

No podía seguir pensando en este chico, cerré la persiana y aunque traté de dejar de pensar en él, por la noche soñé con su sonrojo al haberle pillado mirándome, seguramente era un chico muy inocente, no sé si alguna vez habría visto a algún chico desnudo, pero parecía que no por ese tremendo sonrojo que se le colocó en segundos sólo por verme. La verdad es que me gustó verle, me gustó saber que vivía frente a mí pero estaba dispuesto a olvidarme de él a menos que el destino pusiera algo en mi camino que me indicase que él era el chico de mi vida. A partir de mañana… si no había ninguna señal en su dirección… me olvidaría de él, lo prometí, sólo era un chico de dieciséis años, no era para mí, demasiado joven.

Por la mañana cuando me levanté desayunamos en familia… bueno… sin mi madre como era normal. Era sábado hoy y no teníamos nada que hacer a excepción de… recoger toda la casa y ya faltaba poco, eso era lo mejor. Mi madre como siempre había salido muy temprano y creo que le había dicho a mi padre que tenía una reunión en el centro social ese en el que supuestamente trabajaba… porque yo había tratado de ir un par de veces y allí… no trabajaba, no conocían a nadie con el nombre de Mikoto. Nos mentía descaradamente y se iba con hombres por ahí, poniendo los cuernos a mi padre y eso no me gustaba.

Estaba recogiendo mi habitación con los libros de la facultad cuando sonó el timbre ¿Quién podría ser a estas horas? Bajé para abrir la puerta cuando vi que mi padre se adelantaba diciéndome que ya iba él, que estaba más cerca, yo bajaba por las escaleras y Sasuke había sacado la cabeza por la barandilla de la planta de arriba. Delante de la puerta apareció un chico algo más joven que mi padre, tendría unos treinta y seis años que era bastante joven en comparación a mi padre, que ya rondaba los cuarenta y cinco. Era un chico muy guapo, rubio y de cabello despeinado que venía con otro hombre más mayor, de cabello blanco plateado y con dos chicos, otro de cabello igual de blanco y muy bien peinado y engominado y otro chico rubio de cabello largo, ese era el chico de mis sueños… ¡maldito destino! Yo quería olvidarme de él y mi destino me lo ponía frente a mí una y otra vez… eso tenía que significar algo.

Levanté la cabeza mirando a Sasuke en el piso de arriba y éste me miró sin entender, pero cuando le indiqué con los ojos y un leve movimiento de cabeza que bajase, lo hizo enseguida entendiendo que era algo interesante que no podía perderse. Bajó corriendo las escaleras hasta donde yo estaba y mi padre tras haberse quedado helado en la puerta, empezó a presentarse, pero yo creo que había algo raro, mi padre no era el típico que se quedaba congelado sin saber qué hacer porque hubiera invitados o gente nueva, él siempre sabía comportarse perfectamente en público y en sociedad, era el abogado con más prestigio del país, el mejor profesor universitario, el que había recibido innumerables premios, siempre se desenvolvía con mucha soltura frente a los desconocidos, así que sospeché que debía conocer a alguno de ellos y por las miradas hacia el rubio, creo que era ese tal Minato al que conocía de algo, aunque hizo como si no lo conociera… así que dudé un poco de la situación. Sasuke ni se dio cuenta, supongo que era más pequeño y no se fijaba tanto en los detalles.

El té o el café que se tomaron todos en la sala… fue tenso, muy tenso, yo podía sentirlo, mi padre estaba muy nervioso y no paraba de mirar a Minato, tenía un brillo especial en su mirada cuando lo hacía, no sabría describirlo. Sasuke estaba un poco mosqueado porque el gemelo no había venido, ese tal Naruto pero le cambió la cara a una de felicidad cuando Deidara le comentó que podía presentárselo un día en el instituto, supongo que mi hermano tenía más suerte que yo, al menos tenía más tiempo de convivencia con el chico que le había gustado, yo no tenía esa suerte, Deidara iba al instituto y yo a la universidad, me era complicado acercarme a él con alguna excusa.

No paré de mirar a Deidara mientras me tomaba el café en la sala con todos y dejé que mi padre hablase con los adultos mientras Sasuke y yo manteníamos ocupados en conversaciones a Deidara y al tal Hidan ese. Me hacía gracia los sonrojos de Deidara, porque aunque sonreía mucho y disfrutaba al verle tan feliz, cuando sus ojos se cruzaban con los míos los apartaba rápidamente recordando el mal trago que pasó anoche al pillarme medio desnudo caminando por la habitación. Yo no pude parar de sonreír al recordarlo, de verdad que me encantaba esa inocencia que tenía el chico. Esto tenía que ser el destino, cruzármelo en el instituto de mi hermano, que fuera mi vecino y ahora… cuando decidía abandonar mi obsesión por él y lo dejaba en manos el destino mi elección, el destino lo traía a mi casa, a sentarse en mi sofá, a que estuviera frente a mí hablándome… ese chico era mi alma gemela, lo sabía, estaba seguro de ello, tenía que ser mío como fuera.

Mi padre nos indicó que les enseñásemos la casa a nuestros invitados, supongo que para que no estuvieran aburriéndose aquí con el café de adultos. Sasuke fue uno de los primeros en levantarse y yo con una mirada le indiqué que entretuviera a Hidan, porque quería quedarme hablando a solas un rato con Deidara. Sasuke me entendió a la perfección y lo cogió reteniéndole con sus largas conversaciones mientras le enseñaba zonas de la casa. Yo aproveché para coger a Deidara y seguirles a cierta distancia para que Hidan no sospechase. Hidan de vez en cuando iba girándose hacia Deidara para comprobar que les seguíamos pero le enseñaba las salas pocos segundos después de lo que lo hacía Sasuke, así y explicándole algunas anécdotas… ¡La mitad inventadas porque la casa era nueva y no habíamos hecho travesuras aún aquí! Tomamos algo de distancia de mi hermano, que ya iba por el cuarto de invitados mientras yo pasaba ahora a mi habitación.

Abrí la puerta y le enseñé a Deidara desde la puerta lo que había dentro. Él se sorprendió y luego se sonrojó al mirar la ventana y recordar que anoche estuvo espiándome. Me gustaba verle sonrojado, era tan tierno y dulce. Él pareció darse cuenta de que algo estaba mal entre nosotros y prefirió disculparse.

-       Siento lo de anoche – me dijo – no debí haber mirado hacia aquí.

-       No pasa nada, nuestras ventanas están muy a la vista, no se puede evitar.

-       Pero le vi casi desnudo y lo lamento de verdad.

-       Bueno… en ese caso… creo que me debes que te vea yo a ti, así quedaríamos en paz – él se sonrojó aún más – era broma, tranquilo – le sonreí y él sonrió entonces.

-       Lo lamento enserio.

-       No te preocupes, son cosas que pasan, no me molestó en absoluto. Vi que estudias mucho ¿No deberías relajarte un poco a veces?

-       Quiero sacar una buena media para ir a una buena universidad – me explicó

-       ¿Qué quieres estudiar? – pregunté.

-       Derecho, como mi padre – me sonrió – quiero ayudar a la gente ¿qué estudias tú? – me preguntó tuteándome al fin.

-       Arquitectura – le dije – me gustaría algún año poder diseñar mi propia casa.

-       Suena interesante – comentó.

-       Deidara… vamos – escuché que llamó el tal Hidan a su medio hermano para darle prisa y alejarle de mí, creo que por los ojos y la mirada que me lanzó… que estaba algo celoso y no lo entendí, porque se supone… que era como su hermano, nada más… sin embargo… lo trataba como a su novio.

-       Ya voy – le dijo – lo siento, debo ir con él – me comentó disculpándose y acercándose hacia Hidan.

El resto de la visita la hicimos juntos pero yo no paraba de mirar a Hidan, cada movimiento que hacía y como se acercaba cada vez más a Deidara como si intentase dejarme claro que él era suyo, que no podía acercarme a Deidara y eso me ponía enfermo. Creo que Hidan no tenía buenas intenciones con ese chico tan dulce, si seguía así… Deidara se estaría metiendo en un gran problema. No me fiaba de ese chico.

Capítulo 10: Encuentro

Naruto Namikaze POV

Cuando Kakashi llegó de trabajar y nos dijo que había visto luz en la casa de los vecinos… me sonrojé al recordar como aquel chico moreno me había visto medio desnudo paseando por mi habitación mientras me ponía el pijama y es que mi ventana… daba justo a la ventana de la habitación de aquel chico tan guapo al que también debía ver en clase.

-       ¿Qué te ocurre Naruto? – Me preguntó Kakashi mirándome con preocupación - ¿Estás bien hijo?, estás muy rojo ¿Tienes fiebre? Puedo llamar al médico si no te encuentras bien – me comentó mi padre tocándome la frente.

-       Estoy bien papá – le dije – sólo un poco cansado.

-       ¿Mucho entrenamiento? – me preguntó sonriendo y me tensé al recordar el Lacrosse.

-       Sí, algo – le dije.

-       Creo que debería ir a hablar con ese entrenador tuyo que tienes… no está bien que te fuerce a entrenar tanto, te deja destrozado y demasiado cansado.

-       No – le grité – no hables con nadie – le pedí y mi padre se extrañó aún más porque había levantado la voz, algo que nunca hacía. – Lo siento – me disculpé por levantar la voz.

-       No pasa nada hijo, es el estrés seguro. ¿Tenéis partido pasado mañana, no? – me preguntó y yo me entristecí un poco más.

-       Sí – le aclaré.

-       Entonces iremos toda la familia a verte jugar el partido, te animaremos desde la grada – me dijo Kakashi con una sonrisa

-       Vale – le dije mirando ahora a mi hermano que estaba detrás de Kakashi mirándome con ojos incrédulos, con esos ojos que siempre ponía cuando sabía que me ocurría algo y vi la tristeza en sus ojos, su preocupación por mí.

En realidad creo que Deidara podía sentir mi tristeza también, éramos gemelos y nos entendíamos a las mil maravillas, muchas veces me daba miedo que pudiera ver a través de mí y descubriera todo lo que me ocurría, porque quería mantenerle al margen de mis problemas en el equipo, no necesitaba que él se involucrase en esto, de hecho… no quería que él pudiera pasar por lo mismo que yo, así que trataba de ocultarle siempre las cosas, porque sé que si se enteraba… querría ayudarme y podría caer él también en mi problema, no quería eso para él. No me apetecía tener que contarle nada y él nunca me presionaba, pero veía en sus ojos la preocupación. Me moría de ganas de poder decirle todo, pero no podía, tenía demasiada vergüenza y miedo como para contárselo incluso a él.

¿Qué os parece si vamos mañana todos a saludar a nuestros nuevos vecinos y así los conocemos? – preguntó Kakashi.

Sería genial – dijo Deidara con una gran sonrisa como si fuera una gran oportunidad para él de conocer gente, de hacer amigos después de tantos años de soledad.

Yo recordé a aquel chico moreno de espectaculares ojos oscuros mirando mi cuerpo desnudo a través de la ventana y… bastante tenía ya con verle en clase y sonrojarme allí por lo que había pasado como para encima tener que ir a su casa… no quería hacer amigos y menos ahora que ese chico encima me había visto desnudo. No quería tener que verle, me daba mucha vergüenza y para colmo… yo no quería amigos, rehuía a la gente, no me daban confianza alguna así que no quería ir a la casa de los vecinos.

-       A mí no me apetece – dije y miré a Deidara desilusionarse y preocuparse un poco por mí.

-       Estás seguro Naruto… puede ser una oportunidad para…

-       He dicho que no quiero ir – le repetí elevando un poco la voz y miré entonces como todos me miraban extrañados de mi comportamiento.

-       Entonces yo tampoco iré – dijo mi hermano de golpe entristecido – me quedaré con mi hermano y estudiaré – dijo sonriendo ahora como si eso me calmase a mí, lo estaba haciendo por mí y eso me dolía, porque él no tenía amigos, era una oportunidad para él que yo le estaba arrebatando por mi egoísmo de no querer conocer a gente.

-       Creo que deberías de ir Dei –le dije al final – enserio… no te preocupes por mí, ve y luego me cuentas como son los nuevos vecinos.

-       ¿Estás seguro Naru? – me preguntó

-       Sí Dei, ve tú.

-       Naruto… - empezó ahora mi padre Minato – creo que sería bueno que fueras, llevas un tiempo muy raro y distante con todos ¿Ha ocurrido algo que no sepamos?

-       No, pero no quiero ir.

-       Naruto… - volvió a llamarme Minato – antes traías muchos amigos a casa pero hace años que no traes a nadie ¿Seguro que estás bien?

-       Estoy bien, sólo no quiero ir – le dije

-       Está bien, iremos los demás.

Sé que antes era como mi padre decía… era extrovertido y bromista, salía con los amigos a todos los lados pero ya no podía hacerlo, no confiaba en nadie excepto en mi propia familia. Aunque pensaba así… tampoco estaba ciego y ese chico moreno de al lado… era guapísimo, pero no me hacían falta amigos, decidí alejarme de todos y eso haría.

Me fui hacia mi habitación y Dei me siguió preocupado, sé que lo estaba, que yo llevaba mucho tiempo raro y en cierto modo yo también lo sabía. No podía dejar de pensar ahora en aquel moreno y en el inminente partido de Lacrosse. Quería dejar el equipo pero no pdía, el director del centro me obligaba a seguir allí, mis notas era muy malas y sólo me dejaban quedarme en este instituto elitista gracias a que mi hermano era un genio del que no querían prescindir por la reputación que daba al centro y porque yo ganaba partidos, así que me aprobaban a veces con cincos para poder jugar los partidos, pero realmente… si no fuera por el Lacrosse y mi hermano, me habrían echado del centro hace mucho.

Mi hermano sé que llegaría lejos, tenía una mente brillante y siempre trataba de ayudarme en todo, tenía un corazón enorme y se lo agradecía, pero yo no tenía su cerebro. Si me hubieran expulsado del centro, Dei habría dejado el instituto también para venirse a otro conmigo y nuestros instituto no quería perderle.

-       Naru-nii – me llamó Dei cuando entró en mi habitación - ¿Qué ocurre?

-       Nada Dei, es sólo que no quiero ir a ver a los vecinos.

-       Pero… tú siempre has sido muy extrovertido y tenías muchos amigos ¿Es por mi culpa?

-       Me encantaba mi hermano, era tan inocente y dulce, siempre preocupado por los demás, siempre sintiéndose culpable. Era cierto que al no tener él amigos yo había dejado a los míos para estar con él, pero no era su culpa, había sido mi decisión y además… si mis amigos no aguantaban a mi hermano ¿Qué clase de amigos eran que no me entendían? Eran falsos y no necesitaba gente falsa a mi lado.

-       No es tu culpa Dei, es mía, yo no necesito falsedad cerca de mí – le dije.

-       Pero tenías muchas amigos… tienes suerte, todos quieren ser tus amigos.

-       A mí no me importan ellos Dei, si se meten contigo se meten conmigo también, eres mi hermano, yo jamás te abandonaré.

-       ¿Por qué quieres dejar el Lacrosse? ¿Ya no te gusta? – me preguntó.

-       Claro que me gusta… pero no soporto que me utilicen para ganar partidos, no soporto los entrenamientos duros con ese odioso entrenador y creo que soy más que un jugador, quiero poder divertirme y ahora sólo es como un trabajo, una obligación cuando antes me divertía jugando.

-       Lo sé, pero tú eres genial – me dijo sonriendo como un niño pequeño – quiero ser como tú Naru.

-       No digas eso – le grité y me di cuenta de que era mi hermano, que no podía gritarle a él. Le abracé en cuanto pude a modo de disculpa – no seas como yo Dei, tú tienes luz propia, llegarás más lejos que yo. Yo no podré nunca estar a tu altura Dei.

-       Pero siempre serás mi hermano, a mí me da igual tus notas, eres muy listo, pero no te gusta estudiar… nada más. Si a ti no te gusta estudiar yo lo haré por ti, te ayudaré siempre.

-       Te quiero Dei – le dije abrazándole de nuevo – me siento orgulloso de tenerte como hermano.

-       Y yo a ti Naru – me dijo sonriendo – pero no llores, si quieres dejar el equipo yo te apoyaré.

-       No pudo dejarlo Dei, necesitas éste instituto y si lo dejo me echarán.

-       Me iré contigo donde sea.

-       No Dei, aguantaremos aquí hasta que te gradúes.

-       Naru… yo no tengo amigos aquí, no me costaría dejar el instituto este para ir a otro y sólo quiero verte feliz, si quieres jugar en otro instituto nos cambiamos y ya está.

-       No Dei, éste es el mejor instituto para tu futuro.

-       Como quieras Naruto – me dijo sonriendo y como siempre… su sonrisa era tan contagiosa que me hacía sonreír a mí también.

Aquella noche dormí abrazado a Dei, era mi hermano y le adoraba, con esa inocencia suya que esperaba jamás cambiase, era una gran persona y no iba a permitir ue nadie le hiciera daño. Por la mañana entró Minato a buscarle y tras vestirse se marcharon hacia la casa de los vecinos. Yo me quedé un rato más en la cama y luego bajé a la cocina a desayunar.

Hacía un día espléndido y decidí sacarme un trozo de bizcocho y mi vaso de leche a las escaleras del porche. Estaba tan tranquilo desayunando allí fuera cuando mis ojos se cruzaron con los de aquel chico moreno tan guapo que venía hacia mí. No supe si irme o quedarme pero mis piernas se paralizaron en el sitio y no me pude mover. Me puse rojo como un tomate al escucharle y ver su agradable sonrisa.

-       Hola… ¿Naruto, verdad? – me preguntó.

-       Sí – le dije – perdón… pero no recuerdo tu nombre.

-       Sasuke – me dijo sonriendo – ¿Vas a salir corriendo como ayer o puedo sentarme un rato? – al no contestarle se sentó a mí lado – te he visto desde mi casa y creo que debía acercarme a disculparme por lo de ayer, no estuvo bien mirar por la ventana, así que lo siento.

-       No pasa nada – le dije totalmente sonrojado pero no quise seguir su conversación y me callé.

-       ¿Estás incómodo conmigo? Pareces tenso.

-       Es que no te conozco – le aclaré.

-       Soy Sasuke, tu compañero de clase, tu vecino y espero que tu amigo en un futuro – me dijo sonriendo y tendiéndome la mano, yo la estreché sonriendo.

-       Naruto Namikaze, encantado. ¿Os habéis mudado hace mucho tiempo? – pregunté por hablarle de algo y no ser descortés aunque quería marcharme cuanto antes.

-       No, llevamos un par de días. Aún no conozco a nadie. Oye… ¿Sabes que han mandado un trabajo de ciencias en parejas? – me preguntó.

-       Sí, algo escuché – le dije tomando un sorbo de mi leche.

-       Me preguntaba si querrías hacer el trabajo conmigo – casi escupí la leche… a este tío no le habían dicho que yo siempre suspendía…

-       No te conviene hacerlo conmigo –le dije – siempre suspendo, nadie quiere ser mi compañero.

-       No te vendes muy bien – me sonrió – pero sigo queriendo que seas mi compañero.

-       Pues debes de ser un genio en ciencias para querer ir con alguien tan cazurro como yo – le dije – o es que deseas suspender y no sabes cómo –él empezó a reírse.

-       Digamos que se me da algo bien eso de estudiar – me dijo - ¿qué me dices? Venga… no dejaré que suspendas.

-       Vale – le dije al fin.

Hablé con él algo, no mucho porque yo seguía desconfiando y en ese momento… apareció mi entrenador que corría por la calle haciendo deporte y es que… siempre pasaba por mi calle. Orochimaru se acercó hacia nosotros en cuanto me vio ahí fuera y a diferencia de la sonrisa de Sasuke… la de Orochimaru la odiaba.

-       Vaya… Naruto-kun – dijo - ¿Estás preparado para el partido de mañana? – preguntó – ya sabes que si necesitas entrenar estaré por la oficina, pásate y practicaremos antes del partido – me aclaró.

-       Gracias – le dije muy serio y Sasuke a mi lado se sorprendió de mi tono – pero estoy listo, no necesito entrenar más, sólo descansar.

-       Me alegro entonces, ya sabes que contamos contigo para ganar mañana.

-       Lo sé – le dije sintiéndome utilizado de nuevo.

-       ¿mmm? ¿Tú no eras el chico nuevo que se ha apuntado a mi equipo? – preguntó mirando a Sasuke y yo me sorprendí.

-       Sí – le dijo Sasuke.

-       Entonces te veremos mañana, esperemos que seas bueno o tendré que echarte del equipo.

-       Lo soy – dijo Sasuke con prepotencia – esperemos que el entrenador sea bueno o tendré que quejarme a la dirección – le amenazó sin sentir ni un poco de miedo de él y aquella seguridad me impresionó.

No quise ni acabar la conversación, me levanté y me dirigí al interior de mi casa. Orochimaru se marchó despidiéndose y Sasuke me agarró de la muñeca para evitar que me escondiera.

-       ¿Qué te ocurre con él? – me preguntó y me sorprendí.

-       Le odio – le dije – sólo nos utiliza para ganar, mientras ganemos él seguirá de entrenador. No te acerques a él, no es un buen tío – le dije y él se sorprendió – deja el equipo ahora que puedes – le comenté entrando en casa y cerrando la puerta tras de mí.

 

Capítulo 11: Tú

Deidara Namikaze POV

Me había quedado dormido junto a mi hermano y sentía sus fuertes brazos entorno a mí apretándome como si me protegiera y es que me encantaba que lo hiciera, me sentía muy seguro estando con Naruto, era mi hermano y le adoraba. Yo siempre había querido ser como él, desde niño había tenido muchos amigos, jugaba a Lacrosse y aunque yo intenté seguir sus pasos, al ver cómo me defendía y se peleaba con otros niños por meterse conmigo al ser un patoso… decidí dejar de jugar, no quería ser el culpable de que odiase ese deporte por mi culpa, él tenía que tener su vida, así que yo dejé de jugar y me dediqué a ir a sus partidos.

Me encantaba ir a verle, siempre disfrutaba, se reía mucho y luego se solía marchar con sus amigos a celebrar los partidos y las cosas… pero yo al no ser del equipo, acababa siempre un poco triste y en casa sin nada que hacer, mirando por la ventana para ver cuando venía mi hermano y podía disfrutar de un rato con él. Al final… sin nada que hacer excepto esperar a que llegase mi hermano, empecé a estudiar, estudiaba día y noche y sólo descansaba cuando escuchaba la puerta y corría escaleras abajo saltando a los brazos de mi hermano contento por que estuviera allí.

La habitación la compartíamos, así que por las noches era cuando más estábamos juntos y hablábamos de todo, pero yo nunca le conté que me entristecía cuando me quedaba aquí solo, porque él tenía derecho a divertirse. Cuando empezamos el instituto y sus notas cayeron, yo le ayudé a remontarlas como pude pero Naruto… acabó deshaciéndose de todas sus amistades para estar más tiempo conmigo y no sé si eso era culpa mía porque todos se metían conmigo, porque nadie quería sentarse en mi misma mesa, porque sólo se aprovechaban de mi cerebro y eso a mi hermano le sentaba muy mal. Ahora siempre estaba conmigo y yo me alegraba en parte, pero también sabía que necesitaba un amigo.

Minato vino a despertarme a la habitación de Naruto al ver que no estaba en la mía y es que desde que nos habían cambiado uno a cada habitación, seguíamos durmiendo juntos casi siempre. A mí padre le hacía mucha ilusión y se le iluminaba la cara al ver cómo nos queríamos, porque creo que aunque de pequeño me pelaba con Naruto, ahora ya no lo hacía, era mi hermano, mi mejor amigo, era todo en mi vida, le quería con locura tanto como él me quería a mí y eso alegraba a nuestros padres.

Me arreglé y desayuné con la familia mientras Naruto seguía durmiendo y es que él no quería venir a presentarse a los nuevos vecinos. A mí no me terminaba de gustar eso de ir sin él, pero también era cierto que era una oportunidad para mí de hacer amigos, jamás había tenido un amigo y en el instituto todos me conocían ya como el patoso, nadie sería mi amigo pero esos chicos nuevos que habían venido aún no me conocían, quizá ellos sí podrían ser amigos. Supongo que fue por ese motivo por el que Naruto me dijo que fuera a verles con mis padres.

Mientras caminábamos por la calle y yo hablaba animadamente con Kakashi que llevaba un bizcocho en sus manos, me di cuenta que por el otro extremo de la acera venían unos alumnos de mi clase y entre susurros empezaron a reírse, por lo que se me heló la sonrisa en la boca y agaché un poco la mirada. Sé perfectamente de qué se reían, era de mí, de mi familia… ellos no entendían que pudiera tener dos padres… porque Minato aunque era un doncel y prácticamente lo sabían en este barrio residencial… él se negaba a que le llamasen mamá, decía que era un chico y como tal le tratábamos y es que aparte de eso… de que tanto Naruto como yo teníamos dos padres, encima Minato se había negado a casarse y eran tan religiosos aquí que no concebían en su visión de la vida que no estuvieran casados, pero para mí… eso era sólo un papel, lo que importaba a ojos de Dios era que se quisieran y no el papel y mis padres se querían con locura.

Hidan también aprovechaba al verme así de desanimado a intentar meterme mano cuando nadie se daba cuenta y a mí me ponía de mal humor, porque le dejé muy claro que no quería que nadie se enterase de esto pero él seguía tratando de darme palmadas en el trasero o algo en plan de juego cuando nos podían pillar y lo odiaba, odiaba que se comportase como un crío imbécil, así que sólo podía tratar de apartar su mano cada vez que intentaba algo aunque yo no tenía tanta fuerza.

Cuando ya nos aproximábamos hacia la puerta, caí en algo que hasta ahora no había pensando… ¡Había visto desnudo a uno de sus hijos! Aquel chico de la ventana… bueno… lo de chico ya se quedaba corto porque era un hombre, por lo menos iría a la universidad y había sido un accidente pero… ¿Y si decía algo? ¿Y si me reñían por haber estado mirando? Era verdad que había sido un accidente, yo estaba estudiando y hacía tanto calor en la habitación que me había acercado a abrir la ventana viéndole allí completamente desnudo paseándose por la habitación. No pude apartar mis ojos de él y es que tenía un cuerpo de escándalo, era puro arte aquel hombre, claro que cuando me vio, me sonrojé y me apresuré a esconderme ¡Qué vergüenza que me pillara!

Me puse muy nervioso cuando llegamos a la puerta y vi algo extraño cuando se presentaron mis padres, sobre todo por la cara que puso Minato y aunque rápidamente la cambió y se presentó como de costumbre, supuse que habría sido mi imaginación, porque me había parecido como si se conocieran de antes. Creo que me confundí. Nos presentamos todos y nos invitaron a pasar a tomar un café pero yo miré hacia las escaleras donde estaba aquel hombre al que yo había visto desnudo anoche y me sonrojé mucho más, esperaba que no dijera nada porque me caería una buena si hablaba, pero no lo hizo, se acercó hacia mí y con una sonrisa me tendió la mano.

-       Hola, soy Itachi – se presentó y aun sonrojado le tendí la mano notando que tenía un tacto muy suave y agradable.

-       Deidara – le dije sintiendo entonces como una mano se apretaba en mi hombro con fuerza haciéndome daño y me tiraba para atrás alejando mi mano de la de Itachi.

-       Hidan – le dijo éste apretándole ahora con fuerza la mano de Itachi que yo había soltado.

Itachi sonrió y luego me miró como comprobando si estaba bien al verme tocarme en el hombro donde me había hecho daño Hidan, pero yo aparté la mirada de él por la vergüenza que acababa de pasar, por el empujón que me habían dado. Odiaba los malditos celos de Hidan que ni siquiera me dejaba conocer gente y hacer amigos, ya no lo soportaba más, él quería que estuviera siempre solo y yo necesitaba estar con gente.

El hermano pequeño de Itachi también bajó y yo a ese chico le había visto antes, ayer en el instituto con el director. Era de mi misma edad y me cayó tan bien, que al final pensé en presentarle a mi hermano Naruto ya que iban a la misma clase, total… así quizá él sería capaz de descubrir qué le ocurría a mi hermano y podrían ser amigos, porque Naruto también necesitaba un amigo aunque dijera que no, que ya me tenía a mí y era suficiente con eso. Yo sé que Naruto echaba de menos su vida de antes.

Tomamos los cafés en la sala aunque Sasuke y yo tomamos unos zumos. No podía apartar mi vista de Itachi y aunque me comentó que estaba estudiando arquitectura en la universidad y que hacía deporte etc… yo estaba sólo centrado en lo mayor que era y es además… lo parecía, era muy calmado y tranquilo, muy sensual, muy educado, era tan diferente a Hidan, hablar con él me gustaba, me daba tranquilidad y seguridad mientras que con Hidan me sentía completamente dominado, no era yo mismo, él controlaba toda mi vida, con quien podía o no hablar, cuando tocarme, cuando besarme… siempre decidía todo él y yo tenía que obedecerle.

El padre de los chicos les indicó que nos hicieran una visita por la casa y me alegré cuando Sasuke se llevó un poco a parte a Hidan dejándome con Itachi a solas, porque pude además disculparme por lo de la ventana. Me sonrojé mucho al decírselo y aún más cuando él me comentó que le debía un desnudo, pero luego sonrió diciéndome que era broma y me calmé. Era un chico estupendo, estaba seguro que muchas universitarias irían tras él como locas.

Hidan no tardó mucho en reclamarme a su lado con sus típicos celos y es que no me dejaba estar al lado de ningún chico fuera quien fuera y creo… que se sentía un poco amenazado por la educación y la belleza de Itachi, como si sintiera que podía irme con él, pero yo era un chico de palabra, le había elegido a él, yo sólo quería alguien con quien hablar, un amigo, no sé a qué venían tantos celos. Sasuke se disculpó marchándose tras haber visto algo por la ventana y cuando yo miré, vi a mi hermano en nuestro porche desayunando y no pude evitar sonreír, al menos ya no tendría que presentarles.

Cuando nos tocó marcharnos y mis padres entraron por casa, Hidan aprovechó el momento para apartarme y empotrarme contar un árbol besándome con fiereza, casi haciéndome daño, de esa forma dominante que tenía cuando se ponía celoso y quería marcar su territorio intentando dejarme claro que yo era suyo, pero a mí me hartaba esta situación. Intenté separarle y cuando lo conseguí le pegué un tortazo a punto de llorar.

-       Déjame – le grité – estoy harto de tus celos, yo no he hecho nada para que te pongas así.

-       Estabas tratando de ligar con él – me echó en cara.

-       No, eso es lo que ven tus celos, yo sólo trataba de tener un amigo.

-       Ya tienes a tu hermano – me gritó.

-       Es mi hermano, necesito amigos Hidan, como se nota que tú si los tienes y nunca has estado solo, necesito tener gente a mi alrededor. ¿Cuándo te he traicionado yo a ti? ¿No te elegí? ¿No soy tuyo ya? ¿Por qué te dan estos ataques de celos? No lo soporto – le dije y me di cuenta en aquel momento que a la espalda de Hidan en la ventana… estaba Itachi mirándonos con ojos de tristeza como si sintiera mis problemas. Hidan trató de abrazarme disculpándose – no me toques – le dije apartándome un poco y saliendo corriendo hacia la casa.

Me dio mucha vergüenza ver a Itachi allí observando esta situación, no tenía porque ver los celos de Hidan, ni siquiera tenía que haber sabido acerca de mi relación con Hidan y ahora sólo esperaba que él no contase nada de lo que había visto. Entré corriendo en casa y cerré con rapidez las persianas para que no me viera Itachi, ya bastante vergüenza tenía con lo que había visto de mí.

Al día siguiente fui al instituto y como siempre, mis compañeros me hicieron la vida imposible, estuve más por el suelo que de pie. Me pasé prácticamente el resto de las clases llorando en el baño y cuando salí del instituto para irme a casa recordé que tendría que irme solo, porque Naruto tendría entrenamiento hasta las cinco que era el partido. Puse mi mejor sonrisa y salí del baño descubriendo que todos los de mi clase hacían cola reuniéndose en torno a un chico moreno de cabello largo ¡Itachi! Me sorprendí mucho de verle allí y como siempre… fui tan torpe que al ir mirándole me choqué contra una farola cayendo al suelo ante la risa de todos. Me sonrojé aún más por la vergüenza y cuando quise darme cuenta, una mano estaba a mi lado ayudándome a levantarme.

Cogí la mano de Itachi que me sonreía y me miraba la cabeza buscando algún moratón o bulto que hubiera salido por el golpe. Me gustaba su sonrisa y sus manos cálidas tocando mi frente buscando el golpe mientras soplaba. Los alumnos de mi clase me miraban extrañados y aún más… cuando Itachi insistió en llevarme a casa en su coche tras recoger a su hermano también.

Me extrañó un poco que Sasuke no se quedase a entrenar pero dijo que iría media hora antes del partido para cambiarse y salir al campo. Cuando llegamos a casa, aparcó Itachi y Sasuke salió corriendo hacia casa para comer mientras yo bajaba con calma y más tranquilo. Itachi se acercó tras cerrar el coche para comprobar mi chichón y sonrió.

-       Creo que te va a salir un buen golpe – me dijo sonriendo.

-       Sí, creo que si – le dije – Itachi… por favor… no cuentes nada de lo que viste ayer – él resopló dándose cuenta que hablaba de lo de Hidan.

-       ¿Por qué con él? – Me preguntó – es mayor… tiene mi edad y no parece que te trate con dulzura, tú necesitas alguien que te quiera de verdad ¿Por qué salir entonces con alguien que te trata mal?

-       Porque es el único que me quiere – le dije cogiendo mi mochila y marchándome hacia casa dejándole allí mirándome.

Capítulo 12: Mi alumno

Fugaku Uchiha POV

Menuda sorpresa me había llevado al ver a Minato frente a mi puerta… menuda coincidencia, ayer mismo estaba en el despacho peleándose conmigo y contra mi familia cumpliendo su trabajo y hoy acudía por mi casa con su pareja y uno de sus hijos a presentarse a los vecinos sin saber que era yo precisamente. La verdad es que Minato si antes era guapo… ahora lo estaba aún más, seguía enamorado de él como el primer día y es que no había conseguido olvidarle desde que llegó a mi despacho la primera vez, un simple estudiante de derecho que vino a una reunión a resolver una duda y que acabó cautivando mi corazón a lo largo del año. Fue mi mejor alumno y mi amante. Como me habría gustado haberme quedado con él pero supongo… que ya no había vuelta atrás, había encontrado a un hombre que le amaba y con el que había tenido dos maravillosos hijos igual de rubios que él pero yo seguía sin poder sacarle de mi cabeza, siempre sería aquel chico perfecto del que me enamoré.

Tenía tanta vitalidad cuando entró en la universidad, un chico diferente a todos los demás, con ganas de estudiar y de aprender, gran amigo de todos que no se saltaba ni una fiesta pero que luego… estudiaba como el que más para los exámenes y sacaba matrículas en todas las asignaturas, era excelente, un alumno brillante con una capacidad de aprendizaje increíble. No se perdió ninguna experiencia universitaria, lo vivió todo y lo disfrutó pero supongo… que también sufrió mi drama, también le partí el corazón en dos cuando le abandoné eligiendo a mi esposa que estaba embarazada pero… ¿Qué podía hacer? No podía abandonar a mi hijo, no podía dejarle en la calle y menos sabiendo cómo era su madre. Si yo no hubiera estado quizá hasta hubiera decidido abortar y no podría haber soportado perder a mi niño pequeño, Sasuke era un encanto, había crecido sano y saludable, con un inmenso amor hacia su hermano y con un terrible orgullo por su apellido y su familia.

Quizá había gente que le tachaba de engreído o de prepotente pero no lo era, él era orgulloso, llevaba su apellido con honor y quería siempre ser el mejor en todo para que nadie pudiera tachar ese digno apellido. Me habría encantado que su relación con su madre hubiera sido mejor de lo que era, porque últimamente ni siquiera eso, se llevaban fatal pero incluso Itachi había empezado a distanciarse de su madre y no entendía el motivo que les impulsaba a ser así, sé que nunca se había preocupado por ellos, se dedicaba a ir con sus amigas de compras y a la peluquería, pasaba tanto de ellos que hasta Itachi había acabado recogiendo a Sasuke del instituto cuando se sacó el carnet de coche. No había remedio con Mikoto, ya no sabía que más hacer para que estuviera a gusto en esta familia.

Aún recuerdo su discusión y enfado conmigo cuando descubrió mi infidelidad con Minato, pero es que estábamos ya tan mal ella y yo… hasta pensé en divorciarme cuando sólo estaba Itachi con nosotros, un chiquillo pequeño que no entendía por qué discutíamos tanto y al final… mi refugio siempre fue Minato, con él todo era fácil y sencillo, sabía lo que quería y me había disfrutar como el que más, me hacía sentir importante, me hacía sentir querido y lo perdí, lo perdí porque Mikoto se quedó embarazada y no tuve más remedio. Minato no podía seguir siendo mi amante el resto de mi vida y menos tras la bronca de Mikoto.

Me sentí fatal en aquel momento, primera por haber engañado a Mikoto porque jamás pensé que llegaría a caer tan bajo como para hacer una infidelidad así pero por otro lado… me sentí horrible con Minato, por haber metido en este jaleo a un chico inocente y sencillo, a un genio con un brillante futuro en mis problemas, fue mi culpa haberle enamorado, fue mi culpa haber escondido que estaba casado y aunque luego se enteró, también es verdad que él quiso continuar porque ya no podía ver su vida sin mí, le había enamorado demasiado y no había vuelta atrás para nosotros. Abandonarle fue el peor de mis errores pero no me arrepentía, lo hice por salvar a Sasuke y era lo que tenía que hacer, pero seguía amando a Minato desde lo más hondo de mi corazón.

Me había dolido su odio, sentía un gran odio por mí, sus palabras me retumbaban en la cabeza, sólo quería que le dejase en paz con su vida y yo me moría de ganas por saber qué le había pasado en todo este tiempo desde que le abandoné, quería saber cómo encontró a Kakashi, cómo se quedó embarazado de aquellos dos gemelos tan guapos que tenía ahora, cómo había conseguido entrar de abogado de oficio pudiendo ser el mejor abogado del mundo, cómo se había acabado conformando con ese trabajo para pobres como yo siempre lo había visto, me moría por saber de él y sobre todo… me moría por volver a besar sus labios aunque fuera una última vez, porque los echaba demasiado en falta.

Creo que estaba algo celoso de Kakashi, sólo pensar que él le tenía todas las noches en su cama bajo su cuerpo, en pensar como Minato susurraría su nombre en lugar del mío me volvía loco, no soportaba esa idea, no soportaba saber que tenía dos hijos tan guapos de Kakashi, no soportaba saber que tenía sexo con él todas las noches disfrutando de su compañía. Lloré en mi despacho por la impotencia, por la pérdida porque le había perdido para siempre. Puede que no estuvieran casados, pero podía ver cuánto se querían, cuánto se amaban y cuánto adoraban a sus hijos. Él tenía una familia hermosa y yo… yo tenía dos hijos maravillosos con la persona equivocada, porque al final del día, era yo el que siempre me acostaba solo en esa gran cama, mi mujer hacía años que no dormía en mi misma habitación. Minato tenía compañía todas las noches y yo llevaba años solo, sintiéndome penoso y aunque era un gran abogado, me sentí derrotado por la vida, no tenía amor, no tenía nada excepto el motivo de levantarme todos los días por mis hijos. ¡Qué diferente habría sido todo al lado de Minato!

Recordé entonces sentado en mi despacho bebiendo un vaso de whisky mis andaduras con aquel rubio de ojazos azules, recordé… las primeras veces que nos vimos.

 

Flashback:

Había llegado aquella mañana como siempre a la universidad… un verano entero que yo quería  haber disfrutado en familia… mi mujer decidió irse de vacaciones sola y yo tuve que quedarme con Itachi, un Itachi de apenas un añito. Mis vacaciones pasaron entre casa jugando con Itachi y en una oficina trabajando para mi familia y sus malditos problemas legales, porque al final para resolver problemas… siempre me llamaban a mí.

Aquel día mi mujer aún no había vuelto de sus vacaciones y no creo que lo hiciera pronto, así que tuve que llamar a una canguro para que se ocupase de Itachi mientras yo daba las clases en la facultad, hoy era el primer día de facultad y se me complicaba andar por el recinto con tanto estudiante nuevo buscando sus residencias. Cuando conseguí llegar a mi despacho, tomé un café con el resto de profesores y salí a impartir mi clase. Todos mis alumnos llegaron a la hora y cuando empecé a dar la clase… un chico rubio de ojos azules apareció con cinco minutos de retraso pidiéndome casi suplicante permiso para entrar en clase. Me dio tanta lástima verle como iba, sudando y tratando de coger aire para respirar que le di permiso y entró sentándose en unas de las filas del medio.

Seguí con mi lección hasta la finalización de las clases y cuando todos los alumnos salieron, el chico rubio aprovechó que estaba recogiendo mis libros y apuntes para acercarse a mí a disculparse por su retraso y prometerme que no volvería a pasar.

-       No se preocupe señor… - miré y esperé que me dijera su nombre.

-       Minato – me dijo – Namikaze Minato.

-       Pues no se preocupe señor Namikaze, procure no llegar tarde a mi siguiente clase, hoy se lo paso por ser nuevo en el campus, yo también fui nuevo una vez y sé que esto puede ser un verdadero laberinto.

-       Muchas gracias señor – me dijo con una sonrisa – no volverá a pasar, se lo prometo.

Cumplió lo prometido, no volvió a llegar tarde a ninguna de mis clases, me sorprendió porque incluso llegaba antes que yo, cuando no había alumnos en clase, él ya estaba allí sentado y me encantaba sus mirada, siempre atento aprendiendo cosas, con ganas y mucho entusiasmo, tenía una gran vitalidad. A medida que hacía preguntas en clase y corregía trabajos, me di cuenta de que sería un gran alumno y su nombre nunca lo pude borrar, aquel chico me había llamado la atención y estaba dispuesto a hacer de él, el mejor abogado con diferencia.

No tardó ni un mes en pasarse por mi despacho para preguntarme sobre unas dudas de una nueva ley que habían sacado y con gusto se lo expliqué. Me di cuenta que cuando me acercaba un poco a él, éste solía sonrojarse un poco y apartaba sus manos de las mías. Me resultó extraño que hiciera esas cosas pero tampoco le di mucha importancia hasta que en una de las reuniones que tuvimos, le propuse trabajar conmigo por las mañanas para ganarse un dinerillo y además… aprender practicando, estaría a mi lado en todo y le convertiría en el mejor, le enseñaría todos los trucos y él aceptó encantado.

Fue mi mejor alumno con diferencia pero un día en el despacho… no sé que fue exactamente lo que ocurrió cuando al dejarme unos papeles en la mesa, estábamos tan cerca que acabó besándome. Él se sonrojó al momento y se apartó muy rápido disculpándose por lo que había hecho tirando con la mano mi taza de café por el nerviosismo.

-       Dios mío – exclamó – lo siento mucho – me dijo agachándose para recoger la taza ahora rota con el café esparcido por el suelo – madre mía, lo siento de verdad, lo siento.

Se disculpaba una y otra vez y yo pasé al otro lado de la mesa para ayudarle a recoger los trozos de la taza cuando se puso aún más nervioso y acabó cortándose con un pedazo de porcelana de la taza. Escuché su quejido y cogí su mano enseguida mirando aquel corte que ahora sangraba. Le vi ponerse rojo como un tomate cuando metí su dedo en mi boca y lo lamí para reducir la sangre y realmente… me enamoré de su dulzura y su inocencia, tanto… que cuando aparté su mano de mi boca, devoré su boca con lujuria, ¿Cuánto tiempo llevaba deseando besar a ese chico? Demasiado. Desde que no había nada con mi mujer, aquel chico para mí fue como un ángel caído del cielo, tenía todo lo que me gustaba y por dios que no pude remediar subirle encima de la mesa mientras le quitaba la camiseta.

Él no se quejó en ningún momento, de hecho me excitó el doble cuando sentí como él mismo deseaba esto, creo que se estaba enamorando de mí y yo sabía que estaba mal, ni siquiera le había dicho que tenía una mujer, pero ahora con su torso desnudo frente a mí y esos ojos suplicantes que me pedían que le hiciera mío, no podía parar. Le besé una y otra vez, no podía dejar de hacerlo y él jadeaba, le gustaba estar conmigo y me hacía sentir deseado desde hacía demasiado tiempo. Estaba fatal lo que hacía… no sólo estaba engañando a mi mujer, engañaba a este chico y encima… era mi alumno, trabajaba para mí y me lo iba a follar en la mesa de mi oficina como si fuera un alumno que buscase una matrícula sólo por haberse acostado conmigo y no lo era, lo deseaba de verdad y sentía que él me deseaba a mí.

Acabé follándole encima de la mesa y disfruté con su cuerpo como nunca lo había hecho con ningún otro. Mis oídos se deleitaban con cada gemido, con cada palabra suya, me encantó cuando susurraba mi nombre y me pedía que se la metiera más y más, que fuera más rápido, que le hiciera completamente mío y es que ese chico me excitaba, lo tenía todo, era dulce y a la vez atrevido, era inocente y a la vez sabía cómo excitarme, era un justiciero nato y hacía vale lo que él quería, luchaba por lo que quería y eso me encantaba, su personalidad entera me volvía loco. A partir de aquel momento… hasta dejó de ir los fines de semana con sus amigos a las fiestas universitarias, se venía a mi despacho todas las noches y hacíamos el amor hasta la madrugada. Me enamoré de mi mejor alumno.

 

Capítulo 13: Partido

Sasuke Uchiha POV

Haber hablado con Naruto aquel día me dejó una cosa muy clara, era un chico estupendo y muy inocente, aunque era muy introvertido y sé que me costaría llegar hasta él con esa coraza tan fuerte que se había puesto. No entendía el motivo por el que era tan reservado, pero yo me había dispuesto a entrar en su coraza. Tenía un hermano muy interesante, eran tal para cual, había tenido la posibilidad de hablar con Deidara unos minutos pero parecía tener un corazón de oro, hasta quería presentarme a su hermano sin apenas conocerme y es que creo… que esos dos eran iguales en cierta forma.

Me había gustado algo la conversación con Naruto, no fue la mejor conversación que podíamos haber tenido pero al menos… había conseguido acercarme a él y eso era un gran paso para nuestra relación, porque el primer día que me presenté había salido corriendo. Me seguía extrañando el motivo por el que Naruto no tenía amigos, cuando ya me había informado y casi todo el instituto se moría por ser su amigo, pero él no quería y yo empecé a sacar mis propias conclusiones. Teniendo en cuenta que Deidara… su hermano no tenía amigos y nadie quería serlo por ser el típico que estudiaba a todas horas y sacaba excelentes notas, creo que Naruto había hecho un sacrificio y había abandonado a sus amigos porque se meterían con su hermano y eso hablaba muy bien de él, porque puede que ahora ninguno de los dos tuviera amigos, pero yo habría hecho lo mismo por mi hermano y él por mi, los hermanos siempre estarían ahí para ayudarse mientras los amigos van y vienen. Era impresionante como adoraba Naruto a su familia y eso me gustaba mucho más aún de toda su actitud.

Hoy en clase, él tampoco me habló, realmente no habló con nadie y en el patio estuvo con su hermano como siempre hacía. Puede ser que pudiera dar a entender que no habíamos avanzado nada pero sí lo habíamos hecho y me di cuenta de eso cuando vi que se giraba un par de veces a mirar qué estaba haciendo yo. Realmente a ese chico le importaba algo, quizá aún no era suficiente pero ya había empezado a resquebrajar su coraza, al menos me tenía en cuenta y me miraba cuando creía que yo no le veía. De verdad que me encantaba ese chico tan dulce y tierno.

Estuve prácticamente todas las clases pensando cómo sería él en el campo de Lacrosse, porque en el instituto hablaban maravillas de él, todos decían que era el mejor jugador y me moría ya de ganas de comprobarlo, porque yo había sido el mejor jugado en Lacrosse en mi último instituto, ya tenía ganas de ver si era mejor que yo, quería jugar con él. No me habría apuntado a Lacrosse si él no estuviera, todos hablaban maravillas y cuando vi que se referían al rubio de mis sueños… decidí apuntarme para estar más cerca de él, porque a mí el Lacrosse últimamente me aburría, no tenía rivales, así que me apunté por él, para estar más cerca.

Cuando llegamos al laboratorio de ciencias, el profesor indicó que dijeran las parejas que iban a hacer los experimentos juntos y me di cuenta de lo que me había dicho la última vez… nadie quería formar pareja con Naruto así que cuando vi como todos hablaban entre ellos para elegir parejas alrededor del rubio que seguía moviendo una goma de borrar entre sus manos, yo me adelanté a todos y levantándome hablé en voz alta para que todos pudieran escucharme.

-       Yo lo haré con Naruto – le dije hacia el profesor y éste me miró extrañado, tanto… que hasta se le cayó el lápiz de las manos de la incredulidad.

Todos se echaron a reír como si hubiera sido una broma y vi como Naruto aún sorprendido, ahora agachaba la cabeza como si se sintiera dolido por las risas de sus compañeros. Sé que se reían porque no era un buen estudiante y nadie quería formar pareja con él, pero yo no estaba dispuesto a dejar que se rieran.

-       ¿He dicho alguna broma? – pregunté cabreado y todos callaron de golpe haciendo que Naruto me mirase con los ojos muy abiertos por utilizar mi tono serio. – He dicho que haré el trabajo con Naruto, así que apúntenos en esa lista y quédese bien con nuestros nombres, porque sacaremos sobresaliente – amenacé a todos los demás que se reían.

Todos se quedaron en silencio y yo aproveché a recoger mis cosas y sentarme al lado de mi nuevo compañero donde ya nos esperaba en la mesa las probetas para mezclar los diferentes productos que nos dieran. Naruto me miraba incrédulo aún por lo que había hecho y tras varios segundos en silencio, habló.

-       No tenías por qué hacerlo… todos saben que no soy bueno para los estudios – me dijo.

-       Me da igual, nadie se meterá contigo delante de mí, no voy a permitirlo.

-       ¿Por qué haces esto por mí?

-       Porque aunque tú no me consideres tu amigo… yo sigo queriendo serlo, así que por un amigo hago cualquier cosa.

-       Eres muy raro.

-       No Naruto… no soy raro, pero los amigos están para lo bueno y para lo malo, no me interesa ser tu amigo sólo para las cosas buenas, eso es muy fácil, un amigo se demuestra cuando ocurren cosas malas y sé que lo entiendes, porque tú mismo has sido capaz de abandonar toda tu vida por tu hermano quien supongo… es tu mejor amigo.

-       ¿Cómo sabes eso? – me preguntó sorprendido.

-       Soy muy observador, me he dado cuenta de que tu hermano no tiene amigos aunque es un trozo de pan y sinceramente… ellos se lo pierden porque sois dos personas increíbles y yo sí quiero ser vuestro amigo, así que por favor… tenedme en cuenta a partir de ahora – él sonrió y me entendió.

-       Quizá quieras comer con nosotros algún día – y eso es lo que buscaba de él, así que sonreí al poder haber abierto un poquito de su coraza.

-       Me encantaría – le dije.

Empezamos con la clase en cuanto todos los alumnos se hubieron puesto en parejas y sé que nos miraban incrédulos. La explicación del profesor no era muy buena… yo había tenido profesores mejores en mi antigua ciudad y todo esto que él daba… yo lo había dado hace años, así que no me fue complicado coger el ritmo. Nadie entendió la explicación y todos cometieron errores, pero yo aproveché mientras mezclaba los ingredientes… a explicarle a Naruto las cosas de la forma más sencilla que encontré y alucinó cuando acabé la explicación y vio que nuestro resultado era el único perfecto.

-       Guau… eres un genio de las ciencias – me dijo y yo sonreí

-       Ya te dije Naruto… que no se me daban mal los estudios. ¿Has entendido el proceso o te lo explico de nuevo?

-       No me ha quedado muy claro porque hemos mezclado esto – me dijo y volví a repetirle la explicación hasta que lo entendió.

No era un chico que no fuera listo, de hecho era muy listo, pero tenía pérdida de interés, se le iba la cabeza a otras cosas antes que estar centrado en la materia, por eso le costaba más, pero no quería decir que no supiera hacerlo, era sólo que había que tenerle más paciencia para obtener resultados. Realmente era un chico increíble, no me extrañaba que cada vez sintiera más cosas por él, era impresionante, tan dulce y sencillo, me encantaba este chico, me volvía completamente loco, le adoraba, tenía que ser mío, no dejaría que nadie más intentara arrebatármelo, creo… que había encontrado a mi media naranja, al chico perfecto con el que me habría gustado compartir el resto de mi vida.

Salimos del aula del laboratorio que ya era nuestra última hora y estaba realmente contento por dos motivos, uno por mi avance con Naruto y otro… porque mi hermano habría venido a recogerme, aunque cuando salí despidiéndome de un asombrado y poco acostumbrado Naruto a que se despidieran de él, me encontré a mi hermano rodeado de chicos y chicas, casi todos intentando ligar con él y sé que los hermanos mayores ligaban más, sobre todo cuando estábamos en el instituto y él era universitario y encima… así de guapo como mi hermano, porque para qué mentir… mi hermano estaba para comérselo, todos deseaban estar con él y encima… era un gran deportista y estudiante, mi hermano sí era perfecto, yo quería ser como él de mayor, era mi mayor meta a conseguir y le adoraba.

Me sorprendió mucho ver a Deidara por allí y es que le había visto poco, de hecho en clase cuando pasé por el pasillo, no le había visto, así que no sé donde se había metido todo el día, pero en clase seguro que no. Imaginé que no quería entrar por sus compañeros y lo vi más claro cuando pasaron un par a su lado corriendo y casi lo tiran de un empujón. Creo que no es que el chico fuera torpe, es que sus propios compañeros le hacían torpe y patoso. En mi opinión… creo que no estaba acostumbrado al deporte y nada más, no se le daba bien pero no a todo el mundo se nos da bien todo, siempre tenemos algo que no está hecho para nosotros, en su caso el deporte.

Me dolió hasta mí cuando vi como miraba a los demás alumnos al lado de mi hermano y no vio la farola con la que chocó. Reconozco que no pude evitar reírme un poco y es que había sido gracioso, pero no me reí porque fuera patoso, sino por el accidente en sí. Me acerqué para comprobar si estaba bien y me detuve cuando observé a mi hermano deshacerse de todos esos moscardones que le revoloteaban y se acercaba al rubio para ayudarle a levantarse. Sonreí al verle hacer lo mismo que me hacía a mí cuando era pequeño y me daba un golpe, soplar en el chichón.

Se empeñó en llevar a Deidara a casa para que no tuviera que coger el autobús escolar y se rieran aún más de él y me pareció un buen gesto de mi hermano aunque yo creo… que mi hermano se estaba colando por ese chico rubio tan tierno como yo me colaba por su gemelo. Esos chicos tenían algo especial pero yo no me metía en ningún lío como mi hermano, porque Deidara era menor de edad y mi hermano tenía veintiún años ya, debía andar con cuidado.

Comí en casa y luego Itachi volvió a llevarme al instituto para el partido. Estaba algo distante y creo que era porque Deidara había decidido ir con su familia a ver el partido, pero no se podía hacer nada, eran su familia, irían juntos.  El partido estuvo genial, Naruto realmente era bueno y creo que el haber sido compañeros de laboratorio había hecho que confiase algo en mí, porque hasta me pasaba el balón para poder marcar. Por primera vez en estos días… le vi sonreír y tenía la sonrisa más bonita de todas, me encantó verle disfrutar del deporte y yo… yo empecé también a volver a disfrutar como hacía tiempo no lo hacía, él y yo hacíamos un buen equipo.

Me cambié en el vestuario junto a los demás y nos fuimos juntos excepto Naruto a quien el director le había retenido para hacerse unas fotos con él y sacarlo en el periódico escolar, supongo que era por ser la estrella del equipo, que realmente lo era. Quise esperarle para irnos juntos pero pensé que tardaría demasiado, así que me cambié y me fui, dándome cuenta a mitad del pasillo cuando ya no quedaba nadie en los vestuarios, que se me había olvidado coger una de las toallas.

Entré nuevamente por el vestuario y me sorprendió que aunque todos se hubieran marchado ya, podía oír la voz de alguien suplicando que parase y entré con mayor rapidez al reconocer la voz de mi rubio.

Me acerqué a todo correr y tras girar las taquillas me encontré a un Naruto con las manos agarradas con fuerza a una de las duchas altas completamente desnudo mientras el entrenador le metía mano y lo besuqueaba pasándole su lengua por el cuerpo. Me quedé absorto en el sitio, completamente paralizado y horrorizado. Sabía que Naruto odiaba al entrenador pero no me imaginaba que era por eso, ese mal nacido abusaba de él y nadie lo sabía. La sangre me ardía y salí corriendo tirando la bolsa de deporte al suelo para lanzarme contra el entrenador golpeándole contra la pared de azulejos de la ducha.

-       ¿Sasuke? – preguntó Naruto casi avergonzado y sin creerse que yo estaba aquí.

-       Suéltalo maldito cabrón – le grité.

-       Vaya, ha venido el nuevo – dijo con una sonrisa sádica – lárgate de aquí si no quieres que te convierta a ti también en un juguete – me amenazó pero éste no sabía con quien se metía… yo era Sasuke Uchiha y un Uchiha no se doblegaba ante nadie.

-       Si no te largas ahora mismo, voy a denunciarte, lo sacaré en la prensa y haré que caigas tan bajo que nadie va a querer contratarte, te hundiré en la miseria y puedo hacerlo porque mi padre es el mejor abogado del país ¿Te queda claro? – aquello pareció asustarle un poco, porque se levantó y se marchó del vestuario.

Aproveché para desatar a Naruto y éste cayó en mis brazos cuando le fallaron las piernas. Me quité la chaqueta que llevaba y se la pasé por encima de sus hombros desnudos tratando de que entrase en calor, porque estaba helado y temblaba de miedo, se había agarrado con tanta fuerza a mi camiseta que me rompía el alma. Naruto no dejó de llorar contra mi pecho y no sé por lo que estaba pasando, pero me estaba destrozando verle así, no sabía que decirle o qué hacer para que se calmase. Se había quedado allí sentado en el frío suelo con su rostro hundido en mi pecho y sus manos agarradas con fuerza a mi camiseta mientras yo trataba de frotar sus brazos entre mi chaqueta para que entrase en calor.

-       Vamos Naruto, ya está, estás a salvo, estoy aquí. – él no podía dejar de llorar – te acompañaré a casa – le dije – ven… te ayudaré a vestirte.

Tuve que ayudarle a ponerse en pie y tuve que ponerle prácticamente toda la ropa yo. Cogí su bolsa en mi otro hombro y él caminó muy cerca de mí. No pronunció palabra alguna en todo el trayecto hasta que llegamos con sus padres y su hermano. Ellos sabían que ocurría algo pero yo no quise decir nada hasta que Naruto no pudiera contarme exactamente lo que había pasado y ahora mismo estaba tan traumatizado que le era imposible hablar. Les comentó a sus padres que estaba muy cansado a modo de excusa por su actitud de poco hablador y se lo llevaron a casa. En aquel momento supe… que ese chico no era antisocial, es que no confiaba en la gente, aquel chico… no estaba bien, necesitaba ayuda y la necesitaba con urgencia, yo supe… que no estaba cansado… estaba traumatizado.

 

Capítulo 14: Abandono.

Naruto Namikaze POV

¡Dios mío! Ser descubierto por Sasuke en esta situación no era lo que me habría imaginado jamás pero tampoco imaginé que se pondría como lo hizo, hasta tal punto se cabreó que llegó a pegar al entrenador. Yo nunca habría hecho algo así, no podía pegar a un profesor, a un entrenador pero él sí se atrevió, era un chico sorprendente, no se dejaba intimidar nunca por nadie. Se había enfrentado al profesor del laboratorio y había declarado prácticamente la guerra a todos los alumnos de clase por mí y ahora… hasta golpeaba a mi entrenador.

No hablé en todo el camino a casa y es que no aguantaba más, no quería decir nada por vergüenza o porque pudieran hacerle lo mismo a mi hermano y agradecí que Sasuke no hubiera dicho nada aún, pero tenía miedo de que hablase y se descubriese todo… me daría demasiada vergüenza que todos se enterasen de esto. Recordé a mi hermano la noche de antes diciéndome que él soñaba y deseaba ser como yo y como le grité que no fuera como yo. Él no podía ser como yo, no soportaría que le pasaran las cosas que a mí me ocurrían, no quería que nadie se aprovechase de él como lo hacían conmigo, él era mejor que yo.

Cada vez que recordaba las cosas me ponía peor y traté de no pensar en nada hasta que llegué a casa. Ni siquiera quise cenar, les dije a mis padres que estaba demasiado cansado y que me iba a mi habitación a descansar. Me encerré allí y me cubrí con las mantas llorando sin poder parar, ni abrir la persiana quise por miedo a que Sasuke estuviera al otro lado ¿Cómo iba a mirarle después de esto? Había pillado a mi entrenador prácticamente abusando de mí, al menos… tocándome lascivamente y me daba mucho asco.

Recordé entonces todo lo que había pasado, cómo tras las fotografías que el director me obligaba a tomarme para el periódico y dar fama a su instituto asqueroso por haber ganado volví al vestuario para descubrir que mis compañeros ya se habían marchado, como siempre, porque a mí siempre me retenían demasiado tiempo por ser el que llevaba a su equipo a la victoria.

Empecé a quitarme todo el uniforme para cambiarme por la ropa de calle cuando sentí una mano envolverse en mi boca obligándome a permanecer en silencio y me pasó su otra mano por la cintura levantándome del banco en el que me encontraba sentado mientras me conducía hacia las duchas. Intenté luchar contra él, pero mi entrenador era más mayor y tenía mucha más fuerza que yo, así que acabó saliéndose con la suya como siempre. Me agarró las muñecas con el cinturón y me las ató a lo alto de la ducha mientras paseaba sus manos por todo mi cuerpo y lamía mi cuello.

Me quejé y lloré, quería que parase, no soportaba más esto y es que durante dos años había estado aguantando como había podido. Sé que mi hermano estaba preocupado por mí, que llevaba dos años con este carácter frío y solitario, que llevaba dos malditos años diciendo que quería dejar el equipo para que parasen de abusar de mí, pero él no podía ni imaginarse lo que me estaban haciendo y yo me negaba a contárselo, no podía contarle a nadie esto, sería una vergüenza y el entrenador se aprovechaba de eso precisamente.

Le rogué que parase como siempre hacía cuando empezaba pero sus manos continuaron tocándome hasta que masajeó mi miembro intentando excitarme, algo que no sé si conseguiría con el asco que me daba, pero él seguía intentándolo, ya sabía cómo hacerlo después de dos años cayendo en sus juegos.

Grité por el asco y deseé que parase, que me dejase tranquilo de una vez… dos años así ya era demasiado para mí y él tan bien como yo sabía que no diría nada por la vergüenza que me suponía contar algo como esto, sólo tenía dieciséis años recién cumplidos y una de sus mejores amenazas para mantenerme calladito, era que podría hacerle lo mismo a mi hermano y no quería que le hicieran nada a él, bastante humillación tenía yo ya como para que él también la sufriera. No podía permitirlo… no a mi hermano.

Yo ya no tenía solución o eso pensaba, tras dos años así… ya había dejado de confiar en la gente, odiaba este deporte, odiaba lo que ocurría en el vestuario cuando todos se marchaban y me dejaban con mi entrenador, odiaba todo. Estaba pensando en todo eso y en la asquerosa lengua que chupaba mi cuello cuando escuché como una bolsa de deporte caía al suelo y me giré para ver a Sasuke allí con cara de loco mientras yo lloraba. Se abalanzó contra el entrenador y fue capaz hasta de amenazarle, este chico era completamente diferente a cualquiera que hubiera conocido, no le daba miedo enfrentarse a nadie, él siempre estaba ahí y defendía sus derechos, era un chico genial, pero yo me moría de vergüenza de que me hubiera descubierto.

Descolgó mis manos con algo de esfuerzo por la altura y mis piernas cedieron cayendo en el frío azulejo de la ducha de rodillas mientras seguía llorando. Sasuke se quedó allí conmigo un rato, colocándome su chaqueta por encima para cubrir mi desnudez y aunque estaba avergonzado y sonrojado, no pude para de llorar mientras me agarraba a él, porque él me había salvado al menos hoy y no quería que se separase de mí ni un momento, me sentía seguro si estaba allí conmigo.

Me acompañó hasta donde estaban mis padres y es que… el vestuario estaba siempre prohibido de pisar si no eran jugadores, así que nadie sabía lo que realmente me ocurría a mí en los vestuarios y preferí callarme. Sasuke no dijo nada, pero me miró con aquellos ojos preocupados mientras se marchaba con su hermano hacia casa.

No hablé en todo el camino y Deidara que estaba sentado a mi lado en el coche me miraba con preocupación sabiendo que me ocurría algo, como siempre que terminaba un partido pero sin imaginarse que era algo tan grave como esto. No quise mirarle por miedo a que descubriera algo, bastante preocupado estaba ya con que lo supiera Sasuke como para encima… que ahora pudiera enterarse todo el instituto de esto. Tenía que hablar con Sasuke… tenía que suplicarle si era necesario para que no contase nada de lo que había visto porque no lo soportaría, ese ridículo y humillación que sufriría me haría tener que dejar el instituto y no podía consentirlo de ninguna forma.

Llegamos a casa y todos empezaron a preparar la cena y colocar la mesa, pero yo alegando que no tenía hambre me fui a mi cuarto. Deidara no tardó mucho en llegar y aunque yo estaba a oscuras y llorando agarrado con fuerza a la almohada y con la persiana cerrada para evitar la mirada de Sasuke desde la ventana de enfrente, mi hermano entró preocupado pidiéndome permiso con su vocecilla débil como si le sentara mal preguntarme.

No le respondí al principio y estuvo a punto de dejarme solo, le vi empezar a cerrar la puerta tras él pero luego, volvió a abrirla de golpe y cerró tras él viniendo corriendo y lanzándose en la cama abrazándome con fuerza mientras yo lloraba sin control. Agarré el brazo de mi hermano que ahora pasaba bajo mi cuello y quise quedarme así mucho tiempo, sintiendo sólo la protección de mi hermano, él era el único para mí en quien confiaba de verdad y ciegamente, él jamás me fallaría ni me traicionaría como todos los demás. No podía dejar de llorar… incluso al sentir el abrazo de mi hermano, aún me derrumbé más desahogándome todo lo que pude.

-       Déjalo Naru – me dijo Dei susurrando con preocupación – no sé qué te ocurre, pero si vas a llorar siempre que vienes de un entrenamiento o un partido no merece la pena estar en este instituto, déjalo – me repitió – quiero verte feliz… como antes, como cuando empezaste a jugar. Por favor Naru… déjalo.

-       Estoy bien Dei – le mentí.

-       No… no lo estás y sé que no quieres contármelo pero… me gustaría poder ayudarte, quiero saber que está pasando.

-       No pasa nada Dei – le comuniqué – enserio… es sólo que odio que me utilicen.

-       Naru… piensa lo de dejar el equipo por favor – me dijo – yo haré que subas tus notas para que no te echen, me haré pasar por ti si es necesario en los exámenes, por favor… no quiero volver a verte llorar.

-       Lo intentaré – le dije – intentaré abandonar el equipo, te lo prometo.

Deidara durmió aquel día en mi habitación y no me soltó ni un minuto, quería protegerme de todo y es que él siempre se quedaba conmigo cuando venía tan destrozado por mi entrenador. Me desperté algo más animado pero tenía una cosa clara… tenía que evitar a Sasuke, sé que necesitaba hablar de lo que vio… pero me daba mucha vergüenza verle en este momento… no podía verle sabiendo lo que había visto de mí. El único chico con el que creí que podía empezar de nuevo a sentir lo que era la amistad… ahora parecía que iba a tener que alejarle de nuevo como me pasó con todos mis amigos. No podía mirarle a la cara ahora, no tenía valor para hacerlo.

Llegué al instituto y traté de estar como siempre aunque me tensé cuando vi a mi entrenador llegar en su coche y decidí entrar por otro de los pasillos aunque tuviera que dar más vueltas, pero no quería encontrármelo, ya sabía lo que me esperaba con él. También me encontré a Sasuke y sé que me vio, los dos nos miramos de punta a punta del pasillo y entonces… decidí irme por otro para evitarle también a él. Creo que intentó alcanzarme para hablar conmigo, pero yo me perdí entre pasillos para que no pudiera alcanzarme, no quería verle.

Fui al despacho del director simplemente a decirle que dejaba el equipo y me costó mucho hacerle ver que lo dejaba de verdad, porque él trató de chantajearme como siempre hacía para que continuase en el equipo ganando los partidos para la reputación de su instituto, pero fui muy claro… lo dejaba. Aquella noticia corrió como la pólvora, todos empezaron a lanzar rumores absurdos sobre mi renuncia al equipo y casi todos eran malos para mí. Yo pasé de todos, hice como si no me afectasen las mentiras que estaban soltando aunque sí me afectaban… y entonces… cuando entré en la cafetería vi a Sasuke peleándose con uno de los del equipo de Lacrosse que había lanzado algún rumor infundado y perverso sobre mí.

-       Retíralo – le gritó Sasuke cogiéndolo del cuello de la chaqueta.

-       No me da la gana, todo el mundo lo sabe… es antisocial y nunca ha hecho nada para llevarse bien con el equipo, seguro que lo ha dejado porque no le importamos los de su equipo.

-       Eso es mentira – le dijo Sasuke – él no es de la clase de personas que abandonan sin motivo.

-       Qué sabrás tú sí sólo eres el nuevo, ese chico está loco, tan pronto era un bromista y extrovertido como se convirtió en ese chico sin amigos y solitario… está completamente loco.

-       No está loco – le gritó Sasuke – tú no entiendes nada de él.

-       ¿Y tú sí chico nuevo? – le preguntó el otro con una sonrisa.

-       Basta ya – les grité a todos – lo dejo porque me ha dado la gana – les grité a punto de llorar – ya no me gusta el Lacrosse, lo odio ¿Queda claro? – grité – lo odio, os odio a todos, no volveré a ganar ni un partido para este estúpido instituto, ganadlo vosotros si es que podéis – lancé mis palabras sin medir las repercusiones y salí corriendo por el mismo pasillo por el que había venido y aún escuché como me insultaban por haberme metido con ellos diciéndoles que les odiaba a todos, pero también escuché a Sasuke pelearse con ellos antes de salir corriendo tras de mí gritando mi nombre para que me detuviera, pero no lo hice, seguí corriendo y llorando.

 

Capítulo 15: ¿Celos?

Deidara Namikaze POV

Entré por casa y tuve que ponerme hielo en ese chichón… Sólo a mí me pasaba pegarme contra una farola frente a todo el instituto, empezaba a creer que todos tenían razón y era un torpe patoso sin remedio, quizá era ese uno de los motivos por los que no tenía amigos. Miré el reloj de la cocina mientras colocaba el hielo en mi frente y es que sin Naruto por aquí el tiempo se me pasaba muy largo, necesitaba a mi hermano, no me quedaba a gusto sabiendo que no estábamos juntos.

Mis padres no tardarían en llegar de trabajar y aún así… más que pensar en ellos y en el partido, caminé hacia la ventana del comedor y moví las cortinas intentando ver si estaba Itachi por allí. No vi a nadie por las ventanas y decidí irme a la habitación a estudiar un rato hasta que tuviéramos que ir a ver el partido de mi hermano. Miré en mi habitación y cogí entre mis manos una de las fotografías que tenía junto a mi hermano y pude ver su gran sonrisa, desde luego esa foto tenía años, porque ya no era el mismo chico alegre que era antes. ¿Cómo había podido cambiar tanto? ¿Por qué no confiaba en mí para contarme qué le ocurría? No entendía nada.

Cuando me di cuenta… Itachi me estaba mirando desde la ventana de su cuarto y dejé la fotografía de nuevo en su sitio mientras me aproximaba a cerrar la cortina, pero cuando ya tenía la cortina en mis manos, él me pidió por gestos que esperase. Buscó algo en su habitación y volvió trayendo una libreta consigo con algo escrito. Intenté leerlo desde aquí.

-       ¿Por qué piensas que nadie te puede querer? – preguntaba él escrito en la libreta y me sorprendí de que preguntase aquello. Yo busqué algo por la habitación pero al no encontrar nada a mano simplemente me encogí de hombros para decirle que no tenía ni idea – Eres un chico muy interesante – escribió detrás y me sonrojé cerrando de golpe las cortinas y apoyando mi espalda contra ellas.

¿Enserio le parecía un chico interesante? Ahora me daba mucha vergüenza, no podía abrir las cortinas, no podía verle después de saber eso y es que… nadie me había dicho nunca nada parecido, Hidan solía meterse conmigo y no decía cosas bonitas ¿Por qué me afecta tanto lo que decía ese chico? ¿Por qué me sonrojaba cuando estaba cerca de él o pensando en él? Esas cosas no me ocurrían con Hidan y era extraño que me sintiera así con un desconocido y encima más mayor que yo, aunque bueno… salía con Hidan y eran de la misma edad. Yo creo que era por las cosas que me decía, porque no estaba acostumbrado a que me tratasen bien.

Fuimos al partido de Naruto en cuanto llegaron mis padres y vi a nuestro vecino también allí jugando, a Sasuke, el hermanito pequeño de Itachi. Por primera vez desde hacía ya demasiado tiempo, vi a mi hermano sonreír en algún momento, aunque no fue mucho tiempo. Como siempre… acabó cargando prácticamente todo el peso sobre sus hombros y se lanzó a conquistar la victoria. Apenas pude estar con él y aunque me dio tiempo a felicitarle, el director vino corriendo y nos lo arrebató de nuestro lado llevándoselo para hacerle una entrevista y unas fotos. Odiaba cuando hacían eso, porque era mi hermano y yo también quería estar con él, no entendía porque le requerían siempre tan rápido y no le dejaban disfrutar un poco de su merecida victoria.

Yo miré hacia las gradas donde había visto a Itachi y aunque estaba algo triste porque se habían vuelto a llevar a mi hermano, no pude evitar sonrojarme cuando éste me guiñó un ojo. Creo que me pasaba algo con ese chico porque no era normal ruborizarme cada vez que le veía y es que encima era tan guapo… y no podía quitarme de la cabeza su maldito cuerpo desnudo ¿Por qué tuve que abrir la ventana aquel día y verle desnudo por su casa?

Le vi acercarse hacia mí y me tensé tanto que quise girarme en busca de la protección de mis padres, pero éstos resulta que se habían ido a hablar con los padres de otro compañero de mi hermano. Estaba solo y busqué a alguien para refugiarme y no tener que enfrentar a Itachi, pero… ¿A quién iba a buscar yo si no tenía amigos? Al final hice lo que siempre hacía en estos casos, sonreír y fingir que todo estaba perfecto.

-       Hola – me saludó Itachi con una sonrisa – Así que al final también viniste al partido.

-       Sí, mi hermano juega aquí, así que siempre vengo a verle y animarle.

-       Eso está muy bien. Tu hermano juega muy bien.

-       ¿Si verdad? – le pregunté emocionado y luego volví a calmarme un poco al darme cuenta como me emocionaba al hablar de Naruto. Él sonrió.

-       Le quieres mucho, ¿Cierto?

-       Sí – le aclaré - ¿Cómo no quererle? Es mi hermano.

De repente empezó a reírse y no sabía muy bien por qué aunque es cierto que me encantaba su sonrisa y me hacía ruborizarme aún más. ¿Por qué salía con Hidan? Esa era la pregunta que él me hizo ayer y ahora me venía a la mente… y no lo sabía, se supone que le quería pero no estaba seguro y menos ahora que me pasaban tantas cosas nuevas con este chico. Con Itachi me sentía muy cómodo y a gusto, era divertido, sensible y tierno, todo lo contrario a Hidan, él me hacía enamorarme mientras con Hidan sólo tenía la sensación de estar evitando una y otra vez el sexo y es que me forzaba demasiado.

-       ¿Qué ocurre? – le pregunté.

-       Tienes… una pestaña en la mejilla.

Me toqué enseguida intentando quitármela para que dejase de sonreír y al final fue él quien me apartó la mano y con la suya quitó la pestaña que tenía enseñándomela después entre sus dedos.

-       Deberías pedir un deseo – me dijo y justo cuando lo pedí, soplé la pestaña perdiéndola de vista.

Creo que de verdad… me estaba enamorando de Itachi, todo mi cuerpo reaccionaba ante él, me sonrojaba siempre y parecía tan dulce y agradable… mi corazón se dejaba conquistar por él y es que… yo nunca había tenido una cita, ni me habían regalado nada, ni siquiera sé lo que era tener un novio de verdad porque Hidan sólo me forzaba al sexo, no hacíamos nada juntos y ahora al sentirle tan atento conmigo a Itachi… casi podía sentir lo que era que alguien estuviera pendiente de ti pero… era Itachi, era mayor que yo y no creo que se enamorase de un crío como yo.

Miré tras Itachi y podía ver al resto de los alumnos mirándonos, todos estaban susurrando y sé por qué, todos babeaban por él y yo sólo era una moscarda inútil que les impedía a ellos hablar con el chico al que querían sólo porque hablaba conmigo. Esto me acabaría trayendo problemas y lo sabía, no soportarían verme a mí precisamente hablando con el chico por el que todos iban detrás.

-       Tengo que irme – le dije – pero… gracias por lo de antes, por llevarme a casa quiero decir.

-       ¿Tú chichón está bien? – me preguntó sonriendo.

-       Sí – le dije ruborizándome al recordar lo mal que había quedado al pegarme contra la farola y él pareció notarlo.

-       No te pongas mal, eso nos puede pasar a cualquiera.

-       Ya… soy un poco torpe – le dije – de todas formas gracias – le dije sonriendo – voy a buscar a mis padres.

Me fui con mis padres y cuando recogimos a Naruto… estaba muy raro, venía con Sasuke y sé que le pasaba algo, siempre le pasaba algo cuando acababa el partido pero como siempre… no quiso contarme nada y a mí cada vez me tenía más preocupado. Aquella noche dormí con él abrazándole como hacía cuando era niño, porque generalmente, ahora solía ser él quien se dormía abrazándome, pero hoy… hoy él necesitaba un buen abrazo de alguien que le quisiera.

Al día siguiente, acompañé a Naruto a clase, pero se perdió entre los pasillos como si esquivase a alguien, no sé muy bien qué le ocurría, pero no quise intentar indagar para que no se molestase, así que me fui a clase. Mi clase hoy estaba algo diferente… todos dejaron sus bromas conmigo y aunque se callaron al verme entrar, ninguno se metió conmigo, de hecho me asusté cuando una chica se acercó a mí y me habló con educación, aunque le vi las orejas al lobo enseguida, en cuanto soltó si le podía presentar a Itachi. Ahora todos querrían ser mis amigos solo para que les presentase a Itachi y sinceramente… me puse un poco celoso, porque no quería que nadie de ellos se acercase a él, me gustaba, creo que me estaba enamorando de verdad de su dulzura y paciencia. Me estaba enamorando de alguien demasiado mayor para mí, de alguien a quien podría meter en un gran problema, de alguien que sólo sentiría lástima por mí, por eso se acercaba tanto, yo no era nada para él. Con todos los chicos y chicas guapas que habían en el instituto y en la universidad… ¿Por qué se iría a fijar en alguien tan torpe como yo? No lo haría.

Eso me entristeció un poco y al final… para conseguir escapar de todos ellos salí corriendo nuevamente en dirección a la biblioteca. Me daba igual ya saltarme clases, total… las recuperaría enseguida, yo era así, no tenía nada más que hacer por las tardes excepto quedarme en casa y estudiar. En mi camino hacia la biblioteca me crucé con Hidan que estaba de encargado fregando el pasillo y al verme venir llorando me retuvo. Intenté soltarme para seguir corriendo y refugiarme en mi lugar preferido, pero él no me dejó continua.

-       Ey venga Dei ¿Qué ocurre?

-       Nada – le dije – suéltame.

-       Vamos Dei, soy yo… a mí puedes contarme lo que sea.

-       No quiero hablar de eso.

-       ¿Se han vuelto a meter contigo los de clase? ¿Es eso?

-       Sí – le mentí.

-       No te preocupes Dei… todo esto pasará pronto, el instituto pronto acabará y podrás ir a la Universidad, harás amigos de verdad y podrás estudiar lo que quieras.

Sus palabras tampoco es que me ayudasen en gran medida y más cuando me besó. Quizá no era el mejor momento para que lo hiciera, estaba llorando de impotencia por celos, celos de que quisieran todos presentarse a Itachi y yo… yo me estaba enamorando de ese chico, no podía creérmelo. Dejé que Hidan me besase y esperé a que dejase de hacerlo, pero no lo hizo, como siempre volvió a intentar meterme mano, subiendo su mano derecha bajo mí camiseta por el torso mientras con la otra desabrochaba mi pantalón.

-       Déjame Hidan – le grité – no quiero esto.

-       ¿Pero qué narices te pasa a ti con el sexo? – Me gritó – pareces un crio consentido y mimado.

-       Pues puede que lo sea – me enfadé – pero no quiero tener relaciones ahora ni en este pasillo – le dije – me habría gustado que fuera especial mi primera vez y no en un pasillo o en los baños de un instituto.

-       Veré entonces qué puedo hacer.

-       De momento dejar que me vaya – le dije soltándome de sus manos y saliendo corriendo de nuevo, quería alejarme de él, no quería sexo y Hidan siempre lo intentaba, ya no podía más ¿Por qué no podía ser igual de delicado que Itachi?

Me encerré en la biblioteca y lloré, lloré mucho pero mi gran sorpresa es cuando me puse en pie dispuesto a salir y Naruto abrió la puerta en ese momento golpeándose contra mí porque venía corriendo sin mirar a ningún lado.

-       ¿Naru? – pregunté y le vi nervioso - ¿Qué ocurre?

-       Ayúdame a esconderme – me pidió – por favor Dei.

-       Vale.

Naruto se marchó entre las estanterías y el que entró detrás… fue Sasuke buscando a mi hermano. Me preguntó si lo había visto y yo mentí, le dije que no le había visto desde esta mañana en casa y él pareció creérselo, aunque yo aproveché para preguntar qué había ocurrido y es que Naruto y su reacción de ahora me tenía preocupado. Así es como me enteré de cómo había insultado a todos los del instituto diciendo que los odiaba, de los rumores que estaban propagando de él y de que había dejado el equipo. Creo que tendría que hablar con mi hermano, porque seguro que estaba hundido y yo siempre estaría allí para apoyarle. Sasuke se marchó enseguida en cuanto me explicó todo y dando por hecho… que Naruto no estaba aquí.

 

Capítulo 16: Brillante futuro

Itachi Uchiha POV

Había salido de la Universidad con prisa y es que me habían llamado a mí desde el instituto de mi hermano al no haber podido localizar a mi padre ni a mi madre y era algo normal… mi padre hoy tenía tribunal y tendría el móvil apagado y mi madre… mi madre nunca había estado con nosotros, no cogería esas llamadas, estaría ocupada con sus amigas de compras o en a saber dónde… ya me daba igual hasta saber dónde andaba, ni siquiera la consideraba como mi madre, era una extraña que a veces… sólo a veces… venía por casa a dormir.

Cogí el coche lo más rápido que pude y me dirigí al instituto de mi hermano, no sé por qué tenían tanta urgencia pero debía ser algo grave porque mi hermano no solía meterse en líos… si que es cierto que alguna vez y sólo alguna vez, solía tener algunos problemas con los profesores pero por una sencilla razón y eso era culpa de las enseñanzas de mi padre, es que los profesores a veces los trataban como a algo insignificante y mi padre siempre le dijo a Sasuke que él ante todo era una persona y debía ser tratado con respeto, eso mismo exigía a sus profesores, si alguno no le había tratado bien, Sasuke podía ser muy borde y pedía respeto.

Cuando llegué al instituto, todos estaban en clase y en los pasillos no había nadie, ni siquiera vi profesores aunque sí me encontré con Hidan, ese tan borde que trataba tan mal a Deidara y me sacó de las casillas sólo verle. No sé que hacía limpiando en el instituto pero imaginé que sería algún castigo, más teniendo en cuenta con los amigos que yo le había visto juntarse, porque no tenían muy buen aspecto que digamos. Una de las peores cosas que me sentaba de su relación con Deidara aparte de que le tratase mal o intentara forzarle a cosas que él no quería… era que pudiera meterle en líos, porque creo que Deidara era un chico listo que podría llegar lejos si se lo planteaba y él no era nada, un criminal que le destrozaría la vida.

-       Vaya… ¿Qué haces tú por aquí? – me preguntó algo borde.

-       No es asunto tuyo – le respondí.

-       Deidara está en clase – me dijo cargando su cuerpo sobre el palo de la fregona con una sonrisilla que no me gustó.

-       ¿Y? – le pregunté - ¿No sales tú con él? – le pregunté y se sorprendió.

-       Sí – me dijo – por eso no quiero que te acerques a él.

-       Yo me acercaré a quien quiera – le amenacé – pero para que te quedes tranquilo… no vengo a buscar a Deidara, no tengo nada que hablar con él, vengo por un tema de mi hermano, por si no lo recuerdas… también estudia aquí.

No dijo nada más y yo continué por el pasillo. De verdad que odiaba a este tío, no entendía como Deidara podía estar con alguien como él pero ayer mismo él me había dado la respuesta… era el único que le quería ¿Cómo era posible? Deidara era un chico listo, guapo y alegre, nunca le había visto triste y me encantaba su personalidad ¿Tan ciegos estaban en este instituto como para no darse cuenta de lo hermoso que era ese chico? Tenía un corazón inmenso y una belleza sin igual, hasta yo me había dado cuenta de ello y lo único malo que le veía, era que tenía a esa garrapata de Hidan siempre pegado a él absorbiendo todo lo que era Deidara, porque valía muchísimo más que Hidan.

Entré en el despacho del director tras tocar a la puerta y después de que la recepcionista avisase de mi presencia. Cuando entré… allí estaba el entrenador del equipo y sé que era él porque le había oído berrear y gritar como un loco justamente ayer por la tarde en el partido. No me había caído nada bien de por si, pero tampoco es que a mí me hubiera hecho nada… sólo que no sé… había algo en él que no me gustaba, algo sospechoso.

Me comentaron algo sobre que Sasuke había amenazado al entrenador y eso si que me sorprendía mucho porque mi hermano solía exigir respeto pero no era de los que pegaban o amenazaban a los profesores, era un chico de buen comportamiento y muy educado, algo solitario y orgulloso, pero nada más. Les dije que hablaría con mi hermano y lo llamaron sacándolo de clase para que pudiera hablar con él. Me lo llevé de allí al ver como miraba con rabia al entrenador y nos sentamos fuera en uno de los bancos.

-       Me explicas qué ocurre – le pregunté.

-       No puedo explicártelo – me respondió

-       ¿Por qué?

-       Porque no es algo mío – me dijo – es sobre un amigo y no puedo decir nada, pero yo no he amenazado al entrenador más de lo que se merecía, es un cabrón.

-       Sasuke… no puedo ayudarte si no me cuentas qué ocurre.

-       Está bien… pero no puedes decir nada de esto ¿Me lo prometes?

-       Claro.

-       Le vi abusando de un chico del equipo – me explicó.

-       Eso es una acusación muy grave, podría ir a la cárcel por abusar de un menor.

-       Lo sé, pero es lo que vi, tienes que creerme, lo estaba manoseando allí frente a mí y me amenazó con hacerme a mí lo mismo, así que no tuve más remedio que amenazarle para poder sacar al chico del problema.

-       De acuerdo, yo confío en lo que dices… pero vamos a necesitar pruebas de esto Sasuke, no podemos acusarle así sin más a menos que ese chico quiera denunciar.

-       Pues va a ser complicado, porque me está evitando, le ha dado vergüenza o algo y no quiere verme ahora. Ha dejado también el equipo.

-       Tienes que acercarte a él como sea Sasuke, ayudarle y convencerle de que denuncie. ¿Su familia lo sabe?

-       Imagino que no, no lo sé, no he querido decir nada hasta que no pueda hablar con él, pero trataré de convencerle, te lo prometo.

Le dije a mi hermano que volviera a clase de momento porque no podíamos hacer mucho. Yo hablé con el entrenador y esta vez fui yo quien le amenacé cuando nos quedamos solos, porque si volvía a enterarme de algo así o qué intentaba tocar a mi hermano, no descansaría hasta hundirle en la miseria y yo no era un chico de dieciséis años. Ya me iba de allí cuando vi por la puerta abierta de la biblioteca a Deidara sentado con libros encima de la mesa y estudiando. Me acerqué un segundo aprovechando que estaba solo y es que me extrañaba que no estuviera en clase.

-       ¿Puedo sentarme un rato? – le pregunté

-       Sí – me dijo con una sonrisa y miré sus libros… este chico era realmente inteligente para leer todas estas cosas tan técnicas.

-       ¿Por qué no estás en clase? – le pregunté y él pareció entristecerse unos segundos pero luego sonrió de golpe.

-       Me encontraba algo mal – me dijo y no le creí.

-       ¿Quieres que te acompañe a la enfermería? – le pregunté tocándole la frente y le vi sonrojarse.

-       No hace falta, ya estoy mejor.

-       Dei… por favor no me mientas, a mí no, me gustaría que confiases en mí y me contases qué ocurre. ¿Es por Hidan?

-       En parte – me dijo calmándose un poco - ¿Cómo sabes cuándo estás preparado para tener relaciones? – me preguntó ruborizándose por la pregunta.

-       El cuerpo y la mente te lo dirá Dei, no fuerces esas cosas, si no estás preparado no lo hagas, no te sientas obligado.

-       Pero es que siempre me presiona mucho.

-       Lo entiendo, pero es algo entre dos, es un vínculo de mucha confianza y si tú no estás preparado… la otra parte lo entenderá y te respetará. Si no lo hace… es que no es el chico adecuado para ti Dei.

-       Itachi… - me llamó poniéndose rojo – gracias, eres un gran amigo.

-       No hay de qué Deidara, siempre estaré aquí para lo que necesites. Para mí eres especial.

-       ¿Enserio?

-       Sí Dei, eres un chico increíble, me encanta estar contigo hablando.

-       A mí también me gusta hablar contigo.

-       Pero no me olvido Dei – le dije sonriendo - Aún me debes aquel desnudo por haberme visto a mí – le dije en forma de broma y él sonrió aún más contagiándome a mí y es que tenía una sonrisa preciosa.

Salí de allí con aquella sonrisa en mi cara y es que estar con Deidara me alegraba el día. Por la tarde fui con unos amigos a un centro comercial y estaba mirando ropa por allí cuando me encontré con el odioso de Hidan acompañado de unos amigos rarísimos y con malas pintas, los típicos con los que solía rondar y al verme, se acercó enseguida con prepotencia como hacía generalmente.

-       ¿Tú otra vez por aquí? – me preguntó.

-       Sí ¿Algún problema? – le pregunté.

-       Sí, que me molesta verte siempre por todos los lados.

-       Pues el barrio de dónde has salido seguro que queda muy lejos de aquí, ¿Por qué no te vuelves y nos dejas a todos tranquilos?

-       ¿Te crees mejor que yo porque vayas a una universidad?

-       ¿Te crees tú mejor que yo por ir con una panda de matones? Pues te diré una cosa y espero que la tengas muy en cuenta… espero que dejes a esos amigos tuyos con los que vas y no metas a tu chico en problemas, porque si lo haces… te las verás conmigo ¿Te queda claro?

-       Eres tú el que debería dejar a Deidara en paz de una maldita vez.

-       ¿Por qué? – le sonreí - ¿Tienes miedo de que pueda robártelo?

-       Déjale en paz – me amenazó cogiéndome del cuello de la camiseta.

-       No lo haré, ese chico me interesa y tú no lo tratas como se merece, ese chico llegará muy lejos, es muy listo y tú sólo eres un perdedor sin estudios que se rodea de mala gente, déjale tranquilo, no necesita que nadie le frene y menos alguien como tú.

La verdad es que me daba celos que fuera Hidan quien saliera con ese impresionante chico, pero no podía hacer nada excepto permanecer a la sombra de Deidara y tratar de protegerle por si le metía en algún lío y es que con la gente con la que iba Hidan, sabía que acabaría metiendo a su chico en algún problema y sería de los serios. No estaba dispuesto a permitirlo, Deidara era brillante, con una gran inteligencia y sería alguien importante en un futuro, llegaría lejos en su trabajo, no iba a permitir que le arruinase la vida un delincuente como él.

Hidan se marchó enfadado pero me di cuenta como camufladamente me metió una camiseta de la tienda en una de mis bolsas para que me cogieran al salir y me acusaran de ladrón, así que aproveché para cambiarle la camiseta y meterla sin que se diera cuenta en una de sus bolsas… si él jugaba sucio, yo también sabía jugar a estos juegos.

Cuando Hidan salió con la bolsa, empezó a sonar el detector y el guardia fue enseguida a requisarle. Sacaron de su bolsa la camiseta que yo le había cambiado y él me miró con odio mientras se lo llevaban para revisarle. Yo sonreí, porque si él creía que iba a meterme a mí en un lío… lo tenía claro, era yo quien me sabía todos sus trucos sucios y quien podía meterle en un lío mucho antes de que él se metiera conmigo y desde luego… no permitiría que le hiciera daño a Deidara, yo siempre estaría tras Deidara para ayudarle en lo que fuera. Me había enamorado de su novio, me había enamorado de ese chico de cabellos dorados como el oro y ojos tan azules como el mar. Me había enamorado… de ese chico dulce e inocente que me volvía loco, de ese chico de agradable sonrisa que era capaz de iluminar toda una sala, era estupendo y me había dispuesto… enamorarle. Deidara sería mío.

 

Capítulo 17: Abogados

Minato Namikaze POV

Después de cada partido de mi hijo Naruto, siempre tenía esta extraña sensación de que le ocurría algo malo, venía serio, muy callado y no nos contaba nada a nadie ¿Cuándo había cambiado tanto mi hijo? Hace unos años era igual que yo cuando era joven, igual de sonriente y extrovertido, igual de enamoradizo y que tenía buenos amigos… sabía que ocurría algo malo porque yo también cambié cuando me traicionaron, cuando me abandonaron como a un perro y me tiraron a la calle, cuando me di cuenta de que sólo fui un juguete en manos de mi profesor, cuando sólo fui su amante.

Me arrepentía un poco de todo aquello, porque puede que al principio no supiera nada pero luego traté de alejarme de él en cuanto me enteré que estaba casado… pero no pude… volví a caer en sus manos y es que ya estaba enamorado de Fugaku Uchiha.

Kakashi había venido tras la visita a la casa de los vecinos con ganas de sexo y le sonreí mientras le dejaba tirarme en la cama y quitarme la camiseta. Me besó con pasión y yo le correspondí con dulzura dejándole que controlase, se le notaba muy excitado y cuando empezó a tocar mi torso, cerré los ojos dejándome llevar por las sensaciones que me producía su tacto. Sus dedos se entretenían en mis pezones mientras su boca iba a mi cuello. Gemí muy alto, demasiado para lo que yo solía hacer y entonces me di cuenta de algo importante… no estaba pensando en Kakashi, estaba pensando en Fugaku y me dio miedo abrir los ojos, los dejé cerrados y al menos por hoy… me dejé llevar por mi imaginación, me daba igual quién de los dos fuera, sólo quería disfrutar.

Me subí encima de un sorprendido Kakashi al que yo ahora veía como Fugaku y es que me excitaba el doble pensar en mi profesor, soñar en cómo lo dominaba. Le besé con fuerza y hasta él se sorprendió de mi brusquedad, de mi excitación pero se dejó hacer, no me dijo nada y se dedicó únicamente a explorar con sus manos todo mi cuerpo. Bajé un poco su pantalón y acaricié su miembro que ahora empezaba a crecer entre mis manos mientras le escuchaba gemir y es que yo tenía el control. Le escuché pronunciar mi nombre y prácticamente gemirlo entre jadeos cuando metí su miembro en mi boca y empecé a jugar con él casi con desesperación.

La imagen de Fugaku gimiendo era lo único que me venía a la cabeza, él disfrutando de todo lo que le hacía. Cogió mi cabello con algo de fuerza y empujó mi cabeza hasta abajo metiéndome todo su miembro en la boca mientras gritaba del placer, mientras tiraba una y otra vez de mi cabeza marcándome el ritmo pero a mí me encantaba como susurraba mi nombre y cómo disfrutaba.

Solté su miembro y subí encima de él besándole mientras él profundizaba el beso metiéndome la lengua y jugando con ella. Aproveché aquel momento para empezar a meter su miembro en mi entrada y me senté prácticamente encima con cuidado, metiéndola hasta el fondo sin detenerme y luego empezando a moverme con suavidad hasta que me acostumbré. Cabalgué sobre él moviendo mi cintura, subiendo y bajando, hundiéndome cada vez más en su miembro mientras él gritaba y me decía cuanto le gustaba y yo… yo no podía evitar gemir, me encantaba, pero cuando acabé y abrí los ojos… no era Fugaku quien estaba allí, no era mi profesor, era Kakashi, mi novio, el padre de mis hijos, el chico con el que había compartido dieciséis años de mi vida y me sentí culpable, culpable por haber fantaseado con mi profesor en lugar de haberle visto a él, pero él no se dio cuenta, lo único que dijo es que había disfrutado como nunca, que se notaba lo excitado que estaba… y sé que estaba excitado porque Fugaku producía ese sentimiento en mí con solo verlo, me encendía con una mirada y yo… yo había fallado a Kakashi.

Le vi levantarse y empezar a arreglarse mientras yo me había quedado desnudo envuelto entre las sábanas y cuando me vio mirarle extrañado me comentó que tenía una reunión importante, seguramente no podría dormir aquí, tenía turno en el hospital y le vi cambiarse mientras yo seguía desnudo en la cama. Kakashi volvió a mirarme y sé que le resultaba duro tener que dejarme así tal cual me trajo Dios al mundo para irse a trabajar, él querría quedarse toda la noche teniendo sexo conmigo pero no podía ser. Le sonreí y le animé un poco para que no se aburriera mucho y cuando se fue, volví a tumbarme del todo tapándome con la sábana y acurrucándome pensando en mi pasado, porque aunque no quisiera admitirlo… no podía dejar de soñar y pensar con Fugaku Uchiha.

 

Flashback

¿Qué había hecho? ¿Había besado a mi profesor? ¿Me había acostado con mi profesor encima de su mesa de despacho? ¿Cómo había llegado a esta situación? Sabía que desde hacía un tiempo me sentía atraído por él pero no esperé que llegase tan lejos, no creí que mi profesor pudiera fijarse en un insignificante chico como yo. Hoy había prometido a mi profesor que le ayudaría con uno de los casos y aunque mis amigos me habían dicho de ir al cine con ellos y luego tomarnos unas copas en un bar como solíamos hacer todos los jueves, yo les había dedicado una gran sonrisa y les comenté que tenía trabajo con mi profesor… no esperé que mi trabajo fuera a ser algo relacionado con el sexo.

Lo peor de todo no era haberme vuelto tan loco como para acostarme con él, sino que encima me había gustado, podría repetirlo una y otra vez y es que me encantaba su seguridad, su inteligencia, era el profesor al que más admiraba y supe tras esta noche, que acabaría aún más enamorado de lo que ya lo estaba de él. No podía evitar pensar en él y una estúpida sonrisa se ponía en mis labios. Me toqué los labios…esos que hace unos segundos estaban completamente dominados por los del Uchiha.

Cuando salía me crucé con uno de mis compañeros que volvía de tomarse unas copas con los demás, supuse que iría hacia la habitación de nuestra residencia y al verme se detuvo unos segundos mientras yo trataba de ocultar mi sonrojo, trataba de ocultar como pude lo que había ocurrido en ese despacho, porque aún llevaba hasta el cabello revuelto y la corbata aflojada.

-       Minato – se reía mi compañero - ¿No estabas trabajando hoy con ese profesor tan sexy que tenéis los de Derecho? – me preguntó y me sonrojé aún más.

-       Sí, acabo de terminar – le dije sonriendo.

-       Qué suerte tienes, todos matarían por poder trabajar y ganar algo mientras se sacan la carrera – me comentó – y más si te da trabajo el profesor más importante de la facultad, eso será muy bueno para tu curriculum – me comentó.

-       La verdad es que si, eso espero, quiero llegar a ser tan buen abogado como lo es mi profesor.

-       Lo serás, eres el mejor de la clase

Acompañé a mi amigo hacia su habitación y me estuvo hablando de lo bien que se lo habían pasado, yo no había faltado a ni una cita con ellos cuando salían de fiesta, me encantaba, era muy festero y siempre me apuntaba a un bombardeo con ellos, pero hoy no había podido escaparme por lo del trabajo urgente con mi profesor… un trabajo que acabó con sexo y cada vez que me acordaba, me sonrojaba.

-       Contamos contigo para la próxima salida en grupo – me dijo sonriendo.

-       Claro – le comenté porque no creí que lo de mi profesor fuera a repetirse.

Aquella noche no dormí muy bien pensando en cómo iba a poder mirar mañana a la cara a mi profesor sabiendo lo que habíamos hecho. Por suerte… cuando entré en clase él no hizo mucha mención y se comportó como siempre. La mayoría de alumnos empezaban a tenerme envidia porque podía trabajar en su despacho y acceder a más casos, por lo que me estaba preparando mejor que a otros para ser abogado, pero alguna recompensa debía tener por ser el mejor de la clase.

Dos meses estuve rechazando las invitaciones de mis amigos para salir por ahí, dos meses estuve todas las noches en la oficina de mi profesor… ambos follando como gatos en celo y yo cada vez me enamoraba más de él, creí que sólo había sido algo ocasional… pero no… seguimos acostándonos y a Fugaku le encantaba mi vitalidad, mi juventud, mi sonrisa, mi jovialidad y a mí de él me encantaba su inteligencia, su experiencia, adoraba lo bueno que era con todo el mundo, admiraba como trabajaba, admiraba como ganaba los casos, era el mejor y yo quería ser igual de bueno que él. Me enamoré de él y creí que él también lo estaba haciendo cuando me enteré un día en clase de que estaba casado… ¡Casado!

Me hundí en la miseria, no esperé que él estuviera follándome teniendo una esposa en su casa ¿Por qué me había metido en medio de su matrimonio? Eso no me lo podía perdonar, era un desastre, yo era una mala persona, me sentí culpable y sucio… me había engañado, yo no era más que su amante, nunca podría estar conmigo excepto para el sexo, jamás podría casarse y para mí… el matrimonio perdió importancia, ya me daba igual, si no podía casarme con Fugaku Uchiha… el amor de mi vida, no podría casarme con nadie, el matrimonio no se hizo para mí.

Tras enterarme de aquello Fugaku entró en clase y dio el temario como normalmente hacía pero yo no estaba concentrado, me preguntó un par de veces y no pude contestar a sus preguntas, me había quedado en shock por la noticia que minutos antes había recibido de otros alumnos. Creo que Fugaku sabía que me ocurría algo cuando a la tercera pregunta seguía sin contestar, yo era el mejor de la clase, siempre me sabía la lección a la perfección y de hecho… sabía la respuesta a sus preguntas, pero no podía articular palabra por cómo me había dejado la noticia, me había impactado demasiado. Salí corriendo de clase, me levanté sin previo aviso ante el asombro de todos y corrí abriendo la puerta y marchándome. Algunos alumnos se reían, creían que me había puesto así porque al ser el mejor no me sabía las respuestas y eso me afectaba, pero estaban muy lejos de la verdad, era el matrimonio de mi profesor lo que me dolía.

Cuando quise darme cuenta, estaba atravesando el patio hacia uno de los claustros del fondo donde nunca había nadie y acabé arrodillado en el césped llorando como nunca lo había hecho. Escuché unos pasos tras de mí y luego reconocí la voz de Fugaku tratando de encontrar una razón a mi huída de clase, tratando de encontrar una solución a qué me ocurría.

-       ¿Sólo soy tu amante? – le pregunté directamente llorando en el suelo

-       ¿Qué? – me preguntó sorprendido.

-       Llevamos dos meses follando y sólo hay eso entre nosotros ¿verdad? Tienes una mujer que te espera todas las noches en tu casa, tienes un hijo de un año de edad ¿Qué narices haces conmigo si tienes una familia? – le pregunté enfadado.

-       Mi mujer hace un año que no tiene sexo conmigo, ni siquiera duerme en mi habitación ni en mi cama – me explicó – quiero divorciarme porque ni siquiera se ocupa de su hijo – me explicó y me giré a mirarle dudando de sus palabras. Él se arrodilló frente a mí y me cogió los hombros con sus manos. – Minato… te amo, yo sé que no eres como mi mujer, tú tienes todo lo que yo siempre he querido para formar una familia, tú jamás abandonarías a tus hijos como lo hace mi mujer, no aguanto más a su lado y no veo el día en que pueda separarme de ella y estar contigo para siempre – me dijo y creí en sus palabras, sonaba muy sincero.

-       ¿De verdad me amas? – le pregunté.

-       Sí Minato, eres la persona perfecta, eres inteligente, con un brillante futuro, sé que tú y yo podemos formar una gran familia, quiero estar contigo.

-       Fugaku… tengo algo que confesarte – le dije de golpe y él se sorprendió – yo no soy un chico normal… yo soy un doncel – le dije – jamás se lo había contado a nadie y te lo cuento porque confío en ti.

-       Está bien Minato… - me dijo presionando mi rostro contra su pecho intentando calmar mis lágrimas – te quiero mucho Minato y eso no cambiará seas lo que seas. Siento mucho no habértelo contado antes y sé que está mal lo que estoy haciendo, pero no pude evitar enamorarme de ti. No quiero a mi mujer, ella tampoco me quiere a mí, nunca está en casa, créeme cuando te digo que me encantaría divorciarme de ella y pasar el resto de mi vida contigo. Quiero tener hijos contigo, formar una familia, tener la posibilidad de ser feliz.

-       Te quiero – le dije a Fugaku – esto es una maldita locura… pero es que no puedo olvidarme de ti, no puedo odiarte, te amo demasiado.

-       Dios… como me habría gustado haberme conocido antes de casarme con Mikoto, como me habría gustado haberme casado contigo y que Itachi fuera tuyo en vez de ella… - me dijo – eres sorprendente, irradias seguridad y la gente te aprecia, todos quieren estar contigo, eres un imán de felicidad Minato, siempre sonríes y me encanta, siempre ayudas a todo el mundo, eres… lo mejor que me ha pasado nunca.

No pude evitar besarle, era cierto que desde niño yo siempre había ayudado a todos, incluso a Kushina cuando se metían con ella por su inusual color rojizo de cabello, yo siempre la defendía, siempre estaba del lado del que tenía problemas, siempre les regalaba a todos una sonrisa y Fugaku… él se había enamorado de mi personalidad dulce y protectora tanto como yo me había enamorado de su personalidad fuerte y dominante, de su carácter familiar y es que los dos nos parecíamos.

Aquel día lo recordaré siempre… porque hicimos el amor en el mismo claustro de nuevo, la primera vez tras enterarme de que era un hombre casado y aunque estaba mal… no podía evitar quererle. Le amaba.

A los pocos días de aquello, mi padre vino de la ciudad para comprobar que todo estaba bien y para él… todo dependía de que mis notas fueran perfectas, de que no dejase en ridículo el apellido Namikaze y de que hiciera todo lo que él quería, mi familia era realmente importante y yo había muchas veces que no sabía cómo enfrentar a mi padre y decirle que quería seguir mi propio camino y no uno que ellos ya habían determinado.

Cuando Fugaku destrozo mi alma eligiendo a Mikoto… me pasé noches enteras en un club… dejé que extraños me follasen con tal de poder olvidar a Fugaku. En ese club conocí un día a Kakashi, él era diferente a los demás chicos que yo había conocido, él no quería tener sexo conmigo, me había visto desde hacía días y sabía que me iba con cualquiera, así que se acercó a mí hablándome y comentándome que un chico tan guapo como yo debería valorarse un poco más en vez de irse con el primero que pasaba y creo que empecé a entrar en razón. Desde Fugaku nadie había visto mi potencial, sólo Kakashi vio que valía la pena de verdad y me sacó de ese agujero en el que me encontraba. Supongo que pasé de acostarme con muchos a acostarme sólo con él y cuando me di cuenta… estábamos saliendo.

Cuando me quedé embarazado… mi padre me tiró a la calle tratándome como una deshonra y creo que fue lo mejor que pudo hacer, porque al menos mis hijos crecerían lejos de tener que obedecer sus normas, serían libres y no estarían tan controlados como yo lo estuve por años. Kakashi al menos no me abandonó, era un hombre de pies a cabezas y se hizo cargo de todo, yo creí que después de quedarme embarazado no querría responsabilidades y se marcharía, pero no, él quería lo mismo que yo… ser una familia y así acabamos en Seattle formando nuestra familia. Kakashi fue lo mejor que me pasó desde Fugaku pero yo seguía sin poder quitarme de la cabeza a ese Uchiha.

Fin Flashback

 

Lloré en mi cama acurrucado ¿Por qué no podía olvidar mis grandes momentos con Fugaku? ¿Por qué no podía olvidarle teniendo a un hombre tan bueno como Kakashi a mi lado? No lo entendía, yo sólo quería que Fugaku se quedase muy atrás en mi pasado, ¿Por qué tuvo que mudarse a Seattle? ¿Por qué diablos tenía que ser mi vecino? Ahora estaba confuso, amaba a Kakashi y lo sabía, pero también amaba con todo mi ser a Fugaku Uchiha y no quería que nadie se diera cuenta de mi pasado con él, con un hombre que estaba casado y con el que yo me acostaba como una fiel zorra todas las noches, porque para él sólo fui eso… su juguete, alguien con quien disfrutar porque me mintió… no es que jamás llegase su divorcio… es que seguía casado con ella y con otro niño, me engañó, me utilizó y me abandonó… ingenuo de mí le creí y salí demasiado dolorido de aquello, no dejaría nunca más que ese hombre me engañase, no dejaría que volviera a hacerme daño, mi alegría de juventud que tanto le gustaba a él… había desaparecido, ahora sólo quedaba este Minato destrozado que quería cuidar de su familia, nada más, porque lo único que persistía en mi persona… era la necesidad de defender y proteger a mis seres queridos.

Aquella mañana tuve que levantarme más cansado de lo habitual, no había descansado bien pero no me quedaba más remedio, el caso lo teníamos hoy… al menos la primera vista, así que me vestí y fui al tribunal. Preparé minutos antes algunos detalles de última hora con mi cliente Kushina pero cuando entramos… Fugaku no me dio cuartel, me destrozó toda la defensa y recordé muy bien entonces cómo trabajaba él y no estaba dispuesto a perder contra él. Me miró un par de veces y no sé si le sentaba mal lo que hacía o no… pero yo no estaba dispuesto a dejarlo así. Cuando salimos, me cogió del brazo y me llevó hasta el baño empujándome contra una pared.

-       Deja el caso – me pidió – no quiero destrozarte más.

-       No voy a dejarlo – le dije – es mi amiga y tu hermano se aprovechó de ella aunque no sé de qué me sorprendo… tú hiciste lo mismo conmigo… me utilizaste y me abandonaste.

-       Siento aquello Minato, pero deja este caso.

-       Jamás, tu hermano tuvo una relación con kushina y no porque ahora vaya a tener un hijo podéis dejarla de patitas en la calle para tapar la cagada que hizo, así que voy a ir contra ti y toda tu familia si es necesario, pero merece esa indemnización, no podéis tirarla a la calle sin más y menos estando embarazada.

Sentí sus labios presionando los míos y casi me desmayé, eran tan suaves, sensuales y dominantes como siempre, me encantaban pero no podía permitirme caer de nuevo en sus juegos, sabía lo que me esperaba a su lado… sufrimiento, abandono, él no me quería, sólo me utilizaba y yo tenía ya a alguien en mi vida. Le pegué un puñetazo y empezó a sangrar un poco por el labio. Intenté no llorar aunque cayó alguna lágrima sin mi permiso.

-       No vuelvas a hacerlo, ya tengo a alguien en mi vida, mi corazón le pertenece a otra persona y tú no eres nada en mi vida. No vuelvas a besarme jamás, vete a casa con tu mujer y tus hijos y olvídate de que alguna vez nos conocimos – le amenacé y salí de allí rápido cogiendo a Kushina y marchándonos.

 

Capítulo 18: Empresas

Kushina Uzumaki POV

 

Había tenido que pedir ayuda a Minato Namikaze para poder afrontar todo el caso de mi despido improcedente. Menos mal que conocía a Minato desde la facultad de Derecho y menos mal… que se hizo abogado de oficio, porque sabía lo bueno que era y debía costar mucho dinero que él me ayudase, pero por suerte… era de oficio y me lo podía permitir, incluso me prometió ayudarme antes de saber el caso y es que nuestra amistad se remontaba muy atrás.

Yo había visto hasta como su familia lo tiró a la calle sin nada, estando embarazado. La bofetada que le dio su padre me dolió hasta mí y sus palabras me rompieron el alma cuando le dijo que no era digno del apellido después de lo que había hecho. Puede que él nunca lo dijese… pero le hizo mucha falta tener el apoyo de su familia cuando nacieron los gemelos pero estuvo solo, bueno… casi solo, al menos Kakashi estuvo con él y habían formado una bonita familia. Los niños antes aún me preguntaban por sus abuelos, pero hacía ya años que ni eso hacía. Me preguntaba si pasaría lo mismo con mi hijo, este que estaba a punto de nacer y que yo con alegría llevaba en mi vientre, porque fue fruto del amor más grande e intenso que tuve en mi vida, Obito Uchiha, lástima que su familia no aceptase nuestra relación y al enterarse de ella, me habían tirado a la calle.

Minato fue el único que me ayudó, se hizo mi abogado y no iba a dejar el caso. Sé que para él era duro sobre todo contra la familia Uchiha, porque también sabía que Fugaku Uchiha había sido su profesor y eso complicaba el caso, tanto… que la primera audiencia la ganó Fugaku y Minato salió muy cabreado del tribunal aunque intentaba calmarme a mí y decirme que ganaríamos, aunque no hoy. Yo confiaba en Minato, fue mi mejor amigo desde niño.

Vi a Minato encerrarse en su despacho durante un buen tiempo después de haber tenido una conversación en los aseos con Fugaku Uchiha y no sé de qué hablaron, supuse que cosas de abogados, pero salió muy cabreado entre esa conversación y que había perdido el primer asalto. Le vi por los cristales de la oficina coger una botella de alcohol y empezar a beber… ni siquiera cogió un vaso, bebió de la botella directamente y se le veía muy afectado. No le había visto beber desde nuestras fiestas en la universidad.

Entré medio enfadada por su despacho sin tocar a la puerta y cerré todas las persianas para que nadie pudiera verle tal y como estaba ahora. De verdad que le había afectado ver a su profesor y no entendía por qué tanto apuro por haber perdido una parte del caso, aún podíamos ganar.

-       Deja de beber – le dije quitándole la botella.

-       Dame la botella – me dijo Minato

-       No, no puedes ir así por la vida Minato. No te había visto beber desde la universidad.

-       Ya lo sé, pero llevo dieciséis años sin beber y lo necesito.

-       ¿Qué ocurre para que estés así?

-       Que he perdido una parte del caso ¿Te parece poco? Encima tengo a mi profesor ¿Cómo narices voy a ganar al que me enseñó todo? – me preguntó preocupado.

-       Me estás preocupando a mí ¿Podemos ganar o no Minato? – Le pregunté – porque tengo un niño en camino y necesito saber si vamos a ganar o tengo que empezar a preocuparme por como saldré adelante con este niño si nos dejan en la calle – con aquello pareció reaccionar.

-       No voy a permitir que te dejen en la calle.

-       Vale – le dije - ¿Es muy duro tu profesor? – le pregunté preocupada.

-       Sí – me dijo – no creo que nos vaya a dejar ganar así como así, son los intereses de su familia lo que está en juego y nunca le he visto perder un caso. Pero buscaré algo, te lo prometo, prepararé una defensa que no pueda rebatirnos, no voy a dejar que esos ricachones se salgan con la suya.

-       Dime la verdad Minato… ¿Verle a él te ha recordado tu pasado? ¿Lo que ocurrió con tu familia? – él se quedó un segundo en silencio.

-       Sí – me dijo – no puedo olvidar cómo me echó mi padre de su casa, de su familia, ni siquiera sé si es correcto llamarle padre ahora. Me lo tenía que haber imaginado… siempre trató de ocultar que era un doncel y cuando me quedé embarazado… fui la mayor deshonra de la familia. Me dolió tanto cuando me abofeteó, cuando me lanzó aquellas palabras de que me marchase, de que ya no era nada de esa familia. ¿Por qué tuve que quedarme embarazado? – me preguntó casi llorando y yo le abracé – adoro a mis hijos pero… ¿Por qué no lo pensé antes todo lo que llevaba quedarme embarazado? Mi padre era lo único que no perdonaría jamás y yo lo hice.

-       Pero… son dos chicos maravillosos Minato y son del amor de tu vida ¿Verdad? Kakashi y tú tenéis una familia preciosa que a mí ya me habría gustado tener, pero me enamoré de la persona equivocada – él me miró extrañado.

-       Kakashi es tan bueno conmigo – me dijo llorando – no sé si se merece a alguien como yo.

-       Claro que sí, yo os he visto, estáis enamorados, os queréis mucho y esos niños los habéis criado de forma excepcional, son buenos chicos.

Minato se quedó allí pensando en las cosas y yo decidí marcharme por hoy, mañana sería un nuevo día y seguramente vería las cosas con mayor claridad. Su pasado le afectaba demasiado y yo lo sabía, le conocía muy bien, fuimos amigos desde niños y aunque yo le dejé allí llevándome la botella, estoy segura de que siguió bebiendo en cuanto me marché. Hoy no tenía un buen día.

Salí a la calle viendo el inmenso tráfico y pedí un taxi. Le indiqué la dirección de mi casa a dónde tenía que llevarme y cuando cerré la puerta ya para relajarme, recordé todo lo que habíamos vivido… porque yo vi como le expulsó su padre y aquello me preocupó.

 

Flashback

Era un día lluvioso, lo recordaré bien porque aquel día fue el primero en que vi llorar a Minato cuando salía del hospital con un papel en sus manos. Me lo había cruzado por casualidad, yo iba de camino a la universidad con unos compañeros y entonces les comenté que se adelantasen, que me había visto a un conocido y tardaría un poco en ir.

Tuve que llamarle varias veces para que me escuchase, estaba demasiado metido en sus pensamientos y cuando me vio con aquellos ojos de sorpresa por encontrarme, se abalanzó sobre mí dándome un abrazo mientras lloraba. No entendía nada pero viendo el hospital a su espalda creí que había pasado algo grave, más viendo aquel papel que ahora resbalaba de sus manos y caía al suelo mojándose con el agua de un charco.

-       ¿Qué ocurre Minato? – le pregunté.

-       ¿Puedo quedarme un poco más así? – me preguntó por si le dejaba abrazarme un rato más.

-       Sí, pero deberíamos ir a un lugar resguardado de la lluvia – le comenté.

-       Vale – me dijo aunque me abrazó más fuerte y no me dejó moverme.

Cuando se le pasó un poco, nos fuimos hacia un portal para resguardarnos aunque ya estábamos empapados. Si no nos cambiábamos rápido cogeríamos una pulmonía o algo. Aún así, nos quedamos un rato en silencio sentados en el portal esperando que la lluvia cesase un poco para poder avanzar hacia nuestras casas a cambiarnos. Se hizo un tenso silencio entre nosotros, pero no quise volver a preguntarle por temor a que no quisiera hablar en estos momentos, se le veía muy afectado.

-       Estoy embarazado – me dijo de golpe

-       Eso… eso es genial Minato – le dije sonriendo.

-       No lo es – me dijo muy serio – mi familia no lo aceptará.

-       Claro que sí, ya verás, eres su hijo pequeño, te has sacado una carrera muy difícil y eres un chico estupendo.

-       Lo aceptarían si llevase un hombre decente y de buena familia – me dijo – si me hubiera casado y fuera todo legal, pero no así, para ellos será una deshonra lo que he hecho. Estos hijos son de un hombre al que mi familia no va a respetar nunca.

-       Puede que Kakashi no sea de buena familia, pero te quiere y trabaja muy duro, sé que querría esos niños – le dije – estará contento con la noticia, te lo aseguro.

-       Pero no mi familia, tengo miedo de contárselo – me dijo temblando.

Conocía a su familia, Minato ahora mismo sólo tenía veinte años, era un chiquillo aún como para estar embarazado y sentía su miedo, yo estaría aterrada en su situación y más con su familia. Minato venía de la familia Namikaze, una de las más importantes de la zona, tenían múltiples negocios, eran millonarios y todo lo basaban en su prestigio. Realmente que su hijo menor estuviera embarazado a los veinte años de un chico de familia humilde no sería lo que deseaban, pero seguía siendo su hijo, deberían comprenderle y apoyarle.

Le animé para ir a su casa a contarlo, hasta le insistí por acompañarle por si necesitaba apoyo. Acabó abrazándome y pidiendo que fuera para apoyarle y es que necesitaba a algún amigo fiel que estuviera con él en esta situación tan difícil que tenía que afrontar. Esperaba que sus padres aunque fueran tan tradicionales y estrictos, le entendieran.

Fuimos a su casa y nos recibieron los sirvientes como siempre hacían, su padre estaba en el despacho y su madre en el club de campo con sus amigas, estaría tomando algo, o haciendo relaciones sociales o a saber el qué. Ella siempre solía estar muy entretenida con sus amigas de la alta sociedad y pasaba poco tiempo con sus hijos. Su padre hasta arriba con trabajo y pasando de los hijos, era algo habitual.

Le esperé en la sala frente al despacho y él entró solo, aunque la puerta no se cerró del todo y pude oír lo que decían. Su padre no parecía estar prestándole mucha atención al principio, hasta que Minato soltó la bomba de golpe.

-       Es importante papá – le dijo Minato mientras su padre seguía sumergido en aquellos papeles.

-       Si necesitas dinero o algo pídeselo a tu madre – le decía.

-       No es eso.

-       ¿De los estudios? Puedes hacer el máster donde quieras, te firmaré un cheque

-       Papá – se quejó Minato al ver que no le prestaba atención.

-       Si es por el trabajo no te preocupes, puedo montarte yo mismo un buffet de abogados, si a tus hermanos les monté sus empresas a ti también puedo ofrecértelo.

-       Papá… estoy embarazado – le gritó y su padre se detuvo de golpe mirándole por primera vez en todo el rato.

Escuché el golpe cuando Minato cayó al suelo del bofetón que le dio su padre, estaba muy enfadado y Minato muy asustado en el suelo mirando a su padre mientras se sostenía la mejilla donde le había golpeado con una mano. Creo que empezó a llorar de nuevo.

-       Eres un ingrato ¿Así me pagas todo lo que he hecho por ti? ¿Cómo te has quedado embarazado con veinte años y sin un marido? – le gritó - ¿Es que quieres hundir la reputación que con tanto esfuerzo levantó esta familia? ¿Qué les diría a mis amigos si se enterasen de lo zorra que eres? No puedo permitir que se sepa que tengo un hijo que se acuesta con cualquiera y encima es tan idiota como para no utilizar protección.

-       No me acosté con cualquiera – le gritó Minato – le amaba.

-       Amor… ¿Qué sabrás tú del amor? Sólo tienes veinte años, no eres más que un crío que acaba de salir de la Universidad. ¿Para eso te he pagado la mejor universidad del país? ¿Para qué te acostases con el primero que pasase? Abortarás – le dijo de golpe – Sólo tenías que seguir el ejemplo de tus hermanos mayores…

-       Yo no soy como ellos – le gritó Minato – no soy bueno para seguir tus estrictas normas y no quiero abortar, quiero a este niño que está naciendo dentro de mí, es el fruto del amor tan grande que sentí por alguien.

-       No me hables de tonterías, no es necesario el amor Minato, no en nuestra familia, yo te habría buscado un buen candidato.

-       No quiero tus candidatos – le dijo – yo no quiero estar amargado como mamá y tu, no quiero un matrimonio arreglado por vosotros como lo hicisteis con mis hermanos, yo quiero poder elegir, quiero enamorarme.

-       Si no vas a abortar… no tienes nada que hacer en esta casa, lárgate y olvida que alguna vez tuviste un padre, desde hoy no eres mi hijo y no serás bien recibido nunca más en esta casa. Lárgate de aquí, no quiero volver a verte.

Minato recogió un par de cosas de su cuarto y me indicó al bajar que nos marchásemos de aquella casa. Yo me sentía muy mal por cómo habían sucedido las cosas, no esperé que su padre le golpease, no esperé que lo abandonase como si nada, no esperé que lo tirase a la calle sin nada y embarazado. En aquel momento no sabía aún Minato que esperaba gemelos, pero aunque sólo hubiera sido un bebé… no estuvo bien la forma en que su padre lo tiró. Nunca vi a Minato tan solo como aquella vez y aunque me tenía a mí o a Kakashi, él seguía triste. Por lo menos Kakashi sí recibió la noticia con gran alegría y empezaron a formar su familia… se mudaron a Seattle, bien lejos de Nueva York, no querían volver nunca, Minato prometió no volver a aquella casa.

Yo me mudé también unos meses después, justo cuando me gradué y Minato que llevaba ya unos meses allí, me enseñó la ciudad, como siempre… nuestra amistad continuó y acabé encontrando trabajo en las empresas Uchiha con Sede en Nueva York, pero yo trabajaba para una pequeña sucursal en Seattle. Fue en una de las numerosas visitas de los dueños, cuando me crucé con Obito Uchiha en el ascensor y de una simple conversación y un simple roce de manos porque se me cayeron los papales y me ayudó a recogerlos, acabé enamorándome de él en pocos meses.

Salíamos a veces a comer alegando que era trabajo de la empresa y ascendí a su secretaria personal, aunque claro… prácticamente todas las noches acabábamos en su lujoso apartamento teniendo relaciones sexuales. Me encantaba Obito Uchiha y creí que se había enamorado de mí… pero cuando su familia se enteró, le prohibieron seguir viéndome y aunque nos distanciamos, ya fue tarde, dos meses después me enteraba que iba a ser madre y sólo Obito podía ser el padre. Aquí empezó nuestra guerra y el único que me apoyaba en estos duros momentos… fue Minato, él siempre estuvo a mi lado para lo que fuera y aunque le dolía recordar su pasado, aceptó el caso y me prometió que no me dejarían en la calle sin nada como hicieron con él.

Yo ya no sabía si Obito seguía queriéndome o no… pero yo seguía amándole. Esperaba que todo hubiera sido una estrategia de su familia para alejarnos como le ocurrió a Minato, porque la familia Uchiha también era muy importante y viendo como trataron los Namikaze a su propio hijo menor… me creía cualquier cosa de la familia Uchiha, quizá le amenazaron a Obito, quizá le obligaron a dejarme o quizá… es que nunca me quiso, no sé si alguna vez conseguiría averiguar la verdad detrás de nuestra historia.

 

Capítulo 19: Confía en mí.

Sasuke Uchiha POV

Tres días habían pasado y no había conseguido hablar con Naruto, me veía y se marchaba corriendo, no conseguía atraparle y para colmo… le veía en clase, sentado delante de mí pero no podía hablar con él ni acercarme mientras el profesor estaba explicando ¡Tan cerca y tan lejos a la vez! y cuando sonaba el timbre para salir… era el primero en largarse, recogía a la velocidad del rayo y se marchaba evitando que alguien pudiera retenerle más tiempo del que deseaba. Una vez traté de alcanzarle intentando no recoger las cosas, pero la gente siempre se levantaba, se ponían en medio y no conseguía llegar hasta él, acababa empujando a los compañeros de clase y llegaba a ver la espalda de Naruto salir por la puerta corriendo, era sorprendente la facilidad que tenía este chico para escabullirse.

Pensé en pillarle los días de laboratorio porque era mi compañero, por narices tenía que sentarse a mi lado, pero nada, no venía por esa clase, la evitaba igual que la de gimnasia y lo entendía, porque gimnasia también la daba su entrenador y a mí me ponía enfermo ver a Orochimaru tan tranquilo dando clases después de saber todo lo que le había estado haciendo a Naruto. Ya no sabía qué hacer para poder hablar con mi rubio.

Estuve todo el recreo en la cafetería solo esperando a ver si Naruto entraba, pero no, no creí que entrase porque en estos tres días no había parado de escuchar rumores e insultos hacia él y es que solamente a él se le ocurría insultar y decir que odiaba a todos los del instituto frente a todos. Ahora supongo que le habían cogido manía y era normal, él mismo se había declarado en contra de todo el mundo.

Lo que me preocupaba, es que tampoco había visto a Deidara por la cafetería en estos tres días y sé que deberían estar juntos, siempre iban juntos esos dos, se apoyaban en todo , no entendía dónde narices habían podido ocultarse, porque hasta por la biblioteca había pasado por si estaban allí y nada. Estos chicos eran muy escurridizos.

A última hora me tocaba gimnasia y como odiaba esta clase, no porque no me gustase o fuera torpe como Deidara… la odiaba porque la daba Orochimaru y verle me daba arcadas, me llenaba de odio. Nadie sabía nada de lo que le había hecho a Naruto pero yo sí lo sabía y él me miraba con el mismo odio que yo le lanzaba a él. Nos odiábamos mucho y trataba de hacerme la vida imposible en su clase, aunque no lo conseguía del todo. Siempre repetía una y otra vez cuando hacíamos algún deporte en conjunto lo malo que era ¡Aunque era el mejor de allí! Mis compañeros no entendían cómo podía decir esas cosas cuando me veían jugar, pero yo pasaba y de vez en cuando… alguna pelota se me escapaba a su cabeza.

Generalmente se quejaba pero yo me disculpaba con él con mi chulería habitual refugiándome en su excusa de que era malo en ese deporte y no controlaba bien la pelota ¡No podía decirme nada! él mismo había dejado claro delante de todos que era malo en ese deporte… así que no podía demostrar que lo hiciera adrede aunque lo supiera. Aún así… yo estaba preocupado por Naruto y cada vez que Orochimaru pasaba lista y preguntaba por el rubio, a mí me enfadaba, porque veía sus ojos lujuriosos buscándole, veía como pasaba su lengua por los labios como si ya simplemente pensando en él pudiera disfrutar de su cuerpo y me daban ganas de pegarle allí mismo, pero no podía, era un profesor. No sabía cómo descubrir a este cabrón y Naruto no estaría dispuesto a decir nada, eso estaba claro por la forma en que le esquivaba desde que había dejado el equipo, por la forma en que me esquivaba a mí seguramente por vergüenza de que yo supiera la verdad, de que le hubiera visto desnudo y atado mientras este tío lo toqueteaba a su antojo.

Me dirigí a los vestuarios a cambiarme de ropa y todos salieron antes que yo gracias a que Orochimaru como castigo por haberle dado… como unas tres veces con la pelota en la cabeza, me mandó dar un par de vueltas más corriendo a todo el campo más cincuenta flexiones. La consecuencia de esto es que me quedé solo en el vestuario, todos se habían marchado ya y al ser la última hora, imaginaba que estarían de salida en busca de sus padres o el autobús escolar.

Me cambié el pantalón corto de deporte por el mío vaquero largo y cuando ya me estaba cambiando la camiseta, escuché la puerta abrirse y supuse que era el cabrón de Orochimaru, pero ni me giré, terminé de ponerme la camiseta y guardé las cosas en mi bolsa dispuesto a marcharme pero cuando ya iba a pasar de él y cruzar la puerta, me retuvo colocándose en medio e impidiendo que pudiera salir.

-       ¿Dónde está Naruto? Lleva tres días sin aparecer por mi clase – me preguntó.

-       Y yo que sé – le contesté mal – no soy su niñera – le dije de forma borde para que dejase de preguntar por Naruto, porque claro que me importaba, pero no pensaba demostrarle delante de él.

Intenté pasar pero él me retuvo de nuevo y me empujó hacia atrás evitando que pudiera salir y me estaba cansando este jueguecito que se traía, porque yo no pensaba decirle nada de Naruto, aunque ciertamente… tampoco sabía mucho de él últimamente, llevaba tres días desaparecido de mi vista. Orochimaru sonrió aún más.

-       Tienes un buen cuerpo, quizá debería sustituir a Naruto por ti – me dijo con una mirada lujuriosa y cuando acercó su mano a mí la cogí y la rompí provocando que gritase como un loco tirándose al suelo por el dolor.

-       A mí no me toques y si te vuelvo a ver cerca de Naruto, no será sólo tu muñeca la que romperé ¿Queda claro? – le pregunté.

-       ¿Cómo narices has podido romperla así tan fácil? – me gritó enfadado.

-       Diez años de Aikido – le dije – soy cinturón negro en artes marciales, mi padre se empeñó en llevarme a clases para aprender a defenderme – le dije y pasé para irme de allí.

Salí pensando en que este hombre no tenía remedio, seguiría buscando a Naruto para abusar de él y si no lo encontraba… buscaría a otro chico inocente pero no sabía cómo demostrarlo, sólo Naruto que había sido una víctima podía denunciarle… pero no podía llegar hasta él para hablar del tema, me esquivaba.

Itachi vino a recogerme como siempre y aunque me vio extraño, le comenté que no pasaba nada y tuvimos un tenso silencio en el coche a excepción de su única pregunta sobre si había localizado a la víctima para poder hablar. Le contesté que aún no y no volvimos a hablar en todo el camino.

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue mirar hacia la casa de mis vecinos por si veía a Naruto, pero nada. Caminé hasta la puerta siguiendo a mi hermano y entonces apareció el autobús escolar dejando a Naruto y a Deidara frente a su casa. Le miré y bajé un par de peldaños para ir a hablar con él, pero al verme acercarme, salió corriendo y se metió en su casa. Para cuando llegué a mi habitación, había cerrado su persiana evitando que pudiera verle y me tenía un poco cansado esta situación, quería y necesitaba hablar esto con él.

Aquella noche no dormí muy bien, de vez en cuanto me levantaba a mirar la ventana de la habitación de Naruto, pero nada, seguía la persiana bajada y hasta cuando me levanté por la mañana para ir a clase, seguía bajada. No le vi mucha intención de abrirla. Empecé a plantearme si había sido una buena idea encontrar a Naruto en aquel estado y no haber hablado en aquel momento de esto, porque haberle dejado con su familia sin hablarlo le había hecho esto… sentir vergüenza de verme, de estar conmigo. Cuando ya creía que avanzaba y me acercaba a él poco a poco… ahora de repente pillaba más distancia que nunca de mí.

Desayuné y mi hermano me llevó al instituto. Busqué entre los autobuses que llegaba por si venía Naruto y su hermano en alguno de ellos, pero nada, no le vi. Entré en el edificio y miré mi reloj viendo que ya iba un poco tarde, debería darme prisa y corrí por uno de los pasillos cuando varios estudiantes pasaron corriendo en dirección contraria a la mía comentando algo sobre una pelea. Aquello me extrañó pero seguí corriendo hacia clase, hasta que escuché de uno de ellos el nombre de Naruto y me paré en seco.

Salí corriendo esta vez en dirección contraria porque si tenían razón y era Naruto quien se estaba peleando necesitaría ayuda, no creí que él fuera suficiente teniendo a todo el instituto en su contra después de sus palabras, necesitaría ayuda. ¿Cómo no se le ocurrió a este cabeza de chorlito pensar las cosas antes de hablar? ¿En qué lío se había metido ahora? Cuando llegué había mucha gente allí reunida y traté de abrirme camino a empujones entre todos aquellos alumnos que gritaban y animaban a que se peleaban en el centro.

Cuando conseguí llegar hasta el centro, Naruto estaba en el suelo sangrando por la nariz y Deidara estaba arrodillado a su lado cogiéndole mientras gritaba al que se supone que había golpeado a su hermano. Me acerqué hacia ellos y menos mal que pude agarrar el puñetazo del atacante antes de que golpease también a Deidara. El silencio se hizo de golpe en cuanto me vieron a mí y aunque el que estaba peleándose me insultó, lo tumbé al suelo con un rápido movimiento y el chico empezó a asustarse de que yo podía ganar esta pelea, así que se levantó enseguida y todo empezó a disiparse.

Me quedé de pie junto a ellos, Naruto se agarraba la nariz y Deidara estaba con él abrazándole intentando calmarle. Me agaché colocando mi mano en el hombro de Deidara y lo mandé a clase.

-       Pero… - se quejó Deidara.

-       Ve a Clase Dei, yo le llevaré a la enfermería – le dije y Naruto se agarró a su hermano – vamos Naruto, vente conmigo – le dije sujetándole de la cintura y ayudándole a levantarse.

Dejé allí a Deidara sorprendido pero supongo que acabaría entrando en clase. Naruto no me hablaba, tampoco se atrevía a mirarme pero yo veía que estaba rojo como un tomate. Le acerqué a la enfermería y me quedé allí mientras la enfermera le curaba la nariz. No quise moverme aunque me dijeron que me fuera a clase, pero es que no tendría otra oportunidad de tenerle cerca. Cuando se marchó la enfermera a tomarse un café con el resto de profesores me acerqué con una silla hasta la camilla de Naruto y le vi volver a ponerse rojo mientras me apartaba la mirada.

-       Mírame – le dije pero no me hizo caso y le cogí la barbilla girándole hacia mí – he dicho que me mires – le amenacé con más seriedad - ¿Qué pasa por esa cabeza?

-       Os odio, os odio a todos – me dijo serio y enfadado - sois todos iguales.

-       No es cierto – le dije – mírame bien Naruto, estoy aquí contigo, te estoy intentando ayudar, no quiero nada de ti excepto que estés bien. Pero… ¿Cómo narices se te ocurrió insultar a todos los del instituto?

-       Te odio – me dijo empezando a llorar.

-       No es cierto – le dije – no me odias, me evitas porque conozco tu secreto y a mí me da igual, deja de tenerme vergüenza, sé lo que te ha pasado con tu entrenador y sinceramente… si no llego a entrar habría abusado de ti otra vez, así que te hice un favor entrando allí y necesito que confíes en mí Naruto, sé que es difícil, que no confías en nadie, pero yo estaré aquí siempre por ti. Confía en mí por favor… puedo ayudarte.

-       No puedes ayudarme, nadie puede – me dijo.

-       Denuncia Naruto, tienes que denunciarle

-       ¿Y qué todo el mundo se ría de mí por lo que me ha hecho? ¿Qué todos sepan lo que me hizo? No puedo hacerlo – me comentó llorando.

-       Estaré contigo Naruto, pero tienes que denunciar, yo no te abandonaré.

-       No puedo…

-       Sí puedes – le repetí – eres más fuerte de lo que te crees, harás lo correcto lo sé, no quieres que otro niño pueda sufrir lo que te han hecho a ti, tienes que denunciarle.

-       ¿Por qué haces todo esto por mí? – me preguntó y aproveché para acercarme y limpiar sus lágrimas con mis dedos.

-       Porque me gustas – le dije muy sincero – siento algo por ti que no había sentido por nadie y así me cueste la vida entera conseguir que confíes en mí, lo haré, no voy a dejar de intentar conquistarte.

Naruto se había quedado paralizado por completo mirándome pero no se apartó ni cuando vio como me acercaba y me lo tomé con calma, me acerqué todo lo despacio que pude hasta que mis labios rozaron los suyos y no se movió, cerró los ojos y dejó que atrapase finalmente sus labios besándole. No quise profundizar con la lengua para no asustarle, sólo un roce de labios era suficiente por ahora y me sentía como en un sueño, ese chico rubio y desconfiado me estaba dejando besarle, me estaba siguiendo el beso con temor e indecisión… pero no se apartaba por muy asustado que estuviera, lo continuó intentando darme una oportunidad. Creo… que mis palabras y mi empeño le habían llegado.

-       Gracias… - dijo y dudé un segundo – gracias por evitar que pegasen a mi hermano también.

-       De nada – le dije – tienes un buen hermano, se metió en medio para que te dejasen en paz.

-       Lo sé – me dijo entristecido – pero él no es bueno defendiéndose, por eso te doy las gracias – me comentó y está vez, fue él quien aún temblando, me dio un beso suave y rápido en los labios antes de bajar la cabeza de nuevo avergonzado y enrojecido.

 

Capítulo 20: Beso robado

Deidara Namikaze POV

Me quedé muy preocupado por lo que le había pasado a mi hermano, había llegado cuando le destrozaban la nariz y sólo pude ponerme en medio y tratar de evitarlo… pero sinceramente, no sé si eso mejoraba la situación o la empeoraba, porque a mí me odiaban más que a él, a mí todos me despreciaban pero si preferían pegarme a mí al menos no pegarían a mi hermano.

Menos mal que Sasuke apareció en aquel momento y me libró de que me pegasen a mí también, era un chico increíble, había derribado a ese individuo en cuestión de segundos y nadie se atrevía a meterse con él. Sabía que Naruto estaría a salvo a su lado y no tenía impedimento en que le llevase a la enfermería, pero seguía estando preocupado por mi hermano, quería saber si estaba bien.

Entré en clase y como siempre… empezaron las burlas, las risas y los susurros sobre mí entre mis compañeros. Agaché la cabeza y no quise mirar a nadie en la clase, sólo quería desaparecer. No aguantaba más en clase, no aguantaba el instituto, para mí venir todos los días era un infierno pero no quería decirlo en casa, no quería tener que demostrarlo encima a mis compañeros, trataba de pasar de sus burlas y me recordaba una y otra vez que mi paso por el instituto terminaría.

Esperé a que todos los estudiantes salieran cuando acabó la clase y a última hora… me tocaba gimnasia. Odiaba esa clase, yo era demasiado torpe, no me parecía en nada a mi hermano, ya me habría gustado a mí parecerme un mínimo a Naruto, por lo menos poder hacer algún deporte sin tropezarme ni caerme.

Nos sentamos todos en un banco y el profesor empezó a explicarnos pero yo no le escuchaba… sólo miraba a todos los de mi clase bien lejos de mí, ni me miraban y cuando dijo el profesor de hacer grupos para jugar a Voleibol, nadie contó conmigo, era lo habitual. Me entristecía pero no lo quería dar a entender, sólo trataba de sonreír aunque me sintiera solo. Me asignaron a uno de los equipos y como siempre… se quejaron por tenerme a mí, sabían de sobra que conmigo perderían, de hecho, me dijeron que me quedase atrás del campo y no hiciera nada, simplemente que no estorbase.

Recibí pelotazos por todos lados y para una vez que golpeé una pelota para que no me diera, le pegué en la cabeza a mi compañero y se quejó. Me disculpé pero aún así no pude evitar que me mirase mal. De verdad que el deporte no era para mí, yo era más de sentarme y estudiar, eso sí se me daba bien pero eso no facilitaba que tuviera amigos, sólo me quedaba mirar el reloj y esperar a que esta maldita hora acabase pronto.

Cuando ya apenas faltaban dos minutos para finalizar, una pelota vino directa hacia mí y al tratar de esquivarla, caí al suelo y me torcí el tobillo para mi mala suerte. Fue el profesor el que se acercó y me acompañó a sentarme a uno de los bancos de fuera mientras me revisaba el tobillo y no sé… pero a mí Orochimaru no me caía bien.

-       Deberías tener más cuidado Deidara – me dijo.

-       Sí, lo sé.

-       ¿Sabes dónde está tu hermano?

-       No – le comenté.

-       ¿No sabes si volverá al equipo? – me preguntó mientras tocaba mi tobillo pero yo notaba su mano subir a veces por mi pierna y eso me tensaba.

-       No quiere volver – le dije.

-       ¿No te ha dado una razón? – me preguntó y fui a responderle que no pero mi hermano apareció de golpe por la puerta y apartó a Orochimaru de mí con fuerza quitándole las manos de mi tobillo.

-       No le toques – le gritó enfadado y no lo entendía, sé que le caía mal, a mí también, pero nunca llegué a tanto como para empujarle.

-       ¿Naruto? – pregunté hacia mi hermano.

-       Vente conmigo Dei – me dijo y traté de levantarme aunque no podía caminar bien. Por suerte Naruto me ayudó a caminar.

-       No te acerques a mi hermano – le dijo Naruto hacia su entrenador y sé que ocurría algo, pero… ¿Porqué Naruto no me lo contaba? ¿No confiaba en mí?

Aquella tarde Naruto se quedó en casa tratando de estudiar algo y yo me quedé en mi habitación haciendo deberes tras ofrecerme a ayudarle, pero quería intentarlo solo y si necesitaba ayuda, se comprometió a avisarme. Estaba terminando matemáticas cuando entró Hidan por mi cuarto y le sonreí de la misma forma en que él lo hizo.

-       ¿Qué tal ha ido tu día? – me preguntó.

-       Bien – le mentí con una gran sonrisa.

-       Me alegro, ya me he enterado de lo de tu tobillo, déjame verlo anda – me dijo sentándose en el borde de mi cama y yo acerqué la silla de estudiar un poco hacia él y le puse el tobillo encima de sus piernas.

Aún lo tenía vendado y él me miraba con una sonrisa. Puso sus manos encima de mi pie y lo acarició con ternura, algo que agradecí porque realmente hacía mucho que no veía dulzura en Hidan. A veces me preguntaba si era la persona correcta para tener mi primera vez y dudaba mucho… porque a veces creía que sí, era tierno, atento y dulce, pero otras me presionaba demasiado y pensaba entonces que no lo era y luego estaba Itachi… era tan guapo, tan tierno, tan protector conmigo que no podía evitar pensar en él y creo… que hasta me estaba enamorando de él, ya no veía a Hidan como antes, no después de haber conocido a Itachi y su ternura conmigo, porque Hidan no era precisamente que me tratase bien y hasta Itachi se había dado cuenta. Estaba confundido.

Me estaba relajando mientras me acariciaba hasta que noté sus manos empezar a subir por mi pierna y pensé al principio que sólo trataba de ser cariñoso y hacerme mimos, pero cuando sentí sus manos en mi entrepierna tratando de coger mi miembro, me asusté. Yo no quería que me tocase y me eché un poco para atrás, pero él cogiendo de mi tobillo lastimado y acercó de nuevo mi silla con ruedas hacia él y tocó mi miembro por encima del pantalón mientras yo trataba de apartar sus manos.

-       Para Hidan – le pedí asustado.

-       No te hagas el difícil Dei, sé que lo quieres – me dijo levantándose y cogiéndome en brazos mientras me tiraba en la cama y se tumbaba encima de mí. Yo trataba de quitarlo,

-       Para ya, no quiero esto.

-       Lo estás deseando desde hace mucho Dei, me excitas demasiado – dijo cogiendo mi mano y metiéndola bajo su pantalón obligándome a tocarle su miembro. No pude evitar llorar mientras intentaba sacarla, pero él no me dejaba - Tócala Dei, vamos, eres tú quien la pone así, es tu culpa así que arréglalo. Tócala – dijo besándome el cuello con fuerza.

-       Por favor – le supliqué llorando – ya basta.

-       ¿Qué narices te pasa Dei? – me preguntó gritando - ¿Sigues con esa ridícula idea de que no estás listo? ¿Tengo que follarme a tu hermano a ver si él sí está preparado? Entonces iré a ver que hace Naruto – me dijo con tono borde intentando levantarse y me dio miedo que fuera a hacerle algo a mi hermano.

-       No toques a mi hermano, por favor – le supliqué llorando.

-       Entonces acuéstate tú conmigo, tócame de una maldita vez.

Cogí su miembro con miedo, con un tremendo temblor y llorando, pero lo masajeé por una sencilla razón, no quería que le hiciera nada a mi hermano. Le escuché gemir mientras me decía que siguiera, mientras se excitaba y movía su cintura metiendo y sacando su miembro en mi mano, yo sólo le escuchaba jadear y gemir mientras yo lloraba.

Cada minuto que pasaba era una tortura, no lo soportaba ¿Por qué no podía ser Hidan como Itachi? ¿Por qué no podía tratarme con dulzura y entenderme? Odiaba que me forzasen y odiaba más que amenazasen a mi hermano ¿Con qué clase de persona estaba saliendo? Itachi tenía razón, ¿Por qué salía con alguien que me trataba mal? Quería dejarlo, pero tenía miedo de que pudiera hacerle algo a Naruto y eso no lo soportaría, no quería que tocase a mi hermano, no después de ver como estaba últimamente de deprimido y de introvertido con todo el mundo.

Sentí un líquido salir de golpe y me llenó la mano y el vientre entero mientras él sonreía. Me dio asco, me sentí sucio y es que yo no estaba preparado para estas cosas, al menos no con Hidan y no de este modo. Siempre creí que la primera vez sería algo romántico y hermoso, no que sería con Hidan obligándome a hacer algo que no quería. Por suerte… no quiso entrar en mí, sólo se quedó en esto pero me recordó que esto era el comienzo, porque iba a conseguir entrar en mí en unos días y me dio miedo, no quería que fuera tan rápido.

Aunque era ya tarde, decidí tras ducharme y quitarme todo el líquido que Hidan había esparcido sobre mí, ir a la biblioteca por salir de esta casa y no estar cerca de él. Lo odiaba y me sentía fatal, mi vida era un desastre completo. En la biblioteca extrañamente… me sentía como en casa y acabé sentado en el suelo de uno de los pasillos leyendo un libro sobre química avanzada. Escuché entonces una risa conocida y cuando levanté la mirada del libro, vi a Itachi con unos compañeros buscando un libro y cuando me vio, se quedó serio y se separó de sus amigos viniendo hacia mí para sentarse a mi lado.

-       Dei… que alegría verte ¿Qué estudias?

-       Química – le dije.

-       Pero… esto es química avanzada y tú no das estas cosas aún, es temario de universidad.

-       Lo sé, pero es que… - no sabía si decírselo o no, pero al final me decidí por decírselo fingiendo una de mis tantas sonrisas – es que quería salir un rato de casa.

-       ¿Y vienes a la biblioteca en vez de ir a algún sitio con los amigos? – me preguntó.

-       Yo… - no sabía qué contestarle, si le decía que no tenía amigos quizá él tampoco querría serlo – a mí me gusta la biblioteca – le dije sonriendo sin saber qué decirle.

-       ¿Y si te invitase a tomar un refresco conmigo… me acompañarías? – me preguntó sonriendo - ¿O prefieres la biblioteca?

-       ¿Quieres… tomarte algo conmigo? – le pregunté extrañado, porque nadie había querido nunca tomar algo conmigo excepto Naruto, yo no tenía amigos para hacer esas cosas.

-       Claro que sí. ¿Aceptas mi invitación?

-       Sí – le dije sonriendo.

Íbamos hacia la salida y aunque le pregunté por si se enfadarían sus amigos al dejarles solos, él dijo que no pasaba nada y es que en cuanto nos acercamos a ellos e Itachi les comentó que ya se vería, ellos me miraron de arriba abajo antes de sonreír y exclamarle que “entendían por qué les abonaba” algo que yo no entendí, pero Itachi sonrió y les dijo que les vería mañana. Fuimos a un bar no muy lejos de la biblioteca y la verdad es que hoy estaba muy tranquilo, había poca gente. Itachi fue a pedir las bebidas y yo me quedé mirándome la mano, aún sentía ese asqueroso líquido de Hidan encima de mí, me sentía asqueado y me sorprendí al escuchar a Itachi.

-       ¿Qué le ocurre a tu mano? – me preguntó sonriendo.

-       ¿Eh?… nada – le dije guardándola bajo la mesa y ruborizándome – nada en especial – le sonreí fingiendo como tantas veces hacía.

-       ¿Y en el tobillo? – me preguntó – te he visto cojear un poco desde que hemos salido de la biblioteca.

-       Me caí en gimnasia – le dije – pero ya estoy mejor.

-       ¿Quieres que le eche un vistazo? – me preguntó

-       No hace falta

-       Insisto, espera aquí – me dijo y salió del bar un momento, cruzó la calle y le perdí de vista. Cuando volvió, traía consigo una bolsa de plástico – dame el pie – me dijo sentándose.

Le pasé el pie y quitó el vendaje untando una crema. No pude evitar reírme al notarla fría y él sonrió conmigo.

-       Lo siento, debí calentarla un poco antes.

-       No pasa nada.

-       Es un antiinflamatorio, te vendrá bien – me dijo terminando de poner la crema y volviendo a vendarme el pie – ya está, para mañana debería estar mejor, pero ponte esta crema durante un par de días.

-       Vale, gracias – le agradecí por el esfuerzo de haber ido a buscar una farmacia sólo por mí, era tan atento, me encantaba Itachi, no podía evitarlo.

Tomamos el refresco conversando un poco de todo, sobre su universidad, su carrera, sus amigos, me preguntó algo sobre mi familia y algo sobre Hidan… aunque en esto último mi sonrisa se difuminó unos segundos al recordar lo que me había hecho y luego volví a fingirla.

-       ¿Estás bien? – me preguntó Itachi.

-       Sí – le dije sonriendo.

-       ¿Y por qué siento que me estás mintiendo? – Me preguntó – por favor… no finjas las sonrisas conmigo Dei, sé que te ocurre algo.

-       Yo… - intenté hablar, intenté contarle lo de Hidan – yo… - lo intenté de nuevo y nada salió de mi boca excepto lágrimas y cuando me di cuenta… Itachi me estaba besando con dulzura y no pude evitar sentir su calidez, sentirme bien, que me gustasen sus labios. - ¿Por qué? – pregunté al separarme

-       Lo siento – me dijo disculpándose – no debí hacerlo.

-       Me has robado un beso – le dije susurrando.

-       Discúlpame por favor, me dejé llevar, no puedo verte llorar, me dieron ganas de consolarte – me comentó.

-       Itachi… ¿Por qué me has besado? ¿Es otra de esas bromas que me gastan, verdad? – le dije preocupado y mirando a todos lados buscando quién iba a reírse ahora de mí como siempre hacían.

-       No Dei, te he besado porque me gustas ¿No te has dado cuenta? Haría cualquier cosa por ti, sólo… déjame cuidarte, por favor, déjame protegerte.

Nadie nunca me había dicho algo tan bonito como aquello y no pude evitar besarle esta vez yo. Me sorprendí yo mismo, se supone que tenía novio pero estaba en un bar besando apasionadamente a Itachi y me sentía seguro a su lado, sus manos estaban en mi cintura y no era para nada como Hidan, no trató de propasarse conmigo, tampoco metió su lengua, sólo… me besó con dulzura y ternura ¡Me había enamorado de Itachi Uchiha!

Cuando llegué a casa aquel día todo feliz y con una sonrisa de oreja a oreja por el beso de Itachi, me fui a mi habitación extrañado de que mi padre aún no hubiera vuelto porque Kakashi ya se había marchado a trabajar. Llegó a las once de la noche y borracho como una cuba para mi asombro, supe… que algo había ido mal.

 

Capítulo 21: Encuentros inesperados

 

Minato Namikaze POV

Había bebido mucho aquel día y cuando llegué a casa, todo estaba a oscuras, imaginé que Kakashi ya se había marchado a trabajar porque tenía turno de noche. Supuse que todos dormían ya y me dirigí a la escalera aunque me reía muchísimo y casi tropecé un par de veces con los peldaños…pero cuando llegué al final de las escaleras para irme a dormir, me di cuenta de que Deidara me miraba con asombro en su pijama y descalzo.

-       Dei – le llamé.

-       ¿Has bebido? – me preguntó.

-       Sólo un poquito – le dije empezando a reírme.

-       Te llevaré a la habitación – me dijo.

-       Puedo yo solo – le aclaré y casi me caigo por las escaleras, menos mal que Deidara me ayudó a mantenerme en pie y me acompañó a la habitación.

Me tiré en la cama y arrastré a Deidara conmigo tumbándole también. Él se quejó un poco por mi actitud, creo que nunca me había visto así, esto sólo lo había hecho en mis buenos tiempos en la Universidad y ya no era un adolescente para ir comportándome así, pero supuse… que Deidara entendía que me ocurría algo y no quería pensar en ello, pero sabía que me preguntaría y lo hizo.

-       ¿Qué ha pasado? – Me preguntó - ¿Es por el caso?

-       Sí – le dije abrazándole – lo he perdido.

-       Pero… ¿Aún puedes ganar no?

-       Sí, esto era sólo una audiencia, aún falta otra – le expliqué – pero ese abogado… me tiene harto.

-       Yo creía que tú eras uno de los mejores abogados del país – me dijo con una sonrisa – yo… te quiero papá y sé que puedes ganar.

-       Gracias, Dei - le dije sonriendo y dándole un beso en la frente.

-       Papá...

-       Dime - le miré ahora serio.

-       ¿Puedo quedarme a dormir hoy aquí contigo?

-       ¿Y eso? – pregunté – Creía que te gustaba dormir con tu hermano.

-       Sí, pero hoy prefiero estar aquí contigo ¿Puedo quedarme?

-       Claro

La verdad es que Deidara parecía un poco preocupado por algo y no sabía muy bien el motivo, creo que este caso me estaba distanciando un poco de mis hijos, hacía demasiadas horas en la oficina y pensé… que quizá debería empezar a tomarme algunas horas libres para estar con ellos, lo necesitaban. Ya estaba a punto de dormirme cuando la puerta se abrió y entró también Naruto preocupado por no haber encontrado a Dei en su habitación y tal y como su hermano, acabó subiéndose a mi cama y abrazó a Deidara metiéndose con nosotros bajo las mantas.

Yo no pude hacer otra cosa que sonreír y es que estos dos no podían estar separados, eran tal para cual, se querían con locura y para mí… ellos siempre serían los primeros, serían lo más importante de mi vida porque es probable que mi familia no los quisiera, pero yo los amaba, eran mis hijos y sinceramente… su abuelo se había perdido el conocer a estas dos personas tan importantes e increíbles.

Dormí con ellos y hacía muchísimo tiempo que no lo hacía ¿Cuándo había perdido esta costumbre? Porque me encantaba dormir con ellos. Les abracé y dormí como un tronco toda la noche, no me desperté para nada y cuando me desperté por la mañana, Kakashi estaba frente a mí sentado en una silla y sonriendo mientras nos miraba.

-       ¿Cuánto hace que has llegado? – le pregunté en susurro para no despertar a mis niños.

-       No hace mucho – me dijo sonriendo y tocando mí cabello.

-       ¿En qué piensas? – le pregunté de nuevo sonriendo.

-       En que tengo una familia maravillosa, hacía mucho que no os veía juntos – me dijo.

-       Entra con nosotros – le dije y él sonrió entrando en el hueco que yo le estaba dejando a mi lado mientras pasaba su mano por mi cintura.

-       Te quiero Minato – me dijo.

-       Y yo a ti – le dije.

Puede que jamás volviera a ver a mi padre, ni a mi madre, ni a mis hermanos… pero tenía todo lo que podía desear, mi familia, mis hijos, mi chico, mi trabajo, mis amigos, ¿Qué podía faltarme? Creo que nada, era feliz en mi nueva vida y ahora empezaba a darme cuenta de lo más importante… no necesitaba emborracharme por culpa de Fugaku, él era mi pasado y mi familia era mi presente y mi futuro, por ellos era capaz de cualquier cosa. Estaba decidido a dejar mí pasado muy atrás, justo en el lugar que le correspondía. Tenía que sacar a Fugaku y todos sus recuerdos de mi mente y de mi vida, a partir de ahora… Fugaku no existiría para mí, sería solamente el abogado defensor de la otra parte en el juicio. Mi gran pregunta era… ¿Sería capaz de olvidarme de Fugaku?

Kakashi se quedó dormido enseguida, algo normal porque había tenido turno de noche. Kakashi se había licenciado en medicina y muchas noches le tocaba quedarse en el hospital e incluso algunos fines de semana… le tocaba al pobre irse a algún congreso o a reuniones. Le acaricié un rato el cabello hasta que se quedó profundamente dormido y cuando mis hijos empezaron a desperezarse, bajamos a desayunar y dejamos a su padre que durmiera un rato, necesitaba descansar.

Hidan también bajó a desayunar y preguntó extrañado por qué ambos habían acabado durmiendo conmigo, tampoco respondí mucho, simplemente que les apetecía y es que para mí no había nada de malo en ello. Hidan había quedado con unos amigos así que se marchó enseguida y yo decidí llevar a mis hijos a dar una vuelta por el parque, se morían de ganas de ir, así que teniendo hoy el día libre, creí que sería un día perfecto.

Paseamos por el parque y mis hijos se entretenían con cualquier cosa, de hecho… decidieron ir a un pequeño recinto donde había animales y mientras ellos entraban a verlo, yo me entretuve por los alrededores. Se veían muchas parejas y me sentí un poco triste al no tener aquí a Kakashi, recordaba que este fue nuestro lugar para la primera cita oficial en esta ciudad, sonreí sólo por los recuerdos.

Miré hacia una de las esquinas y de repente… mi vista se cruzó con la de Fugaku Uchiha que también se sorprendió de verme aquí. Quise marcharme, pero escuché como me llamaba y venía casi corriendo hacia mí reteniéndome del brazo en cuanto me tuvo cerca evitando que me marchase.

-       Minato…por favor… quédate – me dijo casi suplicante y al final me quedé pero en completo silencio - ¿Aún estás enfadado por lo del caso?

-       Eres un desgraciado – le dije – sabes perfectamente que no tienes la razón, quieres dejar a una chica inocente que lleva una criatura dentro en la calle sin nada, de verdad que no tienes corazón – le comenté enfadado.

-       Sabes que es mi familia, no puedo abandonarlos, pero tú sí puedes dejar el caso.

-       Ella es mi mejor amiga, fue mi único apoyo cuando todos me dieron la espalda – le reclamé – no pienso abandonarla. Además… yo no me hice abogado para defender a gente corrupta como tu familia, sino para defender a gente inocente como Kushina y lo sabes, te enamoraste de mi inocencia y mi lealtad, de mi carácter justiciero que siempre hacía lo correcto o al menos eso dijiste – le recordé.

-       Siempre fuiste impresionante Minato, brillabas con luz propia, iluminabas a todas las personas que se acercaban a ti, eres mucho mejor persona de lo que yo seré jamás. Sé que eres un gran abogado y defiendes lo que crees que es justo, pero yo no puedo abandonar a mi familia – me dijo.

-       Tú no puedes abandonar a tú familia… pero quieres que yo abandone a la mía – le dije sonriendo porque no creí que pudiera estar diciéndome eso – Eres un capullo, siempre lo fuiste y creí que podías cambiar, pero veo que no.

Me levanté del banco donde nos habíamos sentado y decidí marcharme enfadado con él, de verdad que Fugaku me enfadaba mucho ¿Cómo pude haberme enamorado de un hombre así en el pasado? No entendía qué me pasó por la cabeza para hacer algo así. Él no podía cambiar, no lo haría nunca, estaba absorbido por las ideas de su familia y di gracias de que yo pude escapar de la mía, porque si no habría acabado como él, sintiéndome superior a todos.

-       Minato espera – me dijo cogiéndome de la muñeca de nuevo – no quise decir eso, es sólo… que no quiero hundirte en este caso, por favor, no me hagas destrozarte en el juicio, no lo aguantaría, tú eras quien me hacía cambiar con tu vitalidad y alegría, con tus ideas de hacer siempre el bien, eras tú por quien mi mundo se movía y sin ti estoy perdido.

-       Te recuerdo que tienes una esposa esperándote en casa y dos hijos, además… lo siento Fugaku, pero tú ya no eres el centro de mi vida, me abandonaste y formé mi propia familia, no tienes derecho a meterte en medio porque tu vida sea un desastre, deja de fastidiarme la vida, aléjate de mí – le dije soltando su mano – ya no soy aquel chico inocente que conociste y podías follarte en la oficina soltándome mentiras, eso se acabó y por si no te ha quedado claro… voy a hundirte en ese juicio aunque sea lo último que haga, porque lo voy a ganar.

Me marché de allí dejando a un Fugaku confundido aunque yo también lo estaba. Sé que Fugaku siempre fue un cabrón y que venía de una familia importante como lo era la mía, pero a diferencia que él, yo conseguí escapar, me marché de allí y aunque me hundieron, me deshonraron y me trataron como si hubiera cometido el peor de los crímenes por haberme quedado embarazado sin estar casado, yo seguía llevando la cabeza bien alta, porque hacía lo correcto. También sabía que Fugaku cambió mucho cuando estuvo conmigo, era más humano y empezaba a distanciarse de esa mala influencia que era su familia, pero supongo… que había vuelto a caer, no había nada que hacer con él. Luché mucho por él, para ayudarle, pero de aquí en adelante tenía que seguir él solo, porque yo tenía mi vida, mi familia, mis hijos y a mi chico, no volvería a luchar por alguien que me abandonó de la peor de las formas, él no luchó nunca por mí, dejó que me marchase y se quedó en su cómoda vida de casado con sus hijos, él decidió que yo no era bueno para él y esa decisión nos acompañaría el resto de nuestras vidas y aunque me lo arrebató todo, mis sueños, mis esperanzas, a mi familia, el amor que le tenía, todo… no iba a quitarme este caso, iba a ganarlo.

Caminé por el parque hacia el edificio donde había dejado a mis hijos cuando de repente, ante mis ojos apareció la mujer de Fugaku, hacía al menos… dieciséis o diecisiete años que no la había vuelto a ver y ahora… estaba frente a mí y aunque ella no me vio por lo ocupaba que estaba besándose con otro hombre de semblante parecido a Fugaku, yo si la vi y me quedé atónito.

La voz de Fugaku a mi espalda llamándome me hizo sobresaltarme y abrí demasiado mis ojos al encontrarle aquí, porque iba a pillar a su mujer por haberme seguido a mí ¡Malditas casualidades! Fugaku me miraba a mí pero al verme tan paralizado y aterrado sabiendo lo que iba a descubrir, miró por encima de mi hombro intentando adivinar qué era lo que me había dejado en este estado y se encontró con su mujer besando a aquel hombre. Se quedó paralizado en el sitio durante unos segundos y acabó marchándose poco después sin pronunciar palabra alguna. Le seguí por una sencilla razón… me sentía culpable, por mi culpa lo había descubierto de esta mala forma, yo ya sabía lo víbora que era su mujer, pero él no tenía ni idea y había sido mi culpa que los descubriera, me había seguido a mí, me sentía muy mal por él, por la tristeza que habían reflejado sus ojos.

-       Fugaku – le llamé y él se detuvo – lo siento.

-       ¿Por qué te disculpas? – me dijo de espaldas a mí y sin girarse.

-       Porque… es mi culpa – le dije sintiéndome mal.

-       ¿Por qué? Tú no has hecho nada Minato, es ella quien me ha traicionado, no tú.

-       Yo… lo siento de verdad – le dije empezando a llorar y es que estas cosas me afectaban mucho, creo que aún seguía siendo aquel chiquillo inocente de la universidad.

Sentí el abrazo de Fugaku y aún así no podía dejar de llorar. Me tapé los ojos con la mano derecha tratando de que no me viera llorar aunque sé que estaba escuchando mi llanto.

-       Minato… deja de llorar, me rompes el corazón – me dijo – no puedo verte así, tú no tienes la culpa.

-       Ella… fue mi culpa – le dije recordando todo lo que yo había vivido en el pasado – ella sabía de nuestra relación en el pasado – Fugaku se sorprendió de aquello – yo lo siento, destrocé tu matrimonio, fue mi culpa.

Caí al suelo de rodillas llorando aún más tras habérselo contado todo, no sé si él lo sabía o no, pero yo me sentía así desde hacía demasiado tiempo, sentía que era mi culpa todo lo que había pasado, yo fui quien me follaba a su marido y me dio igual aún sabiendo que estaba casado, me enamoré de él, me enamoré de mi profesor.

-       Escúchame bien Minato – me dijo Fugaku obligándome a mirarle – tú sólo tienes la culpa de una cosa y es de haber conseguido que me enamorase de ti, porque fuiste lo mejor que me pasó en la vida, contigo tuve el momento más feliz, me diste tus mejores años y yo soy el culpable de haberte destrozado la vida, mi matrimonio estaba roto mucho antes de que tú aparecieses y fuiste como un ángel caído del cielo que apareciste para salvarme de mi oscuridad, tú eres el culpable de haberme hecho el hombre más feliz del mundo mientras duró aquellos momentos y siempre me arrepentiré de haberte abandonado – dejé de llorar con sus palabras y de repente… sentí sus labios aprisionando los míos y no pude evitar seguirle aquel beso, porque aunque traté de olvidarme de mi profesor… seguía amándole y más cuando decía cosas tan tiernas como estas.

 

Capítulo 22: Descubierto

Naruto Namikaze POV

Mi hermano estaba realmente extraño, ni siquiera había ido a su habitación a dormir pero yo sabía que ocurría algo… las sábanas de su cama estaban arrugadas así que se había tumbado encima y los libros seguían abiertos sobre la mesa de estudiar como si no hubiera terminado y eso era muy raro en mi hermano. Eran las doce de la noche y no me podía dormir, había entrado para dormir con mi hermano como era una costumbre en mí pero al no verle, acabé abriendo la habitación de papá para comprobar si estaba allí y sí estaba, ambos dormían juntos y al final, yo también entré en la cama a dormir con ellos.

Me agarré a mi hermano y sentí como papá pasaba su brazo por encima de mí acariciándome el cabello hasta que me dormí. Estaba tan a gusto aquí con ellos, que me quedé dormido en cuestión de segundos. Cuando me desperté, seguía agarrado a Deidara y Kakashi se había metido también en la cama a dormir después de haber venido de trabajar, pero Minato ya se había levantado, así que desperté a Dei y bajamos a desayunar.

Aquel día estuvo genial… porque Minato dijo de ir al parque y a mí me encantaba la idea y más aún a mí hermano, así que nos vestimos y nos fuimos con él mientras Kakashi descansaba después de su larga noche en el hospital. Papá desapareció durante un rato mientras nosotros entrábamos por el edificio de los animales y veíamos como los cuidadores les daban de comer y es que al ser un recinto cerrado, Minato se fiaba que no saldríamos de aquí. Para cuando volvimos a encontrarnos con él, estaba algo raro… pero nos trajo helados y eso lo compensaba todo.

Miraba a Dei mientras se comía su helado de vainilla y pensaba en cómo decirle lo que me había ocurrido con Sasuke, de verdad que quería contárselo, pero no estaba seguro de hacerlo ¿Qué pensaría de mí? Yo siempre le había dicho que no quería chicos en mi vida, llevaba dos años estando completamente solo, sin dejar que nadie se acercase a mí, colocando esta coraza y ahora… resulta que había dejado que un chico al que apenas conocía me besase y lo peor de todo… es que me había gustado.

Me había sentido asqueado desde el primer día en que Orochimaru me tocó, me sentía culpable como si yo mismo me lo hubiera buscado y entonces… aparecía Sasuke y echaba por tierra todo eso, decía que yo no era culpable de nada, que era mi entrenador el que estaba enfermo por haber abusado de mí, venía con sus grandes palabras y esos sentimientos que decía tener por mí y me confundía, no sé si estaba preparado para esto, me daba miedo que intentase ganarme con su palabrería y acabase haciendo lo mismo que mi entrenador, abusando de mí, aprovechándose como hacía la gente. No sabía que pensar y quería poder explicárselo a Dei y que me aconsejase, que me dijera algo, pero no quería contárselo con papá delante.

-       ¿Qué pasa Naru? – me preguntó Deidara y salí de mi trance dándome cuenta de cómo le estaba mirando.

-       Nada – le dije  sonriendo y siguió comiéndose su helado mientras yo empezaba a comerme el mío de chocolate – Dei… - le llamé y él me miró extrañado - ¿Qué tal está tu pierna? – le pregunté y él sonrió.

-       Ya está mejor, me duele menos que ayer – me dijo sonriendo – Naru… ¿Qué sucede con tu entrenador? – me preguntó colocándose serio.

-       No me cae bien – le dije forzando una sonrisa como si realmente no ocurriera nada.

-       ¿Seguro que sólo es eso? – preguntó dudando de mí.

-       Sí Dei, sólo es eso, te lo aseguro.

-       Vale, pero sabes que si pasa algo puedes contar conmigo ¿Verdad? – me preguntó.

-       Claro que sí tonto – le dije sonriendo – yo siempre cuento contigo, eres mi hermano.

Volvimos a casa y aunque yo intenté resolver los problemas de clase por mi cuenta… acabé pidiéndole ayuda a Dei para que me explicase las cosas. Entré en su dormitorio y me senté junto a él en la mesa de estudiar sacando el libro de matemáticas y es que se me daban fatal esta asignatura.

Deidara me lo estaba explicando y yo trataba de concentrarme… pero mi mente estaba muy lejos de aquí, estaba pensando en Sasuke y en aquel beso que no terminaba de creerme ¿Lo había dicho enserio? ¿De verdad podía gustarle después de todo lo que sabía de mí? ¿Cómo podía gustarle después de saber que habían abusado de mí? No me cabía en la cabeza, yo estaba sucio, ya no podría nunca recuperar mi inocencia ¿Cómo podía desearme aún?

-       ¿Naru? – Escuché a mi hermano - ¿Me estas escuchando?

-       Eh… sí – le dije

-       Estás muy raro últimamente – me dijo sonriendo.

-       Puede ser – le comenté – Echo un poco de menos el Lacrosse – le confesé aunque no era del todo cierto.

-       Podríamos ir a otro instituto si lo prefieres – me dijo.

-       No Dei, pronto terminará esto y ya te lo dije… es el mejor instituto de la zona, te abrirá muchas puertas en un futuro.

-       Pero yo quiero que estés bien.

-       Y yo también quiero que estés bien Dei – le dije cogiéndole la mano y me di cuenta…de que algo iba mal, había tenido un escalofrío y había temblado, tenía miedo - ¿Qué pasa? – le pregunté.

-       Nada – fue su contestación.

-       No me mientas Dei, sabes muy bien que no me gusta que finjas conmigo, sé que no está bien todo ¿Qué sucede? ¿Por qué has tenido miedo? – le pregunté.

-       Yo… - intentó contestar y al mirar su muñeca me di cuenta de que tenía un moratón.

-       ¿Qué te ha pasado? – le pregunté.

-       Nada.

-       No, esto no es nada, así que cuéntamelo – le dije casi amenazadoramente.

-       Fue Hidan, pero seguro que se le escapó – me dijo y noté el miedo en su voz.

-       ¿Se le escapó? – pregunté – esto no se hace porque se escape algo ¿Qué está pasando? – Una lágrima resbaló por su mejilla y me di cuenta entonces, de que había estado tan pendiente de mis problemas que había olvidado a mi hermano, le pasaba algo.

-       Salgo con él – me dijo al fin y no me extrañó del todo por la forma en que se comportaban, pero tampoco puedo decir que no fuera una sorpresa – se le escapó enserio – me dijo.

-       ¿Te está forzando? – le pregunté – estas marcas están claras ¿Te ha hecho algo que no quisieras hacer? – le pregunté y asintió con la cabeza cerrando los ojos – voy a matarlo – exclamé.

-       Naru – me llamó – por favor déjalo, no vale la pena, estoy bien

-       No, no lo estás, te está forzando a hacer cosas que no quieres y nadie debería forzarte a nada.

-       Pero… él es mi novio – me dijo como excusándole.

-       ¿Y qué Dei? Aún peor, él debería comprenderte y apoyarte. ¿No lo ves Dei? Si te quisiera no te obligaría, te respetaría, él no te quiere, sólo te está utilizando.

-       Naru… creo que me gusta otro chico – me dijo sonrojándose

-       ¿Entonces por qué sigues con Hidan? ¿Te respeta el otro chico? – le pregunté.

-       Sí – me dijo intentando sonreír – me trata bien y me protege, siempre es muy atento y dulce, no me fuerza a nada.

-       ¿Quién es? – le pregunté por curiosidad con una sonrisa y él también sonrió sin sentirse presionado a contármelo.

-       Es mayor que yo – me dijo – y me da miedo meterle en un problema al ser yo menor de edad.

-       No diré nada Dei, lo sabes.

-       Es Itachi.

-       ¿Itachi? ¿El hermano mayor de Sasuke? – pregunté incrédulo

-       Sí – me dijo – Tengo muchas dudas Naru, tengo miedo de esto que estoy sintiendo por él, porque no me pasa con Hidan, con él me siento yo mismo, me siento seguro y me excita – me dijo sonrojándose

-       Apenas le conoces Dei.

-       Lo sé, pero aún así… me atrae demasiado y tengo miedo.

-       No es malo sentirse así Dei, es algo normal y no deberías de tener miedo pero sí un poco de cuidado, ya te he dicho que no le conoces bien. Yo también me he asustado un poco – le confesé – he sentido lo mismo que tú dices por alguien, he besado a alguien, bueno… más bien él me besó a mí – le aclaré y Dei me miraba con curiosidad.

-       Cuenta – me dijo emocionado.

-       Fue en la enfermería, Sasuke me besó – le dije – tengo miedo de que me traicione como hacen los demás, de que me decepcione, de sentirme atraído por él y acabar como siempre… sufriendo por haber confiado demasiado. No sé si él es el adecuado, pero he sentido lo que tú explicabas, he sentido esa atracción. – sonreí – parezco un idiota, me estoy sonrojando cuando le veo, se me pone esta sonrisa estúpida en la cara cuando le veo y aunque intento sacarlo de mi cabeza y alejarlo de mí, no puedo hacerlo.

-       ¿Por qué alejarte si te gusta? – me preguntó dudando - ¿Es sólo por el miedo?

-       Sí – le dije.

-       Naru… ¿Crees que hay algo malo en que cuando vea a Itachi tenga esta sensación de que es con él con quien quiero estar de verdad? – me preguntó.

-       No es malo Dei pero por dios… termina esa relación que tienes con Hidan antes de que haga más daño, esa relación que tenéis no es buena, tienes que abrir los ojos, Hidan no es para ti, no le quieres ni él te quiere a ti, te utiliza, acaba con esto y si de verdad te interesa Itachi… arriésgate entonces con él.

-       Entonces creo… que deberías hacer caso a tu propio consejo y dejar de huir de Sasuke y de tus sentimientos – me dijo sonriendo.

-       Sí, tienes razón – le sonreí – al fin y al cabo… sólo soy un miedica que tiene pánico a afrontar lo que siente. No soy el más indicado para aconsejarte.

-       Yo te quiero Naru y sabes que siempre te pediré consejo en todo.

-       Lo sé Dei, yo también te quiero, pero deja esa relación – le insistí – no es para nada buena.

En aquel momento tocaron a la puerta y me sobresalté, más aún cuando vi entrar a Hidan con una sonrisa pidiendo hablar con mi hermano a solas y yo no estaba dispuesto a dejarle a solas con él, no después de haberle visto el moratón de su muñeca. Le pedí que se marchase y aunque estaba muy enfadado con él por como trataba a mi hermano, intenté calmarme, no quería montar un escándalo ni complicarle más la situación.

-       Hidan, vuelve luego por favor – le dije – nos pillas estudiando.

-       Necesito hablar con Dei – dijo pero Deidara me agarraba con fuerza del brazo pidiéndome que no le dejara a solas con él y no iba a hacerlo.

-       Y yo necesito estudiar – le aclaré

-       Naruto… sal de aquí – me dijo empezando a enfadarse.

-       No voy a irme – le dije enfadándome ahora yo.

-       Parad ya – reclamó mi hermano.

-       He dicho que salgas de aquí maldito crío – dijo Hidan levantándome del cuello de la camisa pero yo me solté con brusquedad y le agarré a él también.

-       Lárgate tú – le grité - ¿Quién narices te crees para hacerle daño a mi hermano?

-       Soy su novio – me dijo como si eso le excusase.

-       Eres un cobarde que sólo quiere abusar de él – le reclamé.

Estábamos tan enzarzados en la discusión, que no nos dimos cuenta de que Minato había pasado por el pasillo y nos había escuchado discutir ¡Teníamos un gran problema! Sobre todo mi hermano y Hidan.

-       Todos al salón ¡Ya! – nos gritó – creo que tenéis mucho que contarme.

-       Minato… - intentó hablar Hidan para aclarar las cosas.

-       He dicho que al salón – repitió enfadado y salió detrás de nosotros vigilando que cumplíamos sus órdenes.

 

Capítulo 23: Miedos

Itachi Uchiha POV

Cruzarme con Deidara en la biblioteca fue toda una sorpresa, no esperaba verle por aquí, a estas horas debería haber estado por su casa, pero debía reconocer que a mí me vino muy bien encontrarle, porque pude acompañarle a tomar algo. Acercarme a él era mi prioridad, no quería nada más excepto acercarme y que me tuviera en cuenta, quería saber cómo le iba la vida, como le iba con Hidan y es que a mí ese chico no me daba buena espina.

Me habría encantado ver a Deidara feliz, desde que le conocí, él siempre llevaba una sonrisa en los labios y ahora me daba cuenta… de que era un gran mentiroso, todas esas sonrisas eran forzadas, fingía como el mejor, era increíble cómo podía aparentar estar perfectamente cuando no lo estaba y supuse… que lo hacía para que nadie se pusiera triste por su culpa, tenía un corazón de oro ese chico pero yo le sentía triste.

No soportaba verle así, desanimado, triste y solitario, no me gustaba que fingiera conmigo porque yo quería hacerle feliz de verdad, quería que confiase en mí, que me contase lo que fuera, que sonriera de verdad porque se lo pasaba bien conmigo y no una fingida para que la gente se quedase tranquila.

Cuando lo vi en la biblioteca, me separé de mis compañeros de universidad con los que tenía que hacer un proyecto y me acerqué hasta él para invitarle a tomar algo… sabía que era de las pocas oportunidades que tendría para acercarme a él sin que estuviera su celoso novio por aquí molestando e impidiendo que pudiera hablar un rato con él y es que me interesaba mucho saber qué pasaba en su vida, por qué siempre se le veía tan triste y solo. Quería hablar con él a solas, quería saber qué ocurría, quería enamorarle, porque él se merecía algo mejor que ese criminal con el que estaba saliendo y es que me fue imposible apartar su frase de que estaba con él porque era el único que le quería, no era cierto… yo también le quería y no lo trataría jamás como lo hacía su novio.

Aceptó mi invitación para sorpresa y cuando fui a la mesa de mis compañeros a decirles que les veía mejor en otro momento, no se disgustaron al ver a Deidara y es que yo mismo reconocía, que era muy guapo, todos me entendieron a la perfección y con una sonrisa se despidieron de mí. Supongo que mañana tendría que aguantar sus risas sobre mi escapada con Deidara, pero me daba igual, podían preguntar lo que fuera siempre que yo pudiera estar un rato con ese chico.

Me sorprendió que caminase tan extraño, sé que le dolía la pierna porque trataba de camuflarlo sin mucho éxito y me hizo sonreír. Teniendo en cuenta que ya le había visto golpearse contra una farola… estaba seguro de que ya había vuelto a tropezar con algo y es que era tan despistado que podía parecer torpe, pero en realidad… creo que es que no prestaba la más mínima atención a lo que estaba haciendo, su cabeza estaba en mil sitios a la vez.

Al final acabé pasando por la farmacia a comprarle una crema y se la puse en el tobillo con la esperanza de que remitiera su hinchazón. Creo que por la forma en que me miraba… no estaba muy acostumbrado a que hicieran cosas por él, pero en sus ojos podía ver la sorpresa y el agradecimiento, eso me ponía feliz, sin embargo… seguía sintiéndole triste y de vez en cuando se miraba la mano o la escondía cuando se daba cuenta de cómo la miraba yo. Supongo que le había pasado algo que no quería contarme y mis sospechas se activaron aún más cuando al preguntarle… se quedó sin palabras, con esos ojos vidriosos de quien va a empezar a llorar. Verle en aquel estado tan frágil me impactó demasiado… tanto… que acabé besándole con dulzura y es que no pude evitarlo aunque después me diese cuenta de que lo que estaba haciendo estaba muy mal, más con Deidara, era menor de edad, tenía novio y tenía miedo… yo no quería que pensase que quería aprovecharme de él, sólo fue un instinto reflejo aquel beso.

Me sorprendí porque aunque me disculpé y él se creía que estaba jugando o era una broma, cuando le hice comprender que no lo era… que realmente sentía algo por él, fue él mismo quien me besó y me encantó que fuera el propio Deidara quien me besase. No quise forzar a nada así que sólo le dejé a él llevar la voz cantante, le dejé que decidiese cómo quería el beso e incluso su ritmo, no iba a presionarle, yo no quería ser como Hidan que lo manipulaba como quería, yo deseaba que Dei estuviera a gusto, que se sintiera seguro y protegido estando conmigo porque yo siempre estaría allí para protegerle.

Después de tomarnos algo, le acompañé a su casa y antes de entrar le comenté que si tenía algún problema de lo que fuera, acudiese a mí y él sonrió antes de darme un beso en la mejilla y meterse en casa. Me fui a casa tras comprobar que entraba sano y salvo. Aquella noche cené en familia… bueno… sin nuestra madre pero eso era algo ya común y es que apenas la veíamos, yo a veces escuchaba la puerta y sabía que había venido a dormir, pero poco más, por la mañana cuando me levantaba ya había vuelto a desaparecer y es que la vida familiar para ella no importaba.

No vi al día siguiente a Deidara por ningún lado, pero mi padre vino de bastante mal humor y al final acabé saliendo a hacer algo de deporte con él para que se relajase. Lo único que conseguí sacarle de información, es que se había cruzado con su antiguo amor y que le había visto feliz. Creo que estaba un poco deprimido de ver en qué se había convertido nuestra familia y ver que al chico al que abandonó… tenía una buena vida, creo que pensaba que esa vida tan feliz podría haber sido suya si se hubiera quedado a su lado, pero ya nada se podía hacer, cada uno teníamos que afrontar nuestras decisiones y yo sólo podía tratar de animarle.

Por la noche cuando me fui a la habitación empecé a ponerme el pijama para irme a dormir cuando al girarme para coger la camiseta del respaldo de la silla, me di cuenta de que Deidara estaba en la ventana y parecían tener una discusión aquellos tres… Naruto, Hidan y Dei, al menos hasta que apareció su padre por allí y les hizo salir del cuarto, creo que algo les iba mal.

Estuve atento a la casa de mis vecinos y aunque estuve estudiando un buen rato… seguía la luz del salón encendida y veía la sombra de Minato moverse tras las cortinas como un loco gesticulando mucho, creo que estaba muy enfadado con ellos y de repente… Deidara salió corriendo de la casa llorando perdiéndose calle abajo. ¿Qué estaba pasando hoy en esa casa? Era muy raro, pero me vestí enseguida y cuando ya bajaba por las escaleras, me sorprendió el timbre y aunque yo iba a abrir, mi padre fue más rápido que yo.

Minato estaba en la puerta y yo le miré desde las escaleras del hall. Preguntó si su hijo Deidara estaba aquí y mi padre le confirmó que no había venido pero que podía ayudar a buscarle. Se le notaba preocupado y no sé qué había pasado, pero no me gustaba un pelo.

-       Se ha ido calle abajo – le dije por lo que vi – os ayudaré a buscarlo – me ofrecí y Minato agradeció mi ayuda.

Minato se fue hacia el Este mientras yo me iba al oeste calle abajo buscándole. No sé por qué… supuse dónde estaría y me fui hacia la biblioteca que a estas horas debía estar bien cerrada ya. Decidí mejor ir en coche, hoy era una noche fría y debería estar congelado del rato que llevaría fuera. Lo encontré frente al parque de enfrente de la biblioteca sentado en un banco llorando, con el rostro escondido entre sus rodillas y temblando de frío.

Cuando me escuchó acercarme se sobresaltó pero luego al reconocerme, ni siquiera tuvo fuerzas de sonreírme como solía fingir, hoy estaba mal de verdad y me senté a su lado quitándome la chaqueta para pasársela por encima.

-       ¿Quieres contármelo? – le pregunté.

-       Es Hidan… mi padre se ha enterado de que teníamos algo pero yo quiero dejarlo – me dijo llorando – de verdad que quiero dejarlo… pero no me deja.

-       ¿Hidan no te deja? – le pregunté - ¿Te ha hecho algo? ¿Te está amenazando?

-       Dice que si le dejo irá a por mi hermano y yo no quiero que le pase nada a mi hermano por mi culpa.

Desde luego Hidan sabía jugar muy bien con los sentimientos de estos dos, sabía perfectamente que con lo que se querían haría cualquier cosa el uno por el otro, lo estaba agarrando cada vez más y no podía permitir que jugase de esa forma con la inocencia del chico.

-       Dei… no le hará nada a tu hermano, te lo prometo – le dije – es una excusa suya, tu hermano no le dejaría y tu padre menos y si eso no te convence, yo soy capaz de denunciarle si se pasase con vosotros, no dejaría que te hicieran daño, ni a ti ni a tu hermano, pero no puedes seguir así, te está extorsionando para conseguir lo que él desea, te quiere retener a su lado. Y de tu padre… lo único que puedo decirte es que ahora que lo sabe, estará más pendiente de Hidan, así que no tendrá opción de hacerle nada a tu hermano, si querías dejarle, este es tu momento, porque no sé si tendrás otro mejor.

-       Lo sé – me dijo

-       Vamos, te estás congelando aquí fuera. – le dije señalándole el coche y al verlo, se vino conmigo y se sentó de copiloto mientras yo le ponía la calefacción.

Me gustó ver como se tapaba aún más con mi chaqueta y la olía como embriagándose del olor que yo había dejado impregnado en ella. Acaricié su largo cabello rubio antes de arrancar el coche y él me miró tratando de sonreír para luego coger mi mano y llevarla hacia su mejilla. Estaba frío.

-       ¿Por qué me siento tan bien contigo? – me preguntó y me sorprendí – contigo todo parece más fácil.

-       No lo sé Dei, puede que sea más fácil porque estás a gusto de verdad.

-       Yo no quiero volver con Hidan – me confesó – quiero estar contigo – me dijo sonrojándose

-       Dei… me halaga mucho, pero soy demasiado mayor para ti – le dije – me puedo meter en un problema por esto.

-       Lo sé y no quiero darte problemas de verdad pero… ¿Puedo enamorarte cuando crezca? – me preguntó y aquello me pilló de sorpresa. Yo sonreí.

-       Ya estoy enamorado de ti Dei – le confesé – no necesitas tratar de enamorarme, sé que es una locura todo esto y que me meto en un problema, pero te amo, desde el primer día que te vi supe que eras tú a la persona que había buscado toda mi vida, eres tú con el único con quien quiero estar.

-       Itachi… - dijo escondiendo su rostro bajo el cuello de mi chaqueta - ¿Puedo pedirte algo? – Me preguntó y me sorprendió un poco que estuviera tan tímido ahora – quiero… quiero estar contigo.

-       Ya estás conmigo – le dije sonriendo sin forzarle a nada.

-       ¿Somos amigos, verdad? – me preguntó dudándolo.

-       Claro que si Dei – le dije.

-       Itachi… ¿tú me ayudarías con los problemas de química? – me cambió de tema.

-       Sí – le dije y él sonrió

Pensé cuándo podía echarle una mano con sus deberes y al final tras suspirar y tirar mi cabeza contra el respaldo, acepté para el día siguiente aprovechando que ese fin de semana mi padre se iba a llevar a Sasuke de excursión al monte como hacían una vez al mes y mi madre… ella nunca venía por casa así que me quedaba solo. Al menos no nos interrumpirían en mitad de lección.

Le llevé a casa y Minato al ver aparcar el coche frente a su casa, vino corriendo abriendo la puerta del coche y lo sacó abrazándolo. Creo que Minato estaba muy preocupado después de la bronca que habían tenido.

-       Gracias Itachi… gracias por traerlo a casa – me agradeció Minato sin soltar a su niño ni un momento.

-       No hay de qué.

Cuando llegué a casa Fugaku me preguntó enseguida por el hijo de Minato con preocupación. Le comenté que ya lo había encontrado y estaba en casa, pero aún así, él siguió mirando por la ventana viendo como Minato entraba en su casa abrazando y besando a su niño y es que lo había pasado realmente mal durante el tiempo que estuvo desaparecido… más a estas horas de la noche, podía haberle pasado cualquier cosa. Menos mal que ya estaba en casa y yo me quedaba también más tranquilo.

Por la mañana al despertarme, escuché el ruido del coche y supe que mi padre ya se marchaba con mi hermano a su acampada. Desayuné solo mirando por la ventana de la cocina hacia la casa de mis vecinos y esperaba que hoy se hubieran levantado de mejor ánimo que anoche, porque después de la discusión que tuvieron… no sé yo cómo estaría el ambiente.

Sobre las once de la mañana, Deidara salió de casa pidiéndole permiso a Minato y les vi venir juntos, creo que Minato no se fiaba que fuera a venir a mi casa y cuando sonó el timbre, abrí la puerta saludando al padre de Deidara.

-       Buenos días Itachi – saludó Minato – me ha comentado Deidara que se venía a estudiar contigo, que habíais quedado para hoy.

-       Sí – le dije con una sonrisa – para dar química – le reconocí.

-       Muy bien, entonces luego cuando acabes vuelves por casa – le dijo Minato.

-       Le acompañaré yo mismo si te quedas más tranquilo.

-       Te lo agradezco – me dijo con una sonrisa – Tú padre… ¿No está en casa?

-       No, se ha ido con mi hermano a una excursión, vendrán más tarde ¿Quieres que le diga algo cuando vuelva? – pregunté.

-       No, no… tranquilo, era algo de un caso que llevábamos, se lo comentaré en el despacho cuando le vea.

-       De acuerdo – le dije y me aparté de la puerta para que Deidara entrase.

Creo que por lo nervioso que estaba Minato… empezaba a entender quien era ese chico misterioso del que tanto hablaba mi padre, de aquel chico del que se enamoró y si mis sospechas eran correctas, no me gustaba nada el tema, porque después de que mi padre le abandonase, podría pensar que yo era igual y no dejar a Dei venir a verme. Por el momento… al menos confiaba en mí y le dejaba venir a estudiar, supongo que sería por el favor que le hice ayer encontrando a su hijo, me había ganado su confianza de momento.

Nos subimos a mi habitación y se sentó frente a la mesa de estudiar abriendo el libro de química y me senté a su lado empezando a explicarle sus dudas. La verdad es que me sorprendió bastante, porque creí que entendería menos cosas, pero era muy inteligente, lo poco que no sabía lo cogía enseguida, yo sabía que este chico llegaría muy lejos en su vida, era un cerebro andante pero estaba con la persona menos indicada en cuanto a su vida sentimental.

Me disculpé para ir al baño y cuando volví abriendo la puerta, Dei se había quitado la camiseta y podía ver claramente su espalda. Me quedé paralizado en el sitio y él al verme de reojo, se sonrojó un poco pero no se movió para intentar coger la camiseta que ahora veía encima de mi cama.

-       Dei… - me quedé sorprendido.

-       Era el trato… ¿Verdad? – me preguntó – me dijiste que te debía un desnudo porque yo te había visto a ti – me recordó

-       Era una broma Dei – le dije.

-       Lo sé, pero quería hacerlo – dijo acercándose a mí y poniéndose en puntillas me besó.

-       Dei… - le dije cogiendo su camiseta y cubriéndole con ella un poco mientras apoyaba mis manos en sus hombres – no hace falta esto, enserio – le dije – te quiero tal cual eres, no tienes que forzarte a esto.

-       Pero quiero hacerlo – me dijo casi con lágrimas en los ojos – quiero ser sólo tuyo, quiero que mi primera vez sea contigo, me siento seguro contigo, sólo quiero que seas tú, por favor.

Dei cogió mis manos y me hizo soltar la camiseta para luego besarme con suavidad en los labios y no pude evitar cerrar los ojos dejándome llevar y es que no podía evitar pensar que lo deseaba, lo deseaba demasiado.

Lo empujé un poco hacia la cama con mucho cuidado y le obligué a sentarse en el borde sin separar mis labios de los suyos. Le recosté con cuidado y me tumbé encima teniendo en cuenta el no aplastarle bajo mi cuerpo y es que no podía evitar tampoco pensar que era un chico inocente y dulce, casi me sentía como si fuera a romperlo a la mínima fuerza que hiciera sobre él, pero él no era como una muñeca de porcelana, sé que era fuerte en el fondo y que tenía muy claras las ideas, aún así le pregunté nuevamente antes de tratar de desabrochar su cinturón si estaba seguro en esto… y él trató de sonreír y aunque su voz temblaba un poco fruto del miedo, asintió.

Desabroché su pantalón y lo bajé con delicadeza para darme cuenta de que Deidara se estaba poniendo completamente rojo, creo que nadie le había visto desnudo… al menos nadie que no fuera de su familia. Le besé para calmarle un poco y le acaricié el abdomen, el pecho y la espalda relajándole, pero él no sabía muy bien qué hacer con sus manos, así que las cogí y se las coloqué en mi cintura. Una vez se empezó a sentir más seguro y se convenció de que mis palabras sobre lo hermoso que era su cuerpo eran ciertas, empezó a tocar también mi espalda acariciándome.

Me dediqué mucho a excitarle, le besé e incluso me atreví a meter un poco mi lengua dentro de su boca para jugar, para saborearle y él aunque al principio se sorprendió un poco, luego me dejó e incluso… él mismo empezó a jugar y a meter su lengua en mi boca. Me encantaba sentir sus manos jugando con mi cabello y a mí me encantaba enredar mis dedos entre aquellos hilos dorados que él tenía, porque tenía un color precioso y una textura extremadamente suave, me encantaba todo de él, pero lo que más me gustaba… eran esos ojazos azules que me miraban y el rubor de sus mejillas.

No podía dejar de sonreír como si de un colegial enamoradizo me tratase, pero es que este chico tenía algo especial, algo que me movía por completo, tenía la certeza de que él era el chico al que siempre busqué, su calidez y su dulzura, su inocencia, su forma de ser…  Era él.

Estuve mucho tiempo para prepararle y aunque gritó un poco pidiéndome que no lo hiciera, acabé bajando para lamer su miembro, para lamerle entero porque no iba a permitir que le doliera, no quería que su primera vez fuera una mala experiencia, quería que la disfrutase y cuando al fin conseguí que su entrada empezase a abrirse… decidí que era el momento y me quité el pantalón junto a mi ropa interior.

Se asustó un poco al ver la dimensión pero era algo normal, la primera vez creo que todos nos asustábamos un poco pero le calmé tanto como pude y cuando me posicioné para entrar, me encargué de besar y morder su oreja para que se centrase en ella más que en lo que estaba haciendo entre sus piernas. Entré muy despacio y le noté tensarse. Tuve que pedirle que se relajase, sabía que dolía un poco pero él no me dejó sacarla, quería que siguiera y lo hice, con mucho cuidado continué hasta el fondo y me moví despacio para que fuera dilatándose y acoplándose a mí.

Se agarró a mis hombros con fuerza y cuando me quise dar cuenta, su respiración había cambiado, se aceleraba y algún ruidillo salía de su boca aunque trataba de camuflarlo y me hacía gracia.

-       Dei… no hace falta que los calles – le dije

-       Me da vergüenza – me dijo rojo como un tomate

-       Pues a mí me gusta oírlos – le aclaré sonriendo y él sonrió.

-       Vale – me comentó y a partir de ese momento… dejó de aguantarse permitiéndome escuchar lo que disfrutaba.

Aceleré el ritmo entrando y saliendo de él, gimiendo yo también para que no se sintiera solo y vergonzoso, quería que él también sintiera lo que era escuchar disfrutar a la otra parte y le vi sonreír al oírme. Aquella vez no quise irme dentro de él, bastante tenía ya con ser su primera vez, así que cuando me dieron ganas, salí fuera y acabé manchándole el vientre entero pero ambos sonreímos. Me acosté un rato a su lado y lo abracé con fuerza hacia mi pecho dándole de mi calor y es que no quería separarme de él, lo quería siempre para mí.

-       ¿Estás bien? – le pregunté.

-       Sí – me dijo sonriendo.

-       No me estarás fingiendo la sonrisa, ¿No? – le pregunté y él sonrió.

-       Estoy bien, te lo prometo. Me ha dolido un poco al principio pero luego nada, me ha gustado y me ha gustado más que haya sido contigo, creo que me gustas – me dijo.

-       Y yo te quiero Dei – le dije sonriendo – te adoro, me gustas y me encantas, te amo con locura y lo único que deseo es que no hayas tenido miedo.

-       No lo he tenido, contigo no tengo miedo – me aclaró.

Lo mejor de aquello… es que ambos nos duchamos juntos y tras recoger las cosas, le acompañé hasta la puerta de su casa. La verdad es que no quería decirle nada… pero me preocupaba un poco su relación con Hidan, porque aunque sabía que Dei iba a dejarle, tenía miedo de que le pudiera hacer algo mientras yo no estuviera allí para protegerle y desde luego… no vivía con él, no podía cuidarle las veinticuatro horas del día aunque me habría encantado hacerlo.

 

Capítulo 24: Noticias del pasado

Fugaku Uchiha POV

Como todos los meses, reservaba siempre un fin de semana para irme de excursión con mi hijo pequeño, me encantaba pasar tiempo en familia. Con mi hijo mayor todo era más fácil, no me hacía falta llevarlo de excursiones, ni de camping ni reservar un fin de semana, porque prácticamente todos los días venía a correr conmigo por el barrio y hablábamos sobre todo un poco. Es al único que realmente le conté mi desliz cuando me acosté con mi estudiante, no le había dicho exactamente quién era, pero estoy seguro de que empezaba a intuir algo sobre Minato y es que desde que descubrimos que era mi vecino… teníamos una tensa relación y eso Itachi lo notaba enseguida, era muy inteligente y se fijaba en todo.

Una de las cosas buenas que tuve con Itachi fue que su madre se desentendiera de él, porque hizo que tuviera que acercarme aún más a mi hijo para intentar suplir esa ausencia de cariño materno y él realmente no tenía gran relación con su madre, era un chico increíble, no podía creerme lo bien que había salido teniendo una madre como tenía, pero él nunca se quejó, cuidó de su hermano pequeño cuando nació y se cargó de responsabilidades, era mi mayor orgullo y Sasuke… Sasuke era mi ojito derecho, el niño de mis ojos, tampoco había tenido el cariño de su madre pero al menos siempre tuvo el apoyo tanto mío como de su hermano, sobre todo el de Itachi y eso los convertía en inseparables.

Montamos la tienda de campaña y mientras lo hacíamos, veía a Sasuke bastante sumido en su mundo y sinceramente… yo también estaba un poco metido en mis pensamientos y es que me había afectado encontrarme a Minato ayer en el parque y más aún, cuando me besó disculpándose por haberse metido en medio de mi matrimonio. Fui yo quien le metí en medio, quien le mintió todo el tiempo, él no tenía por qué disculparse, yo me enamoré de él, yo le abandoné… todo fue mi culpa pero me había paralizado y dolido verle como estaba, llorando diciendo que era culpa suya ¿Por qué pensaba eso? ¿Cómo había llegado a esa conclusión cuando fui yo quien le traicioné a él? Me hacía sentirme aún más culpable al verle tan dolido por lo ocurrido, se me rompía el corazón al verle sentirse tan culpable.

-       ¿Esta va aquí, verdad papá? – me preguntó mi hijo por una de las varillas de la tienda sacándome de mis pensamientos.

-       Sí – le dije – fíjala bien, no se nos vaya a caer encima mientras dormimos – le sonreí y él también sonrió.

Sasuke siguió montando la tienda y yo seguí en mis pensamientos, porque aquel beso a Minato había vuelto a trastocar todo en mí. Durante todos estos años Minato siempre fue mi más bello recuerdo y el más doloroso, porque perderle fue algo que jamás pude perdonarme, la forma en que le abandoné siempre me dolió, no fue justo para él pero… ¿Qué podía hacer? ¿Abandonar a mi mujer embarazada? ¿Abandonar a mi hijo? No podía hacer eso, sacrifiqué mi felicidad y la de Minato por la felicidad de Sasuke y no podía arrepentirme de eso, veía a mi hijo ahora montando la tienda y sabía que había hecho lo correcto y al final… sólo yo sufría, porque hasta Minato encontró a alguien mejor que yo, alguien con quien sí pudo ser feliz.

Me alegraba por él aunque también me entristecía, saber que ya no era mío, que no volvería a serlo, que lo había perdido definitivamente… no soportaba ese dolor. Sentía que había perdido mi única posibilidad de ser feliz, porque sólo con Minato llegué a ser feliz, aquel tiempo que duró lo nuestro fue el mejor que tuve y ya no había vuelta atrás. Recordaba sus besos y más aún este último, el de ayer, medio amargo por su culpabilidad y medio dulce tal y como él era, su beso lo llevaría siempre conmigo y más sabiendo que había sido él quien se había lanzado tras mis palabras.

No entendía como la vida ponía frente a mis ojos a mi gran amor, me hacía disfrutar de él y luego me jugaba esas malas pasadas para arrebatármelo todo, había probado la miel y ahora ya no tenía nada excepto a un hijo maravilloso al que por criarlo dejé escapar al amor de mi vida, un niño que no había conocido el amor de una madre de verdad. Los hijos de Minato parecían tan felices y eso es lo que habrían tenido mis hijos si hubiera estado con él, si hubiera tenido mis hijos con él y no con Mikoto… pero no podía echar la culpa de nada ni tener remordimientos, porque tanto Itachi como Sasuke eran dos hijos estupendos, no me arrepentía de haberlos tenido y criado, eran mi orgullo, mi razón de vivir, lo eran todo para mí. Su madre no sabía lo que se había perdido al no conocerlos, al no estar con ellos y aunque me partió el alma cuando Itachi llegó a decirme que a veces que él no tenía madre, reconocía que tenía razón, Mikoto en esta familia era prácticamente como si hubiera muerto, no contábamos con ella para nada, hacía lo que quería y ni siquiera veía a sus hijos.

¿Qué habría pasado si no me hubiera quedado junto a mi mujer? Aquella pregunta me la había hecho un millón de veces cuando me tocó decidir si quedarme con Minato o no… seguramente, habría abortado y Sasuke no habría nacido o puede… que incluso lo hubiera tenido, pero seguiría haciendo lo mismo que cuando nació Itachi, pasaría de su hijo, los servicios sociales habrían acabado quitándole la custodia y yo no podía permitir que un hijo mío no tuviera una vida como se merecía por culpa de las malas decisiones de su madre, él no tenía la culpa de nuestros errores, no tenía la culpa de absolutamente nada, así que mi gran amor se tuvo que esfumar y me dolió demasiado, ver a Minato destrozado como lo dejé me hundió, pero no tenía más remedio. Un padre por sus hijos hace cualquier cosa y yo lo hice.

Aquel fin de semana con mi hijo fue increíble, como siempre, pero yo no podía dejar de pensar en Minato, en su beso y Sasuke también estaba bastante disperso, hasta me pidió regresar un poco antes, creo que tenía cosas que hacer o echaba de menos a su hermano… no estaba seguro, pero regresamos algo antes de lo previsto.

Me había sentado en el sofá un rato a descansar encendiendo la televisión cuando apareció en las noticias Minato, un periodista le había hecho una entrevista por haber sido seleccionado como uno de los mejores abogados de oficio y al verle allí sonreí, debía estar grabado el programa de hace ya algún tiempo, pero verle me alegró, estaba igual de guapo que siempre, no podía dejar de pensar en él y entonces caí en lo que me dijo, caí en cómo se echaba la culpa de lo que ocurrió conmigo y creo que sé de qué iba todo eso. Me cabreé un poco y salí por la puerta cogiendo las llaves del coche mientras les decía a mis hijos que volvería en un rato.

Conduje hacia el campo de golf porque seguro que mi mujer estaba allí con sus amigas pasando un buen rato y cuando entré por el club, me di cuenta de que estaban todas en una mesa del fondo riendo y seguramente… ella estaría hablando de algo de mí, pero ya estaba acostumbrado a sus desplantes, me daba igual pero tenía una cosa muy clara… esta situación iba a cambiar a las buenas o a las malas, porque nuestros hijos no tenían la culpa de nada, así que necesitaban una madre que estuviera con ellos y ella desde luego no estaba por la labor. Me acordaba de Minato cuando vio volver a su hijo Deidara a casa, como le abrazaba y lo besaba, como no deseaba soltarle y es que había estado preocupado… pero Mikoto jamás haría eso, pasaba de todo y odiaba esa actitud ¿Cómo no podía preocuparse de sus hijos?

Sus amigas fueron acallando sus risas una a una a medida que iban viéndome acercarme y cuando llegué hasta ella, creo que ya se había dado cuenta de que estaba allí. Le pedí  hablar a solas porque no quería a esas cacatúas cotorreando todo lo que tuviera que decirle a mi esposa. Mikoto aceptó y fuimos a un lugar apartado de miradas.

-       ¿Cuándo piensas volver por casa? – le pregunté enfadado.

-       Cuando me de la gana – me dijo.

-       Pues en ese caso… cuando vuelvas recoge tus cosas y marchate – le dije muy serio.

-       ¿Qué? – me preguntó - ¿Me estás echando? No puedes hacer eso, estas casado conmigo.

-       Tienes dos opciones – le amenacé – o regresas y te conviertes en la madre de esos chicos o no te molestes en volver, no necesitamos ninguno cargar contigo y por cierto… voy a anular tus tarjetas de crédito, no volverás a ver más mi dinero.

-       ¿Qué narices te pasa a ti hoy?

-       ¿Qué me pasa? – pregunté – ¿Te follas a mi hermano y aún te atreves a preguntarme qué me pasa? Dile a Madara que te pague él todos tus caprichos, yo estoy cansado de sostener una unidad familiar que no existe, lo único que tenías que hacer era cuidar y estar pendiente de tus hijos, a mí me daba igual si querías follarte a toda la comunidad, pero tus hijos no tienen la culpa de que este matrimonio no funcione – le dije.

-       Claro que ellos  no la tienen – me dijo enfadada – la culpa fue tuya, te follabas a tu alumno.

-       ¿Lo sabías?

-       Claro que lo sabía, aquel crío rubito ¿No te daba vergüenza?

-       Lo que me daba vergüenza es que eches la culpa de esto a Minato cuando fuiste tú quien estuvo de viaje durante un par de meses con tu amante mientras yo me quedaba trabajando y cuidando de Itachi – le recordé.

-       No intentes echarme a mí la culpa – me dijo – yo estaba de viaje de negocios y mientras tú metías en nuestra cama a ese chico.

-       No estabas de viaje de negocios y todos lo sabíamos – le dije - ¿Qué le dijiste a Minato? – le pregunté y ella sonrió

-       Le dije la verdad, si tienes dudas ve y pregúntale a ese chico si consigues encontrarle… porque desapareció hace dieciséis años.

-       Pues lamento comunicarte que ya lo he encontrado y voy a preguntarle.

Mikoto se quedó con mala cara y gritándome que ni se me ocurriera volver a hablar con ese chico, gritando que era culpa de Minato que nuestro matrimonio estuviera destrozado, pero yo sabía que no era cierto, yo fui quien me encargué de cuidar a Itachi con un añito mientras su madre se iba “de viaje de negocios” con su amante a pasarlo en grande. Cometí un error en mi vida y fue meter a Minato en medio de esto, pero de él me enamoré, de su dulzura, de su vitalidad, de sus sonrisas, él si era todo lo que mi familia hubiera necesitado, él habría estado siempre apoyando a mis hijos, con él debería haberme casado, debería haberme divorciado cuando pude… pero Mikoto llevaba a Sasuke en su vientre y no podía abandonarle, no a Sasuke.

Salí del club y fui directamente a la casa de Minato obligándole a salir fuera con la excusa de que tenía que hablar a solas con él de un asunto importante, él supuso que sería del trabajo y se le notaba muy tenso, supongo que por el beso del otro día, porque me había besado aún teniendo esa familia tan maravillosa que tenía. Nos apartamos y caminamos hacia una de las cafeterías de la zona para poder hablar con tranquilidad y una vez allí, le pregunté por mi esposa y se tensó más.

-       No quiero hablar de eso – me dijo agachando la mirada.

-       Minato – le llamé levantándole el rostro para que me mirase – necesito saber qué ocurrió – él lo pensó durante unos segundos y luego habló.

-       Tu mujer volvió de viaje antes de lo esperado y nos vio en tu oficina o eso es lo que me dijo. Coincidí con ella cuando salía de tu oficina y me abofeteó, algo comprensible, me echó en cara que había destrozado vuestro matrimonio y que estaba embarazada. Supongo que tenía razón, me metí en medio de lo vuestro.

-       No había un “lo nuestro”, ella abandonó a Itachi y luego volvió a hacer lo mismo con Sasuke, nuestro matrimonio estaba destrozado mucho antes de que tú estuvieras conmigo Minato. Yo… yo lamento haberte abandonado como lo hice, pero necesito que lo entiendas, era por Sasuke, no podía dejar que se fuera con su madre, habría sido capaz de abortar, sólo quiere mi dinero y yo no podía abandonar a mi hijo.

-       Lo sé – me dijo Minato – hiciste lo correcto, pero ya no hay vuelta atrás Fugaku, lo hecho… hecho está y hay que vivir con nuestras decisiones. Tienes a dos hijos maravillosos y sé que serás feliz con ellos.

-       Yo quiero ser feliz a tu lado, quiero pedirle el divorcio a mi mujer, quiero estar contigo – le dije.

-       No digas locuras – me dijo Minato – yo tengo mi familia y no voy a dejarla porque tú te des cuenta de un error de hace dieciséis años, ya no puedes arreglarlo, no puedes venir a destrozarme de nuevo la vida, déjame en paz Fugaku, olvida lo que pasó entre nosotros de una vez.

-       Yo todavía te amo, Minato.

-       Sí pero yo amo a Kakashi – me dijo muy claro – lo siento Fugaku, pero nuestra historia no puede avanzar más, yo entendí tu decisión de quedarte con tu mujer hace dieciséis años… ahora entiende tú mi decisión de quedarme al lado del chico al que amo – me confesó – tengo mi familia, por favor… déjanos vivir tranquilos, vernos y recordar todo lo que ocurrió nos hace daño a los dos.

-       Minato – le dije antes de que se marchase… porque ya se había levantado de la silla – lo entiendo, sé que te perdí, pero aún así quiero que sepas, que tú fuiste y serás el amor de mi vida, voy a divorciarme de Mikoto y voy a quedarme la custodia de mis hijos, además… lamento lo que pudo decirte o hacerte mi mujer, pero por favor… no te sientas culpable, fue mi culpa.

-       Fue culpa de los dos – me dijo sonriendo – pasa un buen día… Fugaku – me dijo marchándose.

 

Capítulo 25: Noches

Deidara Namikaze POV

Llegué contento a casa y es que con la excusa de que quería que Itachi me ayudase, al final me había salido con la mía, que era poder estar con él, quería que él fuera el primero porque me sentía seguro y cómodo a su lado, deseaba que fuera él quien tuviera mi primera vez y se la di, quería dársela a Itachi y sólo a él. Estaba feliz por haberlo conseguido y sobre todo… porque no tenía miedo, porque había sido muy cuidadoso y tranquilo, muy tierno y dulce, siempre pensando en mí y en hacerme el menor daño posible y cuando vi cómo se comportaba, supe que había elegido al chico perfecto y que encima… le quería, me di cuenta de que le amaba de verdad como nunca había hecho con nadie, era él a la persona que siempre estuve esperando y tenía que acabar con esta mentira de Hidan, quería a Itachi y estaría con él.

Mi padre últimamente estaba algo raro, desde el otro día que llegó borracho, yo sabía que ocurría algo pero él no me lo contaría, de eso estaba seguro. De mi hermano Naruto, lo único que pude saber al entrar en su habitación, es que se había marchado a dar una vuelta y a mí me extrañó, pero supuse que andaría con Sasuke y eso me alegraba, porque había estado demasiado tiempo solo y ya iba siendo hora de que tuviera algún amigo.

Bajé al salón tras estudiar un rato y mi padre que entraba por casa en aquel momento con un rostro algo extraño y preocupado, me miró justo cuando yo ya bajaba por las escaleras en dirección al salón y es que me apetecía tener compañía, no quería quedarme a solas en el dormitorio por miedo a Hidan.

Minato vino corriendo hacia mí y me abrazó dándome un gran beso en la frente. Creo que le había preocupado demasiado la otra noche cuando me marché corriendo pero no aguantaba la presión, sé que era malo, la bronca que nos echó a Hidan y a mí fue muy fuerte pero tenía razón, yo lo reconocía aunque Hidan aún se quedó un rato enfrentándose a mi padre, no sé si eso era porque me quería o por obsesión como decía Itachi, quizá una mezcla entre ambos sentimientos, pero yo ya no quería nada con Hidan.

-       ¿Dónde está Naru? – pregunté a Minato.

-       Ha salido con un amigo a jugar – me dijo.

-       ¿Qué amigo? – le pregunté por curiosidad.

-       No lo sé, pero no he querido preguntarle ahora que empieza a salir de nuevo, luego le preguntamos cuando vuelva ¿Te parece bien? – me preguntó sonriendo y yo sonreí

-       Claro – le dije sonriendo.

-       Dei – me llamó Minato antes de ir hacia la cocina - ¿Cómo ha quedado el asunto de Hidan? – me preguntó y me sorprendí.

-       No volveré a hacerlo – le dije – te lo prometo, voy a romper con él, me he dado cuenta de que no es el chico al que amo – le expliqué – tenías razón, era una locura.

-       Me alegro de que entraras en razón, nos vemos luego entonces y Dei… por favor no vuelvas a darme un susto de esos.

-       Vale – le dije sonriendo – te lo prometo.

-       Dei… no quiero parecer malo con esto pero… Hidan no es un chico para ti, es mayor que tú y yo no te veo enamorado, no te brillan los ojos como debería de sucederte, no te veo esa ilusión por estar con él, te veo demasiado inocente aún como para estar metido en líos con chicos – me explicó.

-       Lo sé papá – le dije – te prometo que voy a romper con él hoy mismo, me he dado cuenta de que no era el chico que yo creía, no tengo sentimientos de esa clase por él, sólo le tengo cariño, como un hermano más – le aclaré.

-       Me alegro de que te dieras cuenta entonces Dei – me dijo sonriendo y besándome la frente de nuevo – nos vemos luego entonces, aún tengo que preparar mucho del caso de Kushina.

-       Vale papá – le dije.

Sabía que mi padre tenía mucho que trabajar en casa y es que estaba obsesionado con ganar este caso, no sé muy bien por qué, yo imaginaba que era por Kushina, era su mejor amiga y fue nuestra madrina cuando nos bautizaron, ella siempre había estado con nosotros desde pequeños, nos hacía bizcochos y pasteles los fines de semana, nos trataba tanto a Naruto y a mí como si fuéramos sus hijos y me encantaba, era una gran mujer y merecía que mi padre ganase el juicio, porque no merecía lo que querían hacerle.

Vi la televisión aunque no hacían nada educativo ni nada entretenido, programas basura en uno y otro canal y cuando escuché la puerta abrirse, apagué la televisión y salí corriendo hacia el pasillo para ver a Naruto y le sonreí aunque él me miraba extrañado.

-       ¿Has salido con Sasuke? – le pregunté entusiasmado.

-       Sí – me dijo Naru algo serio – sólo quería hablar con él de lo del otro día – me aclaró.

-       ¿Y qué ha dicho?

-       Nada de interés – me comentó.

-       ¿Le gustas? – Pregunté - ¿Te ha dicho eso, verdad? – pregunté intrigado.

-       Dei… mañana te cuento mejor ¿Vale? Estoy un poco cansado.

-       ¿Qué ha pasado? – le miré con preocupación.

-       Nada Dei, una leve discusión – me dijo – ya lo arreglaré.

No podía dejar las cosas así y le seguí por las escaleras hacia su habitación entrando con él y tirándome en la cama a su lado. No tardó ni dos segundos en agarrarse a mí con fuerza y llorar, sabía que estaba mal en cuanto le vi entrar por aquella puerta.

-       ¿Qué ha pasado Naru? – pregunté.

-       Yo… he visto a mi entrenador cuando estaba con Sasuke – me dijo llorando – es un maldito cabrón, lo odio, lo odio mucho.

-       ¿Qué ocurre Naru? ¿Qué te ha hecho?

-       Él siempre me fastidia la vida, él es el culpable de todo.

-       Naru… me estás asustando, por favor.

-       Abusó de mí – me dijo llorando y agarrándose aún más a mí. Yo no podía creerme lo que me decía – no me dejes solo Dei… por favor.

-       Yo nunca te dejaré solo Naru, pero tienes que contarme qué está ocurriendo, podemos solucionarlo.

-       No puedo… Sasuke me presiona para que denuncie.

-       Y tienes que hacerlo, puede pasarle a cualquier otro, vamos Naru, tú eres valiente, siempre lo has sido, tienes que denunciar.

-       ¿Estarás a mi lado cuando lo haga? – me preguntó

-       Siempre Naruto – le dije

-       Todos se reirán de mí, me acusarán con el dedo, me mirarán mal.

-       No lo harán, yo siempre estaré contigo, pero Sasuke tiene razón, necesitas hacer esto.

-       Gracias Dei, te quiero.

-       Y yo a ti.

-       ¿Puedo estar un rato a solas? – preguntó.

-       Claro, pero si necesitas ayuda, ya sabes dónde estoy.

-       Sí.

Me marché de su habitación preocupado y aunque le escuché llorar y me habría gustado estar a su lado, al pedírmelo tan serio que me marchase y le dejase solo un rato, lo hice sin decir nada, no era un buen momento para él. No podía creerme que su entrenador pudiera haber hecho algo así a mi hermano, me ponía de muy mal humor y desde luego… estaba con Sasuke, tenía que denunciarle, era urgente que lo hiciera pero había algo que me preocupaba también, como lo tomaría Minato al enterarse, como lo tomaría Kakashi… no les iba a gustar pero teníamos algo a nuestro favor, Minato era el mejor abogado de esta zona del país y sé que ayudaría a su hijo fuera como fuera.

Entré en mi habitación y cerré la puerta tras de mí buscando el interruptor de la luz, pero no lo encontré… era raro, porque fui a gritar cuando sentí la mano de alguien cogiendo mi muñeca mientras me tapaban la boca evitando que gritase. Forcejeé como pude pero no hizo efecto y sentí como me arrastraban hacia la cama tirándome en ella.

Tenía miedo y traté de liberarme de aquella persona… estaba seguro de que era Hidan y cuando escuché su voz comprobando que tenía razón, aún me dio más miedo, porque sabía lo que quería de mí y yo sólo quería que me dejase en paz. Pude gritar solo una vez y grité el nombre de mi hermano tratando de que se diera cuenta de que estaba aquí, su habitación era la más cercana.

-       Cállate o iré a por él cuando acabe contigo – me amenazó Hidan y no pude evitar llorar, no quería que fuera a por mi hermano y menos después de enterarme de lo de su entrenador – así me gusta, estate quietecito. Tú y yo nos lo pasaremos bien.

-       Déjame – le dije – por favor déjame en paz, no quiero nada contigo.

-       ¿Creías que ibas a romper conmigo tan fácil? – me preguntó y me sorprendí de que supiera que iba a dejarle - ¿Crees que soy idiota? Te escuché comentárselo a tu padre, no tienes ningún derecho a dejarme, eres mío Deidara – me gritó antes de darme un fuerte golpe en la cara.

Lloré y lloré más mientras él desgarraba mi ropa, porque ni siquiera me la quitó con calma, la estaba rompiendo, haciendo trizas y es que parecía molestarle demasiado, se le notaba enfadado. No sé si estaba enfadado con Minato por la bronca, con Naruto por habernos descubierto o conmigo por no querer tener sexo con él, supongo que era una mezcla entre todo.

Dio igual cuanto supliqué para que se detuviera, no me hacía caso, sólo sonreía y seguía destrozando mi ropa. Me tocó con sus asquerosas manos y me obligó como la otra vez a meter mi mano para que acariciase su miembro y traté de quitarla, traté de sacarla de sus pantalones haciéndome más daño, porque él me forzaba a mantenerla allí, él mismo tenía su mano sobre la mía dándose placer y yo lloraba, esto no era para nada como con Itachi, con él disfruté, hizo que me enamorase de él, pero Hidan jamás podría tener mi amor ni mi cariño, era imposible, no así forzándome como lo hacía.

Traté de taparme con mi mano libre al verme desnudo frente a él pero Hidan era más fuerte y me retenía la mano apartándola todo el rato mientras me miraba con lujuria, mientras besaba mis pezones y los mordía con fuerza haciéndome daño, pero él disfrutaba o eso parecía.

-       ¿Eso te hizo Itachi? – me preguntó sonriendo y me sorprendí de que supiera eso - ¿Así que crees que puedes acostarte con él y dejarme a mí sin nada? Eres mío Deidara y te lo demostraré, no volverás a estar con ningún chico que no sea conmigo ¿Te queda claro? Si querías sexo aquí estaba yo, no te atrevas a volver a irte a buscar a ese Uchiha.

-       ¿Cómo lo sabes? – le pregunté llorando.

-       ¿Creías que podías esconderme algo así Dei? ¿Tan imbécil te crees que soy? ¿Disfrutaste mucho con él? – me gritó.

-       Sí – le grité yo a él enfadado – más que contigo, sólo sabes forzarme, él era delicado y dulce, tú no eres nada comparado con él

-       Así que no ¿Eh? Pues voy a enseñarte lo que es bueno Dei, te enseñaré a respetarme. Te enseñaré que soy mejor que ese Uchiha en la cama.

Vi como se quitaba el cinturón y me obligó a darme la vuelta mientras me hundía el rostro contra la almohada y golpeó… grité al sentir el primer golpe en mi espalda ya desnuda y grité más con el segundo, pero no salía apenas ruido teniendo la almohada cubriendo los ruidos. No podía dejar de llorar y sentir dolor, sentirme impotente ante él porque no podía hacer nada.

Sentía tanto dolor que pensé que perdería la conciencia en poco tiempo, pero al notar Hidan que ya apenas gritaba, que me estaba desmayando, aprovechó para atarme las manos con el cinturón que había utilizado y entró en mí sin cuidado. Volví a gritar esta vez más fuerte y entonces escuché que alguien tocaba a la puerta y Hidan aún con su miembro dentro de mí me tapó la boca para que no pudieran escucharme y yo sólo deseaba que alguien me ayudase.

-       ¿Dei? ¿Estás ahí? Abre la puerta – dijo mi hermano intentando abrir la puerta, pero Hidan había pasado el seguro. Quise hablar, pero Hidan sonrió.

-       Si hablas, lo meto aquí a jugar con nosotros – me amenazó susurrando y destapó mi boca hundiéndose más en mí.

Me mordí el labio haciéndome sangre evitando gritar por el dolor, no quería que Naruto entrase y le hiciera lo mismo que me hacían a mí, quería que se marchase, pero él seguía al otro lado de la puerta pidiéndome que le abriera hasta que dejé de escucharle… creo que se marchó a su habitación. Ya no pude gritar mucho más… sentía el movimiento de Hidan, le escuchaba disfrutar mientras destrozaba mi cuerpo, notaba como se divertía y se excitaba follándome sin que yo pudiera evitarlo y al final… notando un líquido salir de mí, me di cuenta que estaba sangrando, me estaba hiriendo y le daba igual, sentía las gotas de sangre correr por los muslos de mis piernas y pensando en ellas con lágrimas en los ojos, me desmayé. Ni siquiera recuerdo si Hidan acabó o no, no recuerdo cuando se marchó de mi habitación, pero cuando abrí mis pesados ojos… estaba allí solo, medio desmayado y sangrando, toda la sábana estaba llena de sangre de mi espalda y de mi interior, no podía dejar de temblar del dolor.

-       Na… ru – dije en susurro sin apenas voz tratando de que alguien me ayudase.

Capítulo 26: Rabia

Naruto Namikaze POV

Hoy había sido un día muy extraño, había quedado con Sasuke por la tarde para ir a tomar algo y hablar. Aún no tenía muy claro por qué me había besado ese chico ni por qué me sonrojaba cada vez que le veía, yo no era enamoradizo como Deidara, era desconfiado y sin embargo… desde que Sasuke me había ayudado la primera vez en aquel laboratorio… no había dejado de ayudarme una y otra vez y me estaba enamorando de él. Tenía miedo a que me hiciera daño, a que dijera que todo era una broma o a que sólo buscase en mí lo mismo que había buscado mi entrenador, sexo. Dei decía que tenía que arriesgarme y al final decidí quedar con él para hablar las cosas.

Fui esa tarde a la cafetería preferida de Kakashi y me senté pidiendo un refresco mientras esperaba a Sasuke. Pensaba en su beso, en cómo me había gustado, en cómo me estaba enamorando de ese chico y es que seguía teniendo un poco de vergüenza a mirarle a la cara después de que descubriera lo que me hacía el entrenador. Pensaba en que Sasuke era realmente guapo, podía tener a cualquier chico o chica a sus pies, pero me había besado a mí ¿Por qué a mí? Yo no tenía nada que ofrecerle, ya habían abusado de mí, no entendía por qué querría a alguien sucio como yo.

Levanté los ojos de mis manos y me encontré con Sasuke llegando por el camino de delante. Caminaba a paso rápido por el parque y lo cruzaba en dirección a mi mesa donde yo estaba sentado. Pidió un refresco en cuanto se sentó y luego me saludó con una sonrisa mientras yo le miraba sonrojado completamente y sin saber qué hacer ni qué decir.

-       ¿Me tienes vergüenza Naruto? – me preguntó.

-       Sí – le confesé muy serio y él sonrió.

-       No me la tengas, por favor.

-       ¿Por qué Sasuke? – le pregunté serio - ¿Por qué me besaste a mí?

-       Ya te lo dije Naruto, me gustas, me gustaste desde el primer momento en que te vi, te chocaste conmigo por accidente y me quedé prendado de ti, eras el chico que he buscado toda mi vida y quiero ayudarte, quiero estar contigo, déjame estar contigo Naruto.

-       Nadie puede estar conmigo – le dije – yo no tengo amigos y no los necesito.

-       Déjame serlo Naruto, yo quiero ser tu amigo, ser amigo de tu hermano, quiero acercarme a ti.

-       Yo… yo no sé Sasuke – le dije dudando.

-       ¿Dudas de lo que siento por ti, Naruto? – me preguntó y le miré.

-       No lo sé – le dije – yo… yo no soy lo que buscas

-       ¿Por qué estás tan seguro?

-       Porque yo estoy sucio – le dije casi llorando – yo no tengo nada que ofrecerte.

-       Me da igual eso Naruto, te quiero a ti, me da igual tu pasado, te ayudaré en todo, estaré a tu lado, te protegeré – me dijo – sólo tienes que confiar en mí, por favor…

-       Tu beso… - le dije – me gustó – le comenté poniéndome completamente rojo y él se acercó hacia mí mirándome con una sonrisa.

-       A mí también me gustó – me dijo sonriendo y besándome con dulzura.

Temblé un poco, recordaba aún todo lo que Orochimaru me había hecho, como me forzaba, como abusaba de mí y aunque sabía que Sasuke no era así, yo tenía en el pensamiento todo eso, ese miedo estaba ahí y noté como Sasuke cogió mi mano tratando de calmar mi temblor.

-       Tranquilo – me dijo – yo jamás te haré nada que no quieras hacer.

-       Lo sé.

-       Naruto… déjame estar contigo, sal conmigo, sé mi novio, te haré olvidar todo esto – me dijo.

-       No lo sé – le comenté con miedo.

-       Naruto… no tengas miedo de dejarte llevar por tus sentimientos. ¿Te gusto? – me preguntó.

-       Sí – le dije – me gustas mucho – me sonrojé.

-       Entonces sé mi novio, sal conmigo, no te decepcionaré nunca.

-       Vale – le dije con una sonrisa – no me hagas daño Sasuke…

-       Jamás, Naruto – me dijo besándome con calma de nuevo.

Tomamos el refresco y Sasuke hablaba bastante, tanto… como para acabar sonriendo con todo lo que decía y es que con él todo parecía muy fácil y divertido, estaba muy a gusto y de verdad que estaba pensando que realmente este sentimiento por él, era amor. Fuimos a una pista de patinaje aprovechando que hoy era más barato y estuvimos un rato allí. La verdad es que yo no era muy bueno patinando, pero Sasuke que sí lo era me cogió para que no me cayese y eso me hizo sonrojar aún más, pero le sonreí, creo… que empezaba a volver el Naruto de siempre, con Sasuke sentía que podía ser yo mismo, confiaba en él, me sentía bien, sin secretos que ocultarle, lo sabía todo de mí, incluso lo de Orochimaru, con él a mi lado no tenía miedo de nada.

Cuando salimos de la pista de patinaje, dimos un paseo por el parque y Sasuke acabó empotrándome contra un árbol besándome con pasión y le dejé… le dejé porque me encantaban sus besos, los deseaba y cómo vi que él no se atrevía a meter la lengua por miedo a que yo me sintiera mal, pero con él era imposible, sabía que él no abusaría de mí. Metí yo mi lengua en su boca y él sonrió jugando entonces con mi lengua. Habría seguido más tiempo besándole si no fuera porque mis ojos se cruzaron con los de Orochimaru al fondo y Sasuke al darse cuenta también se detuvo y miró a su espalda observando a nuestro entrenador.

Vi a Sasuke intentar ir hacia él pero yo le detuve cogiéndole del brazo y comentándole que lo dejase como estaba, que daba igual, quería estar con él, prefería permanecer a su lado a que me dejase solo y lo hizo, se quedó a mi lado y caminamos hacia otro lado, pero yo vi la sonrisa de Orochimaru y agaché la cabeza refugiándome más en el abrazo de Sasuke.

Por lo menos Orochimaru desapareció de nuestra vista y me quedé más tranquilo. Sasuke me preguntó si quería un refresco y es que llevábamos mucho rato patinando y paseando por el parque, así que sí me apetecía y al confirmárselo, desapareció por el paseo hacia el bar más cercano para comprar unos refrescos. Yo le esperé aquí, sentado en un banco mirando como jugaban unos niños no muy lejos de aquí con una pelota de fútbol. Creo que echaba de menos el Lacrosse, pero no iba a volver al equipo y Sasuke también estaba pensando en dejarlo.

Una mano pasó tocando mi hombro y sonreí al saber que Sasuke volvía con los refrescos, pero al girarme, me di cuenta de que no era Sasuke, era Orochimaru sonriendo y me alejé rápidamente de allí, pero él me empotró contra uno de los árboles y me besó con rabia. Intenté alejarle pero no podía, era más fuerte que yo y aunque me movía mucho no conseguí sacarlo de encima. Por suerte, Sasuke llegó en ese momento y lo apartó de mí de malas formas lanzándolo al suelo mientras se acercaba a mí abrazándome para calmarme.

-       Tranquilo Naruto, ya estoy aquí – me dijo Sasuke – estoy contigo.

-       Sasuke… - le dije casi llorando.

-       Está bien, todo está bien, no me alejaré de ti – me dijo mirando hacia donde había estado Orochimaru, porque ya se había marchado.

Sasuke me acompañó a casa ese día por miedo a que Orochimaru siguiera por allí vigilándome y me hiciera algo pero lo mejor de todo, fue el apasionado beso que me dio tras el árbol de mi jardín evitando que mis padres nos vieran y es que me gustaban sus besos. Cuando entré por casa, Deidara vino corriendo a saludarme, pero yo no tenía muchas ganas de hablar, no después de lo de Orochimaru y al final… sin pensarlo siquiera… acabé confesándole a mi hermano todo lo que me había pasado con mi entrenador y él lo entendió, me convenció igual que hacía Sasuke para que denunciase y tras pensarlo estando solo… creo que era lo correcto.

Fui a la habitación de mi hermano a media noche para decirle lo que había decidido, iba a denunciar a Orochimaru pero él no contestó y me extrañó, siempre dormía con la puerta cerrada pero al intentar abrirla… estaba el pestillo y él nunca ponía pestillos. Esto era muy raro y aunque le pedí que abriera, no escuché nada, creo que se había quedado dormido y decidí irme a la habitación.

Intenté dormir, pero no podía, me venían recuerdos de Sasuke, de sus besos, recordaba al asqueroso de Orochimaru tocándome y besándome, como Sasuke le apartó y es que todo lo tenía en la cabeza, me era imposible dormirme, mi cabeza no paraba de dar vueltas a las cosas y al final… a la media hora acabé saliendo del cuarto para ir a la cocina a por agua. Cuando volví a subir con la luz apagada para no despertar a nadie, me vi a Hidan saliendo del cuarto de mi hermano y eso no me gustó nada. Entró en su habitación y yo corrí hasta la habitación de Deidara ahora con la puerta abierta y cuando encendí la luz, me horroricé.

Las sábanas estaban cubiertas de sangre, su cuerpo desnudo y ensangrentado por todas partes, él lloraba y se acurrucaba como podía mientras temblaba, tenía moratones por todos lados, su labio sangraba, su espalda sangraba aún más y a mí se me cayó el vaso de agua al suelo rompiéndose.

-       Papá – grité aterrorizado mientras me acercaba corriendo a la cama y cogía a Deidara entre mis brazos llenándome yo también de sangre y él se intentó agarrar a mí llorando. Aún temblaba de dolor – Papá – grité – necesito ayuda.

Mi padre no tardó en venir y cuando nos vio, se horrorizó aún más que yo. Cogió el botiquín del baño y me comentó que le limpiara un poco la sangre mientras iba a buscar el coche, porque se lo llevaba al hospital de urgencias. Kakashi se había llevado hoy el coche al trabajo y tenía turno de noche en el hospital así que Minato acabó corriendo hasta la casa de nuestros vecinos. Tocó el timbre y la puerta con perseverancia hasta que abrió Fugaku.

Fugaku intentó calmarle al verle tan estresado y con lágrimas en los ojos, pero mi padre no reaccionaba, le pidió si le podía dejar el coche para llevar a su hijo al hospital y Fugaku aceptó enseguida viniendo con él a ayudarnos con mi hermano. Se horrorizó también al verle y yo estaba llorando, no podía creerme esto.

Minato cogió a mi hermano en brazos y bajó corriendo las escaleras mientras Fugaku también bajaba ayudándole y le acercaba el coche para que lo metiera en la parte de atrás. Mi padre le pidió las llaves y yo iba tras él tratando de convencerle de que me llevase, pero él me decía una y otra vez que me quedase, pero yo no quería quedarme con Hidan, lo mataba en este mismo momento por lo que le había hecho a mi hermano.

-       Dame las llaves – le dijo Minato a Fugaku.

-       No – le dijo Fugaku muy seguro – yo conduzco, tú estás demasiado alterado para conducir, sube detrás con tu hijo para que esté más tranquilo, yo os llevo al hospital.

-       No quiero molestarte más Fugaku – le dijo Minato.

-       No es molestia, también estoy preocupado por él, así que voy a llevarte al hospital.

Me quedé allí pero Minato al ver bajar a Hidan, le lanzó una mirada de odio y le dijo un “Luego hablaremos seriamente”. Yo me quedé allí preocupado por mi hermano justo cuando salían Sasuke junto a su hermano mayor y veían como se llevaban a mi ensangrentado hermano al hospital. No pude evitar ver como Itachi al ver que el coche desaparecía se lanzaba contra Hidan golpeándole con fuerza y tuvo que ir Sasuke a cogerle porque yo creí que lo mataba allí mismo. Se había cabreado mucho y se olía que había sido Hidan quien le había hecho eso, pero yo también sabía que era ese cabrón el que había herido a mi hermano.

-       Eres un maldito cabrón – le gritó Itachi mientras Sasuke lo sujetaba para que no volviera a golpear a Hidan que sangraba por los golpes del Uchiha – voy a destrozarte como le pase algo – le amenazó.

-       Vete al infierno Itachi – le dijo Hidan sonriendo – ese chico es mío… ya te lo avisé.

-       Eres un desgraciado, sólo sabes tener a alguien a la fuerza y voy a matarte como le pase algo, ya puedes correr porque te destrozaré, voy a arruinarte la vida.

-       Itachi – le gritó Sasuke – para por favor, no vale la pena meternos con él en este momento, lo importante es saber cómo está Dei ¿Por qué no vamos al hospital? – le preguntó.

-       Sí, será lo mejor, vamos Naruto, te acercaremos.

-       ¿De verdad? – le pregunté.

-       Sí, eres su hermano, seguro que estás preocupado. Tengo el coche en el garaje.

Cerré la puerta de casa y monté en el coche de Itachi. Llegamos al hospital y estaban entrando en ese momento a Deidara en una camilla dándole oxígeno, porque no respiraba bien. Mi padre estaba llorando y jamás le había visto así, estaba muy preocupado y creí que se desmayaría en cualquier momento por la angustia y el dolor, por la preocupación que tenía por su niño. Fugaku lo cogió un par de veces intentando calmarlo, intentando decirle que todo estaría bien y que dejase trabajar a los médicos, pero Minato sólo lloraba. Kakashi vino corriendo por el pasillo en cuanto le llamaron avisando que su hijo acababa de entrar por urgencias.

-       Papá – le llamé - ¿Cómo está mi hermano? – pregunté preocupado.

-       Naruto… coge a tu padre y esperad en la sala de espera, voy a llevármelo a revisarle – me dijo.

Minato en cuanto vio a Kakashi llegar hacia la camilla y ver como se le abrían los ojos por la sorpresa de ver a su hijo tan mal, se agarró a él suplicándole que hiciera algo, que le salvase y Kakashi lo abrazó un segundo tranquilizándole antes de comentarle que iba a estar bien, que él se ocuparía de todo pero que esperase fuera, era lo mejor para que no se preocupase tanto y les dejasen trabajar.

Fugaku cogió a Minato y se lo llevó hacia la sala de espera y allí nos sentamos todos preocupados a esperar. Yo veía a mi padre llorar agarrado a Fugaku mientras repetía que era “su niño” y es que mi padre era muy sentimental, era el mejor padre del mundo y estaba sufriendo al verlo tan grave. Itachi a mi lado miraba una y otra vez a las enfermeras y movía la pierna con nerviosismo como si quisiera saber algo ya y es que tras lo que me había comentado mi hermano, yo creo que a Itachi sí le dolía verlo así, Itachi me parecía mucho mejor persona que Hidan, al menos para mi hermano. Sasuke también me abrazó y trató de calmarme, pero era complicado, era mi hermano quien estaba en aquella camilla desangrándose por aquel cabrón.

 

Capítulo 27: Denuncias

Sasuke Uchiha POV

Tres horas estuvimos aquí en el hospital y no nos dejaban entrar a ver a Deidara, no sé qué es lo que le estaban haciendo, pero tardaban mucho en curarle. Yo miraba a Naruto y estaba muy nervioso, no paraba de moverse y el pobre estaba realmente preocupado por su hermano. Le cogí la mano y le calmé, apreté su mano y la mantuve cogida sin soltarle, quería darle mi apoyo y él trató de sonreírme aunque se le notaba que seguía demasiado preocupado por su hermano.

Mi padre me sorprendió, porque se le veía muy atento a Minato que no paraba de llorar y le abrazaba, intentaba hacer que dejase de llorar, trataba de calmarlo sin mucho éxito, pero es que creo… que si Itachi o yo estuviéramos en esa camilla mi padre estaría igual que Minato, era su niño, Minato no era como mi madre que pasaba de nosotros, él se preocupaba siempre por ellos, eran lo más importante en su vida. Entendía por lo que pasaba Minato en este momento.

Kakashi salió de la puerta de la habitación y entró en la sala de espera comentándole a Minato que estaba estable y Minato se levantó con rapidez lanzándose a sus brazos agradeciéndole que su hijo estaba bien.

-       Gracias, Kakashi – le dijo Minato – muchas gracias.

-       Es nuestro hijo Minato, haré lo que sea por ellos y lo sabes. Puedes pasar a verle si quieres pero no estés mucho rato, necesita descansar pero Minato… - le dijo Kakashi mirándole – cálmate, está bien ya, todo ha pasado – le comentó limpiándole las lágrimas.

-       Te quiero – le dijo Minato besándole – voy a entrar a verlo.

-       Sí, entra – le comentó.

Minato entró a ver a su hijo y Kakashi nos comentó que tenía un nuevo paciente al que visitar, pero aprovechó para agradecer a mi padre que los hubiera traído al hospital. Llamaron nuevamente por el micrófono del hospital a Kakashi y sabíamos que debía irse, aún así nos comentó que si ocurría algo con su hijo que le avisasen enseguida y él vendría a atenderle, aunque esperaba que con lo que le había dado pudiera dormir toda la noche tranquilo. Creo que aún no se creía que Hidan pudo hacer algo así pero desde luego… hoy iban a tener una buena discusión en esa casa y Hidan… estaba en el punto de mira de todos.

Cuando Minato salió de ver a Deidara, pudimos entrar los demás pero tal y como nos habían advertido… poco rato y la verdad es que cuando entramos, a Naruto le faltó tiempo para tirarse encima de su hermano a abrazarle. Deidara estaba profundamente dormido, creo que por el sedante que le habían dado y es que necesitaba dormir, tenía demasiadas heridas, veía sus vendas a través del camisón y vi a mi hermano cerrar los puños con fuerza por la rabia que le daba verle en ese estado. Creo que mi hermano sentía algo demasiado fuerte por Deidara, realmente creo que le amaba.

Mi padre también entró a verle y le sentó bastante mal al ver al chico tan grave, realmente él mismo comentó que deberían denunciar al que le hizo eso y creo… que Minato lo tenía muy en mente y es que ambos eran abogados, pensaban igual. Cuando salimos, vi a mi padre hablar con Minato y comentarle que él podía ocuparse del caso si lo prefería, que podía llevar la denuncia y el juicio contra aquel chico pero Minato dijo que se ocuparía él mismo, era un tema de su familia y él lo arreglaría. Por el momento… Hidan se iría de esa casa, porque no podían permitirse tener a alguien así allí dentro, no a alguien que era capaz de herir a sus hijos.

Salimos del hospital y tuve que convencer a Itachi de ir a casa, porque no quería regresar, prefería quedarse en el hospital a esperar a que despertase, pero eso podía tardar mucho, así que acabaron comentándonos que fuéramos a casa. Fugaku se ofreció a llevar a Minato a casa, pero no hubo forma de convencerle y al final mi padre se quedó a hacerle compañía a Minato. Les llevamos unos cafés antes de marcharnos y volvimos a casa.

Itachi entró en casa dispuesto a tratar de dormir pero yo me quedé un rato fuera hablando con Naruto y es que estaba muy nervioso aún. Le besé y nos sentamos en uno de los bancos porque le vi demasiado mal de ánimo, sé que necesitaba hablar.

-       ¿Qué te ocurre Naruto? Anímate, tú hermano se pondrá bien, ya lo verás.

-       Lo sé, pero es que… yo tuve que darme cuenta, pasé por su habitación y estaba cerrada con pestillo, él nunca cierra con cerrojo, siempre me dejaba abierto porque sabía que yo iba a dormir con él ¿Por qué no me di cuenta de que ocurría algo?

-       No te tortures con eso Naruto, tú no has tenido la culpa, es Hidan quien ha hecho algo malo.

-       Lo sé, pero se lo ha hecho a mi hermano, yo tenía que haber estado ahí para protegerle y no estaba.

-       No seas tan duro contigo mismo Naruto, piensa que tu hermano se recuperará y él te adora.

-       Siento como que le he fallado, es mi hermano, debía darme cuenta de que ocurría algo y más conociendo a Hidan.

-       Tu padre se encargará de Hidan, tú sólo tienes que cuidar de tu hermano, Naruto. Cuando venga deberías tratarle como siempre, él lo querrá así, querrá volver cuanto antes a su vida normal y alejarse de malas personas como Hidan, al menos esto ha servido para que se marche ese cabrón de vuestra casa – le dije.

-       Sí – me dijo – pero es que me da rabia cada vez que recuerdo lo que le ha hecho, debimos dejar que Itachi le pegase un poco más.

-       Mi hermano podía haberle destrozado si le dejo un poco más – le dije sonriendo – es cinturón negro en varios deportes de defensa personal – le aclaré – mi hermano lo mata allí mismo si no lo llego a coger y más tratándose de tu hermano. Creo que Itachi le quiere mucho– le aclaré.

-       Sí, esa impresión me ha dado – me dijo – Deidara me confesó que estaba sintiendo algo por él y que era muy dulce y tierno.

-       La verdad es que es el mejor hermano mayor del mundo – le aclaré – le quiero mucho y sé que no haría daño a Deidara.

-       Lo sé – me dijo Naruto sonriendo.

-       Oye Naruto – le dije y él me miró sonrojándose un poco – te quiero – le confesé y se puso aún más rojo apartando la mirada.

-       No digas esas cosas – se quejó pero me colocó esa sonrisa tan atrayente que él tenía.

-       ¿Te da vergüenza o es que nunca te lo habían dicho? – le pregunté con una sonrisa.

-       Ambas – me dijo y le cogí de la barbilla para que me mirase.

-       Eres precioso y te quiero – le dije besándole y se dejó, continuó mi beso y tuvimos que separarnos sólo cuando ya casi nos quedábamos sin aire – me encanta cuando te sonrojas.

-       Eres un tonto – me dijo sonriendo.

-       Sí, lo soy, pero seguiré repitiéndote que te quiero hasta que me creas – le dije y acabó sonriendo.

-       Yo también a ti, Sasuke – me dijo al final y le besé por última vez antes de decirle que entrásemos en casa, porque hoy… Naruto dormía conmigo en casa, no pensaba dejarle entrar a él solo en su casa estando Hidan allí, no quería que le pasara lo mismo que a su hermano.

Entramos por mi habitación y mi hermano me ayudó a sacar la otra cama de abajo y ponerla al lado de la mía para que Naruto pudiera dormir hoy aquí. Al final… acabé juntando ambas camas para hacer una más grande y es que… yo me moría de ganas de dormir abrazado a Naruto. Nos acostamos a dormir y pasé mi brazo por su cintura abrazándole.

-       Naruto… - le llamé  y él hizo un ruidillo como que me estaba escuchando - ¿Vas a poner la denuncia en contra de Orochimaru, verdad? – le pregunté.

-       Sí – me dijo – pero quiero que mi hermano se recupere primero, yo… necesito que mi hermano me apoye.

-       Lo entiendo, yo también estaré contigo en esto Naruto, incluso si piensas decírselo a tu padre, puedo acompañarte si quieres.

-       No… es algo que prefiero hacer solo – me aclaró – pero gracias igualmente.

Me gustaba tenerle así abrazado a mí y darle mi calor, me sentía muy a gusto teniéndole tan cerca de mí y ahora estaba mucho más tranquilo sabiendo que había decidido denunciar, por fin iba a empezar hacer las cosas como dios manda, por fin ese cabeza dura había entrado en razón y yo le apoyaría en todo, porque también odiaba a Orochimaru desde que descubrí lo que le hacía al pobre de Naruto, a un chico de apenas dieciséis años.

Naruto se giró hacia mí cuando ya casi me estaba durmiendo y me besó con pasión metiéndome la lengua en la boca. Cogí su nuca y aproveché para profundizar más aún mientras Naruto me correspondía. Le deseaba, me gustaban sus besos y tuve que mentalizarme de no ir rápido con él, podía tener miedo a tener sexo después de todo lo que había pasado con su entrenador, pero a la que me di cuenta, él ya estaba metiéndome mano.

-       ¿Naruto? – le pregunté sorprendido de que me estuviera metiendo mano.

-       ¿Qué? – me preguntó dudando

-       ¿Qué haces?

-       ¿No quieres hacerlo? – me preguntó.

-       Claro que sí, pero… yo lo que realmente quiero es que tú estés bien y no voy a forzarte a nada, no hace falta hacer nada.

-       ¿Y si quiero hacerlo? – me preguntó – por favor Sasuke… No quiero tener que pensar en Orochimaru, sé que puedo olvidarle si me ayudas.

Al final ante aquellos ojitos azules que tenía no pude resistirme y acabé cediendo, aún así me propuse hacerlo con gran delicadeza para no asustarle. Me subí encima de él y le besé mientras me deshacía de su camiseta. Realmente tenía un abdomen muy bien definido, quizá algo menos que el mío pero era perfecto y aunque notaba sus manos tocarme con cierto temblor, él seguía acariciando cada parte de mi cuerpo recorriéndolo e investigando cada rincón, intentando descubrir mis puntos débiles y lo encontró en el cuello cuando lo besó. Jadeé levemente y bajé hacia su abdomen besándole esta vez yo a él.

No quería asustarle mucho pero aún así… bajé un poco su pantalón con mucho cuidado, dándole tiempo a que pudiera frenarme si no quería hacerlo, pero no lo hizo, no me frenó, dejó que continuase y saqué su miembro lamiéndole la punta con suavidad escuchándole gemir y una vez lo conseguí, acabé metiendo todo su miembro en mi boca para saborearle. Gimió aún más al sentirlo y eso me excitó a mí, sus gemidos eran música para mis oídos, me gustaba escucharle y saber que disfrutaba conmigo, porque de verdad que tenía pánico a que se sintiera abusado o algo después de su vivencia con Orochimaru, aunque no podía evitar ver como temblaba de vez en cuando.

Llevé mis dedos a su boca para que los humedeciera y así poder empezar a preparar su entrada. Traté de meter mis dedos con lentitud para no hacerle daño y luego me acordé de que no era virgen, ya había estado con el entrenador y no sabía si fue cuidadoso o no, pero me daba la sensación de que no lo había sido, en cambio yo sí me propuse tener mucho cuidado con él, yo no quería ser como su entrenador.

Entré muy despacio en él y Naruto era extremadamente estrecho así que tuve que tener el doble de cuidado y aún así, se quejó un poco aunque intentó disimular frente a mí que estaba bien y que no le dolía, pero yo sabía que sí, sus muecas de dolor reflejadas en su rostro me lo decían. Quise llegar hasta el fondo sin detenerme y me moví muy despacio hasta que empecé a notar como su entrada se empezaba a abrir y me dejaba paso libremente, fue entonces cuando realmente empezó a disfrutar Naruto y yo también. Al final… fue el mismo Naruto quien me exigió que entrara más deprisa en él, que entrara más hondo y le hice caso, quería demostrarle que se podía divertir con el sexo, no era todo sufrimiento como le habían enseñado a él y creo que lo conseguí por los gemidos que lanzaba.

Cuando terminé, tuve que descansar y es que me agotaba tener que ser tan cuidadoso, yo solía ser más salvaje pero con él no quería eso, con Naruto quería disfrutar de cada momento y me tomé mi tiempo.

-       Siento haber temblado – me dijo Naruto.

-       No te disculpes Naruto – le comenté – vienes de una situación traumática, es normal tener miedo, pero al final… conseguiré quitarte ese miedo, ya lo verás, sólo dame un poco de tiempo.

-       Vale – me dijo sonriendo.

Al final, recosté la cabeza sobre su pecho y mientras él me acariciaba el pelo, me quedé completamente dormido sintiendo los latidos acelerados de su corazón. Naruto era el chico de mi vida… y ahora lo sabía más que nunca.

 

Capítulo 28: Amar

Itachi Uchiha POV

Iba a destrozar a Hidan, en estos momentos lo odiaba mucho y no podía creerme hasta donde había sido capaz de llegar con tal de tener a Deidara, no entendía qué narices le pasaba por la cabeza, era obsesión lo que tenía por ese chico, no podía ser amor… era imposible que tras hacerle eso pudiera decir que le quería porque no era cierto, era una maldita obsesión por conseguir lo que él quería, nada más.

Imaginé que Minato le sacaría de su casa sin contemplaciones, le daría igual que le hubiera acogido, si no respetaba sus normas no había más a lo que darle vueltas. Minato le había dado la oportunidad de cambiar, le dio una familia a un chico problemático y así se lo había pagado, desde luego tenía claro que Hidan iba a tener que empezar a buscarse la vida él solo, porque Minato no volvería a poner en peligro a sus hijos por tratar de ayudarle, no tras lo que le había hecho a Deidara.

Mi padre había salido tan rápido a llevar a Minato y a Deidara al hospital que ni siquiera nos preguntó si queríamos acompañarle o quizá es que pensó que era mejor que no viéramos este panorama, pero tenía que tener en cuenta que Naruto era su hermano y no podría estar tranquilo hasta tener noticias de que su hermano estaba bien y yo… yo me moría por saber cómo estaba. Nunca había visto a mi padre tan preocupado, desde que Minato tocó a la puerta pidiéndole ayuda porque su novio se había llevado el coche a trabajar y necesitaba que alguien le dejase un coche, mi padre no había hecho otra cosa que preocuparse por él y es que sabía lo que sentía por ese chico rubio, el amor de su vida que se esfumaba.

Sabía que le ayudaría a Minato en lo que fuera y más si era algo de su hijo, mi padre lo daría todo por Minato y ni siquiera preguntó motivos, en cuanto había necesitado ayuda él había dicho que sí, por Minato mi padre hacía cualquier cosa, sólo quería verle bien y por eso decidió quedarse en el hospital a hacerle compañía.

Yo me había puesto como loco al ver a Deidara lleno de sangre inconsciente en los brazos de su padre mientras lo metían en el coche y no pude evitar tirarme contra Hidan, ese maldito desgraciado y lo habría destrozado allí mismo si Sasuke no llega a pararme, pero es que era un malnacido… ¿cómo podía hacerle algo así a un chico de apenas dieciséis años? ¿Tan enfermo estaba? ¿Tan obsesionado con tenerle? Deidara sólo necesitaba un poco de cariño para ser él mismo, necesitaba que confiasen en él, sólo quería poder ser el mismo y que no le juzgasen, que no le presionaran y dejándole ser así todos podían darse cuenta de lo que podía ofrecer, porque era un chico sorprendente pero Hidan le cortaba las alas, le obligaba a ser como él quería y no le dejaba ser él mismo, no entendía que no podía coaccionar así a las personas, hay que dejarlas ser ellos mismos.

Llevé a Naruto y a Sasuke al hospital para que pudieran quedarse algo más tranquilos viendo a Deidara y comprobando que estaría bien y aunque me excusaba en ellos, la verdad es que yo también quería saber de él, lo necesitaba con urgencia, no podía quitarme de la cabeza esa imagen de Deidara ensangrentado, maldito Hidan… yo debí haber dicho algo, debía hacer algo pero no puedo estar en su casa veinticuatro horas.

No nos dejaron quedarnos mucho tiempo con Deidara, pero me calmé un poco al verle ya durmiendo en el hospital aunque seguía sedado. Al menos verle ya limpio de sangre me tranquilizó, pero Kakashi nos había comentado las heridas que tenía en su espalda y que era mejor mantenerlo sedado un tiempo hasta que se recuperase, más que nada por el dolor que podía tener. Cuando volvimos a casa, ya en el coche le comenté a Naruto que se quedase en nuestra casa hoy, porque yo no me fiaba estando Hidan solo en casa de que Naruto durmiera allí, bastante teníamos ya con lo ocurrido a Deidara, así que aceptó.

Sasuke y él se quedaron hablando un rato fuera y yo me dirigí a mi habitación. No dormí mucho, apenas unas horas y a intervalos, porque no conseguí dormir de un tirón, estaba demasiado preocupado. A la mañana siguiente mientras Sasuke y Naruto aún dormían, preparé el desayuno para no perder tiempo, quería que se levantasen, desayunasen rápido y poder ir al hospital cuanto antes a ver a Deidara.

Ya estaba terminando de preparar los desayunos cuando ambos se levantaron. Desayunamos prácticamente en silencio y se notaba la gran preocupación que todos teníamos, pero en cuanto acabamos, nos vestimos y nos fuimos hacia el hospital. Sasuke y Naruto subieron para ver a Deidara, pero no les dejaron pasar comentándoles que le estaban curando y debían esperar un poco, yo me quedé un rato con mi padre y le subí un café, él había pasado toda la noche allí con Minato.

-       ¿Cómo está? – pregunté por Minato a mi padre.

-       ¿Cómo crees? – Me preguntó él a mí – es su hijo el que está en esa camilla, está muy preocupado.

-       Lo imagino, pero ya le están atendiendo – le aclaré.

-       Sí, pero se siente un poco culpable por haber metido a Hidan en casa y no haberse dado cuenta de lo que ocurría.

-       No es su culpa, a Hidan se le dio una oportunidad de sacarle de esa mala vida que llevaba y la ha desaprovechado, Minato trató de ayudar a un chico con problemas, es culpa de Hidan por no aprovechar la oportunidad que se le dio.

-       Lo sé, pero no sé si podré convencer de eso a Minato, es demasiado duro consigo mismo.

-       Lo sé, es igual que sus hijos – le sonreí.

-       Sí, es exactamente igual que ellos.

Miré hacia Minato y entonces recordé algo… quizá sólo era mi imaginación pero yo había visto a ese chico antes, creo… que él era quien me cuidaba cuando era pequeño, cuando mi madre no estaba, cuando mi padre tenía que trabajar en la universidad o en su despacho… era él quien venía a cuidarme y no sé cómo podía recordar esto porque yo era muy pequeño… pero su olor, su amabilidad, su rostro, todo él me parecía conocerlo.

-       ¿Era él, verdad? – le pregunté – aquel chico del que siempre me hablabas, aquel del que te enamoraste – mi padre me miró extrañado y sorprendido, luego sonrió – Era él con quien me dejabas cuando tenías que trabajar, yo… yo jugaba con él, recuerdo haber jugado con él cuando mamá no estaba por casa.

-       Sí – me confesó – fue mi alumno hace mucho tiempo y me enamoré de él, fue la mejor parte de mi vida y cuidó de ti alguna vez cuando yo tenía que trabajar, él lo era todo para mí y no puedo ver como sufre ahora, haría cualquier cosa por dejar de verle sufrir y sé que gran parte es mi culpa.

-       Esto no es tu culpa papá – le dije – tu culpa fue elegir mal, Minato valía mucho más la pena que mamá.

-       Sí, pero no podía abandonar a Sasuke.

-       Lo sé – le dije – pero nosotros ya somos mayores, estamos bien podemos cuidarnos solos… deberías empezar a preocuparte un poco por ti mismo y tratar de ser feliz.

-       No hijo – me sonrió – mi tren ya pasó hace mucho, él tiene una buena familia y es feliz con ese médico… yo no tengo nada que hacer, tengo que respetar su decisión como él respetó la mía cuando elegí quedarme con tu madre. No hay nada que hacer con él – me dijo y miré hacia Minato hablando con Kakashi mientras éste le abrazaba y trataba de calmarle besándole la frente.

La verdad es que se veían muy bien juntos, se les veía felices y como decía mi padre, su tren había pasado hace mucho tiempo, su felicidad se había marchado y me entristecía mucho ver a mi padre así, porque perdió al amor de su vida para quedarse al lado de una persona que le hizo de su vida un infierno, para quedarse a poder cuidar de Sasuke. Me habría gustado poder haberles unido de nuevo, pero al ver a Minato tan feliz con Kakashi allí abrazado a él, sentía que era imposible y ver a mi padre tan triste, me rompía el alma.

-       Todo se arreglará papá – le dije intentando animarle.

-       Sí – me dijo sonriendo – os quiero mucho, con vosotros tengo todo lo que necesito, sois mi alegría para vivir. Anda ve y entra a verle si quieres, creo que estaba despierto – me comentó mi padre refiriéndose a Deidara.

Esperé un poco a que Naruto saliera de la habitación y es que estaba muy preocupado por su hermano, pero en cuanto pudo entrar, se lanzó a abrazarle y habló con él un rato. Yo me quedé fuera con Sasuke y estaba extrañamente feliz, con un rostro brillante y eso sólo podía significar una cosa… había tenido una noche movidita con cierto rubio. Sonreí y él al verme sonrió dándose cuenta de lo que estaba pensando. Me tocó con el puño el hombro intentando que dejase de sonreír con picardía.

-       Itachi… déjalo – me dijo sonriendo – no digas nada

Hice un gesto como cerrando mi boca con cremallera y sonreí al igual que Sasuke. Claro que no diría nada, pero estaba claro lo que había pasado entre ellos la noche de antes y me alegraba por mi hermano. Naruto salió algo más contento y más tranquilo al haber podido hablar con su hermano.

-       ¿Estás mejor Naruto? – le pregunté sonriendo.

-       Sí – me dijo – ha preguntado por ti, creo que deberías entrar.

-       Sí, ahora voy. – le comenté

Entré a ver a Deidara y al abrir la puerta le sonreí. Dei trató de sonreír también aunque no le salió muy bien y cerré tras de mí acercándome a la cama sentándome a su lado y cogiendo su mano con delicadeza. Tembló un poco por el contacto, creo que era algo normal después de por lo que había pasado, pero aún así me dejó tocarle.

-       ¿Cómo estás? – le pregunté.

-       Bien – me dijo.

-       No es cierto – le dije – pero me conformo con eso.

-       Bueno… estoy mejor ahora que has venido tú – me comentó con una sonrisa.

-       Me has dado un buen susto – le confesé.

-       Lo siento – me dijo.

-       Me alegro de que estés bien.

-       Me darán el alta en un par de días o eso dicen los médicos – me comentó.

-       Estupendo entonces.

-       Itachi… ¿Aún me quieres? – me preguntó preocupado.

-       Claro que te quiero Dei ¿Por qué lo dudas?

-       Porque Hidan…

-       Ya sé lo que ha pasado y me da igual lo de Hidan, me cabrea porque te ha hecho daño pero yo a ti te amo, no voy a dejarte solo nunca Dei, siempre podrás contar conmigo. – Deidara sonrió y acabé besándole.

-       Itachi… yo… tengo que contarte algo importante, no se lo había dicho a nadie pero… tengo miedo porque soy un doncel ¿Y si me quedo embarazado? No recuerdo qué ocurrió con Hidan – me dijo llorando.

-       Yo me haré cargo de todo si lo estás Deidara – le dije – pero no pienses en eso, ya verás como no lo estarás, yo te amo demasiado, jamás te dejaría ni siquiera por eso, querría a ese niño como si fuera mío Dei, así que no pienses en esas cosas.

-       Itachi, te amo – me dijo llorando – te amo mucho, no me dejes nunca.

-       No lo haré, jamás te dejaré Dei.

Le estaba besando con dulzura cuando la puerta se abrió de golpe dejándome ver a Minato y por los ojos que puso… creo que no le gustó nada, básicamente porque me echó de la habitación mientras Deidara lloraba y le gritaba a su padre que no me sacase, que no me alejase de su lado, Deidara le suplicaba pero su padre no hizo caso y cuando llegamos al pasillo, mi padre vino a ver qué ocurría. Puede que hubiera metido un poco la pata al besarle allí, pero Deidara necesitaba saber que seguía queriéndole, no quería que se sintiera poco deseado por culpa de Hidan porque no era cierto.

-       Lo siento Minato.

-       No es tu culpa – me dijo Minato aunque se le notaba enfadado – es culpa de tu padre.

-       ¿Minato? – Preguntó mi padre al verle sacándome de la habitación - ¿Qué ocurre?

-       ¿Qué ocurre? – Preguntó enfadado – quiero que mantengas a tus hijos alejados de los míos.

Por lo que vi… creo que también había pillado a Naruto y a Sasuke, porque ambos estaban cada uno en una punta con la cabeza baja y sin entender nada de lo que ocurría aquí. Yo tampoco lo entendía muy bien, aunque suponía que era por mi diferencia de edad con Deidara y encima… porque estaba convaleciente por una violación, no le habría gustado a su padre verme besarle después de lo que había pasado su hijo.

-       Yo… lo lamento mucho Minato – le dije – pero amo a su hijo.

-       No dudo de tus sentimientos – me dijo – pero ninguno de mis hijos se acercará a un Uchiha, no van a sufrir como yo lo hice, no lo permitiré, así que manteneos alejados de mi familia – nos comentó y mi padre también pareció confuso, aunque le dolían las palabras de Minato.

Yo entendí… que mi padre le había hecho mucho daño y aún le dolía su traición. Me dio lástima Minato… pero tampoco pensaba renunciar tan fácil a Deidara y no creo que mi hermano se resignase tampoco.

 

Capítulo 29: Alejarse

Minato Namikaze POV

No podía creerme todo esto… mi hijo Deidara en un hospital tras haber sido violado brutalmente por el chico al que yo había traído de la calle, creí que le estaba dando una oportunidad a un chico, quería salvar a ese chico y parecía que estaba centrándose pero me equivoqué y tenía que resolver el problema cuánto antes, porque no permitiría que volviera a hacerle daño a mi hijo.

Cuando conocí a Hidan, era un chico sin nada, se dedicaba a robar coches en uno de los peores barrios de la ciudad, iba en una banda y siempre estaba en líos. Me asignaron su caso cuando le detuvieron por la noche tras hacer unos destrozos en el instituto al que asistían mis hijos y encima… le encontraron con un coche robado, así que le acusaron de dos delitos y me tocaba a mí como abogado de oficio hacerme cargo.

Empecé a indagar de él para conocer su caso y descubrí que no tenía padre ya que estaba en la cárcel y su madre… su madre pasaba olímpicamente de él, nadie le hacía caso y sus notas en el colegio eran muy malas, no tenía interés por nada. Creo que me dio un poco de lástima y quise ayudarle a salir de ese mal rumbo que estaba cogiendo su vida. Conseguí liberarle de los delitos pero al mes de haber vuelto a casa, me llamó pidiéndome ayuda porque su madre se había marchado con su amante y le había dejado completamente solo. Acabé acogiéndole en casa durante un tiempo hasta que su madre volviera, pero no lo hizo y ya llevaba dos años con nosotros. Dio un giro a su vida, empezó a trabajar para reparar los daños que había provocado en el instituto y estudiaba por las noches para sacarse el graduado, pero vi que me equivoqué con él… creí que podía cambiar pero no lo hizo y esta vez… sería yo quien iba a denunciarle.

Había pasado toda la noche aquí en el hospital con Fugaku mientras mi novio iba de habitación en habitación haciendo su trabajo, salvando vidas, menos mal que hoy estaba de turno y vino en cuanto le avisaron de que nuestro hijo estaba grave, él mismo le curó y lo agradecía con locura. Kakashi vino cuando ya estaba por acabar su turno y me preguntó si estaba bien, revisó a Deidara y se quedó un rato conmigo abrazándome y besándome la frente. Me sentía cómodo con él entre sus brazos, me sentía protegido y sabía que él no dejaría que le ocurriera nada malo a mi hijo aún así… de vez en cuando miraba hacia Fugaku, porque se había portado muy bien conmigo, me había traído con su coche, había traído a mi hijo al hospital, se había quedado toda la noche aquí cuidándome, abrazándome y tratando de calmarme y sentía que le amaba, mi corazón le elegía una y otra vez a Fugaku pero mi mente le rechazaba, porque yo quería a Kakashi, él era mi novio, el padre de mis hijos, no iba a renunciar a mi familia, este amor por Fugaku debía terminarse.

Kakashi me comentó que iba a ir a cambiarse al vestuario y vendría ya para que pudiéramos irnos a casa, decía que necesitaba descansar pero yo no quería irme sin mi hijo, si él estaba aquí yo me quedaba con él. Fugaku tampoco se había ido aún y al final… Kakashi me comentó que pasaría a despedirse de mí y pasaría por casa para traerme lo que necesitase, algo de ropa limpia y comida, porque tampoco había comido nada desde que traje a Deidara.

-       Minato… ¿Qué hay de Hidan? – me preguntó Kakashi antes de irse a cambiar.

-       Sácalo de mi casa – le dije muy serio.

-       ¿Estás seguro? No tiene donde ir.

-       Me da igual,  llévalo a servicios sociales, llama a la policía y que lo detengan por violación, me da lo mismo… pero sácalo de mi casa – le dije enfadándome – no lo quiero cerca de mi hijo.

-       Está bien – me dijo Kakashi – cálmate Minato… yo me ocuparé de todo. Te lo prometo.

Kakashi se acercó hacia Fugaku y le dio las gracias por habernos traído a mi hijo y a mí tan rápido al hospital y por haberse quedado aquí haciéndome compañía toda la noche. Kakashi no sabía todo lo que él sentía por mí ni lo que yo sentía por él, pero yo sí lo sabía y verles allí juntos me dolía, ver como Kakashi se comportaba tan amable sin saber que yo había sido de Fugaku, que mi corazón siempre estaría con él… eso me dolía mucho, porque Kakashi no se merecía mi traición y aunque no había vuelto a estar con Fugaku, sentir que seguía amándole… yo lo sentía como una traición.

Kakashi se marchó a cambiarse y yo aproveché para ir a ver a mi hijo encontrándome entonces en el pasillo a Naruto besándose con Sasuke y eso si que no podía permitirlo, sentí dentro de mí todo el sufrimiento que los Uchiha le habían hecho a mi familia, ellos sólo sabían traicionarnos y… no podía permitir que estuvieran juntos, no podía permitir que mis hijos se juntasen con los hijos de Fugaku, iban a sufrir todos y lo sabía. Cogí a Naruto apartándole de un sorprendido Sasuke y sé que no tenían ellos la culpa, la culpa fue mía por no darme cuenta de lo que estaba pasando entre ellos, fue culpa de Fugaku y mía por nuestros errores pero ellos… ellos no cometían nuestros errores, no podían estar juntos.

Estaba muy cabreado con lo que veía pero entonces recordé algo… Deidara estaba en su habitación del hospital con Itachi y me cruzó por la mente el día que habían ido a estudiar juntos, que Itachi supiera dónde encontrar a mi hijo el día que se escapó de casa, que lo trajese de vuelta, que siempre estuviera tan pendiente de él y lo supe… Itachi estaba enamorado de Deidara y no podía permitir que mi hijo cayese igual que Naruto en las redes de los Uchiha, sólo había sufrimiento en ese camino y a mis hijos nadie les haría daño y menos los Uchiha, ellos no pasarían por el infierno por el que yo pasé, no lo iba a permitir jamás.

Entré en la habitación de Deidara para ver como se estaban besando y es que lo sabía, sabía que sentían algo el uno por el otro y me dolía tener que ser yo quien hiciera esto pero era por su propio bien, tenía que separarles. Saqué a Itachi de allí y no tenía nada contra él, era un chico estupendo, yo mismo había cuidado de él cuando era pequeño y le quería como a mi propio hijo, pero no podía estar con Deidara. Mi hijo me gritaba desde la cama llorando que por favor dejase a Itachi quedarse con él, que le amaba, que le necesitaba a su lado, que se sentía protegido cuando Itachi estaba con él pero yo pasé de todo y lo saqué dejando a Deidara allí tumbado en la camilla llorando desconsoladamente.

Itachi trató de explicarme las cosas y yo no quería escucharlas, ya sabía que le amaba, sabía que haría cualquier cosa por mi hijo pero no podían estar juntos, era así de fácil, sé que era un gran chico pero él jamás entendería el sufrimiento que le traería a Deidara en el futuro, todos los Uchiha eran iguales, prometen cosas y luego te abandonan como a un perro. Fugaku vino enseguida intentando defender a sus hijos, sobre todo cuando se enteró de que se habían enamorado de mis hijos. Al final y tras los gritos que ambos estábamos dando porque aquello parecía un espectáculo, me cogió del brazo y me llevó hacia un pasillo por donde no pasaba nadie y me empotró con fuerza contra una pared.

-       ¿Qué te ocurre? No es malo que estén juntos – me dijo.

-       Sí lo es, conozco a los Uchiha y no merecéis la pena – le dije – ya sé cómo funcionais y no lo haréis con mis hijos.

-       No todos funcionamos como te piensas – me dijo enfadado – lo siento mucho Minato, me equivoqué al abandonarte y te hice daño, lo lamento de verdad, pero no toda mi familia es así.

-       ¿Ah no? – pregunté - ¿Qué hay de tu hermano Obito? ¿Y de Madara? Obito es capaz de abandonar a su hijo por complacer a tu familia y Madara se acuesta con la mujer de su propio hermano, os traicionáis entre vosotros y traicionáis a todos los que os rodean, a todos los que os quieren.

-       Mis hijos no son así – me dijo – soy un cabrón y toda mi familia puede que lo sea… pero no metas en esto a mis hijos Minato, son buenos chicos y lo sabes, ellos no harían nada malo a tus hijos.

-       Sé que son buenos chicos – le dije – pero tú no entiendes nada, no pueden juntarse.

-       ¿Por qué no Minato? – me preguntó – tus hijos son preciosos, no puedo evitar que mis hijos se fijen en ellos, tienes unos chicos muy educados y guapos, tendrán miles de pretendientes cuando crezcan un poco más y lo sabes, ¿Por qué no entonces con mis hijos? ¿Es por mí? – preguntó preocupado - ¿Es porque no quieres verme en reuniones familiares? ¿Te duele verme? ¿Es eso?

-       No entiendes nada – le grité casi llorando – tú no sabes nada de mí, ni de mi vida, no te metas en la vida de mis hijos, son míos ¿Me escuchas? No dejaré que ningún Uchiha les haga daño, sal de mi vida de una maldita vez, te odio – le grité antes de sentir sus labios adueñándose de los míos.

No pude evitar seguirle y es que sus labios me volvían locos, me hacían recordar mi pasado, mi juventud con él, me hacía recordar todo el amor que sentía por él, todo ese sentimiento que tenía guardado salía y no podía evitarlo, le amaba, le amaba con locura. No pude evitar enredar mis dedos en su cabello presionándole más contra mí para profundizar el beso y le dejé meterme la lengua. Cerré los ojos y disfruté del beso, dejé que mis sentimientos saliesen, esos sentimientos que estaba reteniendo durante tanto tiempo, durante tantos años.

Cuando liberó mis labios me di cuenta de que estaba llorando, me caían lágrimas y es que todos esos recuerdos habían venido a mi cabeza, me acordaba de lo bien que estaba con Fugaku, de cuánto le había querido, recordé de cuánto le amaba y me dolía, dolía demasiado volver a recordar su traición, jamás superaría a Fugaku Uchiha y debía asimilarlo, ya podía huir a la otra punta del país… este sentimiento no desaparecería nunca.

-       ¿Minato? – me preguntó Fugaku preocupado al verme llorar.

-       Dé… Déjame – le dije susurrando con la voz entrecortada – vete – le grité – aléjate de mí – le dije llorando y cuando Fugaku se marchó, vi a Kakashi aparecer por la esquina y abrazarme antes de que me cayese al suelo llorando.

-       Ven aquí – me dijo Kakashi abrazándome en el suelo y me agarré a él – ya pasó Minato – me dijo.

-       Lo siento – le comenté – lo siento mucho, yo no quería, sólo quiero que me deje en paz.

-       Lo sé Minato – me dijo Kakashi – pero él es parte de tu pasado y no puedes evitarlo, sé lo que sientes por él, siempre lo supe, pero también sé que me quieres y que no me dejarías nunca, tenemos unos niños maravillosos y lo sabes, Fugaku no me importa nada, con saber que te tengo aquí conmigo es suficiente.

-       Yo siempre estaré contigo Kakashi, tú me salvaste de mi oscuridad, tú fuiste el único que me ayudó, yo te quiero a ti.

-       Lo sé, pero también quieres a Fugaku Uchiha, no puedes evitarlo, ambos somos muy importantes en tu vida.

-       No quiero quererle, quiero que me deje en paz – lloré – quiero volver a mi vida contigo, quiero ser feliz ¿Es mucho pedir que Fugaku me deje tranquilo? – le pregunté.

-       No puedes huir de tu pasado Minato… Fugaku siempre estará en tu mente y lo sabes, tienes una historia con él, tienes cosas pendientes de hablarle y hasta que no saques todo lo que llevas dentro y se lo cuentes… seguirá estando en tu mente, vuestra historia fue demasiado intensa.

 

Capítulo 30: Secretos

Fugaku Uchiha POV

No entendía qué le ocurría a Minato ¿Por qué no podían mis hijos estar con los suyos? Yo mismo veía cuanto querían mis hijos a esos dos gemelos rubios tan guapos que había tenido. Me entristecía saber que era por mi culpa por lo que iban a sufrir mis hijos, yo había herido a Minato y ahora por mi culpa… él impediría que pudieran amarse nuestros hijos, tenía miedo a los Uchiha y no me extrañaba, ahora que me paraba a pensarlo éramos unos cerdos, yo le había traicionado, le había mentido, engañado, utilizado… le prometí que me divorciaría de mi mujer, le juré que nuestro matrimonio estaba destrozado ¿Y qué hice? Volver con mi mujer abandonando a Minato, era la peor de las basuras.

En cuanto a mis dos hermanos… Madara se follaba a mi mujer como quería y cuánto quería, él siempre fue un mujeriego, no tenía ética, siempre le gustó mi mujer y no se iba a cortar en intentar alejarse de ella, sino más bien todo lo contrario, le gustaba lo imposible y lo demostraba, se ligó a mi mujer y se la follaba, le daba igual si yo lo sabía o no, a él le gustaba ser siempre el protagonista y en cuanto a Obito… yo mismo le estaba ayudando a hundir la vida de una pobre chica cuyo crimen fue enamorarse de mi hermano.

No era justo lo que le íbamos a hacer y lo sabía, esa chica… la tal Kushina no tenía la culpa, todo fue por las grandes expectativas de mi familia y es que la familia Uchiha tenía grandes planes, demasiada influencia, demasiado poder, demasiado orgullo. Obito fue siempre el pequeño de la familia y estaba acostumbrado a hacer caso en todo a nuestro padre, por eso acabó apartando el sueño de su vida de ser artista y estudió empresariales tal y como nuestro padre quiso, todo para que pudiera hacerse cargo de la empresa familiar.

Allí se enamoró de Kushina Uzumaki, la chica más guapa de la empresa ya aunque tuvieron una bonita relación, a nuestro padre no le pareció nada adecuada esa relación, su hijo pequeño enredado con una chica pobre que se ganaba la vida como secretaria en la empresa. Nuestro padre le obligó a dejar esa relación y poco tiempo después de aquello… todos nos enteramos de que estaba embarazada y mi propio padre fue quien la despidió pese a los esfuerzos de Obito por tratar de evitarlo.

Ahora todos estábamos aquí, yo por petición de nuestro padre tratando de ayudar a Obito a librarse de esa mujer… pero yo no estaba tan convencido de que mi hermano desease librarse de ella, yo creo que la amaba, pero mi padre le impedía estar con ella. Pensé mucho en todo eso y al final… acabé conduciendo el coche hasta la casa de mi hermano, necesitaba saber que la amaba y cuando le forcé un poco a contar las cosas, acabó llorando confesándome que la amaba, que no quería dejarla y que quería a ese niño.

Nunca había visto a mi hermano tan deprimido como hoy y me confesó cuánto amaba a Kushina y a ese niño que esperaba, deseaba estar con ella, casarse… pero nuestro padre se lo impedía y al verle tan afectado me di cuenta de algo… yo había perdido al amor de mi vida, pero él aún estaba a tiempo de arreglar todo el lío, de rectificar su error, de enfrentarse a nuestro padre, a sus caprichos, de coger las riendas de su vida y tomar sus propias decisiones.

-       Ve a por ella – le dije muy serio – lucha por lo que quieres Obito.

-       Pero Papá – me comentó.

-       Él ya hizo su vida, no dejes que controle también la tuya, toma el control, si la quieres ve a por ella – le dije.

-       No dejará que me retire del juicio – me comentó.

-       De eso me ocuparé yo, lo perderé, se lo regalaré a Minato.

-       No puedes hacer eso, tu reputación caerá en picado y papá no te lo perdonará, le habrás fallado.

-       No me importa, prefiero que seas feliz, creo que ahora empiezo a entender a Minato – le sonreí – yo perdí lo único bueno de mi vida, no hagas lo mismo Obito, lucha por ella, yo me ocuparé de papá, da igual si no vuelve a dirigirme la palabra, puedo soportarlo, pero… por favor, no le digas a Minato que voy a darle el caso, hagámosle creer que me ha ganado – le pedí.

-       Vale, gracias hermanito – me sonrió.

-       Venga, corre a por ella – le dije sonriendo.

Pasaron un par de días y supuse que Deidara habría vuelto a su casa ya, pero yo no coincidí con Minato ningún día y hoy… era el juicio. Me moría de ganas de hablar con él, de preguntarle por su hijo, de preguntarle el motivo por el que no dejaba a sus hijos acercarse a los míos.

El juicio fue interesante, tampoco quise ponérselo fácil para que no creyese que le había regalado el caso y creo que no se dio cuenta, cometí algunos errores voluntarios y puede que se extrañase algo Minato, porque yo nunca fallaba en nada, pero tenía que perder el caso… así que no tenía más remedio. Al final, perdí el caso, este era el primer caso que perdía en todo mi historial y me lo ganaba… mi alumno, porque yo jamás le diría que le había dejado este caso para que me superase. Ahora Minato obtendría una gran fama por haberme ganado a mí en un caso, al mayor prestigio del país y me alegraba, porque de verdad que él se lo merecía, era el mejor abogado que conocía y no se vendía por nada ni por nadie, luchaba siempre por sus ideales y luchaba hasta el final, me encantaba Minato y su fuerza de voluntad.

Al salir de la sala del tribunal, cogí a Minato del brazo tras ver que había terminado de ser felicitado y lo arrastré hacia una de las oficinas. Él me miró extrañado y le tendí la mano para felicitarle, él la estrechó.

-       Felicidades por el juicio – le dije con una sonrisa.

-       Gracias, llegó un momento en que creí que no te ganaría.

-       Eres bueno Minato – le aclaré – confía en ti, puedes ganar el juicio que te propongas.

-       Gracias Fugaku

-       Oye Minato – le llamé antes de que se marchase - ¿Qué tal está tu hijo?

-       Mejor – me dijo – ya le han dado el alta, lo tengo en casa.

-       ¿Por qué lo de tus hijos? – le pregunté - ¿Por qué separarlos de los míos?

-       No empieces con eso Fugaku – me pidió.

-       Si empiezo, me preocupa Deidara y su estado, me preocupa el motivo por el que no puedan estar juntos, ya te pedí perdón muchas veces por lo sucedido entre nosotros, por favor déjales a ellos ser felices ¿Qué tengo que hacer para que les dejes estar juntos? Haré lo que sea Minato.

-       No puedes hacer nada – me gritó enfadado – fue tu maldita culpa que no puedan estar juntos ¿Crees que me gusta ser el malo de la película? ¿Crees que me gusta ver a Deidara enfadado conmigo porque no le permito ver a Itachi? ¿Crees que me gusta aguantar los rebotes de Naruto, sus berrinches y escapadas para encontrarse con tu hijo? Yo les dejaría, me da igual con quien salgan mientras sean felices, pero fue tu culpa que no puedan estar con tus hijos.

-       ¿Qué ocurre? – le pregunté enfadado – habla claro, ¿De qué tengo la culpa?

-       De que sean hermanos – me gritó y lloró cayendo de rodillas al suelo.

Me quedé paralizado con sus palabras, con sus lloros, ¿Hermanos? No entendía nada ¿Cómo iban a ser hermanos? Para ello los hijos de Minato tenían que ser míos ¿Eran míos esos gemelos? ¿Deidara y Naruto eran míos? No podía ser.

-       No puede ser – le dije aterrorizado por todo lo que me decía - ¿Son míos? – Minato seguía llorando - ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué me ocultaste esto, Minato? – me enfadé gritándole.

-       Tú me abandonaste – me gritó – me enteré después de mis correrías por los bares de que estaba embarazado, no sabía que era tuyo hasta que no les hice la prueba de paternidad y cuando fui a contártelo tú mujer me echó a la calle como a un perro mientras me insultaba, casi pierdo a mis hijos por el estrés y el daño psicológico que tu mujer me hizo pasar. Kakashi fue el único que me ayudó y me dijo que los criaría como si fueran suyos. NO aguantaba la presión de tu mujer, me buscaba a cada momento para insultarme, para pegarme, estaba harto y al final, Kakashi decidió que era mejor que nos fuéramos de allí y lo hice, por eso no acabé la carrera en tu universidad.

-       Yo no sabía nada – le dije horrorizado.

-       ¿De qué? – me preguntó muy enfadado – No te creas con el derecho a reclamarme nada cuando por culpa de tu familia y de la mía casi pierdo a mis hijos durante el embarazo, no vengas de víctima, no te atrevas a venirme de víctima – me gritó – mi padre me tiró a la calle, tú mujer venía a insultarme, a amenazarme y a pegarme cada vez que le apetecía, no tenía a nadie para defenderme y al final tuve que largarme de allí para poder salvar a mis hijos porque tú mujer no quería que los tuviera, ella sabía que eran tuyos. Hice lo que tuve que hacer para salvarles la vida, así que no te atrevas a venir ahora a reclamarme, tú me abandonaste, nos abandonaste – rectificó incluyendo a nuestros hijos.

-       Dios mío, Minato – le dije agachándome y abrazándole – lo lamento, no sabía por lo que habías pasado y si lo hubiera sabido me habría quedado contigo.

-       No, Sasuke te necesitaba más que yo – me dijo – pero tus hijos no pueden estar con los míos, ellos no saben que son hermanastros.

-       Hay que decírselo – le dije

-       No por favor – me suplicó – ellos creen que Kakashi es su padre, no quiero que sufra con la verdad, les mentí, me odiarán si se enteran de esto.

-       Hay que pensar algo Minato, prometo no decirles nada pero tienes que hablar con ellos, no pueden seguir así. ¿Puedo pedirte algo a cambio de no decirles nada? Me gustaría poder intervenir en el caso de Deidara, quiero meter a ese cabrón que le hizo eso entre rejas, déjame hacer algo por mis hijos por favor… - le pedí.

-       No es buena idea Fugaku – me dijo.

-       Ese cabrón violó a mi hijo – le dije muy serio – voy a meterlo en la cárcel, sabes perfectamente que soy el mejor abogado, no te cobraré nada, lo hago para defender a mi hijo, me arrebataste dieciséis años de sus vidas, déjame al menos hacer esto por él, lo necesito, necesito sentirme su padre, por favor – le reclamé y al final accedió.

Abracé a Minato y dejé que llorase contra mi pecho mientras yo sentía una sensación muy contradictoria, esos niños eran míos… Tenía ganas de sonreír, de gritar al mundo entero lo feliz que era, porque siempre deseé tener hijos con Minato sin saber que ya los tenía pero a la vez… me sentía triste y dolido, no me lo había dicho, me ocultó dieciséis años de sus vidas y yo tenía derecho a saber de ellos, eran míos. Ahora el gran problema… es que nuestros hijos se habían enamorado y eran… hermanastros.

No sabía cómo iba a separarles después de esto, yo tenía muy claro que si Itachi y Sasuke sentían algo por esos chicos estaba bien, pero ahora… tras saber que eran hermanos esto no podía ser y desde luego… esos chicos iban a sufrir mucho y no quería eso, no sabía cómo arreglar este problema sin contárselo, había que decir esto pero Minato tenía razón en algo… él había mentido a sus hijos y eso no se lo perdonarían, le odiarían si se enteraban de que les había ocultado tantas cosas, su origen, su pasado, su familia de verdad, ellos nacieron creyendo que eran hijos de Kakashi ¿Cómo decirles que eran míos? No podía hacer eso, desestabilizaría su unidad familiar pero… yo deseaba tanto poder abrazarles y sentir que eran mis hijos, porque lo eran, llevaban parte de mi sangre, parte de la de Minato, quería vivir con ellos, tenerlos conmigo, no perderme más momentos de su vida y por supuesto… ayudar a Deidara con este asunto, porque a mi hijo nadie le pondría un dedo encima, de eso estaba seguro.

Me moría de ganas de poder conocer a esos gemelos tan guapos y es que no podía dejar de sonreír como un auténtico bobo… eran míos, mis gemelos, mis hijos, fruto de aquel amor tan grande que sentí y seguía sintiendo por Minato Namikaze. Quería recuperar el tiempo perdido con ellos pero no podía decirles nada… esperaría a que Minato reuniese el valor para decirles la verdad, al menos… a mí ya me la había dicho y fue como si se quitase un gran peso de encima, porque guardó ese secreto durante nada más y nada menos que dieciséis largos años.

 

Capítulo 31: Hermano

Deidara Namikaze POV

Lloré durante días y es que no entendía cómo había sido capaz mi padre de sacar de esa forma a Itachi ¿No veía que le amaba? Le quería y no podía comprender como mi padre… ese que siempre me había apoyado en todas mis decisiones, ahora echaba al hombre de mi vida, justo cuando más le necesitaba era cuando me abandonaba, quería que me apoyase en esto, sabía que mucha gente lo vería mal, nuestra edad era demasiado grande, él era mayor de edad y podía meterse en un gran problema por estar conmigo y necesitaba que alguien me apoyase, que mi padre estuviera de mi parte… pero no lo estaba.

Estaba muy asustado por todo, lo de Hidan, la violación, todo el asunto de Itachi, saber lo que le ocurría también a mi hermano… estaba aterrado y quería que alguien viniera y me dijera que todo estaba bien, que saldríamos de esta, sentirme apoyado, pero no había nadie, por mucho que miraba a mi alrededor me sentía solo y es que necesitaba que mi padre me entendiera, necesitaba que Itachi estuviera aquí conmigo, pero… no había nadie ¿Por qué no me dejaban estar con Itachi? Sé que era muy mayor y que tenían miedo de que pudiera estar aprovechándose de mí, pero no era cierto, quería que confiasen en mí, en mi elección ¿Por qué no podían hacer eso por mí?

Los últimos días en el hospital sólo vino a verme mi familia, sobre todo Kakashi porque era mi médico y entraba bastantes veces a curarme, además solía aprovechar para hablar conmigo un rato y por lo que supe… había denunciado a Hidan por violación a un menor, pero yo no quise preguntar nada, sólo quería olvidarme de ese altercado. Aunque mi familia venía a verme y a mí me encantaba estar con Naruto… no ver a Itachi me deprimía, cada vez que sentía la puerta abrirse me giraba con gran alegría queriendo ver a Itachi entrar por allí, pero nunca entraba, sólo la familia y mi sonrisa se convertía en tristeza. Al final… dejé de mirar hacia la puerta cada vez que se abría, sabía que no vendría, le habrían prohibido venir a verme y me quedaba mirándome las piernas sin hacer caso a quien entraba.

La puerta se abrió esta vez y no me giré… por ella apareció Minato hablándome y dejándome una bolsa con dulces sobre las piernas, pero yo ni siquiera le miraba, tampoco miré los dulces, quería a Itachi, no que vinieran a comprarme con dulces, no podían comprar mi alegría porque ya no tenía felicidad en mi vida, no sin Itachi, sólo me quedaba tristeza. Minato trataba de alegrarme, hablaba y me traía cosas, pero yo no contestaba, no le miraba y es que estaba muy enfadado con él por la forma en que había echado a Itachi de mi lado.

-       Vamos Dei – me dijo Minato sentándose a mi lado – háblame por favor.

Yo no le contesté, no quería saber nada ahora mismo de él, quería estar solo con mi dolor y mi tristeza, no necesitaba que me tuvieran compasión ni lastima, quería a Itachi y ni eso eran capaces de darme. Sólo quería verlo o por lo menos… una explicación razonable de por qué tenía que olvidarme del amor de mi vida, porque Itachi era demasiado importante en mi vida, apareció como un total desconocido y se ganó mi amor y mi confianza.

-       Te he traído unos dulces de esos que tanto te gustan – me dijo sonriendo y tratando de que le mirase.

-       No tengo hambre – le dije tumbándome de nuevo y cubriéndome con la sábana mientras le daba la espalda.

-       Dei… oye lo siento, pero debes entenderlo.

-       No lo entiendo – le dije enfadado – no lo entiendo porque ni siquiera me has dado una razón lógica para hacerme esto. Siempre has confiado en mí ¿Por qué ahora no puedes hacerlo? – le pregunté - ¿Qué he hecho mal para perder tu confianza?

-       No has hecho nada mal Dei – me dijo – es complicado para que lo entiendas.

-       No me trates como a un niño pequeño, ya no tengo cinco años puedo razonar las cosas, quiero una explicación, necesito una explicación.

-       Siempre fuiste muy racional Deidara.

-       Sí, siempre he sido muy racional, necesito soluciones y explicaciones, a mí no me sirven los motivos injustificados. ¿Por qué he perdido tu confianza?

-       No la has perdido Deidara – me dijo – te quiero mucho y sé que no sueles equivocar tu camino ni tus elecciones.

-       No es un motivo para impedirme ser feliz – me enfadé - ¿Tienes celos? ¿Crees que vas a perderme?

-       No cielo – me dijo – pero… es complicado, no puedo explicártelo.

-       Entonces no necesito tus dulces ni tus palabras de disculpas, lo que yo necesito es ver a Itachi y me lo negáis, me estáis impidiendo lo único que quiero.

-       Ya está bien Dei… no puedes verlo y se acabó, respeta mis decisiones mientras vivas en mi casa.

-       ¿Así va a ser ahora papá? – le pregunté - ¿Esta es nuestra nueva relación? ¿Ser tu rehén en tu casa? ¿Vas a retenerme allí bajo tus normas? ¿Me vas a impedir ser yo mismo? – vi la mirada de Minato como si se diera cuenta de algo, creo… que porque él vivió una situación parecida en cuanto a normas con su propio padre.

Él nunca hablaba de la familia, no conocíamos a mi abuelo pero Kakashi me contó una vez que era muy estricto y había que obedecerle en todo, yo sabía que estaba siendo injusto con él, que no quería convertirse en su padre, pero lo estaba haciendo, me obligaba a acatar sus normas, estaba siendo estricto con nosotros, teníamos que hacerle caso sin más, sin motivos, no me dejaba elegir, estaba tomando la decisión por mí. Creo que le sentó mal darse cuenta de que estaba convirtiéndose en la figura de su padre, pero tenía que abrirle los ojos de alguna forma.

-       Sí – me dijo con tristeza – si tengo que retenerte bajo mis normas para mantenerte a salvo lo haré – me dijo – no voy a permitir que te lastimen.

-       Ya lo han hecho – le dije – no te das cuenta, ya estoy sufriendo por Itachi, le necesito, le amo y eres tú quien me está haciendo daño al no dejarme verle.

-       Es por tu bien.

-       Entonces no tenemos nada más que hablar, porque no te perdono – le dije – no puedo perdonarte el daño que me estás haciendo.

Hoy me daban el alta y Minato fue a buscar una silla de ruedas porque aún no podía caminar con normalidad, así que tendría que estar unos días sentado en esa silla para poder moverme con normalidad, pero me lo tomé con calma. No quise deprimirme mucho pero con Minato aunque arrastraba mi silla y me llevó a casa, no volví a dirigirle la palabra y es que estaba enfadado con él, se estaba convirtiendo en nuestro abuelo impidiéndonos hacer nuestra vida y no conocía a mi abuelo… pero por lo que Kakashi me había contado de él, era suficiente para hacerme una idea de por qué Minato huyó de su casa y no volvió a hablar de su familia.

Yo no quería tener que hacer lo mismo que él, porque amaba a mi padre, le respetaba mucho y sé que era muy comprensivo, siempre lo había sido, pero en este momento… estaba pensando seriamente que quizá él mismo necesitaba experimentar lo que era perder a un hijo para darse cuenta de lo que estaba haciendo y no quería tener que tomar la misma decisión que tomó él y alejarme de mi familia, no quería hacerlo, así que decidí permanecer unos días más allí en casa para intentar calmar los ánimos y encontrar una explicación al por qué de todo lo que ocurría.

Cuando llegué a casa el primero en saludarme fue Naruto y es que le había echado tanto de menos. Kakashi también bajó a saludarme, pero yo acabé subiendo a la habitación de Naruto y nos quedamos allí hablando un rato. La verdad es que tampoco hablamos mucho, yo sólo podía sonreir al ver a mi hermano tan emocionado creando rutas de escape de la casa para ir a ver a Sasuke y por supuesto… quería llevarme con él para que pudiera ver a Itachi. Creo que Sasuke le había devuelto la alegría a mi hermano, veía ahora mismo de nuevo a ese chico hiperactivo, alegre y divertido que era mi hermano antes de su depresión, creo que Sasuke era el ideal para quitarle ese miedo a Naruto que su entrenador le había hecho tener.

-       ¿De qué te ríes? – me preguntó.

-       De que me alegra volver a verte tan animado y cabeza hueca como antes – le dije sonriendo – vuelves a ser el Naruto que yo conocía.

-       No te metas conmigo – me dijo sonrojándose – he ideado un gran plan, podemos escapar por la ventana – me dijo y yo miré la silla de ruedas, porque era imposible para mí ese plan, Naruto se dio cuenta enseguida – o tal vez ideo otro brillante plan – me dijo.

-       Naruto… puedes ir tú si quieres, yo no podré salir de aquí en un tiempo, venga Naru… ve tú, te mueres de ganas de verle.

-       Ya pero tú también quieres ver a Itachi, idearé algo para los dos, no te dejaré aquí solo – me dijo y siguió pensando mientras yo sonreía.

Naruto seguía pensando qué hacer y caminaba por la habitación como un loco, estaba desesperado por ver a Sasuke y aunque yo permanecí más tranquilo, no podía negarle que yo también deseaba ir a ver a Itachi. Miré por la ventana viendo la casa de los Uchiha… tan cerca y tan lejos.

Al final yo sí ideé un plan, no era algo realmente planeado pero funcionaría casi seguro. Fui a mi habitación y cogí una de las linternas enfocando hacia la casa de enfrente y cuando Itachi por fin reaccionó al cabo de varios minutos y se acercó a la ventana confundido por las luces, se asombró, pero cogió un papel apuntando lo que quería decirle en código Morse. Desde luego que Itachi era listo para pillar estas cosas. Naruto se asombró y todo de que pudiera hablar con él a esta distancia. Al final… quedé que mañana nos veríamos al salir del instituto… y es que Minato no podía evitar que fuéramos a clase.

Por la mañana fuimos a clase, yo tuve que ir con la silla de ruedas y me daba un poco de vergüenza, sobre todo porque nadie sabía lo que me había pasado y tuvimos que inventarnos una excusa, no quería que supieran que me habían violado, me daría vergüenza y Naruto se cabreó con varias personas que trataron de burlarse de mi estado.

En clase estuve solo como siempre y es que mi hermano iba a otra clase. No me gustaba mi clase pero al menos me alegraba porque Naruto tenía en su misma aula a Sasuke y podían verse o estar juntos un rato, yo no tenía esa suerte, Itachi iba a la universidad, era más mayor que yo y coincidir era muy complicado.

Cuando salimos de clase yo iba muy emocionado por ver a Itachi, pero no fue con él con quien me encontré, sino con Hidan y eso me asustó, porque los demás no habían venido aún y estaba yo solo, no quería quedarme a solas con él, ya había visto de lo que era capaz y no quería estar cerca suyo. Intenté irme pero él se puso en medio y no dejó que siguiera moviendo la silla.

-       Deidara hablemos por favor.

-       No quiero hablar contigo – le dije – aléjate de mí o gritaré.

-       No lo hagas, déjame contarte solo una cosa.

-       Vete de aquí, no quiero escuchar nada que venga de ti.

-       Esto te interesaría… sé por qué tu padre no quiere que veas a Itachi – me dijo sonriendo – no puedes verle, ya te lo dije Deidara… tú eras mío, Itachi no tienen opciones contigo Dei.

-       Vete al infierno, amo a Itachi, yo no quiero saber nada de ti, tiraste el cariño que te tenía a la basura cuando me hiciste esto, eres un desgraciado.

-       Es tu hermano – me dijo y me paralicé – Itachi es tu hermano, eres hijo de Fugaku Uchiha, tu padre se lo follaba en la universidad – me dijo de golpe.

-       Mentira, sólo sabes mentir – le grité enfadado sin poder creérmelo.

-       Es cierto, míralo tú mismo – me dijo enseñándome una foto que tenía en el bolsillo –lo cogí de la habitación de tu padre.

Miré la fotografía para ver a Minato abrazado a Fugaku Uchiha cuando era joven. No podía creerme lo que veía. Las lágrimas empezaron a salir sin que pudiera evitarlo ¿Tenía razón Hidan y era Itachi mi hermano? ¿Cómo no me habían contado algo tan importante? No podía estar con Itachi y no sólo eso… ¡Me había acostado con mi hermano! Mi primera vez se la había dado a mi hermano, no podía creérmelo ¿Por qué todo me ocurría a mí?

Moví la silla de ruedas y me largué de allí lo más rápido que pude pero me llevé la fotografía conmigo. Creo que mi padre tenía mucho que explicarme… pero ahora mismo… era yo quien no quería ver a Itachi. Me había terminado de destrozar saber que mi primera vez había sido con mi hermano ¿Cómo podía haber ocurrido esto? Me sentía sucio y asqueado… era mi hermano, había dejado que mi hermano me follase, por eso mi padre tenía tantas ganas de alejarme de Itachi. Maldije a mi padre por no contarme la verdad… porque ahora… me había enamorado de mi hermano y mi corazón creo que iba a romperse en cualquier momento, porque no podía ver mi vida sin Itachi ¿Qué haría ahora? Estaba solo y me sentía sucio.

¡Naruto! Pensé en él de golpe cuando ya llegaba a casa y no sabía cómo iba a contarle esto a mi hermano, como iba a destrozar su corazón también cuando se enterase… pero primero… tenía que hablar con mi padre, tenía que saber si era cierto, tenía que comprobar que Hidan no me había mentido.

 

Capítulo 32: Adiós

Naruto Namikaze POV

Llegué al lugar acordado por mi hermano para la reunión y me extrañó no verle aquí cuando él se moría de ganas por ver a Itachi ¿Qué le había pasado? Estaba preocupado por él pero tampoco tuve mucho tiempo de pensar en este asunto porque alguien me cubrió los ojos y sonreí tocando sus manos, era Sasuke, de eso estaba seguro y cuando los destapó pudiendo girarme, vi sus increíbles ojos oscuros mirándome y sonriendo. Él siempre me sonreía, para mí siempre tenía sonrisas y eso era una de las cualidades de Sasuke que más me gustaban.

-       Te he echado de menos rubito – me dijo sonriendo.

-       ¿Cómo que rubito? – le pregunté poniendo un puchero y él se rió.

-       No me pongas esos morrillos – me dijo.

-       ¿Por qué no?

-       Porque no puedo evitar no besarlos – me dijo cogiéndolos con su mano y besándome de forma juguetona – me encantan tus labios.

-       Y a mí los tuyos – le dije.

-       Que duro se me ha hecho tenerte frente a mí en clase todas estas horas y no poder tocarte – me comentó sonriendo.

-       Pero ya me tienes aquí – le dije sonriendo y él me abrazó volviendo a besarme con dulzura.

-       Lo sé. ¿Qué tal está tu hermano? – me preguntó.

-       No lo sé, algo raro, él nunca se había enfadado con nadie y ahora está cabreado con papá, no le habla y lo entiendo, yo también estoy enfadado pero no sé… creo que pasa algo y Deidara siempre ha sido más perspicaz para estas cosas, sé que ocurre algo.

-       ¿Por qué no está por aquí? – me preguntó – Creí que quería ver a mi hermano.

-       Sí, yo también lo creía. No sé por qué no ha venido… la idea fue suya, debería estar aquí – le comenté.

-       Es extraño – me dijo Sasuke – pero al menos te he podido ver a ti un rato gracias a su idea. ¿Cómo están las cosas por casa?

-       Movidas – le dije – Deidara no se habla con papá, yo la verdad es que habló poco también con él y sigo sin entender por qué nos impide estar con vosotros, no lo entiendo.

-       Naruto… estaremos juntos siempre – me dijo – me da igual quien se ponga en medio, yo siempre encontraré la forma de estar a tu lado, no nos van a separar, te quiero.

-       Y yo a ti Sasuke.

Besé a Sasuke y es que no podía estar cerca de él sin besarle, me encantaba hacerlo, me gustaban sus labios, su forma juguetona de pasar su lengua por mis labios, su forma entrelazar su lengua con la mía. Cuando nos separamos con delicadeza y dulzura, me di cuenta de que Itachi venía por el fondo y cuando llegó hasta nosotros preguntó por Deidara como era normal… pero ni Sasuke ni yo sabíamos por qué no estaba aquí. Itachi se desilusionó un poco, pero también se preocupó, podía verlo en su mirada y me pidió que cuando le viera en casa, si podía decirle que fuera a hablar con él por la noche en el patio de atrás de la casa. Yo le dije que le llevaría el mensaje, pero no prometía nada… tampoco sabía por qué Deidara no estaba aquí con lo que amaba a ese chico.

Itachi se marchó bastante triste y sobre todo… muy preocupado sin saber qué ocurría y aunque supongo que le habría encantado poder ir a mi casa a buscarle para aclarar sus dudas, no podía hacerlo porque mi padre no nos dejaba verles, aún habría complicado más la situación, así que sólo podía resignarse y esperar a que yo le diera el mensaje a mi hermano. La verdad es que también yo estaba un poco preocupado, últimamente no sabía muy bien lo que le ocurría, estaba triste, deprimido, cerrado en sí mismo y es que desde la violación de Hidan y la prohibición de nuestro padre de ver a los hijos de Fugaku Uchiha… Deidara había cambiado mucho, cada vez más reservado e introvertido. Yo salía de mi depresión y él entraba en ella, no sabía cómo ayudarle, creo que así debió sentirse él cuando me vio caer a mí tras lo ocurrido con mi entrenador, pero no vi lo mal que lo pasaba él hasta que yo me había encontrado en su misma situación y es que realmente… me sentaba mal que no me contase cómo se sentía, lo que le ocurría y no saber cómo poder ayudarle a salir de esa situación.

Entré por casa y me di cuenta de que mis padres no estaban por aquí y eso era raro, el que sí parecía estar era Deidara… aunque la puerta de su habitación estaba cerrada y aunque llamé, no me contestó y eso sí era extraño, porque mi hermano siempre me contestaba o me abría la puerta.

-       Dei… - le llamé – ¿puedes abrir? por favor… ábreme la puerta, tenemos que hablar.

-       Estoy estudiando – me dijo y no le creí nada.

-       Dei… no estás estudiando ¿Por qué no quieres hablar conmigo?

-       Porque estoy ocupado – me dijo.

-       Tú nunca estás ocupado para mí.

-       Estoy desnudo – dijo a modo de excusa y no pude evitar sonreír.

-       Te he visto miles de veces desnudo… somos gemelos, no tienes nada que esconderme, ábreme por favor.

Al final escuché el ruido del cerrojo y moví la manivela para descubrir que sí me había abierto la puerta y en cuanto entré… Deidara estaba moviendo ya la silla de ruedas de vuelta hacia la cama. Creo que había estado tumbado durante bastante tiempo en la cama porque la colcha estaba deshecha.

Se levantó despacio de la silla y aunque hizo un gesto de dolor por las heridas, se acostó enseguida en la cama y se quedó allí tumbado mirando al vacío, porque realmente no miraba a ningún sitio, creo que estaba deprimido y no entendía por qué, él mismo había quedado con Itachi y luego le había dejado plantado ¿Qué le ocurría?

-       ¿Me cuentas que te ocurre? – le pregunté.

-       No – me dijo de forma seca.

-       Itachi ha preguntado por ti.

-       Ni lo menciones – me gritó alterado y me sorprendió demasiado, nunca había visto a Dei gritarme como lo había hecho.

-       ¿Qué pasa? – le pregunté preocupado - ¿Hay algo que no sepa? ¿Te ha hecho algo?

-       No – me dijo empezando a llorar – lárgate Naruto – intentó echarme golpeándome en los hombros pero yo le cogí las manos y lo bloqueé.

-       ¿Qué te pasa Dei? – le pregunté aún más preocupado todavía, porque le ocurría algo, de eso estaba seguro y cuando toqué su almohada, me di cuenta de que estaba húmeda, había llorado - ¿Por qué llorabas?

-       No puedo decírtelo – me dijo aún saliéndole lágrimas de sus ojos.

-       ¿Por qué? – le pregunté cabreándome.

-       Porque te destrozaría a ti también y no quiero hacerlo, intento encontrar las palabras para decírtelo, no me presiones.

-       ¿Qué es lo que tengo que saber? – pregunté intrigado - ¿Qué tengo que saber? – le grité enfadado cogiéndolo de los hombros mientras él lloraba.

-       Itachi es mi hermano – me dijo

-       ¿Qué? – pregunté dudando porque era imposible.

-       Es mi hermano, es nuestro hermano Naru… no puedo estar con él.

-       Que tonterías dices… entonces Sasuke también sería… no puede ser – le dije sonriendo tratando de quitarle importancia sin creérmelo aún - ¿Cómo íbamos a ser hijos de Fugaku Uchiha?

Cuando Deidara me enseñó la fotografía, me di cuenta de que parecían más que amigos Fugaku y Minato, parecía que estaban saliendo juntos y empecé a preocuparme. ¿Qué ocurriría si éramos hermanos de verdad? ¿Sasuke mi hermano? Era preocupante, porque era el único chico con el que me sentía cómodo y seguro, era al único al que conseguiría amar en mi vida y lo sabía, después de lo de mi entrenador no creí que pudiera encontrar el amor, no creí que hubiera alguien que pudiera acercarse a mí o tocarme de nuevo, pero ese era Sasuke, yo estaba hecho sólo para él, Sasuke me había sacado de esa oscuridad en la que estaba y no quería volver a entrar en ella. Desde luego Deidara ya había entrado y yo… estaba al borde de hacerlo otra vez, porque no podían ser nuestros hermanos… no podían serlo.

La puerta de la calle se abrió y supe que acababa de llegar nuestro padre y nos debía muchas explicaciones al respecto. Creo que no era el único que buscaba respuestas a esto, porque Deidara fue el primero en levantarse y caminar muy despacio hacia la puerta. Estaba tan enfadado que hasta pasaba del dolor y de la silla de ruedas, iba andando y tuve que ayudarle a bajar las escaleras por miedo a que se cayese o algo.

Minato nos vio bajar las escaleras y se apresuró hacia nosotros preocupado por Deidara y es que aún no estaba listo para caminar con normalidad, pero a él parecía darle igual con tal de bajar a solucionar su gran duda. Además… llevaba la fotografía de Minato y Fugaku juntos en su mano derecha listo para enseñársela a nuestro padre. Por lo menos… aunque jamás habíamos enfrentado a nuestro padre y le respetábamos mucho… hoy tendría que decirnos toda la verdad, porque nos había mentido durante demasiado tiempo y eso no sé si podíamos perdonárselo, al menos no creo que Deidara lo hiciera, porque para Deidara, Minato era como su ídolo, el ejemplo a seguir y ahora… estaba decepcionado con él.

-       ¿Es cierto? – preguntó Deidara de golpe y nuestro padre no sabía de lo que le estaba hablando.

-       ¿El qué?

-       ¿Es mi hermano? ¿Itachi es mi hermano? – preguntó llorando

-       ¿Cómo…? – no terminó Minato de decir la frase cuando Deidara le lanzó la fotografía al suelo.

Papá cogió la fotografía del suelo y se quedó mudo al momento. Me parece que todo lo que decía Deidara era cierto por como miraba la fotografía. El mundo se me cayó a los pies en cuanto vi aquella mirada melancólica de papá, era cierto todo lo que decían, era verdad que éramos hijos de Fugaku Uchiha.

-       ¿De dónde la habéis sacado? – nos preguntó enfadado

-       Me la dio Hidan – dijo mi hermano muy serio - ¿Es cierto? – preguntó enfadado Dei.

-       ¿Has visto a Hidan? – Preguntó mi padre enfadado - ¿Cómo has podido verlo otra vez después de lo que te hizo? Estamos en juicio contra él.

-       ¿Es cierto o no? – preguntó Deidara de nuevo evitando el tema de Hidan, tema que también me preocupaba a mí, porque odiaba a Hidan desde que le hizo esto.

-       Es cierto – dijo Minato al fin - ¿Por qué crees que te impedía verle? Ya sé que estabas enamorado de él y que es un buen chico, pero no puedes estar con él, es tu hermano Dei…

-       ¿Y Kakashi? – preguntó casi llorando - ¿Él lo sabe?

-       Claro que lo sabe, estaba embarazado ya cuando él me conoció, sabía lo de mi pasado con Fugaku aunque no sabía quién era realmente el padre, pero sabía perfectamente que no era vuestro padre, aún así se hizo cargo, os quiere como si fuerais sus hijos de verdad.

-       Pero no es mi padre – le gritó Deidara – Es Fugaku Uchiha y por tu culpa me he enamorado de mi hermano ¿Cómo voy a quitármelo ahora de la cabeza? – le gritó enfadado – no puedo, le quiero demasiado.

-       Tienes que hacerlo Dei – dijo Minato acercándose a él para intentar darle un abrazo, pero Deidara se movió hacia atrás evitándolo.

-       No me toques, me has mentido, me has engañado y me has hecho sufrir, es tu culpa que me haya enamorado de mi hermano, es tu culpa que tenga este dolor que siento ahora – dijo llorando – te odio – le dijo mi hermano subiendo por las escaleras a su habitación.

-       Naru – me llamó mi padre pero yo también estaba enfadado.

-       Déjame – le dije – pienso igual que mi hermano, debiste decírnoslo cuando te enteraste que eran nuestros vecinos, debiste evitar que me enamorase de Sasuke.

Subí también hacia la habitación de mi hermano y le vi en la cama llorando desconsoladamente. Cerré la puerta tras de mí y me tumbé a su lado llorando también, porque en esto estábamos metidos los dos. Ahora no podía dejar de pensar que tenía que alejarme de Sasuke igual que Deidara había comenzado ya a alejarse de Itachi. Le di el recado de Itachi de que saliera al patio posterior esta noche, pero no sé si lo haría… yo no lo habría hecho en su situación, es más… ya no podía volver a ver a Sasuke.

-       Me acosté con él Naru – me dijo Deidara llorando – me he acostado con mi hermano

-       Y yo – le dije – y yo – le repetí llorando – intentemos olvidarnos de esto Dei, estaremos juntos y trataremos de olvidarnos de ellos.

-       ¿Cómo? – Preguntó dudando – no puedo quitármelo de la cabeza.

-       Lo sé, yo tampoco, pero hay que intentarlo.

 

Capítulo 33: Perdóname

Fugaku Uchiha POV

Me había quedado completamente en shock al descubrir todo esto… había abandonado a Minato cuando estaba embarazado de mí y eso no sé si me lo podía perdonar algún día, no quise abandonar a Sasuke y por no hacerlo… abandoné a Naruto y a Deidara, le dejé a Minato cargar con todo, le dejé solo y por un momento… agradecí que Kakashi le hubiera apoyado. Tanto tiempo deseando tener hijos con él, casarme con él, vivir felices y ahora… después de dieciséis largos años, descubría que Minato había tenido dos hijos míos. Por una parte me sentía el hombre más feliz del mundo al saber que mi sueño de tener una familia con él se había cumplido pero por otra parte… me dolía, no había estado con ellos, no éramos una familia y encima… se habían enamorado nuestros hijos y eso sólo les llevaría sufrimiento.

Otro tema que me preocupaba era el de Deidara, yo le había llevado al hospital aquella vez y ya me había afectado saber que habían violado al hijo de Minato… pero saber que encima era mi hijo, me había afectado el doble, ese chico… ese tal Hidan no se me iba a escapar, le iba a hundir por lo que le había hecho porque nadie se metía con mis hijos y salía impune de esa, por mis hijos yo era capaz de cualquier cosa y aunque Deidara no lo supiera… yo lucharía por él, porque era su padre al fin y al cabo y les quería a ambos.

La verdad es que me gustaría poder acercarme a ellos, conocerles, saber cosas de su vida, estar allí junto a ellos y sé que no tenía ningún derecho después de haberles abandonado tanto tiempo, pero tampoco sabía nada de ellos, si Minato me lo hubiera contado antes habría tratado de estar más cerca de ellos, habría tratado de ser un padre para ellos. Quizá no tenía derecho a acercarme a ellos y no sabía si ellos querrían saber de mí, pero lo que yo sí tenía muy claro… es que quería el divorcio con Mikoto, porque seguía igual que siempre, mis palabras no le habían llegado y estaba harto.

Lo primero que hice al llegar a casa fue preparar los trámites para el divorcio y ni siquiera necesitaba otro abogado, yo mismo lo haría y se lo mandaría porque estaba cansado de sus desplantes, de sus huidas con sus amantes, de que pasara de sus hijos, de que hubiera estado humillando y destrozando a Minato hasta que se marchó. ¿Cómo fue capaz de hacerle algo así estando embarazado? Pudo haber perdido a los niños, pudieron esos dos increíbles chicos no haber nacido jamás y en parte fue mi culpa por no darme cuenta, por haber elegido a Mikoto para que Sasuke tuviera un padre… si hubiera sabido lo de Minato antes… quizá muchas cosas hubieran cambiado, quizá ahora sería padre de dos gemelos rubios y podría haber pedido la custodia de Sasuke por incapacidad de su madre para cuidar de él… podría haber hecho tantas cosas si lo hubiera sabido…

Entré en mi despacho empezando a trabajar en los papeles cuando la puerta se abrió y vi que entraba Itachi. Cada vez que le veía… me venía a la mente cómo su madre había sido capaz de abandonarle como lo hizo desde que nació para irse con sus amantes. Muchas veces Minato se quedó cuidándole cuando yo tenía reuniones, juntas o congresos, a veces incluso Minato se quedó en casa algún fin de semana cuidándole hasta que volvía y todo porque no encontraba nunca canguros con tan poco tiempo de antelación que me daban. Yo sabía que a Minato le encantaban los niños y se quedaba con gusto cuidándole, pero verle así de paternal con Itachi, es lo que me hizo verle como algo más, es lo que me hizo darme cuenta de que yo quería formar una familia con él, quería que mis hijos fueran suyos y no de Mikoto, él los cuidaba, estaba siempre que le necesitaban allí y así habían salido sus gemelos… unos chicos increíbles, del mismo carácter inocente, trabajador y dulce que su padre, pero con un fuerte carácter cuando tenían que sacarlo, eran idénticos a su padre y me encantaba.

-       ¿Qué haces? – me preguntó Itachi al verme trabajar

Creo que esta era de las primeras veces que Itachi me veía trabajar en casa y es que yo mismo me impuse una norma… nada de trabajo en casa, sólo disfrutar con ellos todo lo que podía, ya que su madre jamás estaba en casa yo traté de ser el apoyo que ellos necesitaban y pasábamos largos momentos juntos, quería que no se sintieran solos por culpa de su madre y no sé si lo había conseguido en algún momento, pero habían salido perfectos, no podía estar más orgulloso de mis dos hijos, eran lo que todo padre habría deseado. Sonreí hacia Itachi.

-       Los papeles de divorcio – le expliqué – lo siento, no quería trabajar en casa pero…

-       No pasa nada, me parece bien – me dijo – ya era hora de que lo pidieras – me dijo Itachi y yo le miré con ojos de duda – seamos sinceros papá… pero mamá nunca está con nosotros, no la vemos nunca y no tienes por qué pagarle sus caprichos, ya iba siendo hora de que te divorciases.

-       No quería romper la estructura familiar – le dije – no sé qué pensará Sasuke.

-       Lo mismo que yo – me explicó – ya te lo he dicho… no hay estructura familiar, mamá no está nunca, para nosotros es como si no tuviéramos una madre, así que pensará igual que yo, que ya iba siendo hora de que dejases esta farsa de familia que tenemos – me dijo sonriendo – te mereces ser feliz y encontrar el amor de verdad. Deja de pensar tanto en nosotros… ya somos mayores y nos arreglamos, es hora de que empieces a pensar en ti, ya has sacrificado demasiado por esta familia, te mereces ser feliz, así que date prisa en hacer esos papeles y divorciarte, tienes mucho que hacer si quieres recuperar a ese chico – me dijo Itachi sonriendo y yo sonreí también.

-       De verdad que no se te escapa ni una… podías haber sido político con ese gran talento que tienes para hablar - le comenté y él sonrió.

-       Prefiero arquitecto – me dijo – odio la política.

Vi a Itachi salir de mi oficina y le pregunté hacia dónde iba… claro que cuando me dijo que había quedado con Deidara para hablar de algunas cosas… no me terminó de gustar la idea, tenía que decirle lo que ocurría pero le había prometido a Minato que no diría nada y me asaltaba la duda ¿Qué debía hacer? No podía dejar a Itachi así con esa gran mentira, no podía dejar que siguiera enamorándose de su hermano.

-       Itachi – le llamé y volvió a entrar – puedes sentarte un momento y lo hizo - ¿De verdad que amas a ese chico? – le pregunté.

-       Sí – me dijo sonriendo – llevo toda la vida buscando a alguien como él y lo sabes, no salgo con nadie a quien no ame de verdad y ese es Deidara – me dijo – quiero estar con él y sé que soy mayor pero… le amo – me dijo de forma tan dulce y sincera que me partía el alma ver en el lío que se estaba metiendo.

-       Yo… - intenté aclarar mis ideas en la cabeza para contárselo… pero no podía al verle tan emocionado con su amor por Deidara, no podía romperle todas sus ilusiones así – la vida nunca es fácil Itachi – le dije al final – y si de verdad le amas… vais a tener que luchar mucho por defender ese amor, porque mucha gente estará en vuestra contra.

-       Supongo – me dijo Itachi sin saber exactamente a qué me refería, pero yo sabía que si seguían adelante, la gente se metería con ellos por ser hermanos.

-       Itachi… si de verdad le amas, no te rindas, no hagas lo mismo que hice yo, no dejes pasar el amor de tu vida por nada – le dije intentando animarle y es que no podía decírselo… no podía ser yo quien rompiera su mundo, yo solo podía intentar apoyar a mi hijo y tratar de convencer a Minato de que tampoco eran hermanos… eran hermanastros, llevaban mitad sangre igual, mitad ADN, no eran hermanos completos – por cierto, ¿Cómo sabías que Deidara era un doncel? – le pregunté intrigado.

-       No lo sabía – me dijo muy serio – pero intuía algo, su padre era Minato y era un doncel, creí simplemente que podía haber una posibilidad de que hubiera salido igual a él. Me lo confirmó el mismo Deidara cuando en el hospital me dijo lo preocupado que estaba por si se quedaba embarazado.

Mi gran pregunta era… ¿Minato entendería que realmente no eran hermanos de sangre? Eran medio hermanos, ni siquiera eran completos y aunque sabía que aún así estaba mal, yo no podía destrozar a mis hijos, prefería apoyarles porque todo el mundo se pondría en su contra y yo no sería otro más, yo sería su apoyo, yo les entendería y eso es lo que me propuse.

-       ¿Puedo irme? – me preguntó Itachi sonriendo.

-       Sí – le dije.

Hice los documentos y pensé mientras los hacía cuánto había deseado haber hecho esto antes, haber sido libre para casarme con Minato… nuestra historia siempre había sido un imposible, no podíamos salir juntos porque era mi alumno y yo su profesor, no podíamos salir porque yo estaba casado, no podíamos salir porque era un chico y no se veía bien en mi familia, no podíamos salir porque el padre de Minato tampoco lo habría permitido por la reputación de su familia, no podíamos salir lo viéramos por donde lo viéramos… pero lo hicimos, nos dio igual todo y ni siquiera pude ver cuando se quedó embarazado, estuve demasiado ciego porque si me lo hubiera dicho… habría formado mi familia con él, le amaba, le deseaba, éramos felices hasta que Mikoto volvió embarazada y preocupada diciendo que era mío y dudé un tiempo si era mío o no, pero las fechas cuadraban perfectamente a la última vez que nos acostamos antes de que volviera a sus correrías con sus amantes.

Desde que conocí a Minato deseé estar con él, deseé casarme, tener hijos, darle a los míos si era necesario, convencer a su padre de que le dejase estar a mi lado, pero su padre tampoco lo habría permitido, mancharía el nombre y la buena reputación de la familia Namikaze si se sabía que Minato se había casado conmigo… que ya había estado casado y había repudiado a Mikoto, que también venía de una de las familias más importantes del país.

Creo que me impactó también el hecho de que Minato hubiera dejado su familia, de que le hubieran echado a la calle como a un perro sin dueño, no podía comprender como su padre era tan cabezón como para hacerle eso y sé que debió sufrir mucho, quizá aún lo hacía aunque no lo decía, porque al fin y al cabo… siempre sería su padre aunque hubiera hecho lo que hizo. No podía saber lo que sufrió, pero sabía que no debió de ser fácil verse solo embarazado de dos niños mientras la mujer del padre de esos niños te hacía la vida imposible, entendía por qué se marchó de mi universidad, de la ciudad y se vino aquí, entendía todo lo que hizo, intentó proteger a sus hijos lo mejor que pudo y lo admiraba por ello.

Me sorprendió cuando sonó el timbre de la casa y como Itachi había salido hace nada, creí que se le habían olvidado las llaves o algo pero cuando abrí, me encontré a Minato en mi puerta con lágrimas en sus ojos y se lanzó a abrazarme, necesitaba abrazarme y le dejé, le cogí entre mis brazos y lo apreté contra mi pecho tratando de que se sintiera mejor. No paraba de llorar y tenía algo en sus manos.

-       Lo saben – me dijo – mis hijos lo saben – me comentó.

-       ¿Cómo lo han sabido? – le pregunté.

-       Hidan le dio esta fotografía a Deidara… ¿Qué voy a hacer? No quiero perderles y ahora me odian.

-       No te odian, se sienten traicionados y engañados, dales un poco de tiempo hasta que se hagan a la idea Minato.

Le abracé porque sabía que esto debía dolerle mucho, estaba muy unido a sus hijos y que le dijeran algo así debía dolerle demasiado. Creía que perdía a sus hijos. Sentía tanta tristeza por él, me dolía verle tan deprimido y es que yo sabía cuánto amaba a sus hijos, no podía perderlos o se hundiría en la mayor de las tristezas. Para él todo giraba en torno a sus hijos, lo daba todo por ellos y ahora mismo no sabía cómo ayudarle. Al final lo único que pude ofrecerle, fue una taza de café o un té y que entrase en casa un poco para hablar de lo que había sucedido y accedió aunque no dejaba de llorar. Yo aproveché para volver a disculparme con él y lo haría una y mil veces si era necesario hasta que me perdonase, pero necesitaba que me perdonase por todo y al final… justo en el momento en que le di el té y lo cogió entre sus manos, acabé besándole de nuevo y es que me moría si no le besaba, lo sorprendente… es que se dejó e incluso… continuó mi beso.

 

Capítulo 34: No puedo sin ti

Sasuke Uchiha POV

Llegué a casa y quería ponerme a estudiar pero no podía, mi mente estaba concentrada en Naruto y es que me encantaba, adoraba a ese chico de cabellos dorados y ojos azules como el mar, era increíble, no sabía aún cómo había podido vivir tanto tiempo sin él, quizá era porque no le conocía aún, pero ahora que ya lo había conocido, no podía ver mi vida sin este chico.

Miraba por la ventana y trataba de encontrarle pero no parecía querer salir, algo me olía mal, creo que pasaba algo porque él siempre me saludaba desde su ventana o me hablaba desde allí, siempre se asomaba a verme pero hoy no. Era muy extraño todo esto y la verdad es que me preocupaba un poco, porque primero había sido Deidara el que había dejado plantado a mi hermano y ahora Naruto no se asomaba a verme.

Al final acabé acostándome a dormir y por mucho que trataba de dormirme, sólo me venía a la cabeza imágenes de Naruto, imágenes tanto de él como del día en que estuvimos juntos, la verdad es que aquel día fue el mejor de mi vida, porque desde que llegué a esta ciudad y conocí a ese chico de cabello rubio, yo me había vuelto loco por él, me había enamorado y eso era muy complicado de conseguir en mí, muchas chicas y chicos trataron de enamorarme, pasaban meses intentando seducirme y ese chico… lo había conseguido en apenas un día, sólo un vistazo fue suficiente para que cayera en sus redes, me tenía completamente a sus pies, haría cualquier cosa por él.

No sé aún que estaría ocurriendo en su casa para que no saliera a verme, quizá era algo de su hermano porque también era raro que no hubiera ido a ver a Itachi. Sé que Naruto hacía cualquier cosa por su hermano, se preocupaba mucho por él, me di cuenta enseguida de que para acercarme a él, era importante llevarme bien con su hermano y desde luego acerté, porque fue la forma en que conseguí llegar a él, a través de Deidara. Sinceramente… me parecía que desde que nos mudamos aquí, nosotros habíamos desbarajustado toda la vida de la familia Namikaze y me sentía un poco culpable de ello, pero a la vez me sentía feliz, porque estaba con Naruto y eso era importante para mí, ¿Quién me diría que yo… Sasuke Uchiha me enamoraría? Nadie de mi antigua ciudad lo consiguió y un chiquillo de Seattle robó mi corazón. Sonreí al recordarle, al recordar la primera vez que le vi, aquel golpe en mi espalda que casi lo tiró al suelo, aquel chico ruborizándose al verme, tan borde y seco, tan solitario huyendo de todo el mundo y sin dejar que me acercase y ahora… ahora yo le estaba quitando ese miedo que tenía, esa desconfianza porque en mí… en mí siempre podría confiar, yo siempre le protegería de todo.

Me desperté tras haber tenido una pesadilla y al mirar el reloj de la mesilla me di cuenta de que eran las cuatro de la mañana. Me sequé el sudor de la frente con la manga del pijama y me levanté para ir a la cocina a por un vaso de agua. Odiaba estos momentos, porque luego me costaba horrores volver a dormirme y mañana teníamos clase, supongo que llevaría unas buenas ojeras. Pasé por la habitación de mi hermano y tenía la puerta cerrada, típico en él dormir con la puerta cerrada, así que no me extrañó, a estas horas debía estar tronco perdido. Cuando empecé a bajar las escaleras, me di cuenta de que había luz en el salón y se escuchaban voces, si no me equivocaba… era mi madre hablando por teléfono. Yo imaginé que estaría hablando con su amante… que harto me tenía esta situación, esperaba que papá se diera cuenta pronto y la echase de aquí, porque las cuatro de la mañana no eran horas de llegar y menos de ponerse a hablar por teléfono.

Mi madre se reía mucho y a mí me ponía de los nervios, tenía una risa falsa o a mi me lo parecía, quizá sólo me lo parecía por el odio que le tenía, pero es que yo ya no la consideraba mi madre, era una extraña que vivía en esta casa, puede que ella me hubiera dado a luz… pero nada más, por mí no hizo absolutamente nada, todo lo hicieron mi hermano y mi padre, no le debía nada a esa mujer que estaba ante mis ojos.

La miré desde la puerta, estaba tumbada en el sofá moviendo los pies animadamente mientras reía y seguía hablando por teléfono. Iba a marcharme cuando de repente se puso muy seria y comentó algo sobre “Ese maldito crío”. Me quedé allí por la mera curiosidad de saber a quién se refería, no sé si era por mí o por  Itachi… quizá por alguien más pero decidí quedarme a escuchar.

-       Resulta que ahora ha vuelto a aparecer… no debió de tener bastante con todo lo que le hicimos en el pasado… pero hay que separarle de mi esposo, ocúpate de él… me da igual cómo, deshazte de ese maldito crio, amenázale con sus hijos como hicimos una vez, haz lo que sea, pero no puede estar cerca de mi marido, no podré conseguir su fortuna si se divorcia de mí ahora para andar detrás de ese rubio impertinente – le decía a la otra voz del teléfono – Al parecer ha tenido a los niños, no salió tan bien nuestro plan de que los perdiera, yo que creía que ya se había largado de nuestras vidas ahora aparece aquí en Seattle, odio mucho a ese maldito crío – le decía mi madre – hay que hacer algo y hay que hacerlo cuanto antes. Fugaku ya me está preparando los papeles de divorcio y no puedo permitirme perderle, toda mi riqueza proviene de él ¿Qué haría sin su dinero? – le preguntaba.

De verdad que mi madre sólo estaba con mi padre por su dinero, no quería nada más, estaba seguro de que mi padre sólo se quedó con ella por mí, Itachi me lo había dicho varias veces y lo entendía, no creo que nadie pudiera estar con una persona tan cínica y superficial como era mi madre. Me daba un poco de lástima papá, porque no había podido ser feliz con la persona que eligió para compartir el resto de su vida y me alegraba que le pidiera el divorcio, al menos podría rehacer su vida, pero también me intrigaba saber de quién hablaba Mikoto. ¿A quién le hizo la vida imposible para que perdiera a los niños? ¿Tan bajo podía caer como para intentar que no nacieran unos niños indefensos?

Mi madre se giró y me vio en la puerta observándola pero a mí me daba igual. Se calló de golpe y le comentó a su amante que hablarían después, supongo que no quería seguir contándole cosas suyas delante de mí.

-       Sasuke… - me dijo colgando el teléfono - ¿Qué haces despierto tan tarde? – me preguntó con voz dulce como si ahora pudiera ser mi madre.

No te me acerques y deja de hacerte la madre sufrida y atenta… los dos sabemos muy bien que no te importa si estoy despierto o no por mi salud, sólo por la conversación que has tenido – ella sonrió.

-       ¿Cuánto has escuchado?

-       Bastante – le dije – ojalá el papá se divorcie de ti.

-       No puedes hablar enserio… soy tu madre.

-       No… eres una extraña que vive en nuestra casa cuando le apetece, no estuviste ni una vez con Itachi y tampoco conmigo, no eres nada nuestro, sólo la que nos dio a luz, nada más, no te creas con derecho sobre nosotros sólo por eso.

-       Te has vuelto igual de impertinente que tu hermano y tu padre – me dijo.

-       Es posible, he sacado su mismo orgullo – le dije sonriendo – y doy gracias a Dios todos los días de no tener ningún parecido a ti.

-       Eres igual de prepotente que todos ellos.

-       Soy un Uchiha después de todo – le dije – deberías estar acostumbrada a cómo somos… te casaste con uno y te follas a su hermano.

Mi madre me dio un bofetón supongo que por la insolencia, pero yo sonreí lejos de sentir dolor, para mí… ella no podía hacer absolutamente nada, mi padre acabaría con esta farsa de matrimonio y sería suficiente para hacerla sufrir, no necesitaba nada más, yo no tenía que hacer nada, perdía a sus hijos y a su esposo de golpe por no haber sido lo suficientemente inteligente para darse cuenta de que su fortuna se iba con nosotros, no fingía muy bien, pero yo esperaba que disfrutase con su amante, mientras saliera de nuestras vidas sería genial.

-       ¿Quién era? – le pregunté con una sonrisa - ¿De quién hablabas?

-       Del amante de tu padre – me dijo muy segura - ¿Creías que yo era la única que tenía amantes?

-       No me extraña, no sé cómo te aguantó tanto tiempo el papá – le dije sonriendo - ¿Cómo se llama?

-       Minato Namikaze – me dijo sonriendo y me di cuenta entonces de algo… era el padre de Naruto.

-       Mientes – le dije.

-       No – me dijo sonriendo – tu padre se tiraba a ese crío y él le dio dos hijos rubitos y de ojos azules… tal y como salen los de la familia Namikaze, muy diferente a los Uchiha que sois morenos y de ojos oscuros.

-       No puede ser – le dije teniendo en cuenta de que Naruto… podría ser mi hermano según lo que decía mi madre.

-       Puedes preguntarle a tu padre si no me crees, yo intenté evitar que nacieran, puedes culparme si quieres, pero no quiero a los hijos de su amante en mi familia – me dijo cabreada.

-       Si tratas de hacer algo a esa familia… te hundiré yo mismo, papá no dejará que te salgas con la tuya, es el mejor abogado del país, te hundirá en la miseria – le amenacé.

Odiaba que alguien pudiera amenazar a Naruto y más si era mi madre ¿cómo podía haber intentando hacer que no nacieran esos niños? Ambos eran increíbles y ella había intentado matarles sólo porque no quería ver a los hijos del amante de su marido… no me cabía en la cabeza cómo podía pensar así, esos niños tenían derecho a vivir y no podía imaginarme lo que había tenido que sufrir Minato aguantando sus insultos, aguantando sus desplantes y amenazas… empezaba a entender por qué Minato se marchó lejos.

Volví a mi habitación después de coger el agua y dejé allí a mi madre, pero ahora no podía dormirme pensando que quizá Naruto podía ser mi hermano y no podía evitar algo así, yo le amaba, pero no podía estar con él sin resultaba ser mi hermano y eso me destrozaba. Al final como supuse, a la hora a la que sonó el despertador para ir a clase, yo tenía unas ojeras increíbles de no haber podido dormir nada y mi padre hacía un rato que se había marchado al despacho, así que no tuve oportunidad de preguntarle nada, lo haría a la vuelta.

Cuando llegué a clase, Naruto estaba hablando con un chico… creo que era Sai porque lo había tenido en mi clase de biología y siempre hablaba con sus compañeros, sabía que al menos uno de ellos, Suigetsu, les contaba cuánto le gustaba un chico. Yo esperaba que no fuera Naruto, aunque por la forma de mirarle imaginé que era Naruto precisamente y me dio un ataque de celos, porque conocía a Suigetsu de los primeros días de clase… sólo lo querría para el sexo y nada más, para mí Naruto significaba mucho más que eso y no dejaría que le hiciera nada. No creí que Sai fuera un problema, pero al ser amigo de Suigetsu podría estar planeando algo para acercarlo a su amigo y no me gustaba.

Me acerqué hasta ellos y les interrumpí, aunque Sai se puso en medio dándome la espalda y alejándome de Naruto sin dejarme alcanzarle, al final, le pegué un empujón y cogí a Naruto del brazo arrastrándolo conmigo hacia otro pasillo menos transitado.

-       Tenemos que hablar – le dije.

-       No Sasuke – me dijo – yo… yo lo siento mucho pero… creo que no podemos estar juntos.

-       Sé lo de tu padre y el mío – le dije de golpe.

-       Entonces ya sabes por qué no podemos estar juntos Sasuke – me dijo.

-       No lo he confirmado – le dije.

-       Pero nosotros sí, Minato nos lo ha confesado, eres mi hermano Sasuke. Por favor… déjame, no me hagas recordar más veces lo que ha pasado entre nosotros, somos hermanos… esto está mal.

-       No puedes hablar enserio Naruto.

-       Hablo muy enserio Sasuke – me dijo – al final la gente siempre me traiciona, hasta mi padre me ha mentido, lo siento Sasuke, espero que seas feliz con alguien.

-       No quiero un “Alguien”, te quiero a ti – le dije – y desde luego no quiero que estés con Sai.

-       No estoy con él, sólo me estaba hablando – me dijo.

-       Vamos Naruto… todos podemos ver que quiere algo contigo.

-       ¿Y qué más te daría? Tú y yo no podemos estar juntos Sasuke, además… yo no confío en nadie, ya te lo dije.

-       Naruto no vuelvas a eso, no vuelvas a hundirte en ti mismo… estabas saliendo, empezabas a sonreír, empezabas a ser feliz.

-       Sí – me gritó – lo estaba haciendo gracias a ti, volvía a ser el chico que siempre era pero ya no puedo más… cada vez que confío en alguien me traicionan, estoy cansado, sólo confío en mi hermano, no necesito amigos, no necesito novio, no necesito nada – me dijo – por favor Sasuke… trata de olvidarme como yo trataré de olvidarte a ti.

-       No puedo hacerlo – le dije pero él se marchó prácticamente llorando por el pasillo y yo aproveché a gritarle antes de que desapareciera – me niego a renunciar a ti ¿Me oyes?

 

Capítulo 35: Volverás

Deidara Namikaze POV

No podía creérmelo… me había acostado con mi hermano, creí que no era sólo Hidan quien podía quererme, creí que había un mundo ante mis ojos y que podía ser especial… Itachi me hacía sentir especial, pero ahora me daba cuenta de que ni siquiera con él podía estar y él era el único al que parecía importarle a parte de Hidan ¿Mi destino era estar con Hidan? Al final yo tenía razón… solo Hidan podía quererme, sólo él me quería y no podía evitarlo.

Empecé hasta a sentirme culpable… ¿yo le había obligado a tener que violarme con mis rechazos? ¿Era yo realmente el culpable de que hubiera pasado todo aquello? Ya no estaba seguro de nada, ni siquiera de la denuncia que puso mi padre… “mi padre” sonaba tan vacía ahora esa palabra, creí que me apoyaba, que siempre estaría ahí y me había mentido durante dieciséis años. Naruto había tratado de convencerme durante esa noche de que lo que había hecho Hidan era imperdonable, de que era su culpa, pero yo seguía pensando que era mía, no podía evitarlo… yo había jugado con él, le había rechazado demasiadas veces y al final no aguantó más, encima… yo le había traicionado con mi hermano, con Itachi. Sólo podía pensar en eso, quizá me lo merecía, sería mi castigo por haberme acostado con mi hermano.

Decidí salir a la cita con Itachi, pero simplemente para romper con él tal y como Naruto también iba a hacer con Sasuke. Realmente no quería hacerlo, sabía que mi corazón sólo podía pertenecerle a Itachi… pero el maldito destino lo separaba de mí como separaba también a Sasuke de mi hermano y sé que aunque Naruto se hacía el fuerte, sufría igual que yo por dentro. Habíamos estado hablando y decidí al final ir a ver a Itachi.

Cuando salí, estaba allí esperándome con una sonrisa en la boca y yo no podía sonreír, me era imposible, ni siquiera podía fingirla como siempre hacía, me dolía demasiado lo que iba a hacer como para tratar de sonreír, como para aparentar que todo estaba bien. Le miré bien… porque esta sería la última vez que volvería a verle, a partir de hoy le evitaría porque me dolía demasiado verle, sólo con recordar que me había acostado con mi hermano… ya me dolía demasiado.

Me acerqué a la valla y él trató de besarme, pero me alejé antes de que lo hiciera diciéndole un “no”. Supongo que se extrañó mucho por mi comportamiento al ver como giraba la cara y no le dejaba besarme, tanto… que sus manos se alejaban ahora con calma de mis mejillas sintiéndose mal por haber tratado de tocarme y yo haberme rehusado.

-       ¿Qué ocurre Dei? – me preguntó.

-       Yo… - intenté hablar pero no me salían las palabras – yo… quiero romper contigo – le dije al final.

-       ¿Por qué? – me pidió una explicación.

-       No podemos estar juntos… lo siento.

-       Eso no es una explicación razonable – me dijo y de verdad que me recordaba a mí, yo también exigía explicaciones convincentes, éramos tal para cual y el destino nos separaba.

-       Lo siento Itachi… pero he descubierto algo por lo que no podemos seguir viéndonos – le dije

-       ¿Qué motivo? – volvió a preguntarme.

-       Tu padre… - intenté hablar y se me entrecortaba la voz – tu padre también es mi padre – le dije – soy tu hermano.

-       Venga ya Dei – me dijo – eso es imposible.

-       Por favor Itachi… créeme… no podemos estar juntos.

-       Dios mío – me dijo como si hubiera caído en algo importante – espera… mi padre me dijo que siempre había estado enamorado de Minato… pero no creí que vosotros… Oh Dios mío – me dijo echándose las manos a la cabeza – Dios… ¿Qué hemos hecho?

-       Lo siento Itachi, de verdad que lo siento – le dije llorando – yo… no puedo estar contigo.

Me marché de allí a toda la velocidad que mi dolorido cuerpo me dejaba y es que no podía verle, le vi hundido, deprimido, destrozado… tanto como lo estaba yo y es que creí encontrar a mi chico ideal, al hombre perfecto, mi otra mitad… y era todo una ilusión, mi mitad debía de ser Hidan, porque era el único que parecía quererme. Al final… Hidan tenía razón, yo le pertenecía.

Lloré toda la noche en mi cama y Naruto estuvo conmigo, durmió abrazado a mí y también le escuché llorar aunque trataba de camuflarlo. Éramos un par de idiotas por habernos enamorado de las personas equivocadas. ¿Qué íbamos a hacer ahora? Ya no nos quedaba nada más que sufrir y yo tenía clara una cosa… se acabó el Deidara perfecto, ya todo me daba igual, había perdido la ilusión por vivir, había perdido la ilusión por estudiar, por encontrar el amor… ya todo me daba lo mismo y le iba a demostrar a mi padre que no podía controlar mi vida cómo quisiera.

Aquella mañana me levanté más revoltoso que de costumbre, yo nunca había hecho nada malo, siempre era el chico perfecto pero hoy dejaría de serlo, estaba cansado de todo, hoy nacía el nuevo Deidara, no quería seguir siendo este chico inocente que creía en la gente, Naruto tenía razón, la gente te defraudaba. Me vestí con lo más viejo y destrozado que encontré en el armario y cuando bajé, primero fue Naruto el que casi escupe los cereales al verme y luego mi padre que se quedó demasiado sorprendido hasta para mediar palabra.

-       Sube a cambiarte – me dijo.

-       No quiero – fue mi contestación y Naruto se sorprendió el doble porque yo nunca había contestado mal y menos a nuestro padre.

-       Deidara no me hagas enfadar, sube a cambiarte, pareces…

-       ¿Qué parezco? – le pregunté

-       Un vagabundo – me dijo cabreado – sube ahora mismo y cámbiate.

-       Me voy a clase.

-       Deidara… vuelve aquí, cámbiate de ropa y desayuna.

-       Me has quitado el hambre con tanta discusión – le dije y cogí la mochila marchándome por la puerta.

Aún escuché a Minato preguntarle a mi hermano qué me ocurría hoy, pero Naruto tampoco tenía ni idea, elevó los hombros en señal de duda y salió tras de mí al poco tiempo. Yo había aprovechado el rato en el que me cambiaba para avisar a Hidan y ya me esperaba fuera de casa. Creo que se sorprendió un poco también cuando me vio.

-       ¿Qué pasa? ¿Ahora estás en tu fase rebelde? – me preguntó.

-       ¿Te molesta acaso? – le pregunté enfadado.

-       Para nada – me dijo sonriendo

Sin mediar palabra alguna en cuanto llegué hasta él cogí el cuello de su camiseta y empujándolo hacia mí le besé. Me dio igual los que me vieran, ya nada me importaba después de la traición que me habían hecho, mi corazón estaba tan destrozado que no podían romperlo más, había perdido al chico de mi vida, había comprobado cómo mi padre me mentía una y otra vez, me ocultaba secretos demasiado importantes como para ocultarlos y ya no podía más. Hidan sonrió con prepotencia en cuanto me separé de él y esa sonrisa me hizo temblar, porque seguía temiéndole, pero traté de aparentar que todo estaba bien, él era el único para mí, debería acostumbrarme a esto, debería acostumbrarme a este miedo.

-       ¿Por fin te has dado cuenta de que sólo puedes ser mío? – me preguntó.

-       Sí – le dije – vámonos – le comenté mirando a la ventana de casa donde Minato me miraba con cara de pocos amigos.

Creo que no le gustaba la gente con la que me estaba marchando, porque Hidan no era trigo limpio, todos lo sabíamos, pero supongo que era mi vía de escapatoria, ya no quería seguir viviendo así, era la forma de huir, la forma de demostrarle a mi padre que no volvería a ser ese chico al que podían engañar, que no volvería a ser el chico educado y perfecto, ahora sería esto.

Naruto me llamó preocupado tratando de convencerme de que no me marchase con Hidan y hasta se atrevió a pegarle a Hidan por lo que me había hecho en el pasado, pero no le hice caso y acabamos hasta insultándonos, era la primera vez que discutía enserio con mi hermano y cuando vio que no podía impedir que me marchase, me pegó un puñetazo que me tiró al suelo sangrando por la nariz, pero me dio igual también, sonreí, me levanté y seguí a Hidan marchándome.

-       Dei… te he dicho que no vayas con él – me gritó Naruto pero yo ya me estaba marchando calle abajo – que vuelvas aquí maldita sea, no es de fiar ¿Eres un maldito masoquista o qué narices te pasa? Aléjate de él.

Caminos cinco minutos y entonces sentí como un coche paraba detrás de nosotros y el que había bajado me agarraba del brazo apartándome de Hidan. Mis ojos se cruzaron con los de Itachi y sentí dolor, mi corazón volvía a romperse, verle era una tortura porque sabía que le amaba y sabía que no podíamos estar juntos.

-       ¿Qué narices estás haciendo Dei? – me gritó él enfadado y mi carácter combativo se redujo, no podía enfadarme con Itachi pero tenía que hacerlo… tenía que separarle de mí fuera como fuera.

-       ¿No lo ves? – Le pregunté – me voy al instituto con Hidan.

-       ¿Por qué? – Me preguntó - ¿Cómo puedes volver con él después de lo que te hizo? Mírate bien Dei, estás destrozado y es por su culpa, porque él te violó, no puedes irte con él por dios… entra en razón. ¿No le tienes miedo?

-       Es mi vida Itachi – le dije – puedo salir con quien yo quiera.

-       Con él no – me gritó enfadado – mírate, tiemblas sólo de estar cerca suyo, ni siquiera puedes camuflar el miedo que te da tenerlo cerca, no puedes fingir conmigo Deidara, te conozco demasiado.

-       Vete de aquí Itachi… no tengo por qué hacerte caso, sólo eres mi medio hermano – le dije – deja de preocuparte por mí y rehaz tu vida como yo rehago la mía.

-       Esto no es rehacer tu vida Dei, es destrozarla, tú no eres así, no te metes nunca en líos, no eres un chico problemático ¿No lo ves? Tienes un brillante futuro por delante y lo estás tirando por la borda.

-       Puede que no haya sido un chico problemático… pero en esto me habéis convertido todos, ya nada me importa Itachi, aléjate de mí si no quieres entrar en este mundo – le dije.

-       Deidara… no te metas en líos – me dijo – por favor… piensa bien las cosas, donde quieres entrar no hay vuelta atrás, no puedes ir con Hidan, he visto a sus amigos y no son para ti, sólo acabarás mal si sigues por ahí. No me hagas esto Dei… no puedo ver cómo destrozas tu vida por un cabreo con tu padre, porque es eso… ¿Verdad? Estás cabreado con Minato y por eso estás haciendo esto, quieres hacerle sufrir como él te ha hecho sufrir a ti, pero este no es el camino Dei – me dijo y sé que había dado en el blanco de todo – Tu hermano está preocupado también y yo no creo que quieras preocupar a Naruto, venga Dei.

-       Aléjate – le dije a punto de llorar por sus palabras y es que el maldito utilizaba las palabras perfectas en el momento perfecto, era como yo y no podía evitar quererle aún más, tenía que separarme de él.

-       No quieres a Hidan Dei – me dijo susurrando para que Hidan no le escuchase.

-       Pero él me quiere a mí.

-       No es cierto… quiere tu cuerpo, tu cerebro, no a ti, es obsesión, no te ama. Dios Deidara… te hará daño, él no va a traerte nada bueno, sólo tienes que alejarte un par de días, su juicio es en nada.

-       Él es el único que me ama.

-       Estoy aquí Dei, estoy aquí luchando por ti, yo te amo, Hidan no es el único.

-       Tú no cuentas – le dije mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla y él se sorprendió – eres mi hermano – le dije y me marché con Hidan hacia el instituto.

Este mundo en el que me iba a meter con Hidan… sé que era peligroso, sé que Itachi tenía razón en todo lo que dijo y que no quería entrar, pero también es cierto que quería darle un escarmiento a mi padre y esta fue la única forma que ahora mismo tenía para lograrlo. Lo sentía de verdad… pero ya no podía más, tenía que alejar a Itachi de mi vida.

 

Capítulo 36: Ayuda

Itachi Uchiha POV

No podía creerme nada de lo que estaba ocurriendo, primero descubría que Dei era mi hermano y ahora lo veía besándose con Hidan… ¡Con Hidan! Que lo había violado y destrozado hasta el punto de llevarlo al hospital ¿Cómo podía ser que no se diera cuenta Deidara de que era un peligro volver con él? Ya estaba fuera de peligro y ahora volvía a entrar. Sé que le había afectado mucho todo esto, le había afectado demasiado y era su forma rebelde de tratar de pasar de todo esto, pero no era el sistema, convertirse en alguien como Hidan no le ayudaría, le empeoraría aún más pero él no parecía darse cuenta… mentía… si se daba cuenta, pero le daba igual, sentía que su vida ya no tenía sentido y por eso lo estaba haciendo, quería ver a su padre sufrir como lo estaba haciendo ahora mismo él, pero no se daba cuenta de que su padre también había sufrido ya en el pasado, tenía que haber un motivo para el que no le dijera nada a sus hijos, seguramente no esperaba volver a ver a mi padre y había rehecho su vida junto a Kakashi, por eso preferiría quizá que vieran a Kakashi como su padre para darles estabilidad en la familia, pero Dei no lo veía, sólo veía la mentira que le habían dicho.

Deidara me tenía muy preocupado, que estuviera con Hidan me preocupaba demasiado porque conocía a los chicos como él, eran conflictivos y no le esperaba nada bueno a Dei si seguía a su lado y ahora mismo… no sabía cómo sacarlo de este lío. Si antes pude hacerlo demostrándole cuánto le quería y tratándole con el cariño que Hidan no le había tratado… ahora me era imposible, porque era mi hermano, no podía ofrecerle lo que él esperaba de mí, porque esperaba mi amor, esperaba estar conmigo siempre y no podíamos. ¿Cómo iba a sacarlo de este lío? No tenía ni idea.

Ese día recogí a mi hermano del instituto como siempre y al subir al coche de copiloto, se dio cuenta de que yo miraba a Deidara ofreciéndole esas sonrisas a Hidan, esas sonrisas que debían ser sólo para mí ahora se las daba a él y me ponía celoso y muy nervioso. Odiaba a ese maldito tío, me daban ganas de salir del coche, cogerlo por banda y darle una paliza por lo que le estaba haciendo a mi chico. Sasuke me miró y me dijo que me calmase al verme apretar el volante entre mis manos, así que al darme cuenta de cómo apretaba el volante, relajé las manos.

-       ¿Qué vas a hacer? – me preguntó mirando hacia Deidara.

-       No lo sé.

-       Itachi… no puedes dejarle con él – me dijo.

-       ¿Crees que no lo sé? – le pregunté – pero no sé qué hacer. Le ha afectado demasiado descubrir que soy su hermano, me está huyendo.

-       Naru también me está huyendo a mí – me dijo mi hermano – pero al menos no está en la fase rebelde.

-       Al menos tienes eso de tu parte… porque yo no sé cómo sacarlo de esa fase – le dije.

-       Es complicado – me dijo mi hermano – me da rabia no poder estar al lado de Naruto en estos momentos, porque sé que estará sufriendo por su hermano además de la desilusión esta de ser mi hermano. Si es que todo nos pasa a nosotros… ahora que encontramos a las personas adecuadas resulta que no podemos estar con ellas.

-       Sí… lo sé – le dije desilusionado – he buscado toda la vida a alguien como Deidara y ahora… pasa esto – dije pegándole un golpe al volante.

Estaba cabreado, muy cabreado pero no con Deidara, estaba cabreado con la situación en general, con Hidan que parecía ganarme la batalla y es que ahora la tenía completamente perdida, no podía estar con él de ninguna de las formas y me fastidiaba, quería proteger a Deidara y no podía hacerlo ahora mismo con Hidan allí en medio, le pondría en mi contra, Deidara se pondría de su parte por estar dolido con esta situación, no me apoyaría a mí.

Maldije a Hidan, porque siempre parecía salirse con la suya, quedaban apenas dos días para su juicio, sé que había salido bajo fianza después de aquellos dos días encerrado en la comisaría, pero no había nada contra él, Deidara era la víctima y tenía que testificar en el juicio en su contra… no creo que ahora mismo quisiera testificar en su contra y era lo más absurdo que podía hacer.

Conduje hasta casa y no pude remediar mirar a Deidara cuando pasé a su lado y sé que él me vio a mí también. No me detuve, creo que él y yo ya habíamos hablado todo lo que teníamos que hablar. Ahora sólo tenía que pensar en algo, darle algo de distancia mientras pensaba cómo sacarle de este problema en el que se encontraba.

Al llegar a casa mi madre no estaba, como era su costumbre y Sasuke estuvo contándome al final todo lo que había pasado anoche, algo que agradecí y es que la relación con mi hermano era muy buena, me alegraba tenerle a mi lado y que mi padre hubiera decidido quedarse con Mikoto aunque sólo fuera por Sasuke, porque era lo que más quería en el mundo, siempre sería mi hermano, le adoraba y le protegería de cualquier cosa. Sasuke siempre podría contar conmigo para lo que fuera y la verdad… es que era un poco irónico, porque ahora ambos compartíamos el mismo sufrimiento por las personas que amábamos.

Extrañamente… mi padre estaba en su despacho como anoche, no sé si estaba preparando los papeles de divorcio o le ocurría otra cosa, pero podía imaginarme lo que era… acababa de descubrir que tenía dos hijos más y eso no era fácil de asimilar y menos como para contárselo a la familia, aunque Sasuke y yo ya lo sabíamos. Me acerqué al despacho y toqué la puerta para pedirle permiso y me lo dio. Me senté en una de las sillas frente a él y le vi dudando… estaba bastante tenso.

-       ¿Ocurre algo Itachi? – me preguntó.

-       ¿Las palabras de ayer eran porque Deidara es mi hermano? – le pregunté – todo eso de que tenía que luchar mucho por él… ¿Era por eso? – le pregunté y él suspiró.

-       Eso parece – me dijo – yo no sabía que eran míos, lo siento Itachi. ¿Habéis hablado con ellos?

-       Muy poco… Deidara me rehúye desde que lo sabe – le comenté – pero se está metiendo en un buen lío, ha vuelto con Hidan.

-       ¿Qué? – preguntó sobresaltado - ¿Cómo que ha vuelto con él? ¿No ve en el problema que se está metiendo? Ese chico lo violó, tiene una denuncia… yo llevo el caso, sólo faltan un par de días para el juicio, tenía que mantenerse lejos de él solo unos días.

-       Lo sé – le dije – pero no atiende a razones en estos momentos. ¿Qué ocurrirá si Deidara no testifica en su contra? – le pregunté

-       Quedará absuelto, tiene que ser Deidara, podría alegar Hidan que fue otra persona quien lo hizo, ninguno de nosotros le vio hacerlo, sólo… lo sospechamos, tiene que ser Deidara quien lo confiese. Está dolido y está haciendo locuras. Déjame pensar algo, pero te aseguro una cosa… ese violador no se va a quedar con mi hijo – me dijo enfadado – no voy a dejar que le haga daño.

-       ¿Si te consigo una prueba que demostrase que Hidan lo violó, serviría? – le pregunté.

-       Necesitaría la confesión del propio Hidan si Deidara se niega a delatarle y no creo que se admita culpable.

-       Voy a preparar algo de comer – le dije a mi padre algo desanimado.

-       Itachi… lo que te dije el otro día iba enserio.

-       Lo sé, pero no es cuestión de luchar o no por su amor, su amor lo tengo, es cuestión de que no podemos estar juntos y eso no puedo impedirlo. No sé qué hacer, nunca había tenido una situación así, se me va de las manos.

-       No puedes tirar la toalla Itachi, tú no, siempre has luchado por lo que has querido, no puedes rendirte ahora.

-       Los hermanos no pueden estar juntos – le dije.

-       Itachi… Deidara no es tu hermano biológico… tiene la mitad de la sangre no es tu hermano como tal.

-       La gente nos juzgaría.

-       Seguramente… pero… ¿Lo importante es lo que piense la gente o que tú estés feliz?

-       Supongo que estemos felices – le comenté.

-       Entonces lucha por lo que quieres y olvídate de los tabús y de la gente, si le quieres ve a por él.

-       Es muy fácil decirlo… pero no sé si Deidara pensará como yo y menos ahora que está con ese imbécil – le dije.

-       Todo se arreglará Itachi, a veces hay que tener un poco de fe.

-       Estoy empezando a perderla – le comenté a mi padre antes de salir de su despacho.

Salí de allí y entré en mi habitación para darme cuenta… de que Deidara estaba en su cuarto al otro lado de la ventana y no pude remediar mirarle. Puede que él quisiera alejarse de mí y que no podíamos estar juntos… pero seguía amándole y no permitiría que Hidan pusiera una mano encima suyo, no iba a abandonarle aunque tuviera que meterme en el mismo infierno en el que Deidara se estaba metiendo, no podía dejarle allí, era un chico con un brillante futuro y no lo iba a desperdiciar de esta forma.

Deidara me miró, me vio allí frente a mi ventana observándole y aunque se detuvo unos segundos, enseguida cerró su persiana evitando que le viera. De verdad que ese chico me huía ahora. Tampoco creí que fuera fácil asimilar que se había acostado con su hermano… encima su primera vez, era un golpe duro. Desde luego había metido la pata hasta el fondo con Deidara y no sabía arreglarlo.

Cerré también mi persiana y traté de dormir aunque no podía… mi mente sólo podía pensar en Deidara y lo que estaría sufriendo, creo que incluso más que yo y es que sólo tenía dieciséis años y una vida por delante, una vida que ahora estaba tirando a la basura por juntarse con mala gente.

Al día siguiente no lo pensé… fui directamente a hablar con Hidan y es que no lo aguantaba a ese tío. Entré en el despacho de mi padre que es el que llevaba el caso y busqué la dirección de Hidan y no me sorprendió ver cuál era… no había cambiado nada, iba a meter a Deidara en su mundo y yo no iba a permitir eso.

Cuando llegué a la dirección, Hidan estaba sentado en un sillón dentro de un garaje con la puerta medio abierta y con sus colegas riendo y pasándoselo en grande. Me acerqué y se sorprendió de verme allí, pero no borró esa estúpida sonrisa de su cara. Me dieron ganas de destrozarle allí mismo pero sé que me metería en algún problema si lo hacía.

-       Vaya… si es el hermanito de mi chico – me dijo con esa sonrisa prepotente recordándome que Deidara era mi hermano con clara intención de herirme - ¿Qué puedo hacer por ti? – me preguntó.

-       Quiero que dejes en paz a Deidara – le dije muy serio.

-       De eso nada… él es quien vino a mí

-       Sí, está confundido y piensa que eres el único que puede quererle.

-       Y tiene razón, ¿Quién querría a ese cerebrito? – me dijo sonriendo – pero no me interesa su cerebro, está bueno y me gusta físicamente, con eso me basta.

-       Deidara no es sólo un cuerpo bonito – le dije – es más que eso y necesita a alguien mejor que tú.

-       Ya claro… ¿Alguien como tú? – me preguntó riéndose y se giró hacia sus amigos – por si no lo sabíais… este chico de aquí se ha acostado con su hermano – dijo a modo de burlas y todos empezaron a reírse.

-       Es cierto… pero yo al menos no tuve que forzarle, porque este tío de aquí que va de muy hombre… no fue capaz de seducir a un chico de dieciséis años y tuvo que violarlo – le dije y la sonrisa se le esfumó de la cara mientras sus compañeros empezaban a reírse de él.

-       Él jamás volverá a ti.

-       Tampoco voy a dejarle que esté contigo – le amenacé y me marché hacia el coche aunque él seguía insultándome y cuando llegué al coche, le enseñé la grabadora - Por cierto… gracias por la confesión, era lo único que no tenía de ti para el juicio, aquí acaba tu suerte – le recalqué sonriendo.

-       Serás cabrón – se quejó - ¿Qué pasa Itachi? ¿Ahora vas a quitarle todo a Deidara? Ya no puede estar contigo, odia a su padre, ya no confía en nadie y sólo me tiene a mí ¿Vas a encerrarme a mí también? Él te odiará.

-       Lo sé – le dije

-       Déjale en paz de una maldita vez, tú no puedes estar con él, eres su hermano, deja que esté con quien quiera.

-       Oh… estará con quien elija, pero no contigo que sólo quieres aprovecharte, voy a meterte en la cárcel por lo que le hiciste a un menor y por cierto… tienes razón… soy su hermano y no podemos estar juntos, pero hay algo que los hermanos hacemos muy bien… cuidar a nuestros hermanos pequeños – le dije – no dejaré que le hagas daño a Deidara aunque eso me cueste su odio cuando te meta en la cárcel – le amenacé y arranqué el coche para irme.

 

Capítulo 37: Problemas

Naruto Namikaze POV

 

Maldecía el día en que me enteré de que Sasuke era mi hermano. ¿Por qué todo me salía mal? No podía confiar en nadie… ni siquiera podía ser feliz ¿Por qué no podía ser feliz? Sasuke era el único con el que me había sentido a salvo y seguro, le amaba a él y sabía que sólo con él podía estar bien, no confiaba en nadie más que en él y en mi hermano. La vida era cruel… mi hermano estaba en su etapa rebelde contra mi padre y yo… yo le había pegado ¡Había pegado a mi hermano! Jamás había hecho eso, yo siempre le defendía pero me había sacado de los nervios, no quería que fuera con Hidan y tuve que ir a avisar a Itachi para que lo detuviera cuando le vi irse con él. No sé si Itachi conseguiría algo o no, pero tenía que intentarlo.

Cómo odiaba a Hidan… desde lo que le había hecho a mi hermano le odiaba mucho, casi tanto como odiaba a mi entrenador y es que no soportaba a Orochimaru y debía ir a poner la denuncia… aunque claro… ahora no sabía si hacerlo porque Sasuke dijo que estaría siempre a mi lado y me había mentido, no podía estar a mi lado, no estaría allí para mí, ahora dudaba si podía ir yo solo a ponerla y es que tenía miedo, tenía miedo de afrontar este problema yo solo, de lo que dirían, de lo que pensaría mi padre cuando se enterase, de lo que pensaría mi hermano… sólo Sasuke lo sabía y ahora me daba miedo que contase algo, me daba miedo estar solo en este problema.

Hoy en el instituto lo había pasado fatal, ver a Sasuke todo el tiempo allí me hacía sentir mal, hacía que me doliera más aún mi decisión de haber terminado con él. Creo que mi destino era quedarme solo y entonces… cuando salí al pasillo me choqué con Sai, un compañero del equipo de Lacrosse… o lo era, porque yo ya lo había dejado por suerte. Incluso estando tan lejos de Orochimaru seguía sintiéndome demasiado cerca, cada vez que lo veía por los pasillos me ponía enfermo, le odiaba y él siempre me sonreía con lujuria o me guiñaba un ojo haciéndome sentir aún más incómodo.

-       Ey Naru – me llamó y yo le miré sin muchas ganas de hablar con él, en realidad no quería hablar con nadie.

-       Mi nombre es Naruto – le dije de forma seca intentando marcharme.

-       Vamos Naruto… escúchame un minuto – me dijo bloqueándome el paso.

-       Tienes treinta segundos – le comenté y miré mi reloj de muñeca poniendo el cronómetro y Sai se sorprendió demasiado – el tiempo corre – le dije mirándole.

-       Quería invitarte a una fiesta que vamos a hacer esta noche.

-       No me interesa – le dije de forma seca tratando de irme pero volvió a bloquearme.

-       Me has dado treinta segundos y no ha pasado el tiempo – me dijo – me lo debes.

-       Esta bien, habla.

-       Sé que nadie aquí entiende por qué has dejado el equipo, ni entienden por qué gritaste que nos odiabas a todos pero… yo no quiero estar a malas contigo, venga por favor, ven a la fiesta – me comentó – te prometo que te lo pasarás bien.

-       No me gustan las fiestas – le dije.

-       Eso es mentira, antes ibas a todas.

-       Ya… y no quiero volver a mi pasado, ahora no me gustan las fiestas - intenté volver a marcharme pero no pude.

-       Me quedan diez segundos – me dijo – haré lo que quieras si vas a esa fiesta.

-       No quiero ni necesito nada – le comenté – lo siento, busca a otro.

-       Por favor… vamos Naruto, ven a la fiesta, aunque sólo sea pasarte a saludar.

-       Sólo media hora y tienes que invitar a mi hermano – le dije – esas son mis condiciones.

-       De acuerdo – me dijo sonriendo y el cronómetro sonó en ese momento.

Aún no se había marchado Sai cuando Sasuke apareció por allí y me miró extrañado, creo que porque ayer ya tuvo un altercado con Sai por estar rondándome, era un caso perdido, sé que estaba algo celoso, la verdad es que le entendía, a mí también me ponía nervioso ver a Sasuke con más gente aunque realmente él no estaba con nadie, parecía pensar sólo en mí y se lo agradecía en parte, pero otra parte de mí quería que dejase de hacerlo, necesitaba alejarme de él.

Quizá sería un buen comienzo empezar de nuevo a volver a fiestas, tenía razón Sai en algo… antes siempre iba a todas las fiestas pero desde lo de mi entrenador… había dejado de salir con gente, había optado por volverme más introvertido y aunque mi hermano me animaba a salir y se alegraba por mí, también me sentía mal por él, porque nunca le habían invitado a una fiesta, ni había tenido amigos, yo no quería ir solo, no quería ser el único que se divirtiera así que mi condición es que tenía que venir mi hermano. Al menos Sai pareció aceptarlo.

Le vi perderse con sus amigos y me sentía extraño cuando Suigetsu me miraba, últimamente había algunos chicos que me miraban de esa forma y la odiaba, me recordaba a Orochimaru, como si fuera un trofeo, un objeto que podían utilizar, odiaba mucho esa forma de mirar.

-       Hasta luego… Naruto – me dijo Suigetsu al pasar por mi lado mirándome con esa sonrisa pero yo no hice mención alguna y caminé en dirección contraria a ellos.

Mi sorpresa es cuando al girar la esquina me crucé con Sasuke que venía por el otro pasillo y al verle, me giré de golpe volviendo por donde había venido tratando de evitarle, pero él me llamó y vino corriendo hacia mí. No me quedó más remedio que echar a correr por los pasillos mientras Sasuke me seguía y encima el cabrón era rápido, era demasiado rápido, en algún momento me atraparía. Para más mala suerte… me choqué contra alguien en mi carrera y caí al suelo de culo a los pies de Sasuke que me perseguía.

Sasuke se había quedado inmóvil y no sabía por qué se había paralizado ahora que me había atrapado, pero al levantar la mirada… me encontré con el director frente a mí. Mi mala suerte iba a peor… me había chocado contra el director del instituto, de esta no sé si iba a salir muy bien parado.

-       Uchiha… a clase – dijo el director en tono serio – y tú Naruto… a mí despacho, tenemos una conversación pendiente.

-       Con todo respeto – dijo Sasuke – necesito hablar con Naruto un momento.

-       Ya hablará con él cuando acaben las clases – le dijo el director – ahora vaya a clase – le repitió y Sasuke tuvo que marcharse – y usted acompáñeme – dijo dirigiéndose a mí.

Me levanté del suelo y le seguí por los pasillos bajo la atenta mirada del resto de estudiantes que ya iban hacia clase y hasta me crucé con mi hermano que me miró extrañado. Le hice un gesto de que no sabía qué quería el director y aunque estaba preocupado, siguió hacia clase empujado por el resto de los estudiantes.

Llegué a la oficina del director y me abrió la puerta comentándome que entrase y le hice caso. Me ofreció asiento y aunque al principio dudé si sentarme o no, al final ante la insistente mirada que tenía fija sobre mí, acabé sentándome y mantuve el silencio… porque había un tenso silencio entre nosotros.

-       ¿Has visto los últimos partidos? – me preguntó.

-       No – le dije muy serio.

-       Mejor para ti… porque los hemos perdido – me dijo enfadado.

-       Pues lo lamento mucho – le comenté.

-       No lo lamentes… vas a volver al equipo.

-       No voy a volver – le dije – ya lo dejé muy claro la última vez, no quiero jugar más al Lacrosse.

-       Si quieres permanecer en este instituto jugarás en el equipo, porque tu estancia y la de tu hermano están en tus manos.

-       No puede obligarme a jugar – le comenté enfadado.

-       Oh… sí puedo – me dijo – puedo hacer de tu vida y de la de tu hermano un infierno si no accedes a volver a jugar. Tú eliges – me dijo y maldije a este maldito instituto y todos los que me obligaban a hacer cosas que no quería, yo sólo quería alejarme de Orochimaru.

-       Está bien – le dije – jugaré.

-       Así me gusta, por cierto… dile a tu amigo Sasuke que puede volver al equipo cuando quiera también, necesitaremos su ayuda para ganar.

-       No es mi amigo – le dije muy serio – dígaselo usted.

Salí del despacho enfadado y atrapado… de nuevo en el equipo. Caminé por el pasillo hacia la salida del departamento de las oficinas, quería volver a clase y cuando llegué… Sasuke estaba en una de las esquinas esperándome, creo que había escuchado parte de la conversación porque estaba muy enfadado.

-       ¿Cómo te atreves a volver al equipo? – me preguntó.

-       No tengo más remedio, era eso o la expulsión, mis padres pagan mucho para que podamos estudiar aquí.

-       Me da igual lo que paguen, tienes que denunciar a ese tipo.

-       Para ti es muy fácil decirlo… no eres tú el que sufre sus abusos – le comenté - ¿Crees que es fácil para mí? Todo el mundo se reirá, todos sabrán lo que me han hecho, todos creerán que pueden hacer conmigo lo que quieran porque uno lo consiguió.

-       No es lo mismo Naruto, ellos son estudiantes, puedes defenderte, Orochimaru es un profesor, te tiene atrapado, no puedes revelarte contra un profesor pero puedes denunciarle por lo que te está haciendo.

-       Déjame Sasuke… - le grité – estoy cansado ya… aguantaré hasta que acabe el instituto y no tendré que volver a ver a nadie de aquí, ni a Orochimaru, ni a mis compañeros, ni a mis antiguos amigos… ni a ti – le dije y él se sorprendió por mis palabras.

-       ¿Eso es lo  que quieres? ¿Quieres que desaparezca de tu vida?

-       Sí – le dije – no debió haber pasado nada entre nosotros, eres mi hermano Sasuke.

-       Deja de lado eso por un momento Naruto… ¿Me quisiste? ¿Me quieres? – me preguntó.

-       Sí – le dije mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla.

-       Entonces no me rendiré contigo Naruto, no mientras sigas queriéndome – me dijo cogiéndome de las mejillas y limpiándome la lágrima. – voy a volver al equipo… no dejaré que te haga nada, te lo prometo.

-       Olvídalo Sasuke… nadie puede protegerme, como tú has dicho, es un profesor, puede mandarte a hacer cualquier cosa mientras abusa de mí. Déjalo ya Sasuke… tú y yo hemos terminado, por favor… deja de perseguirme.

Solté sus manos de mis mejillas con delicadeza y tras deshacerme de su agarre me marché de allí caminando hacia mi clase. Yo entré a clase y me llevé la bronca del profesor que como siempre… trataba de dejarme en ridículo frente al resto de alumnos por ser el zoquete… el tonto que no sabía nada, pero a mí me daba igual. Me senté en mi sitio y esperé a que Sasuke decidiera entrar… pero no lo hizo, él no entró y no sé dónde se había metido. Quizá había tomado muy enserio mis palabras y me dejaba en paz, sé que eso es lo que le dije, mi cerebro lo tenía muy claro, pero mi corazón se rompió en mil pedazos sabiendo que no volvería a estar con él, que se olvidaría de mí. Miré por la ventana y traté de aguantar las lágrimas, no quería llorar en clase pero hoy… tampoco presté atención a la clase.

 

Capítulo 38: Vestuarios

Sasuke Uchiha POV

¿Cómo era posible que le obligasen a volver al equipo con lo que estaba pasando? Sé que no tenía más remedio que aceptar las condiciones si quería seguir en este instituto, pero no me parecía para nada aceptable, para esto tendría que haber algo, quizá si le preguntaba a mi padre encontraban una solución legal y además… Naruto era su hijo, lo acabábamos de descubrir pero seguía siendo su hijo, mi padre hacía cualquier cosa por sus hijos. No sabía si debía contarle esto o no, porque ya estaba muy afectado con el problema de Deidara, llevarle también el de Naruto no sabía si era conveniente, pero no tenía otra forma de sacarlo de este lío.

Fui directamente a hablar con el director porque era quien más culpa tenía de todo esto, no podía creerme que fuera él quien obligase a Naruto a volver al equipo por la maldita reputación del instituto para ganar partidos. Ahora empezaba a pensar que también mantenía a Deidara aquí en el centro por el simple hecho de que diera reputación en cuanto a estudios, porque el primer examen… aunque me costase reconocerlo, Deidara me había superado por pocas décimas, realmente era un genio ese chico, pero ahora estaba en esa fase rebelde que no entendía, algo debía hacer mi hermano si quería ayudarle, porque se le iba de las manos, estaba demasiado dolido con todo lo que estaba pasando.

Toqué a la puerta del director y entré cuando me dio permiso. Sinceramente… estaba enfadado, no me gustaba como estaban tratando ni a Naruto ni a Deidara porque para este establecimiento… ellos solo eran los que mantenían la reputación del instituto frente a los otros, los utilizaban.

-       ¿Qué puedo hacer por ti Uchiha? Deberías estar en clase.

-       Quiero que saque a Naruto del equipo – le dije.

-       No puedo hacer eso.

-       Sí puede, pero no quiere – le comenté

-       Naruto dónde mejor está es en el equipo, él pertenece ahí.

-       No, no pertenece ahí, sólo lo quiere para que gane sus partidos y su instituto tenga más prestigio, pero Naruto no quiere jugar más – le comenté – sáquele del equipo.

-       No voy a hacer eso Sasuke – me dijo – pero podrías unirte tú.

-       Claro que me voy a unir… pero sólo mientras busco una forma legal porque voy a denunciar a todo el establecimiento y le aseguro… que no es recomendable meterse con un Uchiha – le amenacé saliendo del despacho.

Salí de allí pensando cómo iba a impedir que Orochimaru se acercase a Naruto, porque él lo tenía muy fácil, con mandarme a cualquier cosa me podía sacar del lugar y al ser profesor no podía rehusarme a obedecerle porque podrían expulsarme y no me habría importado que me expulsasen si salvaba a Naruto… pero si me expulsaban durante tres o una semana… eran todos esos días que Naruto estaría solo en el instituto y no podría ayudarle, así que debía impedir que pudieran expulsarme, debía controlarme un poco.

Que complicado se nos estaba volviendo intentar seducir a esos Namikaze, mi hermano lo estaba pasando realmente mal con Deidara y es que lo último que me contó, es que después del brillante plan de denunciar con las pruebas que había recabado a Hidan… seguramente Deidara le odiaría por arruinarle la vida, no podía estar con mi hermano y tampoco con Hidan. Realmente mi hermano estaba demasiado preocupado y lo pasaba muy mal pensando en cómo le odiaría la persona a la que más quería.

Yo también tenía mi propio problema… ayudar a Naruto cuando no quería ser ayudado, porque no confiaba en nadie y mucho menos en mí después de descubrir que éramos hermanos. En realidad creo que confiaba en mí, se sentía traicionado por su padre, preocupado por la actuación de su hermano en fase rebelde y se alejaba de mí porque le dolía verme y saber que no podría estar conmigo, el único en el que había confiado desde hacía demasiado tiempo ya.

A la clase ya no llegué a tiempo después de hablar con el director y tuve que esperarme hasta la siguiente para no interrumpir, era laboratorio y me tocaba con Naruto de compañero. Para mi sorpresa, sí que vino a clase aunque se quedó paralizado unos segundos al verme allí sentado en la mesa esperándole, creo que no me esperaba. Empezó a caminar y se sentó a mi lado mirando mi cuaderno lleno de fórmulas y apuntes.

-       Creí que no vendrías – me dijo entristecido.

-       ¿Cómo no iba a venir? No voy a dejar que suspendas esta asignatura – le dije sonriendo y él trató de sonreír aunque no le salió muy bien.

-       ¿Dónde has ido la clase de antes? – me preguntó volviendo a su tono serio y triste.

-       A hablar con el director – le comenté y él se asombró un poco.

-       ¿Por qué? – me preguntó.

-       Porque voy a volver al equipo.

-       ¿Por qué haces esto Sasuke?

-       Ya te lo dije… no me rindo contigo Naruto, no voy a permitir que te hagan daño, me da igual cómo quieras verlo, por mí trátalo como cariño de hermanos, amor o lo que quieras, no dejaré que te hagan daño. Yo sí tengo claro que te amo Naruto y me da igual lo que seas, no había conocido nunca a nadie como tú, te prometí que te protegería y eso haré.

-       ¿Por qué tienes que ser así Sasuke? – me preguntó llorando – no ves que no podemos estar juntos.

-       Me da igual, por ti soy capaz de romper las normas, he tardado mucho en encontrar al chico perfecto y ahora que te he encontrado no quiero perderte, pero necesito que tú también luches Naruto, yo no puedo hacerlo solo.

-       No insistas Sasuke, esto está mal, eres mi hermano por Dios… recapacita lo que estás diciendo.

-       No me importa, iré al infierno si es necesario pero quiero estar el resto de esta vida contigo, no me separes de ti Naru – le dije y él empezó a llorar antes de salir corriendo del aula.

Escuché al profesor gritar su nombre y tratar de que volviera a la clase, pero fue imposible, salió como una bala y le vi por la ventana correr por el pasillo intentando marcharse bien lejos. Creo que me había pasado un poco, sé que esto estaba fatal, no podía estar con mi hermano pero es que… era Naruto, yo no podía vivir sin él.

La clase de laboratorio fue un suplicio sin Naruto a mi lado aunque Sai se acercó hasta mí para proponerme algo de una fiesta en un local cercano hoy por la noche. No iba a ir hasta que me comentó que Naruto iría y seguramente… aunque no lo tenía muy claro, Deidara. Al final acepté en ir pero solo por controlar a Naruto y es que era una fiesta justo después del partido y seguramente iría Orochimaru al local.

En el vestuario antes del partido, Naruto no me habló en ningún momento y tampoco se giró a mirarme mientras se colocaba las protecciones. Se quedó de espaldas a mí con la cabeza agachada y cuando terminó de arreglarse, cogió el palo y salió al campo. Estaba metiendo la pata con Naruto y lo sabía, estaba empezando a ser el chico extrovertido que me habían contado y ahora volvía a recluirse en sí mismo, no podía permitir que volviera a esa desconfianza que tenía con todo el mundo. Salí a jugar y no sé qué es lo que planeaba hacer pero le pasó la pelota al equipo contrario nada más recibirla y nos quedamos todos sorprendidos ¿Es que quería perder? No entendía nada. Paré de correr para mirarle y él también me miró detenido en mitad del campo antes de girarse y empezar a correr en busca de la pelota. Ni siquiera se atrevía a mirarme a la cara y a la tercera vez que perdió la pelota adrede todos sus compañeros empezaron a empujarle, a tirarle al suelo y a insultarle porque perdían por su culpa, pero Naruto pasaba de todo. Una de esas veces me acerqué para ayudarle a levantarse pero él me apartó de mala manera la mano y se levantó solo. ¡Otro que estaba en la misma fase rebelde que su hermano!

Uno de los compañeros fue a pegarle un empujón cuando yo me lancé contra él derribándolo antes de que golpease a Naruto y éste se quedó atónito mirándonos en el suelo. El chico gritaba que le soltase mientras yo le decía que no volviera a tocar a Naruto, al final… nos expulsaron a los dos del campo y el partido ese… lo perdimos. Cuando Naruto entró por el vestuario todos se metieron con él pero yo los alejé como pude dándole espacio. A mí tampoco quiso hablarme pero me quedé con él hasta que se marcharon los demás.

-       ¿Qué narices te ocurre? – le pregunté.

-       Nada – me dijo con la cabeza agachada y una toalla sobre su cabello que me impedía verle la cara.

-       Mírame cuando te hablo – le comenté enfadado – no te salvo el culo ahí fuera para que ahora me digas un “Nada”

-       No necesitaba tu ayuda, no te la he pedido – me dijo con su voz casi en susurro.

-       No me la has pedido pero te la estoy dando, así que me debes al menos una explicación.

-       No quiero ganar – me dijo – pueden obligarme a jugar, pero no a ganar partidos.

-       No seas cabezón – le grité – te estás comportando como tu hermano, habéis cogido una rabieta porque no han salido las cosas como vosotros queríais. ¿Crees que a Itachi y a mí nos gusta esta situación? Te amo Naruto y estoy aquí tratando de luchar por lo nuestro, pero tú sólo te escondes excusándote en que somos hermanos y no hay solución. Lucha por mí Naruto – le grité – demuéstrame que me quieres como yo lo hago por ti.

-       Yo no necesito otro hermano – me dijo – lárgate de mi vista, no quiero verte, me hace daño verte Sasuke, lárgate de una maldita vez – me gritó y al final… acabé marchándome enfadado tras recoger mis cosas.

Me iba muy enfadado caminando por el pasillo y con la bolsa al hombro. Escuché la puerta metálica de los vestuarios cerrarse con fuerza por la forma en que había salido yo de allí, de verdad que estaba muy cabreado con Naruto porque Deidara y él eran exactamente iguales, se enfadaban y no entraban en razón, intentaban hacer las cosas solos y no pedían ayuda incluso cuando la necesitaban, se metían ellos solos en problemas, qué cabezones eran ¡Maldita sea!

Salí al patio y me acerqué hasta una de las fuentes a beber agua, necesitaba hidratarme tras el partido porque por muy malo que hubiera sido, igualmente había dado el cien por cien de mí mismo incluso cuando Naruto se empeñaba en regalarles el partido, porque yo traté de ganar, hasta dejé de pasarle la pelota para que no se la diera a los contrarios, pero ni aún así y es que en Lacrosse… no servía jugar bien uno solo, necesitaba que Naruto hubiera jugado bien, pero él no quería, se negaba, qué terco era. Tras beber agua… empecé a pensar que quizá me había pasado, yo iba diciéndole una y otra vez que le quería, pero no me daba cuenta de que estaba sufriendo al no poder estar conmigo, le dolía verme y por eso me echaba una y otra vez, por eso huía de mí todo el tiempo, no me odiaba, me amaba, me quería demasiado y le causaba dolor estar cerca de mí, era eso. Sonreí y volví a entrar por el pasillo porque quería disculparme, necesitaba hacerlo.

Cuando abrí la puerta del vestuario escuché los gritos de Naruto llamándome pero también escuché a Orochimaru decirle que podía gritar cuanto quisiera porque nadie vendría, él solito se había ocupado de echarnos a todos de su lado, pero en algo se equivocaba… yo jamás me iría de su lado.

Corrí entre los pasillos buscando a Naruto que seguía gritando y al final lo encontré en el suelo intentando quitarse de encima a Orochimaru que trataba de quitarle la ropa mientras pasaba su asquerosa lengua por el cuello de mi rubio. Dejé caer mi bolsa de deporte que llevaba al hombro y cogí el móvil dejándolo encima de unas taquillas grabando, porque íbamos a necesitar una prueba de esto y me vino genial que Orochimaru estuviera tan fuera de sí, porque no se dio ni cuenta de nada, sólo deseaba hacer suyo a Naruto. Lo que tampoco le ayudaría en el juicio, era toda esa cantidad de palabras obscenas que le estaba soltando y desde luego, fui yo quien lo apartó con brusquedad de Naruto mientras éste me miraba extrañado.

-       ¿Qué narices haces tú aquí? – Me preguntó – deberías haberte ido ya.

-       ¿Crees que porque este terco me diga que me largue yo lo hago? – le pregunté con una sonrisa – yo soy más cabezón que él.

Ayudé a Naruto a ponerse en pie y se abrazó a mí con rapidez tratando de alejarse lo más posible de Orochimaru mientras lloraba. Le escuchaba pronunciar mi nombre en susurros y tras algunos intercambios de palabras con Orochimaru, decidió largarse, meterse conmigo no le convenía, ya le rompí la muñeca una vez, no creo que quisiera repetir. Al final nos quedamos Naruto y yo solos en este solitario vestuario y no pude remediar abrazarle mientras trataba de calmarlo.

-       Sasuke… - me llamó.

-       Ya está Naruto, ya está, ha pasado, estoy aquí contigo.

-       Lo siento Sasuke – me decía – lo siento. Creí que te habías marchado y no volverías.

-       No tienes que sentirlo, estabas enfadado con toda esta situación y lo entiendo, a mí también me está costando asimilarlo, pero sigo opinando lo mismo, siempre estaré aquí cuando me necesites, además… me ha gustado eso de que me pidas ayuda – le sonreí.

-       Eres imbécil – me dijo pero le vi sonreír.

-       Lo sé, además… tengo algo que nos ayudará con la denuncia – le dije cogiendo el móvil de encima de las taquillas y parando el video – vamos, te ayudo a vestirte y nos vamos a denunciarle ahora mismo.

-       Tengo miedo – me confesó.

-       Estaré contigo Naruto.

-       ¿Seguro?

-       Sí, iré contigo y estaré a tu lado mientras declaras los hechos, lo prometo.

 

Capítulo 39: Conociendo a mis hijos

Fugaku Uchiha POV

No podía dejar de besar a Minato, sus labios eran el mayor de mis pecados, no podía soltarlos, los había deseado durante tanto tiempo, durante tantos años y por fin… hoy era él mismo quien me había buscado intentando que le diera consuelo. No quería estropear el momento, sé que esto estaba mal, yo seguía casado y Minato aunque no se había casado… estaba con Kakashi, esto estaba fatal, pero no podía evitarlo, nos atraíamos demasiado, no podíamos luchar contra todo lo que sentíamos.

-       Deja de llorar… por favor – le susurré sin separar mis labios de los suyos – no puedo verte así.

-       Lo siento – me dijo – no sabía a quién acudir… ya no sé qué hacer… ¿Cómo voy a recuperar a mis hijos?

-       Ten paciencia Minato, están afectados por la noticia, no esperaban que yo fuera su padre y les ha pillado por sorpresa, más cuando se estaban enamorando de mis hijos.

-       Dios mío… tuve que habérselo contado.

-       Creíste que no volverías a verme, les diste estabilidad familiar con Kakashi y sé que le quieres.

-       Estoy confuso… nunca he podido olvidarte, sé que te amo, pero también quiero a Kakashi.

-       Lo sé – le dije – lo entiendo.

-       Necesito a mis hijos – me dijo de golpe llorando agarrándose con fuerza a mi camisa.

-       Todo estará bien Minato, te lo prometo, dales un poco de tiempo y lo entenderán, sabrán perfectamente que lo hiciste por ellos.

-       ¿Y si no lo entienden? – me preguntó.

-       Lo harán, son buenos chicos. Minato… yo de verdad que lo siento, no sabía que estabas embarazado, no sabía nada de lo que te hizo mi mujer, creí que habías dejado la carrera por no verme.

-       No tienes la culpa, no sabías nada y no me atreví a decírtelo cuando te vi tan ilusionado con la llegada de tu hijo Sasuke.

-       Habría arreglado algo Minato, nuestros hijos también eran importantes, yo no te habría abandonado.

-       No ibas a dejar a tu mujer por mí Fugaku, yo sólo fui un juego para ti, sólo fui un estudiante más.

-       Jamás Minato, no pienses eso nunca, fuiste lo más importante que tuve, tú me hacías feliz como no lo hacía nadie más. Sabes que habría dejado todo por ti.

-       Todo eso ha quedado en el pasado Fugaku… ya no soy el que era, ni tú tampoco. Tienes tu familia y yo la mía.

-       Voy a divorciarme.

-       También lo dijiste hace diecisiete años y aquí estás con Mikoto – me dijo.

-       Lo sé, pero ahora voy enserio. Me gustaría poder iniciar de nuevo mi vida y me habría gustado que fuera contigo – le comenté.

-       No puede ser Fugaku, lo siento.

-       ¿Kakashi? – pregunté.

-       Le quiero – me dijo con un brillo en sus ojos – ya te lo dije, él es el padre de mis hijos.

-       No es cierto – le dije enfadado – son mis hijos Minato, los nuestros.

-       No – me aclaró – son de Kakashi, él estuvo con ellos toda su vida mientras tú estabas con tu mujer, no te reconocerán jamás como a su padre, siempre serán de Kakashi – me dijo – ya te he dicho que le amo a él.

-       No es verdad, puede que le quieras, pero también me quieres a mí, no me has conseguido olvidar y sé que han pasado muchos años y que tienes una vida con Kakashi, pero no me digas que solo le amas a él porque no es cierto.

-       No tienes derecho a decirme nada – me dijo enfadado – tú tomaste tu propia decisión, ya no son tus hijos Fugaku, no estuviste conmigo nunca, elegiste a tu mujer y espero que lo hayas disfrutado, ahora el que tiene la elección soy yo… y puede que tengas razón en decir que os amo a los dos, pero si tengo que elegir… elijo a Kakashi, porque él siempre estuvo a mi lado cuando tú me tiraste a la basura, así que te pido por última vez que dejes en paz a mi familia, no eres nada nuestro Fugaku – me dijo levantándose para irse.

No fui capaz de seguirle a la salida… había tenido sus labios entre los míos, le había tenido para mí y había metido la pata como era mi costumbre últimamente con Minato, sabía que amaba a Kakashi, sabía que me tenía rencor y con razón, le dejé solo criando a dos magníficos chicos… le dejé por mi mujer y mi hijo Sasuke, no tenía derecho ahora de venir a arruinarle su familia porque la mía no funcionase, no podía volver atrás y volver a tomar la decisión, no podía irme con él, no podría estar con él, supe en ese momento que por mucho que me amase… también amaba a Kakashi y no le dejaría por mí, esa era su elección. Igual que él fue capaz de respetar la mía… ahora tenía que ser yo quien respetara la suya… Kakashi era un buen tío y me había ganado limpiamente, sólo esperaba que Minato pudiera ser feliz con él, pero yo necesitaba algo de Minato… sólo un último favor, pero no se lo dije, sólo me quedé allí paralizado viendo como se marchaba aún más disgustado conmigo.

Terminé aquel día los papeles del divorcio y se los mandé al abogado de mi esposa, tenía muchas ganas de ser libre de nuevo, aunque me entristecía saber que llegaba diecisiete años tarde, porque ya no podría volver con Minato, él ya no estaba para mí, tenía su familia, su novio, su vida… yo había llegado demasiado tarde. Otra de las grandes cosas que me afectaban… era saber de mis hijos, quería conocerles, quería saber qué había sido en todos estos años de esos dos maravillosos gemelos de cabellos rubios como los Namikaze, quería recuperar el tiempo perdido pero como Minato decía… no creo que ellos me aceptasen a estas alturas como a su padre, ya tenían a Kakashi, para ellos siempre sería él su padre y no yo. Lloré en mi despacho un rato por toda esta situación, me sentía impotente y no sabía qué más hacer… creo… que ya nada podía hacer para recuperarles, los había perdido.

No supe nada de Minato en el resto de la mañana y no creí que volviera a verle a menos que coincidiese con él por el barrio por casualidad cuando fuera a sacar la basura, porque la ventaja es que era mi vecino… la desventaja… es que tenía que verle con Kakashi todos los días y eso no lo aguantaba, me dolía ver lo que había perdido. Sé que quizá esto que estaba pensando estaba mal… pero necesitaba ver a Minato, necesitaba saber de esos niños así que le llamé y me tensé al escuchar su voz.

-       Minato – le dije y casi me cuelga de lo enfadado que estaba – espera por favor… sólo quiero pedirte una última cosa y no volveré a molestarte – le dije – necesito saber de la vida de mis hijos, por favor… quiero saberlo todo de ellos – le dije a punto de llorar.

-       Está bien, en el restaurante de al lado del despacho a las seis de la tarde – me dijo – pero esta será la última vez que nos veamos.

-       Lo prometo – le dije.

Sé que sería la última vez y estaba triste, estaba muy dolido pero no podía hacer nada, al menos había aceptado contarme cosas de mis hijos y eso se lo agradecía. No pude remediar pensar en la suerte que tenía Kakashi por haber podido vivir con él tanto tiempo, por haber podido formar la familia que yo habría deseado.

Comí solo y a las cinco y poco salí de mi casa para ir al restaurante dónde habíamos quedado, era un lugar muy interesante ya que estaba en lo alto del edificio y se veía por sus cristales la ciudad, un buen restaurante el que había elegido, imaginé que solían quedar allí con algunos clientes porque les pillaba más cerca de su oficina.

Cuando entré, le vi sentado en la barra, ni siquiera había decidido sentarse en una de las mesas y miraba con detenimiento hacia la gran cristalera observando la ciudad a nuestros pies. En la barra había una cerveza y un álbum de fotografías que supuse… serían de mis hijos y eso me hizo alegrarme. Caminé hasta él, iba vestido de diario, sin su traje de abogado y me di cuenta de que había cambiado muy poco desde su juventud, seguía vistiendo con esos vaqueros y esas camisetas tan de adolescente que me hacían gracia, pero estaba tan sexy, le quedaban tan bien. Me senté a su lado y me miró sorprendido.

-       ¿Qué quieres tomar? – me preguntó

-       Lo mismo que tu – le dije y le pidió al camarero otra cerveza.

Minato abrió el álbum de fotos en cuanto me pusieron la cerveza y pude ver a mis hijos cuando nacieron en el hospital, vestidos con aquellos gorritos tan feos que les ponían y durmiendo. Me dejó a mí pasar las hojas del álbum y fui mirando todo mientras Minato sonreía al verlas y me iba explicando anécdotas.

-       Esta es la primera vez que Naruto caminó – me dijo sonriendo – tropezó con una madera y se fue de frente contra una mesa golpeándose la cabeza, se abrió una brecha y me asusté mucho, menos mal que Kakashi estaba allí y le curó enseguida – me comentó aún sonriendo y pasando la página para ver a Deidara en su cumpleaños – este fue el primer cumpleaños de Dei, era un niño muy curioso y no sabía que las velas se apagaban soplando, así que las apagó con la mano – me dijo riéndose – no volvió a hacerlo nunca más.

-       Te quiero – le dije de golpe y él se sorprendió pero no me miró.

-       No me hagas esto otra vez Fugaku – me dijo – no vuelvas a hacerme daño, por favor… ya tengo mi vida, tengo a mis hijos, a mi novio.

-       Lo sé – le dije – siento haberte hecho daño en el pasado, siento no haber podido estar con nuestros hijos, siento haberte abandonado como lo hice.

-       Lo importante ahora es que tu hijo Sasuke está bien, ha crecido bien y los míos también, ya no importa nada más, lo nuestro se queda atrás Fugaku, hemos perdido nuestra oportunidad hace mucho – me comentó.

-       Es posible – le dije – pero necesito tenerte una vez más Minato – le comenté – por favor… nuestra última vez antes de que tenga que olvidarme de ti, por favor – le dije a punto de llorar – déjame llevarme ese recuerdo por lo menos.

No me dejó acabar cuando Minato cogió mis labios entre los suyos besándome con pasión y sé que me quería, se le notaba que me tenía ganas, yo al menos le tenía demasiadas ganas. Diecisiete años sin él y no había podido olvidarle ¿Cómo era posible que siguiera amándole tanto? ¿Cómo era posible que él siguiera amándome tanto después de lo que le hice?

Me centré en su beso y acabamos levantándonos para ir a su despacho que estaba unas plantas más abajo. No era un sitio romántico pero a mí me daba igual, parecíamos dos adolescentes, supongo que en realidad aún lo éramos en el fondo, yo seguía recordando nuestros encuentros en la oficina, habíamos hecho tantas cosas… nos lo habíamos pasado tan bien… y míranos ahora… dos adultos comportándose como hace diecisiete años, como si el tiempo no hubiera pasado para nosotros.

Entramos en el despacho de Minato y cerramos la puerta con cerrojo para evitar intromisiones inoportunas. Yo no podía soltar sus labios, era incapaz de hacerlo con todo lo que le había echado de menos. Me quitaba la americana como podía sin apartarme de él y tropezamos un par de veces con el mobiliario de la oficina hasta que llegué a la mesa y lo subí a ella sentándole frente a mí mientras yo me quedaba de pie quitándome la camiseta.

Podía sentir sus manos temblorosas desabrochando los botones de mi camisa con desesperación e impaciencia. Me deseaba tanto como yo le deseaba a él de eso estaba seguro, pero aunque ahora mismo no pensara en Kakashi, sé que luego lo haría y me sabía un poco mal haberle pedido esto, pero sinceramente… sería nuestra última vez juntos, quería poder mirar al pasado y poder recordar este momento… poder recordar que amaba a Minato y que fue mío cuando nuestra historia ya había terminado por completo.

Tiré su camiseta al suelo y me di cuenta de que su cuerpo antes más juvenil, ahora estaba más marcado, mucho más definido y es que los años pasaban para todos, ya no era un adolescente, era todo un hombre. Toqué su abdomen y no le escuché decir nada hasta que llegué a sus pezones apretándolos con delicadeza, entonces empecé a escucharle gemir. No había cambiado nada en estos años, seguía teniendo las mismas debilidades, seguía gustándole lo mismo, era exactamente igual a aquel adolescente que me idolatraba y me seguía a todas partes, era igual que aquel chico que quería estar conmigo pasara lo que pasara y al que yo abandoné.

Sus manos pasaron por mi nuca acariciando mi cabello y enredando sus dedos en él, me encantaba el tacto de sus dedos porque siempre era muy dulce y delicado, Minato siempre fue así y era lo que más me gustaba de él. Le besé aprovechando que sería la última vez, así que le besé todo lo que pude porque no quería volver a olvidarme de la dulzura de sus labios, ni de sus caricias.

Mi camisa resbaló por mis hombros y cayó también al suelo mientras Minato me acariciaba con suavidad y no podía evitarlo, le deseaba demasiado, tanto… que acabé con prisas quitándole el pantalón mientras le preparaba y es que no podía más… le necesitaba, le había deseado desde hacía demasiado tiempo y tenerle frente a mí era un suplicio sabiendo que no volvería a tenerle.

Besé su cuello mientras él gemía y jadeaba, mientras intentaba desabrocharme el pantalón y se centraba en mi miembro masajeándolo entre sus manos a la vez que me besaba a veces para excitarme aún más, aunque realmente no me hacía falta que tratase de excitarme, sólo con verle así ya lo estaba, aún así masajeó mi miembro, lo movió con destreza entre sus manos y cuando ya no aguanté más, lo coloqué de la forma más cómoda que encontré para ambos y le penetré con fuerza entrando y saliendo una y otra vez de él mientras gemía y se agarraba a la mesa con desesperación. Lo mejor de todo… era escucharle susurrar mi nombre, porque eso si me excitaba demasiado y me hacía ir aún más rápido mientras le tocaba su miembro provocándole más excitación.

Minato fue el primero en correrse y yo tardé unos segundos más. Estuvimos un momento recuperando el aliento pero cuando Minato volvió a la realidad… su cara era todo un poema y es que creo que le sentaba mal haber hecho esto, le sentaba mal haberse acostado conmigo teniendo a Kakashi a su lado y lo entendía, pero también le agradecía que hubiera accedido a esta última vez entre nosotros para dar por finalizada nuestra historia.

-       Yo… - intenté hablarle – gracias Minato… tranquilo, no volveré a molestarte nunca más – le dije caminando hacia la puerta.

-       No se lo digas – le oí susurrar y me giré a mirarle todavía sentado encima de la mesa, desnudo y con la cabeza agachada – por favor… no se lo digas a Kakashi, yo lo haré, tengo que decírselo yo.

-       No lo haré – le dije – él fue tu elección Minato, me habría gustado que me eligieras a mí porque te amo, pero sé que no puede ser, lo que hubo entre nosotros murió hace mucho, te hice daño y lo lamento, no puedo cambiar el pasado Minato… pero respeto tu elección como tú respetaste la mía, como te prometí… esta es nuestra última vez.

-       Vale – me dijo – Adiós… Fugaku

-       Adiós… Minato – le dije dándole el último beso antes de salir de su despacho.

No hice nada más que salir de allí… cuando una lágrima resbaló por mi mejilla y ésta era la primera vez que yo… Fugaku Uchiha, derramaba lágrimas, porque de verdad que Minato era lo que más me importó en esta vida y lo había perdido.

 

Capítulo 40: Reunión

Minato Namikaze POV:

¿Qué había hecho? Había quedado solamente para darle a Fugaku la oportunidad de conocer mejor a sus hijos, de que viera las fotos de los momentos que se perdió por no estar aquí y había acabado acostándome con él ¿Qué narices había hecho? Kakashi no se merecía esto pero sus malditas palabras me habían vuelto a embaucar como hacía siempre y es que Fugaku tenía esa especialidad, sabía camelarse a la gente, acababan todos haciendo lo que él quería y me había dejado llevar por los sentimientos que tenía hacia él. Me sentía mal conmigo mismo, me sentía mal con Fugaku, me sentía aún peor por Kakashi.

Salí con rapidez de aquel lugar tras tratar de arreglarme un poco y conduje sin rumbo alguno mirando en el asiento del copiloto el libro con las fotografías de mis hijos, la mitad sacadas por Kakashi… porque él sí había ejercido como padre y fue el mejor padre que pudieron tener… yo les estaba perdiendo por mis mentiras, todo era mi culpa, debí contarles la verdad pero no podía, no quería desilusionarles diciéndoles que Kakashi no era su auténtico padre porque lo adoraban, para ellos… Kakashi era el único padre al que habían conocido y no quise quitarles esa ilusión por un padre al que seguramente no habrían visto en su vida si no le hubieran trasladado a la casa de al lado.

¿Qué iba a hacer con mis hijos? Deidara se desviaba de su rumbo por completo, Naruto me odiaba por haberle mentido… ¿Qué tenía que hacer para recuperarles? Les necesitaba y les necesitaba a salvo porque no entendía como Deidara era capaz de irse con Hidan después e lo que le había hecho… era por hacerme daño a mí pero no se daba cuenta de que se hacía daño a si mismo, no se veía como temblaba cada vez que estaba con Hidan y es que le tenía pánico pero estaba con él por olvidarse de Itachi, sólo lo hacía porque Hidan era el único que estaba allí para él ahora que Itachi no podía salir con mi hijo y odiaba sentirme tan impotente, odiaba tener que darle a mi hijo a ese desgraciado que le hizo tanto daño.

Tuve que detener el coche en el arcén cuando me llamaron al móvil y es que encima… era del instituto para decirme que Deidara no había asistido a clase, era lo que me faltaba… que encima estuviera fugándose de las clases y eso no podía permitirlo. Tenía en mente dónde podía estar y tras comunicar al instituto que yo me haría cargo del asunto, fui hasta el antiguo local donde solía vivir Hidan antes de venirse con nosotros y es que sé que su familia lo había abandonado y se había marchado sin él, al menos su madre, porque su padre estaba en la cárcel y él no llevaba una buena trayectoria si seguía así.

Bajé del vehículo cabreado y pegué un portazo, sé que ahora mismo no era yo el mejor ejemplo a seguir después de haberme acostado con Fugaku, ni de haberme follado a tantos chicos en los bares cuando me dejaron tirado pero Deidara seguía siendo mi hijo y no iba a permitir que cometiera mis errores porque eso era el mayor error de su vida, no podía estar con Hidan. Sé que se sentía engañado, que sentía que no tenía amigos y que nadie le quería pero era mentira, Hidan tampoco le quería y debía darse cuenta, nosotros éramos su familia y vendría conmigo le gustase o no, estaba harto de su odio hacia mí, sé que me merecía esto, pero aún así no permitiría que tirase su vida por la borda por mi mentira, si quería pagarlo conmigo estaba bien, pero no iba a estar con Hidan, había más gente que le quería y le abriría los ojos aunque fuera a la fuerza. Llamé a la puerta y me abrió un sorprendido Hidan de verme allí, pero me dio igual si se sorprendía o no, venía a por mi hijo y no me marcharía de aquí sin él.

-       ¿Minato? – me preguntó dudando.

-       ¿Dónde está mi hijo? – le pregunté enfadado.

-       No está aquí.

-       No me toques las narices Hidan porque no estoy de humor, traelo aquí de inmediato o entro yo mismo a por él.

Hidan trató de cerrarme la puerta en las narices pero yo por mi hijo hacía lo que fuera, así que metí el pie evitando que cerrase la puerta y abrí de un empujón estampando a Hidan contra una de las paredes del pasillo mientras entraba en el interior buscando por todas las salas a mi hijo. Lo encontré en uno de los cuartos sentado en un sillón y cogiéndolo del brazo lo arrastré tras de mí mientras él se sorprendía de que estuviera allí.

-       Papá… - me llamó Deidara.

-       Ni papá ni leches – le dije – ahora mismo nos vamos para casa y me explicas por qué te estás saltando las clases.

-       Estoy con Hidan, no tienes derecho a decirme qué hacer o con quien estar.

Le di un bofetón y es la primera vez que daba uno a mis hijos pero estaba harto de estas actitudes, estaba harto de que Deidara no se diera cuenta de que Hidan no era para él, sé que lo sabía, en el fondo le tenía miedo por lo que le hizo, pero creer que sólo Hidan le quería le alejaba de los que de verdad le queríamos.

-       ¿Eres idiota o qué te pasa? – Le grité mientras se agarraba la mejilla con la mano por la bofetada - ¿Te crees que él te quiere? Abusó de ti, te violó, te destrozó y te fuerza a hacer cosas que no quieres ¿Eso es lo que consideras el amor? Entonces eres más tonto de lo que creía, porque creí que amabas a Itachi.

-       Es mi hermano y todo es por tu culpa – me dijo.

-       Sí, es mi culpa haberte mentido estos años, pero esto que estás haciendo no es mi culpa, es tuya, te estás destrozando tú solo. Date cuenta de una maldita vez.

-       Te odio – me dijo llorando pero me dio igual, lo arrastré hasta el coche y le obligué a subir.

Lo llevé al instituto directamente y es que no iba a librarse de sus clases porque estuviera enfadado conmigo… y aún me quedaba la discusión con Naruto, porque ese era otro… tampoco era de los que perdonaban con facilidad y para colmo, también se había fugado del instituto y no sabía a dónde ni con quien, era lo que me faltaba hoy… todos mis hijos haciendo lo que les daba la gana. Le dejé en el instituto y cuando me aseguré que había entrado y que el director lo tenía controlado, volví a arrancar el coche y no sabía dónde ir, no sabía qué hacer con estos niños, me odiaban y me dolía, aún me dolía la bofetada que le había tenido que dar a Deidara y lloré en el coche un rato antes de volver a avanzar sin rumbo fijo. ¡Todo esto era la maldita culpa de Fugaku! ¿Por qué tuvo que volver a destruir mi vida de nuevo?

Conduje entonces a la universidad, tenía que hacer algo por ellos y yo no podía hacer nada, pero sé quién podía ayudarme o al menos… quién podía ayudar a mi hijo Deidara. Aparqué y entré hacia la cafetería encontrándome a Itachi hablando con sus amigos… él era mi última esperanza, sé que eran hermanos pero tenía mucha más labia que yo, él podía aplacar esa furia que tenía Deidara ahora mismo, sólo quería que le controlase un poco, no hacía falta que me perdonara, sólo quería que Deidara estuviera bien y no lo estaría con Hidan.

Itachi al verme se disculpó con sus amigos y se levantó de la mesa viniendo hacia mí con cara de preocupación. Ese chico era listo, muy listo, sólo con verme ya sabía que había ocurrido algo y seguramente supondría que sería con Deidara.

-       ¿Quieres que nos sentemos? – me preguntó con cortesía.

-       Si por favor… pero no aquí.

-       Vayamos fuera donde no haya gente – me comentó.

Fuimos a los jardines exteriores y nos sentamos frente a una de las fuentes. Itachi esperaba a que yo dijera algo, me miraba con esos ojos de calma y dulzura que tenía él siempre y al final acabé derrumbándome, llorando sin poder parar y me sentí imbécil por llorar frente a un adolescente como Itachi, pero él se acercó más a mí y me abrazó intentando calmarme, susurrándome que todo estaría bien y me di cuenta en aquel momento… de que era Itachi la persona idónea para mi hijo, pero era mi culpa que no pudieran estar juntos.

-       Lo siento – le dije – siento todo esto.

-       Sé que es mi hermano – me dijo - ¿Qué le ha ocurrido a Dei? – preguntó.

-       Está con Hidan, se salta las clases, está insoportable, no entra en razón y no sé qué hacer, sé que me odia.

-       No te odia, está enfadado por el engaño y sé que se da cuenta de que está mal lo que hace, no quiere estar con Hidan, sólo hay que ver como tiembla cada vez que está cerca suyo, le rehúye siempre que puede, pero el enfado le lleva a hacer cosas que realmente no está pensando. Quiere alejarse de mí y cree que lo conseguirá si puede sustituirme y el único que él conoce al no tener amigos es Hidan, claro que le da miedo estar con él, pero no tiene a nadie más ahora mismo, por eso se ha resignado. Tampoco sé muy bien cómo ayudarle, el otro día fui a hablar con Hidan y tengo su confesión grabada de lo que le hizo a Dei, puedo meterle en la cárcel en un momento.

-       Gracias Itachi – le agradecí – Cómo me gustaría poder decirte que no eráis hermanos… pero…

-       Lo sé, no hay nada que hacer. Lo es y no puedo evitarlo, tendremos que vivir con ello pero mentiría si te dijera que no le amo, le quiero con locura y haré todo lo posible para que esté bien.

-       Gracias, de verdad.

-       Hablaré con él, intentaré hacer que entre en razón aunque la verdad es que no quiere verme, pero prometo que lo intentaré.

-       Vale – le dije.

Volví a casa algo más tranquilo tras hablar con Itachi, pero aún así… tenía que decir aún una cosa que me estaba carcomiendo por dentro… tenía que hablar con Kakashi, no quería que pudiera enterarse por Fugaku o por a saber quien de lo que había pasado, tenía que ser responsable con mis acciones.

Entré por casa y Kakashi estaba preparando la cena. Recordé cuando le conocí, era un universitario de apenas veinte años y estaba en un bar de mala muerte dejándome seducir por tres chicos que hablaban animadamente conmigo y sé lo que querían… sólo querían acostarse conmigo y yo les seguía la corriente, para olvidarme de Fugaku era capaz de cualquier cosa y no era un secreto para nadie que me consideraban ya como la zorra del bar, todos los universitarios de mi facultad me conocían, sabían qué buscar de mí porque siempre encontraban el sexo, al menos desde que mi corazón se rompió y todo me dio igual.

Kakashi estaba en aquel bar y por mucho que regañé, me sacó de allí obligándome, no quería verme hacer más estas cosas. Recordaba a ese chico de cabello plateado porque había venido más veces al bar y aunque trató de ligar conmigo, se negaba siempre a llevarme a su cama, era de los pocos hombres honrados que quedaban en este bar y harto de ver cómo me iba con cualquiera, me sacó de malos modos y acabó besándome a las afueras del bar con desesperación sin dejarme acabar mi sarta de insultos por haberme arruinado la noche. Me dijo que me quería desde hacía mucho tiempo y que no soportaba verme hacer esto, que no aguantaba ver como destrozaba mi vida… y me hizo darme cuenta de que lo que hacía estaba mal. Acabé a los pocos días accediendo a salir en exclusiva con él y habíamos llegado hasta aquí… diecisiete años juntos, criando a nuestros hijos y le amaba, sabía que le quería con locura, él fue mi apoyo en los peores momentos.

Se acercó hasta mí y me besó con suavidad. Me gustaban sus besos, de verdad que si pero hoy estaba pensando en cómo le había traicionado con Fugaku y cuando empecé a llorar, creo que se dio cuenta. Me abrazó con fuerza ante mi asombro y aunque resopló y no tuve que contarle nada porque se lo imaginaba… yo me sentía fatal.

-       Ya está Minato – me dijo abrazándome con fuerza colocando mi cabeza en su pecho – ya está.

-       Te prometo que se ha terminado, lo siento mucho Kakashi, no sé qué me pasa ¿Por qué no puedo olvidarle? – le dije llorando – no volverá a pasar, yo te elijo a ti.

-       ¿Estás seguro de esa decisión Minato? ¿No te arrepentirás luego?

-       No – le dije– te lo prometo… era la última vez… lo que hubo entre Fugaku y yo ya lo hemos solucionado… no volverá a pasar, te lo prometo, se ha terminado por completo.

-       Vale – me dijo besándome la frente – si lo habéis solucionado está bien, era hora de que pasarais página, no os hace bien a ninguno de los dos recordar el pasado.

-       Lo sé – le dije – lo siento de verdad Kakashi, siento haberte hecho pasar por esto. Yo sólo quería sacarlo de mi mente, sólo quiero dejar de caer cuando le veo.

-       Minato… es tu primer amor, el padre de tus hijos y le amas, no puedes sacarlo de tu mente.

-       Quiero hacerlo – le dije – ayúdame a olvidarle.

-       No puedo hacerlo Minato – me dijo – puedo sacarlo de tu mente pero no de tu corazón, sigues amándole y eso no se olvida jamás por mucho que me quieras, tienes una historia con él demasiado fuerte para olvidarla – le miré como quien mira a alguien que sabes… te va a dejar - Te amo Minato – me dijo de golpe y me sorprendí – sabes que siempre te he entendido y sigo haciéndolo, yo estaré apoyándote siempre, te quiero demasiado para dejarte ir y te lo dije en su momento, yo tengo suficiente amor para los dos.

-       Gracias Kakashi… Gracias por estar siempre conmigo, pero te prometo… que no volverá a pasar, no volveré a ver a Fugaku Uchiha, esto se terminó.

 

Capítulo 41: Malas compañías

Deidara Namikaze POV

Lo más raro que me había pasado hoy… que Sai… un compañero de mi hermano me hubiera invitado a ir a su fiesta, algo a lo que no pensaba ir, sobre todo porque Naruto me había comentado que como mucho iría diez minutos y se largaría en cuanto hubiera hecho acto de presencia, yo no quería quedarme allí solo, así que me rehusé a asistir. Otra de las cosas que me preocupaba… era mi comportamiento, tenía pánico a estar con Hidan, pero era al único que conocía para poder enfadar a mi padre, quería que le doliera como a mí me había dolido la noticia de que no podría estar jamás con Itachi, porque sabía que sólo podía amarle a él ¿qué iba a hacer ahora? Todos los chicos del instituto se metían conmigo y al único que le importaba y que me amaba, resulta que era mi hermano… al final… creo que el destino me empujaba una y otra vez a Hidan y no quería estar con él, pero era el único para mí al parecer.

Temblaba de miedo con solo pensar en él, con sólo pensar en todo lo que me hizo, en cómo me desgarró, en cómo me desmayé del dolor dejando todas las sábanas ensangrentadas y cómo tuvo que venir mi hermano y mi padre a ayudarme y llevarme al hospital ¿Eso es lo que me esperaba con Hidan? ¿Miedo? Seguramente era así, porque no había más chicos para mí, sólo Itachi era el perfecto y no podía estar con él, si no podía estar con él… todo me daba igual ya, me daba igual morirme aquí mismo o que Hidan me hiciera daño, daba lo mismo, no tenía lo único por lo que de verdad valía la pena vivir. Nadie entendía mi sufrimiento.

En parte me dolía ver a mi padre en este estado, sé que le dolía mi comportamiento y que no lo entendía, sinceramente… tampoco yo me entendía muy bien lo que estaba haciendo, pero mi cabreo me llevaba a hacer cosas que quizá si las hubiera pensado con detenimiento… no las habría hecho jamás. ¿Cómo podía estar con Hidan con todo lo que me hizo? ¿Con el miedo que me provocaba? No lo entendía pero aquí estaba, tanto me había costado librarme de él y ahora estaba de nuevo como al principio, frente a él indefenso como él quería, sin nadie que pudiera protegerme y no sabía cómo salir de este problema ahora. Supongo que diciéndolo.

Busqué a Hidan a las afueras del instituto y lo encontré hablando con sus colegas, desde luego no había cambiado nada, seguía siendo el mismo que hace años, no había aprovechado la oportunidad que mi familia le había dado y empezaba a dudar de si podía cambiar realmente, creo que no, pero yo estaba dispuesto a salir de este problema, tenía que hacerlo y es que dos días de intentar hacerme el rebelde era demasiado para mí, yo no era así, era un chico torpe e inteligente al que le gustaba pensarlo todo y tener siempre una lógica y esto que estaba haciendo… no tenía lógica alguna. Ahora lo podía pensar todo con la cabeza fría y podía ver que era un grave error mi comportamiento, no debí dejarme llevar por el calentón del momento, debí haber pensado las cosas antes de actuar, pero ya no había vuelta atrás, debía arreglar el problema.

-       Hidan… ¿Podemos hablar? – le pregunté.

-       Claro – me dijo pero no se movió de sus colegas y me miraban con unos ojos lujuriosos que no me gustaban nada.

-       A solas… por favor – le pedí con mi voz dulce y temerosa.

-       Está bien – me dijo y me acompañó a un lugar más apartado - ¿qué te ocurre? – me preguntó.

-       Yo… quiero dejarlo Hidan – le dije muy sincero y él empezó a reírse.

-       Te recuerdo que fuiste tú quien me buscó a mí.

-       Por eso sé que ha sido un error, no debí haber vuelto contigo, fue un cabreo con mi padre y para hacerle daño te utilicé a ti – le expliqué.

-       Dei – me dijo en tono meloso antes de agarrarme con fuerza del cabello – a mi nadie me utiliza, eres mío y seguirás conmigo – me amenazó.

-       Suéltame… me haces daño.

-       Pues si no quieres que te haga más daño, deja de decir estupideces, sabes perfectamente que somos perfectos el uno para el otro.

-       Suéltale – escuché a mi espalda de golpe y me di cuenta de que era Itachi, pero Hidan no me soltó, sólo sonreía con prepotencia – no me hagas repetírtelo – le repitió Itachi y en parte agradecí que estuviera allí.

-       Vaya… si ha venido el hermanito mayor – dijo lanzándome contra él y sentí los fuertes brazos de Itachi sosteniéndome para evitar que me cayese.

-       ¿Estás bien? – me preguntó Itachi.

-       Sí – le dije - ¿Qué haces aquí? – le pregunté

-       Venir a ver si estabas bien – me dijo muy serio – pero ya veo que sigue molestándote.

-       Estoy bien, enserio – le dije.

-       No lo estás, así que deja de fingir conmigo, ya te lo dije una vez Dei… no quiero que tengas que fingir nunca más, no permitiré que te haga daño esta basura – le dijo amenazando a Hidan.

-       Itachi por favor… - le dije mirando a los amigos de Hidan a la espalda – nos vemos luego, por favor.

Itachi trató de llevarme con él, pero creo que en este momento sería imposible y aunque deseaba apartarme de Hidan, no podía poner en riesgo a Itachi y es que estaban todos los amigos de Hidan detrás, no quería que le pudieran hacer daño a Itachi, así que decidí al final permanecer con Hidan un rato más pidiéndole a Itachi con una mirada suplicante que se marchase por ahora. Tras mirarme atentamente, me hizo caso y se marchó preguntándome un par de veces más aún si de verdad estaba bien.

-       ¿Sabes qué? Creo que me apetece ir a esa fiesta – me dijo de golpe Hidan.

-       No vayamos, por favor – le dije suponiendo que iba a liar alguno de sus típicos problemas.

-       Me apetece ir y tú vas a venir con nosotros – me dijo y yo miré como se marchaba Itachi.

Al final acabé en esa fiesta, más que nada porque Hidan me obligó a subir en su moto y tener que acompañarle y yo no quería más líos, bastantes tenía ya como para encima tener que llevarle la contraria. Si ahora mismo trataba de huir de él, estaba seguro de que volvería a hacerme daño y no quería volver a pasar por eso… pero sabía también que si seguía hoy cerca de él, en esa fiesta acabaría emborrachándose y luego querría tener sexo conmigo y yo no quería, le tenía miedo y en parte… yo sólo quería tener relaciones con Itachi aunque ahora ya ni eso podía ser.

Llegamos a la fiesta y estaba bastante animada, yo traté de perderme un poco entre los compañeros, pero Hidan me cogió con fuerza del brazo y me obligó a seguirle. Tal y como supuse, tanto Hidan como sus amigos empezaron a montar sus problemas y yo sólo quería irme de aquí, no quería estar con ellos. Podía ver como se metían con la gente que allí estaba, como les robaban las bebidas e incluso… a alguno lo tiraron a la piscina de malas formas o hicieron burlas a otros humillándolos.

-       Hidan… por favor quiero irme a casa – le dije.

-       Pero si la fiesta acaba de empezar – me dijo riéndose sin soltar mi brazo.

-       No quiero estar aquí – le dije llorando – por favor…

No me hizo caso alguno, siguió tirando de mí y me apartó hacia el interior de la casa mientras sus amigos seguían haciendo de las suyas en la fiesta y tuve miedo cuando me empotró contra una de las paredes besándome con fuerza. No podía dejar de llorar y es que sabía dónde acabaría esto. Intenté alejarle de mí sin mucho éxito, no había forma de conseguir que me soltase y no podía dejar de temblar y llorar, tenía demasiado miedo y más cuando sentí sus manos bajar por mi cuerpo acariciándome.

De repente sentí como Hidan se alejaba de mí con brusquedad y cuando miré, Sasuke lo había empujado lejos de mí y se acercaba ahora a comprobar que estaba bien. Mis piernas fallaron y me agarré a la camiseta de Sasuke con fuerza llorando mientras él intentaba sujetarme y me abrazaba contra su pecho tratando de calmar mi miedo.

-       Ya está Dei, tranquilo. Mi hermano está viniendo hacia aquí, todo va a estar bien, te llevaremos a casa.

-       Deidara se queda conmigo – dijo Hidan.

-       Deidara se viene con nosotros a casa y a ti más te vale permanecer alejado de él si no quieres tener más problemas de los que ya tienes.

Hidan se cabreó bastante, podía verlo en su rostro y se acercó enfadado con el puño en alto para golpear a Sasuke y aunque yo me metí en medio para evitar que le pegase a él, sé que le daría igual a Hidan… me iba a golpear y estuvo a punto de no ser porque Itachi le pegó primero el puñetazo derribándolo al suelo sangrando.

-       No te atrevas a golpear a mis hermanos – le gritó Itachi enfadado acercándose a nosotros.

-       Itachi – susurré su nombre aún sin parar de llorar y él se abalanzó hacia mí abrazándome.

-       Ven aquí ¿Estás bien?

-       No – le dije – quiero ir a casa.

-       Vale, nos vamos ahora mismo Dei, vente conmigo. – me dijo Itachi ayudándome a levantarme sin dejar de abrazarme.

Me acurruqué entre sus brazos y caminamos hacia la salida seguidos de los amigos de Itachi, Sasori y Pain, que habían venido a ayudarle por si tenía problemas con los amigos de Hidan. La verdad es que no les conocía muy bien, sé que eran compañeros suyos de la facultad porque les había visto alguna vez por la biblioteca con él. Ellos también me preguntaron si estaba bien y al final, acabó Itachi comentándoles que me llevaría a casa, así que podían volver a la fiesta.

A mi hermano le vi escasos segundos, el tiempo justo en el que había visto a Sasuke apartar a Hidan de mí. Creí que Naruto no iba a venir a la fiesta, pero al final parece que habían cambiado de opinión y habían venido un rato, aunque también les vi que nos seguían de cerca y Sasuke le comentó a su hermano que iba a acompañar a Naruto a dar una vuelta y luego lo llevaría a casa, ambos hermanos quedaron para verse ya en casa y así es como nos separamos. Naruto aún me miraba cuando se marchaba con Sasuke preocupado por mí, pero estaba bien, con Itachi siempre estaba bien.

Caminamos hacia casa y es que la fiesta tampoco la habían hecho tan lejos. Cruzamos uno de los parques frente a la biblioteca y entonces empecé a llorar de verdad viéndome ahora a salvo de Hidan, pero ahora mismo es cuando me venía realmente el miedo que había pasado, hasta ahora no había podido reaccionar. Itachi paró en seco y me abrazó con fuerza tratando de calmarme mientras me besaba la frente con dulzura.

-       Ya está Deidara… estás conmigo.

-       Lo siento – le dije.

No pude decirle nada más, sentí sus labios sobre los míos besándome con suavidad y sé que esto estaba muy mal, lo sabía pero mi cuerpo se negaba a apartarse, se negaba a enfadarse, le deseaba, era él a quien amaba con todo mi ser, era él a quien había estado buscando tanto tiempo, me sentía seguro y protegido a su lado. Su lengua rozó mi labio inferior pidiéndome permiso para entrar y tampoco pude negarme a eso, acabé abriendo la boca para darle acceso y permiso para que su lengua jugase con la mía.

-       Esto está mal – le dije llorando cuando se separó de mí.

-       Lo sé – me dijo mientras veía como una lágrima resbalaba también desde su ojo derecho por su mejilla – lo sé – me repitió – pero no puedo evitarlo, te amo, no puedo luchar contra lo que siento, no soporto verte con nadie más, no soporto la idea de que alguien pueda hacerte daño, no puedo alejarme de ti.

-       No llores – le dije limpiándole la lágrima que resbalaba por su mejilla – sabes que te amo a ti, pero no sé qué hacer… no podemos hacer nada contra esto.

-       No vayas con Hidan – me dijo – por favor, aléjate de él, deja de hacer estas locuras, no soporto pensar que pueda pasarte algo, mantente a salvo, por favor – me pidió.

-       Vale – le dije – lo haré por ti.

-       Tú padre estaba muy preocupado. Te quiere y lo sabes, eres su hijo.

-       Me mintió – le dije enfadado.

-       Lo hizo por vosotros, tuvisteis una familia durante todos estos años, habéis llegado a ver a Kakashi como vuestro padre y era lo más lógico que jamás volvierais a ver a Fugakuk, os dio una verdadera familia – me dijo – vamos Dei… perdónale, lo está pasando muy mal entre Naruto y tú.

-       Está bien, hablaré con él – le dije.

-       Vale – me comentó volviendo a besarme y de verdad que no entendía nuestra relación.

¿Eramos hermanos o novios? No lo sabía, lo único que sabía es que amaba a este chico, que le quería demasiado y no veía mi vida sin él. No podía apartar sus labios de los míos, me gustaba demasiado esa sensación, me gustaba la idea de ser de él, porque así seguía pensando… yo seguía siendo de Itachi, siempre lo sería.

-       Sal conmigo – me dijo Itachi de golpe.

-       Pero…

-       Sal conmigo – me repitió evitando mi duda

-       No podemos.

-       Sí podemos – me dijo – no eres realmente mi hermano Dei, sólo llevas la mitad de la sangre, Minato no es nada mío – me comentó.

-       La gente lo verá raro.

-       Me da igual la gente, sal conmigo, sólo te necesito a ti para estar completo, para ser feliz, me da igual si nadie entiende lo que siento o si no comprenden nuestra relación, sólo necesito saber que me amas como yo te amo a ti.

-       Lo hago – le dije – pero esto está mal.

-       Piénsalo entonces Dei… piénsalo y me das tu respuesta cuando la tengas, pero por favor…. Piénsalo, sabes que te amo, haré lo que sea por ti.

-       Quiero estar contigo – le dije de golpe – no necesito pensarlo Itachi, te amo a ti, de eso estoy seguro.

Itachi volvió a unir sus labios a los míos y sé que era raro, seguía sintiendo esta sensación de que era mi hermano… pero traté de verlo como al principio, traté de verle como mi vecino, el chico que se había mudado de Nueva York hace unas semanas y no tenía nada que ver conmigo ni con mi familia, sólo un chico más, necesitaba verlo así para poder estar con él, porque pensar que era mi hermano… me dolía.

 

Capítulo 42: Guardando sentimientos

Naruto Namikaze POV

Había acompañado al final a Sasuke hasta la comisaría más cercana para poner la denuncia y estaba muy nervioso. Me sentaron en una silla en la sala de espera hasta que pudieran atenderme y no paraba de mover los pies intranquilo. Sasuke se había sentado a mí lado y tras mirar como no podía dejar de moverme, me cogió la mano colocándola sobre mi pierna y evitando que la moviera.

-       Cálmate – me pidió – todo estará bien Naruto, voy a estar a tu lado.

-       Tengo miedo – le dije.

-       Lo sé, pero yo estoy aquí y tú eres valiente, sé que puedes hacerlo. Piensa en tu hermano o en los otros chicos a los que puedes ayudar con tu confesión.

-       Sí – le dije – pero eso no evita que siga asustado ¿Y si intenta hacerme algo después de que ponga la denuncia en su contra? ¿Y si la gente se ríe de mí?

-       No lo hará, la policía te pondrá seguridad y se lo llevarán de inmediato a comisaría – me dijo – y lo de los otros alumnos, yo no dejaré que se metan contigo.

-       No puedes evitar eso.

-       Puede, pero si tengo que ir contigo hasta al baño para que te quedes tranquilo… lo haré – me dijo sonriendo y sonreí.

-       Vale.

-       Relájate Naruto, todo estará bien, vamos a solucionar esto ¿Confías en mí, verdad?

-       Sí – le dije.

Miraba a Sasuke y creo que también estaba un poco nervioso, me miraba y trataba de permanecer calmado por mí, para no provocarme más nervios de los que llevaba y de verdad que me destrozaba toda esta situación, no sabía cómo afrontar todo esto, no sabía ni siquiera cómo empezaría a explicarle todo esto a la policía para la denuncia, no quería revivir todo lo que me hizo.

-       Naruto Namikaze – me llamaron y me tensé, pero Sasuke me agarró con fuerza la mano y me ayudó a levantarme para ir a la mesa del policía.

Llegué hasta la mesa y me senté con un gran nerviosismo en el cuerpo mientras no dejaba de mirar a Sasuke y como a mí no me salían las palabras, fue Sasuke quien empezó a poner la denuncia. El policía me miraba y de vez en cuando me hacía alguna pregunta para que yo lo corroborase porque la verdad es que poco más podía hacer, Sasuke comentaba todo lo que podía y yo sólo tuve que decir algunos datos más concretos, como las violaciones, los abusos o si utilizaba protección o no, detalles que sólo yo podía saber y me costó contar todo aquello pero al menos una de las cosas que agradecía, es que Orochimaru por temor a dejar pruebas de sus delitos, siempre había utilizado protección, así que en parte era malo… porque no había pruebas pero en parte lo agradecía porque no podía transmitirme ni enfermedades ni dejarme embarazado.

Sentía cada vez que hablaba y se me entrecortaba la voz, como Sasuke agarraba con fuerza mi mano encima de mi rodilla tratando de calmarme, tratando de darme fuerza para que pudiera seguir contando los hechos y sentía como si se estuviera quitando un gran peso a cada palabra que decía, lo había llevado este secreto demasiado tiempo guardado y ahora me sentía liberalizado al contarlo por fin aunque seguía teniendo miedo de lo que dirían, pero el policía lejos de no creerme o burlarse, hizo una llamada enseguida y tras la prueba de Sasuke del video, se pusieron en contacto de inmediato con el instituto para sacar a Orochimaru del centro docente e investigarle. También llamaron a mis padres… y eso sí me daba algo de miedo.

Mi padre no tardó en llegar y uno de los policías antes de dejar que viniera hasta mí, lo cogió y lo apartó a otra sala, supongo que para explicarle la situación. Yo no podía dejar de mirarle por el cristal del pasillo y él me miraba dudando de si había hecho algo malo o me había pasado algo, pero acompañó al policía. Entró casi media hora después y creo que había estado llorando, seguramente porque le habían contado todo ya y me alegraba de no haber tenido que decírselo yo, porque me habría quedado sin voz y no habría sabido por dónde empezar a contarle todo lo que me había pasado en el instituto. En cuanto entró Minato, se lanzó a abrazarme y no me soltó en un buen rato. Lloramos los dos y tampoco quería que me soltase, me sentía protegido y aliviado de que mi padre me apoyase, no sabía cómo se lo iba a tomar, pero creo… que Sasuke tenía razón, tenía que habérselo dicho antes y no haberme callado todo esto.

-       Lo siento Naru – me dijo mi padre llorando sin soltarme – lo siento, debí darme cuenta.

-       Es mi culpa… - le dije llorando – tenía que habértelo dicho pero tenía miedo.

-       Ya está Naruto, ya está hecho, voy a encerrar a ese tipo cueste lo que cueste, te lo prometo.

-       Lo sé, pero tengo miedo.

-       No lo tengas Naru, yo terminaré de poner la denuncia ¿Vale?

-       Vale.

-       Y Naruto… por favor no vuelvas a escondernos algo tan grave.

-       Lo prometo, pero ya no llores – le dije intentando sonreír – me haces llorar a mí y no quiero llorar delante del Teme este – le dije a la oreja susurrando para que no me escuchase y es que yo no era la damisela en apuros… era Naruto Namikaze y tenía que demostrar que Sasuke no era el único valiente aquí. Mi padre sonrió como pudo aún con su preocupación y me soltó limpiándome las lágrimas con sus dedos antes de besarme la frente.

Mi padre terminó de poner la denuncia y me parece… que quería llevar mi caso, porque quería hundir a mi entrenador por todo lo que me había hecho, pero no le dejarían llevar este caso, lo sabía, estaba demasiado afectado para esto… pero acabó diciéndome, que conocía a alguien que lo llevaría mucho mejor y ese era ni más ni menos… que mi verdadero padre, Fugaku Uchiha, el padre del chico al que amaba.

Cuando salimos de la comisaría, estaba más relajado y quería ir a la fiesta, más que nada porque sé que Deidara estaría por allí y no quería dejarle solo. Mi padre se negaba a dejarme salir solo ahora y más tras saber todo lo que me había pasado, pero Sasuke le prometió que no se separaría de mí ni un segundo y que me devolvería a casa sano y salvo, sólo estaríamos unos minutos en la fiesta, lo justo para encontrar a mi hermano, así que al final Minato acabó aceptando que fuera, haciéndole prometer a Sasuke, que me llevaría a casa antes de las diez de la noche y es que ahora mismo… eran ya casi las ocho, así que no sería mucho tiempo.

Sasuke me acompañó y no paró de intentar tranquilizarme y decirme que todo estaba bien ya, realmente sentía que todo estaba bien siempre que Sasuke estuviera a mi lado, él era todo lo que necesitaba en mi vida, me daba confianza y seguridad, pero también era mi hermano y eso me dolía, porque sabía que por mucho que le quisiera no podía estar con él, estaba mal.

Llegamos a la fiesta y había mucha gente, casi todos medio borrachos y parejas besándose con desesperación. No me gustaba este ambiente y menos aún para mi hermano que jamás había salido a ninguna fiesta, ni siquiera con amigos, porque jamás había tenido amigos y eso me entristecía. Sé que Deidara debía salir y pasarlo bien pero… no quería verle en fiestas de este tipo, esto no era una fiesta que a mí me gustase para que fuera su primera vez y quería sacarle de aquí.

Buscamos a mi hermano por todos los rincones y al final… lo encontré con Hidan encima empotrándolo contra una pared mientras él intentaba deshacerse de su agarre y fui hacia él con clara intención de mandar directo al hospital a ese capullo por tocar a mi hermano en contra de su voluntad, pero Sasuke se me adelantó golpeándole él primero y alejándolo de mi hermano. Itachi tampoco tardó en llegar y es que había estado llamando toda la tarde a Deidara al móvil y no se lo cogía, andaba tan preocupado por él, que nos llamó a nosotros y al decirle que se había ido a la fiesta seguramente, no tardó en venir a comprobarlo.

Esta vez, Sasuke no trató de frenar a su hermano cuando golpeó a Hidan y sus amigos, Sasori y Pain seguían detrás de él por si necesitaba ayuda, aunque yo lo dudaba viniendo de la familia Uchiha, ellos siempre eran así, fuertes, orgullosos… pero a la vez tiernos y protectores. Itachi se llevó a Deidara y comentó que lo llevaría a casa, así que yo me fui con Sasuke.

Caminamos por las calles en dirección a casa y no podía dejar de estar preocupado por mi hermano, al fin y al cabo… era Deidara y estaba en el mismo problema que yo… ¡Enamorado de su hermano! Cada vez que recordaba que eran nuestros hermanos… me dolía todo ¿Por qué cuando encontrábamos a los chicos perfectos… eran familiares nuestros? Odiaba esta sensación, porque adoraba a Sasuke, le quería con locura y no sé el momento exacto en el que ocurrió, pero le amaba.

Llegamos a mi barrio y teniendo mi casa ya a la vista… no quería entrar, sabía que Minato se lo habría contado ya todo lo sucedido a Kakashi y estarían esperándome para decirme algo, se sentirían culpables por no haberse dado cuenta pero no era su culpa… era la mía porque yo no se lo había contado, pero no sé si era capaz ahora mismo de enfrentar esta situación.

-       No quiero entrar – le dije a Sasuke mirando mi casa.

-       ¿Quieres venir a la mía hasta que se haga la hora? – me preguntó.

-       ¿Cuánto queda? – le pregunté yo.

-       Algo más de media hora – me explicó

-       Sí – le dije – por favor.

-       Vamos entonces – me dijo guiándome hacia su casa.

Entré por su casa y todo estaba demasiado oscuro y silencioso. Supuse que su padre no estaba por aquí, pero según Sasuke, últimamente estaba muy ocupado con el caso de mi hermano y con lo del divorcio… yo creo que incluso estaría en mi casa hablando con Minato para saber cómo llevar mi caso y era lo más seguro, porque mi padre no dejaría las cosas así, se habría puesto a trabajar ya y si eso le costaba tener que pedirle un favor a Fugaku, era capaz de cualquier cosa por sus hijos, hasta de humillarse y pedirle que se ocupase de mi caso y ganase a como diera lugar.

Me senté en el sofá junto a Sasuke y vimos la televisión un rato, hasta que tras ver parejas y más parejas en las películas y series que echaban, no pude evitar mirar a Sasuke. Tenía ganas de besarle, tenía ganas de estar con él ¿Las tendría él? ¿Cómo podía estar pensando en esto sabiendo que era mi hermano? No lo sabía… pero tenía una cosa clara, no iba a poder estar con él nunca así que por lo menos… quería estarlo hoy, que fuera nuestra última vez, quería ser feliz aunque solo fuera un día y olvidarme de todo lo que había pasado con Orochimaru.

Me acerqué a él y Sasuke se sorprendió un poco, pero cuando le besé, se quedó paralizado del asombro. Creo que él pensaba lo mismo que yo, que estaba mal, éramos hermanos, pero es que no lo soportaba más, necesitaba a Sasuke Uchiha.

-       Naru… - intentó hablar apartándose un poco de mi beso

-       No lo digas – le dije a punto de llorar – por favor, no me lo recuerdes, déjame estar contigo hoy, quiero ser tuyo Sasuke, por favor… aunque sólo sea hoy – le pedí.

-       ¿Estás seguro de esto Naruto? – me preguntó.

-       Sí – le respondí – bésame, por favor… hazme lo que quieras Sasuke – le dije sonrojándome como nunca y Sasuke no pudo evitar besarme con pasión al excitarse con mi sonrojo y mi tono seductor.

 

Capítulo 43: Hacer algo

Sasuke Uchiha POV

Que Naruto me dijera algo como que le hiciera lo que yo quisiera en ese tono dulce y juguetón a la vez mientras se sonrojaba de esa forma… era demasiado para mí, no podía aguantarme tanto, sabía que era mi hermano, sabía que estaba fatal esto, pero mi cuerpo solo veía ese sonrojo y pedía a gritos a mi cerebro que le hiciera mío, frente a mí no estaba mi hermano, estaba Naruto, ese chico rubio al que conocí por accidente en el instituto por un choque fortuito y del que me enamoré prácticamente a primera vista.

Le besé con pasión y es que hacía mucho tiempo que deseaba hacerlo, Naruto me volvía completamente loco, me excitaba cada gesto, cada sonrojo, cada caricia… todo de él me gustaba. Sus caricias siempre eran suaves y tiernas, sus besos adictivos y cuando me miraba con aquellos ojazos azules y ese rubor en sus mejillas, me excitaba como nunca, era mi rubio…

Le cogí con suavidad envolviendo mi mano derecha a su cintura y recostándole con suavidad en el sofá mientras me colocaba encima de él sin soltar ni un solo segundo sus labios. Bajo mi cuerpo sentía a Naruto temblar, imaginaba que no era porque tuviera miedo ni porque no quisiera hacerlo conmigo, eran los recuerdos de todo lo que había vivido y ya sufrí su miedo la última vez, era normal que no estuviera del todo seguro para hacer esto. Fui despacio, necesitaba ir despacio para no causarle aún más temor y es que eso era lo último que yo quería. Sólo deseaba que Naruto disfrutase y estuviera a gusto.

Acaricié su abdomen por encima de la camiseta y le vi cerrar los ojos con fuerza mientras temblaba y supe que no iba bien. Le besé la frente y cogí con mi mano izquierda su mejilla con dulzura antes de hablarle con la voz más calmada que pude sacar.

-       Naruto… no hagas eso – le dije – abre los ojos por favor.

Naruto abrió los ojos con lentitud y me miró fijamente, yo aproveché para sonreír y acariciar con mi pulgar su mejilla tranquilizándolo.

-       No soy él, mírame bien Naruto, yo no soy él – le dije.

-       Lo sé.

-       Si te vienen sus recuerdos… abre los ojos y mírame, no vas a encontrarle a él Naruto, él no volverá a hacerte daño – Naruto sonrió como pudo antes de besarme en la mejilla.

-       Te quiero Sasuke – me confesó y aquello me cayó como un cubo de agua frío encima.

Yo también le quería y sabía cuánto le había costado a Naruto decir aquello, pero no podía dejar que se enamorase de mí, no podía permitir caer yo también en él aunque ya hubiera caído, porque éramos hermanos, esta sería nuestra última vez y creo que Naruto se dio cuenta algo tarde de lo que había dicho porque se sonrojó más y se sintió mal por mi reacción.

-       Lo siento – se disculpó – no debí decirlo.

-       Está bien Naruto – le dije intentando sonreír – está bien, no te preocupes. No era la mejor situación para decir esto pero tampoco quiero que te siente mal, porque me ha alegrado escucharlo, es sólo… que no lo esperaba en una situación así – le confesé – si no hubiéramos sido hermanos… esa frase habría llegado como la mayor de mis ilusiones Naruto.

Naruto trató de hablar, pero yo se lo impedí con un beso tierno y es que no quería que cogiera miedo a decir sus sentimientos porque era algo bueno, me alegraba de que me lo hubiera dicho, pero me hacía sentir un poco culpable en este momento sabiendo que jamás podría estar con él.

Metí mis manos con delicadeza bajo su camiseta y aunque tembló, me dejó acariciarle con suavidad. ¿Estaba mal lo que hacía? Seguramente… pero no podía evitarlo, su cuerpo y sus ojos mirándome con esa profundidad e inocencia que seguía teniendo Naruto, me hacían desearle cada vez más, me era imposible negarle algo. Le besé de nuevo intentando tranquilizarle y sus manos aunque temblaban, se agarraron a mi espalda cogiendo con fuerza la camiseta y arrugándola.

Empecé a levantarle la camiseta con calma y podía ver aún en su abdomen los moratones del último partido, las heridas que le habían hecho el resto de jugadores y se quejó un poco cuando sin querer toqué uno de los moratones.

-       Lo siento – le dije.

-       No pasa nada.

-       Tendría que haber llegado antes a ayudarte.

-       Déjalo Sasuke – me dijo – no tienes la culpa, hasta entraste en una pelea por mi culpa, jugué mal adrede y lo sabes, me lo merecía.

-       No te lo merecías Naruto – le dije besando con suavidad uno de sus moratones – te mereces ser feliz, no estar lleno de heridas.

-       Soy feliz contigo – me dijo – sólo contigo podría ser feliz.

Le besé con más intensidad esta vez cambiando el ritmo que habíamos llevado hasta ahora y es que yo necesitaba algo más de marcha y esperaba que Naruto fuera perdiendo el miedo a medida que avanzásemos y creo que lo iba haciendo, al menos lo intentaba, porque hasta se atrevió a quitarme él mismo la camiseta. Sonreí al verle sonrojarse de nuevo como generalmente hacía cuando me veía y es que me encantaba ese rubor en sus mejillas, lo hacía parecer tan dulce y tan inocente que me encantaba. Puede que Orochimaru le hubiera arrebatado muchas cosas, pero no podía arrebatarle esa inocencia que tenía innata, no podía quitarle ese rubor que se le ponía al verme.

Bajé su pantalón sonriendo y Naruto aunque seguía nervioso, parecía mucho más relajado. Lancé el pantalón junto a su ropa interior al suelo y cogí su miembro en mi mano sacándole un gemido a Naruto casi imperceptible, porque creo que le daba tanta vergüenza gemir que trató de callarlo como pudo, lo que hizo que sonriera aún más. Subí hasta él para poder besarle, metiendo mi lengua a jugar con la suya, devorando su boca mientras mi mano seguía moviéndose en su miembro masajeándolo y Naruto me agarraba de la nuca presionando más su boca contra la mía profundizando el beso mientras le escuchaba ahogar sus gemidos en nuestro intenso beso.

Aproveché para levantarme y dirigirme al baño para coger el lubricante y es que no quería hacer daño a Naruto, no después de todo lo que había vivido. Volví a colocarme encima de él que me miraba con ojos dudosos mientras me veía colocar el lubricante en mis dedos para preparar su entrada. Al empezar a introducirlos, sentí como Naruto se tensaba y le pedí dándole a la vez ligeros besos en el cuello que se relajase, no quería hacerle daño y esa tensión que llevaba encima sólo podía traerle dolor. Trató de relajarse y lo coloqué de forma en que yo tuviera mejor el acceso y seguí lubricándole bien hasta que escuché como gemía y su cuerpo terminaba de relajarse.

Me deshice del pantalón tirándolo sobre el de Naruto y me coloqué el preservativo dispuesto a entrar en él. Entré muy despacio pero no me detuve hasta el final aunque parecía que le dolía un poco, pero no dijo nada, aguantó mientras yo me movía lentamente dentro de él tratando de dilatarle por completo y tras varios movimientos míos, Naruto dejó de sentir dolor y empezó a disfrutarlo.

Me sentí feliz en aquel momento que escuchaba sus gemidos, porque comprendí que disfrutaba conmigo, sentía que empezaba a olvidarse lentamente de sus malos momentos para centrarse en mí y en lo que hacíamos, por fin, parecía volver a ser ese chico del que todos los rumores hablaban, ese chico inocente, sonriente y extrovertido, por lo menos… ahora conmigo empezaba a sonreír de nuevo y eso me llenaba de felicidad a mí.

Con aquel eterno sonrojo en sus mejillas y jadeando como lo hacía mientras entraba una y otra vez en él, no sé si aguantaría mucho y menos aún cuando le escuché pronunciar mi nombre de forma sugerente mientras se agarraba con fuerza a las sábanas arrugándolas entre sus dedos debido al placer que sentía. Al final viéndole tal cual estaba, acabé corriéndome de la excitación que llevaba y el placer que me daba Naruto.

Me tumbé a su lado en el sofá y pasé mi brazo por su cintura pero entonces le vi llorar y me asusté. Sabía por qué lloraba, a mí también me preocupaba todo esto de ser hermanos. Pasé mis manos por su nuca y lo atraje hacia mi pecho para que llorase tranquilo.

-       ¿Por qué no puedo estar contigo? – Me preguntó llorando – yo sólo te necesitaba a ti.

-       Ya lo sé Naruto, a mí también me duele esta situación, pero buscaremos alguna solución, ya lo verás.

-       ¿Qué solución? No puedo cambiarme la sangre, eres mi hermano.

-       Quiero estar contigo Naruto – le dije – me da igual lo que seas o lo que digan, sal conmigo, sé mi chico Naruto.

-       Estás loco – me dijo levantándose y buscando sus cosas para vestirse mientras yo me incorporaba en el sofá.

-       Vamos Naruto, piénsalo bien, ¿Qué más da? Vale no es la mejor situación del mundo pero nos tendría que importar a nosotros, los demás me dan igual.

-       A mí no – me dijo Naruto medio enfadado – esto no puede repetirse Sasuke, lo siento.

-       Naruto… sabes que seré el único para ti como tú eres único para mí, te necesito a ti.

-       No puede ser Sasuke – me dijo llorando – no insistas por favor, habíamos quedado que ésta sería nuestra última vez.

-       Lo sé, sé que lo acordamos pero no puedo sacarte de mi cabeza ni de mi corazón Naruto, vamos por favor, quédate conmigo.

-       No Sasuke, lo lamento.

Me levanté del sofá caminando hasta él y le cogí de la muñeca con fuerza girándole hacia mí para besarle de nuevo con pasión y se dejó, correspondió mi beso mientras una lágrima resbalaba por su mejilla y cuando me separé, tenía los ojos cerrados y medio sollozaba.

-       Ves como me quieres – le dije.

-       Claro que te quiero, pero eso no cambia el hecho de que no podemos estar juntos Sasuke, lo siento.

Terminó de vestirse y se marchó corriendo hacia su casa… creo que esta era nuestra despedida y no podía creerme que me ocurriera precisamente a mí algo como esto, cuando encontraba a mi alma gemela, resultaba que era mi hermano. Terminé de recoger las cosas y me fui a mi cuarto, pero no podía dejar de mirar por la ventana por si veía a Naruto, supongo que no estaría en su habitación, sus padres lo habrían retenido para hablar de todo el problema que había tenido con su entrenador.

Esa noche no dormí, me pasé la noche prácticamente llorando en silencio y escuché la puerta principal, supuse que Itachi que habría dejado a Deidara en su casa y había venido a dormir, porque al rato, la puerta escuché como abría y cerraba la puerta de su cuarto. Por la forma en qué caminaba por el pasillo y había cerrado la puerta, creo que tampoco le había ido precisamente bien con Deidara.

A la mañana siguiente, Naruto estuvo todo el día evitándome y en el instituto no fue mejor la cosa… el rumor de que ambos teníamos una relación se expandía como la pólvora pero encima… empezaba a saberse que éramos hermanos y eso era un problema, porque no paraba de escuchar los rumores y susurros de la gente, cuchicheaban a nuestra espalda, tanto de Naruto como de mí y me ponía de mal humor que estuvieran riéndose de algo que ellos no entendían, era un problema que no tenía por qué ser del dominio público, era algo entre Naruto y yo. Si antes era complicado acercarse a Naruto… hoy lo era mucho más, porque ni siquiera me miraba y menos…después de confesar frente a todo el comedor que le amaba… y es que fue una locura.

Ni siquiera lo pensé, escuchaba los cuchicheos constantes y las risas a mi espalda, era insoportable ya y Naruto estaba mucho peor que yo, ni siquiera levantaba la cabeza y todos le señalaban y se reían de él. Al final acabé por hacer lo que nunca creí que tendría que hacer, subirme encima de una mesa del comedor y gritar a todos los estúpidos de allí dentro que le amaba y que puede que fuera mi hermano, pero me daba igual, le quería y ellos no entendían lo que era sentir algo tan fuerte por alguien. Naruto al escuchar aquello, se puso rojo como un tomate y salió corriendo del comedor avergonzado, al final me tocó salir detrás de él.

Desde luego era un gran deportista, corría mucho y no me daba tiempo a alcanzarle… aún así intenté coger los pasillos por los que atajar, sabía que iría hacia la salida y traté de alcanzarle por el camino más corto llegando al patio prácticamente a la vez que él. Le vi salir corriendo dirección hacia la calle y ni siquiera el idiota miró por si venía alguien, cuando se quiso dar cuenta, el coche lo tenía encima y menos mal que estaba medio cerca de él y pude cogerle del brazo a tiempo empujándolo hacia atrás provocando que cayese encima de mí y el coche pasase de largo.

-       Idiota – le grité enfadado y asustado mientras Naruto se agarraba a mí intentando calmarse por el susto – serás imbécil, ¿Cómo se te ocurre salir sin mirar?

-       Deja de reñirme Teme – me dijo enfadado – todo esto es tu culpa ¿Cómo se te ocurre decir que me amas delante de todos?

-       Porque es la verdad Dobe, te quiero y me da igual que lo sepan los demás, es la única forma de que dejen de cuchichear.

-       Claro… bonita forma… ahora todos lo saben.

-       Pues mejor – le dije – así no tendrán que esconderse para hablar de esto, una vez confirmado se acabó los rumores inventados ¿No te das cuenta? Sólo se metían con nosotros porque podían hacerlo, pero ahora que todos lo saben no tienen nada que pueda hacernos daño.

-       Eres imbécil – me gritó.

-       Lo soy, pero te amo – le grité antes de cogerle de la nuca y besarle apasionadamente y me dio igual quien estuviera mirando, me había asustado mucho al ver que podía haberle pasado algo con aquel coche.

-       Te odio – me dijo Naruto sonrojándose y yo sonreí, porque esta vez era él quien me besaba a mí – te odio mucho, pero no puedo estar sin ti.

-       Lo sé.

-       ¿Qué narices has hecho conmigo? – me preguntó y yo sonreí.

-       Enamorarte – le dije volviendo a besarle y Naruto me continuó el beso, porque ninguno de los dos podíamos estar lejos del otro.

 

Capítulo 44: Drogas

Deidara Namikaze POV

Itachi me acompañó a casa aquella noche después del miedo que había pasado con Hidan y cuando entré por casa, me sentí seguro por fin. Iba a irme hacia la habitación cuando vi que en el salón aún había luz y mis padres estaban hablando con Naruto, creo que de algo importante porque todos estaban muy serios y bastante apenados. Cuando entré pidiendo permiso, me explicaron la situación que había vivido mi hermano con su entrenador y sinceramente… yo ya lo sabía, pero Naruto me hizo un gesto para que fingiera no saberlo, así que me hice el enfadado mientras Naruto me miraba desde cierta distancia y bajaba la cabeza fingiendo sentirse culpable por no contarme las cosas.

-       ¿Qué narices ocurre en esta casa que ocultáis todo? – pregunté enfadado – me ocultáis quien es mi padre, ahora esto.

-       Dei – me llamó Naruto y yo me lancé a abrazarlo porque sé que no era justo reñirle en esta situación.

-       Lo siento Naru – le dije – sé que lo estás pasando mal pero por favor… no vuelvas a ocultarme algo así.

-       Lo siento Dei, no volveré a hacerlo. Yo sólo intentaba protegerte.

-       Contémonoslo todo a partir de ahora, sea lo que sea Naru, no puedo ayudarte si no me cuentas las cosas.

-       Vale – me dijo intentando sonreír.

Nuestros padres nos mandaron a la habitación y sé que Minato se quedó hablando con Kakashi un rato más, imaginaba que de nosotros y de Fugaku que al fin y al cabo era nuestro verdadero padre. La verdad es que la tensión en esta casa estaba por las nubes últimamente.

-       Gracias por no decirlo – me dijo Naruto – papá se sentiría aún peor si supiera que te lo dije a ti antes que a él – me comentó.

-       Lo sé – le dije sonriendo.

Aquella noche dormí con Naruto en su cuarto y nos costó dormirnos porque teníamos muchas cosas que contarnos, todo lo que habíamos estado escondiendo. Yo le conté todo lo que me había pasado en el instituto, cómo se metían conmigo los compañeros de clase, todo lo que había ocurrido con Hidan, mi preocupación por el tema de Itachi y no poder sacarle de la cabeza y él me contó con detalle todo su problema con Orochimaru, todo lo que había pasado esta noche, como Sasuke le había acompañado a poner la denuncia y como al final, había acabado acostándose con él otra vez aún sabiendo que era su hermano.

Naruto estaba igual de preocupado que yo con todo esto, se le notaba cuánto quería a ese chico y cuánto sufría por no poder estar a su lado. Cuando consiguió dormirse, yo aún me quedé un rato abrazado a él pensando en las palabras de Itachi, porque claro que quería estar con él, pero no era correcto ¿Debía aceptar o no? Hasta Naruto había vuelto a acostarse con Sasuke ¿Por qué yo no podía hacerlo? ¿Era culpa de mi mente que veía todo como una falta de moral por ser mi hermano? ¿Por qué no podía ser como los demás y dejarme un día llevarme por los sentimientos en lugar de por la razón?

Me dormí pensando en todo aquello, pensando en sí debía o no estar con Itachi, en si debía aceptar su propuesta o no. Cuando nos despertó Minato para ir a clase, bajamos a desayunar en silencio, tanto Naruto como yo teníamos demasiadas cosas en la cabeza y por primera vez en bastante tiempo, vi a Minato algo más tranquilo, creo que por tenerme de vuelta sin estar de rebelde.

Naruto se levantó de la mesa tras desayunar para ir a recoger sus cosas y yo me quedé allí sentado en la mesa dándole vueltas al vaso de la leche mientras miraba a Minato fregar unos vasos.

-       Papá – le llamé y él se giró – lo siento, siento todo lo que he hecho y como me he comportado.

-       No pasa nada Dei – me dijo pero yo sabía que sí pasaba, se lo había hecho pasar mal.

-       Yo… no quería volver con Hidan – le expliqué – solo estaba enfadado.

-       Lo sé – me dijo sonriendo y se secó las manos con un trapo para acercarse y sentarse a mi lado en otra silla – no te preocupes ¿Vale? Ven aquí – me dijo abrazándome – nos ocuparemos de que Hidan no pueda hacerte daño pero hasta el juicio… mantente lejos de él, por favor.

-       Vale – fui a levantarme cuando caí en otra cosa - ¿Y Naruto? – le pregunté.

-       Fugaku está estudiando el caso y las pruebas, también le cogeremos, te lo prometo – me dijo sonriendo – nos ocuparemos de todo.

-       Sé que quizá es un poco extraño… pero me gustaría conocerle – le dije – a mi verdadero padre quiero decir, aunque sinceramente… para mí Kakashi siempre será mi padre.

-       Lo sé, es difícil hacerse a la idea cuando alguien te ha criado durante tanto tiempo.

-       Sí, pero aún así, quiero conocerle.

-       Hablaré con él, le hará ilusión pasar un día contigo – me dijo sonriendo.

Vi a Minato levantarse para coger el teléfono, seguramente para comentárselo a Fugaku mientras yo me marchaba a recoger también mis cosas para ir al instituto. Al llegar, Naruto desapareció por los pasillo como era habitual en él, creo que evitaba a Sasuke y es que yo sabía que no debía ser muy fácil convivir con la persona a la que amabas y con la que no podías estar, al menos yo no tenía que ver a Itachi porque iba a la universidad, pero sí tenía que enfrentarme a mis compañeros de clase.

Antes incluso de entrar por el edificio, ya veía sus sonrisas mirándome, sus cuchicheos y como al pasar a mi lado me decían insultos por haberme acostado con mi hermano sin saberlo. Me dieron ganas de llorar pero me aguanté, me quedé allí de pie paralizado asumiendo todo lo que decían hasta que sentí como alguien a mi espalda tiraba de mí y al girarme, me di cuenta de que era Hidan y traté de soltarme. Por mucho que grité, nadie de todos los que estaban en el instituto me ayudó y es que ni siquiera eran compañeros ni amigos, a ellos les daba igual lo que me ocurriera, no se molestarían en ayudarme.

-       Déjame – le grité a Hidan pero éste estaba muy enfadado y me arrastró con él – he dicho que me sueltes.

Me dio un bofetón tan cual se giró y sentí un sabor metálico. Me toqué con el dorso de la mano el labio y podía ver la sangre, me había partido el labio.

-       Vas a venir conmigo y más te vale mantener la boca cerradita – me amenazó.

-       No voy a ir contigo a ningún lado – le grité – aléjate de mí, ya tienes bastantes problemas, no me metas en ellos, yo no soy como tú.

-       ¿No eres como yo? – me preguntó – tú sólo puedes estar conmigo, mira bien a tu alrededor… nadie te quiere aquí, todos pasan de ti.

-       Itachi me quiere – le dije

-       Es tu hermano – me dijo sonriendo - ¿De verdad aún crees que puedes estar con él? Abre los ojos de una maldita vez, tú y yo estamos hechos el uno para el otro y lo sabes.

-       No es cierto, sólo eres un delincuente más, yo no soy como tú y no quiero ser como tu, así que déjame.

-       Tú no sabes nada de mí, pero vas a venir conmigo y descubrirás que éste es tu sitio, junto a mí – me amenazó arrastrándome con él.

No pude evitar por más fuerza que hice en seguirle, tenía más fuerza que yo y no podía evitarlo. Me llevó hasta su destartalado coche y me metió en él a empujones cerrándome dentro y cuando entró él, condujo hacia algún lugar, ni siquiera sabía dónde me llevaba. Cuando no me veía trataba de llamar a Itachi a su móvil y daba tono, sé que lo daba incluso activé el GPS por si acaso, sólo quería que me sacasen de aquí. No paré de llorar en todo el camino y suplicarle a Hidan que me dejase irme, pero no sirvió de nada, no estaba dispuesto a dejarme en paz.

Condujo hasta uno de los barrios más alejados de la ciudad y ya empezaba a darme mido estar tan lejos de mi zona, no me gustaba nada estar aquí y menos cuando veía la gente tan rara que había por la calle. Aparcó frente a un edificio de mal aspecto y me obligó a bajar aunque tuvo que venir a arrastrarme fuera porque me negaba a salir en ese barrio.

Entramos en aquel bar de mala muerte y me obligó a sentarme en una silla con un montón de gente extraña, aunque yo sólo hacía que mirar hacia la salida tratando de encontrar una forma de irme de allí, pero sinceramente… era complicado, no sabía conducir, no sabía dónde estaba e irme solo por un barrio peligroso no me hacía gracia. Mi móvil vibró un par de veces y pude ver que Itachi me llamaba, pero yo no podía cogerle la llamada, Hidan se enteraría si lo hacía.

Los hombres de mi mesa me miraban de forma extraña… o más bien de forma pervertida y yo centré mi vista en Hidan que discutía con un hombre por algún asunto creo… que de drogas. Uno de la mesa me indicó si quería una raya y yo mirando mal la droga de ahí encima, le dije que no con la cabeza ¿Dónde narices me había traído este imbécil? ¿Estaba loco o qué?

Hidan no dejaba de discutir con aquel hombre de mal aspecto y yo sólo deseaba que acabase de una maldita vez para largarnos de aquí, esto no tenía nada que ver conmigo. De repente el hombre sacó una pistola y le pegó un tiro a Hidan en el hombro ante mi asombro. No pude evitar gritar y aunque me levanté de la silla para ir hacia él, los otros hombres me cogieron de los hombros y me sentaron de nuevo en la silla. Temblaba y no podía hacer nada para dejar de tener miedo.

-       Vaya Hidan… así que has traído a tu chico – le dijo el hombre que le había disparado acercándose a mí.

-       No le toques a él – le dijo Hidan desde el suelo – él no tiene nada que ver en esto.

-       Pero lo has traído – le comentó.

Yo sólo podía mirar asustado a todos los que estaban allí y maldecir a Hidan por haberme metido en este lío. Es que se estaba ganando que le odiase a pulso. Era imbécil por meterme en este asunto ¿En qué maldita cabeza entraba eso de traerme a un lugar peligroso sin decírselo a nadie? Es que de verdad que no entendía a Hidan. Si quería meterse en líos podía hacerlo él solito.

-       Es un chico muy guapo – decía aquel hombre acariciando mi mejilla.

-       No me toques – le dije enfadado

-       Uhhh el rubito tiene genio – dijo riéndose junto al resto de los presentes – si que sabes elegir bien a los chicos Hidan.

-       Vete a la mierda, yo no soy nada suyo – le dije enfadado.

-       Vaya con el chico… con lo guapo que eres y la lengua que tienes, quizá debería cortártela pero hoy estás de suerte, porque como Hidan no nos ha pagado la mercancía que le dimos para vender, tú serás quien pueda pagarla – dijo mirándome de forma lujuriosa colocando su mano en mi muslo.

-       No me toques – le dije escupiéndole a la cara y él me devolvió el acto con una bofetada.

-       No le hagas daño – escuché a Hidan en el suelo agarrándose el brazo que sangraba.

El hombre me cogió del cabello con fuerza obligándome a levantarme y me colocó de pie frente a la mesa donde estaba toda la droga y me hundió la cabeza en el montón. Intenté no respirar por no tragar nada, pero era imposible, me presionaba la cabeza contra la droga mientras el hombre se reía y le explicaba a Hidan que cuánto podría aguantar antes de tener la sobredosis según mi peso. Por suerte, escuché la sirena de la policía y cuando todos se movieron para irse, pude levantar la cabeza pero estaba mareado… demasiado mareado como para mantenerme en pie y caí al suelo convulsionando sin control. Escuché como la puerta se abría y tras la policía, vi a Itachi acercarse corriendo.

-       Dei – me llamaba y le veía, pero no podía hablar, solo seguía convulsionando – vamos Dei aguanta. ¿Qué droga le han dado? – le gritó a Hidan en el suelo.

-       No lo sé – le decía Hidan.

-       No me jodas Hidan… se está muriendo de sobredosis, eres un imbécil por traerlo ¿Cómo se te ocurre?

Sólo podía ver a Itachi y ya empezaba a verle borroso, no podía hablar y quería decirle cuánto le quería, pero no podía, sólo podía quedarme paralizado en el suelo convulsionando hasta que me desmayé momentos antes de que llegasen los sanitarios.

 

Capítulo 45: Urgencias

Itachi Uchiha POV

¿Cómo era tan imbécil Hidan de traer a Deidara a estos problemas? No parecía darse cuenta de que si él tenía problemas lo pagaban con Deidara, era un completo capullo que no pensaba en nadie excepto en él. Ahora tenía aquí frente a mí a Deidara, lo había cogido en brazos y trataba de averiguar qué droga era la que le habían dado mientras convulsionaba entre mis brazos. Le veía morirse delante de mí y Hidan aunque me costase admitirlo… le costaba creerse lo que estaba pasando, estaba llorando y creo que era por sentirse culpable y haber traído a Deidara a este lugar, pero es que tenía que haberlo pensado antes. Los sanitarios me apartaron para poder ocuparse de Deidara mientras los policías trataban de averiguar la droga encima de la mesa para poder tratarle con rapidez antes de que entrase en coma.

-       Serás imbécil – le grité lanzándome contra él - ¿Cómo narices te has atrevido a traerlo aquí?

-       No quería que le pasara nada.

-       ¿Es que no piensas antes de hacer las cosas? ¿Qué podía haber de bueno en traerlo a este lugar? Mírale bien, lo estás matando, es tu maldita culpa – le grité y tuvieron que venir a quitarme de encima de Hidan y tratar de calmarme mientras lloraba y veía como metían a Deidara en una ambulancia lleno de tubos.

Me dejaron ir con él pero no paré de llorar y preocuparme viendo como le ponían medicación tras medicación tratando de salvarle la vida, pero se iba, lo estaban perdiendo y todo por la maldita culpa de Hidan. Deidara había tenido la suficientemente inteligencia para hacerme llegar su mensaje de socorro, me había llamado veinte veces, me había conectado el GPS y yo sólo tuve que avisar a la policía… pero ni siquiera pude llegar a tiempo. Me sentía un poco culpable de no haber podido ayudarle, debí imaginarme que Hidan no se quedaría de brazos cruzados y renunciaría tan fácilmente a Deidara, pero no imaginé que llegaría tan lejos como para casi matarlo.

A Hidan se lo habían llevado en otra ambulancia y estaba custodiado por la policía, supongo que sus juicios no tardarían ya mucho en celebrarse y menos después de la denuncia de violación más esto último que le había hecho a Deidara. Cuando llegamos al hospital, el médico que iba a atender a Deidara mandó llamar con urgencia a Kakashi que estaría por el hospital para que viniera cuánto antes mientras las enfermeras llamaban a su casa para contactar con Minato y que viniera de inmediato.

Yo aproveché para llamar a mi padre y él aunque estaba en una reunión importante, me cogió el teléfono sabiendo que era importante, porque si no lo fuera, yo jamás llamaría al número privado estando como estaba… en una reunión. Cuando me contestó, le conté todo lo sucedido y me comentó que dejaba la reunión en este momento para otro día y venía de inmediato hacia aquí para ver a su hijo.

Kakashi fue el primero en llegar con su bata de médico y entró con rapidez por la sala pidiendo el parte para comprobar como estaba, pero seguía sin pulso, desde la primera parada cardíaca en la ambulancia, no habían conseguido devolverle el pulso y ya creían que lo perdían cuando Kakashi consiguió reanimarle. Al menos su corazón latía de nuevo pero su respiración seguía a ese ritmo irregular, como si se ahogase y desde luego… seguía inconsciente ¿Qué narices le habían dado?

Kakashi salió una vez consiguió estabilizarle y me preguntó por la sustancia, pero lo único que pude decirle es que la policía estaba investigando, aún no sabían qué era lo que le habían dado. Kakashi trabajaba a ciegas ahora sin saber nada, pero tampoco podía dejarle morir en esa mesa sin más. Maldijo una y mil veces a Hidan mientras miraba como su hijo se moría en esa mesa.

Pasaron largas horas y a Deidara lo metieron a cuidados intensivos para monitorizarle las veinticuatro horas del día. No nos dejaron entrar a ninguno para verle, ni siquiera a Minato o a Fugaku y eso que eran los padres. Le podíamos ver a través de un cristal allí tumbado lleno de tubos que le mantenían con vida. Yo no podía dejar de mirar a Minato preocupado y llorando, estaba destrozado y sinceramente… mi padre también lo estaba, al final me lo llevé a la cafetería para que se despejase un poco tratando de aparentar yo fortaleza hasta que nos dieran noticias de su estado.

En la cafetería mi padre se derrumbó, empezó a llorar desconsoladamente y es que creo… que estaba aguantando la compostura por Minato, para darle ánimos a él, pero le dolía porque al fin y al cabo, Deidara era su hijo, sufría al verle en aquella cama igual que había sufrido cuando descubrió todo lo que le había ocurrido a Naruto.

-       Es mi culpa – me dijo de golpe llorando – todo esto es mi culpa – me repitió.

-       No es cierto – le dije.

-       Si lo es, yo le abandoné, no supe ni me interesé en saber de él, no sabía que estaba embarazado de mí, le dejé solo y no he podido cuidar a esos niños… mira lo que les ha pasado.

-       Nos mantuviste a salvo a Sasuke y a mí – le dije – y Minato hizo un gran trabajo con ellos, no podías imaginar que dos locos querrían hacer daño a esos niños, también podía habernos pasado a nosotros, nunca sabes a quién le ocurrirá estas cosas.

-       ¿Sabes que Deidara quería conocerme? – me preguntó intentando sonreír – se lo dijo a Minato esta misma mañana, estaba ilusionado con que quería conocerme, quería pasar tiempo conmigo y mira ahora… está en esa cama y no he podido protegerle, es mi hijo y no he podido hacer nada por él, no he podido ayudarles.

-       Nos salvaste a Sasuke y a mí – le repetí - ¿Qué habría sido de Sasuke si no llegas a elegir a Mikoto? No podías estar en todos los lugares a la vez, no tienes culpa de nada, las circunstancias os hirieron a ambos, Minato sufrió el devastador ataque de Mikoto que casi hizo que perdiera a esos niños y tú sufriste el perder a Minato y la posibilidad de estar con esos niños, ambos estáis sufriendo.

-       Itachi… ¿Cómo lo llevas? – me preguntó de golpe – sé que le amas.

-       Lo llevo como puedo – le dije – entre que es mi hermano y ahora esto… empiezo a pensar que no es nuestro destino estar juntos, todo parece estar en nuestra contra – le dije – estoy muy preocupado y estoy asustado – le confesé – no sé qué haría si muere aquí.

-       No va a morir Itachi, no podemos pensar en eso.

-       A veces pienso que debí haberle protegido más, sabía que Hidan no era de fiar pero no estuve allí.

-       No podías saber que iría a por él al instituto. Se supone que debía haber ido al juicio, aunque de esta no le salvará nadie.

-       Pero debí imaginar que no se quedaría tranquilo, sabía que tramaría algo y no estuve – le dije.

-       Ven aquí – me dijo mi padre dándome un abrazo – eres el mejor hijo que un padre podría desear, estoy muy orgulloso de ti y no voy a dejar que te culpes de nada, tú no has hecho nada malo, eres perfecto Itachi, eres perfecto para ese chico.

-       Ya no estoy tan seguro – le dije y mi padre fue a decir algo cuando una enfermera vino a decirnos que acababa de despertarse y subimos corriendo a verle.

Subimos lo más rápido que pudimos y Minato acababa de salir dejando a Kakashi comprobar cómo se encontraba su hijo. Le vi hacerle pruebas y mi padre se llevó a Minato hacia la cafetería tratando de calmarle y además… de conseguir que Minato le explicase un poco lo que le habían dicho de su hijo. Me quedé allí observando a Kakashi tomarle la temperatura y comprobar varias cosas más mientras Deidara le miraba algo desorientado con la máscara de oxígeno puesta sin poder hablar, pero trató de quitarse la máscara para hablar y su padre le ayudó.

Me fui hacia la puerta cuando la enfermera me indicó que podía entrar a verle un rato, aunque no mucho porque necesitaba descansar. Cuando llegué a la puerta, escuché claramente a un Deidara que prácticamente debía susurrar, que hacía un gran esfuerzo por hablar y mantener la voz.

-       Papá – llamaba Deidara a Kakashi mientras éste le acariciaba el cabello y le sonreía.

-       Estoy aquí Dei, estoy contigo.

-       ¿Dónde está Hidan? – le preguntó.

-       Le están curando y luego se lo llevarán a la comisaría – le comentó Kakashi.

-       ¿Cuándo puedo volver a casa? – le preguntó Deidara.

-       En unos días, debes quedarte aquí hasta que terminemos de revisarte. Te han dado Ketamina, puede que aún tengas síntomas durante un tiempo hasta que podamos sacar todo de tu organismo.

-       Papá – le llamó Deidara entristecido – quiero cambiarme el apellido – le dijo de golpe – quiero ponerme tú apellido, no quiero ser el hermano de Itachi.

-       Deidara… me siento muy honrado de que me pidas algo así, sé que me sientes como a tu propio padre pero piensa en la tristeza que le causarías a Minato, no puedes hacerle eso. De verdad que me encanta que me lo hayas pedido y para mí siempre serás mi hijo, lleves o no mi apellido.

Deidara se fijó entonces en mí y Kakashi también se giró para comprobar que había llamado la atención de su hijo. Sonrió y se levantó del borde de la cama viniendo hacia mí y dejándome pasar a solas un rato con Deidara, aunque me avisó igual que la enfermera de que no estuviera mucho tiempo, necesitaba descansar.

Entré en el cuarto y Deidara sonreía al verme o lo intentaba con las malas pintas que tenía después del accidente. Siempre me sorprendía este chico, tenía la capacidad de sonreír en momentos así para demostrarte que estaba bien y que no nos preocupásemos, pero sé que el dolor lo llevaba por dentro.

-       ¿Cómo te encuentras? – le pregunté.

-       Mejor – me dijo – algo mareado y creo… que puedo llegar a tener alucinaciones en las próximas horas – me contestó sonriendo quitándole importancia – Gracias por venir a por mí, Itachi – me agradeció.

-       Sabes que hago cualquier cosa por ti Dei.

-       Lo sé y he estado pensando lo que me dijiste. Quiero arriesgarme, quiero estar contigo – me dijo y me sorprendió.

-       Dei… Creo que deberías pensarlo mejor – le dije preocupado y es que ahora el que dudaba de que todo estuviera en nuestra contra era yo.

-       ¿No me quieres? – me preguntó entristecido.

-       Claro que te quiero, pero… tenemos todo en contra Dei, ¿No lo ves? Siempre que vamos a estar juntos ocurre algo y empiezo a pensar que no deberíamos de estarlo.

-       No es cierto, yo quiero estar contigo.

-       Lo siento Dei, pero creo que es mejor dejar esto como lo que somos… hermanos.

-       Yo no te quiero como a un hermano – me dijo -  yo te amo, no puedo verte como veo a Naruto, tú eres mucho más que eso, eres con quien quiero compartir el resto de mi vida, no me hagas esto, no puedes hacerme esto.

-       Lo siento Dei – le dije saliendo de la habitación marchándome y aunque notaba las lágrimas salir… no se lo demostré.

 

Capítulo 46: Madara

Fugaku Uchiha POV

Estaba en mitad de una reunión cuando sonó mi teléfono y supe que era algo importante, porque Itachi jamás me llamaba al trabajo a excepción de las urgencias. Me preocupé por si le había pasado algo a él o a Sasuke, pero cuando me dijo que Deidara estaba hospitalizado por sobredosis por la culpa de Hidan, me asusté y cancelé todas las reuniones de hoy para ir a verle.

Aún recordaba lo feliz que había llegado al trabajo cuando al cruzarme con Minato me comentó con una sonrisa que Deidara estaba dispuesto a conocerme y eso es lo que más quería en el mundo, conocer a mis hijos, puede que Naruto me costase un poco más, pero al menos Deidara ya había dicho de conocerme y eso me alegraba, llevé todo el día una sonrisa de oreja a oreja pero ahora se había borrado al descubrir esto.

Al llegar al hospital, Itachi tuvo que sacarme de allí y nos fuimos a la cafetería. Todo esto me afectaba mucho porque un hijo no debería de morir antes que sus padres y ahí estaba Deidara debatiéndose entre la vida y la muerte mientras Kakashi trataba de traerle de vuelta sano y salvo. Por primera vez… cuando Kakashi salió de ver a su hijo me atreví a pedirle… me atreví a suplicarle que lo salvase y él con una sonrisa trató de calmarme diciéndome que mi hijo estaba bien y entendí… que era un gran hombre al que había elegido Minato para rehacer su vida, yo no tenía nada que hacer contra él y ahora mismo tampoco sé si quería hacerlo. No podía volver a hacer sufrir a Minato, no quería que Kakashi también sufriera y sólo me quedaba la esperanza de poder conocer a mis hijos en común con Minato, porque a él… ya lo había perdido hace dieciséis años.

Kakashi se me llevó a una sala aparte y tomamos algo juntos mientras Minato volvía a la sala con su hijo y es que le preocupaba demasiado dejarle solo ahora. Yo me quedé allí mirando a Kakashi y fue entonces cuando me explicó absolutamente todo de la vida de Minato, su correría por los bares cuando le dejé, cómo le daba igual acostarse con quien fuera porque ya no creía en el amor, cómo Mikoto iba siempre una y otra vez a buscarle a su habitación de la residencia de estudiantes o a las propias clases y le insultaba, como le hacía la vida imposible y más desde que se enteró que estaba embarazado de mí, fue cuando realmente me di cuenta, de que mi mujer había tratado de eliminar a esos niños enfadada por lo que yo le había hecho y entendí… porque tuvo que marcharse lejos, entendí que tuviera que proteger a esos niños y jamás me contase la verdad, no quería volver a ver a Mikoto y se escondió de ella lo más lejos que pudo, pero yo la había vuelto a traer hasta él.

Sé que Minato se sentía culpable por haberse acostado conmigo cuando tenía mujer y un hijo, pero en parte aunque era culpa de los dos, yo fui quien le había metido en medio, ni siquiera le conté que estaba casado hasta que él se enteró por los estudiantes, creía que yo me había enamorado de él, creía en el matrimonio, en formar una familia y yo le rompí todas las expectativas, porque sabía que conmigo jamás podría tenerlo. Le dejé embarazado con tan solo veinte años, su padre le tiró a la calle, no podía contarme nada por Mikoto y su empeño de hacerle daño tanto a él como a esos niños, yo sólo le había dejado una escapatoria… huir lejos de mi familia y empezaba a entender que odiase a mi familia, que odiase mi apellido, le había destrozado la vida y le hice sufrir. ¿Qué derecho tenía yo ahora de venir a destrozarle de nuevo su nueva vida? No podía hacerle eso. Tenía razón en algo Minato… él respetó mi decisión y se alejó de mí, ahora yo debería respetar su decisión de que se quedase con Kakashi,  era justo que él pudiera elegir y tomar sus decisiones también, yo no era el único con ese derecho.

-       Lo siento mucho Kakashi – le dije y él se extrañó.

-       ¿Por qué?

-       Por haberme metido en medio.

-       Minato no podrá olvidarte nunca – me dijo bastante serio – eso lo sabía desde el día en que empezamos a salir, él mismo me lo dijo, pero hemos sido muy felices juntos, podemos serlo, puedo vivir sabiendo que su corazón está dividido y que nos quiere a los dos, para mí esos dos estupendos chicos son mis hijos, los quiero con locura, los he criado yo pero tampoco puedo negarte el derecho a conocerlos, porque son tuyos también. Sé que tienes que ver a Minato si quieres ver a tus hijos, nuestros destinos están ligados.

-       Minato te eligió a ti – le dije – su historia conmigo ha terminado.

-       Tenía mis dudas de si me elegiría o no, él siempre te esperó, cuando se enteró de que estaba embarazado de ti y yo le propuse salir, él se negó, dijo que seguramente tú volverías y querrías saber algo de esos niños, no quería salir conmigo sintiendo algo por ti, no quería traicionarme, pero tú no volviste nunca, ni siquiera llamaste y al final… acabó aceptando mi oferta – me dijo – pero sigue amándote, siempre tuve miedo de que llamases un día y él se marchase contigo, sabía que lo haría si llamabas, pero yo le decía que me daba igual siempre que pudiera estar con él si tú no aparecías. Él necesitó tanto tu apoyo cuando tuvo que marcharse… echó de menos que estuvieras allí para protegerle, pero jamás le llamaste para saber cómo estaba, no volvimos a saber de ti en diecisiete largos años y quizá el rencor de él viene de ahí, de que no tuviste un mínimo detalle en llamarle y preocuparte de cómo estaba, sólo le dejaste, le tiraste a la calle.

-       Lo sé – le dije – es lo que más lamento en esta vida.

-       Y aún así te ama – sonreía Kakashi – no puede evitarlo. Ese sentimiento no lo olvidará jamás, fuiste su primer amor y eres el padre biológico de sus hijos.

-       Eres un gran tipo – le dije – sé que le harás feliz, por favor… no dejes que sea infeliz de nuevo, prometo que me alejaré de él si es necesario, haré lo que sea, pero hazle feliz.

-       Lo haré – me dijo – pero tú hazme el favor de intentar acercarte a tus hijos, ellos te van a necesitar también y por favor… mete al desgraciado de Orochimaru a la cárcel por lo que le hizo a Naruto, gana esos casos, te lo hemos dejado a ti, confiamos en ti.

-       Lo haré – le dije sonriendo – ganaré los casos de mis hijos, lo prometo.

Volví a casa bastante antes de acabar mi jornada laboral, pero como había tenido el percance de Deidara, había tomado el día libre y al entrar por  la puerta escuché ruidos en casa, algo extraño porque Sasuke debía estar en el instituto y desde luego Itachi había salido bastante desanimado del hospital y había decidido irse a clase también, así que sólo me quedaba una persona que pudiera haber venido a la casa y esa era mi mujer.

Mientras subía las escaleras me di cuenta de que había demasiado jaleo, muchas risas, mucha palabrería y caí entonces en lo que era, así que pasé por mi despacho y cogí los papeles del divorcio antes de ir hacia el dormitorio y abrir la puerta encontrándome a Madara y a Mikoto follando como conejos y riéndose. El cachondeo acabó cuando me vieron en la puerta y ambos se quedaron paralizados, pero la mayor sorprendida fue Mikoto.

-       Fugaku – me llamó - ¿Qué haces a estas horas aquí? – preguntó.

-       Venir a darte los papeles de divorcio – le dije – fírmalos ahora mismo y luego me marcharé para que podáis seguir con vuestro jueguecito – le dije bastante serio.

-       No es lo que crees – me dijo.

-       ¿No os estáis revolcando en mi casa? – le pregunté dudando – porque creo que ese de ahí es mi hermano desnudo encima de ti – le aclaré – firma los papeles y largaros de mi casa, no quiero volver a veros y olvídate de buscarte un buen abogado… porque no te servirá de nada, no vas a ver nada de mi dinero. Os espero abajo, haced el favor de vestiros – les recriminé y cerré la puerta bajando al salón con los papeles del divorcio.

Esperé abajo y Madara ni se quedó, se marchó con rapidez bajo mi atenta mirada, no creí que se atreviera a decir nada después de la pillada que les había hecho. La que sí bajó ya vestida fue Mikoto con cara de pena o tristeza, pero yo no me creía nada, sabía fingir muy bien cuando quería.

-       Firma – le dije lanzándole los papeles en la mesa y aunque trató de convencerme de que el divorcio no era conveniente, acabó firmando ante mi insistencia – muy bien, eres oficialmente libre, nos veremos en los tribunales si aún deseas pelear contra mí.

-       Claro que pelearé – me dijo de forma sonriente – Sasuke es mío – comentó.

-       La custodia de Sasuke la voy a pedir yo y ningún juez se opondrá a ella después de que vea como te comportas tú.

-       No puedes llevártelo, es menor de edad y debe estar con sus padres y tú no eres su padre Fugaku.

-       ¿Crees que no lo sabía? – le pregunté – por favor Mikoto… llevabas meses sin acostarte conmigo después de que tuviéramos a Itachi, te largaste dos meses enteros por ahí con tu amante y volviste embarazada diciendo que era mío ¿Crees que soy idiota? ¿Crees que iba a creerme que podía ser mío porque una noche nos emborrachamos y dormimos juntos? Ni siquiera tuviste sexo conmigo aquella noche – le recalqué.

-       ¿Entonces por qué nos aceptaste? ¿Por qué abandonaste a aquel chiquillo rubio por mí?

-       No lo hice por ti, lo hice por Sasuke, no iba a permitir que estuviera con una madre como tú, tenía derecho a ser feliz, renuncié a mi vida con Minato por Sasuke, pero no te lo vas a llevar, puede que no sea su padre biológico, pero se ha criado conmigo y bajo el techo de esta familia y cualquier juez verá que su verdadero padre no tiene intención de acogerlo, porque ya conocemos todos a mi hermano, sólo te quiere para pasar el rato, no le importas para nada más serio, mucho menos le interesan los niños, pero eso ya lo sabías cuando decidiste volver embarazada fingiendo que era mío, él no quería a ese niño y cuando te viste sola decidiste volver, porque estabas muy convencida ya de irte de mi lado y abandonar a Itachi.

-       ¿Sólo te quedaste conmigo por Sasuke?

-       Sí – le dije – y si crees que me he olvidado de mi felicidad con Minato te equivocas, cuando me enteré de que sus hijos son míos fui la persona más feliz del mundo, al menos él sí quiso tener a mis hijos – le recriminé.

-       Esos críos nunca debieron haber nacido.

-       No te atrevas a amenazarlos – le amenacé esta vez yo a ella y entonces me di cuenta de que Sasuke y Minato estaban en la entrada observando nuestra discusión con los ojos como platos - ¿Sasuke? – pregunté llamándole.

-       ¿Es cierto? – me preguntó - ¿No eres mi padre?

-       Sasuke yo… puedo explicártelo.

-       Pero… es genial – me dijo sonriendo – bueno no lo tomes a mal, eres un gran padre, pero Naruto no es mi hermano, primos puedo soportarlo – dijo feliz – voy a contárselo ahora mismo – comentó saliendo corriendo sin darme tiempo a explicarle nada.

Minato aún estaba allí y me explicó que sólo había venido a acompañar a Sasuke que se lo había cruzado en el instituto al recoger a sus hijos y al no haber ido Itachi ni yo a por él se había venido con ellos en el coche. Iba a marcharse cuando Mikoto empezó a insultarle y se le tiró encima cogiéndole del cuello de la camiseta empotrándolo contra una pared y Minato se asustó un poco quedándose paralizado sin saber cómo actuar en este caso, fui yo quien la cogió y la aparté de él.

-       ¿Estás bien Minato? – le pregunté

-       Sí – me dijo

-       No te atrevas a entrar en mi casa, sólo eres una zorra que se acostaba con mi marido – gritaba Mikoto - ¿Cómo te atreviste a quedarte embarazado de él? Maldito crío insensato, debiste haberlos perdido pero no te lo voy a perdonar, jamás te perdonaré que te acostases con él, esto no va a quedar así.

-       Para ya – le grité - Te recuerdo que esta es mi casa, estamos divorciados y aquí puede entrar quien quiera, además tú te acostabas con mi hermano mucho antes de que yo lo hiciera con Minato. Lárgate de mi casa, porque no quiero volver a verte – le grité cogiéndola del brazo y echándola de la casa para cerrar la puerta en sus narices.

Miré a Minato y estaba tenso, muy tenso y a punto de llorar, desde luego había sido todo un shock haberse encontrado con mi mujer y encima enterarse de que Sasuke no era mío. Se derrumbó a llorar y le abracé con fuerza.

-       Lo siento – me dijo llorando – tiene razón, sólo fui tu zorra que se quedó embarazado, yo no debí haber estado contigo nunca.

-       No es cierto, tú no eres nada de eso Minato, tú fuiste la única razón por la que mis días tenían sentido y felicidad, me levantaba por ti con la esperanza de estar contigo, tú eras mi mundo Minato y estoy orgulloso de tener esos dos gemelos contigo, tú me diste algo que mi mujer me negó, me diste felicidad y dos niños asombrosos.

-       ¿Lo sabías? – me preguntó - ¿Sabías que Sasuke no era tuyo?

-       Sí – le dije – lo intuía.

-       Ella me dijo… que era tuyo – dijo sollozando – creí que estabas acostándote con ella y conmigo a la vez. Me aparté de tu lado y no te dije nada de mi embarazo porque sabía que ella era tu mujer y tenía más derecho que yo, yo no quería meterme en medio de tu relación.

-       No Minato, ya te lo dije, tú eres el amor de mi vida, no te habría dejado jamás si no llega a ser por Sasuke, te lo aseguro. Además… yo me he metido en medio de tu relación con Kakashi y no tenía derecho.

-       Lo siento – me dijo llorando y yo entendí que estaba demasiado sensible hoy entre lo de Deidara y ahora esto – lo siento – dijo cayendo al suelo de rodillas y me agaché a su lado cogiéndole y abrazándole, dejando que llorase en mi pecho - ¿No son hermanos? – me preguntó de golpe.

-       No – le dije – Sasuke no tiene mi sangre, es el hijo de mi hermano y Mikoto, no es mío pero yo lo quiero como si lo fuera. Aún así… creo que Itachi sí es hijo mío – le dije – no sé como animarle con lo de Deidara y ha salido del hospital muy afectado, creo que algo les ha ocurrido.

-       Tu hijo ha roto con el mío – me dijo – Vi a Dei llorar cuando Itachi se marchó. Estuve un rato con él antes de ir al instituto a recoger a Naruto y a Sasuke.

-       Hablaré con Itachi, arreglaremos todo este lío, te lo prometo.

 

Capítulo 47: Mandatos

Minato Namikaze POV

No podía creerme que Fugaku supiera que Sasuke no era su hijo, cuando Mikoto vino hace dieciséis años a decirme que era hijo de Fugaku, yo la creí, me echó en cara todo lo que había estado haciendo con su marido mientras ella trabajaba y la creí… más aún cuando vi a Fugaku elegirla a ella, quedarse a su lado para criar a ese niño juntos, vi como le daba otra oportunidad a su matrimonio mientras a mí Mikoto me hacía la vida imposible. Desde aquel día… no había vuelto a saber nada de Fugaku, sólo me encontraba a Mikoto y por mucho que traté de contactar con él para decirle que estaba embarazado, el teléfono siempre lo cogía su mujer.

Lo peor vino cuando ella se enteró de que estaba embarazado de su marido, intentó todo lo que pudo para que los perdiera y la gota que colmó el vaso fue la vez que me invitó a tomar algo a una cafetería cercana a la facultad y trató de hacerme beber vino… al no conseguirlo, acabó envenenando mi vaso de zumo. Aquella noche empecé a sangrar y menos mal que Kakashi estaba cerca y me llevó al hospital de urgencia, porque no los perdí de milagro. Kakashi decidió aquella vez que ya había pasado demasiado, que era mejor alejarnos y decirle a Mikoto que los había perdido antes de que se enterase y tratase de hacerles algo más. Acabé viviendo en Seattle alejándome por completo de Fugaku y tratando de olvidarme de todo aquello, ya no podía más.

Sentía que Fugaku había jugado conmigo, que había intentado restaurar su matrimonio y yo sólo había sido su juguete, ni siquiera había preguntado por mí cuando lo dejamos y yo me juré que jamás le diría nada de mi embarazo, por eso Kakashi acabó haciéndose cargo y fue el mejor padre que pude tener a mi lado, esos niños habían nacido sanos y felices hasta hace dos años cuando Naruto empezó a tener problemas con ese entrenador… y ni siquiera me lo había dicho, ni siquiera me había dado cuenta y de eso también me culpaba, tenía demasiada culpa en mi interior en este momento, había dudado de Fugaku, había huido, había ocultado lo de mi embarazo, le había fallado a mis hijos y a Kakashi… ya no podía más ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía creer?

Por lo menos me alegraba de algo de todo esto… Sasuke no era su hijo y por tanto, no tenía nada que ver con Naruto, esa relación no había motivo para impedirla pero no podía dejar de preocuparme entonces por Deidara, porque cuando yo le conocí, Itachi tenía apenas un añito y algunas veces me quedé cuidándole, creo que Itachi sí era de Mikoto y Fugaku. Pensaba que al menos uno de mis hijos podía ser feliz aunque al ver la cara de Fugaku, supe que también estaba triste por perder a un hijo.

-       Lo siento Fugaku – le dije – sé que debe de ser duro.

-       Intuía que no era mío, pero jamás tuve el valor para hacerle una prueba de paternidad, para mí siempre será mi niño – me dijo

-       ¿Seguro que estás bien? – le pregunté al verle tan deprimido.

-       Sí – me dijo – venga ve al hospital, no te preocupes por mí, se me pasará. Hablaré con Itachi y no tardaré en volver al hospital a ver a nuestro hijo – me remarcó.

-       Vale – le dije saliendo de su casa para ir a recoger un par de cosas de mi casa, más que nada ropa limpia para que Deidara pudiera cambiarse.

Cuando llegué a casa, Kakashi había llegado también y estaba en la ducha, supongo que necesitaba relajarse un poco después de su dura jornada de trabajo y es que al final, sentía que él siempre estaba cuidándome, tanto a mí como a mis hijos. Recogí algo de ropa de la habitación de Deidara para llevársela cuando Kakashi salió con una toalla atada a la cintura.

-       ¿Ya te vas para el hospital? – me preguntó.

-       Sí – le dije – no quiero estar muy lejos de Deidara.

-       Lo entiendo. Minato… - me llamó - ¿Podemos hablar un segundo?

-       Sí, claro – le dije sentándome en el borde de la cama y él se sentó a mi lado aún con la toalla y medio desnudo.

-       ¿Le amas? – me preguntó - ¿Sigues amándole como antes?

La verdad es que la pregunta me cogió por sorpresa, porque no esperaba que Kakashi quisiera hablar sobre Fugaku, siempre evitábamos estos temas, no sé por qué ahora sí parecía querer hablar de mis sentimientos por él, pero yo no podía mentirle, jamás lo hice.

-       Sí – le dije – pero yo quiero estar contigo.

-       Minato… ya sabes que yo sólo quiero verte feliz y si él es tu felicidad, entonces todo está bien.

-       No quiero ir con él, yo estoy bien contigo.

-       Lo sé, pero no es vida para ti. Creo que serías más feliz a su lado, tenéis dos hijos en común preciosos y…

-       Shh – le dije poniendo mis dedos sobre sus labios para que se callase – tú eres a quien quiero Kakashi – le dije besándole y él me correspondió antes de sonreír de felicidad por haberle elegido a él – voy a llevarle esto a nuestro hijo ¿Vale? – le remarqué, porque para mí eran nuestros hijos, él los había criado.

-       Vale, te veré en un rato.

-       Deberías descansar, llevas más de doce horas en el hospital.

-       Iré – me dijo – Como bien has dicho... es mi hijo el que está en esa cama de hospital.

Yo sonreí antes de levantarme para sentarme a horcajadas encima de Kakashi besándole con pasión y es que no sé si había conseguido convencerle del todo que quería estar con él. Claro que estaba enamorado de Fugaku, pero habían pasado tantas cosas que nuestra historia ya era imposible, él tenía su vida, yo la mía, todo nos salía mal y yo sabía que debía ser el destino que no nos quería ver juntos, no tenía más remedio que continuar con mi vida.

-       ¿Minato? – me preguntó dudando.

-       Calla y tócame – le dije acariciando su cabello mientras besaba su cuello.

Kakashi colocó sus manos en mi cintura y acarició mi espalda con suavidad quitándome la camiseta que llevaba y lanzándola al suelo. Me preguntó si estaba seguro de esto pero claro que estaba seguro, si no lo hubiera estado no habría comenzado. Tenía muchas cosas en la cabeza, mis hijos, sus problemas, a Fugaku que me traía más problemas… a Mikoto que no sabía qué esperar de ella ahora que me había encontrado de nuevo, pero quería por un momento, relajarme y dejar de pensar, quería sentir de nuevo a Kakashi, quería demostrarle que él me importaba.

Me bajé de él dándole besos por el pecho hasta que mis rodillas tocaron el suelo y desanudé su toalla dejando su miembro recién salido de la ducha al descubierto y sin previo aviso, lo cogí entre mis manos chupándolo y metiéndomelo en la boca todo lo que pude, hundiéndolo una y otra vez mientras Kakashi empezaba a gemir y se relajaba tumbándose ahora por completo en el colchón.

Le escuchaba disfrutar mientras le daba placer y me encantaba sentirme deseado aún, a veces incluso llegaba a pensar que nadie se volvería a fijar en mí, ya tenía dos niños, estaba cerca de los treinta y seis años y aunque no era una edad para sentirme así, a veces… sobre todo desde que me sentí rechazado por Fugaku, me sentía de esa forma, como si no pudiera volver a poder seducir a alguien, pero con Kakashi todo era tranquilidad, sabía que aún me quería, que disfrutaba conmigo tanto como yo lo hacía con él, supongo que él era mi red de seguridad, era con quien más cómodo me sentía y menos vergüenza tenía.

Me incorporé y volví a subir al colchón tras quitarme el pantalón y Kakashi me miró con ojos lujuriosos mientras pasaba su lengua por sus labios de forma seductora al verme desnudo. Le sonreí y él me pidió que fuera con él, así que lo hice, me senté de nuevo a horcajadas de él encima de su miembro ya erecto y lo posicionó mientras yo me sentaba sobre él con lentitud. Kakashi había cogido mi miembro y lo masajeaba entre sus manos mientras yo me hundía más y más en él y empezaba a gemir hasta que ya no pude hundirme más. Empecé a moverme encima suyo, subía y bajaba clavándome cada vez más en él mientras ambos gemíamos y jadeábamos. Sentía el cansancio, pasados los diez minutos no sé si aguantaría mucho más y fue Kakashi quien al verme cansado, pidió que cambiásemos, poniéndose entonces él arriba y volviendo a crear un movimiento rápido y profundo.

Se corrió dentro de mí y me dio igual, estaba excitado y sentir su líquido dentro de mí lo disfrutaba, quería que lo hundiese todo porque al fin y al cabo, yo siempre sería suyo como él era mío. Kakashi sonrió y se tumbó unos segundos a mi lado descansando para luego comentarme que me llevaría él al hospital si le daba diez minutos para cambiarse, así que sonriendo le dije que le esperaba.

No tardó prácticamente nada en cambiarse y se había puesto una elegante americana, la verdad que me gustaba como le quedaban las americanas, Kakashi era realmente atractivo y sabía que muchos en su trabajo le tiraban los tejos y trataban de ligar con él, pero él sólo tenía ojos para mí, no sé si yo me merecía a alguien tan bueno como Kakashi.

Fuimos al hospital y condujo Kakashi, yo me pasé todo el recorrido mirándole y él sonreía de vez en cuando al sentirse observado. No podía evitar pensar en él como parte de mi familia, era muy importante para mí y yo quería hacer algo por él también.

-       ¿Qué te ocurre hoy que no paras de mirarme? – me preguntó.

-       ¿Te gustaría tener un hijo conmigo? – le pregunté y se sorprendió.

-       Creí que con Naruto y Deidara tenías suficiente.

-       Ellos son de Fugaku y aunque yo los siento casi como tuyos, me gustaría tener uno contigo, tú siempre has estado conmigo y te he negado la posibilidad de ser padre, creo que no es justo. Te he fallado tantas veces…

-       Tú no me has negado nada Minato ni me has fallado, yo acepté sabiendo todo lo que tenías dentro, no ha sido nunca el momento para niños, hemos estado ocupados criando a los gemelos y con nuestros trabajos – me dijo sonriendo – pero me encantaría ser padre siempre que seas tú quien me dé a ese niño.

-       Tengo que confesarte algo – le dije – hace como un mes que no me estoy tomando nada – le dije para que supiera que yo ya estaba buscando ese niño con él y Kakashi se sorprendió.

-       ¿Enserio? ¿Por qué no me lo dijiste?

-       Quería darte una sorpresa – le comenté - ¡Sorpresa! – le dije

-       ¿Estás… embarazado? – me preguntó sorprendido.

-       Sí – le dije – vas a ser padre – le sonreí y tuvo que parar el coche a un lateral para abrazarme y besarme con pasión.

Cuando llegamos al hospital, Kakashi me dejó en la puerta y se le veía muy ilusionado con la noticia, aunque yo no había comentado nada aún a mis hijos y menos a Fugaku, no sé cómo se tomaría esta noticia, pero él también tenía hijos de su matrimonio y yo a Kakashi le consideraba mi esposo aunque no estuviéramos casados, era normal que tuviéramos hijos, aún así me asustaba un poco lo que diría Fugaku cuando se enterase, no era tanto cómo reaccionaría… sino… como le afectaría la noticia, no quería ver más tristeza, no lo soportaba y nos estábamos haciendo daños todos.

Kakashi se marchó a aparcar el coche en el parking y yo me dirigí a la entrada del hospital cuando frente a mí vi a Fugaku que aparcaba su coche en ese momento y me sorprendí de que llegase tan pronto. Sonreí y él me saludó bajando del coche y caminando hacia mí, pero antes de que pudiera llegar, pude ver a mi derecha a Madara con una pistola apuntándome, me quedé paralizado en el sitio sin saber que hacer mientras veía a Fugaku venir corriendo hacia mí gritando a Madara que soltase el arma, pero escuché el disparo y frente a mí cayó Kakashi que se había metido en medio protegiéndome.

Madara salió corriendo tras su intento fallido y yo me agaché intentando taponar la herida de Kakashi sin poder parar de llorar. Fugaku llegó enseguida tratando también de taponar la herida con sus manos mientras pedía a gritos que saliera alguien del edificio para ayudarnos y salieron los enfermeros, pero Kakashi sonreía y tocaba mi vientre.

-       Cuídalos – le dijo a Fugaku – por favor, no dejes que les ocurra nada. No vuelvas a abandonarles.

-       No te mueras – le grité a Kakashi – no te atrevas a morirte, tú no puedes morir aquí.

-       Minato… te quiero – me dijo tosiendo sangre.

-       Y yo a ti – le dije llorando – por favor… no te mueras, quédate conmigo, no ahora, vas a ser padre maldita sea, no puedes dejar solo a tu hijo – le grité llorando mientras cogía su mano.

-       No está solo Minato, él siempre estará contigo – dijo cogiendo la mano de Fugaku para ponerla encima de la mía – por favor, cuídalos – le repitió antes de desmayarse y los enfermeros lo llevaron con rapidez a la sala de operaciones.

-       Por favor… salvadle – les grité a los médicos que se lo llevaban.

Kakashi no volvió a salir de aquel hospital en el que tantas vidas había salvado, la suya se quedaba allí y me derrumbé cuando me dieron la noticia. Fugaku estuvo a mi lado y no dijo nada, me abrazó y esperó a que terminase de llorar todo lo que tenía dentro, tenía que sacar todo este dolor, esta impotencia y el odio que sentía ahora mismo hacia su hermano, porque iba a ocuparme de que Madara Uchiha pagase por todo lo que había hecho.

-       Vamos a sentarnos – me dijo con preocupación Fugaku – esto no es bueno para el bebé – me comentó acariciando mi vientre mientras me llevaba hacia una silla, aunque yo no podía dejar de llorar.

 

Capítulo 48: Hospitalizaciones

Obito Uchiha POV

Menos mal que Fugaku vino a hacerme entrar en razón sobre lo del juicio y la familia, yo siempre había sido ese chico que odiaba contradecir a mi padre, pero desde luego Fugaku tenía razón en algo, tenía que hacer mi vida, tenía que empezar a mirar por mí y por lo que quería y yo quería a Kushina y a ese niño que iba a nacer. No sé qué es lo que iba a hacer con mi familia, sé que no estaban de acuerdo en que me casase con Kushina, pero yo quería hacerlo, mi familia sólo veían el dinero y la influencia social, Kushina no tenía nada de eso, era una simple chica que había acabado la carrera de económicas y se había puesto a trabajar en nuestra empresa.

Era una chica estupenda, de gran vitalidad y con la que yo me sentía seguro y a gusto, me divertía con ella, era la mujer perfecta para mí y encima… iba a darme a un niño, iba a ser padre y quería serlo, yo quería estar con ellos y formar una familia como no la habían tenido ninguno de mis hermanos, porque Madara iba a la suya, siempre estaba con una u otra mujer a ser posible… siempre casadas porque le gustaba el morbo y el peligro, pero de ahí a follarse al a mujer de nuestro hermano… creo que ya era demasiado, era un terreno en el que no debía haberse metido y encima… según contaba ahora, se había enamorado de esa mujer, aunque él jamás querría tener hijos.

Tampoco entendía a Mikoto, Fugaku era un hombre íntegro, con unos valores familiares muy altos y no comprendía cómo era capaz de abandonar a un hombre como él por irse con Madara, el mayor pendenciero de todos y es que encima… lo había enamorado, pero ella no tenía ni idea de la joya que se llevaba, porque nuestro hermano ni quería hijos y encima, era alérgico al compromiso. Menudos dos estaban hechos.

Fugaku se merecía a alguien mejor que eso, alguien que le hiciera feliz y por mucho que se lo decía e incluso sus propios hijos trataron de convencerle, él mantenía esa unidad familiar como podía pero yo seguía pensando que debía dejar marcharse a Mikoto, era lo mejor para todos y si nuestra familia no lo entendía pues que no lo entendiesen, eso es lo que él me había hecho ver, por eso era yo ahora el que iba a romper con la familia por Kushina.

Me miré al espejo viéndome bien arreglado y cogí el ramo de flores de la mesa, ese que quería entregarle a Kushina para suplicarle después que me perdonase como un millón de veces, porque no sé si ella estaría dispuesta a perdonarme. Tenía que intentarlo y más ahora que tenía que estar a punto de dar a luz. En todas y cada una de las sesiones del juicio, yo sólo hacía que mirar a su vientre y sonreír, porque sabía que era mío y me gustaba la idea, quería ser padre, quería a ese niño, quería que me perdonase aunque no sé si lo haría.

Conduje hasta la puerta de su casa, menos mal que Fugaku me hizo el favor de decirme la dirección de Kushina y eso que le costó bastante que Minato, el abogado defensor de la otra parte le diera esa información, pero no sé que tenía mi hermano con ese otro abogado, yo sabía que había algo entre ellos que no me contaban, se veía en sus miradas, en la forma en que ambos se hablaban, esos dos tenían o habían tenido algo.

Llegué a la puerta de Kushina y tras armarme de valor comprobando que estaba listo y bien arreglado con el ramo de flores preparado, llamé a la puerta y al abrir, tuve que poner el pie en medio para evitar que me cerrase en las narices y lo entendía, no quería verme después de lo que le había hecho, pero yo sí quería verla.

-       Por favor Kushina, déjame hablar – le comenté.

-       Lárgate – me dijo intentando cerrar la puerta.

-       Venga por favor – le supliqué – quiero disculparme.

La puerta dejó de hacer fuerza y me permitió abrirla para encontrarla mirándome con sorpresa en sus ojos.

-       ¿Disculparte? – me preguntó - ¿Tú? ¿Un Uchiha? – dijo más sorprendida aún.

-       Sí yo… un Uchiha, vengo a disculparme y a suplicar tu perdón, porque no concibo mi mundo sin ti y ese niño, te necesito Kushina, te quiero en mi vida.

-       Estás loco, ¿Después de lo que me has hecho pasar con el juicio y de tirarme de la empresa?

-       Lo sé, tienes toda la razón del mundo para estar enfadada conmigo, pero por favor… no me alejes de tu vida y de la de ese niño por mi tozudez y mi falta de habilidad para defenderte frente a mi familia. Cometí un error, soy un idiota, pero no dejaré que mi familia vuelva a manipularme, te quiero Kushina y lo sabes, lo sabes porque nos enamoramos en el primer momento, en aquel ascensor ya sabía que tú eras la mujer de mi vida, llenaste mi vida de alegría con esa vitalidad tuya, por favor… no me dejes caer de nuevo en lo que era, no dejes que sea como antes.

-       Eres imbécil – me gritó – y aún así te quiero, no puedo explicarme ni siquiera como puedo quererte aún – me dijo besándome y las flores se me cayeron al suelo.

-       Las flores – le dije preocupado porque se habían caído.

-       Déjalas y bésame – me dijo sonriendo y la besé, porque la había echado tanto de menos que no podía evitarlo.

Besarla después de tanto tiempo era lo único que me ilusionaba ya, en este momento todo me daba igual, porque sabía que hacía lo correcto, que ella era todo lo que necesitaba y si mi padre quería quitarme el mando de la empresa podía hacerlo, buscaría otro trabajo, haría lo que sea y mantendría a mi familia como pudiese, pero estaría con ella y con mi hijo. Escuché a Kushina gritar un poco de dolor y alejarse de mí. Al mirarla con preocupación por si le había hecho daño, me di cuenta de que algo no iba bien.

-       Llévame al hospital – me dijo y me asusté al verla romper aguas – pero ya – me gritó enfadada.

-       Voy  - le dije cogiéndola en brazos y llevándola al coche.

Durante el trayecto la escuché gritar en el asiento trasero y me maldecía, me maldecía mucho y estaba algo asustado y preocupado. Me acababa de perdonar y me estaba insultando y echándome la culpa por haberla dejado así de gorda, por el dolor que sentía ahora y por no sé cuantas cosas más, pero cuando llegué al hospital y los enfermeros la subieron en la camilla, todos se echaron a reír y dijeron que era lo normal, que no me preocupase por lo que pudiera decir ahora así que me relajé.

Mientras esperaba a que saliera de la sala de parto, decidí ir al pasillo de atrás para coger un café de la máquina, lo necesitaba después de esto y fue entonces cuando me encontré a Fugaku sentado en una de las sillas abrazando al abogado de Kushina que lloraba y se agarraba a su camisa con fuerza sin poder dejar de llorar. No quise molestarles, supuse que algo grave había pasado pero no pude evitar tampoco quedarme allí para intentar averiguar de qué iba todo esto, así que acabé escuchando su conversación tras la esquina.

-       Vamos Minato, cálmate – le decía Fugaku – todo estará bien.

-       No estará bien, ha muerto por mi culpa, se ha puesto en medio.

-       Minato, mírame… no habríamos dejado que te pasara nada, él quería que vivieras y no lo pensó, venga Minato, estás embarazado, vas a ser padre de nuevo y eso tendría que llenarte de felicidad.

-       No puedo pensar en este niño ahora… sólo pienso en Kakashi, era su hijo, quería dárselo, quería formar una familia ¿Por qué ha tenido que pasarle esto? Él era un buen hombre, era yo quien debería haber muerto, no él.

-       No digas eso, nos habrías causado aún mayor pena a todos, habría muerto tu hijo y tú. Kakashi lo hizo porque te quería, quería que ese niño viviera, vamos Minato, tú siempre has sido muy valiente, lo superarás.

-       No lo haré, la otra vez estaba Kakashi para ayudarme.

-       Y ahora me tienes a mí – le dijo Fugaku – yo jamás te abandonaré, no volveré a irme de tu lado.

-       Pero no es tu hijo – le dijo

-       Me da igual, me has dado a dos hijos biológicos maravillosos y a ese niño lo criaré y lo querré tanto como si fuera mío. Quiero estar contigo y sé que es demasiado pronto para ti, pero por favor… no me apartes de tu vida, puede que esta sea nuestra última oportunidad para arreglar el pasado. Déjame cuidarte, déjame quererte, Kakashi también lo quería, por favor Minato – le pedía Fugaku y vi como con lentitud atrapaba los labios de Minato entre los suyos en un dulce beso, aunque Minato lloraba y no le correspondió en aquel momento, supongo que sólo pensaba en Kakashi.

-       No hagas eso – le dijo Minato – déjame sólo un rato, por favor – le pidió.

Me alejé de ellos porque creo que necesitaban estar a solas un tiempo y cuando volví a la sala de espera, los médicos salieron al poco para decirme que estaba todo perfecto, mi futura mujer estaba bien, agotada por el esfuerzo y que la dejarían un poco más dentro hasta que se recuperase, pero sí me trajeron a mi hija, una niña con el mismo cabello que su madre pero con los mismos rasgos en su rostro que yo, era preciosa y cuando me dejaron cogerla, supe que este era el mejor momento de mi vida.

No pude evitar pensar que Kakashi moría hoy, pero hoy también nacía otra persona importante, el destino a veces era cruel, pero también daba alegrías cuando daba tragedias. Cuando Kushina se recuperó, la subí en una silla de ruedas para evitar que caminase y tras felicitarla, besarla todo lo que pude y pedirle perdón otras veinte veces por si acaso, le conté lo que había ocurrido con Minato y fuimos a verles.

Fugaku se sorprendió de vernos allí, creo que ambos se sorprendieron, pero Minato trató de recuperarse y se agachó abrazando a Kushina. Creo que al menos fingió estar un poco feliz por su hijo, trató de aparentar la máxima felicidad que podía sacar en este momento tan doloroso para él. Nos contaron que estaban aquí por Deidara, que resultaba… era hijo de Fugaku, porque tenía gemelos y esta vez fui yo el sorprendido, pero me alegré muchísimo por mi hermano, porque se le veía que amaba a Minato y a sus hijos.

Me enteré allí mismo de todo lo ocurrido, de su relación de hace años en la universidad, de que esos gemelos eran de mi hermano y por tanto… mis sobrinos, que Minato estaba embarazado de nuevo y que Fugaku quería hacerse cargo de que nada le faltase a ese niño, de que amaba a Minato desde hacía demasiado tiempo, de que Sasuke no era hijo de Fugaku, sino de mi hermano Madara y eso sí me sentó mal, porque era un maldito desgraciado que no quería hacerse cargo de Sasuke y se lo endosó a mi hermano, pero estaba feliz porque al menos podría estar ahora con Naruto. Lo único que no me sentó bien, fue saber que Itachi estaba tan deprimido, ni siquiera había vuelto a pasar por el hospital y es que se había enamorado de su hermano, justo el que estaba hospitalizado y al que había salvado de la muerte. El destino a veces era cruel.

-       Hablaré con Itachi – les dije – debe estar destrozado.

-       Yo también tengo una conversación pendiente con él – me dijo Fugaku – además… hemos hecho una prueba de paternidad por si acaso Mikoto me mintió también con Itachi, me darán la prueba mañana – me confirmó Fugaku.

-       Sería demasiado para ti si Itachi no fuera tuyo Fugaku – le dije.

-       Lo sé, ya es duro saber que Sasuke no es mío, pero si Itachi tampoco lo fuera, no sé si lo aguantaría.

-       Esperemos que Mikoto dijera la verdad por una vez – le dije.

-       Eso espero, aunque si fuera verdad… no sé cómo consolaría a Itachi, porque entonces sería hermano de Deidara. Uno de los dos… mañana estará destrozado – me confirmó – esto va a ser duro.

 

Capítulo 49: Arreglando problemas

Sasuke Uchiha POV

Enterarme de que Fugaku no era mi verdadero padre me causó una sensación muy contradictoria, deseaba con todo el alma ser hijo de Fugaku, para mí era mi padre y lamentaba en lo más profundo de mi ser enterarme de que mi padre era Madara, porque para mí siempre sería un maldito desgraciado que no se parecía en nada a mi padre. Sé que esto le dolía también a Fugaku, se enteraba de todo el engaño de mi madre y no sé si él seguiría viéndome como a su hijo, eso me preocupaba, porque para mí él siempre sería mi padre, pero por otro lado… enterarme de que no era mi padre, me aliviaba, porque podía estar con Naruto, no tenía la sangre de Fugaku dentro de mí y era libre para estar con él, algo que también me causaba algo de tristeza por Itachi, porque al fin y al cabo, él siempre sería mi hermano y no podría estar con Deidara.

Toqué insistentemente la puerta de Naruto y no me abrió pero sí que vi como miraba entre las cortinas de la ventana del salón quién era, creo que no quería verme después de lo que habíamos hecho, me había dejado muy claro que era la última vez que íbamos a tener sexo y me había besado en el instituto, pero seguía insistiendo en que era mi hermano, pero él no sabía aún que no éramos hermanos, necesitaba explicárselo.

-       Naruto ábreme por favor – le pedí – tengo que hablar contigo, es urgente.

-       Vete Sasuke – escuché al otro lado – ya te lo dije, no podemos estar juntos.

-       Sí podemos, no eres mi hermano Naruto – le comenté.

-       No inventes Sasuke, nuestros padres estaban juntos en la universidad, hicieron las pruebas, tu padre es mi padre.

-       No Naruto, mi padre no es Fugaku, me acabo de enterar, abre por favor, necesito hablar de esto.

-       No es cierto, estás mintiéndome

-       ¿Cuánto te he mentido yo, Naruto?, yo siempre he estado cuando has necesitado ayuda, ahora la necesito yo Naruto, necesito hablar esto con alguien porque me destroza que Fugaku no sea mi padre, me destroza ser hijo del que creía mi tío porque encima… se estaba follando a mi madre, por favor… necesito tu ayuda.

La puerta se abrió de golpe y sentí los brazos de Naruto envolverse a mi cuerpo en un abrazo sobreprotector y no pude hacer otra cosa que abrazarle también. Naruto no parecía querer soltarme ahora, creo que pensaba que yo no tenía problemas, que era un chico normal, pero todos tenemos problemas en algún momento.

-       ¿Me vas a dejar entrar? – le pregunté.

-       Sí – me dijo abriendo más la puerta y dejándome entrar.

Era la primera vez que estaba en su casa y parecía un lugar muy agradable, me gustaba todo, creo que tenían un buen gusto, porque desde luego mi padre… era lo que menos tenía, buen gusto. Quizá por eso congeniaban tan bien Minato y mi padre, porque uno tenía lo que le faltaba al otro.

Naruto se sentó en el sofá y me ofreció sentarme también así que lo hice. Un tenso silencio se hizo entre nosotros hasta que Naruto lo rompió para ofrecerme algo de beber, pero yo le dije que cualquier cosa que tuviera por la nevera estaba bien, no me apetecía nada en concreto. Me sacó un zumo y se sirvió otro él antes de volver a hacer el tenso silencio.

-       ¿Qué ha ocurrido? – me preguntó rompiendo el silencio – yo siempre creí que no tenías problemas, que podías solucionar cualquier cosa.

-       Todos tenemos problemas Naruto, pero no quise meterte en medio de ellos, pero creo que si vamos a salir juntos, deberías de saberlo – le dije y él se sonrojó al darse cuenta de que le estaba volviendo a pedir salir conmigo – hace unos meses, pillé a mi madre acostándose con mi tío – le aclaré – no supe cómo decírselo a mi padre y se lo conté a mi hermano. Creíamos que si la amenazábamos un poco dejaría esa relación, pero no lo hizo y cuando nos mudamos aquí a Seattle, pensamos que al estar lejos no volverían a estar juntos, pero mi tío se vino a buscarla. Al parecer no es que tuvieran una relación de hace unos meses, es que llevan años viéndose a escondidas, Fugaku no es mi padre Naruto, es el que yo creía que era mi tío.

-       No puede ser – me dijo preocupado - ¿Estás bien? – preguntó preocupado.

-       Algo desorientado, yo no quiero ser nada de Madara – le dije – siempre he visto a Fugaku como mi padre y ahora ver a Madara… no puedo, él no es nada mío, aunque en parte me alivia porque no soy tu hermano y me hace feliz poder salir contigo. Estoy confuso. Por una parte siento alegría porque puedo estar contigo pero por otra… siento tristeza por Fugaku.

-       Es normal sentirse así Sasuke, pero yo estaré aquí para apoyarte en todo igual que tú me has apoyado a mí.

Le besé y esta vez le besé con pasión porque no aguantaba más, me había contenido demasiado tiempo con él y no podía seguir haciendo esto, le necesitaba, quería estar a su lado siempre, quería todo con él.

-       Te quiero Naruto – le dije.

-       Y yo a ti, Sasuke – me dijo totalmente sonrojado pero con una gran sonrisa que hipnotizaría a cualquiera, tenía una sonrisa muy pegadiza.

-       Tengo que irme, pero te prometo que luego vendré y haremos algo. Te invitaré a una cita – le dije.

-       Vale.

Recibí una llamada en aquel momento y era mi padre con voz muy preocupada, al parecer Madara había disparado a Kakashi y había fallecido allí mismo. No me enteré muy bien de la historia, pero le comenté que pasaría por el hospital en cuanto pudiera. Miré a Naruto y no quise contarle nada para que no se pusiera peor, esperaba a que su padre se lo contase cuando regresasen, yo no podía verle sufrir más hoy.

Me marché de casa de Naruto no sin antes volver a besarle y repetirle cuánto le quería. Me encantaba ver esos sonrojos y esas sonrisas que ponía cuando me escuchaba decírselo. Caminé hasta la parada del autobús y lo cogí para ir al centro, sé que mi madre estaría en el hotel y es que mi hermano, ya había estado investigando dónde se estaba hospedando desde lo del divorcio de mi padre.

Se sorprendió de verme allí, supongo que no esperaba encontrarse con nadie de su familia pero aún así, me dejó entrar y colocó esa voz dulce y suave que solía ponerme cuando quería conseguir algo, en su caso, imaginé que quería mi custodia, pero yo no estaba dispuesto a caer en sus enredos, yo quería estar con Fugaku, para mí, él era mi verdadero padre. Mi madre hablaba de las muchas cosas que haríamos juntos, de los viajes que haríamos y varias tonterías más, yo sabía que todo era mentira, nunca se había preocupado de nosotros y no empezaría ahora, sólo quería mi custodia para hacerle más daño a Fugaku.

-       Deja de mentirme – le dije de golpe enfadado y ella se detuvo.

-       No te miento – me comentó con tono dulce.

-       Sólo he venido a que me expliques cómo pudiste hacerle algo así a mi padre.

-       Tú padre es Madara.

-       No, mi padre es Fugaku, jamás reconoceré a Madara como mi padre igual que no te reconozco a ti como mi madre. Fallaste a mi padre, le fallaste a mi hermano y me has fallado a mí. Sólo quiero una explicación de qué te hemos hecho para que nos abandonases como lo hiciste ¿No era suficiente tenernos a Itachi y a mí?

-       Yo nunca quise quedarme embarazada – me dijo de golpe – mi padre me obligó a contraer matrimonio con un hombre de buena familia y ahí estaba Fugaku. ¿Quién me diría que después de tener a Itachi encontraría el amor de mi vida en el hermano de mi esposo? – me preguntó.

-       No sé ni para qué he venido – le dije – Ni siquiera vas a disculparte con nosotros.

-       ¿Por qué tendría que disculparme? – me preguntó con prepotencia.

-       No lo sé, quizá porque casi mataste a dos críos inocentes, porque trataste de hacer que Minato perdiera a esos niños, porque nos has fallado a nosotros, por todo – le dije – es un caso perdido hablar contigo, espero que te vaya muy bien con mi tío, sois el uno para el otro.

Cogí el pasillo hacia la puerta y mi madre se quedó en el salón, ni siquiera quiso acompañarme a la salida, tampoco me hacía falta, sabía dónde estaba la salida, pero al llegar casi a la puerta, me di cuenta que en el mueble de recepción, el cajón estaba medio abierto y algo resplandecía levemente. Abrí el cajón observando que mi madre no viniera en ese momento y lo que me encontré fue todavía peor… un arma con una camisa llena de sangre. Creo que ahora empezaba a comprender todo lo que había pasado en el hospital, todo el jaleo que llevaban con lo de Kakashi. Cogí ambas cosas y salí lo más rápido que pude de la habitación de mi madre caminando hacia la salida del hotel mientras escondía las cosas.

Ya estaba en la calle cuando escuché a mi madre que venía detrás corriendo llamándome y eché a correr calle abajo por medio de la ciudad hasta la entrada del metro. Ni siquiera esperé a la cola, pasé por medio de ellos, salté la barrera y corrí para coger el primer metro que vi antes de que mi madre pudiera alcanzarme, porque sé lo que quería, las pruebas. Seguramente la había pillado intentando eliminarlas y las había dejado en el cajón escondidas hasta que me marchase, pero yo había sido más rápido, no esperaba que las encontrase y ahora se desesperaba sabiendo que las tenía yo y podía acusarla.

Bajé en la estación más cercana al hospital y salí corriendo nuevamente hacia allí aunque sabía que mi madre no me seguía, pero ella era capaz de coger el coche y venir a buscarme con tal de evitar que la delatase y es que estaba seguro… que del accidente que Fugaku me había contado, era mi madre la que lo había planeado, por mucho que me hubieran dicho que era Madara quien disparó, las pruebas indicaban claramente que mi madre estaba involucrada tanto como Madara.

Entré corriendo por el hospital y vi a mi padre allí intentando consolar a Minato y es que no me había enterado muy bien de la historia. Mi padre al verme entrar tan rápido y con la respiración entrecortada dejó a Minato para levantarse y acercarse a mí.

-       Ey ¿Qué te ocurre?

-       Era mamá – le dije sacando las cosas que había encontrado y él se sorprendió – fui a verla porque quería una explicación de lo de mi verdadero padre y me encontré esto en su casa, creo que ella y Madara lo planearon todo, me estaba persiguiendo.

-       Vale, cálmate, yo no dejaré que te haga nada.

-       Lo sé – le dije sonriedo - ¿Qué vas a hacer? – le pregunté con las pruebas en la mano.

-       Llevarlo a la policía para que investiguen las pruebas – me dijo sonriendo – lo has hecho bien ¿Vale? Pero no vuelvas a intentar nada arriesgado, mantente lejos de ellos, no es seguro.

-       Vale.

Mi padre parecía preocupado y pude ver a Itachi sentado no muy lejos de donde estábamos con la cabeza agachada y sin mirar a nadie, creo que estaba bastante deprimido y no entendía el motivo. Mi padre me tocó el hombro para disculparse y se marchó a sentarse al lado de Itachi. No quise moverme, me tenía preocupado ver a mi hermano en ese estado y al final, me enteré de que él si era hijo de Fugaku y eso le impediría volver con Deidara. Mi padre trató de convencerle de que no pasaba nada, pero no había solución, Itachi estaba decidido a dejar marchar a Deidara.

Cuando mi padre se levantó sin haber conseguido absolutamente nada de Itachi, fui yo quien me senté a su lado y le abracé. Creo que mi hermano ahora necesitaba apoyo y entonces al sentir mi abrazo, se derrumbó empezando a llorar.

-       Ya está Itachi – le dije – por favor anímate.

-       No puedo – me dijo – él lo era todo para mí

-       Lo sé – intenté entenderle – sé por lo que estás pasando, yo también creí que era hermano de Naruto, que lo perdía.

-       Tú al menos has tenido suerte – me dijo – no tengo nada contra mi padre, es estupendo, pero por primera vez en mi vida me habría gustado no ser su hijo – me aclaró.

-       Lo sé, pero Deidara no es tu hermano Itachi – le dije – es medio hermano, dios Itachi… si le quieres no renuncies a él por esto, vamos Itachi, siempre has luchado por lo que has querido.

-       Es mi hermano.

-       Puede sí – le dije – pero a mí me da igual lo que sea de ti, no os habéis criado juntos, habéis tenido padres diferentes y a mí la sangre me da igual, no os conocíais de nada y ahora mírate, te enamoraste de un chico increíble al que no conocías, míralo así, deja de verlo como tu hermano.

-       La gente lo vería mal.

-       ¿Y qué más da lo que vea la gente? Tenéis diferente apellido, si no lo decís nadie lo sabrá – le comenté intentando animarle – no lo dejes Itachi, pelea, venga – le dije.

-       No sé lo que haré Sasuke, pero gracias por intentar animarme – me dijo levantándose y marchándose hacia el baño.

No tuve mucho tiempo de pensar, porque dos policías aparecieron por el hospital buscando a mi padre y cuando me acerqué a ver qué ocurría, aparte de darles las pruebas que yo había conseguido sobre lo de Kakashi, nos comunicaron que acababan de apresar a Orochimaru y el juicio sería pasado mañana. Mi padre pareció relajarse por un momento y me comentó que debía preparar ese caso, porque Orochimaru no volvería a ver la luz del día mientras él estuviera allí. Al menos yo respiré tranquilo sabiendo que Naruto estaba a salvo.

 

Capítulo 50: Despierto

Deidara Namikaze POV

-       ¡Itachi! – grité despertándome de golpe y al tocar mi rostro me di cuenta de que estaba llorando.

Miré a la habitación y no había nadie, todo estaba vacío, tal y como estaba ahora mi corazón, porque lo sentía vacío, triste y roto. Cuando por fin había entendido que quería estar con Itachi fuera o no mi medio hermano, cuando había elegido definitivamente apostar por mi felicidad con él aunque eso supusiera tener a todo el mundo en contra y me siguieran insultando por salir con mi hermano… ahora era Itachi quien se arrepentía de tomar esta decisión.

Nada tenía ya sentido para mí, me miraba las manos aún con los tubos que los médicos se negaban a quitarme por seguridad y con la mirada agachada y triste, ya no tenía ganas de nada excepto de llorar, ¿Así sería el resto de mi vida? Creo que podía saber ahora lo que sentía mi padre, Minato siempre había amado a un amor imposible para él, lo había guardado en lo más profundo de su corazón y ya no le permitía salir ¿Me pasaría igual que a él? ¿Llevaría este amor imposible siempre en lo más hondo de mi corazón y tendría que rehacer mi vida con otra persona? Ya no sabía nada.

Mi padre entró por la habitación, estaba triste, sus ojos llorosos y su voz se quebraba aunque trataba de sonreírme para que no me preocupase, pero yo sabía que algo le ocurría, algo grave. Cuando se acercó a mí y me besó la frente, supe que iba a contarme algo que no me gustaría oír.

-       Dei – me dijo sentándose en una silla y pensando un segundo las palabras – siento tener que decirte esto en tu estado pero… - el silencio volvió a hacerse y de repente empezó a llorar sin poder parar.

-       ¿Qué ocurre? – le pregunté.

-       Kakashi… - intentaba hablar – tu padre… ha fallecido esta mañana – me dijo al fin y no podía creérmelo, si era una broma era muy cruel.

-       No puede ser, me estás mintiendo – le dije enfadado.

-       No Dei – me dijo llorando – es cierto, lo lamento mucho.

Intenté hacerme a la idea y no podía, creía que Kakashi volvería a entrar por esa puerta en cualquier momento, pero en el fondo sabía que no volvería a verle ¿Cómo era posible que todo me saliera mal? Perdía a Itachi y a Kakashi el mismo día y mi corazón no aguantó más, lloré como nunca lo había hecho ¿Qué sentido tenía ahora mi vida?

Naruto vino aquella mañana y al entrar y vernos tan serios, se asustó también. Le dije las cosas a lo bestia, a mí ya nada podía importarme, lo había perdido todo y creo que no me di cuenta de que Naruto no tenía la culpa de lo que me ocurría a mí. Se echó a llorar en cuanto le dije que nuestro padre había muerto y me sentí culpable por decírselo tan a lo bestia pero Minato se levantó enseguida cogiéndolo y abrazándolo tratando de calmarlo, aunque estábamos los trse llorando sin poder parar.

Miré hacia la ventana y pude ver a Sasuke Uchiha allí de pie observándonos, sobre todo a Naruto. Intuí que tenían algo ellos dos y cuando se recuperó, nos lo contó. Mi padre se alegró  por Naruto aunque luego se giró hacia mí y su mirada se entristeció. Yo no tenía la suerte de mi hermano, me alegraba por él, pero ahora mismo estaba demasiado afectado con todo esto, él al menos ganaba el apoyo de Sasuke… yo no tenía a nadie, a mi todos me abandonaban.

Mi padre se llevó a Naruto fuera convenciéndole de que necesitaba descansar, no iban a tardar tampoco mucho en darme el alta, de hecho en cuanto se fueron mi padre y mi hermano, llegó un enfermera a quitarme los tubos, en unas horas podría volver a casa, volver a mi vida normal ¿Qué me quedaba ya? ¿El instituto donde todos se metían conmigo? ¿Una casa donde mi gran apoyo que era Kakashi ya no estaba? ¿Mi vecino que ya no quería volver a verme? Ya todo daba igual.

Me levanté en cuanto todos se marcharon y disimuladamente caminé por el hospital hasta el depósito de cadáveres y aunque me costó entrar sin que me descubrieran, lo conseguí y es que necesitaba ver a Kakashi por última vez, necesitaba ver a mi padre porque él siempre había estado ahí para apoyarme. Aparté la sábana que lo cubría y le vi, no pude evitar empezar a llorar descubriendo ante mis ojos que todo era cierto, ya no volvería conmigo, no volvería a ver a Kakashi y lloré aún más.

La puerta se abrió a mi espalda y me dio igual quien fuera, ya nada me importaba, seguí llorando mientras miraba a Kakashi y entonces escuché la voz de Itachi.

-       Dei – me llamó y me sobresalté.

-       Lárgate – le dije.

-       Dei todos te están buscando.

-       Pues ya me has encontrado – le dije – ahora márchate y déjame en paz.

Itachi hizo el amago de marcharse, volvió hacia la puerta pero al llegar a ella, se giró nuevamente hacia mí y vino aún con más determinación girándome de forma brusca para que le mirase.

-       ¿Qué narices te pasa Dei? – Me preguntó enfadado – Reacciona de una maldita vez, tú no eres así.

-       Acabo de perder a mi padre – le grité - ¿Crees que estoy bien? ¿Crees que me importa lo que tengas que decirme? Tú no eres nada mío, sólo eres ese vecino que vive enfrente – le dije – no tienes derecho a decirme nada.

-       Soy tu hermano y tengo derecho.

-       Yo no te veo como mi hermano, no he vivido contigo, no eres nada mío – le grité – eres sólo el vecino, así que lárgate y déjame solo con mi dolor.

-       No voy a dejarte solo – me dijo.

-       Ya lo has hecho, estoy solo, tú me has abandonado, mi padre me ha abandonado, no tengo amigos, Hidan está en la cárcel ¿Qué narices tengo Itachi? – le pregunté gritando y él dudó – lárgate – le grité – te di mi amor y lo tiraste, lo pisoteaste, me has destrozado el corazón, así que lárgate, no tengo nada más que ofrecerte Itachi, ya no puedes destrozarme más.

Itachi se marchó de allí sin tener una contestación, él también sabía que yo tenía razón, no me quedaba nada y él no volvería conmigo, ya me había remarcado que era mi hermano, estaba solo, ambos lo sabíamos. Sé que Itachi no cambiaría de opinión y si no venía decidido a convencerme de que saliéramos juntos pasase lo que pasase, entonces era mejor que se mantuviera bien lejos de mí, porque me hacía daño ver lo que pude tener y no tendría jamás, tenía que empezar a verle por lo que era, mi hermano.

A los diez minutos de estar allí solo, vino Minato y me abrazó. Lloré como nunca, no podía evitarlo, abrazar a mi padre y saber que Kakashi no volvería, saber que Itachi tampoco lo haría me destrozaba y el abrazo de mi padre aún me destrozaba más, hacía que me sintiera mucho más vulnerable.

-       Te quería – me dijo Minato llorando – él te adoraba, no lo olvides nunca.

-       Lo sé – le dije llorando – pero me sigue haciendo falta.

-       Eres fuerte Dei, lo superaremos ¿vale? Estaremos juntos en esto. Además… voy a necesitar ayuda ahora más que nunca – me comentó.

-       ¿Por qué? – pregunté con curiosidad y él sonrió un poco.

-       Porque estoy embarazado de Kakashi.

-       ¿Enserio? – le pregunté y sonreí

-       Sí – me dijo

-       Papá… ¿Qué va a pasar con Fugaku? – le pregunté preocupado.

-       Kakashi le pidió que me cuidase – me dijo muy serio – le amo – dijo poniéndose serio y triste – pero no sé si es correcto sentir esto que siento por él justo ahora, justo cuando ha muerto Kakashi – me comentó con preocupación – no puedo olvidar a Kakashi por mucho que ame a Fugaku, es un hueco muy grande lo que ha dejado tu padre – me comentó mientras le caía una lágrima.

-       Tienes que seguir viviendo – le dije – no puedes aferrarte al pasado papá. También quiero mucho a Kakashi, pero tenemos que asimilar que ya no está con nosotros, por mucho que nos duela. Hay que seguir adelante.

-       Lo sé. De verdad que has madurado – me dijo sonriendo mientras me abrazaba.

-       Si Fugaku es tu amor de toda la vida, no pierdas más el tiempo papá – le dije tratando de sonreír.

-       Tienes razón – me dijo - ¿Tú estás bien? ¿Qué te ha ocurrido con ese chico? – me preguntó – Itachi te ama, no renuncies a él así tan fácil Dei.

-       No soy yo quien ha renunciado a él papá, es él quien ha renunciado a mí – le dije – no me quiere, sólo es cariño de hermanos. No quiere nada conmigo y tú siempre has dicho que debo respetar las decisiones de los demás. No hay nada que hacer. Yo no soy suficiente para él, sólo seré su hermano – le dije marchándome, quería salir de aquí.

-       Dei… no cometas mis errores – me dijo Minato de golpe antes de que yo saliera.

Fui directamente hacia la habitación y me encontré por el pasillo a Naruto con Sasuke. Al menos me alegré por mi hermano, porque parecía haber recuperado esa vitalidad que tenía antes, discutía con Sasuke, se reía y bromeaba como antes, había vuelto a ser el chico hiperactivo que era antes de todo lo que le ocurrió con Orochimaru, al menos él podía ser feliz y al parecer… ahora mi padre también podría rehacer de nuevo su vida, volver a recuperar lo que una vez perdió por los engaños y las manipulaciones de los demás. Yo era el único que ya no tenía nada.

Esa mañana me dieron el alta y fui a casa para encontrarme que ya habían traído las cartas de admisión para la universidad, no sabía a cual quería ir, pero ahora mismo… creo que lo tenía un poco más claro, quería irme lejos, quería alejarme de todo y concerté la entrevista en la universidad de Harvard, al otro extremo de donde vivía ahora.

No vi a Itachi en los días siguientes aunque su padre si vino a ver a Fugaku y a cuidar del hijo que ahora tendrían en común. El entierro de Kakashi fue triste y aunque vi a Itachi, no nos acercamos a hablar y yo había decidido irme justo después del entierro a la universidad, por lo menos me alejaría de él. Lo había mantenido a escondidas, no quería que mi hermano se pusiera triste porque me marchaba lejos a estudiar y él había elegido la universidad de al lado de casa igual que Sasuke, justo a la que iba Itachi también.

Me despedí de mi padre cuando estuvimos un rato a solas y le comenté que me iba a la entrevista de la universidad. Se sorprendió de que me fuera tan lejos pero no dijo nada, sabía que me alejaba por Itachi, necesitaba rehacer mi vida fuera de aquí, necesitaba sacarlo de mi cabeza y de mi corazón aunque doliera, ya no soportaba más verle y saber que jamás estaríamos juntos.

Iba a coger un taxi a la estación de autobuses, pero mi padre se empeñó en llevarme él mismo. Le avisó a Fugaku de que venía enseguida y me subí al coche. Cuando llegamos, el autobús aún no había llegado, faltaba media hora para que saliera y esperamos los dos en silencio. Minato sabía que estaba mal por todo esto, sabía que estos días habían sido un infierno para mí sabiendo que no podía estar con Itachi.

-       Lo siento Dei – me dijo de golpe

-       ¿Por qué? – le pregunté.

-       Por no poder ayudarte con esto. Ojalá no te hubieras enamorado de él para no tener que verte sufrir como lo haces.

-       Ya da igual papá – le forcé una de mis típicas sonrisas de que todo estaba bien cuando no lo estaba – Itachi era demasiado bueno para mí – le dije.

-       No es cierto Dei, era perfecto para ti, tú vales mucho.

-       No – le dije – no valgo nada.

El autobús llegó en aquel momento y me despedí de mi padre con un gran abrazo. Lloré y es que sé que echaría de menos a mi padre y a mi hermano, que echaría de menos a ese nuevo hermanito que iba a tener, pero no podía hacer otra cosa. Subí al autobús sin mirar atrás y arrancamos. Esta era mi adiós a Itachi, no volvería a verle y al darme cuenta de eso, noté como una lágrima resbalaba por mi mejilla, me lo prometía ahora mismo, Itachi sería siempre mi pasado.

Ya estábamos saliendo de la terminal cuando el autobús frenó de golpe y se abrió de nuevo la puerta mientras el conductor se quejaba porque el que estaba entrando se había puesto en medio de mala forma obligándole a detenerse y cuando me incorporé en el asiento, me encontré a Itachi vestido de negro por el funeral y caminando con rapidez hacia mí mientras le decía al conductor que sería sólo un momento.

Me tensé, seguro que venía a discutir conmigo de nuevo porque no me había despedido de él, pero es que no había tenido el valor para hacerlo. Me cogió del brazo obligándome a ir tras él, arrastrándome por el pasillo del autobús y aunque opuse resistencia porque no quería acompañarle, él seguía arrastrándome.

-       Para ya – le grité - ¿Qué te pasa?

-       ¿Qué me pasa? – me preguntó - ¿Te largas así sin más? – me preguntó - ¿Qué pasa conmigo Dei? ¿Qué narices pasa por tu cabeza?

-       No… ¿Qué te pasa a ti? Me rechazaste Itachi, me destrozaste, sólo quiero irme – le dije empezando a llorar.

-       No voy a dejar que te marches así, Harvard no es tú sitio – me dijo – quédate, ven a esta universidad, ve con tu hermano, con Sasuke, conmigo.

-       No puedo – le dije – no soporto verte. Necesito irme para poder olvidarte.

-       No me olvides – me dijo de golpe atrapando mis labios entre los suyos en un beso apasionado – Te amo, no me olvides por favor, no puedo estar sin ti, si sigues empeñado en marcharte me voy contigo, pero no me olvides, no me obligues a vivir sin ti porque no lo soportaría.

Estaba confuso con todo esto ¿Qué debía hacer? ¿Me hablaba enserio? ¿Le daba igual que fuéramos medio hermanos? ¿Quería salir conmigo? No sabía qué narices hacer ¿Debía irme o quedarme?

-       Ey chicos… tengo un horario que cumplir – dijo el conductor - ¿Os quedáis o bajáis? – preguntó el conductor.

La gente nos miraba y de repente se llenó de gritos y murmullos, la mayoría diciéndome que bajase, que algo tan romántico como lo que había hecho ese chico de parar el mismo autobús y declararse allí mismo merecía que bajase con él, pero yo no sabía qué hacer.

-       Vamos Dei, te amo, quédate conmigo – me dijo Itachi y yo le miraba a esos espectaculares ojos que tenía. Recordaba a mi padre diciéndome que no cometiera sus mismos errores y tomé mi decisión.

-       Me quedo – le dije al fin y bajé del autobús agarrado de la mano de Itachi mientras medio autobús aplaudía por mi decisión.

Minato, Fugaku, Sasuke y mi hermano nos esperaban abajo, al parecer, Itachi había venido con ellos. Era mi padre quien le había dicho a Fugaku donde encontrarnos, era Fugaku quien había traído a Itachi, eran Sasuke y Naruto quienes habían venido para animarle.

 

Capítulo 51: Universidad

Naruto Namikaze POV

Dos años habían pasado desde todo el suceso, el dolor por la pérdida de Kakashi fue disminuyendo poco a poco aunque no podíamos olvidarle, él siempre sería nuestro padre, tanto para Deidara como para mí y Minato aunque no hablase mucho de ello, sé que lo quería y aún le dolía recordarlo, pero a su hijo le puso su nombre en su honor. Ahora tenía un año y poco, un niño muy espabilado con el cabello rubio como Minato y de ojos oscuros como Kakashi.

Todos habíamos rehecho nuestras vidas y yo veía a mi padre muy feliz desde que había vuelto con Fugaku, ambos amaban a ese nuevo niño, Fugaku lo quería como si fuera suyo y hablaron muchas veces si decirle o no la verdad al niño cuando creciera, seguramente le contarían sobre su verdadero padre y todo el bien que hizo estando en vida, porque Kakashi siempre fue un gran hombre y un mejor padre aún.

Yo había empezado la Universidad, estaba en el primer año y ahora estudiaba biología junto a Sasuke ¡Menos mal que él me ayudaba con las asignaturas y el estudio! Porque no sé que habría hecho sin él. Enterarme aquella vez de que él no era mi hermano y de que Orochimaru estaba en la cárcel, me había sentado mejor que nunca, había vuelto a recuperar mi vitalidad, había recuperado mi sonrisa y ahora hasta salía con amigos por ahí de fiesta, aunque esta vez siempre acompañado por Sasuke y es que para mí, él era el más importante en mi vida, él fue quien me sacó de la oscuridad en la que estaba.

Entré por la facultad y saludé animadamente al resto de los de mi clase, ahora tenía todo lo que yo siempre quise tener, tenía a mi familia que siempre me apoyaba, a Sasuke, volvía a jugar al Lacrosse con Sasuke, volvía a tener amigos, había hecho nuevos amigos como Kiba, Shikamaru, Gaara, Ino o Ten ten. Éramos un grupo que nos divertíamos y que acogían a mi hermano, algo que era importante para mí.

Sasuke no tardó en llegar y me cogió del brazo con cierta violencia mientras me alejaba del resto y me llevaba a algún lugar, estábamos saliendo del edificio hacia el enorme patio y me empotró contra el primer árbol que encontró en su camino besándome con fuerza, pero yo no estaba dispuesto a dejarle mandar, él siempre era así de agresivo, le gustaba demostrar a todos que era él quien mandaba, pero no conmigo… yo no era como los otros chicos con los que él había estado, yo era diferente y cogí su cabello con fuerza presionándole más contra mí y metiendo mi lengua en su boca.

Su mano se había ido a mi cintura y levantaba levemente la camiseta acariciándome pero sin dejar de besarme ni un segundo. Escuché algún murmullo de los que pasaban por allí viendo la escena, pero a mí me daba igual lo que pudieran decir, no cambiaba este momento por nada del mundo, Sasuke era mío y aunque sabía que era uno de los chicos más cotizados por aquí, yo no estaba para nada celoso, sabía que él sólo podía ser mío.

-       Saltémonos las clases – me dijo Sasuke sonriendo.

-       Venga ya Sasuke – le dije con una sonrisa – tú eres el chico más aplicado que conozco.

-       Y tú el que más loco me vuelve – me comentó – Venga Naru… hagamos algo divertido.

-       Divertido para ti es sexo – le dije sonriendo.

-       Entre otras cosas ¿No te apetece?

-       Eres incorregible.

-       ¿Miraste las casas? – me preguntó.

-       Sí, pero aún no sé cómo le diré esto a mi padre.

-       Venga Naruto, que no nos vamos a casa, sólo a compartir un piso de estudiantes ¿A quién le tendrías más confianza que a mí?

-       Eres un aprovechado, sabes que mi padre confía en ti y por eso aprovechas para pedir lo que sea.

-       ¿Es que no quieres vivir conmigo? – me preguntó poniendo cara triste aunque sé que fingía.

-       Sasuke… seamos sinceros… si viviera contigo no saldríamos de la cama.

-       Es posible – me dijo besándome – pero sería tu culpa por ser tan irresistible.

Fuimos a clase después de nuestra conversación y es que hoy teníamos que pasar por el laboratorio. Realmente no me preocupaba ir a vivir con él, de hecho quería hacerlo, pero no sé si mi padre estaría muy de acuerdo con eso de que me alejase de él, estábamos muy unidos y más ahora que teníamos al pequeño Kakashi con nosotros. Yo creo que iba siendo hora de salir el nido, mi padre también querría estar a solas con Fugaku.

-       Sasuke – le llamé antes de entrar en el laboratorio y me puse serio - ¿Qué sabes de tu madre?

Sasuke se tensó un momento y luego se giró hacia mí resoplando. Sé que a Sasuke no le gustaba hablar de estos temas, más que nada porque él ya ni siquiera la consideraba su madre pero aún así, sé que le dolía, porque al fin y al cabo, siempre sería su madre quisiera o no.

-       Sigue en la cárcel – me dijo – supongo que es lo que se merecía, ya ha hecho demasiado daño, igual que Madara.

-       ¿Vas a ir a verla? – le pregunté – hoy es su cumpleaños

-       Lo sé – me dijo algo triste – pero no me apetece nada tener que ir, ella tampoco se preocupó por mí ni por mis cumpleaños, creo que no iré – me comentó - ¿Vamos a clase?

-       Sí – le dije.

La clase fue horrible, no me gustaba nada la parte teórica, yo era más de que me dejasen a la mía mezclando sustancias, pero claro… Sasuke se preocupaba por su vida cuando nos tocaba hacerlo, porque decía que era un peligro andante, ni siquiera tenía muy en cuenta lo que mezclaba, sólo mezclaba sin más y era Sasuke el que tenía que estar siempre encima de mí vigilando las sustancias que iba a mezclar.

Cuando acabamos las clases me fui a casa y allí estaban Fugaku y Minato tumbado en el sofá viendo una película tapados con una manta mientras el pequeño Kakashi dormía en medio de ambos. Se les veía tan bien juntos, no podía entender cómo les habían pasado tantas cosas para alejarlos, porque al verles así de bien, con Minato apoyando su cabeza en el hombro de Fugaku y sonriendo, sabía que ambos estaban hechos el uno para el otro.

-       Hola – les saludé y ambos levantaron un poco la cabeza por encima del respaldo para mirarme - ¿Está dormido? – pregunté mirando a mi hermanito durmiendo allí con ellos bien tapadito.

-       Sí, se ha quedado dormido hace nada – me respondió Fugaku - ¿Qué tal por la universidad?

-       Bien, algo aburrido, pero bien.

-       ¿Y Sasuke? – me preguntó Fugaku

-       Viene ahora en nada – le dije con una sonrisa – había quedado con un compañero a hacer un trabajo, vendrá en un rato.

-       De acuerdo, cenaremos a las ocho – me dijo Fugaku.

Subí las escaleras hacia mi cuarto y es que lo mejor de esto, era la casa nueva que habíamos comprado, porque nuestra familia crecía, ahora vivíamos juntos y sinceramente… aunque me gustaba mucho que ambas familias se hubieran unido, yo creo que Minato y Fugaku debían estar a solas, era lo normal, yo creo que también necesitaban su intimidad y no digo nada de Itachi y Deidara… porque menudo escándalo llevaban por las noches, la habitación de Sasuke y la mía daba con la suya y esos sí que se lo pasaban en grande.

Cuando pasé por el pasillo, sentí de nuevo esos gemidos de mi hermano, es que eran inconfundibles y supuse que esos dos ya estaban de nuevo dándose marcha. De verdad que quería irme a vivir con Sasuke, porque no parábamos de escucharnos mutuamente, necesitábamos intimidad. Les golpeé la puerta al pasar para que se enterasen de que había vuelto a casa y los gemidos parecieron silenciarse un poco, aunque siguieron a lo suyo un rato más.

Sasuke llegó extrañamente pronto de lo del trabajo y subió enseguida a mi habitación. Ni siquiera me dio tiempo a girarme cuando escuché el ruido de la puerta abrirse, porque ya me había tirado en la cama y me besaba con desesperación. Le seguí y metí mi lengua dentro de su boca para poder jugar con él, le deseaba, sabía que era el chico de mi vida, al que siempre esperé y no dejé de besarle hasta que escuché como Minato nos comentaba de bajar a cenar. Primero oí la puerta de la habitación de mi hermano y es que ya bajaban esos dos a cenar después de su encuentro romántico ¡Eran tal para cual!

-       ¿Vamos a decírselo? – le pregunté a Sasuke con dudas en mi voz.

-       Es ahora o nunca Naruto, no podemos seguir así, Itachi también lo ha estado pensando, ellos necesitan su espacio y nosotros el nuestro, no podemos seguir fingiendo que somos una familia feliz, necesitamos independizarnos, sobre todo Itachi.

-       ¿Aún piensa en lo todo eso de que son hermanos?

-       Sí – me dijo – y más viviendo en esta casa con nuestros padres felizmente conviviendo, es extraño para él, tenerlos cerca le hacen pensar más que se escapa de su habitación para irse a la de su hermano a hacerle el amor, no puede seguir así y nosotros tampoco.

-       Lo sé – le dije – pero sigo teniendo dudas ¿Crees que aceptarán?

-       Supongo – me dijo – lo entenderán, no vamos a estar toda la vida con ellos, creo que es un buen momento para independizarse – me comentó.

-       Vale ¿Se lo dices tú? – Sasuke sonrió.

-       Está bien – le dije – vayamos a cenar.

Sasuke se incorporó y me tendió la mano para ayudarme a levantarme de la cama. Bajamos a cenar, Itachi y Deidara estaban terminando de poner la mesa mientras Minato colocaba la comida en los platos y Fugaku le daba de comer al pequeño Kakashi. Me acerqué a Kakashi y le clavé con dulzura el dedo en sus sonrojadas mejillas sacándole una sonrisa. La verdad es que él también me hacía sonreír a mí y no pude remediar fijarme en Sasuke que ahora me miraba medio sonrojado viendo como jugaba con el pequeño. Le vi acercarse a mí y me agarró desde atrás acercando sus labios a mi oreja.

-       Deja de jugar tanto con él o no podré evitar las ganas de hacerte un hijo a ti – me dijo de forma sugerente y sonreí de la misma forma en que Sasuke sonreía.

Desde luego Sasuke no debía ser el único que pensaba de esa forma, porque Itachi de vez en cuando le echaba alguna mirada a mi hermano y le tocaba el trasero disimuladamente sacándole una sonrisa. Cuando nos sentamos todos a la mesa, yo no me atrevía a sacar el tema de conversación y Sasuke no hacía más que indicarme con la cabeza hacia mis padres insistiéndome en que hablase, al final habló él.

-       Tengo algo que consultar – dijo de golpe y yo le miré sorprendido – Me gustaría ir a la residencia universitaria – comentó.

-       ¿Y eso Sasuke? – preguntó Fugaku

-       Es que creo que va siendo hora de que me independice un poco y vosotros necesitáis también vuestro espacio con el enano – aclaró – quiero que Naruto se venga conmigo.

-       ¿Habéis echado la solicitud?

-       Sí – dijo Sasuke – sólo nos darían una habitación en el mismo recinto universitario, podríamos estar juntos y podríamos venir los fines de semana a veros – comentó intentando suavizar la situación.

-       Me parece bien – dijo Minato de golpe y me sorprendí, creo que Sasuke también se sorprendió un poco.

-       ¿Enserio? – preguntó Sasuke y miró hacia su hermano que también le miraba.

-       Sí – repitió Minato - ¿Por qué no? Debéis tomar vuestras decisiones y deberíamos apoyaros en lo que podamos.

-        A mí me parece una buena idea – dijo Fugaku – creo que no os hace bien estar tan cerca nuestro.

-       Gracias – les dije a ambos y ellos sonrieron – yo… siento no haber aceptado el apellido Uchiha papá – le dije a Fugaku – pero es que no quiero que me emparenten con Sasuke – le aclaré y es que Fugaku había tratado de hacernos sus hijos legítimos, había tratado de ponernos su apellido, pero tanto Deidara como yo nos habíamos negado.

-       No pasa nada Naruto, lo entiendo. Eso sí… os damos un voto de confianza, así que esperamos que estudiéis y no estéis todo el día en vuestra habitación… ya me entendéis – dijo y yo me sonrojé aunque Sasuke se reía.

-       Tranquilo papá, estudiaremos – le dijo.

 

Capítulo 52: Feliz cumpleaños

Deidara Namikaze POV

Sasuke le había propuesto irse a vivir juntos a la residencia universitaria y mis padres extrañamente… habían aceptado. Sé que Itachi planeaba hacer lo mismo, pero él no quería irse a la residencia, él quería vivir juntos de verdad, irnos a una casa y es que Itachi ya había terminado la carrera y estaba trabajando en un despacho. Ganaba un buen sueldo y era muy bueno en su trabajo, aún así temíamos decírselo a nuestros padres, porque aunque tratábamos de no hablar del tema, seguíamos siendo hermanos y eso nos preocupaba bastante a ambos aunque trataba de disimularlo.

Tampoco tuve mucho tiempo para hacerme a la idea, porque Sasuke y Naruto se marcharon a los pocos días a la residencia universitaria. Yo esperaba que viniera para nuestro cumpleaños, porque hoy cumplía dieciocho años y lo estaba deseando, más que nada para evitarle problemas a Itachi. Estaba cansado de fingir que él y yo no teníamos nada aunque tanto nuestra familia como sus amigos sabían que estábamos saliendo, supongo que la gente vería raro que saliera con quien se supone… era mi hermano, dormía en la habitación de al lado, esa idea a veces me entristecía, pero Itachi siempre decía que a él le daba igual lo que los demás pensasen, él me amaba y no iba a renunciar a mí.

Sé que los nuevos amigos que había hecho mi hermano eran grandes personas, me llevaba muy bien con ellos, pero yo al final… me había juntado más con los amigos de mi novio porque quería estar con Itachi. Con Temari me llevaba realmente bien y eso que a ella le gustaba un chico del grupo de amigos de mi hermano, con Pain y Sasori también congeniaba y es que aunque Sasori no era muy buen estudiante, Pain era muy aplicado y tenía muchas cosas en común con él, creo que por fin había encontrado un grupo de amigos con los que me llevaba bien y no me querían solo por mi cerebro.

Hoy había ido a la facultad como todos los días pero tenía otra cosa en mente… tenía a Hidan en la cabeza. Sé que mi padre había ganado el juicio, Fugaku era así de impresionante, él ganaba siempre, no sé cómo lo hacía pero era increíble. Le habían encarcelado a Hidan para tres años y eso que le rebajaron la condena porque le insistía mi padre, más que nada, porque es cierto que me hizo daño, pero también es verdad que trató de defenderme frente a aquel tipo, trató de ayudarme antes de que me hundieran la cabeza en aquella mesa llena de droga. Sé que en el fondo, le dolía saber que era su culpa por la que casi morí.

-       Felicidades – me dijo Itachi besándome frente a todos y sonreí.

-       Gracias – le dije - ¿Este es mi regalo?

-       Tú regalo te lo daré mejor en casa – me dijo guiñándome un ojo de forma seductora.

-       Eso esperaba – le dije.

-       ¿Qué te ocurre? – me preguntó Itachi al verme algo decaído.

-       Nada… pensaba en Hidan.

-       ¿Aún le das vueltas a ese tema?

-       Sí – le dije – sé que no es mala persona Itachi, pero…

-       Te hizo daño.

-       Lo sé.

-       Pero trató de defenderte en el peor momento – me dijo.

-       Sí – le comenté.

-       ¿Si vamos a verle te sentirías mejor? – me preguntó.

-       Creo que sí – le dije.

-       Entonces recoge tus cosas, te llevaré.

Recogí mis cosas de la mesa y nos disculpamos con todos para poder irnos. Temari me preguntó si estaba bien, le indiqué que sí y se quedó allí con Sasori y Pain hablando sobre la película que iban a ir a ver al cine, porque hoy habíamos quedado todos para ir al cine y celebrar así mi cumpleaños. ¿Quién me diría a mí que conseguiría tan buenos amigos después de lo que viví en el instituto? Eran geniales.

Salí con Itachi hacia el coche, me iba a saltar un par de clases, de eso estaba seguro, porque Itachi hoy tenía libre en el despacho, sus amigos de la facultad estaban estudiando el máster y yo aún estaba en el primer año, no sé si era bueno para mí saltarme clases ya el primer año, pero bueno, necesitaba ver a Hidan, no me sentía a gusto con lo que le hice.

Cuando llegamos a la prisión, dijimos que veníamos de visita para Hidan y lo trajeron a la sala de visitas. Se extrañó mucho de vernos allí a Itachi y a mí. Se sentó en la silla y se le veía deprimido y demacrado, no debía ser fácil estar aquí encerrado, haber perdido su libertad, pero yo esperaba encontrarme a un Hidan arrepentido, a uno que se diera cuenta de lo que había hecho y decidiese cambiar.

-       Hola, Hidan – le saludé.

-       No esperaba verte a ti – me dijo intentando sonreír - ¿Qué tal te va?

-       Estoy bien.

-       Se te ve bien – me dijo - ¿Estás feliz? – me preguntó.

-       Sí – le dije – de hecho quiero irme a vivir con Itachi – le dije mirando a Itachi a mi lado quien me sostenía la mano.

-       Me alegro – comentó Hidan - ¿A qué debo tu visita? – me preguntó.

-       Quería saber cómo estabas.

-       ¿Te preocupas de mí después de todo lo que te hice?

-       Sí Hidan, estuvimos saliendo, eras un gran apoyo para mí en el instituto, trataste de ayudarme a tu manera y aunque sé que me hiciste daño, esperaba que te hubieras dado cuenta de todo lo que hiciste.

-       Sé lo que hice Dei y no quería hacerte daño, de verdad.

-       Te creo – le dije

-       Gracias – me comentó – la verdad es que me arrepiento mucho de lo que te hice.

-       ¿Cuánto te queda de condena Hidan?

-       Unos meses aún de la primera condena, casi un año, quizá me reduzcan algo por buen comportamiento, no lo sé. Pero aún me queda cumplir la segunda, el asunto de drogas, unos tres años más.

-       Espero que lo lleves lo mejor que puedas – le dije sonriendo – por favor Hidan… no vuelvas a desviarte del buen camino, sé que puedes ser un buen chico.

-       No lo haré, he aprendido la lección – me dijo – espero que un día puedas perdonarme Dei, necesito que me perdones, no soporto saber el daño que te hice.

-       Te perdono Hidan, pero espero que esto te haya ayudado a darte cuenta de la mala vida que llevabas.

-       Sí – me dijo – por cierto, felicidades por tu cumpleaños.

-       Gracias.

El tiempo se nos agotó y nos fuimos de allí. Itachi estaba delante de mí y de vez en cuando me miraba. Sé que a él no le convencía mucho lo de venir a ver a Hidan, que lo hacía por mí, pero yo sabía que en el fondo no era un mal chico, sólo estaba perdido y desorientado, esperaba que estos años en prisión le hubieran servido para darse cuenta de todo el mal que había hecho y recapacitase para cambiar.

De Orochimaru era otro cantar, sé que le habían condenado a bastantes más años y no estaría teniendo una buena vida allí dentro, sobre todo teniendo en cuenta como trataban el resto de presos a los violadores. Ese cuando saliese… si es que salía alguna vez, no sería el mismo, ya le habrían dado su escarmiento allí dentro.

-       ¿Te encuentras bien? – me preguntó Itachi.

-       Sí – le dije – estoy mejor.

-       Me alegro. Quiero llevarte a un lugar – me dijo sonriendo.

-       ¿Enserio? ¿Dónde vamos? – le pregunté con mi curiosidad habitual.

-       Ya lo verás – me dijo sacando de su bolsillo trasero un pañuelo de seda y tapándome los ojos – sígueme – me dijo ayudándome a entrar en el coche.

No sé donde me llevaba, pero me dejé llevar donde él quisiera y es que yo en Itachi confiaba plenamente. Me ayudó a bajar del vehículo una vez llegamos a nuestro destino y me cogió de la mano para guiarme, porque seguía sin dejarme quitar el pañuelo de los ojos. Sé que estábamos en algún edificio, porque escuché el pitido del ascensor cuando llegó hasta nosotros y subimos a él.

Entramos en algún lugar, no sé muy bien dónde y entonces me hizo caminar hacia delante deteniéndome al fin para empezar a desanudar el lazo que sostenía el pañuelo en mis ojos, cuando el pañuelo desapareció y pude ver, estaba frente a una gran cristalera desde la que se podía ver la ciudad. Me quedé sorprendido y al girarme, me di cuenta de que estaba en una casa aunque faltaba amueblarla aún.

-       ¿Te gusta? – me preguntó.

-       Es preciosa.

-       Me alegro de que te guste, porque es nuestra – dijo – Feliz cumpleaños.

-       Pero… ¿Cómo? – le pregunté sorprendido.

-       Llevaba unos años trabajando en el despacho en esta casa, al final conseguí ahorrar algo para comprarla, la otra parte que me faltaba la puso mi padre. Me enamoré de esta casa al verla y quería darte la sorpresa precisamente hoy – me comentó sonriendo y no pude evitar lanzarme a besarle.

-       Te quiero – le dije de golpe.

-       Lo sé – me respondió – pero no soy feliz del todo Dei – dijo y me asusté – no seré feliz del todo hasta que digas que quieres vivir conmigo, porque quiero que te vengas aquí a vivir.

-       ¿Enserio? – le pregunté sonrojándome - ¿Vivir tú y yo solos? ¿Qué dirán nuestros padres?

-       A ellos les parece bien – me dijo – ya lo hablé con ellos hace unos días, ¿Qué me dices? ¿Quieres vivir conmigo?

-       Claro que sí – le dije sonriendo y lanzándome a sus brazos – claro que quiero vivir contigo pero… ¿No habría que amueblarla?

-       Está lo más importante – me dijo cogiéndome de la mano y llevándome hacia una de las puertas correderas, al abrirla, me encontré con la cama - ¿La estrenamos? – me preguntó juguetón.

-       Ya estás tardando – le dije empujándole y tirándole encima del colchón mientras me colocaba encima de él.

-       ¿Qué pasa Dei? ¿No tuviste suficiente anoche?

-       De ti nunca tengo suficiente – le dije besándole – además… hoy cumplo los dieciocho y eso quiere decir, que estás libre de problemas, ahora ya soy completamente tuyo.

-       Siempre fuiste mío Dei – me dijo acariciándome el cabello con dulzura.

Le besé con dulzura y es que Itachi tenía mucha labia, hablaba genial, siempre acababa convenciéndote y tenía una capacidad para animar a la gente impresionante, siempre sabía qué decir en todo momento, me encantaba esa facilidad suya de palabra. Bajé mis labios hacia su cuello y le escuché sonreír mientras su mano se colocaba en mi nuca acariciándome y es que él siempre era muy tierno, muy cariñoso, muy calmado, aunque también podía llegar a ser muy salvaje cuando quería y eso es lo que más me gustaba de él, siempre sabía cómo comportarse en cada momento.

-       Te quiero – me dijo susurrándome al oído y no pude contestarle, porque me dio la vuelta de golpe cogiendo mis labios entre los suyos en un beso más pasional.

Sus manos se colaron bajo mi camiseta y levanté los brazos para que pudiera quitármela. Sonreí al ver como Itachi también sonreía, no podía vivir sin él… eso lo sabía, él lo era todo para mí y sabía que estaba mal lo que hacíamos y que ocultábamos que éramos hermanos a todo el mundo pero nadie podía sentir el dolor que yo sentía si me separaban de él, ya no podía ver el mundo sin él.

Le ayudé yo también a quitarle la camiseta y acaricié sus pezones haciéndole gemir. La voz tan varonil de Itachi me excitaba, sentir que gemía y jadeaba por mí era lo que más me complacía, porque me quedaba claro, que era yo quien le daba el placer, era yo por quien sentía esto y eso en parte… me hacía sentir bien. Sus manos pasaron tras mi espalda arqueándomela un poco y me di cuenta, que notaba su miembro rozando con el mío aún sobre el pantalón. A mí me sobraba ya demasiada ropa entre nosotros.

Sentía cada movimiento de Itachi, cada roce entre nuestros miembros, cada beso en mi cuello, cada caricia que me daba y cerré los ojos disfrutando de él, de sus movimientos lentos y tortuosos, porque yo deseaba tenerle todo para mí. Sentí sus manos descender por mi cintura y quitarme el pantalón junto a la ropa interior y no pude evitar jadear cuando tocó mi miembro entre sus dedos. Él sonreía y yo esta vez… después de dos años estando con él, no me daba ni pizca de vergüenza gritar y gemir, porque me gustaba lo que hacía, me gustaba todo de Itachi.

-       Itachi… déjame hacerlo a mí – le pedí

-       ¿Te apetece? – me preguntó sonriendo.

-       Sí – le dije – por favor… déjame excitarte.

Itachi cambió esta vez de posición y me dejó subir encima para poder quitarle el pantalón y llegar a su miembro. Era tan perfecto como siempre y lo metí en mi boca sin previo aviso, sólo quería tenerlo dentro de mí. Lo chupé y lo metía cada vez más al fondo mientras escuchaba los gemidos de Itachi, sé que le gustaba y mientras seguía metiéndome su miembro en mi boca, empecé a acariciar también mi miembro dándome placer mientras Itachi me miraba y se excitaba más, porque sentía su miembro crecer aún más dentro de mi boca.

-       Si sigues haciendo eso, no sé cuánto aguantaré – me dijo sonriendo.

-       ¿No puedes aguantar? – le pregunté juguetón.

-       No – me dijo cogiéndome de la cintura y colocándome bajo él mientras yo sonreía – no puedo – me dijo metiendo su miembro con delicadeza dentro de mí.

-       Ya lo veo – le dije – hazme tuyo Itachi – le susurré de forma sugerente en su oído y entró más al fondo empezando a moverse.

-       Deja de provocarme – me dijo sonriendo – o me iré demasiado rápido.

Yo sonreí y es que me encantaba provocarle, era un juego para mí, pero cuando empezó a entrar más profundo y a coger velocidad… se me quitaron las ganas de seguir sonriendo, porque lo único que salía de mi boca… eran gemidos, jadeos, gritos y el nombre de Itachi diciéndole que siguiera.

Estuvo a punto de salir de mí cuando iba a correrse, pero yo no le dejé, enrollé mis piernas en su cintura y le obligué a que se quedase dentro. Él se sobresaltó un poco, veía en sus ojos la duda, pero yo lo necesitaba.

-       Déjame sentirte por una vez – le pedí – por favor… hazlo dentro.

-       ¿Estás seguro Dei? – me preguntó.

-       Sí por favor, quiero ser completamente tuyo.

Itachi acabó dentro de mí… después de dos años… por fin había conseguido lo que tanto tiempo llevaba esperando, sentir ese calor invadirme, sentir como su líquido entraba en mí inundándome por completo, lo deseaba y no le dejé salir hasta que no estuve seguro de que no saldría nada de mí y cuando salió… sentí como alguna gota salía tras él, pero Itachi con tacto, lo recogió con la punta de su miembro y lo volvió a meter intentando no desperdiciar ni una gota y yo sonreí.

-       ¿Querías eso Dei? – me sonreía – pues ya lo tienes todo dentro, soy tuyo Dei como tú eres mío.

-       Gracias Itachi – le dije – lo necesitaba.

-       Felicidades Dei… espero que te haya gustado tu regalo – me dijo sonriendo.

-       Es el mejor de todos – le sonreí.

 

Capítulo 53: Felicidad adolescente

Fugaku Uchiha POV

Iba siendo hora de que nuestros hijos se independizasen. Habían sido dos largos y duros años, Minato había estado destrozado con la pérdida de Kakashi, aún le afectaba, veía a ese niño y le recordaba a Kakashi, tenía sus rasgos, su carácter, puede que fuera el cabello rubio de Minato, pero era idéntico a Kakashi y dolía. Su pérdida fue una de las que más nos habían dolido, se sacrificó por su hijo, salvó al amor de mi vida y al suyo, salvó a ese niño a costa de su propia vida y eso no lo podríamos olvida jamás.

Sabía que era mi mujer quien había ordenado matar a Minato, no soportaba que quisiera el divorcio y no soportaba que eligiera a Minato o a esos gemelos, ella haría cualquier cosa por mi dinero, por la reputación y la fama, ni siquiera sabía de qué me sorprendía… Sasuke le pilló en la conversación que tenía cuando dijo de hacer cualquier cosa con tal de que Minato desapareciera, incluso amenazar a sus hijos, a mí mismo me habían confesado todo lo que había llegado a hacer para matar a Minato y a esos niños cuando se enteró que eran hijos míos, era una mujer sin escrúpulos, sólo nos había hecho daño a todos.

Deidara y Naruto también habían pasado por sus momentos, sobre todo Naruto cuando tuvo que enfrentarse en el juicio a Orochimaru, pero todos estuvimos allí con él y conseguimos que el fiscal le condenase a treinta años de cárcel por abuso a menores, no iba a ser una estancia agradable para ese criminal y por lo menos ahora… Naruto podía dormir tranquilo, hasta habíamos conseguido separarlo de su hermano, ahora dormía con Sasuke, algo era algo…

Todas las noches, ahora me dedicaba a ir a arropar a mis hijos, sé que eran mayores, que habían crecido y todo eso… pero había perdido dieciséis años de sus vidas, dieciséis años que yo no había tenido la oportunidad de estar con ellos, de conocerles, de verles crecer y ahora los tenía frente a mí y puede que el pequeño Kakashi no fuera mío, pero yo lo quería como si lo fuera. Aún así… seguía manteniendo la ilusión de que algún día… pudiera criar a mi propio hijo al lado de Minato, uno en común de nosotros dos, un chiquillo al que poder ver crecer desde el primer día, un Minato embarazado de mí al que cuidar.

Todos los fines de semana, acompañaba a Minato al cementerio a dejarle flores en la tumba de Kakashi, sé que lo necesitaba, era un gran hombre que protegió a los seres más queridos cuando estuvo en vida, los cuidó y los amó, también sé que a él le amaron todos ellos, Deidara seguía diciendo que su padre era Kakashi, era algo normal, me reconocía a mí también, pero para él siempre sería Kakashi y lo sabía, lo tenía asimilado, no quería tener nada que ver conmigo teniendo en cuenta de que Itachi era mío, intentaba salirse de la norma para que no le acribillasen con eso de que eran hermanos.

Ahora Itachi nos había contado también que quería irse a vivir con Deidara y a mí me parecía bien… quizá algo precipitado, sólo tenía los dieciocho años recién cumplidos, pero también entendía su posición, no podían seguir viviendo con nosotros, saliendo de sus habitaciones a escondidas y teniendo relaciones con tranquilidad sabiendo que eran hermanos que convivían bajo el mismo techo, era poco saludable para su mente, así que necesitaban su espacio y yo me fiaba de Itachi.

Me extrañó que Minato estuviera de acuerdo, pero creo que también confiaba mucho en Deidara, así que acabamos ayudándoles a arreglar el piso, bueno… le ayudamos a Itachi, porque quería darle una gran sorpresa a Deidara el día de su cumpleaños. Yo quería haberle comprado algo de la casa… no sé, comprarle la cocina o el baño o no sé… pero Itachi sólo pidió una cosa… la cama.

Minato me dijo que le acompañase a elegir la cama y acabó mirándome muy raro… reconocía que yo tenía bastante mal gusto, siempre decoraban la casa mis hijos y ahora menos mal que estaba Minato por aquí. Yo parecía un colegial auténtico, no paraba de verle y sonreír como un idiota, él era toda mi felicidad y sabía que él se sentía igual que yo. Minato ahora estaba cada vez más feliz, más sonriente, se esforzaba siempre mucho en ser el padre perfecto para ellos y es que para mí lo era, lo daba todo por sus hijos y por mí. A veces aún pensaba si yo era suficiente para él después de todo el daño que le había hecho.

Cuando volvimos a casa, le dimos de comer a Kakashi y lo acostamos. Fui yo quien le leí un cuento antes de dormir y me di cuenta cuando iba a mitad del libro, que Minato me miraba desde el marco de la puerta donde se había apoyado y sonreía. Cómo quería a ese chico, el amor de mi vida sin lugar a dudas.

-       ¿Hay un sitio para mí? – me dijo desde la puerta y sonreí aún sentado desde mi sillón.

-       Claro, ven aquí – le dije y se sentó encima de mí.

-       Te quiero – me dijo besándome con dulzura.

-       Y yo a ti Minato – le dije – Eres lo mejor que tengo.

-       Nunca creí volver a tenerte conmigo – me confesó Minato de golpe.

-       No volveré a dejarte Minato, te lo prometo. Eres el padre que siempre quise para mis hijos y estoy orgulloso de los hijos que me has dado, sé que nuestra felicidad comienza ahora. Estos dos años contigo he sido más feliz que toda mi vida con Mikoto, por favor… perdóname por todo el daño que te hice.

-       No Fugaku – me dijo susurrando para no despertar al niño y sonriéndome – perdóname tú a mí por todo lo que dije, por todo el daño que pude hacerte, por no haberte dicho lo de tus hijos.

-       Esta todo bien Minato, los protegiste, los salvaste de mi mujer y no sé si yo podré compensarte alguna vez todo lo que has sufrido por su culpa, no me di cuenta de lo que ella te estaba haciendo.

-       ¿Crees que ésta es nuestra oportunidad? – me preguntó.

-       Sí – le dije convencido – seremos felices.

-       Pero nuestras familias… - dijo entristecido – nadie nos habla.

-       Me da igual – le comenté sonriendo – tú eres mi familia Minato, no necesito nada más, tenemos a esos gemelos increíbles, tenemos a mis hijos y ahora al pequeño Kakashi, somos una familia, no les necesitamos.

-       ¿Te vienes a dormir conmigo? – me preguntó sonriendo y acepté encantado

Fui con él a nuestra habitación y ni siquiera me dio tiempo a nada, ya me estaba tirando encima de la cama y subiéndose él mientras me besaba. Como me excitaba Minato, su cuerpo me volvía loco, ¿Cuántas veces había soñado con él y ahora era todo mío? Aún recordaba los celos que tenía de Kakashi cuando era él quien compartía la cama con el amor de mi vida y también recordaba como sufrió Minato tras su muerte, como estuvo meses encerrado en sí mismo, ni siquiera me dejaba tocarle, se sentía demasiado mal, demasiado culpable, pero era un luchador, salió adelante por ese hijo y al final… empezó a hacer caso a las palabras de Kakashi, empezó a abrirse a mí de nuevo y a ser feliz. Me alegraba de que le hubiera hecho caso.

Le besé con pasión y es que lo deseaba tanto a Minato. Pensaba muchas veces en pedirle que se casase conmigo, pero Kakashi una vez dijo que él no era de los que se casaban y eso me bloqueaba un poco para pedírselo. ¿Aceptaría si se lo llegaba a proponer? No estaba seguro. También quería un hijo con él, pero tampoco sé si querría después de haber tenido a esos gemelos y a Kakashi.

Metí mis manos bajo su camisa quitándosela casi de inmediato para poder acariciar su cuerpo, era tan perfecto, ¿Cuántas chicas había tenido a sus pies? A casi todas ¿Y chicos? Muchos, era guapo, rubio, ojos azules, inteligente, lo tenía todo, siempre preocupado por su familia, siempre haciendo el bien, siempre ayudando a todos cuando podía. Me volvía loco todo de él, su actitud, su carácter, su físico…

Pasé mi pierna por encima de su cintura y lo empujé bajo mi cuerpo. Me quedé un segundo embobando mirando su rostro, era tan puro e inocente, era realmente hermoso, pero había algo que conmigo no conseguiría y era dominarme. Puede que su anterior relación él llegase a controlar cómo le gustaba, pero esta vez, no sería así, siempre había sido yo quien había dominado en el sexo y seguiría haciéndolo.

-       No cambiarás nunca – me dijo sonriendo con las mejillas sonrojadas.

-       Ya me conoces Minato, esto era lo que más te gustaba de mí.

-       Lo sé pero… ¿Qué te ocurre? Estás muy pensativo.

-       Pensaba… en lo guapo que estás cuando te crece esa barriguita – le dije – más sabiendo que nace un nuevo ser dentro y que sería mío – le comenté, él se tensó.

Me apartó de repente y me moví para dejarle levantarse de la cama. Dio algún paseo por la habitación y me preocupé, quizá no debía haberle sacado el tema, aún estaba muy reciente lo del pequeño Kakashi. Me levanté preocupado y lo abracé por la espalda enrollando mis brazos en su cintura.

-       Lo siento Minato, no debí decirte nada.

-       No es eso… - me dijo – es que… tengo miedo.

-       ¿De qué? – le pregunté.

-       Del dolor, ya he pasado dos veces por el parto, no sé si puedo otra vez.

-       Yo estaré contigo Minato, pero si no quieres no tenemos por qué pasar por esto otra vez, te apoyaré en todo, me has dado dos hijos maravillosos y es más de lo que podía haberte pedido.

-       Quiero tener uno contigo, de verdad – me dijo empezando a llorar – pero…

-       ¿No es el dolor, verdad? – le pregunté - ¿Qué es?

-       Siento como si le traicionase a Kakashi – me aclaró al fin.

-       No es así Minato, él siempre estará con nosotros, estamos juntos por él, ese niño nos recordará siempre a Kakashi, pero también me gustaría tener uno contigo, uno propio Minato ¿No te gustaría?

-       Claro que sí – me dijo – está bien – me comentó limpiándose las lágrimas, intentémoslo entonces.

-       ¿Estás seguro? No quiero que luego puedas arrepentirte.

-       No lo haré – me sonrió – te lo prometo, jamás me podría arrepentir de nada que venga de ti.

Le atraje hacia mí abrazándole y le dejé con dulzura de nuevo en la cama. Me tumbé a su lado y le acaricié el vientre tratando de calmarle mientras él me acariciaba el cabello. Amaba a Minato Namikaze, no sabía cómo agradecerle todo lo que me había dado… mi felicidad, la de mis hijos, me había hecho padre, los había cuidado y protegido, era sorprendente y por fin… podíamos estar juntos. Agarré su mano entre la mía, entrelazando mis dedos a los suyos y besándole con suavidad. Me encantaba cuando estaba en este plan romántico, porque siempre había visto al Minato fuerte y valiente, pero ahora ante mí, estaba el dulce e inocente.

Esperé hasta que estuvo mejor y cuando reaccionó dándome pequeños besos en los labios mientras sostenía mi rostro entre sus manos, supe que podía decirle algo más y es que lo necesitaba, quería sacarme esta espina que tenía dentro.

-       Cásate conmigo – le propuse y se quedó helado unos segundos.

-       ¿Qué? – preguntó dudando de si había escuchado bien.

-       Quiero casarme contigo y sé que tú no crees en eso del matrimonio pero… me haría ilusión y muy feliz que te casases conmigo.

Me besó con tal pasión en aquel momento que creo que era un sí, pero no estaba muy seguro de eso. Tenía miedo aún de que le hubiera sentado mal y quizá su reacción era esta antes de darme la mala noticia, pero no.

-       ¿Es un sí, verdad? – le pregunté.

-       Sí – me dijo sonriendo – si quiero casarme contigo.

 

Capítulo 54: Felicidad orgullosa

Sasuke Uchiha POV

Finalmente estábamos en la universidad y había conseguido traer a Naruto hasta aquí porque sus notas tuvieron que subir mucho para poder venir a mi misma universidad, pero lo conseguimos, después de pegarme días y días estudiando con él en su casa tratando de meterle toda la información en su cabeza, conseguí que levantase sus penosas notas y es que la única nota decente que tenía era gimnasia y como para haberlo suspendido el imbécil de Orochimaru… era el mejor atleta del colegio, no habría encajado si lo suspendía, todos sabían lo bueno que era.

La gran ventaja que habíamos tenido ahora, es que habíamos podido ir juntos a la misma habitación de la residencia de estudiantes, también pedimos y reclamamos estar juntos, además… íbamos a la misma clase, estudiábamos siempre juntos y no tuvieron mucho problema con nuestra petición, lo peor fue contarlo en casa, pero como Naruto no se atrevió, acabé haciéndolo yo y nuestros padres se comportaron bastante bien, no creí que se lo tomarían tan bien como lo hicieron, aunque nos obligaron como no… a estudiar.

Ese año fue el mejor de mi vida, básicamente porque vivía con Naruto y aunque era una residencia y al salir al pasillo nos cruzábamos con todos los demás estudiantes, para mí era suficiente con estar lejos de casa, aunque los fines de semana íbamos a verles y comíamos con ellos. Mi hermano y Deidara también venían a vernos esos días, así que toda la familia se reunía. Mis padres seguían como siempre, bueno… quizá más felices, porque ahora les veía felices de verdad, estar juntos le sentaba bien, habían dejado atrás sus discusiones, sus idas y venidas, el tener que pensar por la familia antes que en sus sentimientos, ahora todo fluía como una familia normal y eso me alegraba mucho por mi padre, porque después de Mikoto, le hacía falta recomponerse, le hacía falta esta felicidad que sólo Minato podía darle.

Mañana era mi cumpleaños y la Universidad no tardaría en finalizar, estábamos al final del semestre y había estado toda la semana encima de Naruto estudiando con él, pero estaba rarísimo, llevaba ya unos días muy raro y no sé qué le ocurría, era imposible entrar en él a preguntarle qué le ocurría, siempre me decía lo mismo… que estaba perfectamente y me evadía ¿Qué le ocurría ahora? Siempre que decía que estaba bien, yo no me creía nada y parecía que cada vez que intentaba ocultarme algo… yo me preocupaba el doble, porque conocía a Naruto y su aguante ante el sufrimiento, con tal de aparentar estar bien, era capaz de aguantar lo que fuera y yo quería que me contase las cosas.

Sabía que Orochimaru no podía ser, su juicio había sido hace mucho tiempo, tenía una condena larga y tortuosa, no creo que volviéramos a encontrarnos con él nunca más, no podía decir lo mismo de Hidan, aunque también le faltaba aún para salir, porque le habían caído dos condenas al final, la de violación a Deidara y la de tráfico de drogas por la situación en la que estaba metido con sus amigos y es que traficaba con ellos para ganarse la vida, así que tenía dos condenas a cumplir, al menos una estaba a punto de terminarla… no sé si la otra le rebajarían por buena conducta o no, sé que Deidara había ido a verle y habían hablado. Deidara me comentó que parecía haber cambiado pero yo no terminaba de fiarme, aunque todo era posible, la estancia en prisión no debía ser fácil y menos para alguien como Hidan, pero todo se vería con el tiempo.

De lo que sí estaba seguro, es de que mi hermano y Deidara estaban perfectamente, tenían su grupo de amigos, salían con ellos muchas veces a tomarse algo y parecían conejos en celo, desde que se habían ido a vivir juntos… no los pillaba ningún día sin estar en la cama revolcándose, eran tal para cual esos dos, disfrutaban el uno del otro al máximo y se lo merecían, se merecían ser felices, me alegraba por ellos.

Hoy en la universidad Naruto ni me dirigió la palabra y eso que se sentaba a mi lado. No le di mucha importancia porque creí… que estarían preparando alguna fiesta sorpresa o algo los amigos para celebrar mañana mi cumpleaños y no quería arruinarles la sorpresa. Permanecí en silencio y de vez en cuanto le miraba, pero él seguía apuntando en su libreta lo que iba dictando el profesor. No podía evitar sonreír al verle tan concentrado en la materia ¿Quién me diría a mí que este chico iba a resultar ser un buen estudiante al final? Cuando la clase acabó, es cuando me dispuse a hablar con él mientras recogíamos las cosas.

-       ¿Nos vamos juntos? – le pregunté y él me miró por primera vez en todo este rato.

-       No – me dijo – hoy iré a casa de los papás a dormir – me comentó.

-       ¿Y eso? – le pregunté sonriendo – es muy raro en ti. No es fin de semana.

-       Lo sé – me dijo – pero tengo algo importante que hablar con ellos.

-       ¿Enserio? – pregunté - ¿Y yo no puedo saberlo?

-       No – me dijo muy serio – no todavía.

Estaba claro que era algo para mi cumpleaños y no querían desvelarme la sorpresa, pero es que estaba tan raro Naruto que me preocupaba. Conociendo a Naruto… cuánto más raro se ponía, más me preocupaba a mí, pero no quería decírselo y quería esperar hasta que pasase mi cumpleaños por si era alguna sorpresa y yo se la arruinaba por mis especulaciones.

Llegué a nuestra habitación y aproveché para recoger un poco toda la casa y es que Naruto era un desastre para el orden, lo dejaba todo tirado por todos los lados y más ahora… que encima estábamos cerca a las vacaciones de verano y parecía que en vez de recoger para volver a casa mientras la universidad cerraba, lo había desperdigado aún más todo como si no quisiera irse. La verdad es que yo tampoco deseaba irme, no quería volver a vivir con nuestros padres bajo el mismo techo, me había acostumbrado a estar con él, pero no podíamos quedarnos aquí, la universidad cerraba y teníamos que pedir la residencia de nuevo para el año siguiente, quizá nos cambiarían hasta de habitación, así que al final… tuve que recogerlo yo todo o casi todo… porque no me dio mucho tiempo.

Aquella noche dormí solo, algo extraño, creí que Naruto vendría, que cambiaría de opinión y es que él odiaba dormir solo y más en casa de sus padres, ni siquiera estaba ya su hermano allí, de hecho su hermano debería estar a estas horas pasándoselo en grande con el mío. Esos dos sí que sabían montárselo bien, se habían independizado y hacían su vida como querían, pero claro, Itachi ya trabajaba, era bastante más mayor que nosotros y Naruto y yo… seguíamos estudiando.

Acabé levantándome a las cinco de la mañana porque no podía dormirme sin mi rubio, estaba también demasiado acostumbrado ahora a estar con él, así que preferí ponerme el pantalón de deporte y salir a hacer algo de ejercicio. Llegué hasta la casa de mi hermano y miré hacia la ventana comprobando que toda luz estaba apagada, seguirían durmiendo y no iba a molestarles. Tras dar mi vuelta volví a casa, me duché y decidí ir a casa de nuestros padres para ver si Naruto estaba allí y estaba, les vi por la ventana del salón, hablaban con él y parecía algo serio.

Abrí la puerta con mis llaves y Naruto me sonrió un poco al verme allí. Mis padres vinieron a saludarme también y me felicitaron, hoy era mi cumpleaños y se me había olvidado por un momento, sólo había pensado en Naruto y no caí en lo de mi cumpleaños, quizá les había arruinado la sorpresa y no lo sabía, pero no parecía que hubiera nada preparado en casa.

Me dejaron mis padres a solas con Naruto y éste se levantó para besarme mientras me felicitaba, pero también me comentó de ir a otro lugar y es que creo… que la fiesta era en otro sitio. Estuvimos todo el día con mis padres, pero yo seguía pensando que a Naruto le ocurría algo, ni siquiera me había dado mi regalo, quizá esperaba a la fiesta. Al anochecer es cuando salimos para ir al lugar donde se suponía… estaban todos esperándonos. Mis padres iban en uno de los coches de atrás y llegamos a la casa de mi hermano, no esperaba que la fiesta fuera allí, pero cuando abrieron la puerta, desde luego era allí, vi a los amigos de mi hermano y de Deidara, a los amigos de Naruto y míos, veía a Kushina con Obito y su hijo que ya había crecido bastante, estaba enorme y contaban con orgullo los dos como ya caminaba y hablaba por los codos, ahora no conseguían hacerlo callar, les había salido muy charlatán, tal y como era Kushina.

Desparecí entre los presentes, hablé con todos y todos iban felicitándome y dándome regalos, cuando llevaba ya casi hora y media y como varias cervezas bebidas con los amigos, me di cuenta de que hacía tiempo que no veía a Naruto y quizá me había centrado demasiado en las visitas para que se sintieran a gusto que en él, así que le busqué por la fiesta y fue Itachi que no se separaba ni un segundo de Deidara quien me dijo donde se encontraba.

Salí a la terraza lejos del bullicio de la fiesta y estaba allí mirando la luna. Estaba precioso, como siempre, su cabello rubio relucía con esa luz azulada y su cabello se movía suavemente con la brisa. Me vio llegar y sonrió cuando le coloqué mi chaqueta por encima.

-       ¿Por qué no vamos dentro? Aquí hace algo de frío – le comenté.

-       Sí – me dijo – pero espera un momento

-       ¿Qué ocurre? – le pregunté – ya sé que llevas unos días muy extraño ¿Es por la fiesta? – le pregunté.

-       No – me dijo – es por tu regalo – me comentó – lo lamento Sasuke.

-       Venga Naruto – le sonreí – si se te ha olvidado comprar algo no pasa nada, podemos ir otro día, además… tú eres mi mayor regalo, con que estés conmigo es suficiente para mí.

-       Es algo así Sasuke – me dijo sonriendo – no sé cómo te tomarás esto pero… - cogió mi mano y la llevó hacia su vientre – es tu regalo Sasuke – me aclaró y lo entendí.

-       ¿Qué? – pregunté sorprendido haciendo que se asustase un poco, pero luego sonreí y apoyé la cabeza en su vientre intentando escuchar algo.

-       Sa…Sasuke… - me llamó sonrojándose – aún es pronto para oír algo.

-       No me importa – le dije sonriendo – es el mejor regalo de todos Naruto, sé que puede sentirme, dios… Gracias Naruto – le besé y pude ver que seguía sonrojado – muchas gracias Naruto, te amo.

-       ¿Enserio no estás enfadado? – me preguntó

-       ¿Cómo voy a estar enfadado? Vas a hacerme padre Naruto, es lo mejor que podía esperar de ti, te amo, es el mejor regalo de todos.

-       Yo creía…

-       ¿Estabas raro sólo porque te preocupabas de cómo me lo tomaría? – le pregunté y él asintió – Eres perfecto Naruto, nunca te dejaría, te amo demasiado y este niño será nuestra mayor felicidad.

-       Tengo un poco de miedo – me dijo – aún no he acabado mis estudios y tú tampoco, no quiero que los abandones para tener que criar a este niño, no quiero abandonarlos.

-       No tengas miedo Naruto, me ocuparé de todo, buscaré un trabajo a medio tiempo, me sacaré la carrera, no permitiré que tú renuncies tampoco a tus estudios.

-       Pero será muy difícil.

-       Sí, lo será – le dije – pero no es imposible Naruto, tenemos una familia maravillosa, podemos hacerlo ¿Lo saben los demás?

-       Nuestros padres… - me dijo – quería tener su opinión primero y a ti te lo quería decir hoy, era tu cumpleaños.

-       Te amo Naruto – le dije besándole y entonces le cogí la mano para entrar dentro – vamos, voy a decírselo a todos.

-       Sas…Sasuke espera… - me dijo.

-       Vamos Naruto, no tengas miedo, se alegrarán todos

-       Está bien – me dijo al fin sonriendo.

Mi hermano fue uno de los primeros en alegrarse y lanzarse a abrazarme, pero yo no pude evitar mirar a Deidara que se camuflaba ahora entre la fiesta y se marchaba de allí, creo que a él le pasaba algo, quizá la noticia no le había sentado del todo bien. Dejé a Naruto hablando con los demás y fui a ver a Deidara que estaba llorando en el cuarto de baño. Abrí la puerta y entré para verle sentado en el suelo y me senté a su lado.

-       Ey ¿qué te ocurre? – le pregunté.

-       Nada Sasuke, no pasa nada – me dijo limpiándose las lágrimas con el papel higiénico.

-       Vamos, cuéntamelo Dei ¿Es por la noticia?

-       Sí – me dijo – me alegro mucho por vosotros, de verdad, pero…

-       ¿No me digas que tú no puedes…?

-       No – me dijo – sí que puedo tener hijos, de hecho… estoy embarazado pero no sé cómo decírselo a tu hermano. Él está ocupado en un proyecto importante y lo quieren mandar unos meses a otra ciudad… yo no quiero que renuncie a ese proyecto por mi culpa, no sé como decírselo.

-       Díselo Dei – le comenté – él se pondrá contento.

-       No quiero arruinarle sus planes, yo no quería quedarme, quería que él pudiera acabar ese proyecto antes de estabilizarnos.

-       Dei… mi hermano hará lo que tenga que hacer, siempre ha tomado buenas decisiones y no te dejará solo, cuéntaselo – le dije con una sonrisa – se pondrá feliz.

-       Sasuke… gracias – me dijo y le limpié una lágrima que aún resbalaba por su mejilla – y felicidades por el niño – me comentó forzando una sonrisa.

-       Ey… ¿Estáis bien? – me preguntó mi hermano desde la puerta.

-       Perfectamente – le dije – Deidara está sentimental y no quería que le vieran llorar por la noticia – le mentí,  pero esto tenía que contárselo Deidara cuando creyera oportuno.

 

Capítulo 55: Felicidad inocente

Itachi Uchiha POV

Si que estaba sentimental últimamente Deidara… hasta en la fiesta de cumpleaños de mi hermano pequeño se había puesto a llorar con la noticia de que Naruto estaba embarazado. A mí me preocupaba un poco, eran muy jóvenes para meterse en algo así, habría sido más sensato esperar, pero supongo que estos dos eran un par de locos que no querían esperar. Para mi gusto, eran jóvenes, deberían haber esperado al menos hasta haber finalizado sus estudios, pero bueno… ellos eran así, no se podía hacer nada.

Sasuke se marchó del cuarto de baño dejándome a solas con Deidara y me acuclillé a su lado sonriéndole mientras le ayudaba a secarse las lágrimas. De verdad que estaba muy sensible últimamente y no sabía por qué. Habíamos pasado una etapa extraña… en mi trabajo me habían pedido tantos proyectos que había tenido que quedarme más horas de las normales en el trabajo, yo esperaba que las horas extras me las pagasen bien y poder luego tener dinero para lo que nos hiciera falta, la verdad es que cobraba bastante bien, pero también echaba un poco de menos cuando trabajaba algo menos y estaba más tiempo con mi chico.

Deidara iba por las tardes a la universidad y yo trabajaba por las mañanas… algunas veces hasta por la tarde, al final sólo nos podíamos ver por las noches y echaba de menos esos momentos que teníamos antes, los fines de semana eran los que más me gustaban, cuando no me llamaban para trabajar, los pasaba enteros con él, siempre trataba de estar el máximo tiempo posible en casa, aunque últimamente no lo conseguía tanto como me gustaría.

-       Ey ¿Qué te pasa? – le pregunté sentándome con él y sonriéndole.

-       Nada, enserio – me dijo sonriendo – es que me ha afectado un poco la noticia, me he puesto muy feliz y mírame… parezco un llorón – me decía secándose las lágrimas – ufff, un sobrino – intentaba reírse.

-       Sí, un sobrino, no esperaba que mi hermano pequeño tuviera un niño antes que yo – le comenté y él se sorprendió.

-       ¿Querrías uno? – me preguntó sorprendido.

-       Sí, pero supongo que más adelante, no es el momento – le comenté con una sonrisa – no te preocupes por eso ahora Dei – le sonreí y extrañamente… se puso serio mientras miraba al suelo.

-       Si… tienes razón, mejor no preocuparnos de eso ahora – me dijo con cierta tristeza – volvamos a la fiesta, al fin y al cabo, es la fiesta de tu hermano, vayamos a disfrutar con él.

-       ¿Estás bien Dei? Te noto extraño.

-       Estoy bien, tranquilo – me dijo sonriendo y noté esa sonrisa falsa suya, algo le ocurría, pero no quería seguir indagando más, al menos no por ahora con toda la gente aquí, lo hablaría con él en privado.

Los invitados captaban mi atención enseguida, en cuanto me veían me llevaban con ellos y se ponían a hablar conmigo, la mayoría sobre mi trabajo o dudas que tenían pero yo no dejaba de buscar a Deidara con la mirada incluso cuando hablaba con ellos. Tras buscarlo durante bastante rato… lo encontré hablando con Pain, Sasori y Temari, los tres tratando de apoyarle en algo mientras él les explicaba cosas. Desde luego le pasaba algo que no me estaba contando a mí y era algo serio.

Busqué a mi hermano y lo localicé con una gran sonrisa y abrazando a Naruto, creo que no quería soltarle el vientre ni un momento, porque no dejaba de acariciarlo mientras hablaba con el resto de los invitados, seguía allí abrazándose desde la espalda de su rubio y con las manos firmemente en el vientre. Sí que le había hecho ilusión a Sasuke y me alegraba mucho por él. Yo aún no había tenido ninguna conversación con Deidara sobre niños, de hecho quería esperar a que él terminase los estudios y a que yo tuviera menos trabajo quizá.

En la empresa me habían propuesto irme a Nueva York a una de las empresas más pequeñas para ponerla en marcha, pero aunque lo había comentado con Deidara y estaba de acuerdo en mi marcha, yo no lo estaba tanto, no quería irme yo solo y dejarle aquí y tampoco quería llevármelo y separarle de su familia, era una decisión complicada. Cogí a mi hermano y lo aparté un poco del resto.

-       ¿Qué ocurre Itachi? – me preguntó.

-       ¿Te ha contado algo Deidara? – le pregunté.

-       No ¿Qué tendría que contarme?

-       No lo sé, está… como muy sensible últimamente a todo lo que le digo.

-       Tampoco estás mucho por casa, no sé Itachi, no he visto ningún problema entre vosotros.

-       Pero… en el baño estaba hablando contigo.

-       Sí, de que te querías ir a no sé dónde por temas de la empresa.

-       ¿Eso es lo que le preocupa?

-       Supongo – me comentó – no sé Itachi, ya te lo contará él si le pasa algo. Dale un poco de tiempo.

Al finalizar la fiesta, Deidara fue el primero en ponerse a recoger y sinceramente… no me apetecía ahora a las tantas de la madrugada ponerme a limpiar lo que habían ensuciado los invitados y menos aún que Deidara se pusiera a recoger ahora, creo que necesitaba descansar, mañana tenía clase y sus vacaciones estaban al caer, prefería que descansase.

-       Dei… ve a dormir anda – le comenté.

-       Estoy bien, puedo recoger algo ahora.

-       Dei – le dije elevándole la barbilla para que me mirase – hazme caso, recogeremos mañana.

-       Vale – me dijo y seguía viéndole algo triste.

-       Vamos a la cama – le comenté acariciándole el cabello y dándole un beso suave.

Una vez en la cama, quise darle las buenas noches, pero se había girado hacia el otro lado dándome la espalda. Desde luego le ocurría algo y era algo conmigo, de eso estaba seguro. Me giré hacia él abrazándole como solía hacer todas las noches y cuando le agarré, sentí su lloro, estaba llorando y aunque trataba de camuflarlo, podía escucharle. Le giré un poco hacia mí para ver aquellos preciosos ojos encharcados y entonces me cansé de esta situación.

-       ¿Qué te ocurre? – le pregunté – y por favor no me digas que nada, hablemos con la verdad por delante Dei, tú siempre me has contado todo.

-       Yo… lo siento – me dijo – no quiero ser un obstáculo para ti y tu trabajo.

-       ¿Cómo que un obstáculo? Tú jamás has sido un obstáculo Dei, te amo, quiero estar contigo. Lo de Nueva York no hace falta que sea yo quien vaya, ya te lo comenté.

-       Pero es una buena oportunidad.

-       Sí, pero yo no quiero alejarme de ti y tampoco puedo obligarte a que te distancies de tu familia mientras dure mi contrato allí.

-       ¿De verdad no quieres niños? – me preguntó

-       ¿Es por lo del embarazo de tu hermano? Dei no te preocupes, ya nos llegará el momento, no te agobies.

Le vi llorar aún más y me di cuenta de lo que ocurría, le había dicho antes en la fiesta que no era el momento de tener niños, se había puesto sensible con el tema del embarazo y llevaba días extraño, verle llorar en el baño y que mi hermano me dijera encima de que tenía que ser Dei quien me contase esto… me hacía suponer cosas raras.

-       Dei… ¿Estás embarazado? – le pregunté de golpe y lloró aún con más intensidad – ven aquí – le dije abrazándole antes de darle un beso tierno en la mejilla – está bien, está todo bien.

-       No, no lo está, no quiero que tengas que marcharte a Nueva York, quiero que estés con tu hijo, pero no quiero tampoco meterme en tu trabajo.

-       Dios Deidara… - le sonreí – no hay ningún problema – le comenté con la mayor de las sonrisas que pude sacarle – te quiero y quiero ese niño, me hace feliz tenerlo.

-       ¿De verdad?

-       Claro que sí Dei, tú eres lo que siempre he querido en mi vida ¿qué es lo que te preocupa?

-       Somos hermanos Itachi… ¿Y si sale mal? ¿Y si no es un niño como los demás? ¿Y si es mi culpa?

-       Deidara… todo estará bien, ya lo verás, ni siquiera somos hermanos como tal, sólo tenemos la mitad de la sangre igual. Todo va a estar bien, yo estaré siempre aquí contigo y de lo de mi trabajo no te preocupes por nada, puedo mandar a otra persona a Nueva York para que haga el trabajo y pediré quedarme aquí, ganaré un poco menos de dinero pero tendremos suficiente para vivir, no pasa nada – le sonreí tratando de calmarle y es que… no podía dejar de pensar que yo seguía teniendo cinco años más que él.

Estaba claro que yo tenía mi vida casi arreglada, él aún estaba estudiando, ahora embarazado y asustado por todo esto, entrábamos en una nueva etapa de nuestra vida. Sé que no era el momento para haber pensado en niños, sabía perfectamente que Deidara lo sabía, por eso estaba tan asustado de decírmelo y se lo había confesado a mi hermano buscando ánimo y apoyo para poder decirme esto. Deidara aún podía tener un brillante futuro aunque sólo esperaba que este niño no le obstaculizase a él demasiado, porque era muy inteligente, podía llegar donde quisiera. Yo era el que estaba preocupado por él, claro que quería un hijo, estaba feliz de convertirme en padre, estaba feliz de formar mi familia con Deidara… pero no dejaba de preocuparme que era joven aún para tener niños, no había disfrutado aún su vida, ni su adolescencia pero él ya se comportaba como un adulto, preocupándose por mí, por mi trabajo, por nuestra relación, él hace mucho que dejó de ser un adolescente.

-       Ven aquí conmigo – le dije acurrucándole la cabeza en mi pecho – te amo Deidara y de aquí en adelante… sólo hay una cosa que puedo ver y es nuestra felicidad, comenzamos ahora Dei y ese niño va a ser muy feliz en esta familia, pero no voy a permitir que dejes tus estudios ¿Me has oído? – le pregunté y él intentó sonreír.

-       Sí – me dijo.

-       Vale.

-       Estoy orgulloso de ti Deidara, no podría ver mi vida con nadie más que no fueras tú y te agradezco esto Dei, te agradezco que me conviertas en padre, porque lo había deseado desde hace mucho tiempo.

-       Creía que no querrías niños ahora.

-       Me preocupaban tus estudios Deidara, pero si me prometes que acabarás la carrera… me quedaré más tranquilo.

-       Te lo prometo

Aquella noche dormimos juntos, le besé hasta que se quedó dormido y acaricié su vientre porque no quise apartarme de mi futuro hijo, me hacía tanta ilusión saberlo que acabé llamando a Sasuke por teléfono para contárselo y luego llamé también a nuestros padres y sé que les había despertado a todos pero me dio igual, todos se alegraron de la noticia y cuando me desperté a la mañana siguiente, mi mano seguía en su vientre, Deidara seguía profundamente dormido con su mano encima de la mía como si cuidase de ese niño y parecía haberse relajado por completo al haberme contado esto, al haberse liberado de ese gran secreto que había estado guardando durante tanto tiempo.

-       ¿No vas a ir a trabajar? – me preguntó Deidara aún con los ojos cerrados.

-       No Dei – le sonreí – hoy me quedo aquí con vosotros – le dije incluyendo ya a ese niño – hoy soy todo tuyo Dei.

-       Te amo, Itachi – me dijo sonriendo.

-       Y yo a ti pequeño – le dije – y yo a ti – le repetí besándole.

 

Capítulo 56: Aumento

Naruto Namikaze POV

Hoy me había despertado sin ganas de hacer nada, estaba muy cansado, estaba agotado y es que llevaba casi nueve meses sintiendo a este niño moverse en mi interior, sentía sus patadas, sentía sus ganas por salir y conocer a su padre, pocas veces se relajaba, esperaba que no saliera tan hiperactivo como lo era yo hace años. Últimamente pensaba varias cosas… una de ellas era que quería que se pareciera a Sasuke y la otra cosa que cada vez pensaba más y más a medida que se acercaba el día en que este niño saliera al mundo, era en el dolor que debía de sufrir para traer a este niño.

Me asustaba la idea, había ido con Sasuke a clases de preparación y él siempre estaba conmigo en todo, se preocupaba mucho por ambos, sé que amaba ya a este niño aunque no hubiera nacido. Sasuke había llevado un año agotador, se había puesto a trabajar en uno de los laboratorios de un centro marítimo cercano para poder convalidar las prácticas y ganar algo de dinero para nosotros. Sé que a Sasuke le preocupaba darnos una buena vida, quería que no nos faltase de nada pero eso le estresaba también, aún era un adolescente y estaba haciendo la carrera por las mañanas y trabajando como el que más por las tardes. Yo había hablado con nuestros padres y sé que ellos nos apoyarían económicamente, pero supongo que Sasuke quería en cierta forma, hacerse responsable de este niño sin necesidad de que le ayudasen.

A mí una de las cosas que más felicidad me hacía, era que mi hijo iba a nacer prácticamente al tiempo que el de Deidara… el de él sería unos días mayor porque se había quedado antes. Quería hablar con mi hermano y es que a mí me aterraba el parto, Sasuke parecía tranquilo y yo intentaba aparentar seguridad para no asustarle, pero me asustaba bastante. Era la primera vez que iba a pasar por esto, me daba miedo el dolor.

El teléfono sonó en aquel momento y escuché el quejido de Sasuke, ayer había llegado muy tarde de trabajar y al no tener clase hoy, supongo que esperaba dormir un poco más de lo normal. Cogió el teléfono de mala gana y contestó aún bostezando. Me giré a mirarle, seguía igual de guapo que siempre, despertarme a su lado todos los días era increíble y este año al estar esperando al nuevo miembro de la familia, nuestros padres nos habían comprado un piso cerca de la universidad para que tuviéramos más intimidad que en la residencia.

-       Es tu hermano – me dijo de golpe Sasuke y me quedé atónito – levántate Naruto, hay que ir al hospital, está de parto.

-       ¿Enserio? – le pregunté y sonreí – entonces vamos – le dije levantándome tan rápido como este niño me dejó y caminando hacia el armario para vestirme.

-       Que hiperactividad ya por la mañana – me dijo Sasuke sonriendo – y yo que creí que hoy podría dormir – me dijo.

-       Vamos Sasuke… no me seas gruñón – le comenté y él sonrió incorporándose y cogiéndome de la mano para lanzarme a la cama con él mientras me abrazaba con dulzura.

-       Ven aquí y verás lo gruñón que puedo llegar a ser.

Sasuke me besó y casi parecía desesperado por la forma en que me metió la lengua, pero me encantaba cuando se ponía de esta forma. Vivir con él era la mejor decisión que había tomado en mi vida, aunque seguía un poco preocupado de lo mucho que trabajaba, sus notas habían bajado un poco por el escaso tiempo que tenía para estudiar, encima cuando lo tenía… debía ayudarme a mí.

-       ¿Salían ahora hacia el hospital? – le pregunté

-       No, ya estaban allí, Deidara acaba de entrar hace un rato a la sala de parto – me comentó – pero como entró de madrugada no quisieron molestarnos hasta ahora.

-       Entonces vayamos… ¿A qué esperamos? – le pregunté

-       Esperamos a que me despeje un poco – me comentó sonriendo – necesito abrir los ojos para conducir.

Hoy me dolía un poco todo el cuerpo, estaba agotado pero no quise preocupar a Sasuke, esto era algo normal para mí, en los últimos meses había estado estresado, con hormonas revolucionadas y cansado, estaba demasiado cansado para todo y el pobre Sasuke había tenido que salir un par de veces de casa después de venir del trabajo sólo para buscarme algún antojo que me apetecía. La verdad es que me daba un poco de lástima el pobre, estaba muy pendiente de mí.

Fuimos al hospital y yo no podía esperar más tiempo por ver a mi hermano, pero no me quedó más remedio que esperar, porque aún estaba en la sala de parto cuando llegamos. Acabé hablando con nuestros padres que también estaban allí esperando noticias y no podía dejar de mirar hacia la puerta. Pasó por lo menos más de media hora hasta que salieron los médicos y por fin… una cara conocida, Itachi que venía a comentarnos con cara de felicidad que todo estaba perfecto, era una niña. Sonreí finalmente aliviado por una parte y luego pregunté por mi hermano, a lo que Itachi dijo que lo sacarían en un rato, estaba bien pero muy cansado, así que lo dejarían un rato más antes de sacarlo a la habitación.

Estuvimos viendo a la niña hasta que finalmente sacaron a Deidara a la habitación y no pude evitar entrar corriendo y preguntarle todas mis dudas y eran muchas. Tenía mucho miedo, me faltaba demasiado poco ya para salir de cuentas y necesitaba saber que todo estaba bien. Deidara lejos de calmarme, me dijo que dolía horrores pero al menos… también me dijo que una vez cogías al pequeño en brazos, todo el sufrimiento se olvidaba, todo daba igual, sólo importaba ese niño y se te iluminaba el rostro al verlo, así que me quedé con eso y le sonreí.

Como mi hermano necesitaba descansar y veía que Sasuke de un momento a otro también se caería redondo al suelo por el sueño atrasado, decidimos marcharnos a casa a descansar y dejar a Deidara que descansara también. La niña era una preciosidad y se alimentaba que daba gusto, pero una de las cosas en las que yo más me fijé, fue en la cara de Itachi, porque estaba radiante, se le notaba la felicidad a distancia, amaba a esa pequeña y por un momento, yo imaginé a Sasuke con esa misma felicidad cuando nuestro bebé también saliera.

Sasuke no tardó ni dos segundos en tumbarse en la cama resoplando y tratando de dormirse. Le miré y sonreí antes de acostarme a su lado y cogerle el brazo pasándolo por encima de mí y es que me encantaba cuando dormía abrazado a mí, me gustaba cuando me sentía tan protegido acurrucado en su pecho, me gustaba cuando su mano descansaba sobre mi vientre cuidando y protegiendo a este niño.

-       ¿La cucharita? – me preguntó sonriendo haciendo referencia a nuestra pose de dormir.

-       Sí – le dije con una sonrisa.

-       Ven aquí – me dijo cogiéndome bien y descansando su mano en mi vientre – venid aquí los dos – rectificó sonriendo con los ojos ya cerrados.

Dormí apenas media hora cuando yo empecé a tener fuertes dolores y aunque fui varias veces al baño y volvía a la cama buscando una posición cómoda para que el niño se calmase, no había forma. Sasuke casi podía estar roncando, por suerte no lo hacía pero estaba profundamente dormido y me sabía mal despertarle por esto, al menos… hasta que sentí como humedecía hasta las sábanas de la cama.

-       Sas…Sasuke – le llamé

-       ¿La cucharita otra vez, Naru? – preguntó casi en sueños, estaba más dormido que despierto.

-       No – le dije – creo que tienes que llevarme al hospital – le comenté y se levantó de golpe asustado.

-       No me fastidies – dijo sin poder creérselo pero al ver las sábanas mojadas, se levantó corriendo y me cogió en brazos corriendo hacia el salón.

Cogió las llaves del coche en su precipitada carrera y bajamos al garaje a coger el coche. Me di cuenta entonces, justo cuando me dejaba en el asiento de atrás, de que ni siquiera se había quitado el pijama para ponerse ropa normal, se había calzado las zapatillas por lo menos, pero ahí iba mi chico… con pijama y esas pintas de dormido llevándome al hospital porque creo… que me estaba volviendo loco, mi hijo tenía que nacer en unos días, aún no podía pasarme esto.

Llegamos al hospital y creo que Sasuke estaba más nervioso que yo… porque yo sentía dolor, pero nervios ya no tanto, sólo quería ver a mi hijo, tenía ganas de verle por fin después de todos estos meses, quería tenerlo entre mis brazos y decirle a Sasuke que era nuestro, ver la misma cara que vi en Itachi esa tarde reflejada en Sasuke, sólo quería eso.

Los médicos trajeron una camilla y me subieron a ella con cuidado llevándome a una de las habitaciones y vino uno de los médicos que estaría en el parto para revisar que tal iban las cosas… teniendo en cuenta el número de contracciones que estaba teniendo, no tuvieron más remedio que preparar la sala de partos, porque iba en camino a ella a gran velocidad, este niño tenía ganas de salir al mundo.

-       Podéis avisar a mi hermano, está en la 202 – les dije a los enfermeros y ellos sonrieron diciendo que le avisarían.

Al final… un día era la diferencia que esos niños iban a tener, un maldito día era su gran diferencia. En parte me alegré, eran de la misma fecha, irían juntos a todos los lados y esa era una de las grandes ilusiones que tenía en mi vida, porque yo adoraba a mi hermano, no podía desear algo mejor para estos niños.

Los médicos le preguntaron a Sasuke si quería entrar a la sala conmigo y él dudó un momento, pero al final, después de que Itachi que estaba durmiendo en la habitación de Deidara llegase ya informado de todo lo que nos pasaba y le dijera que entrase, accedió. Sé que podía dar un poco de miedo entrar ahí, a mí me lo daba, así que imaginaba al pobre Sasuke todo nervioso intentando salvar su mano de mi agarre.

-       Sasuke – le llamé y traté de calmarle, porque él estaba más nervioso que yo

-       ¿Qué ocurre Naru? ¿Te duele mucho?

-       Quiero… que si es niño juegue al Lacrosse – le dije y él empezó a reír un poco menos tenso.

-       Vale, como quieras – me dijo.

-       Quiero que le enseñes a jugar al Lacrosse ¿Lo prometes?

-       ¿Por qué no le enseñas tú Naru? Casi eres mejor que yo

-       ¿Casi? – le pregunté medio enfadado, porque yo era mejor que él.

-       Sí – me dijo burlándose de mí para luego besarme – vamos Naru, todo estará bien, estoy aquí contigo.

Tras los chillidos que pegué por el dolor en el parto, empecé a pensar que quizá era mejor haber dejado a Sasuke fuera, porque estaba tenso, no soltaba mi mano y trataba de animarme, pero yo no podía dejar de pensar en una cosa… ¡era su maldita culpa! Él me había metido todo su ser dentro y ahora estaba aquí sufriendo, no sabía si maldecirle o adorarle en este momento pero cuando el niño salió y me lo dejaron coger, creo que lo adoraba, porque sonreí como un idiota mientras Sasuke reía y me besaba la mejilla mientras acariciaba mi cabello sin dejar de mirar a ese niño.

-       Un niño – me dijo Sasuke.

-       Sí y espero que salga tan guapo como tú.

-       No Naru – me dijo – que saque la belleza de ti, prefiero que saque mi cerebro.

-       Imbécil – le dije sonriendo y él sonrió también y es que… como le gustaba a este chico meterse conmigo y como le amaba…

 

Capítulo 57: Inocencia

Deidara Namikaze POV

Hoy me había despertado para ir a la universidad, tenía una entrega importante de premios y es que… mis notas eran perfectas, me habían otorgado uno de los premios más reconocidos a mi esfuerzo y tenía que dar un discurso para motivar a otros jóvenes. A mí el discurso más o menos me daba igual, después de todo este tiempo me había acostumbrado a darlos y no me ponía para nada nervioso de hablar en público, de hecho, estudiaba derecho y todos mis exámenes eran orales ante tribunales, siempre venía gente a vernos y supongo que lo hacían por este mismo motivo, para evitarnos los nervios después.

Itachi prometió venir a verme, igual que mis padres y estaba muy contento, pero sí tenía algo de nervios en algo… precisamente en tener que dar el discurso cuando ya había salido de cuentas y es que Itachi estos días no dormía nada bien. Antes se quejaba de que le robaba el sitio de la cama, pero es que con mi barriga no podía moverme a gusto y acababa ocupando parte de su sitio, así que dormía bastante incómodo e incluso alguna vez, acabó marchándose a la habitación de invitados para poder dormir y yo tenía que ir por las mañanas cuando descubría que no estaba a mi lado, a disculparme y siempre eran unas buenas disculpas, porque él me besaba con dulzura y luego besaba mi vientre dando los buenos días a nuestro niño.

Sé que no le importaba irse a otro cuarto a dormir, ni que le destapase cuando dormía conmigo o que le tapase demasiado, porque mis cambios eran brutales y ya cuando le pedía ir a por cosas… el pobre siempre me hacía caso, salía de trabajar y prácticamente ya me llamaba por teléfono por si tenía que ir a buscarme algo que me apeteciera, era un encanto y yo no se lo ponía fácil, para colmo… tenía mis cambios de humor, estaba demasiado sensible, demasiado irritable, demasiado gordo…

Itachi siempre me besaba y me calmaba, me decía lo guapo que estaba y cuánto me quería, pero yo siempre pensaba que tenía esta barriga por su culpa, él había lanzado todo su ser dentro de mí y ahora… yo llevaba estas super hormonas revotadas con todo el mundo. Sé que a veces me ponía muy raro con todo esto y que incluso llegaba a pensar que Itachi no podía verme atractivo así de gordo, pensaba que incluso si pasaba otro chico más guapo él podría fijarse en otra persona y me dejaría, pero siempre acababa besándome a mí, siempre acababa repitiéndome cuánto le gustaba ver esa barriga y saber que ese niño era suyo, saber que crecía porque yo había sido suyo y eso me alegraba el día.

Hoy extrañamente… me había despertado con Itachi a mi lado… bueno… en la otra esquina de la cama donde yo le había recluido esta noche. Sonreí al verle, el pobre era un bendito, no se quejaba ni decía nada, pero sé que no lo estaba pasando nada bien, necesitaba descansar de tanto cuidarme, de estar tan pendiente de mí siempre y encima ahora tras salir de cuentas, vivía preocupado por si tenía que salir disparado a llevarme al hospital.

A parte de mis malas hormonas que me hacían tener estos cambios de humor… había otras que no podía controlarlas, estaba muy excitado casi todo el tiempo, sólo pensaba en sexo y en Itachi, pero él se negaba, no quería hacerlo ahora por si podía pasarle algo a ese niño ¿Qué le iba a pasar? El médico dijo vida normal y esto no era vida normal para mí, yo quería que Itachi entrase en mí y me quitase estas malditas ganas, pero nada, durante todo el embarazo no había tenido problemas de follarme hasta ahora, justo a dos meses del parto y dos meses sin sexo con él, era demasiado para mí.

-       Ita – le llamé seductoramente besándole el cuello y él se despertó de golpe.

-       ¿Hospital? – preguntó de golpe levantando la cabeza medio dormido.

-       No tonto – le dije sonriendo – hazme el amor – le pedí.

-       Oh Dei… son las… - miró el reloj – joder las nuevo y aún estamos en la cama – dijo alarmado - ¿No tenías que dar ese discurso?

-       Sí, a las once – le dije – me da tiempo a practicar sexo contigo y dejarte seco.

-       Dei… ya sabes que no puede ser, además tenemos que arreglarnos y llegar aún a la facultad y ya sabes como se pone el tráfico a estas horas.

-       Aguafiestas – le dije poniendo pucheros – sólo quería sexo.

-       Dei enserio… te prometo que cuando nazca nuestro hijo, no vas a salir de la cama en toda una semana – me dijo sonriendo seductoramente y yo sonreí.

-       Que sea un mes – le rebatí y él empezó a reírse aún más.

-       Vale – me dijo – ve primero a la ducha – me comentó – y por favor… ya sé que te encanta el agua caliente pero guardame hoy un poco para mí – me comentó y sonreí.

-       Entonces dúchate conmigo.

-       No puedo ducharme contigo, no paras de tentarme para que te folle.

-       Y seguiré haciéndolo, vamos Ita – le pedí poniendo pucheros.

-       Sabes que te amo con locura Dei y que te follaría encantado y te arrastraría por todo el piso si pudiera, pero tendrás que esperar un poco más.

-       Quiero que nazca de una vez, quiero sexo – le grité y él empezó a reírse.

-       Ve a la ducha.

Me fui a la ducha medio enfadado y es que me moría por tener sexo, a veces maldecía esta barriga, porque Itachi se negaba a follarme pero otras veces cuando la miraba, no podía evitar sonreír, era mi niño, sangre de Itachi, era nuestro. Hubo un momento en el que me preocupó la salud del niño y es que éramos medio hermanos, pero según el médico todas las pruebas habían salido perfectas, venía sano en principio y ahora lo único que me quedaba, eran los nervios del parto y el dolor, pero quería pasarlo cuanto antes para poder estar con Itachi.

Me estaba duchando cuando sentí las manos de Itachi agarrarse en mi cintura y sus labios besar mi cuello mientras el agua caliente nos caía por encima y por dios cómo me excité, si ya antes estaba demasiado excitado, ahora no podía más, le necesitaba demasiado y él lo sabía. Acariciaba con lentitud mi vientre y entonces acercó su boca a mi oído para susurrarme.

-       Espero que no te importe, pero voy a follarme a tu padre – le decía al niño y yo sonreí mientras él también lo hacía.

-       Hazlo – le dije – por favor.

-       Lo haré muy despacio Dei, no quiero haceros daño a ninguno de los dos.

-       Hazlo como quieras pero hazlo, por favor – le dije completamente sonrojado y excitado.

-       Apóyate aquí – dijo colocándome de espaldas a él y apoyándome contra unos apoyos metálicos de la ducha que habíamos puesto hace tiempo para poder agarrarnos sin resbalar – Dios Dei… que excitado vas – me dijo sonriendo mientras cogía mi miembro.

-       Demasiado – le dije entre susurros mientras me tocaba.

Sentí como Itachi con mucho cuidado empezaba a meter los dedos en mí y lo deseé aún más, eran dos malditos meses sin él y me daba igual si quería hacerlo con cuidado o a lo salvaje, quería sexo, ni más ni menos. Me preparó bien aunque no necesité mucho tiempo de cómo ya estaba, así que entró en mí con el máximo cuidado posible y ni siquiera llegó al fondo, sé que seguía sintiendo algo de miedo por si le hacía daño a nuestro bebé, pero al menos, era sexo y a mí me quitaba un poco esta maldita excitación que llevaba. Creo que jamás había jadeado tanto como lo hacía ahora que estaba embarazado y es que todos mis sentidos estaban demasiado sensibles. Le escuché también a él jadear y cuando acabó, salió muy despacio de mí mientras apartaba su mano ahora llena de mi semen de mi miembro.

-       ¿Estás mejor? – me preguntó.

-       Sí – le dije jadeando – gracias

-       Venga, arreglémonos y marchémonos, no puedes llegar tarde hoy – me comentó y es que había veces que llegaba tarde a la universidad, pero por el sexo.

Llegué a la facultad y estuve más de una hora allí sentado escuchando a los mejores estudiantes, escuchando a profesores proponiendo sus brillantes ideas y finalmente, me tocó a mí salir ahí arriba para enorgullecer a nuestra universidad y antes de subir, agarré con fuerza la mano de Itachi que me daba ánimos y mis padres que se habían sentado a mi lado, también me animaron.

Quizá me faltaba Naruto pero él siempre estaba muy ocupado, o más bien Sasuke era el ocupado, porque trabajaba mucho y cuando no trabajaba, necesitaba descansar o cuidar de mi hermano que también estaba embarazado. Por una o por otra… al final no pudieron asistir pero no pasaba nada, sé que él me apoyaba y se alegraba.

Subí al escenario y saqué mi hoja con todo el discurso ya escrito. Me acerqué el micrófono colocándolo a mi altura y lo probé viendo que se escuchaba perfectamente. Empecé con el discurso y a los diez minutos, me di cuenta de que algo no iba nada bien, me dolía demasiado el vientre y sentía como me mojaba. Me quedé en blanco unos segundos, todos los aquí presentes sabían que estaba embarazado y todos o prácticamente todos conocían a Itachi, porque más de la mayoría se lo querían follar, pero era mío.

-       Itachi – le llamé por el micrófono y todos se extrañaron – puedes subir a por mí – le pregunté y la gente seguía mirándome con extrañeza y buscaban a Itachi – creo que estoy de parto – le dije y le vi levantarse al fondo junto a mis padres que ya venían los tres corriendo hacia mí.

-       ¿Estás bien? – me preguntó al llegar hasta mí

-       Sí – le dije – pero creo que tienes que llevarme al hospital.

-       Vale, no hay problema, nos vamos ahora mismo para allí.

Itachi me cogió en brazos y me sacó del salón de actos mientras todos nos miraban. Me metió en el coche y Minato subió detrás conmigo tratando de calmarme, sé que él había pasado dos veces por esto, así que confiaba en él y hacía caso a todo lo que me decía. Fugaku iba insistiéndole a Itachi de que fuera más rápido mientras Itachi trataba de calmarlo diciéndole que prefería conducir seguro y a mí me ponían de mala leche ambos, hasta que tanto Minato como yo les gritamos que se callasen y lo hicieron.

Me tuvieron en la habitación del hospital hasta bien entrada la tarde y finalmente, ya por la noche es cuando vino el médico a decirnos que estaba dilatando a un buen ritmo y podía entrar a la sala de parto. Itachi había tratado de llamar a mi hermano pero no cogía el teléfono, ni el mío ni el suyo.

Itachi al final apagó el teléfono y entró conmigo en la sala de partos diciéndoles a mis padres que haber si conseguían ellos contactar con mi hermano, pero nada, no lo consiguieron y a partir de las once dejaron de intentarlo sabiendo que Sasuke llegaría cansado y querría descansar, ya por la mañana lo volverían a intentar. Tuve a la niña a las ocho de la mañana y me dejaron descansar un rato, pero yo miraba la cara de felicidad de Itachi antes de que le dijeran que saliera fuera.

Creo que al salir es cuando consiguió contactar con su hermano y dijeron que venían en camino. Yo no dejé de pensar mientras estuve allí, en que Naruto no tardaría tampoco en dar a luz. Sería estupendo que nuestros hijos tuvieran los cumpleaños tan cercanos y sonreía al pensar en ello. Cuando llegué a la habitación, mi hermano ya estaba allí igual que Sasuke e Itachi, toda la familia se había reunido en torno al nuevo miembro de la familia y no pude dejar de sonreír ni un solo minuto desde que cogí a mi pequeña en brazos. Miré a Itachi y supe… que él lo era todo para mí, ambos lo eran, éramos una familia y estaba orgulloso de ellos.

A la niña al final… le pusimos Asuka, porque ya íbamos a entrar en primavera y nos gustó la idea.

Capítulo 58: Ceremonias

Minato Namikaze POV

¡Me casaba! Hoy me casaba y cuando abrí los ojos viendo a Fugaku allí dormido a mi lado, supe que él era el hombre con quien yo quería pasar el resto de mi vida. Estos últimos meses había estado dándole vueltas en sí hacía lo correcto o no, más que nada por Kakashi, aún lo tenía en mente, diecisiete años le había querido, sé que no se merecía tener a alguien como yo, él se merecía algo mejor de lo que yo era, pero él siempre me quiso y yo aprendí a amarle después de la traición de Fugaku. Me dolía pensar en esto, era como si volviera a traicionarle y aunque sabía que él había dicho que fuera feliz con Fugaku, no podía dejar de pensar en esto y cuando miraba al pequeño Kakashi me daba cuenta de que yo lo había intentado, había decidido y elegido vivir con Kakashi y ahora… él estaba muerto por salvar a su hijo.

No pude evitar llorar aunque lo camuflé, no quería preocupar a Fugaku y menos hoy… el día de nuestra boda. Todo estaba perfecto, mis hijos enamorados, con sus hijos, planeando casarse en unos años, al menos Naruto, porque yo creo que Deidara se casaría antes con Itachi, de hecho… Itachi nos había pedido acompañarle a buscar un anillo de compromiso, porque quería pedírselo. Supongo que Itachi al ser más mayor ya tenía ganas de formalizar todo mientras Sasuke tenía aún mucho tiempo por delante, no tenía necesidad de ir más rápido de lo que ya iban.

Me recompuse antes de que Fugaku despertase y le sonreí, seguía preocupado, esta sensación no se me iría fácilmente, sé que debería ser el día más feliz de mi vida, pero seguía pensando en Kakashi, no podía evitarlo y más cuando me levanté a darle de desayunar al pequeño Kakashi, era tan parecido a su padre, eran idénticos y eso me hacía daño en parte. Amé a su padre, le elegí a él frente a Fugaku y el destino me lo arrebató. Aún recordaba cómo Kakashi me había pedido salir y como yo me negaba pensando que no olvidaría jamás a Fugaku y no lo hice, pero Fugaku nunca vino a por mí, al final acabé saliendo con Kakashi y fui muy feliz, él lo era todo para mí… pero tuvo que aparecer de nuevo Fugaku en mi vida y sé que hice daño a Kakashi, no quería hacerle sufrir, no quería hacerle daño pero se lo hice y me sentí como una persona horrible, a veces seguía recordando todo eso y es que un error… sólo un error tuve mientras estuve con Kakashi y fue acostarme con Fugaku, de eso me arrepentía siempre.

-       ¿Estás bien? – me preguntó Fugaku medio preocupado al verme mirándome en el cristal de un mueble de la cocina.

-       Sí – le dije sonriendo – estoy bien.

-       No me mientas Minato, sé que estás pensando en Kakashi.

-       Lo siento – le dije – es que… me siento fatal, no se merecía lo que le hice.

-       Minato, lo hemos hablado miles de veces, fue una irresponsabilidad nuestra, no debimos hacerlo, pero él nunca te culpó de nada, sabía que me amabas e incluso en sus últimos momentos, fue feliz, le diste un hijo, le elegiste a él, murió defendiéndote y lo único que te pidió, fue que fueras feliz, así que sé feliz… por él – me dijo.

-       Lo sé – le comenté – pero a veces es difícil, aún pienso en él.

-       Es normal, estuviste con él muchos años, le querías y era un gran hombre, pero no puedes aferrarte al pasado.

-       Lo intento – le dije

-       ¿Aún quieres casarte conmigo? – me preguntó preocupado.

-       Claro que sí – le dije acercándome a él y abrazándole – quiero casarme contigo, siempre he querido casarme contigo Fugaku.

Fugaku me abrazó y me besó con dulzura en la frente. Sé que le amaba, siempre lo había hecho, siempre deseé casarme con él, pero… mi vida había sido tan complicada, también a Kakashi le amé cuando creí que jamás volvería a ver a Fugaku, mi cabeza estaba hecha un lío, mis sentimientos era horribles, amé a los dos y no podía olvidarme de que Kakashi dio su vida por este niño y por mí, había muerto por nosotros y eso era difícil de quitar de mi corazón, siempre estaría ahí, Kakashi tenía un hueco muy grande y aún más agradecimiento, no podía pasar por alto su sacrificio y menos en un día tan feliz para nosotros, porque todo era gracias a él. Estaba con Fugaku gracias a él.

Le di de desayunar al pequeño y sonreí al ver a Fugaku encargarse de que comiera mientras sonreía, ambos eran un buen equipo, se llevaban muy bien y aproveché para ir a ducharme mientras Fugaku mantenía ocupado al pequeño Kakashi. Él sería el que iba a llevar las arras, así lo habíamos pensado. Kakashi fue quien después de que yo cambiase de ropa el pequeño, se lo llevase al ayuntamiento, porque nos íbamos a casar por lo civil.

Aproveché el tiempo libre que tenía hasta llegar yo para acercarme al cementerio a dejarle unas flores en la tumba de Kakashi, creo que lo necesitaba, en parte… necesitaba saber que estaba haciendo lo correcto, necesitaba saber que él me apoyaba y de eso ya no tenía forma de saberlo.

Lloré en su tumba y cuando ya creí que mi dolor seguiría conmigo durante demasiado tiempo, alguien tocó mi hombro y al girarme, vi a Deidara sonriéndome. Al fondo estaba Itachi con su traje y la pequeña Asuka en brazos. Deidara se agachó a mi lado y me abrazó tratando de calmarme, creo que lo necesitaba.

-       Imaginaba que estarías aquí papá – me dijo Deidara.

-       Le echo de menos – le dije

-       Todos le echamos de menos, pero él no quería verte así, quería verte feliz, quería vernos felices a todos, así era Kakashi, así que límpiate esas lágrimas y vayamos al ayuntamiento, tienes que casarte – me dijo sonriendo.

-       Sí – le dije sonriendo un poco ahora y limpiándome las lágrimas.

Itachi condujo hacia el ayuntamiento y yo me quedé detrás con la pequeña jugando. Desde luego me alegraba por mis hijos, habían encontrado una buena familia, habían creado su propia familia y quizá Naruto iba algo más distraído, tal y como era él siempre, pero Deidara había madurado mucho, supongo que porque Itachi era más mayor y Deidara trataba de alcanzar su madurez, había dejado de ser un niño hace mucho tiempo, pero no podía hacer otra cosa que alegrarme por él, hacían una buena pareja.

-       ¿Estás nervioso? – me preguntó Deidara y sonreí.

-       Mucho – le confirmé – nunca esperé poder llegar a este momento, soñaba con casarme con Fugaku cuando era más joven y supongo… que hace años que había perdido esa esperanza y ahora está a apenas unos minutos de hacerse realidad – le dije – aún no consigo creérmelo.

-       Te ama – me dijo Deidara – y tú le amas demasiado, no podrías estar sin él.

-       Lo sé – le dije – no puedo ver una vida sin Fugaku.

-       Entonces entra ahí con confianza, todos estamos aquí contigo papá – me dijo Deidara sonriendo.

Llegamos al ayuntamiento y vi a Fugaku allí hablando con algunos invitados y con el pequeño Kakashi de su mano esperándonos. Le miré y sonreí mientras él me devolvía la sonrisa y se acercaba hacia mí. Me puse muy nervioso de golpe, sabía lo que estaba haciendo, sabía que aquí empezaba lo que siempre había soñado, tener a Fugaku siempre para mí, aquí empezaba nuestra historia, le amaba.

La ceremonia estuvo bien, quizá me la pasé un poco nervioso mirando sin parar a Fugaku buscando en él la tranquilidad, pero tampoco la tenía, estaba igual de nervioso que yo, igual de emocionado por este momento como yo lo estaba, por fin casados… era todo lo que yo había deseado en mi vida. Cuando Fugaku dijo el sí quiero, casi respiré con tranquilidad, porque me dejaba tranquilo saber que él deseaba casarse conmigo tanto como yo lo deseaba y sé que él también se tranquilizó al escucharme a mí elegirle, finalmente… quería estar toda la vida con él, le amaba a él.

El beso fue la mejor parte, porque todos mis nervios desaparecieron cuando sentí sus labios sobre los míos, le adoraba, me encantaba, con él me sentía seguro y feliz, le amaba demasiado, jamás pude olvidarme de Fugaku y ahora sabía por fin… que podía desatar todos estos sentimientos que había guardado y recluido a la caja más profunda de mi corazón, podía volver a sacarlos y amarle como siempre lo hice.

Sonreí cuando dejamos de besarnos y vi a Fugaku sonreír también, yo estaba feliz, no podía evitarlo, por fin después de tantos años podía estar sin restricciones con el que fue el amor de mi vida, con el padre de mis hijos, tantos problemas que tuvimos… tantos impedimentos y ahora estaba aquí, besándole sin tener que sentirme culpable, besándole porque le amaba, besándole porque estaríamos el resto de nuestra vida juntos.

-       ¿Estás bien? – me preguntó.

-       Sí – le dije – te quiero – le comenté con una sonrisa.

-       Y yo a ti Minato – me dijo.

No hicimos ninguna ceremonia por todo lo alto, de hecho fue bastante íntima, los amigos más cercanos, algunos amigos de nuestros hijos y nuestra familia… pero claro… nuestra familia más cercana que eran nuestros hijos, porque a nuestros padres ni los invitamos, sabíamos que no vendrían, no después de haberme tirado a mí de su casa, no después de que Fugaku discutiera con su familia por lo de su hermano Obito. Kushina y Obito sí vinieron con su hijo, ya estaba muy grande y de verdad que me encantaban los niños, aún seguía pensando que quizá sí debería de tener uno con Fugaku, darle la opción de estar con su hijo las veinticuatro horas del día.

Tras la cena, todos se marcharon a sus casas, sobre todo mis hijos, porque con los niños pequeños debían acostarlos pronto y lo entendía. Deidara decidió llevarse a Kakashi aquella noche y lo agradecía, porque quería una noche a solas con mi esposo. A las cuatro de la mañana acabábamos nosotros y el resto de invitados se marchaban, pero yo no acabé allí la noche, porque deseaba a Fugaku, yo quería mi noche de bodas y cuando abría la puerta de nuestra casa Fugaku, yo ya estaba mordiéndole con suavidad la oreja.

-       Minato… no hagas eso que me excitas – me dijo sonriendo.

-       Eso es lo que quiero cielo – le dije.

-       ¿Así que quieres marcha? – me preguntó sonriendo con lujuria – entonces la tendrás

Me cogió de la cintura y me metió dentro de casa empotrándome contra la pared del pasillo mientras cerraba la puerta con el pie. Besó mi cuello con pasión a la vez que abría con su pierna las mías, colando su rodilla para evitarme que las cerrase. Me encantaba cuando se ponía de esta forma dominante, lo adoraba. Intenté acariciar su cintura para quitarle la camisa pero aunque conseguí quitársela, Fugaku sonrió con prepotencia y cogió mis manos inmovilizándolas por encima de mi cabeza. Prácticamente Fugaku me arrancó los pantalones pero me daba igual, estaba muy excitado como para pensar en ellos y más cuando empezó a prepararme. Sonreía cada vez más cuanto más me escuchaba gemir y es que no podía evitar gemir con él y menos… cuando se introdujo en mí hasta el fondo. Grité del placer y me agarré a él cuando me soltó las manos.

Fugaku me cambió de sitio colocándose él contra la pared y dejándome a mí poner los pies en ella para impulsarme mientras me clavaba en él, buscaba la profundidad y la conseguía mientras escuchaba a Fugaku sonreír y gemir. Ambos disfrutábamos con el sexo y me era imposible no gritar al sentirle tan profundo. Fugaku agarraba mi trasero con fuerza gimiendo sin poder parar. Sentía sus músculos tensarse y aunque yo me cansaba un poco en esta posición, antes de detenerme Fugaku me pidió que siguiera, él estaba a punto, así que aguanté un poco más y seguí hundiéndome en él hasta que sentí todo su ser entrando en mí y grité aún más.

Salí de él y nos dejamos caer al suelo apoyándonos en la pared mientras nos mirábamos y sonreíamos. Tenía claro que le amaba, tenía claro… que quería más de Fugaku, quería todo de él.

-       Creo… que no estábamos ya para estos trotes – me dijo sonriendo

-       No somos tan mayores Fugaku.

-       Habla por ti – me dijo sonriendo

-       Deja las tonterías – le dije sonriendo – sigues en plena forma Fugaku, aún podemos hacer muchas posturas.

-       Contigo… voy a probarlas todas Minato – me dijo sonriendo mientras me besaba con pasión

Capítulo 59: Luna de miel

Fugaku Uchiha POV

No podía pedir nada más, despertarme al lado de Minato era todo lo que necesitaba, le amaba como nunca había amado a nadie y sé que mis padres y los suyos… se perdían esto, porque no presenciarían jamás la felicidad que teníamos ahora. No podía imaginar lo que debió pasar Minato cuando su padre lo tiró de casa por estar con alguien que no tenía gran influencia como era Kakashi, supongo que al saber ahora que estaba conmigo, el mejor abogado el país, se arrepentiría, pero yo no pensaba volver a dejarle entrar en nuestras vidas aunque suplicase, sólo necesitaba a Minato y a mis hijos, no me hacía falta nada más.

Mi hermano Obito había decidido irse en su Luna de miel a Tailandia y vino muy contento de allí, pero yo sabía que Minato siempre soñó con ver Corea del Sur, así que había planificado nuestro viaje de novios allí. Yo con tal de hacerle feliz me daba igual el sitio, como si quería ir a cualquier isla perdida de la mano de dios, me daba lo mismo.

El pequeño Kakashi iba a quedarse estos días con Deidara y con mi hijo Itachi, la verdad que no podía dejarlo en mejores manos, Itachi siempre era muy responsable y a Kakashi le encantaba jugar con Asuka, así que era perfecto. Aún así, a veces me costaba dejarle allí por dos motivos, uno porque echaba mucho de menos a mi pequeño y en segundo, porque no quería molestar a Deidara que ahora iba a empezar a trabajar y a Itachi… que siempre tenía muchísimo trabajo en la oficina y que incluso a veces cuando llegaba a casa, le tocada rectificar cosas de los planos que hacían.

Sé que ambos nos decían que lo dejásemos allí sin problemas, pero no estaba seguro de hacerlo, me dolía molestarles a ellos con problemas nuestros, aunque también era cierto, que me hacían un gran favor, porque muchas veces necesitaba este tiempo a solas con mi esposo, quería estar a solas también con él y disfrutar de su compañía y el viaje de Luna de miel era perfecto para relajarnos y estar juntos.

Lo peor de todo aquello… es que nos quedamos dormidos y tuvimos que darnos una gran prisa para poder llegar al aeropuerto a tiempo para la salida de nuestro vuelo. Menos mal que Itachi era previsor y nos llamó al teléfono para despertarnos por si acaso nos habíamos dormido. Desde luego nos conocía muy bien, al menos a mí porque un poco más y casi perdemos el vuelo, menos mal que Itachi nos llamó preocupado.

El vuelo hasta allí no estuvo mal, un poco cansado y no pudimos ver mucho de Seúl al llegar por la hora, así que fuimos directamente al hotel a descansar y ya mañana empezaríamos nuestra ruta turística por la ciudad, aunque también es cierto que me apetecía quedarme en el hotel disfrutando de mi esposo, pero tenía más tiempo para hacerlo, mientras que Seúl no esperaría siempre, era nuestra oportunidad de ver una ciudad nueva.

Minato prácticamente se durmió enseguida en cuanto llegamos y no se despertó hasta el día siguiente. Yo sonreí al verle abrir esos ojazos azules que tenía y le acaricié el cabello con suavidad. Minato me miró y sonrió de igual forma, con esa sonrisa suya tan contagiosa y es que ahora que lo miraba bien, tenía la misma sonrisa que Naruto y Deidara, los tres habían sacado la sonrisa de los Namikaze, de eso no cabía duda.

Aquella mañana paseamos los dos por algunos parques, visitamos algunos templos y nos divertimos en el museo de la ciencia. Nos gustaba a los dos todo lo que tenía que ver con la ciencia y lo pasamos como dos niños pequeños descubriendo cosas nuevas. Comimos en la misma calle entre las tiendas ambulantes de comida y nos lo pasamos en grande, por fin podía estar a solas con él y disfrutar de lo que llevábamos años reprimiéndonos.

Esas fueron nuestras mejores vacaciones aunque a Minato a veces le ponía malo cuando llamábamos a Deidara o a Naruto para saber de ellos y resulta que sólo escuchábamos risas, casi seguro de que estaban haciendo cosas indebidas con mis hijos mientras trataban de hablar con nosotros y es que esos chicos nunca cambiarían, aunque cuando colgábamos, nos empezábamos a reír y es que nos alegrábamos de que fueran felices, por fin se lo merecían.

Pasamos quince días increíbles, vimos todo lo que pudimos y en el hotel, teníamos nuestras sesiones de sexo, supe en aquel momento cuanto tiempo le había echado de menos, diecisiete largos años le había deseado y jamás pude volver a estar con él, era demasiado tiempo, deseché mi felicidad y ahora podía volver a tenerla. Esa felicidad estaba ahora al alcance de mi mano y no volvería a desaprovechar la oportunidad.

Cuando volvimos del viaje, Deidara nos comentó que ellos podían ocuparse de Kakashi un día más mientras nosotros descansábamos y lo agradecimos, porque llegamos agotados de tanto viaje, aunque muy felices y más enamorados que antes si es que eso era posible. El viaje había sido perfecto, pero también echaba de menos nuestra casa, porque como en casa… no se estaba en ningún lado.

Dejamos las maletas en la habitación de los niños, total… ahora ya no vivían aquí, todos se habían independizado. Tenía muy en mente lo de tener un hijo con Minato… pero creo que era pronto para nosotros y para el pequeño Kakashi, decidí esperar porque me apetecía disfrutar de unos años con Minato, sólo con él.

Minato se había ido a la ducha y es que estábamos sudados y asquerosos de todo el día en el avión, yo también necesitaba una ducha y entré con sigilo viendo como ese espectacular chico de cabello dorado se duchaba, me excitaba ver su cuerpo, me excitaba tanto Minato, era lo que siempre quise, le amaba y entré con él a la ducha cogiéndole por la cintura y besándole el cuello mientras él sonreía.

-       Ya tardabas en venir – me dijo – te echaba de menos.

-       Estaba dejando las maletas – le dije – pero no creas que te ibas a escapar de mí tan fácilmente. ¿Sabes cuánto me excitas? – le pregunté.

-       No… ¿cuánto? – me retó.

-       Mira – le dije cogiéndole la mano y llevándola a mi miembro ya erecto y es que verle desnudo a Minato… eso excitaba a cualquiera.

-       ¿Todo esto es para mí? – me preguntó con una sonrisa burlona.

-       Es toda tuya – le dije y él me empujó con suavidad sentándome en una de las banquetas que teníamos para la ducha.

Le vi agacharse frente a mí arrodillándose mientras el agua caliente caía sobre nosotros y coger mi miembro entre sus manos masajeándolo para empezar a chuparlo con tranquilidad desde la punta y luego metérselo en la boca. Gemí al sentirlo y acabé cogiéndole del cabello y haciendo fuerza indicándole el ritmo que quería mientras jadeaba y me follaba su boca a mi antojo.

Minato se levantó del suelo una vez me había excitado a mí y se colocó encima de mí sentándose encima y hundiéndose en mi miembro con suavidad. Hizo un pequeño gesto de dolor y es que sé que el agua no era muy buena para esto, pero no le dije nada, le dejé hacer ya que había tenido la iniciativa.

-       ¿Así que hoy quieres dominarme? – le pregunté cuando le vi más calmado y sentado encima mío con mi miembro completamente dentro de él.

-       Sí, hoy vas a ser mi mascota – me dijo sonriendo.

-       Entonces móntame Minato, quiero verlo – le dije seduciéndole y empezó a moverse encima de mí jadeando y gimiendo como nunca le había visto.

Estaba claro que adoraba a este chico y que ahora por fin era nuestro momento, por fin podíamos ser felices y estar juntos. Me excitaba ver a Minato moverse encima de mí a esa velocidad, me gustaba ver como se hundía en mi miembro, como se clavaba él mismo buscando su placer y me encantaba ver sus caras, escuchar sus gemidos, sus jadeos, sentir su respiración acelerarse y al final… ya no aguanté más y lo levanté conmigo cambiándole de posición.

-       ¿Fugaku? – me preguntó extrañado.

-       Shh déjame a mí Minato – le dije sonriendo colocándole a cuatro patas en el suelo de la ducha mientras apoyaba sus manos y medio abdomen en la banqueta y le penetré esta vez yo de pie.

Gritó y es que estaba buscando metérsela más hondo, más profundo, sé que le gustaba de esa forma y aceleré el ritmo escuchando sus gritos de placer, porque ahora ya no jadeaba, gritaba y yo sonreía entre jadeos al ver el éxito conseguido.

-       ¡Dios mío, Fugaku! – dijo entre gritos.

-       ¿Te gusta? – le pregunté sonriendo.

-       Sí – me dijo

-       Eres mío Minato – le dije.

-       Lo soy – me confirmó – hazme tuyo Fugaku.

No puede evitar correrme al escucharle y entré más hondo soltando el último gemido mientras Minato gritaba y trataba de recomponerse aún agarrado con fuerza a esa banqueta. Cuando salí, aún podía ver parte de mi líquido saliendo de su entrada y lo recogí con uno de mis dedos para luego ponerme encima de él y meterle el dedo en la boca disfrutando de cómo lo lamía. Le besé al verle sonrojado por la vergüenza que le había dado.

-       ¿Estaba bueno Minato? – le pregunté sonriendo.

-       Sí – me dijo – te quiero Fugaku.

-       Yo también te quiero Minato. Ven… duchémonos antes de ir a dormir – le dije sonriendo y ayudándole a ponerse en pie.

Terminamos de ducharnos y nos metimos en la cama dispuestos a dormir. Como siempre, yo tenía la costumbre de pasar mi brazo por encima de la cintura de Minato, me gustaba hacerlo, me gustaba sentirle cerca de mí y protegerle, quizá no había podido protegerle como se merecía en el pasado, pero siempre le agradecería a Kakashi que lo hiciera, que lo cuidase y que hubiera protegido también a mis hijos criándolos como si fueran suyos, porque eran unos buenos chicos. No podía desear nada mejor ahora mismo, tenía la felicidad al alcance de mi mano y nadie podría impedirnos ser felices, Madara y Mikoto estaban en la cárcel por asesinato y aunque yo no llevé ese caso ya que quería hacerlo Minato, no me desagradó para nada la condena que les llegó a meter. Al menos esos dos no volverían a causarnos problemas. Con quien sí me crucé, fue con la familia de Mikoto, vinieron a disculparse por su comportamiento y sé que lo hacían porque mi familia era importante e influyente y querían quedar bien, querían que esta noticia no les repercutiera en la medida de lo posible o por lo menos, poder seguir haciendo negocios con mi familia.

De mi padre no volví a saber mucho, pero del que sí tuve noticias, fue del padre de Minato, aunque no quise decírselo, sé que él no quería volver a tratar con su padre. Se había enterado de que nos habíamos casado por la prensa y es que no podía evitar que saliera en portada, yo era el mejor abogado del país… iba a salir la noticia. Ahora parecía el padre de Minato querer conocer a los niños y disculparse con su hijo por cómo le había tratado, pero yo preferí que no fuera así, no sé qué haría Minato, pero no sabía cómo decirle esto, no sabía cómo se tomaría la noticia.

Pensé toda la noche como decirle esto y al final… me decidí a contárselo en el desayuno. Como supuse no le sentó muy bien. Se quedó callado un buen rato y luego dijo que llamaría a sus hijos para comentarles lo que había pasado, de ellos era la decisión de si querer conocerlo o no a su abuelo, pero él no quería volver a saber nada. No entré en su decisión, sé que era difícil para él y lo apoyé. Cuando llamó a sus hijos… ambos dijeron que no querían conocerlo por el simple hecho… de que su abuelo sólo se había preocupado por ellos al descubrir que eran hijos de un hombre de familia importante y no querían un amor falso.

 

 

Capítulo 60: Familia.

Naruto Uzumaki POV

Tres largos años habían pasado desde que tuve a mi niño, desde que todo empezó a ser felicidad en mi vida, desde que Sasuke se convirtió en lo más importante de mi vida y en el padre de mi hijo, tres largos años que a mí me habían pasado volando. Estaba terminando ya mi carrera y Sasuke… él llevaba por lo menos tres años trabajando y estudiando al mismo tiempo, no sé cómo lo hacía para llegar a todo, pero era increíble, también estaba terminando y estaba muy contento con nuestra vida.

Habían sido tres años complicados donde me centré en la crianza de nuestro hijo y estudiar me era complicado, pero Sasuke incluso estando tan ocupado como siempre estaba, sacaba tiempo para ayudarme y se lo agradecía, gracias a él conseguía ahora finalizar mis estudios con éxito. No podía amar más a alguien, Sasuke lo era todo para mí y seguiría siéndolo, no podía ver mi vida sin él.

A mi hermano Deidara solía verlo cuando llevábamos a los niños a la guardería y nos tomábamos un café juntos contándonos nuestras cosas. Itachi parecía tener bastante éxito con sus proyectos, varios empresarios habían contratado sus planos para crear sus oficinas y es que si llego a saber que se ganaba tanto de arquitecto, yo también habría estudiado esa carrera. La verdad es que me alegraba por ellos, pero a mí me gustaba la biología igual que a Sasuke.

Deidara ya había terminado sus estudios de derecho y estaba en un pequeño buffet de abogados, de hecho… trabajaba de oficio como nuestro padre y muchas veces se veían por el edificio. Aunque andábamos tan ocupado, siempre tratábamos de reservar los fines de semana para visitar a nuestros padres y nos reuníamos toda la familia allí. Los chiquillos se lo pasaban en grande, los tres jugaban siempre juntos y a veces había alguna discusión, pero era lo típico de los niños.

Hoy era viernes y habíamos decidido ir a cenar todos a casa de nuestros padres. Sasuke por suerte salía antes de trabajar y eso me alegraba el día, porque podía estar un rato con él antes de ir con el resto de la familia. Aproveché aquella tarde para recoger un poco la casa y vigilar que el enano hiciera sus cosas, aunque él esparcía más bien los juguetes en lugar de ayudarme a recoger, al final, acabé acostándole para que se echase una siesta, seguramente esta noche llegaríamos tarde a casa, así que debía aprovechar ahora en dormir, luego no se estaría quieto jugando con su prima.

Sasuke llegó de trabajar justo cuando yo terminaba de fregar los platos y antes de que pudiera decir algo, ya lo tenía detrás de mí cogiéndome de la cintura y besando mi oreja seductoramente, por lo que yo sonreí tratando de indicarle que parase, pero él miró hacia el suelo buscando al enano.

-       ¿Dónde está? – me preguntó.

-       Durmiendo – le dije sonriendo.

-       Entonces no hay problema si te follo aquí mismo, ¿no? – me preguntó con una gran sonrisa mientras me daba la vuelta y me subía encima de la encimera y no pude parar de reír.

-       Eres un pervertido – le dije.

-       Es cierto – me comentó sonriendo – pero es tu culpa por ser tan irresistible – dijo besándome con pasión metiendo su lengua a jugar con la mía – Te quiero

-       Y yo a ti Sasuke – le dije con una sonrisa.

El brazo de Sasuke pasó por mi cintura apretando mi espalda para juntarme aún más hacia él, quedándose en medio de mis piernas mientras aprovechaba la posición para quitarme la camiseta y lanzarla al suelo de la cocina. Menos mal que estaba el niño durmiendo, porque si nos veía así menuda la que se podía liar, por suerte, tenía un sueño profundo, creo que había salido a su padre en eso.

Sasuke se agachó un poco bajándome el pantalón y metiendo en su boca sin compasión alguna mi miembro y empecé a gemir como un loco, adoraba a este chico, me encantaba todo lo que hacía y era en estos momentos, cuando sabía al cien por cien, que él y yo estábamos hechos el uno para el otro, yo sólo podía ser de él.

Sentía sus dedos preparando mi entrada mientras seguía entretenido con mi miembro y no podía evitar sentir todo ese placer, no podía evitar gemir y cogerle del cabello con fuerza mientras movía mi cintura levemente buscando aún mayor profundidad en su boca, lo que no esperé fue correrme en tan poco tiempo y sin darme tiempo a avisarle. Sasuke sonrió cuando se apartó limpiándose con un trapo de la cocina y yo estaba rojo como un tomate.

-       Lo siento Sasuke – le dije

-       No pasa nada Naruto – me dijo sonriendo – ahora sueles irte bastante rápido – me dijo con prepotencia.

-       Oye… - me quejé.

-       tú empiezas a ser más sensible o yo empiezo a hacerlo cada vez mejor – dijo de forma egocéntrica pero al ver su sonrisa no pude evitar sonreír.

-       Tu lo haces cada vez mejor – le dije subiéndole el ego.

No pude decirle nada más, porque sentí como bajaba su bragueta y entraba en mí empezando a moverse y aunque me dolió un poco al principio, enseguida me adapté a él, creo que éramos perfectos, para mí… Sasuke encajaba a la perfección y aunque siempre intentaba ir despacio al principio, luego acababa cogiendo la profundidad que a mí me gustaba y entonces… disfrutábamos los dos, porque una de las cosas que más me gustaba, era escuchar esos gemidos tan varoniles que tenía Sasuke, supongo que a él también le gustaban los míos.

Aún estando sentado recostado en la encimera, tuve que apoyarme contra los azulejos de atrás por el impulso y la velocidad que cogió Sasuke. Grité y gemí aunque traté de acallarlos como podía por si despertaba al niño y Sasuke sonreía con prepotencia, tal y como era él. Le gustaba metérmela hasta el fondo para escucharme gritar por él, le encantaba sentirse así de fuerte y cuando se corrió, apreté mis piernas a su cintura evitando que saliera rápido de mí como solía hacer, esperé a que soltase todo en mi interior mientras él me besaba.

-       ¿Estás bien? – me preguntó Sasuke.

-       Sí – le dije con la respiración entrecortada - ¿Duchas tú al enano?

Sasuke sonrió y entendió que necesitaba un tiempo de descanso después de esto, él siempre era así de salvaje, pero también es cierto que era lo que me gustaba de él, siempre me cogía en los momentos que él quería y le daba igual si estaba en la cocina, en el salón o en la habitación, siempre encontraba el momento perfecto.

-       Lo ducho yo – me dijo besándome – ve a arreglarte mientras.

Sasuke salió de mí y me pasó el trapo por si quería limpiarme. Luego lo echaría a lavar. Me duché en nuestro cuarto mientras Sasuke despertaba al pequeño y se lo llevaba a la bañera para asearle. También le vistió él, porque cuando yo salí ya arreglado, el niño estaba listo y Sasuke estaba saliendo de la ducha en ese momento con una toalla envuelta en su cintura. De verdad que me encantaba cuando iba así por casa, me excitaba mucho verlo con tan poca ropa y él lo sabía, por eso lo seguía haciendo y sonreía al pasar por mi lado.

-       Cámbiate antes de que quiero repetir lo de la cocina – le dije en susurros y él sonrió.

-       Prepárate para esta noche Naru… no te dejaré salir de esta habitación hasta que te hayas corrido por lo menos cuatro veces.

-       Eres un bruto – le dije sonriendo y él sonrió aún más entrando en la habitación a cambiarse.

-       Estoy convencido… de que si le preguntamos a Kai, querrá un hermanito – me dijo refiriéndose a nuestro hijo y él nos miró intentando entender de qué hablábamos - ¿Verdad que quieres un hermanito? – le preguntó su padre.

-       Sí – dijo sonriendo pero claro… ¿Qué iba a decir un niño de tres años? Ni siquiera entendía lo que eso suponía.

-       No vale buscar alianzas en los menores de cinco años – le dije sonriendo y Sasuke divertido, se metió a cambiarse.

Salimos de casa y condujo Sasuke hasta la casa de nuestros padres. Kai no paró en todo el camino de pedirle a su padre que pusiera música y ambos se pasaron el viaje cantando y haciendo el tonto. De verdad que eran tal para cual, ese niño por muy rubio que fuera… había sacado la personalidad y el carácter de Sasuke, siempre iba con él a todos los lados y adoraba a su padre. A mí me tocaba ir detrás todo el día intentando que hiciera las cosa y me tomaba el pelo, supongo que porque yo tenía un carácter más flexible, pero cuando venía su padre, se iba corriendo a hacer las tareas sin rechistar y es que Sasuke tenía ese carácter autoritario, quizá eso era lo que también me excitaba de él y sonreí al verle.

-       ¿Qué piensas? – me preguntó extrañado.

-       En que eres un mandón – le dije.

-       Ya – me dijo sonriendo – pero te encanta – me dijo guiñándome un ojo y sonreí.

Llegamos a la casa de mis padres y me extrañó cuando al saludarles, me comentaron que Deidara no se había encontrado muy bien y estaba en el baño, Itachi había ido ya a ver que tal estaba y subí preocupado, pero me detuve en el marco de la puerta sin que me vieran al escucharles hablar, creo que algo pasaba aquí porque escuché como Deidara dejaba algo encima de la encimera.

-       ¿Estás seguro Dei? – le decía Itachi a mi hermano – estas cosas suelen fallar – le decía y escuché aún más ruido.

Entré a ver si les ocurría algo y vi un montón de pruebas de embarazo encima del mueble, desde luego ahora empezaba a entenderlo… la que llevaba en la mano Itachi era sólo una de las muchas pruebas que mi hermano se había hecho para confirmar. Estaba claro que no eran fiables, pero teniendo en cuenta que se había repetido esa prueba tantas veces… creo que era bastante obvio. Ambos se giraron a mirarme y Deidara se sorprendió al verme a mí sonrojado mirándoles.

-       ¿Naru? – Preguntó - ¿Estás bien?

-       ¿Estás… embarazado? – Le pregunté y él asintió, me lancé a su cuello abrazándole con una gran sonrisa – Felicidades – le comenté y miré hacia Itachi aún absorto con la prueba en su mano - ¿Estás bien Itachi? – le pregunté.

-       Sorprendido – me dijo pero sonrió – Ven aquí – le dijo a Deidara abrazándole antes de darle un beso en la frente – te quiero Dei.

-       Lo sé – le dijo mi hermano.

Escuché a Sasuke llamarme mientras subía las escaleras y le indiqué que estaba aquí en el baño, creo que se enteró de todo lo que estaba pasando cuando nos vio a los tres con las pruebas de embarazo en las manos y abrió los ojos sorprendido por la cantidad de pruebas que mi hermano se había hecho para confirmar… porque él si era bruto, aquí habían más de diez pruebas de embarazo.

-       Enhorabuena Dei – le dijo Sasuke de golpe - ¿Has comprado toda la farmacia o qué? – le preguntó en broma y mi hermano empezó a reírse igual que Itachi.

-       Creo que debí haberme hecho farmacéutico en lugar de arquitecto – dijo Itachi siguiendo la broma – me habría salido más rentable.

-       Eres un idiota – le dijo Deidara sonriendo pero Itachi lo atrajo de la cintura hacia él para besarle con pasión.

-       Puede ser, pero te amo – le dijo tocando suavemente el vientre de mi hermano – os amo – le rectificó.

-       Y yo a ti Itachi – le dijo Deidara sonriendo.

-       Así que la familia sigue creciendo – dijo Fugaku desde la puerta – desde luego tendré que hacer un baño más grande como sigáis entrando más gente aquí – nos bromeó porque estábamos los cuatro metidos en este diminuto baño apretándonos y todos nos reímos – vayamos al salón anda, creo que aún os quedan más noticias por recibir – dijo Fugaku y bajamos todos.

Cuando llegamos al salón justo antes de cenar, Minato nos informó de que estaba embarazado y aquello si nos cogió a todos por sorpresa porque mi padre no era de los que querían otro niño, ya tenía tres y creía que eran suficientes, supongo que al final lo pensó mejor y quiso hacer algo más por Fugaku y es que su felicidad empezaba ahora. La cena transcurrió entre risas y sobre todo… hablando de esos dos nuevos niños que iban a venir al mundo dentro de nueve meses, nos reímos mucho todos y cuando volvíamos con nuestro hijo hacia casa, se quedó dormido en su sillita del coche.

-       De esta noche no pasa – dijo Sasuke sonriendo mientras conducía hacia casa.

-       ¿De qué hablas? – pregunté.

-       De que llegamos tarde Naruto, pon tu horno a trabajar – me dijo sonriendo – esta noche te dejo embarazado y a ser posible de gemelos – dijo en broma y me empecé a reír.

-       ¿Vas enserio? – le pregunté.

-       Sí – me dijo intentando ponerse serio, pero también empezó a reírse – enserio Naruto – dijo ahora de verdad – pongámonos las pilas ¿qué te parece?

-       Me parece… que tienes razón, no puedo dejar que mi hermano me gane – le dije bromeando – esta noche… soy todo tuyo, hazme veinte hijos – le dije de cachondeo aunque hablaba enserio con lo del sexo. Sasuke empezó a reírse.

Era exagerado lo de los veinte hijos, pero desde luego… en cuanto dejó Sasuke a Kai en su cama durmiendo, nosotros nos pusimos manos a la obra y es que… yo a Sasuke le daba lo que quisiera y esta noche… tocaba sexo, íbamos en busca del segundo niño.

Fin

 

Tema: Sangre del Pasado

agradecimiento

Fecha: 02.12.2015 | Autor: rosa linda huitron

hola a todo el equipo que hace esta maravillosa pagina y deseado que esten bien en todos los aspecto de la vida . les agradesco por tan bellas historias que publican me emocionan mucho, llegan los sentimientos tan profundo que no se puede evitar derramar lagrimas o soltar la mas fuerte carcajada segun el caso. deseando que se la pasen super y esperando sus nuevas historias me despedido. y de nuevo muchas agracias

Re: agradecimiento

Fecha: 21.06.2016 | Autor: Fullbuster

Nos alegra que te gusten las historias. La verdad es que últimamente tenemos la página un poco descuidada, metemos las portadas pero no hemos actualizado las nuevas historias, aún así esperamos subirlas en breve. De todas formas seguimos tanto por amor yaoi, como por wattpad y facebook. Gracias por leer y comentar, un saludo.
Atte: Fullbuster

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